LA HISTORIA MÁS BELLA DEL
MUNDO
¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿Adónde vamos?
Hasta ahora sólo nos ofrecían una respuesta la religión, la fe, las creencias...
La ciencia dispone, en la actualidad, de un relato completo de nuestros orígenes.
ESCENA I.
EL CAOS
La escena es blanca, infinita. Por todas partes, lo único que hay es una
claridad implacable, la luz de un universo incandescente, el caos de una materia
que aún carece de sentido y de nombre...
PERO, ¿QUÉ HABÍA ANTES?
Dominique Simonnet:
El comienzo de nuestra historia, el origen del universo del que nos habla la
ciencia hace algunos años, es una explosión de luz en la noche de los tiempos.
Pero antes de interesarnos en este fenómeno, no podemos dejar de preguntar por
lo que había antes.
Hubert Reeves: Cuando uno evoca el comienzo del universo, choca
inevitablemente con el vocabulario. La palabra “origen” nos indica un
acontecimiento que se sitúa en el tiempo. Nuestro “rigen” personal, por ejemplo,
es el momento en que nuestros padres hicieron el amor y nos concibieron. Hay un
“antes”y un “después”. Podemos fecharlo, inscribirlo en el hilo de la historia.
Y aceptamos que el mundo existía antes de ese instante.
Pero en el otro caso hablamos del origen de los orígenes, del primerísimo...
Ésa es, precisamente, la gran diferencia. No se lo puede considerar un suceso
semejante a los otros. Nos encontramos en la situación de los primeros
cristianos, que se preguntaban qué hacía Dios antes de crear el mundo. La
respuesta popular era: “¡Preparaba el infierno para los que se hacen la
pregunta!”...
Espacio, materia y tiempo son indisociables. Aparecen juntos en nuestras
cosmologías. Si hay un origen del universo, también lo es del tiempo. El
“antes”, por lo tanto, no existe.
Dices “si hay origen del universo”... ¿No es algo seguro, entonces?
No lo sabemos. El gran descubrimiento de este siglo (XX) es que el universo no
es ni inmóvil ni eterno, como supuso la mayoría de los científicos del pasado.
Hoy estamos convencidos: el universo tiene una historia, no ha cesado de
evolucionar, enrareciéndose, enfriándose, estructurándose.
Nuestras observaciones y nuestras teorías nos permiten reconstituir el escenario
y retroceder en el tiempo. Nos confirman que esta evolución sucede desde un
pasado distante que se sitúan, según las estimaciones, hace diez o quince mil
millones de años.
Hoy disponemos de numerosos elementos científicos que establecen el retrato del
universo en ese momento: está completamente desorganizado, no posee ni galaxias,
ni estrellas, ni moléculas, ni átomos, ni siquiera núcleos de átomos...
Sólo es
un caldo de materia informe a una temperatura de miles de millones de grados. Es
lo que se ha llamado el “Big Bang”.
¿Y antes, nada?
No poseemos ningún elemento que nos lleve a un período anterior a ese suceso, ni
el menor indicio que nos permita retroceder más en el pasado. Todas las
observaciones, todos los datos de la astrofísica se detienen en la misma
frontera. ¿Significa esto que el universo “comenzó” hace quince mil millones de
años? ¿El Big Bang es verdaderamente el origen de los orígenes? Nada sabemos.
Se suele describir el Big Bang como una bola concentrada de materia que estalla
en un gran resplandor de luz que llena el espacio...
Esa descripción supone la existencia de dos espacios, uno lleno de materia y de
luz que va invadiendo progresivamente aun segundo espacio vacío y frío. En el
modelo del Big Bang sólo hay un espacio, uniformemente lleno de luz y de materia,
que se expande por todas partes: todos sus puntos se alejan de manera uniforme
los unos de los otros.
Difícil de imaginar. ¿Qué representación visual se puede tener entonces del
Big Bang?
En rigor, se puede mantener la imagen de la explosión si se acepta que se
producía en cada punto de un espacio inmenso y quizás (Pero no con seguridad)
infinito. Difícil de imaginar, sin duda, ¿pero hay de qué asombrarse? Cuando
abordamos tales escalas, nuestras facultades se topan con terrenos no habituales
y nuestras representaciones resultan un tanto inadecuadas.
¿ Y Dios?
Sea infinito o no, esa imagen equivale bastante a la creación del mundo que
propone la Biblia: “Y la luz se hizo”...
Esta similitud perjudicó mucho tiempo la credibilidad de la teoría del Big Bang
cuando se la propuso a principios de los años treinta.
¿Pero no es escandaloso que la ciencia se encuentra, en su camino, con la
religión?
Siempre que no se confundan. La ciencia intenta comprender el mundo; las
religiones (y las filosofías), por lo general, se atribuyen la misión de dar un
sentido a la vida. Se pueden aclarar mutuamente, a condición de que cada una se
mantenga en su territorio propio… La ciencia se interesa en los hechos visibles,
perceptibles. No permite interpretar lo que hay “más allá” de lo visible.
Contrariamente a una opinión muy difundida, no elimina a Dios. Pero no puede
probar ni su existencia ni su inexistencia. Ese discurso le es extraño.
Pero sucede que no sólo la religión cristiana, sino también numerosas
mitologías, explican la creación del mundo mediante una explosión de luz. ¿No
resulta por lo menos perturbador?
La imagen de un caos inicial que se metamorfosea progresivamente en universo
organizado están, en efecto, en varios relatos tradicionales. Es común a
numerosas creencias: la encontramos en los egipcios, en los indios de
Norteamérica, en los sumerios. El caos se suele representar con una imagen
acuática, un océano inmerso en la oscuridad, por ejemplo. “Nada existía, a
excepción del cielo vacío y el mar en calma en la noche profunda”, relata la
tradición maya. “Toda la Tierra era mar” dice un texto babilónico. “La Tierra
era informe y vacía, la oscuridad ocupaba la superficie de las profundidades, y
el espíritu de Dios se movía por toda la extensión de las aguas”, se lee en el
Génesis. También se recurrió con frecuencia a la metáfora del huevo. Un líquido
aparentemente informe, en el interior del huevo, se convierte en polluelo. Es
una hermosa imagen de la evolución del universo. Para los chinos, el huevo se
separa en dos mitades que constituirán, cada una por separado, el cielo y la
Tierra. No obstante, en estas mitologías, el caos se relaciona con el agua y la
oscuridad. En la cosmología moderna, en cambio, está constituido por calor y luz.
¿Cómo se llegó a la idea de un caos original y de una evolución del universo?
Durante dos milenios, la tradición filosófica consideró que el universo era
eterno y no cambiaba. Aristóteles lo dijo con claridad y sus ideas dominaron el
pensamiento occidental por más de dos mil años. Creía que las estrellas están
hechas de una materia imperecedera y que los paisajes del cielo son inmutables.
Hoy sabemos, gracias a los instrumentos modernos, que se equivocó. Las estrellas
nacen y mueren después de vivir varios millones o miles de millones de años.
Brillan porque queman su carburante nuclear y se extinguen cuando éste se les
agota. Hasta podemos averiguar la edad de cada una.
¿A nadie se le había ocurrido que el cielo podía cambiar?
Varios filósofos lo supusieron, pero sus puntos de vista no triunfaron. Lucrecio,
filósofo romano del siglo I antes de Cristo, afirmaba que el universo aún estaba
en su juventud.
Hoy lo confirma la cosmología con tres comprobaciones:
1) El mundo no ha existido siempre
2) Está cambiando
3) Este cambio se aprecia en el paso de lo menos eficaz a lo más eficaz, es
decir, de lo simple a lo complejo.
LA MÁQUINA PARA RETROCEDER EN EL TIEMPO
¿En qué descubrimientos se apoya la ciencia moderna?
Gracias a nuestros instrumentos, los de la física y de la astronomía,
recuperamos huellas del pasado del universo. Podemos reconstituir su historia,
como los prehistoriadores reconstruyen el pasado de la humanidad a partir de
fósiles abandonados en las cavernas. Pero tenemos una inmensa ventaja sobre los
historiadores: podemos ver directamente el pasado.
