Introducción a las Rimas
Generalmente
las ediciones de las rimas toman como modelo la que hicieron sus
amigos. Sin embargo, la primera rima se publicó en la revista
El nene en 1859 y es la número XIII de aquella edición.
Del número total de rimas sólo dieciséis se
publicaron en vida del autor y se pueden fechar cronológicamente,
por lo tanto es imposible hacer un estudio por orden de aparición.
Por otra parte, el Libro de los gorriones es una reconstrucción
de un libro anterior, y no tiene un orden cronológico o temático.
Para muchos estudiosos es posible que el orden en que se publicaron
las rimas intente reproducir una historia de amor.
Algunos autores consideran que las rimas en la edición de
1871 pueden estructurarse en cuatro series:
1)
De la rima I a la XI: tienen como tema la poesía relacionada
con el amor. Este tema está presente también en las
rimas I, IV, IX, X y XI
2)
De la rima XII a la XXIX: pervive el amor siempre expresado de un
modo afirmativo, salvo en la rima XXVI.
3)
De la rima XXX a la LI: tienen también como asunto el amor,
pero desde el punto de vista del fracaso, del desengaño.
4)
De la rima LII a la LXXI: están unidas por un “sentimiento”
de soledad. El poeta expresa en ellas el resultado del desengaño
amoroso presente en la tercera serie. Algunos críticos consideran
que este grupo es el menos homogéneo.
Otros
autores señalan tres ciclos independientes de un desarrollo
temporal en los que la pauta vendría dada en los dos primeros
por “los espacios que describe”; en el primero, la mujer
amada se sitúa en el paisaje natural: “son los idilios,
las flores, y la poesía que entonan la visión de un
ser ideal femenino inalcanzable”; en el segundo, el poeta
persigue este ideal y la mujer aparece situada en “recintos”:
Huerto, claustro, convento; frecuentemente es una mujer de piedra,
o muerta, o en estado de sueño y recuerda cierta similitud
con algunas leyendas. En el tercer ciclo, expresa un sentimiento
con mayor realismo y vienen el tema del desengaño, la muerte
de la amada, etc.
Prácticamente
en todas las rimas está presente de alguna forma el tema
amoroso, incluso en aquellas en que el tema es la poesía.
En el concepto de creación poética de Bécquer
es el amor el que crea “un nivel de existencia en el que es
posible la poesía”. Caben destacar dos niveles en el
tema amoroso: el histórico, es decir, el anecdótico
y real, y el que está más allà del mundo sensible.
En su poesía la experiencia amorosa es positiva cuando los
amantes logran romper la barrera y en el más allá
consiguen la unidad del espíritu. (Ver rima XXIV). Por el
contrario la unión es imposible cuando los amantes suponen
dos fuerzas contrarias. (En la rima XLI, diversos elementos de la
naturaleza, que no logran fundirse, se convierten en la imagen del
amor imposible)
Hay
que subrayar la importancia que tiene la mujer en la concepción
de la poesía de Bécquer, hasta el punto de llegar
a identificarlas, (rima XXI). En una de las Cartas literarias a
una mujer, Bécquer dice: “La poesía eres tú,
te he dicho, porque la poesía es el sentimiento y el sentimiento
es la mujer”. Por lo tanto, muchos de los rasgos que presenta
la mujer son aplicables a su poesía y si hay una mujer inalcanzable,
también será inalcanzable la poesía perfecta,
a la que aspira y persigue infatigablemente.
Sin
embargo, la poesía también está en las cosas,
fuera del creador. En la rima IV, junto a la mujer y el amor, desfilan
otros elementos de inspiración, la naturaleza, los conflictos
humanos, el misterio, etc.
Si la poesía es inalcanzable, para poder expresarse, el poeta
debe mantener una lucha con las palabras, con las que necesariamente,
ha de verter sus ideas. Dice: “¡Ay, que entre el mundo
de la idea y el de la forma existe un abismo que sólo puede
salvar la palabra; y la palabra tímida y perezosa se niega
a secundar sus esfuerzos! Mudos, sombríos e impotentes, después
de su inútil lucha vuelven a caer en su antiguo marasmo”.
El poeta siempre se muestra insatisfecho con la forma: “Andad
y vivid la única forma que puedo daros. Mi inteligencia os
nutrirá lo suficiente para que seáis palpables. Os
vestirá, aunque sea de harapos, lo bastante para que no os
avergüence vuestra desnudez. Yo quisiera forjar para cada uno
de vosotros una maravillosa estrofa tejida de frases exquisitas,
en las que os pudierais envolver con orgullo, como en un manto”.
Todavía
queda otro conflicto por resolver: la lucha entre la inspiración,
que produce pensamientos desordenados, y la razón que impone
el orden en el caos. En la rima III el poeta se impone a las dos.
Bécquer dice que no hay que pensar en un poeta que escribe
emocionado, ebrio de sentimiento, sino que la poesía nace
de la memoria de lo sentido.
|