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Jacques - Yves Cousteau

Jacques-Yves Cousteau,l'explorateur du« monde du silence »

Inventor del buceo autónomo, Jacques-Yves Cousteau ha dado a conocer al mundo entero la vida exuberante y silenciosa de los océanos que surcó durante cuarenta años. Miembro de la Academia Francesa, autor de decenas de libros y películas -entre ellas El Mundo del Silencio, Palma de Oro de Cannes en 1956-, era además un defensor acérrimo del planeta y de la ecología. Falleció el 25 de junio de 1997 a la edad de ochenta y siete años.

Antes del comandante Cousteau, no se conocía más que la superficie del océano y sus profundidades constituían un mundo desconocido y amenazador. No es casual que sea el francés más conocido del mundo y uno de los más populares de Francia. Gracias a sus invenciones, su amor por el mar y un agudo sentido de los negocios, Jacques-Yves Costeau ha hecho que centenas de millones de personas descubrieran la colorista sinfonía de animales y plantas que pueblan el mundo del silencio a través de numerosas películas y libros. El hombre del gorro rojo también puso su notoriedad y su relación con los dirigentes de numerosos países al servicio de la ecología, para proteger la Tierra, los océanos y las especies vivas de las "locuras asesinas de nuestro tiempo".

Cousteau debe sus éxitos a una alquimia entre sus pasiones: los viajes, el mar y el cine. Nacido el 11 de junio de 1910 en Saint-André-de-Cubzac, cerca de Burdeos (en el suroeste de Francia), Jacques-Yves Cousteau descubre muy pronto los viajes gracias a su padre, abogado de un millonario americano que lleva a la familia a pasar un año en Nueva York cuando Jacques-Yves tiene diez años. Desde los trece años se apasiona por el cine amateur. En cuanto al mar, lo descubre primero en las calas de Marsella (Sur) donde se instala su familia, y luego en la Escuela Naval de Brest (Oeste) antes de surcar los océanos como oficial de marina en el Jeanne d'Arc, buque escuela de la Marina Nacional.

Tentado por la actividad aeronaval se ve obligado a renunciar al pilotaje tras un grave accidente de automóvil en 1936. Cuando surje la guerra, Cousteau se encuentra en la guarnición de Toulon. Ocupa su tiempo libre rodando con su cámara metida en un frasco, restos de barco y los magníficos fondos marinos de un mar Mediterráneo aún no contaminado.

En aquel entonces sólo se conocía para bucear las pesadas escafandras unidas por un tubo de aire a la superficie, demasiado complicado para Cousteau, que sueña con una escafandra autónoma. Un sueño que pronto se hace realidad, ya que en 1943 elabora con el ingeniero Emile Gagnan, inventor de un descompresor para vehículos de gasógeno, el equipo de respiración submarina basado en aire comprimido contenido en una botella. La patente del "Aqua-Lung" (en inglés, pulmón acuático), y los derechos de fabricación del aparato por parte de la empresa Aqualung, que sigue siendo hoy número uno del mercado de equipos de buceo, hacen la fortuna de los dos hombres.

A partir de entonces, Cousteau bucea y bucea con ayuda de su invento, filmando restos de la guerra para la Marina o restos arqueológicos por puro placer de arqueólogo aficionado. En 1947 alcanza la profundidad de 100 metros y se entusiasma por la oceanografía. La asombrosa capacidad que tiene de financiar sus proyectos se desvela cuando en 1950 lord Guinness, un mecenas inglés, compra para él un antiguo dragaminas británico. Transformado en navío oceanográfico, el Calypso se convertirá en protagonista de las aventuras del comandante Costeau sobre y bajo los mares.
 
 

Platillos submarinos

Su equipo de submarinistas-cineastas inventa tanteando las técnicas del cine submarino. Dando a conocer un universo de luz y color poblado de meros, ballenas o morsas, la película El Mundo del Silencio que realizan Cousteau y el cineasta Louis Malle recibe la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1956, y a más de dos millones de espectadores. Rico y famoso, el explorador del mundo submarino dimite de la Marina con el grado de capitán de corbeta y se consagra a las campañas a bordo del Calypso.

Con su mujer Simone, con quien se casa en 1937, y sus hijos Philippe y Jean-Michel, el comandante Cousteau acoge a bordo a científicos de las más diversas disciplinas -geólogos, geofísicos, biólogos, zoólogos, arqueólogos, ecologistas- y explora cada temporada el mar Rojo o el Saint-Laurent, el Antártico o la Amazonia. De estos periplos nacen una cincuentena de libros, dos enciclopedias, varias películas y sobre todo un centenar de documentales que las televisiones de todos los países se quitan de las manos. Lo que el gran público conoce de la vida de los océanos se lo debe a la televisión de Cousteau...

El cartel japonés de El Mundo del silencio (1956), que mostró al mundo entero los tesoros de los fondos marinos.
 Para filmar y trabajar bajo el mar, construye pequeños "platillos submarinos" y más tarde bases submarinas. En Precontinente III, sumergido a 110 metros a la altura del cabo Ferrat, seis "oceanonautas" trabajan durante varias semanas respirando una mezcla de helio y de hidrógeno, ahorrándose los problemas de las sesiones de descompresión indispensables al salir a la superficie. Por el contrario, el Argyronète, su proyecto de submarino de concepción revolucionaria financiado por Francia, fracasa en 1972. Cousteau no es infalible... De hecho, algunos critican su autoritarismo, o la explotación comercial de las expediciones en detrimento del conocimiento científico.
 
 

Captain Planet

Para Cousteau, la ecología justifica su acción. A base de recorrer los océanos, el explorador ha tomado conciencia de las amenazas que los hombres inflingen a los ecosistemas marinos y a toda la Tierra. En 1960 se subleva contra la inmersión de residuos radioactivos en el mar Mediterráneo, que el General De Gaulle, entonces presidente de la República, interrumpirá. En 1974 crea en Estados Unidos, The Cousteau Society, y luego en Francia la Fundación Cousteau (convertida en Equipe Cousteau en 1992) para promover la protección del planeta y recolectar fondos para sus onerosas expediciones entre sus adherentes (actualmente 400.000).

Director del Museo Oceanográfico de Mónaco entre 1957 y 1988, Cousteau es escuchado por los jefes de Estado del mundo entero. Mediante sus intervenciones en la tribuna de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) consigue hacer del Antártico una reserva protegida contra todo tipo de explotación. En 1988 entra a formar parte de la Academia Francesa y no se decide aún a jubilarse: en la Cumbre de la Tierra de Rio (Brasil) de 1992 lanza una petición "por los derechos de las generaciones futuras" que reunirá más de 5 millones de firmas. Los medios de comunicación, seducidos de nuevo, lo apodan "Captain Planet".

Ironía de las fechas, el Calypso zozobra en el puerto de Singapur el 8 de enero de 1996, día de la muerte del antiguo presidente de la República François Mitterrand. Inmediatamente, Cousteau lanza una suscripción para construir el Calypso II, que debería salir al mar a finales de 1998 bajo la dirección de su segunda mujer, Francine. Sin esperar, el infatigable explorador de los océanos se ha acercado para siempre con el mundo del silencio.

Antoine Trièves
Periodista


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