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RUTA POR SRI LANKA

DÍA 1


Salimos de Amman y llegamos a Colombo, capital de Sri Lanka. A la llegada nos esperan para llevarnos a Negombo, que es un importante centro pesquero con maravillosas playas bañadas por el Océano Indico. Está a 35 Km. al norte de Colombo. Está cerca del aeropuerto internacional de Katunayake.
Dormimos en el hotel Oceanic Garden.


DÍA 2
Nos dirigimos a Giritale vía Kurunegala. Por el camino visitamos el Templo de Dambulla. Fue un centro de enseñanza budista muy importante desde el siglo IV a.c. hasta el siglo XIII. Aquí se encuentran una serie de cuevas que sirvieron como monasterios y templos donde se conservan pinturas originales, que relatan la vida de Buda. Alojamiento en el Hotel Village.


DÍA 3


Salida hacia Anuradhpura que fue la primera capital de la isla para visitar la zona arqueológica via Aukana.
Anuradhapura constituye la primera capital de Sri Lanka, un potente símbolo de poder cingalés y, entre las ciudades antiguas, destaca como la más extensa e importante. Se convirtió en capital en 380 a.C. y, durante más de mil años, los reyes cingaleses gobernaron desde esta gran ciudad. Sus impresionantes vestigios fueron descubiertos a principios del siglo XIX y, desde entonces, se encuentran en proceso de restauración. Se extienden por el oeste y norte de la moderna ciudad de Anuradhapura.
El emplazamiento más sacrosanto de la ciudad es el Sagrado Árbol Bo, un esqueje del árbol donde Buda recibió su iluminación. Se cree que el Thuparama Dagoba, el templo más antiguo de los muchos que existen en Anuradhapura, contiene la clavícula derecha de Buda. El Jetavanarama Dagoba destaca como la mayor estructura en pie y puede que, en su día, alcanzara más de cien metros de altura y tuviera capacidad para acoger unos tres mil monjes. Igualmente, la ciudad cuenta con museos que invitan a la exploración, estanques gemelos maravillosamente restaurados que los monjes utilizaban en baños rituales e inmensos depósitos construidos para transportar agua de riego a los cultivos de arroz. La estatua Samadhi, efigie de buda en meditación, considerada como una de las más bellas estatuas que se hayan jamás esculpido en piedra. La bicicleta es el medio más adecuado para explorar la zona. Anuradhapura se localiza 250 km al norte de Colombo. Entre ambas ciudades funcionan numerosos autobuses diarios; se puede optar por tomar un autobús antiguo o bien uno interurbano con aire acondicionado. Asimismo, existe un servicio de trenes hasta Anuradhapura, aunque funciona dependiendo de la situación del país en el norte.


Por la tarde regreso vía Mihitengale que es la cuna del budismo en Sri Lanka.
Está a 16 Km. y es un monasterio de montaña cuyo nombre se deriva del Príncipe Mahinda, que fue quien introdujo el budismo en la isla en el año 247 a.c.


DÍA 4


Salida hacia Polonnaruwa para visitar la zona arqueológica que fue la segunda ciudad monárquica de la isla.
En su mayoría, los vestigios de la antigua Polonnaruwa, una ciudad a orillas de un lago situada 75 km al sureste de Anuradhapura, datan del reinado de la dinastía india Chola, en los siglos XI y XII, aunque cubren un emplazamiento más compacto y se encuentran en excelente estado.
Está situada en el distrito de los estanques, que fue creado hace varios siglos por los reyes cingaleses cuyos notables conocimientos en irrigación hicieron fértiles las tierras de los alrededores. Fundada en tiempos desconocidos, comienza su importancia con los Chola, los que la elevan al rango de capital hacia el siglo X cuando conquistaron la isla, coincidiendo con la destrucción de la anterior capital.

A destacar, las viharas de Potgul y Pabulu, una magnifica construcción en ladrillo llamada Lankatilaka, cuyos muros de 17 metros de altura todavía se mantienen en pie. La vihara de Kiri, la vihara de Tivanka que alberga la colosal estatua de Buda en posición erguida, con sus exquisitos frescos y estatuas y el Templo de piedra que se eleva en un claro y contiene cuatro de las más hermosas esculturas de Buda.
Dormimos en el Lodge Habarana.


