Edad Moderna 
En 1519, Carlos I, un rey de una nueva dinastía, los Austria, presiona a Barcelona para que construya la gran obra pública del siglo: la muralla de mar.

Catalunya cayó en la decadencia. Los reyes, a pesar de que habían jurado respetar los privilegios de la ciudad, vivían en Castilla y Barcelona ya no era la capital de la monarquía. El Palacio real estaba cerrado y en nombre del rey gobernaba la ciudad y el Principado un representante suyo, el virrey, que disponía de su propia casa: el Palacio del virrey.

A veces, las relaciones entre Catalunya y el poder central eran tensas. Sobre todo a raíz de la guerra que Felipe IV mantenía contra Francia. Ello supuso la contribución económica de los catalanes, el sostenimiento de las tropas y, por si no había bastante, los excesos de los mercenarios indisciplinados. El país se alzó en armas y el día de Corpus de 1640, bandas de segadores entran en Barcelona. Fue el Corpus de Sangre.

La guerra llamada de los segadores o de Secesión duró once años: a lo largo del conflicto, Barcelona es asediada repetidamente y, al final, derrotada. Como consecuencia, en Barcelona se establece una guarnición permanente del ejército real español.

La ciudad perdía los privilegios militares: las murallas y los baluartes, el castillo de Montjuïc y las atarazanas dejan de ser patrimonio exclusivo de los barceloneses. A pesar de todo, Barcelona sabe ganar el camino del comercio y de la industria.

Camino de progreso barrado por el estallido de una guerra que se inició comenzado el siglo XVIII: la de Sucesión. Se trataba de vivir bajo el reinado de Felipe V, de la dinastía de los borbones, que quería imponer una monarquía absolutista y centralista, o bajo el archiduque Carlos de Austria, que garantizaba las constituciones de Catalunya. La mayoría de los barceloneses y de los catalanes no se lo pensaron dos veces y dieron su apoyo al archiduque. Barcelona, asediada durante 13 meses, cayó el once de septiembre de 1714 y, con ella, las antiguas libertades de Catalunya. La ciudad pierde su Consejo de Ciento y la Universidad. Con el Decreto de Nueva Planta, se inicia un período de represión.

Los filipistas construyen una ciudadela militar donde los adversarios son encarcelados cuando no ejecutados. Esta ciudadela es emplazada donde antes había el barrio marinero de la Ribera. Su presencia tendrá mucho que ver con el nacimiento del nuevo barrio de la Barceloneta, iniciado en 1753. El arrabal comienza a urbanizarse y las fortificaciones y las murallas toman protagonismo. A partir de mediados del siglo XVIII se vive una gran recuperación, tanto económica como demográficamente. A lo largo del siglo se forman la Rambla y el Paseo de S.Juan, y se levantan grandes edificios. A finales de siglo, en Barcelona los mercados están llenos de productos, las manufacturas son considerables en todas partes y se dan signos de industria activa y desarrollada.