¿Cómo?
A nuestra escala, la luz viaja muy rápido, a trescientos mil kilómetros por
segundo, esta velocidad es irrisoria. La luz tarda un segundo en llegarnos desde
la Luna, ocho minutos desde el Sol, pero tarda cuatro años en recorrer el camino
desde la estrella más cercana, ocho desde Vega y miles de millones de años desde
algunas galaxias. Nuestros telescopios nos permiten observar astros muy
distantes, los cuásares por ejemplo, cuya luminosidad es diez mil veces mayor
que la de toda nuestra galaxia. Algunos cuásares están situados a doce mil
millones de años de distancia. Los vemos, entonces, en el estado en que se
encontraban hace doce mil millones de años.
Cuando enfocas el telescopio hacia una región del universo observas, entonces,
un momento de su historia.
Exacto. El telescopio es una máquina para retroceder en el tiempo. Al
contrario de los historiadores, que jamás podrán contemplar la Roma antigua, los
astrofísicos verdaderamente pueden ver el pasado y observar los astros tal como
fueron antaño. Vemos la nebulosa de Orión tal como era a fines del Imperio
romano. Y la galaxia de Andrómeda, visible a simple vista, es una imagen que
tiene dos millones de años. Si los habitantes de Andrómeda contemplaran en este
momento nuestro planeta, lo verían con el mismo desfase: descubrirían la Tierra
de los primeros hombres.
¿Significa eso que el cielo que observamos por la noche es una imagen del
pasado?
En sentido estricto, nunca se puede ver el estado presente del mundo. Cuando te
miro, te veo en el estado en que te encontrabas hace una centésima de
microsegundo –el tiempo que la luz ha tardado en llegarme-.
Lo mismo ocurre con el Sol: no cambia tanto en los ocho minutos que emplea la
luz en llegarnos. Las estrellas que vemos a simple vista por la noche, las de
nuestra galaxia, están relativamente cerca. Pero as cosas son muy distintas con
los astros distantes que detectamos con poderosos telescopios. El cuásar que veo
a doce mil millones de años luz de distancia quizás ya no exista en la
actualidad.
¿Se podría ver entonces aún más lejos, todavía más temprano, hasta ese famoso
horizonte, el Big Bang?
Cuanto más se retrocede en el pasado, más opaco se vuelve el universo. La luz no
nos puede llegar más allá de un límite determinado. Este horizonte corresponde a
una época en que la temperatura es de unos tres mil grados.
LAS PRUEBAS DEL BIG BANG
El Big Bang sigue siendo, por lo tanto, muy abstracto. Hasta cabe preguntarse
si sólo es producto de la imaginación de los científicos, si verdaderamente es
real.
Como toda teoría científica, la del Big Bang se funda a un tiempo en un conjunto
de observaciones y en un sistema matemático (la relatividad general de Einstein)
capaz de reproducir sus valores numéricos. Esta teoría es creíble porque ya
predijo correctamente el resultado de varias observaciones y se han confirmado
sus predicciones. Esto muestra que el Big Bang no es sólo producto de la
imaginación de los científicos, sino que toda la realidad del mundo.
¿Cómo podemos describir el Big Bang si no lo podemos ver?
Se ven numerosas manifestaciones. Hacia 1930, un astrónomo norteamericano, Edwin
Hubble, comprobó que las galaxias se alejan unas de las otras a velocidades que
son proporcionales a su distancia. Como un
pudding que se pone al horno: a
medida que se hincha, las pasas se apartan unas de otras. Este movimiento
conjunto de las galaxias se ha llamado expansión del universo,
Según la teoría de la relatividad general de Einstein, esta expansión implica un
enfriamiento progresivo del universo. Su temperatura actual es de unos tres
grados absolutos. Y el enfriamiento avanza desde hace unos quince mil millones
de años.
¿Y cómo se sabe que es así?
Rebobinemos. Cuanto más retrocedemos en el tiempo, más se acercan las galaxias:
el universo se torna cada vez más denso, más y más caliente, su luminosidad no
cesa de aumentar. Llegamos así a un momento, hace unos quince mil millones de
años, en que la temperatura y la densidad alcanzan valores gigantes. Es lo que
llamamos el Big Bang.
¿Nuestro pudding es ahora una bola de pasta?
Pensar en esa imagen, en un pudding de pasas sugiere que el universo era más
pequeño que el de hoy. Nada es menos seguro. Podría haber sido infinito y
siempre haberlo sido..
¡Un momento! ¿Cómo nos vamos a imaginar un universo infinito desde su origen
y que empieza a crecer?
La palabra “crecer” no tiene sentido en un espacio infinito. Digamos,
sencillamente, que se enrarece. Para comprenderlo mejor, se puede imaginar un
universo de una sola dimensión: una regla graduada que se extiende hasta el
infinito a izquierda y derecha. Imaginemos que empieza a expandirse, es decir,
que cada señal de un centímetro se aleja de su vecina. Los trazos se van a ir
espaciando, distanciando, más y más, pero la regla seguirá siendo infinita.
Es de suponer que el descubrimiento de este
movimiento de las galaxias no es la única prueba del Big Bang
Hay varias otras. Consideremos, por ejemplo, la edad del universo. Se la puede
calcular de diversos modos. O bien por el movimiento de las galaxias, o bien por
la edad de las estrellas (analizando su luz) o por la edad de los átomos
(calculando la proporción de algunos que se desintegran en el curso del tiempo).
La idea del Big Bang exige que el universo sea más viejo que las estrellas más
antiguas y que los más antiguos átomos. ¡Pues bien! En los tres casos se
advierte que las edades se aproximan a quince mil millones de años, lo que
refuerza la credibilidad de nuestra teoría. Y, además, contamos también con
nuestros fósiles...
LOS FÓSILES DEL ESPACIO
¿Fósiles? ¿Son conchas o huesos?
Se trata de fenómenos físicos de los más antiguos tiempos del cosmos y cuyas
características nos permiten reconstituir el pasado, tal como los
prehistoriadores lo hacen con fragmentos e huesos. La “radiación fósil”, por
ejemplo, que se emitió en un período en que el universo tenía temperaturas de
varios miles de grados. Es un vestigio de la luz formidable que existía
entonces, poco después del Big Bang, una pálida luminosidad uniformemente
repartida en el universo. Nos llega bajo la forma de ondas radiomilimétricas
detectables con antenas adecuadas en todas las direcciones del cielo. Es la
imagen del cosmos hace quince mil millones de años, la imagen más antigua del
mundo.
Entonces ¿no está vacío el espacio entre las estrellas?
La luz está constituida por partículas que llamamos “fotones” Cada centímetro
cúbico de espacio contiene cerca de cuatrocientos de estos granos de luz. La
mayoría está viajando desde los primeros tiempos del universo y las estrellas
han emitido los demás.
LO NEGRO DE LA NOCHE
¿Hay otras pruebas de la evolución del universo?
La oscuridad del cielo nocturno.
¿Y por qué demuestra la evolución del universo?
Si las estrellas fueran eternas y no cambiaran nunca, como decía Aristóteles, la
cantidad de luz que habrían emitido en un tiempo infinito también sería
infinita. El cielo debería ser, entonces, extremadamente luminoso. ¿Por qué no
lo es? Este enigma atormentó a los astrónomos durante siglos. Ahora sabemos que
el cielo es oscuro porque las estrellas no existieron siempre. Y una duración de
quince mil millones de años no es bastante para llenar de luz el universo,
especialmente si el espacio interestelar no cesa de crecer. La oscuridad de la
noche es una prueba suplementaria de la evolución del universo.
¿No hay nada, entonces, que hoy se oponga a la teoría del Big Bang?
En el mercado de las teorías cosmológicas el Big Bang es la mejor opción. El
escenario del Big Bang aún está lejos de ser satisfactorio, pues tiene muchas
debilidades y puntos oscuros. Pero lo esencial debería subsistir.
