Apunts Jota'O

Material de suport de l'assignatura de filosofia per alumnes de primer i segon de batxillerat

 

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S O C R A T E S
W.K.C. GUTHRIE.



Sócrates dijo que no se podían discutir cuestiones morales tales como de qué manera actuar justamente, o cuestiones estéticas tales como si una cosa es hermosa, a menos que previamente se haya decidido qué significan los conceptos de "justicia" y "belleza". Mientras esos conceptos no se fijen, de tal forma que dispongamos de una norma en nuestras mentes a la que pueden referirse, no sabremos lo que estamos diciendo sobre ellos, y la discusión podría frustrarse porque las partes están asignando significados diferentes a las mismas palabras. Si esto es así, dicen Platón, entonces debemos creer que cosas tales como justicia o belleza existen realmente, porque de otro modo de qué serviría intentar definirlas?

No es bueno buscar una norma universal si es sólo imaginaria. En consecuencia, pensó la existencia de una Forma o "Idea" (en griego eidos o idéa) de éstos y otros conceptos, que no fuera un mero concepto existente en nuestras mentes, sino que tuviera una naturaleza inmutable, independiente de lo que los seres humanos pudieran pensar acerca de ella. Este es el famoso chorismós, o afirmación de la existencia separada de las Ideas, es decir, separada tanto de los ejemplos particulares que hay de ellas en el mundo, como de nuestros pensamientos acerca de ellas; y la creencia en tales formas que existen independientemente, constituye lo que se conoce como "La teoría platónica de las Ideas". Aristóteles confirma que surgió a partir de la exigencia socrática de definiciones, y que por esa vía fue mucho más allá.

Sócrates dejó la ciencia por la ética, el estudio de la naturaleza por la consecución de principios prácticos. Pero, tal vez, a causa de sus anteriores estudios científicos, insistió en que la misma ética era un campo de conocimiento exacto, que reclamaba la aplicación de un riguroso método científico. En opinión de Aristóteles, Sócrates juega un doble papel en la historia de la filosofía: produce un método y un principio indispensables para el estudio adecuado y la clasificación de los fenómenos naturales, y al mismo tiempo su nombre marca el final de la época científica y el comienzo de la ética en filosofía.

Sócrates trató de hacer de la ética y la política el tema de una investigación científica que pondría al descubierto leyes o verdades universales, en oposición al escepticismo y al relativismo que habían convertido todas las cosas en cuestiones opinables y habían dejado las mentes de los hombres a merced del persuasor de lengua más lisonjera.


INDUCCION Y DEFINICION.

La inducción, nos dice Aristóteles es el camino desde lo particular o singular hasta lo universal. La mente es "conducida" (según podría significar la palabra griega, epagogé, que se usa para la inducción), desde la observación de ejemplos particulares hasta la comprensión de una característica general compartida por todos los miembros de una clase.

Sócrates sólo empleó una forma rudimentaria, con la vista puesta más en la vida moralmente buena que en un método lógico o científico.

RELEVANCIA DE LA INDUCCION Y DE LA DEFINICION

PARA LOS OBJETIVOS ETICOS DE SOCRATES.


El interés de Sócrates por las definiciones es uno de los hechos mejor atestiguados de él. Pero cuál era su motivo?

Del pensamiento y del discurso de sus contemporáneos, hubo una característica que a Sócrates le pareció particularmente perniciosa. Tanto en la conversación como en los discursos políticos o en la oratoria judicial, utilizaban constantemente gran variedad de términos generales, en especial de términos descriptivos de conceptos éticos -justicia, templanza, valor, areté, etc.-. Pero, al mismo tiempo, los sofistas y otros aseguraban que tales conceptos no tenían base alguna en la realidad. No eran virtudes dadas por los dioses, sino que lo eran únicamente "por convención", y variaban según los lugares y las épocas. El pensamiento serio y riguroso acerca de las leyes del comportamiento humano había comenzado con un radical escepticismo, según el cual, no se apoyaría sobre principios fijos sino que cada decisión debería tomarse empíricamente y ad hoc, apoyándose en la experiencia de la situación inmediata (kairós).