DÍA 5, 6 y 7


Salimos dirección Sigiriya. La espectacular fortaleza maciza de Sigiriya constituye un baluarte inexpugnable, un retiro monástico y una galería de arte en la roca. Erigida en el siglo V para rechazar una temida invasión, está emplazada en lo alto de una roca elevada a 285 m de altura y en el momento álgido de su gloria debió de ser una construcción similar a un chateau europeo plantado en medio de Ayers. También se le conoce como "roca del León". Aquí fue donde se retiro el rey Kasyapa, quien después de asesinar a su padre y proclamarse rey a sí mismo, se refugió para escapar a la venganza de su hermano menor, legitimo heredero del trono. Protegidos en un nicho excavado en la peña están los frescos de Sigiriya, pintados sobre yeso con colores pulverizados a mano. En la cima de la peña se encuentran las ruinas del palacio real, con sus jardines, terrazas y baños.
También pasamos por un Jardín de especias en Matale, donde su gran fertilidad nos asombra. El encargado nos explica cada muestra de árboles y plantas explicando su cultivo y cosecha.
Llegada a Kandy. La relajada capital de las regiones montañosas, e histórico baluarte del poderío budista, se erige en torno a un tranquilo lago, en una pintoresca hondonada de colinas. Presenta un carácter arquitectónico particular, gracias a los tejados de tejas ligeramente inclinadas, y el centro de la ciudad constituye un delicioso compendio de tiendas antiguas, bullicio, autobuses, mercados y hoteles. Su centro de interés más destacado se localiza en el octogonal Dalada Maligawa (templo del Diente), que acoge la reliquia religiosa más importante de Sri Lanka: un diente sagrado de Buda. Fue traído a comienzos del siglo IV escondida en el cabello de una princesa india.
Cada mañana los tambores del Templo redoblan para continuar la tradición milenaria del despertar del templo. Al mismo tiempo los peregrinos vestidos de blanco entran descalzos, llevando ofrendas de flor de loto rosas y flores blancas de franchipaniero que llena el aire con su olor embriagador. La reliquia está encerrada en una caja encima de una mesa de plata, no se puede ver salvo raras circunstancias.
Por la tarde a la puesta del sol se celebra la ceremonia para el cierre del templo y desear buenas noches a la reliquia. De nuevo redoblan los tambores y suenas las trompetas. El espectáculo es emocionante. Los fieles y peregrinos acuden con ofrendas de flores y incienso, se encienden lamparillas de aceite y desfilan con mucho respeto delante del altar. Los sacerdotes y los músicos vestidos con sus sarmgs blancos y el pecho descubierto no parecen figuras humanas. A medida que entran los feligreses, se crea un ambiente muy denso difícil de explicar, realzado por la media luz del crepúsculo del patio que rodea el altar y la lumbre de las lámparas de aceite que intensifica el misterio que nos sobrecoge. Los fieles salen del templo que se queda en un silencio sepulcral y se cierran las puertas del templo iluminado que se refleja en el agua del foso que le rodea.
Durante las frenéticas celebraciones del Esala Perahera, en Kandy, se exhibe una réplica del relicario, que se pasea en elefante por toda la ciudad. Además de joyas y sedas los elefantes llevan bombillas de luz eléctrica, que funcionan con pilas sujetas en sus vientres, para aumentar la brillantez del espectáculo. Transportan unos pequeños cofres que simbolizan la custodia original en la que se guarda el diente de buda. Aunque los  portugueses lo destrozaron convirtiéndolo en polvo, se cree que milagrosamente el diente ha recobrado su forma. El festival dura unos 15 días. Se celebra entre Julio y Agosto.

Entre otros centros de interés, destacan un pequeño, aunque excelente, Museo Nacional, alojado en lo que era el palacio de la reina, los jardines botánicos de Peradeniya que se encuentran a 6 Km. de Kandy teniendo una extensión de 59 hectáreas, siendo su pabellón de orquídeas uno de los mejores de la isla, y el santuario de Udawattakelle, un tranquilo refugio ornitológico.
En los alrededores de Kandy existen numerosos lugares pintorescos por los que pasear; uno de ellos conduce hasta el Mahaweli, donde cabe la posibilidad de contemplar elefantes bañándose. La Asociación Cultural y Centro Artístico de Kandy, situada junto al lago, acoge buenas exposiciones de artesanía local y un auditorio para interpretaciones de bailes populares.
Kandy se localiza justo en el kilómetro 100 al noreste de Colombo y aunque la ciudad carece de aeropuerto, entre los dos destinos funciona un gran número de autobuses y trenes.
Dormimos en el hotel Thilanka.