¿Y en qué consiste lo esencial?
En algunas afirmaciones simples: el universo no es estático, se enfría y
enrarece. Pero el elemento central es éste: la materia se organiza
progresivamente. Las partículas de los tiempos más antiguos se asocian para
formar estructuras más y más elaboradas. Se pasa de lo “simple” a lo “complejo”,
de lo menos eficaz a lo más eficaz. La historia del universo es la historia de
la materia que se organiza.
ESCENA II
EL UNIVERSO SE ORGANIZA
Por orden de aparición: partículas ínfimas, en un desorden indescriptible.
Después, como resultado de sus acoplamientos, los primeros átomos, que también
intentan uniones explosivas en astros ardientes.
LA SOPA DE LETRAS
Y comienza la historia de la complejidad. Estamos en el horizonte de nuestro
pasado, hace unos quince mil millones de años ¿De qué está hecho entonces el
universo?
El universo es una crema espesa de partículas elementales: electrones (los de
nuestra corriente eléctrica), fotones (los granos de luz), cuarks, neutrinos y
una panoplia de otros elementos llamados gravitones, gluones, etc. Se los llama
“elementales” porque no se pueden descomponer en elementos más pequeños, o por
lo menos así se cree.
Es una crema primitiva, se suele decir. Lo que significa que
todo está mezclado,
desordenado, desorganizado.
Me gusta compararla con esas sopas de mi infancia, que contenían pastas con
forma de letras del alfabeto y con las cuales nos divertíamos escribiendo
nuestro nombre. En el universo, estas letras, es decir las partículas
elementales, se van a reunir formando palabras, las palabras se asociarán a su
vez para formar frases y éstas también se las vana arreglar más tarde para
construir párrafos, capítulos, libros... En cada nivel, los elementos se van
reagrupando para formar nuevas estructuras en un nivel superior. Y cada una
posee propiedades que los elementos, individualmente, no poseen. Los cuarks se
asocian en protones y neutrones. Más tarde, éstos se reunirán en átomos, que
formarán moléculas simples, que a su vez compondrán moléculas más complejas,
que... Es la pirámide de alfabetos de la naturaleza.
¿Cuánto tiempo ha ocupado todo esto?
Durante las primeras decenas de microsegundos posteriores al Big Bang, el
universo es un vasto magma de cuarks y gluones. Hacia el microsegundo número
cuarenta, cuando la temperatura ha descendido bajo el billón de grados, los
cuarks se reúnen y surgen los primeros nucleones: protones y neutrones.
EL PRIMER SEGUNDO
¡Qué precisión! Pero ¿cómo se puede conocer el primer segundo del universo, e
incluso fracciones ínfimas del primer segundo, si ni siquiera sabemos si el
universo tiene diez o quince mil millones de años?
Se cual sea el momento en que ocurrió, se trata, de todos modos, del primer
segundo. Hay que comprender las palabras. “Primer segundo” señala el lapso en
que el universo tenía una temperatura de diez mil millones de grados. Y antes la
temperatura era aún mayor. La dificultad consiste en situar este primer segundo
en nuestra historia: decimos que a unos quince mil millones de años.
¿Por qué no ha permanecido el universo en estado de crema? ¿Qué lo ha
impulsado a organizarse?
Las cuatro fuerzas de la física han dirigido la reunión de partículas, átomos,
moléculas y de las grandes estructuras celestes. La fuerza nuclear suelda los
núcleos atómicos, la fuerza electromagnética asegura la cohesión de los átomos,
la fuerza de gravedad organiza los movimientos de gran escala –los de las
estrellas y galaxias- y la fuerza débil interviene en el nivel de las partículas
que llamamos neutrinos. Pero el calor disocia todo en los primeros tiempos y se
opone a la formación de estructuras. Tal como, a nuestra temperatura, impide la
formación de hielo. Fue necesario, entonces, que el universo se enfriara para
que las fuerzas pudieran actuar e intentar las primeras combinaciones de la
materia.
LA FUERZA ESTÁ CON NOSOTROS
Pero, ¿de dónde vienen esas famosas fuerzas?
Es una pregunta muy amplia... ¿Por qué hay fuerzas? ¿Por qué tienen la forma
matemática que conocemos? Hoy sabemos que en todas partas son las mismas, de
aquí a los confines del universo, y que no han cambiado en absoluto desde el Big
Bang. Algo desconcertante en un universo donde todo cambia...
Sólo podemos decir que, al revés de lo que le ocurre al universo, que no cesa de
modificarse, estas leyes de la física no cambian ni en el espacio ni en el
tiempo. Si esas leyes fueran levemente distintas, el universo jamás habría
salido del caos inicial. Ninguna estructura compleja habría aparecido. Ni
siquiera una molécula de azúcar.
¿Y cómo intervienen estas cuatro fuerzas universales en el comienzo de
nuestra historia?
Cuando la temperatura es muy elevada, la agitación térmica disocia rápidamente
cualquier estructura que pudiera formarse. Y a medida que decrece la
temperatura, entran en juego las fuerzas por orden de potencia. Primero la
fuerza nuclear: los cuarks se reúnen de tres en tres para formar los nucleones
(neutrones y protones) cuando el universo tiene unos veinte microsegundos.
¡Bastó un minuto para llegar al primer núcleo atómico!
Las fuerzas sólo pueden manifestar en determinadas condiciones de temperatura,
algo semejante al agua para formar hielo. No actúan si hace demasiado calor;
tampoco con demasiado frío. Después de estos primeros minutos, el universo se ha
enfriado y vuelve a inhibir la actividad de la fuerza nuclear. La composición
del universo es entonces de un 75% de núcleos de hidrógeno (protones) y de un
25% de núcleos de helio. En el nivel de la organización, nada acontecerá durante
varios centenares de miles de años.
¡Un minuto de agitación y cientos de miles de años de espera! ¡Una evolución
un tanto entrecortada!
La complejidad no avanza a ritmo regular. La fuerza electromagnética entra en
acción cuando la temperatura desciende a menos de tres mil grados. Sitúa en
órbita los electrones en torno de los núcleos y crea de este modo los primeros
átomos de hidrógeno y de helio. La desaparición de los electrones libres provoca
un universo transparente: los fotones, esos granos de luz, ya no están afectados
por la materia del cosmos. Vagan por el espacio y progresivamente se degradan y
convierten en energía. Aún están allí, envejecidos y degradados, constituyendo
la radiación fósil... La evolución hace una nueva pausa enseguida. Habrá que
esperar cien millones de años para que vuelva a empezar.
LAS PRIMERAS GALAXIAS
¿Y qué la va a desencadenar esta vez?
Por acción de la fuerza de
gravedad, la materia, que hasta entonces era homogénea, comienza a formar
grumos. Desde que los núcleos capturaron electrones, el campo quedó libre y se
pudieron formar estructuras de gran escala. Anteriormente, todo intento de
concentración de materia era neutralizado muy rápido por el juego de los fotones
sobre los electrones. Esta vez la materia se va a poder condensar en galaxias...
Y una vez más tenemos que preguntarnos por qué ...
Hay que confesar que conocemos muy mal este período de la historia. Los
investigadores anglosajones lo califican de “edad oscura de la cosmología”... En
ese momento la materia no era perfectamente homogénea e isoterma. Regiones
ligeramente más densas que el promedio desempeñaban el rol de “gérmenes” de
galaxias. Su atracción arrastra progresivamente hacia ellas a materia del
entorno. Su masa se va ampliando. Este efecto de “bola de nieve” les permite
crecer hasta formar las magnificas galaxias que hoy vemos en el cielo.
¿Este fenómeno se produjo por todas partes y en el mismo momento? ¿No hay
entonces desiertos en el universo?
El universo está jerarquizado en cúmulos de galaxias, galaxias, cúmulos de
estrellas y estrellas individuales. Nuestro sistema solar, por ejemplo,
pertenece a una galaxia, la Vía Láctea, compuesta por cientos de miles de
millones de estrellas y cuyo conjunto conforma un disco de cien mil años luz de
diámetro.