Sobre esta base teórica se apoyó el orgullo de la joven retórica por su habilidad para convencer a los hombres en pro o en contra de cualquier conducta, en razón al uso persuasivo de las palabras. En una atmósfera así, no era sorprendente que hubiera mucha confusión en los significados asignados a los términos morales. Sócrates lo observó, y lo censuró. Si esos términos respondían en última instancia a alguna realidad, pensaba él, entonces un significado tenía que ser verdadero y otro falso. Si, por otra parte, los sofistas tenían razón, y su contenido era puramente relativo y cambiante, debería ser un error continuar usando las mismas palabras para cosas diferentes y deberían ser retiradas de la circulación. El mismo estaba convencido de que la primera alternativa era la verdadera.

En opinión de Sócrates, pues, si lo que hay que hacer es poner orden en la consideración de lo bueno y lo malo de la conducta humana, lo primero que hace falta es decidir qué es la justicia, la bondad y las demás virtudes. Según su método, tal como lo describe Aristóteles y lo ilustran Jenofonte y Platón (sobre todo, aunque no exclusivamente, en los primeros diálogos), la investigación consta de dos etapas. La primera consiste en recoger ejemplos sobre lo que las dos partes en litigio estén de acuerdo en que se les puede aplicar el nombre de que se trata. Por ejemplo: si se trata de la piedad, recoger ejemplos de actos piadosos reconocidos. En segundo lugar, se examinan los ejemplos recogidos en orden a descubrir en ellos alguna cualidad común en virtud de la cual merecen tal nombre. Si no compartían tal cualidad común, entonces concluía que sería impropio continuar aplicando la misma palabra a todos ellos. Esta cualidad común, o conjunto de cualidades comunes, era su naturaleza, esencia o "forma", considerada como piadosa. De hecho, proporcionará, si se puede descubrir, la definición de piedad, abstraída de las propiedades accidentales de tiempo y circunstancia que diferencian a los casos individuales que caen bajo ella.


LA NATURALEZA DE LA DEFINICION SOCRATICA.

En el procedimiento de Sócrates subyace la suposición, o la fe, nunca mencionada porque nunca se reconoció conscientemente, de que las especies o clases a que pertenecen los particulares, las "formas", que poseen, tienen una naturaleza cuasi-substancial, y de aquí una estabilidad que hace a la esencia de cada una capaz de ser comprendida, descrita y distinguida claramente de otras esencias.

1) Es probable que la noción del eidos (con el significado de especie natural), como algo al menos cuasi-substancial, ya se había sostenido en el pensamiento griego (objetivar enfermedades y sus variedades. No hay enfermedades, sino enfermos).

2) Más típica de Sócrates era su perspectiva teleológica, su convicción de que comprender la naturaleza de algo consistía en comprender la función o propósito que trataba de cumplir. Una definición debe afirmar no sólo lo que podríamos considerar como los atributos esenciales, sino también, y, principalmente, el érgon, o trabajo, que el objeto en cuestión debe realizar.


LA IGNORANCIA DE SOCRATES.

El método mayéutico, basado en la supuesta esterilidad de la comadrona, significa conseguir que el paciente, o el alumno, formule un enunciado general, frecuentemente, aunque no siempre, bajo la forma de explicar "Qué es x" (y a menudo, como es el caso de Teeteto y Menón, después de rechazar como inadecuada una enumeración aleatoria de ejemplos), y mostrar por medio de la discusión que es en algún aspecto defectuoso. Entonces, el alumno propone otro, que supondrá un avance sobre el anterior y de esta forma la aproximará más a la verdad. No obstante, puede ser necesario un tercero, e incluso el último sugerido a veces tampoco vale, y el diálogo termina con una confesión de fracaso, pero al mismo tiempo con una nota de esperanza. Así, Sócrates hace que Teeteto abandone sucesivamente las nociones de que el conocimiento es a) sensación, b) creencia verdadera, c) creencia verdadera más explicación o información (lógos). Esto agota la cuenta de los pensamientos embrionarios de Teeteto, pero, dice Sócrates, si él concibe de nuevo, su fruto servirá mucho más para el examen de los primeros, y si no lo hace, será un hombre mejor por el conocimiento de su propia ignorancia.

