El agua es un excelente disolvente y, por lo tanto, puede contener una gran cantidad de productos. Se utiliza en la industria, la ganadería y en las ciudades como elemento de limpieza. Además los asentamientos humanos siempre están cercanos al agua, bien a las proximidades de ríos o lagos, o en la costa. Las masas de agua constituyen el entorno natural más próximo donde verter nuestros residuos. Los ríos se encargaran de llevarlos hasta la desembocadura y los mares son el vertedero ideal: inmensos y profundos, apartarán de nuestra vista todo tipo de contaminación.

Por lo menos era así hasta hace relativamente poco, cuando el volumen de vertidos empezó a superar toda capacidad de las aguas para asimilarlos. La falta de agua potable concienció a la sociedad de la necesidad de mantener nuestras aguas limpias. Desafortunadamente, las soluciones al problema no se han aplicado a todos los ríos y lagos del mundo. Existen en la actualidad áreas del planeta muy extensas en las que encontrar un subministro de agua potable es una tarea muy difícil.