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Arquitectura romana

La expansión del Imperio romano a lugares donde no se conocía la vida urbana obligó a la creación de ciudades de nueva planta, lo que potenció el desarrollo de una teoría y una práctica urbanísticas complejas. Las necesidades de comunicación, de abastecimiento y de dotación de infraestructuras potenciaron la ingeniería. Las nuevas necesidades llevaron al uso de materiales no empleados hasta entonces (conglomerados de argamasa y piedra).

Las ciudades podían desarrollarse a partir de núcleos anteriores (Ampurias en el litoral catalán, por ejemplo) o bien provenir de campamentos militares (León) o, por último, de asentamientos de colonias de veteranos (Mérida). Se inauguraba la ciudad con un ritual que consistía en la consulta de los augures, seguido del marcado del perímetro urbano con un arado. El trazado tendía a ser geométrico y el recinto urbano se partía en cuatro a partir de un eje longitudinal y otro transversal (cardo y decumano). En el cruce de ambos se situaba el foro o plaza principal. El recinto se amurallaba y se abrían puertas a los extremos de las vías principales. Las calles perpendiculares entre sí formaban insulae o manzanas.

Las ciudades poseían una cuidada infraestructura: alcantarillado, lavatorios públicos, pavimentación, etc. El suministro de agua obligaba, a menudo, a construir complicados sistemas de conducción, salvando los desniveles del terreno (acueductos como el de Segovia o el de Pont du Gard, que era puente y acueducto a un tiempo). Caminos y calzadas comunicaban entre sí a las ciudades más importantes y a éstas con la capital del Imperio, Roma.

El foro era el centro neurálgico de la ciudad, pero podía haber más de uno; en él se ubicaban la basílica, que hacía las funciones de tribunal, bolsa comercial o de lugar de reunión; monumentos conmemorativos (columnas como la de Trajano, estatuas de emperadores, arcos triunfales) y templos.


El templo romano

A primera vista el templo romano puede confundirse con el griego (se construye siguiendo los órdenes clásicos) pero dos aspectos le diferencian claramente de aquél: se construye sobre un podio y las columnas suelen estar adosadas al muro; no son elementos sustentantes sino decorativos (Maison Carrée de Nîmes, por ejemplo). En conjunto el templo romano es más pesado, menos estilizado. El templo de planta circular es más frecuente en Roma que en Grecia (Templo de Vesta en Tívoli). El Panteón de Roma es un enorme templo circular cubierto por una grandiosa cúpula, construida con cimbras, sobre un cuerpo cilíndrico. En el Panteón se pone de manifiesto la audacia romana en el uso de nuevas técnicas y materiales.


Otros edificios romanos

Además de los ya citados, hay que destacar por su magnificencia los dedicados a espectáculos públicos: teatros, anfiteatros, circos e hipódromos.

El teatro romano tiene la misma estructura que el griego, sólo que la orquesta ya no es lugar de representación, sino que la ocupa el público. El espectáculo se desarrolla en la escena, que suele ser monumental y estar elevada al mismo nivel que las gradas superiores. El teatro ya no está abierto a la naturaleza, sino cerrado y construido en su totalidad, puesto que no siempre se aprovechan los desniveles del terreno.

El anfiteatro es una creación romana. En él se realizan luchas de gladiadores, espectáculos navales, etc. Su estructura es la de un teatro doble: su forma elíptica y la de la arena circular. Las graderías elevadas de teatros y anfiteatros obligan al abovedamiento de las partes sustentantes y a un gran ingenio en el cálculo de estructuras. El más espectacular de todos los anfiteatros romanos es el Coliseo de Roma.

Las termas o baños públicos, como las de Diocleciano en Roma, son centros de la vida social de los romanos; por esta razón, además de contener los espacios dedicados a los baños (caldarium, tepidarium, frigidarium y apoditherium), se complementan con bibliotecas, salas de juego, de reposo, etc.

La vivienda romana reviste un gran interés, puesto que se construye siguiendo una estructura que es herencia del pasado y modelo para el futuro. La casa unifamiliar romana (también existen viviendas de pisos, en cuya planta baja se sitúan los locales comerciales o tabernae), llamada domus, se distribuye en torno a un patio descubierto o atrio, con un estanque en el centro y rodeado de habitaciones. Las familias más ricas disponían de villas campestres (Villa Adriana en Tívoli, por ejemplo) con jardines, estanques, profusión de estatuas, etc.

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