Sin duda el mérito del método socrático reside más en suprimir ideas confusas y pensamientos torcidos, que en dar a luz otros nuevos.

Su misión no consistía en impartir un cuerpo de doctrina positiva, sino en hacer ver a los hombres su necesidad intelectual, y a partir de ahí invitarles a unirse a él en la búsqueda de la verdad por el método dialéctico de preguntas y respuestas.

La esencia del método socrático, su meollo, consiste en convencer al interlocutor de que, aunque pensara que sabía algo, de hecho no era así.

Demostró a todo el mundo que lo que los sofistas llamaban conocimiento no lo era en absoluto. Semejantes superficialmente, las dos afirmaciones eran fundamentalmente distintas, porque la de Sócrates se apoyaba en una inconmovible convicción de que el conocimiento era en principio asequible, pero que, si es que había alguna esperanza de alcanzarlo, había que eliminar, primero, los desechos de ideas confusas y erróneas que llenaban las mentes de la mayor parte de los hombres. Solamente entonces podría comenzar la búsqueda positiva del conocimiento. Una vez que su compañero había comprendido el recto camino para su objetivo (el método en su sentido etimológico griego), estaba dispuesto a buscarlo en él, y la filosofía de Sócrates se resumía en esa idea de la "búsqueda en común", que es una concepción de la finalidad de la discusión y del diálogo totalmente contraria a la idea sofística de ella como controversia que tiende a la derrota del oponente. Aunque ninguno de los dos conocía la verdad, sin embargo, sólo con que el otro se persuadiera de ello, ya podrían ponerse en camino juntos con alguna esperanza de encontrarla, o al menos de aproximarse más a ella, porque el hombre que se ha deshecho de una concepción falsa, está ya más cerca de la verdad. Ser socrático no significa seguir cualquier sistema de doctrina filosófica. Implica, en primer lugar y ante todo, una actitud de la mente, ya que el verdadero socrático está convencido de la ignorancia no sólo de él, sino de toda la humanidad.


LA VIRTUD ES CONOCIMIENTO.

En la adquisición de la areté, Sócrates no excluyó a ninguno de los tres factores que en siglo V estaban comúnmente reconocidos: los dones naturales, el aprendizaje y la práctica. Sin embargo su opinión sobre el caso seguía siendo original. El conocimiento, en y por sí mismo, de la naturaleza de la virtud, era suficiente para hacer a un hombre virtuoso; pero había pocas probabilidades de que aprendiera la verdad si su cuerpo no estaba sometido a la disciplina negativa de resistir al abandono sensual y su mente a la práctica de la dialéctica, el arte de discriminar y de definir.

La tradición en la que se encontraba Sócrates era la de los sofistas, y su enseñanza habría sido imposible sin la de ellos, mucho de la cual él aceptó. Ellos basaban sus vidas sobre la convicción de que la virtud podía enseñarse, y él concluyó que, consecuentemente, debería ser conocimiento. Al igual que ellos, él defendió el principio de utilidad, y le impresionó mucho lo que decían sobre la relatividad de la bondad.

Si Sócrates sostenía que la virtud era conocimiento, creyera o no que él o cualquier otro hombre la hubiera alcanzado, debe haber tenido alguna concepción del objeto de ese conocimiento. Aunque sea un objeto único, tiene dos aspectos. En uno, era conocimiento del fin y del objeto de la vida humana, que incluía i transcendía todos los fines parciales y las artes particulares tales como las que se ocupaban de la salud, de la seguridad física, de la riqueza, del poder político, etc.. Estas pueden o no contribuir a una vida más feliz, porque todas ellas son instrumentales respecto a ulteriores fines, y depende de cómo se usen. En un segundo aspecto, el conocimiento que se requería era el autoconocimiento. Si pudiéramos comprender nuestra propia naturaleza, podríamos en consecuencia saber cuál era el objetivo justo y natural de nuestra vida, y éste es el conocimiento que nos daría la areté que andamos buscando.


LO BUENO Y LO UTIL.

