Segunda edición

 

 

 

 

 

 

 

   
La primera edición debió de venderse bien, aunque no espectacularmente (ya que el editor esperaba obtener el éxito que había logrado El Guzmán de Alfarache) y a finales de mil seiscientos siete no quedaban ejemplares en la tienda de Robles. No se cree que le hicieran competencia las dos impresiones de Lisboa (la de Jorge Rodríguez no se había agotado en mil seiscientos dieciséis) ni la valenciana de mil seiscientos cinco, destinadas a otros mercados, pero sí que no le permitieran las ventas que esperaba. Estando así las cosas hubo que hacer una segunda edición.

Cervantes se preocupó de corregir en la nueva edición los errores cometidos en la primera, y añadió unas ochenta líneas que explicaban aquellos fragmentos que no habían quedado claros en la edición anterior.

 

 

 


 

 

 

 

 

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Seminario de Lengua y literatura españolas. IES ERNEST LLUCH. Barcelona