En
las poblaciones próximas a los frentes de batalla -especialmente en
el campo-, los niños padecen las consecuencias directas del conflicto:
bombardeos,
lucha casa por casa, ocupación y represión por parte de los
más radicales de ambos bandos
Ello se traduce en niños
y niñas heridos o muertos, convertidos en huérfanos, desplazados
Las autoridades de diversas poblaciones de España bajo mando republicano,
envían sus niños -con el fin de alejarlos de la guerra-, al
levante peninsular e, incluso, al extranjero. Muchos de estos niños
refugiados van a parar a centros de acogida infantil. Cerca
de 30 mil niños salen de España durante la guerra, huyendo del
hambre y del horror.
En
la retaguardia, sobretodo en las ciudades, tanto para los niños como
para los adultos la guerra les supone un cambio en las costumbres cotidianas.
La asistencia a la escuela pasa a ser irregular o difícil, cuando no
imposible al incrementarse los bombardeos. Colas para todo, hambre, enfermedades,
frío
Bajo
los bombardeos, los niños tienen que pasar muchos ratos en los refugios.
El miedo y la angustia les domina. Igual que los adultos, muchos niños
son víctimas de las bombas: heridos, mutilados, muertos, huérfanos,
desplazados
El 30 de enero de 1938 -por ejemplo- la aviación fascista bombardea
Barcelona y ocasiona una gran matanza entre la gente que se había refugiado
en el sótano de la sacristía de la iglesia de S.Felip Neri.
En el dipósito del Hospital Clínico de Barcelona van a parar
muchos cadáveres de niños y niñas del sótano y
de otro refugio.
Miseria
y destrucción les rodea y frustran su infancia.