La paradoxa de la tolerància


  

Des de John Locke, el filòsof que fomamentà per primera vegada la tolerància, passant per Voltaire, que la defensà d'una manera ben radical, aquesta, ha provocat discussions constants. Karl Popper reprengué el tema formulant la 'paradoxa de la tolerància' en el seu llibre La societat obertat i els seus enemics, l'obra que va escriure durant la Segona Guerra Mundial i que constitueix la seva aportació en la lluita contra els totalitarismes.
En una nota a peu de pàgina corresponent al capítol setè del llibre, afirma que la tolerància és un bé que s'ha de protegir. Reclama el dret a prohibir, a fi de preservar-la, les concepcions extramadament intolerant; del contrari, els intolerants, rebutjant tot argument, establiran lŽús dels punys i de les armes.

La sociedad abierta y sus enemigos


 
  

     «Menos conocida es la paradoja de la tolerancia: La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia. Con este planteamiento no queremos significar, por ejemplo, que siempre debamos impedir la expresión de concepciones filosóficas intolerantes; mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición sería, por cierto, poco prudente. Pero debemos reclamar el derecho de prohibirlas, si es necesario por la fuerza, pues bien puede suceder que no estén destinadas a imponérsenos en el plano de los argumentos racionales, sino que, por el contrario, comiencen por acusar a todo razonamiento; así, pueden prohibir a sus adeptos, por ejemplo, que presten oídos a los razonamientos racionales, acusándolos de engañosos, y que les enseñan a responder a los argumentos mediante el uso de los puños o las armas. Deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes. Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que en el caso de la incitación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos.»

POPPER, Karl. La sociedad abierta y sus enemigos. Barcelona: Paidós, 1981. (Pàg. 512)



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