El cine en Catalunya

1896-1909


Hacia el 20 de diciembre de 1896 -después de Madrid- tuvo lugar en Barcelona la primera proyección pública del Cinematógrafo Lumière, concretamente en casa de los fotógrafos que se hacían llamar comercialmente "Napoleón", ubicada en el emplazamiento de la ciudad que mejor podía demostrar su tradicional cosmopolitismo y apertura a las nuevas cosas: las Ramblas.

Antes -y después- de esta fecha, el resto de los igualmente inventores del cine (Edison-Dickson, Paul, Demeny...) también presentaron sus nuevas "linternas mágicas" al público catalán, público -por otra parte- habitualmente aficionado a la fotografía. Pero al principio, el interés por el cine no pasó de lo meramente científico o, simplemente, del espectáculo curioso.

Sería la familia Belio, de origen aragonés, quien empezaría a explotar comercialmente el cine, concretamente -y de forma estable- en la calle Clavé, pero el local se quemó y, en 1904, abrieron otro en las Ramblas donde -por cierto- un gran órgano alemán acompañaba los pases; y en 1908 inauguraron uno nuevo en el Paseo de Gracia. Por su parte, el fotógrafo y electricista Josep Ubach había inaugurado su Cinematógrafo en 1897 en la plaza de Antonio López. Los "Napoleón" se dieron cuenta de que el nuevo invento podía darles algo más que "gloria" y abrieron su local comercial, el Cinematógrafo Lumière, en el Paralelo, junto al Café-Circo Español, en el corazón del espectáculo barcelonés.

El éxito de estos primeros empresarios poseedores de "máquinas para rehacer la vida" estimuló a otros en una ciudad donde la visión comercial imperaba por encima de muchos otros aspectos.

No obstante, la mayoría de estos empresarios eran feriantes que adoptaron el cine como una nueva "atracción"; debido a la movilidad de su profesión, el nuevo espectáculo se expandió por Cataluña. Baltasar Abadal, por ejemplo, llevó el cine a muchos pueblos y ciudades. Los dueños y los nombres de los nuevos locales -que, por cierto, la mayoría se ubicaban en barracas o pabellones móviles- cambiaban con frecuencia, y las representaciones eran esporádicas; los programas consistían en noticiarios, documentales, trucos de fantasía y escenas cómicas.

Productos locales que gustaban a todas las capas sociales, pero en especial a las populares debido al bajo precio de las entradas.

Las primeras filmaciones en Cataluña fueron realizadas por el pionero catalán Fructuós Gelabert, cineasta, inventor y diseñador de los primeros estudios de rodaje en España, considerado como el fundador de la cinematografía catalana y española. En 1897, después de haber rodado varios documentales, filma la primera película de ficción en España, "Riña en un café". Al año siguiente, uno de sus reportajes, "Visita de Doña María Cristina" y "Don Alfonso XIII a Barcelona", fue el primer film español vendido al extranjero.

A raíz de la alianza con unos exhibidores, formó la empresa Diorama que llegó a tener laboratorios y salas de cine propios.

Posteriormente fundó Films Barcelona, donde hace de operador del film "Amor que mata" (1908). Ejemplo de su estilo popular-realista son las adaptaciones que hizo de las obras teatrales de Guimerà, "Terra Baixa" (1907) y "Maria Rosa" (1908).

En la misma época, otras firmas hicieron su aparición en medio de la joven cinematografía catalana. Es el caso de Hispano Films, financiada por Lluís Macaya, bajo la dirección técnica y artística de Albert Marro y Ricardo de Baños, que llegó a ser una empresa con una sólida base económica cuyos productos populares se difundieron fácilmente por el mercado. Dese 1906 se dedicaron a filmar películas literarias, históricas y cómicas, así como actualidades; básicamente se trataba de dramas costumbristas y seriales de aventuras. Algunos de sus títulos más importantes fueron "Don Juan Tenorio" (1908), "Don Joan de Serrallonga" (1910), "Justicia del rey Felipe II" (1910) o "Don Pedro el Cruel" (1912).
Otra firma fue la fundada por Andreu Cabot, Iris Films, que se especializó en melodramas sentimentales bien realizados.

Otro pionero del cine, de origen también aragonés, fue Segundo de Chomón, quien, entre 1902 y 1905, filmó en Cataluña varios films, entre los que cabe destacar "El hotel eléctrico" (1905), obra maestra del cine de trucajes, de algunos de los cuales este genio fue su inventor.

En los comienzos de la industria, aún no existía una diferenciación entre productor y exhibidor; la figura de este último estaba por crearse porque las copias de las películas no se alquilaban sino que se vendían o se intercambiaban. Más tarde, cuando tal figura ya formaba parte de la industria, durante la primera década de nuestro siglo el número de salas de exhibición cinematográfica -que fueron sustituyendo a las barracas de feria- creció vertiginosamente; en Barcelona, comienzan a superar las de teatro. Como tal industria empiezan los problemas entre sus miembros o con la Administración; se funda el Sindicato de Cinematografistas de Cataluña, por parte de los trabajadores de la industria, para defender los intereses de los trabajadores y empresarios.

También en estos primeros años, la mayoría de la clase política, ideológica, eclesiástica e intelectual desprecia el cine, incluso lo teme o, simplemente, lo ignora.
A partir de 1908, lo que antes básicamente había sido un entretenimiento para los más iletrados, se convierte en un espectáculo de masas, gracias al estreno de mejores películas y al perfeccionamiento de las salas. Al principio, el género documental fue el más bien acogido; los rincones de casi todo el planeta aparecían ante los ojos del espectador, imposible de ver de otro modo para la gran mayoría. Por otra parte, para los productores era más económico realizar documentales que no films de ficción. Pero, poco a poco, el teatro-filmado cómico fue ganando terreno; la mayor parte de sus argumentos se inspiraban en el sainete ochocentista, pero con mejores resultados espectaculares debido a los medios propios del cine: escenarios naturales, exteriores, trucajes...

Los films que van apareciendo durante este período se basan en el melodrama, básicamente de temática social, en las fuentes literarias, sobre todo teatrales, y en la zarzuela. Respecto a los títulos basados en obras literarias, una nueva tendencia, el "film d'art" -teatro filmado pero al menos con obras y actores famosos- deja su influencia entre los realizadores locales y los resultados son mejores. Tales obras filmadas buscan más lo emotivo y sentimental -aspectos universales- que no lo intelectual. Los temas serán los vicios, las relaciones sentimentales ilícitas, los hijos naturales, los amores contrariados por las diferencias sociales, etc. Muestra de ello son los films de Gelabert "Corazón de madre" (1908) y "Amor que mata" (1908).

Junto a los cineastas ya citados -Gelabert, Chomón, Baños y Marro-, Narcís Cuyàs destacó por haber trabajado con grandes actores de la escena, como Margarida Xirgu, Jaume Torras y Enric Giménez. Otros realizadores del momento fueron Antoni de P.Tramullas, que se especializó en documentales y noticiarios, y Josep Gaspar que filmó los hechos de la "Semana Trágica de Barcelona" (1909).




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