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«Llegué a la conclusión, ya hace tiempo, que, hablando
en un sentido amplio, podíamos dividir los impulsos que originan nuestras
acciones, que rigen nuestra conducta, en creadores y posesivos. Califico
un impulso de creador, cuando su propósito es de producir algo que, contrariamente,
no existiría, y de todo lo cual no desposeemos a nadie. Lo llamo posesivo
cuando consiste en adquirir, para el propio beneficio o goce, alguna que
ya existe, como una barra de pan. Ambos tienen su función específica,
y el hombre ha de ser suficientemente posesivo para mantenerse vivo. Pero
cuando nos referimos a la esfera de la libertad, vemos como los impulsos
verdaderamente importantes son los creadores. Si escribís un poema,
no impedís con este hecho que vuestros consemblantes escriban otros;
si pintáis un cuadro, eso no priva que otros pinten también. Son
actividades creadoras que no se llevan a cabo a cargo de nadie, y creo
que estas cosas tendrían que gozar de una absoluta libertad.»
RUSSELL, Bertrand. Mi concepción del mundo, Barcelona: Ediciones 62, 1974. |
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