El ADN de chimpancé se parece más al ADN humano que al ADN de gorila. Si biológicamente los chimpancés están más estrechamente relacionados con los seres humanos que no con los gorilas, ¿qué ha hecho posible que los humanos emergiesen y establecieran un abismo entre ellos y el resto de animales? Ésta es una de las cuestiones que busca responder Matt RIDLEY en su libro "Qué nos hace humanos" , con el ilustrativo título original: "Nature Vía Nurture. Genes, Experience and What Makes us Human".

Uno de los ejes del libro es la aplicación a diferentes aspectos de los humanos como por ejemplo al aprendizaje o a los años de formación, de la interacción entre genes y experiencia, entre herencia y ambiente, evitando, como es frecuente polarizar el debate. El autor da apoyo o fundamento científico a diferentes cuestiones o preguntas que a menudo se han formulado desde la filosofía.



 
     

      «Nuestro antepasado común con el chimpancé vivió después que el antepasado común de ambos con el gorila y mucho después que el antepasado común de los tres con el orangután. Por increíble que pueda parecer, los chimpancés están más estrechamente relacionados con los seres humanos que con los gorilas. [...] Nada en la anatomía o el registro fósil de los simios africanos sugería tal posibilidad. Los seres humanos no se diferencian de los demás.»


       «El periodo crítico del imprinting está en todas partes. Hay miles de vías por las que los seres humanos son maleables en su juventud, pero todas ellas quedan establecidas en la edad adulta. Del mismo modo que una cría de oca adquiere la impronta de la imagen de su madre durante las horas posteriores al nacimiento, un niño registra una impronta respecto a todo, desde el número de glándulas sudoríparas de su cuerpo y su preferencia por determinadas comidas, hasta la percepción de los rituales y patrones de comportamiento de su propia cultura. Ni la imagen materna de la cría de oca ni la cultura del niño son en modo alguno innatas. Pero la capacidad de absorber ambas cosas sí lo es.»


      «El descubrimiento de que los seres humanos, a nivel genético, son chimpancés en un 95 por ciento agrava mi problema. Para describir los genes involucrados en el aprendizaje, el instinto, el imprinting y el desarrollo, no tengo ninguna dificultad en poner ejemplos de animales, ya que la diferencia entre la psicología humana y la animal es una cuestión de grados. Pero con la cultura es distinto. La distancia cultural entre un ser humano y el más inteligente de los primates o el delfín es un abismo. Convertir el cerebro de un antepasado primate en un cerebro humano fue tan sencillo como realizar unos pequeños ajustes a la receta: los mismos ingredientes, un rato más en el horno. Pero esos pequeños cambios tienen consecuencias trascendentales: los humanos tienen armas nucleares y dinero, dioses y poesía, filosofía y fuego. Tienen todas esas cosas a través de la cultura, a través de su capacidad de acumular ideas e inventos durante generaciones, de transmitírselas a los demás y así unificar los recursos cognitivos de muchos individuos vivos y muertos.»


      «La mayoría de la gente piensa que la presión del grupo de iguales empuja a los jóvenes a ser conformistas. Si observamos desde el mirador de la edad madura, los adolescentes parecen estar obsesionados por la uniformidad. Sea con unos pantalones anchos llenos de bolsillos, con unas zapatillas de deporte gigantes, paseándose con la tripa al aire o con la gorra puesta al revés, los adolescentes se doblegan a la tiranía de las modas con total sumisión. Se burlan de los excéntricos y excluyen a los no conformistas. Las códigos tienen que ser acatados.»

RIDLEY, Matt. Qué nos hace humanos. . Madrid: Taurus, 2004. (Págs 37, 193, 237, 288-9)