Planificar las actividades de aprendizaje
 de la educación
del consumidor

Una educación del consumidor/a debe implicar la evolución de los modelos iniciales de formas de pensar del alumnado hacia otros mas complejos y debe considerar, también, la evolución de las formas de actuación personal como un componente importante que deben evolucionar. Esta evolución no puede reducirse solamente a la incorporación de nuevas formas de pensar, a través de la información o a identificar nuevas variables, debe comportar un cambio del modelo global que el alumnado posee en relación a como ve, como piensa y cómo actúa frente al consumo. La planificación de un modelo de enseñanza que sólo condujera a aumentar el número de informaciones sobre la sociedad de consumo y sobre cómo se actúa en ella y no se enfocara a cambiar el modelo global sobre cómo funciona esta y sobre cómo hay que actuar en ella, no sería válido. Desde esta visión, durante la planificación de un proceso de intervención educativa será importante plantear actividades que faciliten la reflexión en relación a tres preguntas claves:

                         - ¿Cómo lo veo? ¿Qué pienso? ¿Qué hago?.

                        - ¿Hay otras formas de ver, pensar y actuar?.

                        - ¿Cómo aplicar las nuevas formas de ver, pensar y actuar?

Esta es una estrategia para planificar las actividades de aprendizaje basada en lo que Karplus denominó "ciclo de aprendizaje" y que autores muy distintos han desarrollado desde una concepción constructivista de la intervención pedagógica. Todos ellos plantean una intervención pedagógica en la que, para crear las condiciones adecuadas, para que el alumnado pueda construir, modificar, enriquecer y diversificar sus esquemas se proponen tres fases en el proceso de enseñanza aprendizaje, denominadas por el autor citado: exploración, invención y descubrimiento; fases que cada autor ha denominado de forma distinta completando o añadiendo algunos aspectos o incorporando alguna otra fase. 

¿Cómo lo veo, qué pienso, qué hago?

Si se reconoce que para enseñar y aprender es necesario partir de aquellas concepciones que configuran el propio modelo de ver, pensar y actuar del alumnado, para facilitar que se produzca una evolución, se considerará que una fase importante del proceso de aprendizaje para que el alumnado modifique su manera de ver pensar y actuar será que éste reconozca explícitamente cómo ve, cómo piensa y cómo actúa frente a cualquier situación de consumo que se le plantee. Desde esta visión una primera fase de toma de conciencia, en relación a la propia forma de ver, pensar y actuar, resulta esencial para que pueda producirse un cambio, un aprendizaje.
Algunos autores consideran que para sea posible esta explicitación es necesaria una vivencia inicial de la situación que se plantea, es decir, una apreciación de la misma a través de los sentidos. Otros piensan que este contacto no es necesario y que dicha percepción puede ser substituida mediante situaciones indirectas, a través de vídeos, simulaciones, juegos de rol, entre otras.
Las actividades que se diseñan en esta fase deben ayudar a centrar la atención del alumnado en el aspecto que se plantea, provocar que expliciten sus formas de verlo y que se las cuestionen y que se formulen preguntas que quizás antes no se habían planteado. Han de ser a la vez actividades que les permitan comparar y contrastar los otros puntos de vista y organizar los datos.
Las actividades más idóneas, en esta primera fase deben hacer énfasis en la experiencia personal del alumnado, usando situaciones cotidianas para que pueda expresar sus opiniones, creencias e ideas personales sobre el tema. Todas ellas a la vez deben facilitar la toma de conciencia individual y/o colectiva de las formas de ver, pensar y actuar del alumnado, y permitir al profesorado acercarse a su conocimiento; acercamiento que en cada caso particular, deberá permitir  reconducir la actividad que se está realizando o las que se realizarán posteriormente.
Así mismo, deben ser actividades capaces de crear un clima en el aula, motivador, apropiado para predisponer a la reflexión de las  propias creencias, actitudes y comportamientos. 

¿Hay otras formas de ver, de pensar y de actuar?

