El cantar del Mio Cid

La épica medieval.

Casi cuatro mil versos del Cantar de Mío Cid, dos folios del Cantar de
Roncesvalles y poco más de mil versos de unas Mocedades de Rodrigo es
todo lo que conservamos de la épica medieval castellana. Gran parte de los
estudiosos considera que ésta debió ser bastante superior en cantidad a lo
que acabamos de indicar.

La épica española se difundió básicamente en torno a los siglos XII y XIV
por juglares que recitaban poemas anónimos. Pudieron recibir el apoyo de
autores cultos, o, incluso, clérigos, que refundiesen las versiones antiguas. El
Poema de Fernán González, escrito en cuaderna vía, apoyaría esta
hipótesis.

Es probable que la épica española derive de la francesa, sin olvidar un
posible origen visigodo y unas huellas árabes en su constitución. Está escrita
en versos asonantes, agrupados en series, de diferente número de sílabas -generalmente de siete y, en segundo lugar, de ocho-.

Cuentan las gestas -hazañas- de héroes peninsulares ejemplares.

El Cantar de Mío Cid se conserva en un manuscrito del siglo XIV, que parece
reproducir otro de 1207, copiado por Pere Abbat.
Se divide en tres partes, que cuentan el destierro del Cid por Alfonso VI, a causa de las habladurías de traidores cortesanos. Después de alojar a su mujer e hijas en un monasterio y obtener dinero de dos judíos, el héroe marcha con sus mesnadas hacia Valencia, conquistando territorios a los moros.
Tras asediarla, toma Valencia y, en la cumbre de la prosperidad, casa a sus dos hijas con dos nobles leoneses, los infantes de Carrión. Éstos, en el viaje de vuelta a Castilla, ultrajan y abandonan a sus mujeres por considerarlas plebeyas. Recogidas por un pariente del Cid, son vengadas por su padre, que pide justicia al rey.

Primer y último folio del Cantar de Mio Cid.

Un duelo, presidido por representantes e implicados de los dos bandos, da la victoria a los del Cid. Sus hijas, ya honradas, casan con reyes de España, mejorando su situación social.Existe la creencia, bastante fundada, de que cantares medievales perdidos se encuentren transformados en algunos de los poemas del Romancero. Serían adaptaciones parciales y la mayor parte de ellas recogidas en el siglo XVI.

 

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