La literatura popular y tradicional 

Junto a la literatura culta – escrita, inalterable y de autor generalmente conocido – corre paralela otra literatura llamada popular y tradicional que muestra, a veces, una extraordinaria calidad artística. 

Esta literatura pertenece al folclore, es decir, al "saber tradicional del pueblo" que, además de las costumbres, los juegos, las fiestas, las creencias,... , incluye como aspectos destacados los cuentos las leyendas, las canciones y los romances.
Este folclore literario es una de las más completas manifestaciones de la cultura y el modo de ser en España. 

Características.

La transmisión oral: Durante milenios, la palabra desnuda, mantenida en la memoria, fue el único procedimiento de conservación y transmisión de la cultura literaria. El pueblo, que considera estas formas literarias como algo suyo, las transmite oralmente, de generación en generación, reelaborándolas. 
Brevedad: El pueblo prefiere las composiciones breves que se pueden captar fácilmente y por eso a veces se llega a una condensación quizás excesiva, en el afán de reducir y eliminar lo superfluo. 
Sencillez: La literatura popular es sencilla en el fondo y la forma. No presenta demasiados convencionalismos ni artificios, porque brota espontánea como expresión de un sentir general. Pese a esto presenta una curiosa efectividad poética. 
Anonimia: hay un creador inicial, un individuo especialmente dotado que interpreta y expresa el sentir del pueblo. Otros individuos a través del tiempo van rehaciendo la obra que se considera un bien común a disposición de la comunidad. 
Variantes: como consecuencia del punto anterior, y de su carácter oral, aparece uno de los aspectos más claramente diferenciadores de la literatura popular de la culta: las numerosas variantes de un mismo cantar, cuento o romance. 

 

 

Existen en la península tres grandes núcleos líricos de carácter oral tradicional – además del núcleo catalano - provenzal -, con tres formas poéticas características: el arábigo – andaluz (jarchas) , el galaico – portugués (cantigas de amigo) y el castellano (villancico).

 
Las jarchas.
Las jarchas son unas cancioncillas en lengua mozárabe que cantaban los cristianos que vivían en territorio dominado por los árabes. Los poetas árabes, y también los judíos, cautivados por la belleza de estas breves composiciones mozárabes, remataban con ellas sus propios poemas cultos llamados moaxajas, escritos en árabe clásico o hebreo.  El contenido de la mayoría de las jarchas son lamentaciones amorosas en boca de un personaje femenino, una muchacha por la ausencia de su amigo, haciendo confidente a su madre o a su hermana. Su estructura estrófica es variable: dos o tres versos monorrimos o la forma de cuarteta asonantada – cuatro versos de arte menor que riman en los pares. 

Su importancia es muy grande por varias razones: por su belleza manifestada en el tono de queja, que sugiere más de lo que expresa con un lenguaje sumamente sencillo; por la ayuda que han aportado al conocimiento del romance mozárabe que, aislado del resto de los dialectos peninsulares, no evoluciona y presenta formas arcaicas y arabismos; y, principalmente, porque las jarchas no solamente son las primeras manifestaciones literarias de nuestra península, sino también de todo el mundo románico. Cronológicamente pertenecen a los siglos XI, XII y XIII.. 

La lírica galaico – portuguesa.

 En el nordeste de la península, en la actual Galicia y norte de Portugal, se desarrolló una importantísima lírica recogida tempranamente en los Cancioneiros. Esta lírica es, en su mayor parte, de influencia provenzal. En las cortes señoriales del sudeste de Francia y en Cataluña floreció en los siglos XI y XII una poesía compuesta por los trovadores, siguiendo las pautas del amor cortés. Esta poesía, a través del Camino de Santiago, llegó a Galicia e influyó en las llamadas Cantigas de amor y Cantigas de escarnio. Pero la manifestación lírica galaico – portuguesa más importante son las Cantigas de amigo, que, aunque cultivadas por poetas cultos, son de origen popular, ya que el pueblo las cantaba en sus fiestas y romerías. Son poemas amorosos puestos en boca de una doncella enamorada que, habitualmente, se dirige a la Naturaleza – al mar, a la fuente, a los pinos, a los ciervos... – quejándose de la ausencia o infidelidad de su "amigo" (= amado). La forma de estas canciones es paralelística, es decir, en ellas se repiten dos o más versos con una leve variación final, con lo que se consiguen unos efectos de recurrencia, aparentemente monótonos y, sin embargo, llenos de gracia y sugerencia, muy adecuados al canto para el que iban destinados.

