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Las Líneas de Nazca
     
   
 

Los geoglifos de Nazca están trazados en las amplias llanuras desérticas que se extienden al norte de la ciudad, entre esta población y la cercana localidad de Palpa, en un vasto área conocido como la pampa del Ingenio por el río del mismo nombre que cruza perpendicularmente la planicie. El conjunto de líneas, que ocupa un área de 525 km2, se compone de espectaculares diseños geométricos en forma de espirales, triángulos o rectángulos, inmensas figuras zoomorfas, y otros grandes dibujos con diversas representaciones. Todas ellas muestran dos peculiaridades comunes: el método empleado para su construcción, y su gigantesco tamaño.


El labrado de los geoglifos se ha efectuado mediante el simple procedimiento de remover la capa superior del terreno, de color marrón rojizo, para que destaque su estrato inferior, de una tonalidad amarillenta. Para realzar el contorno de la figura, el cascajo y los guijarros oscuros barridos de la primera capa de tierra, se encuentran dispuestos como una minúscula barrera a ambos lados del surco resultante, con lo que delinean mejor su perfil y evitan que el trazo se ciegue. Las zanjas alcanzan una profundidad máxima de 30 cm, y los muros de escombros que las rodean una altura de entre 20 y 100 cm. Al margen de este elemental sistema de protección, la composición mineralógica de las piedras locales ha jugado también un papel fundamental para evitar que las líneas se desmembrasen, debido a que son ricas en magnetiza, un material de elevada carga magnética que permite que las rocas se aferren al lugar donde están colocadas siguiendo los mismo principios de atracción que los imanes. Esta particularidad, junto con la aridez y las nulas precipitaciones de la región, son los responsables de que en la actualidad podamos contemplar un buen número de diseños casi en perfecto estado.

La escala de trabajo utilizada para el trazado de las líneas es sorprendentemente grande, por lo que sólo puede ser apreciado con precisión desde el aire. Ciertas figuras de animales alcanzan casi hasta 300 m de longitud, como el pelícano (el lagarto, 180 m; el mono, 90 m; el cóndor; 130 m; etc.); algunos dibujos geométricos del tipo «pistas o plazoletas» (amplios terraplenes con forma de triángulo o rectángulo) llegan a ocupar un área de hasta 1.000 m2; y varias líneas paralelas se extienden por el horizonte en tramos ininterrumpidos de hasta 100 Km de largo. No obstante, hay muchísimos más geoglifos de tamaño lente inferior. Los más abundantes son las espirales, que suman más de un centenar.

En 1.926 el arqueólogo Toribio Mejía efectuó una primera exploración de las líneas, pero no fue hasta 1.939 cuando el investigador Paul k, considerado como el reedescubridor de los geoglifos de Nazca, hasta este lugar la atención mundial. Desde entonces, diversos científicos han tratado de elaborar una teoría coherente para desentrañar el misterio de estos gigantescos dibujos. El caso de la matemática Doña María Reiche resulta especialmente excepcional, pues hasta 1.998 dedicó más de 50 años a la investigación las s. Trazó precisos mapas de la zona y tras una intensísima labor de campo, desarrolló uno de los estudios más rigurosos que se han I sobre este lugar. Según sus teorías, las Líneas de Nazca consistían en un gigantesco calendario astronómico construido en sucesivas etapas por las civilizaciones Paracas-Nazca, siguiendo como patrón la medida una unidad básica de 130 cm de longitud. Las figuras serían por lo tanto puntos de mira orientados a cuerpos celestes con- Del mismo modo, Reiche sugería un sistema simple pero efectivamente le permitiría explicar cómo pudieron trazarse diseños tan colosales sin perder una proporción homogénea. Sus conclusiones han sido corroboradas por un buen número de expertos, que basan su veredicto en la importancia capital que implica el conocimiento de los IS astrales para, mediante sus desplazamientos por la bóveda celeste, determinar el paso de las estaciones y por lo tanto, las épocas propicias para el cultivo de los campos.


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