Las Rimas son unos cien poemas breves e intensos que constituyen la obra poética completa de Bécquer. Reflejan una amplia gama de sentimientos íntimos con un lenguaje sencillo, sin adornos innecesarios, y resultan directas y naturales. Se consigue también en ellas algo muy difícil: la expresión de lo que es invisible, incorpóreo o intangible.
- Interrogaciones, exclamaciones y puntos suspensivos para reflejar una gran intensidad emocional.
- Diálogo de tono íntimo, natural, confidencial.
- Comparaciones y metáforas sencillas referidas al mundo de la naturaleza y a lo sensorial.
- Repeticiones que crean un ritmo muy acentuado (anáforas, paralelismos...)
- Abundancia de contrastes o antítesis.
- Métrica variada, con el predominio de los versos de arte menor y la rima asonante.
Los amigos de Bécquer organizaron las Rimas en torno a cuatro temas. Son los siguientes:
- La poesía como algo inexplicable y misterioso (I-XI)
- Amor esperanzado (XII-XXIX)
- Fracaso amoroso, desengaño y desesperación (XXX-LI)
- Angustia, soledad y muerte (LII-LXXVI)
XXI
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul;
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía...eres tú.
XXXVIII
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
XI
-Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿a mí me buscas
- No es a ti: no.
-Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
puedo brindarte dicha sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
-No: no es a ti
-Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz
soy incorpórea, soy intangible:
no puedo amarte
-¡Oh, ven; ven tú!
XIII
Tu pupila es azul y cuando ríes
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul y cuando lloras
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una vïoleta.
Tu pupila es azul y en su fondo
como un punto de luz radia una idea
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.
XXIII
Por una mirada, un mundo;
por un a sonrisa, un cielo;
por un beso...¡yo no sé
qué te diera por un beso!
XLI
Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o abatirme!
¡No pudo ser!
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o arrancarme!
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque
¡No pudo ser!
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