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«Porque podríamos objetar: ¿acaso no constituye
un logro positivo de placer, un innegable aumento de la sensación
de felicidad, el hecho de poder escuchar tantas veces como desee la voz
del hijo que vive a centenares de kilómetros de mi lugar de residencia?
¿O que mi amigo me comunique, inmediatamente después de
haber desembarcado, que ha sobrellevado bien el largo y penoso viaje?
¿Acaso no tiene importancia que la medicina haya conseguido reducir
tanto la mortalidad infantil y el riesgo de infección de las parturientas
y que se llegue a prolongar la media de la longevidad humana en un número
considerable de años? Y todavía podríamos añadir
una larga lista de estos beneficios que hemos de agradecer a la tan menospreciada
era del progreso técnico y científico; sin embargo, ya oímos
la voz de la crítica pesimista que nos recuerda que la mayoría
de estas satisfacciones sería como aquella "distracción
barata" que recomendaba cierta anécdota y que consistía
en sacar en las frías noches de invierno la pierna desnuda de debajo
de la manta y, después, volverla a cubrir. Si no existiera el ferrocarril,
que permite superar las distancias, el niño nunca tendría
que abandonar la población natal y, por lo tanto, tampoco tendríamos
la necesidad de escuchar su voz por teléfono. Y, si no existiera
la navegación transoceánica, el amigo tampoco habría
emprendido el viaje marítimo y yo no necesitaría el telegrama
para apaciguar mis temores. ¿De qué me sirve la reducción
de la mortalidad infantil si, precisamente por culpa de ello, nos hemos
de reprimir a la hora de engendrar criaturas, de modo que, a fin de cuentas,
no criamos más niños que en la épocas anteriores
al dominio de la higiene, pero sí que nuestra vida sexual en el
matrimonio se halla sometida a difíciles condiciones y probablemente
actúa en contra de la benéfica selección natural?
Y, finalmente, ¿para qué esta larga vida, si acaba resultando
tan penosa, carente de alegrías y tan llena de sufrimientos que
sólo podemos dar la bienvenida a la muerte como una liberación?»
FREUD, Sigmund. El malestar en la cultura. Madrid: Alianza
Editorial, 1970.
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