La lírica tradicional castellana.

Temas: 

El pueblo, como ya se ha dicho, cantaba desde el nacimiento de la lengua castellana este tipo de La lírica tradicional castellana que es la última documentada dentro de la península, ofrece una extraordinaria riqueza temática. Se puede afirmar que todos los momentos y situaciones importantes de la vida de un pueblo se encuentran recogidos en ella: cantos al triunfador, canciones de trabajo - siega y vendimia -,de romería,

Escena de juglares

bodas, fiestas y juegos, canciones infantiles, satíricas y humorísticas, llantos o endechas por la muerte de un ser querido, cantos de vela,... Pero las más numerosas son las que aparecen en relación con el amor: lamentaciones de la amada por la separación del amigo, requiebros amorosos por parte del enamorado,... 

Entre ellas se pueden distinguir por sus especiales características: 

Las albas: canciones puestas en labios de una muchacha que, al amanecer espera la llegada del amado a quien llama amigo.

Las albadas: cantan la separación de los amantes al clarear el alba, lamentándose de que llegue el día.

Las mayas: exaltan el triunfo de la primavera y del amor en el mes de Mayo.

Canciones de serrana: su asunto es el encuentro de un caballero, a veces perdido en la sierra, y una serrana a la que pregunta el camino y/o la requiere de amores. 

Métrica y estilo: 

La forma castellana más genuina es el villancico, composición formada por un estribillo inicial de dos, tres o cuatro versos - el villancico propiamente dicho-, que cantaba el coro. 
Este villancico inicial se glosa en estrofas y, al final de estas, se suele repetir todo o parte del villancico, a modo de estribillo. La glosa que desarrolla el tema propuesto en el villancico, y que cantaba el solista, aparece frecuentemente en forma de zéjel - antigua composición arábigo-andaluza-: trístico, monorrimo llamado mudanza, y un verso más, el de vuelta, que rima con uno o más del estribillo - b, b, b, a-, aunque se dan otras combinaciones. Las sílabas de versos son fluctuantes, pero con una tendencia reguladora al verso de seis y ocho sílabas. La rima es asonante - o consonante en reelaboraciones cultas. 
Lo que caracteriza a la lírica popular castellana en cuanto al estilo es la sencillez de recursos la falta de artificios, la expresión clara que brota casi espontáneamente. El vocabulario es muy sencillo y repetitivo y destaca la escasez de adjetivos y de Metáforas, aunque sí hay imágenes visuales, a veces cargadas de simbolismo popular. Los recursos más abundantes son los de repetición: aliteraciones, anáforas, paralelismos y repeticiones expresivas de palabras o sintagmas. En fin, el énfasis, la intensidad, a veces el exaltado patentismo, unidos a la máxima sencillez de la expresión, caracterizan a gran parte de esta poesía. 

Importancia y vigencia:

El pueblo, como ya se ha dicho, cantaba desde el nacimiento de la lengua castellana este tipo de composiciones líricas. Durante el siglo XV se recogen en los cancioneros. Desde este mismo siglo hasta nuestros días muchos poetas cultos se han inspirado en esta lírica popular, impresionados por su calidad poética. Unas veces han incluido en su obra esas cancioncillas; otras, las han recreado artísticamente, imitándolas o reelaborándolas, pero conservando siempre el espíritu tradicional característico de ellas. 