Si queremos aprender lo que es la areté en cuanto tal, la suprema o universal excelencia que nos capacitará a todos nosotros, cualquiera que sea nuestra profesión, oficio o situación, a vivir el tiempo de la vida humana del mejor modo posible, debemos ante todo conocernos a nosotros mismos, porque de este autoconocimiento saldrá el conocimiento de nuestro principal fin. Llevada hasta este extremo, la doctrina que comenzó siendo utilitarista e incluso egoísta, puede terminar con una conclusión aparentemente tan poco práctica como que es mejor sufrir el mal que causarlo, y que, si se ha cometido el mal, es mejor aceptar el castigo por ello que eludirlo. Porque el verdadero yo, que es el que se ha de beneficiar, resulta que es la psyché, y a ésta sólo le dañan los actos malos y el castigo le aprovecha.


AUTOCONOCIMIENTO Y CUIDADO DEL ALMA. LA PSYCHé HUMANA.


Una de las exhortaciones más insistentes de Sócrates a sus conciudadanos era la de que debían cuidarse de -mirar por, atender- sus almas.

La palabra original psyché no tiene las implicaciones que nuestra traducción por "alma" ha adquirido a lo largo de siglos de uso en un contexto cristiano.

Lo que Sócrates pensaba acerca de la psyché humana era que ella era el verdadero yo. El hombre vivo es la psyche, y el cuerpo (que para los héroes homéricos y para aquellos que aún se educaban en Homero adquirió una clara preferencia) es solamente el conjunto de instrumentos o herramientas de las que el alma se sirve en orden a la vida. Un artesano sólo puede realizar un buen trabajo si domina sus herramientas y pueda utilizarlas como quiere, realización que requiere conocimiento y práctica. De igual modo, la vida sólo puede vivirse bien si la psyché está al mando del cuerpo. Significa pura y simplemente la inteligencia, que en una vida perfectamente ordenada tiene el completo control de los sentidos y de las emociones. Su virtud propia es la sabiduría y el pensamiento, y mejorar la psyché es cuidarse de la sabiduría y de la verdad.

De esta identificación de la psyché con el yo y del yo con la razón, puede decirse que tiene sus raíces tanto en el pensamiento científico jónico como en el pitagorismo, aunque había cierta novedad en el desarrollo que hizo de ellos Sócrates, aparte del hecho de que el ateniense medio, que es a quien trataba de persuadir en particular, no tenía por costumbre dejar que su vida se rigiese por ninguna de esas influencias.

Otra concepción fundamental, es la del autoconocimiento, como prerequisito para una vida buena.
El "saber cómo", para Sócrates, debe ir precedido del "saber qué", lección que los sofistas no lograron enseñar. Por eso en la vida no podemos conseguir un arte o una mejora de nosotros mismos a menos que primero comprendamos lo que somos. Nuestro primer deber, por lo tanto, es obedecer la délfica "conócete a ti mismo", "porque una vez que nos conozcamos podremos aprender a cuidar de nosotros, pero si no, nunca lo haremos".

Cómo conseguiremos ese conocimiento de nuestro verdadero yo?. Se consigue mediante una ulterior distinción entre el usuario de algo y lo que usa. Un zapatero es distinto de su navaja y de su lezna, un músico de su instrumento. Pero podemos ir más lejos. Un zapatero, o cualquier otro artesano, no utiliza solamente sus herramientas sino también sus ojos y sus manos. Podemos generalizar esto y decir que el cuerpo en su conjunto es algo que el hombre usa para llevar a cabo sus propósitos, sus piernas le llevan a donde quiere ir, etc.. Y si estamos de acuerdo en que tal afirmación tiene sentido, debemos convenir en que al hablar de un hombre significamos algo distinto de su cuerpo -que, de hecho, utiliza el cuerpo como su instrumento-. No puede ser otra cosa que la psyche, que utiliza y contra el cuerpo. En consecuencia, el que dijo "conócete a ti mismo" de hecho nos estaba ordenando conocer nuestra psyche. Volviendo a la primera distinción, conocer el cuerpo es conocer algo que pertenece a uno mismo, como el zapato al pie, pero no el propio yo real. Conocerse a uno mismo es a la vez una comprensión intelectual y moral, porque es conocer lo que es la psyche, no el cuerpo, lo que pretende la naturaleza o Dios que sea el elemento regulador: conocerse a sí mismo es tener autocontrol (sophrón).

