Textos

Índice:

  1. J. Martín Velasco: El carácter ontológico y axiológico del hecho religioso
  2. E.K. Nottingham: Existencia humana y religión
  3. G.Marcel: El carácter trascendente del hecho religioso
  4. W. James: El sentimiento religioso
  5. R.Otto: La sublimidad del fenómeno religioso
  6. B. Russell: La religión y el miedo a lo desconocido
  7. L. Feuerbach: La alienación religiosa
  8. K. Marx: La religión es el opio del pueblo
  9. S. Freud: El origen de la religión
  10. R. Alves: La religión: evasión de la realidad social
  11. F. Nieztsche: Dios ha muerto
  12. M. Unamuno: Resucitemos a Dios

 

 

A modo de ejemplo ofrecemos una serie de textos, que aunque sus autores en sentido estricto no son funcionalistas ni estructuralistas, la explicación que ofrecen sobre el fenómeno religioso podría englobarse en alguna de ellas.

La religión es aquello que dota de sentido a la existencia humana:

Existencia humana y religión

Nottingham

"La religión está asociada a las tentativas del hombre de sumergirse en las profundidades del sentido de sí mismo y del universo. Ha dado origen a los más diversos productos de su imaginación, y sirvió para justificar las más grandes crueldades del hombre contra el hombre. Puede conjugar formas de la exaltación más sublime y también imágenes de miedo y terror. Se ha utilizado para marcar nuevas senderos en el corazón de lo desconocido y se crearon utopías en su nombre; también sirvió para encadenar a los hombres con gastados grillos de costumbres y creencias"
Nottingham. (1964) E.K. Sociología de la religión.. Barcelona: Paidos.

El carácter ontológico y axiológico del hecho religioso

Martín Velasco J.

"La religión se presenta como un hecho humano específico que tiene su origen en el reconocimiento por el hombre de una realidad suprema, la cual confiere su sentido último a la propia existencia, al conjunto de la realidad y al curso de la historia [...] Esa realidad puede representarse bajo formas muy diversas. Puede ser un poder o un conjunto de poderes concebidos como sobrenaturales. Puede ser una figura personal o un conjunto de realidades personales. Puede incluso ser representada bajo la forma de un estado al cual el sujeto aspira. Pero bajo todas estas formas se trata siempre de una realidad suprema con todos los matices de superioridad ontológica, axiológica y de suma dignidad [...] La realidad suprema es una realidad que salva, que da sentido. Pero esta donación de sentido es religiosa cuando se presenta como última y total, cuando ofrece una última respuesta a todo el hombre y al conjunto de las realidades y acontecimientos que constituyen el contexto existencial de la persona"
Martín Velasco, J. (1973). Filosofía de la religión. Madrid: Revista de Occidente

La religión es todo aquello que tiene que ver con lo invisible, trascendente y sagrado. Aquello que nos admira, sobrecoge y atrae.

El carácter trascendente del hecho religioso

 

Marcel G.

"Nos encontramos aquí al borde de una verdad paradójica que gobierna toda la metafísica de la familia: [...] sin duda es preciso reconocer que todo ese conjunto de datos llamados naturales (sobre la religión) no pueden reducirse a simples datos empíricos, no sólo simbolizan relaciones trascendentales hacia las cuales se orientan nuestros fervores, sino que tienden irresistiblemente a disolverse en la misma medida en que nosotros los negamos [...] Sólo en la medida en que sean referidos a un orden sobrehumano del que nosotros, aquí abajo, podemos vislumbrar algunos indicios, sólo en esa medida tienen carácter auténticamente sagrado".
Marcel. G. Homo viator

El sentimiento religioso

James W.

"Religión - es creer en lo invisible y ajustar a ello la propia felicidad [...] es una reacción total del hombre ante la vida, caracterizada por la ternura y, a la vez, por cierta seriedad solemne, una reacción que vuelve fácil y agradable lo necesario"
James, W. Las variedades de la experiencia religiosa. Barcelona. Península. 1902

La sublimidad del fenómeno religioso

Otto R

"Estremecimiento, asombro, admiración, pasmo y estupor ante lo totalmente otro, tremendo y fascinante"
Otto, R. (1965). Lo santo. Madrid: Revista de Occidente.


La religión según B.Russell se fundamenta en el miedo a lo desconocido:

La religión y el miedo a lo desconocido

Russell B.