 

 

El cancionero 

Los romances son poemas épico – líricos, casi siempre breves, compuestos originariamente para ser cantados o recitados al son de un instrumento.  Están formados por un número indefinido de versos (tirada) octosílabos asonantados en los pares, lo cual es el resultado de escribir como versos diferentes los dos hemistiquios de los versos heroicos, los de los cantares de gesta, que tendían a dieciséis sílabas y eran monorrimos. 

Los romances más antiguos son de finales del siglo XIV y principalmente del siglo XV. Se llaman romances viejos y pertenecen a la literatura popular y tradicional con todas sus características de transmisión oral, anonimia, variantes,... 

Se conserva gran número de romances viejos porque en los siglos XV y XVI, como sucedió con la lírica popular, se recopilaron en Cancioneros o Romanceros.
También se han conservado - con la creación a su vez de nuevos romances- en la tradición oral moderna, con numerosas variantes, en la Península, Hispanoamérica
y las comunidades judío-sefardíes. 

Origen:

Los romances proceden de ciertos fragmentos de los antiguos cantares de gesta, especialmente atractivos para el pueblo, que los retenía en la memoria y después de cierto tiempo, desgajados del cantar, cobraban vida independiente y eran contados como composiciones autónomas con ciertas transformaciones. Son los llamados romances é pico-tradicionales. 

Más tarde, los juglares, dándose cuenta del éxito de los romances tradicionales, compusieron otros muchos, no desgajados de un cantar, sino inventados por ellos, generalmente más extensos y con una temática más amplia. Los autores desaparecen en el anonimato, y la colectividad, plenamente identificada con ellos, los canta, modifica y transmite. A este tipo de romances se les denomina romances juglarescos. 

Temas: 

Los temas del Romancero Viejo son muy variados. Se podría hacer la siguiente clasificación temática: 

a. Romances histórico-legendarios nacionales: 

1. De historia épica: el Cid, ... 
2. De historia contemporánea: Pedro el Cruel, ... 
3. Noticieros que se dividen en fronterizos, sobre episodios militares de la guerra de Granada, y moriscos, donde los hechos están vistos
desde el lado musulmán 

b. Romances histórico-legendarios extranjeros: 
1. El ciclo carolingio: Carlomagno, ... 
2. El ciclo bretón (leyendas caballerescas bretonas): Lanzarote y Tristán, ... 

c. Romances de historias bíblicas y grecorromanas (tomados de las obras del mester de clerecía): Nerón, Saul, ... 

d. Romances novelescos (de amor, misterio, venganza, aventuras, ...) 

También tienen mucha importancia los romances líricos, de escasa acción y con predominio del sentimiento, principalmente el amoroso. 

Estilo: 

Desde el punto de vista estilístico el romancero manifiesta una gran sencillez y sobriedad de recursos: descripciones parcas y realistas, casi total ausencia de elementos fantásticos o maravillosos, escasez de adjetivos y metáforas, ... A pesar de ello se consigue una extraordinaria viveza narrativa y los más variados efectos poéticos. 

Destaca en el Romancero la inmediata composición de la escena y la presentación de los personajes, la aproximación a la realidad con una gran fuerza plástica y el arte de saber llevar, sin dilaciones, la atención del oyente hacia el núcleo temático. Se combinan admirablemente la narración y el diálogo; mediante éste se consigue el característico movimiento dramático de muchos romances. 

La alternancia en la utilización de formas verbales - presente / pretérito - es otro aspecto que anima la narración con el cambio de perspectivas temporales, desde un pasado lejano a un pasado cercano e incluso a un presente o viceversa. 

Las fórmulas expresivas más empleadas son las repeticiones de palabras o frases y el uso del paralelismo para conseguir una mayor intensidad emocional y rítmica. También se utilizan con mucha frecuencia las formas deícticas, apostróficas y exclamativas para conseguir mayor emotividad y recabar la atención del oyente. 

Finalmente es de destacar una característica muy importante: el fragmentarismo. El romance se centra en un momento determinado de la acción.
Los antecedentes no aparecen porque son conocidos o no interesan, y se entra directamente en el asunto. Además, con mucha frecuencia, la narración se rompe bruscamente sin que se conozca el desarrollo final. 

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