Una mota de polvo en el universo...
Forma parte de un pequeño cúmulo local, compuesto de una veintena de galaxias
(entre las que están Andrómeda y las dos nubes de Magallanes), el cual está
integrado en un cúmulo mayor, el de la Virgen, que agrupa varios miles de
galaxias. Este supercúmulo abriga, en su centro, una galaxia gigante, cien veces
más grande que la nuestra, que atrae a todas las demás. Se habla de una galaxia
caníbal...
Por lo tanto, en esta época el universo cambia de aspecto.
Unos cien millones de años después del Big Bang ya no se presenta bajo la forma
de una espesa crema homogénea como en los primeros tiempos. Tiene la fisonomía
que le conocemos: un vasto espacio, poco denso, sembrado de esas soberbias islas
galácticas un millón de veces más densas que él. En el interior de éstas, la
materia se condensa por la acción de la fuerza de gravedad y forma astros. Esto
provoca un aumento de la temperatura. Los astros escapan así al enfriamiento
general que continúa en su entorno. Se calientan, dejan escapar energía: las
estrellas empiezan a brillar. Las mayores, cincuenta veces más masivas que
nuestro Sol, agotarán su combustible atómico en tres o cuatro millones de años.
Las menores vivirán durante miles de millones de años.
¿Por qué adoptaron la forma de bolas?
¿Qué hace la fuerza de gravedad? Atrae la materia. ¿Y cuál es la configuración
en que todos los elementos están más cerca unos de otros? ¡Una bola! Por esta
razón las estrellas son esféricas, como los planetas, si no son demasiado
pequeñas. En el interior de un objeto celeste de más de cien kilómetros de
radio, las fuerzas de gravedad dominan a las fuerzas químicas que dan rigidez a
la materia y la obligan a adoptar una forma esférica: la Luna es redonda,
también los satélites de Júpiter. Los de Marte, en cambio, más pequeños, no
tienen suficiente gravedad para que se redondee su masa rocosa. No son
esféricos.
Pero tampoco lo son las galaxias. ¿Por qué?
La rotación las aplana y les da esa forma de disco que conocemos. También
nuestra Tierra está ligeramente achatada por su rotación. Y también el Sol.
POR QUÉ NO CAEN LAS ESTRELLAS
¿Por qué todas estas estrellas no se atraen unas a otras?
La Luna no se estrella contra la Tierra porque
gira alrededor de nosotros: la fuerza centrífuga, asociada a su movimiento,
equilibra la fuerza de gravedad. Lo mismo ocurre con la Tierra y el Sol. ¿Y qué
ocurre con las estrellas? El sistema solar gira en torno al centro de nuestra
Vía Láctea. Este movimiento le mantiene en órbita e impide, igual que a cientos
de miles de otras estrellas, que caiga hacia el núcleo central.
Pero, ¿qué impide entonces que las galaxias caigan unas sobre otras? Que se
sepa, no hay un centro del universo.
No, la respuesta se encuentra, esta vez, en la expansión del universo, en el
movimiento general de las galaxias. Se observa que éstas se alejan unas de
otras.
¿Y por cuánto tiempo va a proseguir este movimiento?
No hay respuesta definitiva para esta pregunta. Imaginemos que tiramos una
piedra en el azul del cielo. Hay dos posibilidades: o bien esa piedra empieza a
caer sobre nosotros o bien se eleva. Y en este caso, ¿qué va a suceder? Hay dos
posibilidades: o bien caerá de retorno a la Tierra o bien escapará a su
atracción y jamás volverá al suelo. Todo depende de la velocidad con que la
lancemos. Si es inferior a once kilómetros por segundo, caerá. En caso
contrario, escapará de la atracción terrestre.
¿Lo mismo sucede con las galaxias?
Se alejan de nosotros, pero su movimiento disminuye por la gravedad que ejercen
sobre sí mismas. Su atracción mutua depende de su cantidad y de su masa, es
decir de la densidad de la materia cósmica: si ésta es débil, las galaxias van a
continuar alejándose indefinidamente (el escenario del “universo abierto”); si
es fuerte, las galaxias van a terminar por invertir su movimiento y se volverán
las unas hacia las otras (el escenario del “universo cerrado”). Estos son los
dos futuros posibles del universo.
¿Y cuál parece más probable?
El primero. El universo va a continuar expandiéndose y enfriándose
indefinidamente. Sabemos que la expansión todavía va a durar por lo menos
cuarenta mil millones de años.
ESCENA 3
¡TIERRA!
En el desierto espacial, las primeras moléculas emprenden una danza
ininterrumpida y engendran, en los suburbios de una modesta galaxia, un planeta
singular.
EL CRISOL DE LAS ESTRELLAS
Un desierto infinito, con islotes, aquí y allá, de galaxias fragmentadas en
estrellas... Mil millones de años después del Big Bang, la crema espesa de
materia está organizada y presenta un aspecto más reconocible. Todo eso parece
estable, y el universo pudo haber quedado allí. No obstante, una vez más la
evolución se pone en marcha. ¿Por qué?
Las primeras estrellas retoman la antorcha. Mientras en todas partes el universo
sigue enfriándose, las estrellas experimentan un considerable aumento de
temperatura... Los ensamblajes de los primerísimos segundos del universo se van
a reiterar en las estrellas.
¿Se comportan como pequeños Big Bang locales?
En cierto sentido. La contracción de la estrella bajo su propio peso provoca el
recalentamiento. Cuando la temperatura llega a diez millones de grados, la
fuerza nuclear vuelve a “despertar”. Y, como en el Big Bang, los protones se
combinan y forman helio.
Pero ¿por qué no se produjeron estas reacciones en el instante del Big Bang?
El encuentro y la fusión de tres helios es un fenómeno muy escaso. Hace falta
mucho tiempo para que suceda. La fase de actividad nuclear dl Big Bang sólo duró
algunos minutos. Es muy poco para fabricar una cantidad importante de carbono.
Esta vez, en las estrellas, los ensamblajes se van a poder efectuar en el curso
de millones de años.
¿Cada estrella va a fabricar, entonces, carbono y oxígeno?
Durante los millones de años que siguen, el centro de las estrellas se va a
poblar, en efecto, de núcleos de carbono y oxígeno. Estos elementos desempeñarán
un rol fundamental en la continuación de la historia. En particular el carbono,
con su configuración atómica propia, se presta fácilmente para a fabricación de
las largas cadenas moleculares que intervendrán en la aparición de la vida. El
oxígeno entrará en la composición del agua, otro elemento indispensable para la
vida.
POLVO DE ESTRELLAS
¿Y la estrella sigue
contrayéndose durante este tiempo?
El corazón de la estrella se desploma sobre sí mismo, mientras su atmósfera se
dilata rápidamente y pasa al rojo. Se convierte en gigante roja. Cuando supera
los mil millones de grados, engendra núcleos de átomos más pesados, los de los
metales, los del hierro, el zinc, el cobre, el uranio, el plomo, el oro... hasta
el uranio, compuesto de 92 protones y de 146 neutrones, e incluso un poco más
allá. El centenar de elementos atómicos que conocemos en la naturaleza se ha
producido así en las estrellas.
Esto habría podido continuar mucho tiempo.
No, pues el corazón de la estrella se derrumba sobre sí mismo. Los núcleos de
átomos entran en contacto y rebotan. Esto provoca una gigantesca onda de choque
que acarrea la explosión del astro. Es lo que llamamos una supernova, un
resplandor que ilumina el cielo como mil millones de soles. Los preciosos
elementos que la estrella ha producido en su seno en el curso de su existencia
se ven entonces propulsados al espacio de decenas de miles de kilómetros por
segundo. Como si la naturaleza extrajera los platos del horno en el momento
oportuno, antes de que se quemen.
¿Y en qué se convierten esos átomos que escapen de las estrellas moribundas?
