L'ésser humà segons Leakey

Text 1. Richard E.Leakey, La formación de la humanidad. Ed Orbis, Biblioteca “Muy Interesante”. Estella, 1988, pp. 18-22.
¿Qué somos? Para el biólogo somos miembros de una subespecie llamada “Homo sapiens sapiens”, que representa una división de la especie conocida como “Homo sapiens”. Cada especie es única y diferenciada, calificativos que forman parte de la definición de especie. Pero ¿qué tiene de particularmente interesante nuestra especie? Para empezar, andamos siempre erguidos sobre nuestras extremidades posteriores, manera de moverse sumamente excepcional para un mamífero. Hay también otras varias características poco usuales relativas a nuestra cabeza, entre las que no es la menor es gran cerebro que alberga. Otro rasgo es nuestro semblante: una cara extrañamente aplanada con su nariz prominente apuntando abajo. Los antropoides y los monos tienen la cara saliente en un hocico y una nariz “aplastada” encima del hocico. En la evolución humana hay muchos misterios, uno de los cuales es el porqué de la forma tan excepcional de nuestra nariz. Otro misterio es nuestra desnudez, mejor dicho, aparente desnudez. A diferencia de los monos, nosotros no estamos cubiertos por un abrigo de pelo grueso. El pelo humano es muy abundante, pero sumamente fino y corto, por lo que, en la practica, estamos desnudos. Es muy probable que ello tenga que ver con la segunda característica interesante de nuestro cuerpo: la piel está profusamente cubierta de millones de glándulas sudoríparas microscópicas. En el mundo de los primates no se da nada equiparable a la capacidad de sudar que tiene el hombre.

Hasta aquí nuestra apariencia; ¿qué decir de nuestro comportamiento? Nuestras extremidades anteriores, liberadas de la función de sostenernos, poseen una gran habilidad para la manipulación. Parte de esta habilidad se debe a la estructura anatómica de las manos, pero el elemento crucial reside, desde luego, en el poder del cerebro. Por más aptas que sean las extremidades para desarrollar una manipulación detallada, resultan inútiles si no hay instrucciones bien sincronizadas enviadas a través de fibras nerviosas. El producto más obvios de nuestras manos y nuestro cerebro es la tecnología. Ningún otro animal manipula el mundo de una forma tan generalizada y arbitraria como lo hacen los seres humanos. Los termes son capaces de construir termiteros de estructura intrincada, que crea en su interior su propio ambiente con “aire acondicionado”. Pero los termes no pueden elegir construir una catedral en lugar de su termitero. El hombre es único por su capacidad de elegir lo que hace.

La comunicación es un elemento esencial de toda vida animal. Los insectos sociales, como los termes, poseen un sistema de comunicación que es indispensable para sus complicadas tareas: su lenguaje no es verbal, sino que se basa en un intercambio de productos químicos entre individuos y en varios tipos de señales hechas con el cuerpo. En muchos grupos animales, como las aves y los mamíferos, la comunicación mediante el sonido es importante, y la postura y el movimiento del cuerpo pueden transmitir mensajes. La inclinación de la cabeza, la mirada fija o desviada, el lomo arqueado, el pelo erizado o las plumas ahuecadas son, todo, parte de un variado repertorio de señales animales. Entre los animales que viven en grupos, poderse comunicar de manera eficaz es una necesidad fundamental.

En cuanto al hombre, el lenguaje corporal es todavía muy importante, pero la voz se ha impuesto como canal principal de flujo de información. A diferencia de cualquier otro animal, tenemos un lenguaje hablado que se caracteriza por un vocabulario vasto y una estructura gramatical complicada. El habla es un medio sin parangón para el intercambio de información compleja y es también una parte esencial de las interacciones sociales entre los representantes de la más sociable de todas las criaturas, “Homo sapiens sapiens”.

Todo lo señalado son características de un ser muy inteligente, pero los seres humanos son algo más que meramente inteligentes. Nuestro sentido de la justicia, la necesidad del placer estético, el volar de nuestra imaginación y nuestra autoconciencia penetrante se combinan para crear un espíritu imposible de definir, que yo creo que es el “alma”. Como todos los animales, debemos preocuparnos por sobrevivir, conseguir comida y abrigo, pero esto no lo es todo. Como escribió Dostoievski, “el hombre necesita lo inconmensurable y lo infinito tanto como el pequeño planeta en el que vive”.