Cristo ante Pilato

 

El sumo sacerdote Caifás decide entregar a Cristo a Poncio Pilato, gobernador romano de Judea que, después de interrogarlo, no encuentra nada que merezca una condena y, dado que Jesús es galileo, lo envía ante Herodes. Éste, tras burlarse de Él hace que lo vistan con una túnica blanca y lo devuelve a Pilatos. Estas tres visitas han sido secuenciadas por Duccio en el retablo de la Maestà.

En la segunda comparecencia de Cristo ante Pilato, éste insiste en que no ve nada en Él que merezca una condena y, siguiendo la tradición de dejar en libertad un preso por la celebración de la Pascua judía, propone liberar a Jesús. Sin embargo los sacerdotes judíos y la multitud clama a favor de la liberación de un preso condenado por robo, Barrabás, y por la condena a muerte de Cristo. Ante esa situación Pilato cede, no sin antes lavarse las manos, dando a entender que nada quiere tener que ver con esa condena y entrega a Cristo para que sea crucificado:

 

Hans Multscher. Cristo ante Pilato (Berlin, Staatliche Museen). 1437. Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiera a Barrabás y que se diera muerte a Jesús. Respondiendo el gobernador, les dijo: -- ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: -- A Barrabás. Pilato les preguntó: -- ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: -- ¡Sea crucificado! El gobernador les dijo: -- Pues ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: -- ¡Sea crucificado! Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: -- Inocente soy yo de la sangre de este justo. Allá vosotros.

Mateo 27, 20-24

 

Tras ser flagelado, los soldados romanos se burlan cruelmente de Él imponiéndole una corona de espinas y un manto púrpura. El evangelio de San Juan recoge un último intento de Pilato por evitar la crucifixión: presenta a Cristo ante la multitud tocado con la corona de espinas y cubierto con el manto:

 

Entonces Pilato salió otra vez, y les
dijo: -- Mirad, os lo traigo fuera para que entendáis que ningún delito hallo en él. Y salió Jesús llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Pilato les dijo: -- ¡Este es el hombre! Cuando lo vieron los principales sacerdotes y los guardias, dieron voces diciendo: -- ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Pilato les dijo: -- Tomadlo vosotros y crucificadlo, porque yo no hallo delito en él.

Juan 19, 4-6

Hieronymus Bosch. Ecce Homo (Frankfurt, Städelsches Kunstinstitut ). 1490. Detalle.

 

Esta escena es conocida como Ecce Homo, versión latina de la frase que Pilato dirige a la multitud: "Este es el hombre". A veces se simplifica, recurriendo básicamente a las figuras de Cristo y Pilato, o incluso a la de Cristo solo con la corona de espinas y el manto.