Se trata del parque con mayor solera y reputación de todos cuantos se extienden por el sur de África, y este prestigio no es gratuito. Desde su entrada de Punda Maria, en el norte, hasta el Cocodrile Bridge, en el sur, el Kruger aglutina una cantidad de fauna que, en ocasiones, parece inagotable. 

     Una carretera perfectamente asfaltada recorre de norte a sur el parque, desde la cual, y sin necesidad de un todo-terreno, se puede acceder a todas las pistas que se adentran en el corazón de la reserva. 

     Como ocurre en otros parques, hay ciertos puntos de observación donde con casi total seguridad se podrán encontrar animales (p.ej. las hippo-pools, un inolvidable paseo a pie con la protección de rangers armados con fusiles hasta un remanso donde los hipopótamos se agrupan por decenas). Sin embargo, la mayor ventaja que ofrece el parque es el elevado número de vehículos que lo recorren. Cada uno de ellos, cuando se detiene, se convierte en una posibilidad de encontrar lo que tus ojos no supieron encontrar. A pesar de ello, y por muchos que sean los vehículos, las carreteras a menudo parecen desiertas, pues la amplitud del parque parece, en ocasiones, infinitas. 

 Quizás sea éste el mejor lugar para observar, lejos de una charca, a los Big Five. Pero, con todo, si no eres capaz de encontrarlos o simplemente no tuviste suerte, hay varios campamentos de lujo que limitan con el parque donde, con total seguridad, podrás contemplar a un leopardo devorando un impala en la rama de un árbol o a un rinoceronte blanco con su cría (eso sí, prepara tu cartera, ya que no son, ni mucho menos, baratos). 

     Al parque se puede acceder por carretera por una de las múltiples entradas que se extienden de norte a sur. Pero, si lo prefieres, puedes llegar por avión al campamento Skukuza, donde  AVIS tiene una oficina de alquiler de vehículos.