Seminari de física i química

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« Mi intención es mostrar que no se puede entender realmente el siglo XX sin tomar en consideración lo que la ciencia ha puesto a su disposición. Hablamos del siglo que ahora acaba como el de la democracia y la extensión de los derechos civiles. Seguramente es cierto (aunque cuando llevamos nuestras miradas —y nuestras consciencias— más allá de las naciones "desarrolladas socialmente", la historia es otra), pero ¿habría sido así sin los recursos suministrados por el conocimiento científico? Ideas como las de justicia, democracia o derechos civiles no son nuevas, no han sido propuestas, imaginadas y deseadas por primera vez a lo largo del siglo XX. Son una constante en la historia de la humanidad. Por qué, podemos preguntarnos, han prosperado precisamente ahora. Mi respuesta es que una parte importante de la explicación se encuentra en la ciencia, en lo que ésta ha puesto a disposición de la sociedad. En la ciencia y, naturalmente, en la tecnología estrechamente relacionada con ella […] La democracia, el disfrute de derechos civiles, deben mucho a hechos que tienen que ver con la ciencia. A, por ejemplo, la posibilidad de acceder libre y fácilmente a todo tipo de información. Y nuestro siglo ha sido en este sentido, gracias a la física, una era singular en la historia de la humanidad, más incluso que el XIX, en el que, es cierto, comenzó la revolución de las comunicaciones; pero, ¿cuántos podían entonces acceder a la telegrafía, teléfonos o radio, esta última prácticamente todavía sin desarrollar en la forma que ahora entendemos? Y el acceso a la información no se limita a medios electrónicos  (ni a los más dependientes de medidas sociales, como la lucha contra el analfabetismo, la enseñanza o políticas culturales), sino que tiene también  que ver con el transporte, que algo debe al conocimiento científico. Tampoco podemos olvidar lo que han significado las mejoras sustanciales en el tratamiento y control de la salud pública o en las condiciones de viviendas (que tiene que ver con cosas como ciencia de los materiales). ¿Es que la población mundial ha crecido de 1.500 millones de personas a comienzos de siglo hasta los más de 6.000 actuales únicamente debido a políticas sociales? ¿No ha tenido algo que ver, por ejemplo, el desarrollo de la medicina —recordemos, en este sentido, el descubrimiento de los antibióticos, con la penicilina a su cabeza—, o la introducción de los abonos artificiales, de los que se ha beneficiado la agricultura, y las mejores condiciones de vida, he dicho, sí: vivimos mejor, y la tecnociencia algo —mucho— tiene que ver con ello. Vivimos mejor, a pesar del deterioro medioambiental del que somos conscientes gracias, como vemos, a resultados de la investigación científica. Si el medio ambiente es —como creo que es— uno de los temas de nuestro tiempo es por, y en diálogo constante con, la ciencia.
Y si se trata de entender el siglo, desde el punto de vista de acontecimientos y movimientos políticos o económicos, ¿cómo olvidarse de la ciencia? Del papel, por ejemplo, de la ciencia en las guerras, o de la disponibilidad de armamento nuclear…
Por todo esto, creo que hay razones para referirse al siglo XX como el "Siglo de la Ciencia”.»

José Manuel Sánchez Ron:
El siglo de la ciencia
Ed. Taurus