"La religión se basa, a mi juicio, primordial y principalmente en el miedo. En parte es terror a lo desconocido y, en parte, deseo de sentir que se cuenta con una especie de hermano mayor que estará junto a uno en todas las aflicciones y disputas. El miedo es la base: miedo al misterio, miedo a la derrota, miedo a la muerte. El miedo es le padre de la crueldad, por lo cual no es sorprendente que la crueldad y la religión hayan ido de la mano, porque el miedo está en la base de ambas. Podemos comenzar ahora a comprender un poco la realidad y a dominarla con ayuda de la ciencia que ha tenido que abrirse camino paso a paso en contra de la religión cristiana. La ciencia puede ayudarnos a vencer ese miedo cobarde con el que la humanidad ha vivido durante tantísimas generaciones. La ciencia ha de enseñarnos -y creo que nuestro corazón también puede hacerlo- a no buscar ya más en torno nuestro auxilios imaginarios, a no fantasear más aliados celestiales, sino, más bien, a dirigir nuestra vista a esta mundo y a nuestros propios esfuerzos para construir aquí abajo un lugar apropiado para vivir en él [...]
Queremos mantenernos en pie y mirar con claridad y honradez a este mundo: sus hechos buenos y malos, su belleza y su fealdad; ver el mundo tal como es y no sentir miedo de él. Conquistar el mundo por la inteligencia y no quedar esclavamente sometidos por el terror que de él procede. El concepto de Dios es un concepto derivado del antiguo despotismo oriental. Es un concepto totalmente indigno de hombres libres. Cuando se oye a la gente en la iglesia rebajarse y decir que son miserables pecadores y todo lo demás, tal cosa resulta despreciable e indigna de seres humanos que se respetan a sí mismos. Hemos de mantenernos en pie y mirar cara a cara el mundo. Debemos hacer que éste sea lo mejor que podemos; y aun cuando no sea tan bueno como quisiéramos, pese a todo, será mejor que el de otras edades del pasado."
Russell, B. (1977). Por qué no soy cristiano. Barcelona: Edhasa. Sudamericana.

La religión es según otros pensadores un proceso de alienación, una especie de deseo idealizado, una mera ilusión humana fruto de una determinada ideología, una actitud y sentimiento infantil que ha de ser superado.

La alienación religiosa

Feuerbach L.

"Todo ser se basta a sí mismo. Ninguno puede negarse a sí mismo, es decir, negar su esencia; ningún ser es limitado respecto de sí mismo. Antes bien, todo ser es, en y por sí mismo, infinito. tiene su dios, su esencia más alta, en sí mismo.
La religión, al menos la cristiana, es la relación del hombre consigo mismo, mejor dicho, con su esencia, pero considera como una esencia extraña. la esencia divina es la esencia humana, mejor, la esencia del hombre prescindiendo de los límites de lo individual; del hombre real y corporal, objetivado, contemplado y venerado como un ser extraño y diferente de sí mismo. Todas las determinaciones del ser divino son las mismas que las de la esencia humana.
Cuanto más humana es la esencia de dios, en apariencia, tanto más grande es la diferencia entre El y el hombre, tanto más en la religión y la teología se niega la identidad y unidad del ser humano y del divino, y tanto más se rebaja lo humano tal como es objeto de la conciencia del hombre [...] Para enriquecer a Dios hay que empobrecer al hombre. Para que Dios lo sea todo, hay que rebajar al hombre a nada [...] De lo que el hombre se priva, de lo que carece, lo disfruta en medidamente incomparablemente más alta en Dios [...] El hombre, en una palabra, niega su propio saber y su pensamiento frente a dios, para poner en él todo saber y pensamiento. El hombre renuncia a su propia persona, pero justo por eso Dios es un ser personal, omnipotente, ilimitado [...] La religión niega que la bondad sea una cualidad del ser humano: el hombre es malo, corrupto, incapaz de hacer el bien; y sólo Dios es bueno, es el bien mismo.
[...] La religión es la escisión del hombre respecto a sí mismo. Considera a Dios como un ser que le es opuesto: Dios no es el hombre el hombre no es Dios. Dios es infinito: el hombre es finito. Dios es perfecto; el hombre, imperfecto. Dios es eterno; el hombre es mortal. Dios es todopoderoso; el hombre, impotente. Dios es santo; el hombre, pecador. Dios y el hombre son extremos opuestos: Dios, lo absolutamente positivo, la suma de todas las realidades; el hombre, lo absolutamente negativo y suma de todas las negaciones.
El hombre objetiva en la religión su esencia profunda. Hace falta, pues, mostrar que esa oposición, esa escisión entre dios y el hombre, por la que comienza la religión, constituye una escisión entre el hombre y su esencia propia"
Feuerbach, L. (1995) La esencia del cristianismo. Madrid: Ed. Trotta.