Vagan al azar en el espacio interestelar y se mezclan con las grandes nubes
diseminadas a lo largo de la Vía Láctea. El espacio se convierte en un verdadero
laboratorio de química. Bajo el efecto de la fuerza electromagnética, los
electrones se sitúan en órbita en torno de núcleos atómicos y forman átomos.
Éstos , a su vez, se asocian y forman moléculas más y más pesadas. Algunas
reagrupan más de una decena de átomos. La asociación del oxígeno y del hidrógeno
va a dar el agua. El nitrógeno y el hidrógeno forman amoníaco, ...
EL CEMENTERIO DE LOS ASTROS
En esa época, en el
universo sólo hay gas, bolas estelares de fuego; pero aún no hay materia sólida.
Ya llegará. Al enfriarse, algunos átomos provenientes de las estrellas, como el
silicio, el oxígeno y el hierro, se van a asociar para formar los primeros
elementos sólidos: los silicatos. Son granos minúsculos, de dimensiones
inferiores a la micra (una milésima parte del milímetro), que contienen cientos
de miles de átomos. La fuerza de gravedad actúa sobre a nubes interestelares y
las lleva a desplomarse sobre sí mismas y así provoca la generación de nuevas
estrellas. Algunas tendrán un cortejo de planetas como el nuestro. Y estos
planetas contendrán en su seno los átomos engendrados por las estrellas
difuntas.
Es necesario entonces que las estrellas mueran para que otras nazcan.
El espacio se convierte en una especie de selva de astros: hay grandes,
pequeños, jóvenes y viejos que mueren, se disgregan y enriquecen el terreno para
alimentar nuevos retoños. En nuestra galaxia se sigue formando un promedio de
tres estrellas por año. Y así fue como, bastante tarde, hace sólo cuatro mil
quinientos millones de años, una estrella que nos interesa particularmente,
nuestro Sol, nacería en la periferia de una galaxia en espiral, la Vía Láctea.
¿Por qué en espiral?
La rápida rotación de las estrellas en torno a su centro ha dado a nuestra
galaxia su forma de disco aplanado.
UNA ESTRELLA ORDINARIA
¿Qué distingue a
nuestro Sol de otros astros?
Es una estrella de tamaño mediano en nuestra galaxia. Sobre cien mil millones de
estrellas, por lo menos mil millones se le parecen mucho. Cuando el Sol nació en
un brazo exterior de la Vía Láctea, hace cuatro mil quinientos millones de años,
era mucho más grande que hoy, y rojo. Poco a poco se contrajo, se tornó amarillo
y aumentó su temperatura interior.
El Sol y sus planetas aparecieron al mismo tiempo, en un período en que nuestra
galaxia ya tenía más de ocho mil millones de años.
¿Y cómo se forman los planetas?
No lo sabemos muy bien. El polvo interestelar se dispone en torno a los
embriones de estrellas y forma discos análogos a los anillos de Saturno.
Después, poco a poco, estos pequeños cuerpos se ensamblan y constituyen
estructuras rocosas de dimensiones crecientes. Suele haber colisiones. Las
piedras chocan, se rompen o se capturan. Algunos bloques, de mayor masa, atraen
a los otros y terminan por aglomerarse en planetas.
¿Todo eso aún estaba en fusión?
Al nacer, los grandes planetas son bolas de fuego incandescentes. Cuanto mayor
es la masa del planeta, más importante s el calor y más tiempo se necesita para
evacuarlo. En los cuerpos pequeños, como los asteroides, esto sucede muy
deprisa. La Luna y Mercurio disiparon en el espacio su calor inicial en el curso
de algunos cientos de millones de años.... La Tierra ha necesitado más tiempo.
Hoy guarda en su corazón un brasero que provoca movimientos de convección de la
piedra todavía fluida. Estos fenómenos originan los desplazamientos de
continentes, las erupciones volcánicas y los temblores de tierra.
EL AGUA LÍQUIDA
¿Qué diferencia a nuestro planeta de los demás?
Es el único que posee agua líquida.
Pero ¿de dónde viene el agua de la Tierra?
Volvamos a esos torrentes de materia que se proyectan en el espacio al morir las
estrellas. Se forma polvo en el cual se depositan trozos de hielo y gas
carbónico helado. Cuando ese polvo se aglutina y nacen los planetas, el hielo se
volatiliza y escapa afuera, como géiseres. Por otra parte, cometas constituidos
básicamente por trozos de hielo van a caer sobre los planetas.
Esa historia no continuaría si no hubiera agua líquida.
Así lo creo. El agua líquida ha desempeñado un papel primordial en la
aparición de la complejidad cósmica.
Una vez constituida la atmósfera terrestre, no va a tardar la vida, ¿verdad?
Al nacer la Tierra, hace cuatro mil quinientos millones de años, las condiciones
no son favorables en absoluto. La temperatura del sol es demasiado alta. Además,
en esta época, en el espacio pululan pequeños cuerpos que más tarde absorberán
los astros de mayor masa... El bombardeo de meteoritos y de cometas es de
extrema violencia... Es probable que las colisiones de los primeros mil millones
de años aportaran a la superficie terrestre, además de agua, una porción
importante de moléculas complejas.... Estos cometas, que en siglos anteriores
eran considerados portadores de muerte y destrucción, representaron
probablemente un papel benéfico en la aparición de la vida... Menos de mil
millones de años después del nacimiento de la Tierra, el océano estaba repleto
de organismos vivientes, entre los cuales había las primeras algas azules.
LA JORNADA DE LA TIERRA
El tiempo también se contrae: mientras más avanzamos en nuestra historia, más
rápido va la evolución.
Sí, si se convierten los cuatro mil quinientos millones de años de nuestro
planeta en un solo día, y suponemos que apareció a las doce de la noche, la
vida, entonces, nació hacia las cinco de la madrugada y se desarrolló en el
resto del día. Hacia las ocho de la noche aparecen los primeros moluscos. Hacia
las once, los dinosaurios, que desaparecen a los doce menos veinte y dejan el
campo libre para la rápida evolución de los mamíferos. Nuestros antepasados sólo
surgen en los cinco últimos minutos antes de las doce de la noche y se les
duplica el cerebro en el último minuto del día. ¡La revolución industrial sólo
ha comenzado hace una centésima de segundo!
LA VIDA SE ORGANIZA
Llueve en el planeta. Caídas del cielo, sutiles moléculas se instalan en las
lagunas e inventan las primeras gotas de vida.
NACIDAS DE LA ARCILLA
Hasta ahora nuestra historia se parece a un juego Lego: los ensamblajes son
más y más complejos y forman cadenas de moléculas gigantes, pero siguen siendo
materia. ¿Qué golpe e varita mágica hace surgir la vida?
Una nueva etapa sólo se puede franquear en la medida en que las moléculas son
capaces de continuar sus ensamblajes. La temperatura ha representado este papel
desencadenante en el universo. En la Tierra, lo desempeñará un entorno muy
particular.
¿El de los océanos?
No. La vida no apareció en los océanos, como se ha creído por mucho tiempo, sino
muy probablemente en las lagunas y en los pantanos, en lugares secos y calurosos
de día y fríos y húmedos por la noche, lugares que se secan y se rehidratan. En
esos medios hay cuarzo y arcilla en donde las largas cadenas de moléculas
quedarán atrapadas y se asociarán unas con otras.
¡La vida naciendo de la arcilla! Como en el caso del origen del universo, hay
una semejanza asombrosa entre las afirmaciones de la ciencia y las creencias
ancestrales: en numerosas mitologías se relacione el origen de la vida con el
agua y la arcilla...
Es un relato muy hermoso. El hombre habría sido construido por los dioses, que
habrían fabricado estatuillas de arcilla y agua... El pensamiento humano, como
el de los niños, quizás posee intuiciones simples que la ciencia podría
confirmar a continuación...
LA INVENCIÓN DEL INTERIOR
¿Cómo actúa la arcilla en estas moléculas?