Parece ser que es difícil cambiar, aprender, si uno mismo no esta insatisfecho con las propias maneras de pensar y actuar; paralelamente resulta difícil cambiar si no se comprenden otras formas de enfocar la cuestión planteada. Resulta, también, difícil cambiar formas de pensar y actuar si no se reconoce el valor y las ventajas de las nuevas formas de pensar y actuar y se reconoce que éstas pueden ser más satisfactorias o útiles. Desde esta perspectiva resulta importante saber que existen otros puntos de vista y otras maneras de actuar y resulta fundamental comprobar su validez frente los propios pensamientos y conductas.
Aumentando sólo el nivel de información es difícil que se produzca la insatisfacción necesaria para cambiar las formas de pensar y actuar. Será necesario provocar un grado de insatisfacción a partir de la nueva información que supone contrastar diferentes puntos de vista y negociar acuerdos sobre ellos.
Para producir la evolución de las formas de ver, pensar y actuar resultan imprescindibles actividades en que se manifiesten la diversidad de puntos de vista del grupo clase; es importante recordar que, sobre todo en el aprendizaje de aspectos relacionados con las actitudes y comportamientos, el componente social resulta imprescindible. No se puede pensar que los niños/as son capaces de descubrir por ellos mismos los contenidos más relevantes, aunque la participación activa por parte del alumnado sea indispensable; por ello en esta fase será imprescindible la actuación del profesorado a través de una explicación, del visionado de un video, de la propuesta de una actividad experimental u otras; también pueden ser importantes las informaciones provenientes del exterior recogidas a través de una entrevista, de una encuesta, de una visita, etc.
En la mayoría de las actividades de esta fase se introduce un nuevo concepto, un nuevo principio, una nueva terminología, son actividades, pues, que contienen aspectos fundamentalmente conceptuales. Esta decisión se apoya en el hecho de que las actitudes y los comportamientos deben tener siempre detrás, un soporte conceptual que permita saber "el por qué" de una determinada actuación o actitud, que permita la convivencia activa de puntos de vista distintos dentro de un marco democrático y que evite la imposición de normas de conducta colectivas o individuales. 

¿Cómo aplicar las nuevas formas de ver, pensar y actuar ?

La ed. del consumidor/a supone también contemplar la educación para la acción, es decir la necesidad de que el alumnado tome decisiones y ponga en práctica las nuevas formas de pensar y actuar.
Para poder interiorizar las nuevas formas de pensar y actuar adquiridas es necesario practicarlas. Para poder hacerlo se hace necesario por un lado que en la escuela exista un clima coherente respecto a las mismas; no tendría ningún sentido, por ejemplo, pretender que el alumnado recogiera selectivamente los residuos y que en la escuela no se hiciera su recogida selectiva de forma sistemática. Por otro lado se hace necesario que desde el trabajo planteado en el aula el alumnado aprenda a tomar decisiones frente a problemas concretos y a actuar en coherencia.
En esta fase, las propuestas de trabajo deben, pues, encaminarse a aplicar las nuevas formas de ver, pensar u actuar aprendidas a situaciones diversas siempre relacionadas con un problema de consumo, o bien a presentar situaciones-problema sencillas y susceptibles de actuar sobre ellas, o bien inventar problemas relacionados con lo trabajado y buscar nuevos casos donde aplicarlo. El tipo de actividades que se proponen puede ser similares a las actividades de la primera fase, pero aplicadas a otra situación. Son actividades que a la vez ofrecen una posibilidad más para que los alumnos/as reorganicen lo que han aprendido. Así mismo, muchas veces supone constituir un nuevo campo de exploración.
El planteamiento de este tipo de actividades es algo que está lejos de lo que habitualmente propone la escuela, ya que habitualmente las decisiones se dan hechas y el alumnado sólo debe seguir las normas establecidas. Supone, pues, un cambio importante plantear actividades en las que el alumnado tenga que decidir y facilitar, siempre que se pueda, que sus actuaciones tengan un cierto grado de éxito. 

Rosa Maria Pujol

 

 

Dept. Didàctica de les Matemàtiques i les Ciències Experimentals. 
UAB

 

Text publicat a:
Pujol, R.M. et al. (1999) Educació pel consum: Les joguines. Proposta de treball per a l'Educació Infantil. Barcelona. Associació de Mestres Rosa Sensat.

 

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