Prehistoria y Antigüedad
 

 
 

El alba artística en Catalunya aparece en el momento en que el ser humano evolucionado pisa estas tierras -cuando aún no tenían nombre- y deja sus huellas en todo aquello que hace cotidianamente. Es el caso de los utensilios, hechos a partir de la piedra o del hueso tallados, que fabrican las sociedades cazadoras, nómadas y depredadoras del Paleolítico. Es la primera industria creada por los humanos.
 

 

 
  
 

Durante el período Neolítico en Catalunya -4 mil años antes de Cristo-, la sociedad se convierte en sedentaria, campesina y ganadera. Las primeras poblaciones formaron la cultura de los sepulcros de fosa.  Las pinturas rupestres, hechas durante la Prehistoria en el Levante peninsular, se caracterizan por la importancia que toma la figura humana, protagonista de escenas rituales -como la danza- o de escenas de caza, de guerra o de cosechas..., actividades que siempre se realizan en grupo.  Los artistas prehistóricos se interesan más en captar el movimiento y el efecto de síntesis, que no en el detalle o el juego de colores. Las muestras pictóricas son dinámicas, expresionistas y de un solo color. Entre las cuevas con más riqueza pictórica hay que remarcar las de Cogul y las de Ulldecona.  Aparece la cerámica. En la área catalana,  su decoración originó una de las primeras manifestaciones artísticas. Se trata de jarras muy toscas, decoradas con dibujos muy primitivos hechos con la punta de una concha.
 
 
Unos 2000 años antes de Cristo, navegantes orientales introdujeron en la Península una serie de elementos culturales, uno de los cuales dio origen a la cultura megalítica. Se trataba de monumentos funerarios concebidos como tumbas colectivas. Los menhires y los dólmenes son muestras de estos tipos de construcción caracterizados por el uso de grandes piedras. La Edad de los Metales aportó materiales más resistente con que mejorar las armas y el utillaje doméstico y ornamental.
 
 
Hacia el siglo VII antes de Cristo, los navegantes griegos llegan al litoral ampurdanés, con finalidades colonizadoras y comerciales, y ocupan la bahía de Roses donde crean el núcleo urbano de Empúries.  Amurallado por razones defensivas, tenía un interior muy urbanizado, en el cual se edificaron un buen número de edificios públicos, civiles y religiosos, de estilo helenístico, con espléndidas esculturas, como la de Esculapio y la de Afrodita. Las estatuas nacieron para honrar a los dioses, los cuales se conciben a imagen y semblanza del hombre, con sus pasiones y pensamientos. La aportación artística esencial fue la cerámica, importada primero y de producción propia más adelante. A través de Empúries, la influencia griega sobre el territorio catalán fue muy importante. El país quedó inundado de productos griegos, lo que demuestra la actividad comercial de Empúries con Grecia.
 
 
 

 
 

Los habitantes autóctonos del levante son conocidos como los íberos, tribus que no formaron nunca una unidad política pero sí cultural, y que manifestaron un arte propio que abarcaba todos los campos de su actividad. La arquitectura se desarrolló en las culturas ibéricas amuralladas, construidas sobre colinas, como las de Ullastret o de Olèrdola, entre otras. La escultura refleja sus creencias y usa como materiales la piedra, el bronce y el barro. La cerámica también tuvo una gran difusión y se fabricaron multitud de objetos. Revela la influencia griega, pero tiene una gran originalidad y riqueza expresiva.  La orfebrería fue una de las actividades más representativas del arte ibérico. La joyería también era muy apreciada y trabajada. 
 
 
 

 
  

La llegada de los romanos en calidad de ocupadores el siglo III antes de Cristo, supuso el enfrentamiento de la cultura autóctona a otra superior y dominante. Desde núcleos tan importantes como Empúries, Tarragona, Barcelona o Girona se fue extendiendo la "romanización".  Las urbes estaban bien planificadas, con numerosos edificios públicos, tanto civiles, como religiosos.  Además de contar con anfiteatros, circos y palacios, las urbes disponían de sólidas murallas.  También levantaron obras de ingeniería, como acueductos y carreteras que facilitaban el transporte del agua, de personas y de mercaderías.  Los baños públicos -llamados "termas"-, eran lugares destinados a la limpieza corporal, pero también para reunirse con los amigos y hacer gimnasia, jugar y leer. Los arcos de triunfo en los caminos alternaban con los monumentos funerarios. La escultura en mármol, piedra y bronce, pone en relieve la preferencia por copiar el estilo griego y el deseo de hacer pervivir la persona a través del retrato, aspecto típicamente romano. La pintura se pone de manifiesto en los mosaicos o las pinturas sobre piedra, en los suelos y paredes de las casas. La decoración a base de mosaicos fue una moda muy extendida. De esta época también es remarcable la cerámica fabricada industrialmente y bien comercializada. El latín, presente también a través de las inscripciones sobre piedra o mármol, se convierte en la lengua de esta parte del Imperio.