Se comporta como un pequeño imán. Sus iones, es decir sus átomos que han perdido
electrones o los poseen en exceso, atraen la materia próxima y la incitan a
reaccionar... Y gracias a ellos pueden continuar los ensamblajes de la materia.
¿Para seguir produciendo otros largos rosarios de átomos?
No sólo eso. Ahora se produce un fenómeno nuevo. Algunas moléculas son
hidrófilas, el agua las atrae; otras son hidrófobas, rechazan el agua. ¿Qué
hacen? Se apelotonan, y eso los pone en contacto con el agua exterior y los
separa del agua interior.
¿Forman una bola?
Se cierran sobre sí mismos, en cierto modo. Otras cadenas de moléculas forman
membranas y se transforman en glóbulos que, en ese momento, aparecen en los
océanos como gotas de aceite en el vinagre. La aparición de estos diversos
glóbulos previvientes es un fenómeno fundamental.
¿Por qué?
Por primera vez en esta historia aparece una cosa que está cerrada sobre sí
misma, que tiene un adentro y un afuera. Este interior va a dirigir de ahora en
adelante la evolución de nuestros pequeños glóbulos hasta el nacimiento de la
vida y más tarde de la conciencia.
¡La conciencia por la magia de la vinagreta!
El interés de estas pequeñas gotas es que forman un medio cerrado, que están
aisladas de la sopa primitiva. Mantienen apresadas unas sustancias químicas que
componen cócteles que les son propios. Se transforman en los nuevos crisoles de
lo viviente.
Y toman la iniciativa de la evolución, como hicieron en su momento las
estrellas en el primer acto, y devuelven impulso a la complejidad.
Exactamente. Los nuevos ensamblajes no habrían podido ocurrir sin esas membranas
(pensemos en un ser humano que no tuviera piel). Era indispensable que se
constituyeran medios cerrados para que la evolución pudiera continuar.
¿Cómo lo sabemos?
En el laboratorio se puede reproducir fácilmente esta etapa. Cogemos aceite,
azúcar, agua. Agitamos y obtenemos emulsiones constituidas de pequeñas gotas que
vistas en el microscopio parecen células. Es un fenómeno espontáneo. En la sopa
primitiva las moléculas eran bastantes grandes para aglomerarse, cerrarse y
formar estas gotas.
¿Y esto sucedió en odas partes, en el planeta?
En todas las lagunas. Las gotas tienen un mismo tamaño, que corresponde a un
equilibrio entre el volumen, el peso y la resistencia de la membrana (si son
demasiado voluminosas, la membrana se fragmenta). Por esta razón, todas las
células vivientes que resultaron tienen más o menos la misma dimensión, entre
diez treinta micrones.
GOTAS DE VIDA
Pero esas gotas no están “vivas”
Todavía no. Digamos que están “previvas”. En ese momento proliferan en inmensas
cantidades. Tienen la ventaja de ser semipermeables: dejan pasar algunas
moléculas pequeñas que, en el interior, se transforman en grandes moléculas que
de ese modo se encuentran en una verdadera trampa. Empieza una nueva alquimia,
se producen reacciones químicas...
¿Cada una de esas gotas prepara su pequeña sopa? En cierto modo, comienza
aquí la individualidad...
A veces el cóctel químico hace estallar as membranas y las moléculas se
dispersan. Otras veces contribuye, en cambio, a reforzar la membrana y asegura
entonces la supervivencia del sistema... De este modo se esboza una especie de
selección de gotas que va a durar millones de años. Antes de la vida hay una
lucha por la vida.
¡Una selección natural a esas alturas!
Sólo subsisten las gotas que poseen un medio interior adaptado al entorno. Y las
que cuentan con la posibilidad de producir energía, por ejemplo, tienen ventaja
sobre las demás.... La sopa primitiva, poblada por tanta gota bulímica, comienza
a empobrecerse con el tiempo. Las pequeñas estructuras autónomas poseen una
ventaja sobre las que necesitan absorber sustancias más y más escasas.
¡Ya hay escasez!
Sí. Pero todo eso no conduciría a nada si no aconteciera entonces otro fenómeno:
algunas gotas pueden reproducir el pequeño cóctel interior, multiplicar su
receta química. Esto les dará una ventaja evolutiva considerable.
SUPERVIVENCIA ASEGURADA
¿Cómo sobreviene la reproducción?
Aquellas gotas contienen una cadena particular de moléculas, un ácido llamado
ARN, que está compuesto de cuatro moléculas (las cuatro bases de los futuros
genes).... Se trata, en estado primitivo, de un sistema autorreproductor. Y se
puede suponer que las gotas que poseen ese ARN tienen asegurada la supervivencia
de su “especie”.
¿Se podría decir que se trata, esta vez, de las primera “gotas de vida”?
Se suele aceptar que un organismo vivo es un sistema capaz de asegurar su propia
conservación, arreglárselas por sí mismo y reproducirse. No hay ser “vivo” s
falta una de esas propiedades
LA CONTAMINACIÓN POR LA VIDA
Volvamos a esas gotas algo particulares, las que pueden reproducirse. Se
adivina que así van a proliferar ...
El juego químico continúa en su seno. Se perfecciona el código de la
reproducción. Se acoplan de dos en dos y se modifican ligeramente: los
filamentos de ARN se ordenan y forman una hélice doble, el ADN, estructura que
termina imponiéndose porque presenta mayor estabilidad.
¿Y la naturaleza llega así a la fase de los genes, los sostenes de la
herencia?
Los genes de todos los seres vivientes en la Tierra son como segmentos de
rosarios, retorcidos, formando una hélice doble; están compuestos de cuatro
moléculas, las cuatro bases, como si fueran palabras muy largas escritas en un
alfabeto de cuatro letras. Se engarzan de dos en dos, una adecuación perfecta.
¿Las gotas de ADN van a colonizar la Tierra?
¡De manera fulgurante! Las primeras gotas aparecieron en la Tierra hace unos
cuatro mil millones de años, Y la evolución química prosiguió en los quinientos
años posteriores. Parece que la vida permaneció mucho tiempo, durante cientos de
millones de años, en estado latente, limitada a algunas zonas locales, en
lagunas o estanques. Y después, bruscamente, lo invadió todo.
¿En cuánto tiempo?
Quizás en algunas decenas o cientos de años. ¿Quién puede saberlo? Fue una
verdadera explosión si se compara esto con los miles de millones de años
anteriores. Cada célula se divide en dos, después en cuatro, en ocho, en
dieciséis, en treinta y dos, etc.. Muy pronto se llega a cantidades
astronómicas. Nada podía destruirlas o impedirles la proliferación en esa época
sobre la Tierra. En la actualidad, los seres vivos aniquilarían todo intento de
aparición de una vida nueva.... La vida, en cierto modo, contaminó la Tierra.
¿Se puede decir que hay una “lógica” de la naturaleza que la condujo a hallar
y a generalizar el ADN?
No. La naturaleza no “halla”, carece de intención. Procede por eliminación. El
ADN permite una diversidad considerable de estructuras vivas. Han proliferado,
lógicamente, las que gracias a él pudieron reproducirse. Por eso se impuso el
ADN.
¿Cómo evolucionaron las primeras gotas?
Habrá dos hermosas invenciones: la fotosíntesis y la respiración. La primera se
funda en la clorofila, la segunda en la hemoglobina, dos moléculas casi
idénticas que provienen posiblemente de una misma “antepasada”. Se produce
entonces un punto de inflexión entre esas dos categorías: por una parte, las
gotas que fabrican energía directamente, utilizando la luz solar que se filtra
en los océanos y el gas carbónico desprendido de las fermentaciones (la
fotosíntesis); por otra, las que absorben las sustancias ricas en energía y el
oxígeno expulsado por las otras (la respiración) y que deben desplazarse para
hallar alimento. Es el divorcio entre las futuras bacterias y las futuras algas,
entre el mundo animal y el vegetal.
¿Tan pronto? ¿En una fase tan primitiva?
