Dos son las grandes atracciones de este parque. Por un lado, el cañon de Sesriem, por el fondo del cual se pueden hacer largos trekkings para observar los caprichos que el agua y el viento han creado en este lugar. Pero lo más destacable son las dunas de arena de Sossusvlei, las más altas del planeta. Su colorido en sí ya es una fantasía, y éste va cambiando al tiempo que el sol se desplaza. 

     La duna 45, llamada así porque se halla a 45 millas de la entrada principal, es una de las más altas. En ella, si eres aficionado a las grandes emociones, puedes armarte de valor y tratar de ascender a la cumbre, para una vez allí bajar de la manera que más te plazca, aunque es fantástico hacerlo tumbado sobre una plancha de surf. 

     Al final del camino se inicia otro, de unos 5 kilómetros, el cual sólo es accesible a los 4x4, y que te lleva hasta un lago el cual únicamente guarda agua una vez cada muchos años. En este punto es prácticamente obligado comenzar a ascender las enormes dunas hasta que tu cuerpo diga basta, y contemplar el interminable desierto de Namib desde lo más alto. 

     Otro espectáculo increíble es contemplar a un solitario oryx (gemsbok) vagando por entre las dunas, en busca del agua.