LOS GRIEGOS EN CATALUNYA
 
 
Durante los siglos VIII y VII aC, en el otro lado del Mediterráneo los griegos vivieron una época de grave inestabilidad social, causada principalmente por el crecimiento demográfico y la escasez de recursos. Ello provocó un importante movimiento migratorio que inició un período de establecimiento de colonias de población a lo largo del Mediterráneo. Una colonización posterior que llegó a la Península ibérica perseguía, en cambio, finalidades comerciales.

En la costa catalana, concretamente en el alto Empordà, colonos griegos procedentes de la isla de Rodes fundan Rhode -la actual Roses-, en el sigloVIII aC. La fecha sobre esta fundación la proporcionaron autores griegos del siglo I aC. La otra ciudad griega establecida en esta comarca fue Emporion. Fundada hacia el 600 aC por los foceos, colonizadores griegos que provenían de la ciudad de Focea, éstos buscaron nuevos asentamientos en el extremo del Mediterráneo porque las colonias itálicas ya estaban densamente pobladas. Los foceos fundaron en un islote cerca de la desembocadura del río Fluvià, en la bahía de Roses, el primer establecimiento del que sería la colonia de Emporion, hoy Empúries. Se trata de la llamada Paleápolis, la ciudad antigua. Durante los primeros años de existencia, esta nueva polis quedó bajo la influencia de la ciudad francesa de Massalia, es decir, Marsella.

El emplazamiento del actual poblado de St.Martí d'Empúries era una pequeña isla de unos 300 metros de perímetro, situada a menos de 100 metros de la costa. En frente se extendía una zona de lagunas y pantanos. Se cree que bajo la actual iglesia gótica había un templo destinado al culto a la diosa Artemisa de Efeso. Desde la Paleápolis, los colonos griegos iniciaron los primeros contactos con la población indígena de la zona, contactos básicamente de tipo comercial. Emporion -que en griego quiere decir "mercado"- fue creciendo. Hacia el 550 aC se trasladó a tierra firme construyéndose la llamada Neápolis o ciudad nueva. Definitivamente se trataba no de un asentamiento colonial de población, sino de un centro de intercambio mercantil. La ciudad nueva, en realidad era una dípolis, una ciudad con un mismo recinto amurallado donde cohabitaban griegos e indiketas -nombre que recibían los íberos en esta zona-, pero separados entre sí por otra muralla interior.

Durante el siglo VI aC, llegaron a Empúries productos de Grecia. Progresivamente, la ciudad se fue creando y consolidando un mercado que se extendió por el litoral hacia el sur, hasta el Ebro y hacia el interior. A finales del siglo V aC, la ciudad comenzó a acuñar moneda propia, muestra de su importancia. Los siglos IV y III aC el comercio emporitano continuaba disfrutando de un tráfico intenso, hasta el punto que entra en competencia con el comercio cartaginés. Si bien una parte muy importante de la población se dedicaba al mundo de la navegación, otra se utilizaba en la elaboración de mercaderías propias y el comercio, especialmente de vino, aceite, cerámica, armas, perfumes y artículos exóticos. Los emporitanos eran muy diestros en el arte de tejer el lino. Pero los griegos, además de vender también compraban. Aparte de los alimentos y de las materias primeras para sobrevivir -como  los cereales-, los productos por los cuales más se interesaban eran los metales, la sal, y el esparto.

Las ruinas del sector griego de Empúries que nos han llegado corresponden a los siglos II aC y I dC. Gracias a los testimonios de autores de la Antigüedad, sabemos que la ciudad estaba amurallada y que tenía una única puerta, flanqueada por torres. Para completar el sistema defensivo se disponía de una gran torre o talaya situada en el interior y en la parte más alta de la ciudad. El asklepeion era un conjunto arquitectónico formado por tres templos, una serie de altares y cisternas de agua. Mediante una escalinata se accede al recinto sagrado. Éste estaba dedicado al culto del dios griego de la medicina, Asclepion, donde acudían los hombres cuando se encontraban enfermos y se les intentaba curar por medio de unos rituales. En otra zona hubo otro templo dedicado al dios griego-egipcio Zeus Serapis.

Los edificios del núcleo urbano se hallan distribuidos en cuadrantes. Dos calles principales lo recorren de extremo a extremo, cruzándose. En su confluencia, hay la plaza central o ágora, centro de la vida política y comercial, que estaba rodeada de edificios porticados y de estatuas. Cerca se encontraba la stoá o mercado porticado. Se trataba de un edificio formado por dos hileras de 12 columnas cada una. En un lado de la stoá, había las tabernae o locales comerciales, con nueve departamentos rectangulares. Las grandes cisternas públicas proporcionaban agua a los ciudadanos, la única solución que se pudo aplicar para poder tener agua potable en esta ciudad. En ella debían haber barrios populares y residenciales. En los primeros, las casas debían ser pequeñas, de planta baja con dos o tres habitaciones. Por contra, las casas residenciales debían ser más espaciosas y estaban decoradas. Disponían de un peristilo, patio abierto central rodeado de un porche, con diversas dependencias distribuidas a su alrededor. Algunas de estas estancias estaban decoradas con mosaicos. Tratándose de una ciudad eminentemente comercial, debía contar con un buen puerto, aunque sólo nos han llegado los restos de un muelle del siglo I aC.

    Rodeando la ciudad se hallaban las necrópolis o cementerios donde se practicaba el rito de la inhumación, es decir, el entierro bajo tierra. La cerámica fue una de las principales mercaderías. El uso de los vasos de barro era muy amplio y generalizado, tanto para la vida cotidiana como para el ajuar funerario. Las muestras cerámicas más antiguas halladas en Empúries son de la primera mitad del siglo VI aC. Se trata básicamente de vasos jónicos y jónico-foceos, que debían impresionar mucho a los indígenas, ya que se nota una influencia importante de éstos en la cerámica ibérica de entonces. También se ha encontrado cerámica corintia, lidia, calcídica y campaniana, y sobre todo ateniense de figuras negras y de figuras rojas.

Entre las piezas con figuras negras destacan los lékythos. Eran recipientes para el aceite. Las figuras rojas servían para decorar los kylix, pequeños vasos que se usaban para extraer del cráter el vino mezclado con agua, servirlo y beberlo. Las  lámparas de aceite formaban parte también de los utensilios cotidianos.

La escultura fue una de las manifestaciones artísticas más importantes de los griegos. Prueba de ello es la estatua de Asclepio, esculpida en mármol del Pentélico y que ha sido datada del siglo III aC. Sus medidas son un poco más grandes que las naturales.

O el torso de Afrodita, copia helenística de un original de la escuela de Praxíteles.






Igualmente helenístico es la cabeza de Afrodita, copia de un original griego del siglo IV aC.

También lo son los mosaicos polícromos.

Las influencias culturales de los griegos sobre los íberos se notan en la adopción de las técnicas y estilos de elaboración de la cerámica, en la introducción del cultivo del vino y del olivo, en la ordenación urbanística de los poblados y en el uso de la moneda. 

Con la llegada de los romanos, Empúries se convierte en puerta de entrada de sucesivas expediciones de los nuevos colonizadores. Hacia el 100 aC, se crea la ciudad romana paralela al núcleo griego de la Neápolis. Con el crecimiento de la parte romana, la parte griega del conjunto emporitano se fue romanizando y fue perdiendo lentamente el carácter helénico originario. La Neápolis no disfrutó de una ocupación continuada y desde finales del siglo III dC se puede considerar prácticamente deshabitada.
 
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