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- Pasaje A:
- Pese a la caducidad e inestabilidad de la vida y de las gestas de
los humanos, Gilgamesh, lleno de energía, quiere conquistar
fama y gloria: matar el feroz Huwawa. El héroe, encarnación del
bien, lucha contra el monstruo, encarnación del mal; como el dragón
y san Jorge, pero avant la lettre.
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Los humanos tienen contados sus días.
Todo cuanto hacen se lo lleva el viento...
Si caigo, habré conquistado la fama.
La gente dirá: 'Gilgamesh cayó
luchando contra el fiero Huwawa!...'
Estoy decidido a penetrar en el bosque de los cedros,
quiero fundar mi gloria. |
Tablilla III, columna 4 |
- Pasaje B:
- Enkidu ha muerto: su insolencia le ha condenado.
Ha matado el terrorífico toro celeste. Lleno de orgullo y gloria, ha
menospreciado las miradas suplicantes de la diosa Isthar; los dioses
no aceptan este comportamiento.
La muerte del amigo crea dudas e inquietudes a Gilgamesh. A partir de
ahora, ya no buscará más la gloria sino, desesperadamente,
la inmortalidad.
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¿A donde vas, Gilgamesh?
La vida que tú buscas
nunca la encontrarás. |
Tablilla X, columna 1 |
- Pasaje C:
- Tal vez los momentos más brillantes del Poema se encuentran en la
Tablilla X donde se explica que la tabernera Siduri, acogiendo a Gilgamesh
en la su persecución de la inmortalidad, quiere convencerle de
la absurdidad del afán de inmortalidad y, como alternativa, le propone
su filosofía de la vida: vive el momento presente,
el carpe diem de Horacio.
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Cuando los dioses crearon a los humanos
destinaron la muerte para ellos,
guardando la vida para sí mismos.
Tú, Gilgamesh, llénate el vientre,
goza de día y de noche.
Celebra cada día una alegre fiesta,
danza y juega día y noche.
Ponte vestidos flamantes
lava tu cabeza y báñate.
Atiende el niño que te toma de la mano y alégrate
Deléitate abrazando a tu esposa.
Pues éste es el destino del hombre. |
Tablilla X, columna 3 |
- Pasaje D:
- Después de infinitas vicisitudes, Gilgamesh llega al fondo del mar
justo en el lugar donde crece la planta de la juventud.
La coge, sale del agua y mientras se prepara para saborearla, una serpiente
se le acerca, arrebata la planta, se la come y, acto seguido, muda la
piel y rejuvenece.
Desengañado, rehuye el consejo hedonista de la tabernera
Siduri i se compromete con el bienestar de su pueblo.
Construye la sólida y protectora muralla de Uruk -su ciudad-,
renueva los templos y se esfuerza para que su reino sea más
fértil, próspero y pacífico. Conquistas que
le llenaran de orgullo.
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Desde los días antiguos no hay nada permanente.
Los que duermen y los muertos, ¡cúanto se parecen!
Cuando llega la muerte,
¿quién va a poder distinguir al esclavo del señor?...
Los dioses deciden sobre nuestra muerte y nuestra vida,
pero no revelan el día de nuestra muerte. |
Tablilla X, columna 6
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Gilgamesh le dijo a Urshanabi, el batelero:
-Sube, Urshanabi, a las murallas de Uruk y recórrelas,
inspecciona su base, observa los ladrillos. [...]
En Uruk, la casa de Isthar, una parte es ciudad,
otra parte huerta y otra parte calvero. |
Tablilla XI, columna 6 |
Adaptación a partir de:
MOSTERÍN. Historia de la Filosofía. Madrid: Alianza, 1983;
Poema de Gilgamesh estudio y traducción de F. LARA, Madrid, Tecnos,
1988
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