La religión es el opio del pueblo

Marx K.

"El fundamento de la crítica irreligiosa es: el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre. Y la religión es, bien entendido, la autoconciencia y el autosentimiento del hombre que aún no se ha adquirido a sí mismo o ya ha vuelto a perderse. Pero el hombre no es un ser abstracto, agazapado fuera del mundo. El hombre es el mundo de los hombres, el Estado, la sociedad. Este Estado, esta sociedad, producen la religión, una conciencia del mundo invertida, porque ellos son un mundo invertido. La religión es la teoría general de este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica bajo forma popular, su pundonor espiritualista, su entusiasmo, su sanción moral, su solemne complemento, su razón general de consolación y justificación. Es la fantástica realización de la esencia humana, porque la esencia humana carece de verdadera realidad. La lucha contra la religión es, por tanto, indirectamente, la lucha contra aquel mundo que tiene en la religión su aroma espiritual.
La miseria religiosa es, de una parte, la expresión de la miseria real, y, de otra parte, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo.
La superación de la religión como la dicha ilusoria del pueblo es la exigencia de su dicha real. Exigir sobreponerse a las ilusiones acerca de un estado de cosas vale tanto como exigir que se abandone un estado de cosas que necesita de ilusiones. La crítica de la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas que la religión rodea de un halo de santidad. [...] La crítica no arranca de las cadenas las flores imaginarias para que el hombre soporte las sombrías y escuetas cadenas, sino para que se las sacuda y puedan brotar las flores vivas. La crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, para que actúe y organice su realidad como un hombre desengañado y que ha entrado en razón, para que gire en torno a sí mismo y a su sol real. La religión es solamente el sol ilusorio que gira en torno al hombre mientras éste no gira en torno a sí mismo.
La misión de la historia consiste, pues, una vez que ha desaparecido el más allá de la verdad, en averiguar la verdad del más acá. Y, en primer lugar, la misión de la filosofía, que se halla al servicio de la historia, consiste, una vez que se ha desenmascarado la forma de santidad de la autoenajenación humana, en desenmascarar la autoenajenación en sus formas no santas. La crítica del cielo se convierte en crítica de la tierra; con ello, la crítica de la religión, en la crítica del derecho; la crítica de la teología, en la crítica de la política."
Marx, K. (1962). Critica de la filosofía del derecho de Hegel,. México: Grijalbo.

El origen de la religión

Freud S.

"Creo ya suficientemente preparada la respuesta a las dos interrogaciones que antes dejamos abiertas. Recapitulando nuestro examen de la génesis psíquica de las ideas religiosas, podremos ya formularla como sigue: tales ideas, que nos son presentadas como dogmas, no son precipitadas de la experiencia ni conclusiones del pensamiento: son ilusiones, realizaciones de los deseos más antiguos, intensos y apremiantes de la Humanidad. El secreto de su fuerza está en la fuerza de estos deseos. Sabemos ya que la penosa sensación de impotencia experimentada en la niñez fue lo que despertó la necesidad de protección, la necesidad de una protección amorosa, satisfecha en tal época por el padre, y que le descubrimiento de la persistencia de tal indefensión a través de toda la vida llevó luego al hombre a forjar la existencia de un padre inmortal mucho más poderoso. El gobierno bondadoso de la divina Providencia mitiga el miedo a los peligros de la vida; la institución de un orden moral universal, asegura la victoria final de la Justicia, tan vulnerada dentro de la civilización humana, y la prolongación de la existencia terrenal por una vida futura amplia infinitamente los límites temporales y espaciales en los que han de cumplirse los deseos.
Bajo las premisas de este sistema se formulan respuestas a los enigmas como la creación del mundo y la relación entre el cuerpo y el alma. Por último, para la psique individual supone un gran alivio ser descargada de los conflictos engendrados en la infancia por el complejo paternal, jamás superados luego por entero, y ser conducida a una solución generalmente aceptada
[...]No, nuestra ciencia no es una ilusión. En cambio, si lo sería creer que podemos obtener en otra parte cualquiera lo que ella no nos pueda dar.
Freud, S. (1997). El porvenir de una ilusión. Madrid: VI y X. Obras Completas.
Tomo III. Biblioteca Nueva.