DÍA 8


Salimos a Nuwara Eliya, visitando antes el santuario de elefantes en Pinnawela. Está a orillas del rio Maha oya. Llegamos a la hora del baño y también vemos como les dan de comer. Parece mentira que conexión tienen con sus cuidadores y que bien se lo pasan en el agua.
Nuwara Eliya, que en su día fue una de las ciudades de montaña preferidas de los británicos, sigue conservando vestigios del pasado: una combinación de arquitectura tudor y georgiana, tejados a dos aguas, céspedes inmaculados con rosales y lápidas cubiertas de musgo. Merece la pena una visita al pintoresco Hill Club (que dispone de campo de golf y pistas de tenis) o a los jardines botánicos y las plantaciones de té en las colinas de los alrededores.

Anteriormente al té, Sri Lanka tenía plantaciones de café, pero a causa de una enfermedad desconocida, desaparecieron los cafetales, hecho que motivó que los británicos plantaran arbustos de té. El té de montaña es más aromático por el sol fuerte, las noches frías y la niebla que la arropa de madrugada. Su cosecha sólo se puede hacer manualmente, razón por la cual se trajo a los Tamiles (del sur de la India) para desempeñar este trabajo lento y duro. Es habitual ver a las mujeres vestidas con saris coloridos llevando una cesta en el hombro y recogiendo con la mano las hojas del té. Cada 10 días se coge el brote tierno, de color verde muy claro de cada rama. El proceso de transformación es lento, se ha de secar, machacar en molinos, se deja fermentar y se tuesta con cuidado de no quemarlo. Antes de envasarlo se pasa  por un tamiz y se van seleccionando según las calidades. Los chinos lo beben el verde, el resto del mundo lo prefiere negro. En los países árabes se toma con hierbabuena, en Birmania lo utilizan en ensaladas, los tibetanos lo toman con mantequilla de yak etc.
Los autobuses con destino a Nuwara Eliya salen de Colombo casi cada hora, y desde Kandy, con una frecuencia regular. Puede optar por el tren, pero deberá bajarse en Nanu Oya y tomar un autobús o taxi de enlace hasta Nuwara Eliya, puesto que la ciudad carece de estación propia.
Dormimos en el Grand Hotel Nuwara Eliya.


DÍA 9


Salida con Jeeps para visitar la reserva de flora Hortains Plains visitando Worlds End y Baker Falls. Por la tarde visita a Kataragama.


DÍA 10
Salida hacia Tissamaharama, visitando en ruta Buduruwagala y por la tarde Kataragama.
Tissamaharama es una de las ciudades abandonadas más antiguas del país. Fue la capital del rey Duttahagamani antes de reconquistar la ciudad de Anuradhapura. Numerosas dagobas que habían sido destruidas por los invasores Dravidianos han sido restauradas y reconstruidas por los budistas del lugar.
Nos alojamos en el Tissamaharama Rest House.


DÍA 11


Visita del Parque Nacional Yala. Yala West constituye uno de los pocos parques nacionales de Sri Lanka que permanece abierto a los viajeros. Se extiende por casi 1.000 km² de matorrales, lagunas y afloramientos rocosos al sureste del país y se trata de un lugar particularmente adecuado para contemplar elefantes. Asimismo, constituye el hábitat de leopardos, osos, ciervos, cocodrilos, jabalíes, monos, búfalos y pavos reales salvajes. La mejor opción consiste en alquilar un todoterreno con conductor en Tissamaharama y llegar allí al amanecer o al anochecer. En las cercanías, se halla el Parque Nacional de Bundala, uno de los lugares más apropiados para la observación de aves. Yala West se encuentra cerrado en septiembre y, por lo general, también parte de agosto y octubre. Si se dispone de carné de conducir, simplemente deberá conducir hasta la puerta principal, abonar el importe de la de la entrada y las tasas del seguro.
Por la tarde llegamos a Tangalle. Cuenta con una increíble bahía de 6 Km. de largo que constituye un buen lugar para tomar el sol o para bucear en sus aguas sobre todo en el arrecife que se extiende más allá de la costa.
Dormimos en Tangalle Bay Inn.


