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Lo primero que se debe apuntar
al hablar de este parque es que no debe visitarse con prisas. La fauna,
aunque abundante en lo que es el parque, se difumina en sus 6 millones
de kilómetros cuadrados, con lo que algunas fases de la visita pueden
resultar tediosas, ya que el paisaje, propio de este desierto, acaba agotando
a cualquiera.
Para acceder a este parque se debe tomar
la carretera que va desde Upington hacia el norte.
El Kalahari-Gemsbok es la patria natural de los orix (o gemsbok). Estos antílopes, abundantes en todo el parque, dignifican las extensas planicies de arena. Pero hay dos motivos añadidos, en cuanto a fauna se refiere, por los que vale la pena realizar el camino hasta el parque: los leones del desierto, únicos, y los guepardos, que en este hábitat se reproducen con facilidad. Otro dato curioso y, a menudo increible, es que en varias zonas de este desierto crecen silvestres millones de melones (sí, melones) desde las dunas profundas de arena. En concreto, el camino que une Mata Mata con Twee Rivieren es una alfombra de estos vegetales que los pequeños habitantes del desierto devoran. Los llaman 'Tsama melon'. En la zona marcada del parque, se va entrando y saliendo de territorio de Botswana sin ningún tipo de control, ya que existe un acuerdo entre Sudáfrica y Botswana (en éste pais el parque únicamente lleva el nombre Kalahari) para la conservación de la vida en este desierto. A pesar de lo que digan algunas guías, no lleguéis a este parque sin un 4x4, ya que con frecuencia os encontrarías clavados en la arena y rodeados de "nada amistosos" animales. No se debe olvidar preguntar por los
"game night drive". Éstos son excursiones nocturnas en camiones
desde los que se puede ver el comportamiento de los animales durante la
noche, el cual es muy diferente al que mantienen durante el día,
cuando normalmente descansan.
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