La religión: evasión de la realidad social

Alves R.

"La religión resulta del hecho de que el hombre se niega a aceptar la realidad social tal como es. No hay conciliación posible con esta realidad, porque es demasiado pobre, irracional, absurda, antihumana"
Alves, R. (1973). Cristianismo ¿opio o liberación?. Salamanca: Sígueme.


Según Nietzsche la creencia en Dios significa un menosprecio a la tierra y al propio hombre. "Dios ha muerto", es decir, "ya no está presente" en nuestra cultura porque la sociedad ya no se mueve por sentimientos religiosos sino por motivaciones políticas, económicas o científicas, etc. El problema dice ahora, son los substitutos que hemos colocado en el puesto dejado por Dios, porque nos cuesta vivir sin ningún tipo de transcendencia.

Dios ha muerto

Nietzsche F.

"¿No habéis oído hablar de ese loco que, en pleno día, encendía una linterna y echaba a correr por la plaza pública, gritando sin cesar, "Busco a Dios, busco a Dios?" Como allí había muchos que no creían en Dios, su grito provocaba hilaridad. "¿Qué, se ha perdido Dios?". decía uno. "¿Se ha perdido como un niño pequeño?", preguntaba el otro. "¿O es que está escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado?" Así gritaban y reían con gran confusión. El loco se plantó en medio de ellos y los miró fijamente: "¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir", gritó. Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo. Todos somos sus asesinos. Pero, ¿cómo hemos podido hacer eso? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Y quién nos ha dado la esponja para secar el horizonte? ¿Qué hemos hecho al separar esta tierra de la cadena de su sol? ¿Adónde se dirigen ahora sus movimientos? ¿Lejos de todos los soles? ¿No caemos incesantemente? Hacia adelante, hacia atrás, de lado, de toda partes? ¿Hay aún arriba y un abajo? ¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el vacío con su aliento?... No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios?...; ¡Dios ha muerto y nosotros somos quienes lo hemos matado!... Lo que el mundo poseía de más sagrado y poderoso se ha desangrado bajo nuestro cuchillo. ¿Quién borrará de nosotros esa sangre? ¿Qué agua podrá purificarnos? ¿Qué expiaciones, que juegos nos veremos forzados a inventar? ¿No es excesiva para nosotros la grandeza de este acto?... No hubo en el mundo acto más grandioso y la futuros generaciones serán, por este acto, parte de una historia más alta de lo que hasta el presente fue la historia. Aquí calló el loco... arrojó la linterna al suelo y se rompió en mil pedazos: "He llegado demasiado pronto. No es aún mi hora. Este gran acontecimiento está en camino, todavía no ha llegado a oídos de los hombres."
NIEZTSCHE, F. (1968). La gaya ciencia. Madrid: Alianza. Madrid.

 

Unamuno frente al "Dios ha muerto" de Nietzsche proclama "resucitemos a Dios". La religión es la necesidad existencial de una fe irracional, una búsqueda desesperada de supervivencia personal más allá de la muerte.

Resucitemos a Dios

Unamuno M.

"Mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he encontrarla mientras viva. Mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio. Mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con El luchó Jacob.
[...] Nadie ha logrado convencerme racionalmente de la existencia de Dios, pero tampoco de su no existencia. Los razonamientos de los ateos me parecen de una superficialidad y sutileza mayores aún que los de sus contradictores. Y si creo en Dios o, por lo menos, creo creer en El, es ante todo porque quiero que Dios exista, y después porque se me revela, por vía cordial, en el evangelio y a través de Cristo y de la historia. Es cosa de corazón.
Lo cual quiere decir que no estoy convencido de ello como lo estoy de que dos y dos hacen cuatro.
[...] No sé, cierto es. Tal vez no pueda saber nunca, pero "quiero" saber. Lo quiero y basta. Y me pasaré la vida luchando con el misterio y aun sin esperanza de penetrarlo, porque es lucha es mi alimento y mi consuelo."
Unamuno, M. (1910). Mi religión Madrid: Renacimiento.