Americanización: una peligrosa posibilidad planetaria


  

En El planeta americano, Vicente Verdú expone y compara el modelo de vida americano. Desde su punto de vista, la americanización de Europa —tal y como se está produciendo— implica una pérdida de calidad de vida. El modelo americano se fundamenta en una profunda fe en el individualismo y en cierta aversión por las concepciones sociales; el Estado es visto como una realidad abominable.

Se habla, desde esta perspectiva, del orgullo americano por su modelo, del peso que tiene Dios en sus vidas, del amor al dólar y al capital, de los altos niveles de violencia en esta sociedad.

Verdú: El planeta americano


 
  

      «Es ocho veces más probable ser atracado en Nueva York que en Barcelona, el índice de asesinatos por habitante es diez veces mayor en Chicago que en París. La clase de educación que se imparte, el tipo de religión individual que se inculca, la compulsión por zanjar los conflictos de forma rápida y "pragmática", la defensa individual con armas de fuego, son factores que hacen entender la alta tasa de criminalidad en la primera nación del mundo. Pero también la fuerte tensión psicológica a que lleva la diferencia entre ser un ganador o un perdedor. "En las escuelas hay que enfatizar la figura de los números uno", repetía Gingrich en 1995.» (…)

«Una de las mayores diferencias entre europeos y norteamericanos se pone de manifiesto en las concepciones de lo social. En Europa una amplia mayoría no tendría problemas en atribuir las causas del crimen a las circunstancias de marginación, pobreza, deterioro familiar, falta de escolarización y otros factores de este orden. En Estados Unidos la fe individualista es tan robusta que, sin faltar argumentos de contenido social, la evocación a la severidad de la ley y la dureza contra el relapso es el argumento más repetido para sanear la situación. Más cárceles y un régimen más estricto dentro de ellas.» (…)

«Cualquier americano con experiencia europea envidia la vida de los pueblos mediterráneos, la capacidad de conservar una vida social y ciudadana, la virtud de compatibilizar'el ocio con el trabajo. Los americanos apenas se reúnen en un café, apenas comparten unas copas en un bar, llevan una pobre vida de vecindario que sólo mejora la pertenencia a algún club o los breves contactos en las sacristías de las parroquias y los partes cronometrados. Han ido poco a poco apagando el potencial disfrute de las relaciones familiares y la facilidad de los contactos amistosos. Su vida está ocupada por la necesidad de prosperar, ganar dinero, vencer al rival, pagar al terapeuta.

VERDÚ, Vicente. El planeta americano, Barcelona: Anagrama, 1996.



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