El valle
de las Améscoas
Es impresionante
en su salvaje naturaleza, bellísimo en sus lugares y rincones
selváticos, alejado en su inesperada proximidad; oculto durante
siglos a la curiosidad del viajero; reliquia viva del pasado; silente,
augusto, legendario y fuertemente evocador, y una de las comarcas más
diferentes y atractivas de Navarra
( Jaime del Burgo, refiriéndose al valle de las Améscoas)
Entre la
sierra de Urbasa al norte y la de Lóquiz al sur, se alarga un
barranco estrecho y profundo, que atenazado en sus dos extremos por
las estribaciones de ambas sierras, se abre camino esforzadamente al
exterior en dirección a occidente, por un un paso angosto que
lo pone en comunicación con Santa Cruz de Campezo y, en dirección
a oriente, por el desfiladero del Urederra que lo enlaza con Valdeallín
y Estella.
A pesar de la unidad geográfica de esta barrancada, nos encontramos
en ellas con circunscripciones humanas y administrativas distintas y
con denominaciones geográficas diversas. El extremo occidental
pertenece a la provincia de Alava y en él se asientan los pueblos
de Contrasta, Ullibarri, Alda y San Vicente a los que conjuntamente
llamamos hoy valle de Arana. El pertenecer Alava a los reyes de Castilla,
cuando Navarra era Reino independiente, ocasionó entre estos
pueblos y los de Améscoa continuas discordias y fechorías
fronterizas.
La parte central la ocupan los pueblos de Eulate, Aranarache y Larraona.
Cada uno de ellos constituye un municipio con su ayuntamiento propio,
y hasta el siglo XVI se llamó a este territorio y al conjunto
de los tres pueblos Val de Arana. En la actualidad se denomina Améscoa
Alta.
En el extremo o oriental se halla la verdadera Améscoa y lo que
se conoció con ese nombre hasta el siglo XVI. En él están
asentados los pueblos de Ecala,
San Martín. Zudaire, Baríndano, Baquedano, Gollano, Artaza
y el caserío de Urra. Todos ellos integran el municipio de Améscoa
Baja, regido por un ayuntamiento con sede en Zudaire, capital del valle.
Las dos Améscoas Alta y Baja, han estado muy ligadas históricamente
y siguen unidas por intereses comunes; en la actualidad se considera
al territorio como una unidad geográfica con el nombre de las
Améscoas.
Geología
y geografía del valle
El
valle de las Améscoas debió formarse hace miles de
años, como consecuencia de los movimientos orográficos
de la Era Terciaria. En ellos emergió el macizo de Andía
y el agua que se acumuló en la altiplanicie de Urbasa, que tiene
forma de artesa, se fue evacuando por sus laderas, modelando el valle
con la erosión.
El agua sigue filtrándose en la cumbre y acumulándose
en el seno de la sierra, para aflorar en un sin fin de chorrillos formando
las fuentes de las aldayas, o brotar a borbotones en el nacedero de
nuestros dos ríos, el Uyarra y el Urederra. Uno y otro manan
en sendas brechas que la erosión fue abriendo en el macizo de
Andía.
La brecha el Urederra es amplia y profunda. Avanza por terrenos de Zudaire
y Baquedano entre follaje de robles, hayas, espinos y fresnos, hasta
una muralla rocosa imponente, semicircular que le cierra el paso. De
los cimientos de la colosal muralla y entre riscos, brota dicho río
y después de recorrer el valle de Valdeallín desemboca
en el Ega en las proximidades de Estella.
La brecha labrada por el Uyarra parece un simple repliegue de la falda
de la cordillera en su parte de Encía y terrenos de Contrasta.
El río corre por las tierras de Larraona y Aranarache y, cuando
está a punto de invadir los terrenos de Eulate, se filtran sus
aguas, quedando su cauce seco la mayor parte del año. Sólo
cuando el caudal es abundante sigue el Uyarra su curso por terrenos
de Ecala y San Martín hasta desembocar en el Urederra al pie
mismo de Baríndano. El cauce del río Uyarra constituye
el surco más profundo del valle. El suelo pertenece al periodo
Turonense de la era terciaria y sus riberas son un conglomerado de margas
blancas con micráster, fósiles a los que los
amescoanos denominan calbarros. ( No son otra cosa que fósiles
de erizo de mar).