Hasta 1608 no se sintió la necesidad de editar una tercera tirada, sencillamente el Quijote había dejado de ser la novela de moda. Por esta razón se imprimió en una letra más apretada para emplear menos papel y poder ofrecer el libro a mejor precio.
Juan de la Cuesta fue el encargado de estampar esta edición de la novela que se ajustaba esencialmente a la segunda. De todas formas, no fue una simple reimpresión pues el texto se corrigió, aunque existe la duda de que fuera el mismo Cervantes quien lo hizo.
Además aparecen nuevos fragmentos en la obra
que el editor incorporó para completar aquellas páginas que
consideró inacabadas o que quedaban demasiado cortas.
Se cree que el Cervantes obtuvo beneficios de las ediciones de mil seiscientos
cinco y mil seiscientos ocho y que estuvo presente en la elaboración
de la última de ellas pues en 1608 se trasladó a vivir al
barrio de Atocha, en Madrid, a una casa que se encontraba muy cerca del
taller donde se imprimía el libro y de la tienda de Francisco de
Robles.
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