Paseo La más antigua reflexión sobre la condición humana

  
El héroe [Gilgamesh]

Es costumbre datar el inicio de la Filosofía justo en el siglo VI antes de Cristo, en Grecia; pero son muchos los testimonios que relativizan esta fecha. Siglos antes de este inicio oficial, en Mesopotamia, se compuso el Poema de Gilgamesh: una epopeya que contiene la más antigua reflexión sobre la condición humana. El Poema tiene una doble relevancia. Por un lado, inicia la literatura conocida de la humanidad: las tablillas conservadas son los fragmentos de escritura, escritura cuneiforme, más antiguos del mundo -de momento-. Por otro, es una profunda y sabia, antigua y actual, reflexión sobre qué son y como tienen que vivir los humanos.

Gilgamesh fue rey de la ciudad sumeria de Uruk, Mesopotamia, hacia el 2600 antes de Cristo. El Poema, dividido en once tablillas, es una idealización posterior de este personaje. Los seis primeras tablillas narran la búsqueda de la gloria por parte de Gilgamesh y su amigo Enkidu; pero, obtenida gloria y fama, Enkidu muere. En los cinco tablillas restantes, Gilgamesh llora a su amigo; ahora ya no busca la gloria sino la inmortalidad; pero esta investigación también se manifiesta insensata: ningún humano puede sortear la muerte. A Gilgamesh, alternativamente, se le ofrece una muy humana posibilidad de vida.

Veamos algunos de los más notables pasajes del Poema:


  
Pasaje A:
Pese a la caducidad e inestabilidad de la vida y de las gestas de los humanos, Gilgamesh, lleno de energía, quiere conquistar fama y gloria: matar el feroz Huwawa. El héroe, encarnación del bien, lucha contra el monstruo, encarnación del mal; como el dragón y san Jorge, pero avant la lettre.

Los humanos tienen contados sus días.
Todo cuanto hacen se lo lleva el viento...
Si caigo, habré conquistado la fama.
La gente dirá: 'Gilgamesh cayó
luchando contra el fiero Huwawa!...'
Estoy decidido a penetrar en el bosque de los cedros,
quiero fundar mi gloria.
Tablilla III, columna 4

Pasaje B:
Enkidu ha muerto: su insolencia le ha condenado. Ha matado el terrorífico toro celeste. Lleno de orgullo y gloria, ha menospreciado las miradas suplicantes de la diosa Isthar; los dioses no aceptan este comportamiento.
La muerte del amigo crea dudas e inquietudes a Gilgamesh. A partir de ahora, ya no buscará más la gloria sino, desesperadamente, la inmortalidad.

¿A donde vas, Gilgamesh?
La vida que tú buscas
nunca la encontrarás.
Tablilla X, columna 1

Pasaje C:
Tal vez los momentos más brillantes del Poema se encuentran en la Tablilla X donde se explica que la tabernera Siduri, acogiendo a Gilgamesh en la su persecución de la inmortalidad, quiere convencerle de la absurdidad del afán de inmortalidad y, como alternativa, le propone su filosofía de la vida: vive el momento presente, el carpe diem de Horacio.

Cuando los dioses crearon a los humanos
destinaron la muerte para ellos,
guardando la vida para sí mismos.
Tú, Gilgamesh, llénate el vientre,
goza de día y de noche.
Celebra cada día una alegre fiesta,
danza y juega día y noche.
Ponte vestidos flamantes
lava tu cabeza y báñate.
Atiende el niño que te toma de la mano y alégrate
Deléitate abrazando a tu esposa.
Pues éste es el destino del hombre.
Tablilla X, columna 3


Pasaje D:
Después de infinitas vicisitudes, Gilgamesh llega al fondo del mar justo en el lugar donde crece la planta de la juventud. La coge, sale del agua y mientras se prepara para saborearla, una serpiente se le acerca, arrebata la planta, se la come y, acto seguido, muda la piel y rejuvenece.

Desengañado, rehuye el consejo hedonista de la tabernera Siduri i se compromete con el bienestar de su pueblo. Construye la sólida y protectora muralla de Uruk -su ciudad-, renueva los templos y se esfuerza para que su reino sea más fértil, próspero y pacífico. Conquistas que le llenaran de orgullo.

Desde los días antiguos no hay nada permanente.
Los que duermen y los muertos, ¡cúanto se parecen!
Cuando llega la muerte,
¿quién va a poder distinguir al esclavo del señor?...
Los dioses deciden sobre nuestra muerte y nuestra vida,
pero no revelan el día de nuestra muerte.
Tablilla X, columna 6
Gilgamesh le dijo a Urshanabi, el batelero:
-Sube, Urshanabi, a las murallas de Uruk y recórrelas,
inspecciona su base, observa los ladrillos. [...]
En Uruk, la casa de Isthar, una parte es ciudad,
otra parte huerta y otra parte calvero.
Tablilla XI, columna 6

Adaptación a partir de:
MOSTERÍN. Historia de la Filosofía. Madrid: Alianza, 1983;
Poema de Gilgamesh estudio y traducción de F. LARA, Madrid, Tecnos, 1988

[Guía]