Del latín vulgar a las lenguas románicas
Las lenguas que hablamos hoy en los países romanizados son formas de latín moderno. Sí, el catalán es latín actual, como lo son el castellano, el gallego, el portugués, el francés, el occitano, el francoprovenzal; y también el toscano, el sardo, el retorrománico, el rumano. Somos casi el 13% de hablantes en el mundo. ¿Por qué, pues, no entendemos el latín? Por la misma razón que no acabamos de entender el castellano del siglo IX o el francés o el rumano, a menos que hayamos estudiado. Las lenguas no son inmutables, sino todo lo contrario, son entidades que fluyen como el río de Heráclito. Incluso desaparecen, por desgracia.
¿Y cómo cambian? cambian con el tiempo, con el espacio, con los hablantes y sus interacciones. La evolución lingüística no es unidimensional, sino, insisto, todo lo contrario. Hay miles o millones de circunstancias implicadas: fragmentación dialectal por zonas, evolución fonética, lenguas distintas que han desaparecido o pasan y dejan impresas huellas importantes, la interacción entre hablantes de diferentes lenguas, los préstamos, los neologismos, errores que se convierten en aciertos.... Hay para escribir una enciclopedia completa.
Y como este no es lugar para escribir una enciclopedia, ni yo la persona indicada, presentaré únicamente cambios fonéticos en el paso del latín al castellano y otras lenguas románicas.