Así parece. El árbol de la vida se ramifica muy pronto, desde la aparición de
las primeras células. Los fósiles más antiguos de microorganismos que se han
descubierto recientemente en Australia son restos de bacterias que funcionaban
con fotosíntesis hace tres mil quinientos millones de años.
EL PUNTO DE INFLEXIÓN ORIGINAL
Los dos mundos se separan, pero siguen dependiendo el uno del otro.
Sí. Se pondrán en relación simbiótica. Las células de fotosíntesis utilizan el
gas carbónico y el agua y fabrican oxígeno y azúcares. Otras los absorben para
catalizar la combustión de los azúcares gracias al oxígeno, y expulsan gas
carbónico y sales minerales.
Son las primeras comidas de la naturaleza.
Sí. Células que “comen” otras células. El entorno ha cambiado. La aparición de
la fotosínteis libera grandes cantidades de oxígeno, lo que da nacimiento, en la
alta atmósfera, a la famosa capa de ozono. Ésta conforma una barrera contra los
rayos ultravioletas y crea un escudo, una piel, que protege la proliferación
microbiana.
¿Las gotas ya se llaman células?
Sí. Y estas células primitivas van a proseguir su evolución. Se dotan de un
núcleo.
¿Se sabe porqué es tan coloreada la vida?
El color está vinculado estrechamente a la vida.
LA EXPLOSIÓN DE LAS ESPECIES
LA SOLIDARIDAD DE LAS CÉLULAS
En esta etapa de nuestra historia, la Tierra está poblada de células que
viven apaciblemente en los océanos y que muy bien pudieron continuar así...
Pero llega un momento en que se ven obligadas a evolucionar. Las primeras
células, que proliferan, se envenenan con los desechos que ellas mismas arrojan
al entorno. Desde un comienzo la vida muestra una tendencia natural a agrupar a
los individuos. Las sociedades “celulares” están mejor protegidas, sobreviven
mejor que las células aisladas.
¿Así se constituyeron los primeros organismos multicelulares?
Las primeras asociaciones de células utilizan una especie de cañería central,
una suerte de cloaca general para evacuar desechos. Otras tienen un sistema de
coordinación delante y atrás o a los costados un sistema de propulsión. De este
modo se mantienen juntas.
¿A qué se parecen estos primeros conjuntos de células?
Están compuestos por varios miles de individuos. Son los primeros organismos
marinos, gusanos, esponjas, medusas primitivas. Esta transformación ocurre en un
período de sólo algunos cientos de miles de años. La evolución se acelera.
LA DIVISIÓN DEL TRABAJO
Estos nuevos ensamblajes son muy distintos de los anteriores.
Sí. La materia suele estar hecha de apilamientos de átomos idénticos unos a
otros. En el mundo viviente, las células se diferencian según el lugar que
ocupan en la estructura. Algunas se van a especializar en la locomoción, otras
en la digestión y otras en la acumulación de energía. Poco a poco,
reproduciéndose en el curso de las generaciones, estos organismos transmiten sus
propiedades a su descendencia.
A pesar de todo, las células que permanecieron solitarias consiguieron
sobrevivir, y algunas lo han hecho hasta hoy. ¿Por qué no se reagruparon éstas?
Porque estaban bien adaptadas a su entorno. Es el caso de los paremaceios y las
amebas: una sólida membrana las protege y están equipadas para desplazarse con
facilidad; disponen de manchas fotosensibles que les señalan la luz y de enzimas
eficaces que digieren toda suerte de presas...
¡VIVA EL SEXO!
¿Y cómo van a continuar su evolución los organismos de varias células?
El árbol de la vida se desarrolla en tres grandes ramas a partir de los seres
pluricelulares más simples, como las algas, las medusas, las esponjas: la de los
champiñones, los helechos, los musgos, las plantas de flor; la de los gusanos,
los moluscos, los crustáceos, los arácnidos, los insectos, y la de los peces,
los reptiles, los peces, los anfibios, los mamíferos...
Y después viene una invención mayor: el sexo. Hasta entonces las células se
reproducían, en el sentido propio del término, de manera idéntica. Con el sexo,
dos seres vivos procrear un tercero que es distinto de ellos dos.
¿Quién fue el astuto que lo inventó?
Según algunas hipótesis, el sexo habría nacido del canibalismo: al comerse unas
a otras, las células habrían integrado los genes de otras especies, que luego se
habrían mezclado.
¿Por qué la sexualidad se estabilizó entre dos? ¿Por qué no entre tres?
Para combinar dos pares de cromosomas en un huevo fecundado se necesita una
maquinaria biológica extremadamente compleja. Y lo sería aún más si tuviera que
mezclar tres patrimonios genéticos. Si hubo especies que inventaron una
sexualidad de este tipo, no han sobrevivido.
Y se produce otro fenómeno decisivo: la introducción del tiempo en el organismo,
es decir el envejecimiento y, en última instancia, la desaparición del
individuo, la muerte.
¿No se pudo prescindir de esto?
La muerte es tan importante como la sexualidad: vuelve a poner en circulación
los átomos, las moléculas, las sales minerales que necesita la naturaleza para
continuar desarrollándose. La muerte realiza un gigantesco reciclaje de unos
átomos cuyo número es constante desde el Big Bang. Gracias a ella, la vida
animal se puede regenerar.
¿Estaba presente desde los primeros organismos?
Sí. también envejecen las medusas. Las células no dejan de reproducirse en todos
los seres, pero poseen un oscilador químico, una especie de reloj biológico
interno que limita la cantidad de sus reproducciones: entre cuarenta y
cincuenta. Cuando llegan a esta fase, un mecanismo programado en sus genes las
conduce a una especie de suicidio. Mueren. Sólo las células cancerosas eluden
esta fatalidad: se reproducen indefinidamente, sin especializarse ni
diferenciarse como lo hacen las células embrionarias.
Pero su inmortalidad provoca la muerte del organismo al que pertenecen... ¿Se
puede decir que la muerte es una necesidad de la vida?
Totalmente. Pertenece a la lógica de lo viviente. A medida que las células se
dividen, multiplican los errores de sus mensajes genéticos y éstos se acumulan
en el curso del tiempo. Finalmente hay tantos errores que el organismo se
degrada y muere. Es un fenómeno ineluctable. La muerte no es, por cierto, un
regalo para el individuo, pero sí lo es para la especie: le permite conservar su
nivel óptimo de desempeño.
¿Qué más puede hacer la evolución una vez que conoce el sexo y la muerte?
Perfeccionarse. El mundo viviente va a seleccionar un modo de fabricar energía.
Aparecen tres grandes novedades: el sistema inmunitario, que asegura protección
contra parásitos o virus; el sistema hormonal, que permite el control de los
ritmos biológicos y de la reproducción sexuada, y el sistema nervioso, que rige
la comunicación interna.... Los tres sistemas, nervioso, hormonal e inmunitario,
aparecen apenas los animales salen del agua.
¿Qué los impulsa a salir del agua?
Las especies pululan en los océanos. Reina la competencia. Aventurarse a tierra
firme parece ventajoso para conseguir alimento, pero volviendo al océano para
poner los huevos. El primero que experimentó esta fórmula fue sin duda un pez
extraño, el ictiostega. Posee grandes aletas, vive en pequeñas lagunas y saca
del agua de vez en cuando sus ojos globulosos para buscar pequeños insectos. En
el curso de las generaciones, los descendientes de esta especie se arriesgan más
tiempo en tierra firme gracias a unas branquias que les permiten capturar
oxígeno del aire, pero también gracias a las lágrimas: tienen que conservar
húmedos los ojos para poder ver tan bien en tierra como en el agua. La especie
mejora por sucesivas selecciones: las aletas se tornan más sólidas, aparece una
cola. Sus descendientes serán los batracios y los anfibios. ¡No estaríamos aquí
si este pez no hubiera tenido lágrimas!
¿La vida al aire libre favorece la evolución?