DÍA 12 y 13


Nos dedicamos a descansar y no hacer nada excepto ir en tren local a visitar la ciudad de Galle. El puerto de Galle, considerado por algunos la ciudad bíblica de Tarquish, ilustra de un modo magnífico la solidez de la presencia holandesa en Sri Lanka. El fortín holandés, erigido en 1663, ha soportado los estragos del tiempo. Sus murallas macizas rodean el promontorio que constituye la parte antigua de Galle y sus muros ofrecen protección a recias casas holandesas, museos e iglesias. Esta zona disfruta de un ambiente tranquilo y relajado, que casi parece distanciarse del discurrir de la historia. El New Oriental Hotel, construido por los gobernadores holandeses en 1684, constituye una joya colonial con un bar de maravilloso ambiente pintoresco. En las cercanías, se divisa la diminuta franja de una playa apta para darse un chapuzón, aunque muchos viajeros prefieran proseguir por la costa hacia las excelentes playas de Unuwatuna, Weligama y Tangalla.
Infinidad de público y autobuses privados recorren en todas direcciones el tramo de 107 km entre Colombo y Galle, así como numerosos trenes exprés diarios.


DÍA 14


Salimos a Hikaduwa que destaca como el complejo turístico playero más desarrollado, aunque en la actualidad tenga un aspecto abandonado. Dispone de una gran variedad de alojamientos, buenos restaurantes y agradables playas con establecimientos de comida económica. Cabe la posibilidad de bucear en un santuario coralino atractivo y de fácil acceso, practicar submarinismo en restos de naufragios localizados en la bahía, realizar excursiones en embarcaciones con fondo de cristal y practicar surfing en buenas condiciones. Se trata de un lugar tranquilo, muy similar a los muchos complejos turísticos asiáticos que gozan de gran popularidad entre los viajeros occidentales. De igual modo, existen numerosas tiendas de artesanía que satisfacen los caprichos de los turistas, un templo budista, un lago cercano con abundantes aves y un poco de tráfico peligroso que se precipita a toda velocidad por la calle principal.
Con una elevada frecuencia de paso, unos autobuses recorren los 87 km hasta la costa desde Colombo, o bien funcionan cuatro trenes expresos diarios que merece la pena considerar. Asimismo, existen unos pocos trenes lentos, pero pueden tardar de tres a cuatro horas.
Nos alojamos en el Hotel Coral Sands.


DÍA 15


Día de relax en Hikaduwa.


DÍA 16


Salimos dirección Colombo pasando por Ambalangoda.
Colombo, la mayor ciudad de la isla, resulta una población ruidosa, frenética y un tanto alocada. Por suerte, las averías, el tráfico paralizado y los cortes del suministro eléctrico se reciben encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa. El lema nacional parece ser no hay problema ; ciertamente, la única frase que todo el mundo sabe y puede decir. A pesar de que la ciudad no resulta tan interesante como otras muchas zonas de la isla, sigue siendo un lugar colorista que merece la pena visitar.
Orientarse en Colombo resulta relativamente sencillo. Al norte, se extiende el distrito Fort, el centro de negocios del país, donde abundan los grandes almacenes, librerías, oficinas de líneas aéreas y está ubicada la sede del Banco Central, que los Tigres tamiles hicieron volar por los aires en enero de 1996. De igual modo, el distrito cuenta con numerosos centros de interés turístico, como la torre del reloj, un antiguo faro, la residencia del presidente (conocida entre como la Casa de la Reina) y un grupo de edificios coloniales que confieren al lugar una aureola de antiguo imperio.
Justo al sur de este punto, se localiza Galle Face Green, un paseo marítimo con vegetación esporádica salpicado de partidos de cricket, aficionados a las cometas y citas de enamorados. Los jardines Cinammon, más al sur, constituyen el barrio residencial más moderno de Colombo, con mansiones elegantes, calles bordeadas por árboles y el parque de mayor tamaño de la ciudad. Al este del distrito Fort se encuentra el distrito del bazar Pettah. Merece la pena perderse por sus calles; sorprende la profusión de artículos: frutas, verduras, carne, gemas, oro, plata, cobre y quincallería.
Los aficionados al arte no deben perderse el Museo Nacional, que alberga una buena colección de piezas históricas; la Galería de Arte, centrada en retratos y exposiciones temporales de artistas locales; así como las numerosas mezquitas y templos budistas e hinduistas de la ciudad. También se puede explorar la fauna de la isla en el zoológico de Dehiwala. El momento culminante es el espectáculo de elefantes que se representa por la tarde. La playa auténtica más cercana está situada a los pies del Monte Lavinia, un desvaído centro turístico 10 Km. al sur de la ciudad.
Los distritos de Fort y Pettah cuentan con alojamientos económicos, comida barata y buenas tiendas. La vida nocturna es prácticamente inexistente, aunque una visita al cine en el distrito Fort constituye toda una experiencia.
Dormimos en el Transasia Hotel.


DÍA 17
Vuelta a casa. Las tasas de aeropuerto son 500 rupias.

 

Fin del viaje.