Esto puede arrojar algo más de luz sobre nuestras discusiones acerca del intelectualismo de Sócrates. También en esa cuestión usa Sócrates el argumento para oponerse a las normas sexuales vigentes:; él mismo puede describirse correctamente como un amante de Alcibíades, porque ama su psyche; los que aman su cuerpo no aman a Alcibíades, sino sólo algo que le pertenece.

Después de haber establecido que conocernos a nosotros mismos es conocer la psyche y no el cuerpo, llega a decir que si queremos conocer lo que es la psyche, debemos considerar “en particular, la parte de ella en la que reside su virtud”, y añade inmediatamente que esta virtud de la psyche es la sabiduría (sophía).

Conocer lo que es algo, es conocer para qué sirve, y ya hemos descubierto que este érgon o función del alma es gobernar, regir o controlar. Que la virtud sea conocimiento es completamente verdad a lo largo de la escala de las ocupaciones humanas. La virtud de un zapatero es conocimiento de para qué son los zapatos y de cómo hacerlos; la virtud de un médico es conocimiento del cuerpo y de cómo cuidarlo. Y la virtud de un hombre completo, tanto en cuanto ser individual como en cuanto ser social, es el conocimiento de las virtudes morales y de las propias de un estadista –justicia, valor y las demás-, que todos los ambiciosos políticos atenienses declaraban comprender, pero que fue a Sócrates a quien cupo el penoso deber de hacerles ver que eran tan ignorantes –y él mismo también- de su naturaleza. He aquí toda la serie de pensamientos que subyace a la exhortación de la “Apología” a cuidar de la psyque, de la sabiduría y de la verdad, más que del dinero o de la fama, que habría sido inadecuado, o más bien imposible de desarrollar, en un discurso entre los jueces en su juicio.


Creencias religiosas de Sócrates: ¿Es inmortal el alma?


Según los testimonios existe la presunción de que él creía que el alma sobrevivía después de la muerte en una forma mucho más satisfactoria que la sombría y necia existencia de los muertos homéricos. Parece haber sido un hombre que, como dice Aristóteles, aplicó toda su notable potencia intelectual a la solución de cuestiones de conducta práctica. En materias más elevadas, sugeriría que estaba guiado por una simple fe religiosa.

Ciertos problemas eran solubles, en principio, por el esfuerzo humano. Molestar a los dioses con ellos significaría pereza y estupidez. Pero siempre habría verdades que estuvieran más allá del ámbito de la explicación humana, y para ellas debería confiarse en la palabra de los dioses, transmitida por los oráculos o a través de otros canales. No había ironía alguna en su forma de hablar de su signo divino: se puso a sí mismo sin reservas en manos de lo que sinceramente creía ser una inspiración del cielo. Poseía la virtud religiosa de la humildad (que en otros se ha tomado a veces por arrogancia), y con ella, y a pesar de su incesante preguntar acerca de todo en la esfera humana, la de una creencia incuestionables. No existe nada imposible ni sin precedentes en la unión de una aguda y penetrante perspicacia para los asuntos humanos y una vista infalible para detectar el engaño, con una sencilla piedad religiosa. No podía haber puesto tanto énfasis en el”cuidado” de la psyche como del verdadero hombre, sin creer que era verdaderamente humana y a la vez participante de algún modo en la naturaleza divina, que por ello era también la parte que sobrevivía de nosotros mismos, y que el trato que se le dispensara en esta vida afectaría a su naturaleza y a su suerte en la próxima. La diferencia entre él y Platón consiste en que mientras él se contentaba con creer en la inmortalidad como lo haría el más humilde y menos teólogo de los cristianos, como un simple artículo de fe, Platón sintió la necesidad de apoyarla con argumentos que pudieran al menos fortalecer al temeroso, si no convertir al no creyente. Intentaba promover la inmortalidad desde el nivel de una creencia religiosa hasta el de una doctrina filosófica.


 

 

 

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