Sí. La comunicación es más inmediata en el aire, más rápida, más sencilla. Y
mayor la accesibilidad del alimento. Sin embargo el oxígeno es un veneno para la
vida: contribuye al nacimiento de radicales libres, moléculas desequilibradas,
que inducen la destrucción celular y por lo tanto el envejecimiento precoz; pero
es esencial para dotar de energía a los organismos y hacer avanzar la evolución.
¿Y cómo van a acelerar el perfeccionamiento de los organismos estas
restricciones del medio?
Con la aparición del esqueleto, los animales se tornan más sólidos y se liberan
del peso. La invención de los músculos les permite dejar de ser bolas de
gelatina muelle como los gusanos de tierra o las medusas; ahora pueden ejercer
presión mecánica sobre el entorno, soportar el peso de la grasa protectora y del
cerebro. Todo se diversifica: el metabolismo, los sistemas de locomoción...
Durante este tiempo se seleccionan en las plantas los sistemas para captar la
energía solar con las hojas y para transportar energía con la savia.
¿Y por qué los vegetales no desarrollaron todas estas maravillas que
aportaron los animales?
Con la excepción de las algas, que evolucionaron en la superficie de los
océanos, los vegetales se ingeniaron un camino más económico gracias a su
inmovilidad, que les permite gastar menos energía. Su modo de vida es sencillo:
fotopilas para transformar directamente la energía solar en energía química,
raíces para extraer sales minerales y agua... Lo astuto es su sistema
reproductor, que es móvil y utiliza varias medios. También los vegetales han
heredado una sexualidad muy rica y están adaptados maravillosamente bien.
¿Por qué los vegetales no desarrollaron un cerebro?
Los seres inmóviles no necesitan funciones complejas de coordinación. No les
impulsa la necesidad de huir o de luchar como los animales. Comenzamos, no
obstante, a descubrir en las plantas una forma de sistema inmunitario, un
sistema de comunicación e incluso un homólogo del sistema nervioso. Los
vegetales poseen sofisticados mecanismos que los protegen contra invasores: una
suerte de “hormona” vegetal les permite, por ejemplo, movilizar sus defensas. Se
sabe también que los árboles se “avisan”, a distancia, la presencia de un
agresor.
¿Avisan?
Sí. Cuando están en presencia de animales depredadores que les quieren comer las
ramas bajas, algunos árboles emiten productos volátiles que transportados de
árbol en árbol modifican la producción de proteínas y dan a las hojas un gusto
desagradable.
Se puede apreciar que, como la del universo, la evolución de la vida ha sido,
por lo menos, caótica.
Sí. Ha experimentado una aceleración constante, pero también crisis, caminos sin
salida y períodos de grandes extinciones. Los dinosaurios reinaban en el planeta
hace doscientos millones de años. Las especies jamás habían logrado conquistar,
como ellos, todos los ambientes. Había pequeños, enormes, vegetarianos,
carnívoros, corredores, voladores, anfibios... Una diversidad formidable, que
les permitió adaptarse a sus entornos.
Y sin embargo desparecieron... ¿Entonces es estúpida la hipótesis de que eso
se debió a su mala adaptación?
Totalmente. A finales del jurásico, hace sesenta y cinco millones de años, cayó
en el golfo de México, cerca de Yucatán, un enorme meteorito de cinco kilómetros
de diámetro. El choque fue tal que repercutió al otro costado del planeta y
provocó un resurgir d magma. Este golpe doble creó un incendio mundial, se
abrasaron los bosques, se liberó gas carbónico y polvaredas cubrieron la Tierra
con un velo inmenso. El planeta se oscureció, se produjo un frío terrible y,
probablemente, un posterior efecto invernadero que condujo a un recalentamiento.
¿Sólo sobrevivieron algunas especies?
Sí. Es el caso de los lemures, que son muy móviles, adaptables y están provistos
de manos prensiles. Se refugiaron en las grietas de las rocas y originaron los
linajes que condujeron a los mamíferos. Éstos adquirieron una nueva ventaja para
asegurar la supervivencia de su descendencia: llevar el huevo internamente lo
protege mucho más que si queda en el exterior. Pensemos en los batracios, que
ponen miles de huevos que se dispersan, son comidos, se pierden...
NARRACIÓ COSMOLÓGICA DE LA MITOLOGÍA GREGA
Hesíode
“Teogonia”
En primer lloc existí el Caos. Després Gea, la d’ampli si, seu sempre segura de
tots els immortals que habiten el cim nevat de l’Olimp. Al fons de la terra
d’amplis camins existí el tenebrós Tàrtar. Finalment, Eros, el més bell dels
déus immortals, que fa afluixar els membres i fa canviar el cor de tots els déus
i de tots els homes i l’assenyada voluntat dels seus esperits.
Del Caos en va sorgir Ereb i la negra Nit. De la Nit en va sorgir l’Aire i el
Dia, els quals va infantar després de quedar renys en contacte amorós amb Ereb.
Gea va infantar primer l’estelat Urà, amb les seves mateixes proporcions, perquè
la contingués pertot arreu i pogués ser seu sempre segura per als feliços déus.
També va engendrar les grans muntanyes, deliciós habitatge dels déus, les Nimfes
que habiten les boscoses muntanyes. També va infantar l’estèril pèlag d’agitades
onades, el Pont, sense l’agradable comerç.
Més tard, després de jeure amb Urà, va infantar Oceà de profunds corrents, Ceos,
Crios, Hiperió, Jàpet, Tea, Rea, Temis, Mnemòsine, Febus, d’àuria corona, i
l’amable Tetis. Després d’aquests va néixer el més jove, Cronos, de ment
retorta, el més terrible dels fills, i es va omplir d’un odi envers el seu pare.
També va infantar els Cíclops, d’esperit soberg. Duien el nom de ciclops per
eponímia, perquè, efectivament, tenien un sol ull completament rodó al mig del
front. El vigor, la força i els recursos presidien els seus actes.
LA CREACIÓ DEL MÓN I DE L’HOME SEGONS LA BÍBILIA
Bíblia de Jerusalem.
Gènesi, 1-27
Al principi, Déu creà el cel i la terra. La terra era caòtica i desolada, les
tenebres cobrien l’oceà i l’esperit de Déu batia les ales sobre l’aigua.
Déu digué “Que hi hagi llum”. I hi hagué llum. Déu veié que la llum era bona, i
separà la llum de les tenebres. Déu anomenà la llum dia, i les tenebres, nit. Hi
hagué un vespre i un matí i fou el dia primer.
Déu digué: “Que hi hagi un firmament entremig de les aigües, per separar unes
aigües de les altres”. I fou així. Déu va fer, doncs, el firmament, que separa
l’aigua de sota el firmament i la de dalt del firmament, i Déu veié que estava
bé. Déu anomenà el firmament cel. Hi hagué un vespre i un matí, i fou el dia
segon.
Déu digué: “Que les aigües de sota el cel s’apleguin en un sol indret i que
aparegui el continent”. I fou així. Déu anomenà el continent terra, i les aigües
reunides, mars. I Déu veié que estava bé.
Déu digué: “Que la terra produeixi la vegetació: herba que doni llavors i arbres
fruiters de tota mena, que facin fruit i llavor a la terra”. I fou així. La
terra produí la vegetació: herba que dóna llavor de tota mena, i arbres de tota
mena que fan fruit i llavor. I déu veié que estava bé. Hi hagué un vespre i un
matí, i fou el dia tercer (...)
Déu digué: “Que la terra produeixi tota mena d’animals: cuques i tota mena
d’animals domèstics i salvatges”. I fou així. Déu va fer, doncs, tota mena
d’animals salvatges i domèstics, i els cucs i les cuques de la terra de tota
mena. I Déu veié que estava bé.
Déu digué: “Fem l’home a la nostra imatge, semblant a nosaltres, i que sotmeti
els peixos, els ocells, els animals domèstics i els salvatges i totes les cuques
que s’arrosseguen per terra”. Déu creà, doncs, l’home a la seva imatge, el creà
a la imatge de Déu; creà l’home i la dona.
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