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Niveles de consciencia (Escala de Schmedling)

La «consciencia/conciencia» es una maravilla cósmica. Ningún otro fenómeno en el Universo conocido es tan maravilloso como este.

La «consciencia/conciencia» es un fenómeno cósmico propio de un tipo de vida altamente evolucionada.

Existe una continuidad entre la mente animal i la mente humana, sin embargo, en nuestra especie da lugar a capacidades específicamente humanas como la capacidad de imaginación, la búsqueda de sentido, la abstracción, el simbolismo, el sentido de pertenencia, el altruismo, la empatía, la compasión, el amor…

La «conciencia», un fenómeno absolutamente inédito en el Cosmos. La conciencia es una de las manifestaciones más espectaculares de la complejidad mental humana. El proceso evolutivo hasta llegar al desarrollo de la «consciencia» ha sido largo. El despertar y el desarrollo de la propia «consciencia/conciencia» constituye uno de los fines primordiales de la vida humana.

  • Desde cada nivel de consciencia se tiene una visión diferente de lo que es real y lo que es de importancia prioritaria.
  • Los niveles de consciencia guardan relación directa más bien, con la capacidad de distinguir “la esencia” de la “apariencia”.
  • Cuanto mayor es el nivel de consciencia, mayor es la capacidad de discernir la verdad, la esencia y la realidad, de la ilusión y las percepciones erróneas.
¿Estamos despiertos o vivimos medio dormidos? ¿Con qué nivel de «consciencia» vivimos, nos movemos? ¿A qué nivel de «consciencia» hemos accedido? ¿Andamos confusos y desorientados como entre penumbra o nos manejamos con lucidez…? Son cuestiones que forman parte de nuestra actitud general ante la vida. Y todo ello está muy relacionado con el nivel de «consciencia» que hayamos conseguido desarrollar. Una mente clara y lúcida es fuente de liberación interior. El conocimiento profundo de uno mismo y de la realidad, es el cauce por el que el ser humano puede llegar a ser más plenamente «humano». ¿Qué significa vivir con plena consciencia, con una consciencia lúcida? De entrada, significa vivir la vida no como si andáramos en piloto automático, como una repetición mecánica sino como una fascinante aventura.

La consciencia humana no es un elemento inmutable:
la antropología cultural atestigua que se ha ido desarrollando de manera gradual en el curso de los milenios. En los treinta o cincuenta mil años de historia de los seres humanos modernos, el cuerpo humano no ha cambiado mucho, pero la consciencia humana sí. El acceso a los diferentes grados de consciencia depende del «umbral de consciencia» personal de cada uno, que para algunas personas es más bajo que para otras y les permite experimentar diversos niveles de la consciencia expandida. El panorama de los diversos niveles de consciencia que nos presenta Schmedling puede resultar muy ilustrativo para empezar a comprender el largo camino evolutivo orientado hacia una más plena «humanización» que a la mayoría nos falta todavía por recorrer.

El nivel de consciencia no se mide por las capacidades parapsicológicas que alguien pueda tener, ni se mide por la brillantez intelectual que uno pueda tener porque si no Einstein tendría más nivel de conciencia que Gandi o Teresa de Calcuta y no es el caso. El nivel de consciencia se mide por la pureza de intención, por el nivel de paz interior que tú has alcanzado. (G. RODRÍGUEZ-FRAILE)

A. Qué entendemos por «consciencia»

  1. Nos encontramos en un universo en el que más allá de los aspectos cuantitativos, en un momento determinado del proceso cósmico, han surgido fenómeno como la «Vida» y la «Conciencia». Al menos hasta lo ahora conocido, la vida autoconsciente es un producto cuantitativamente insignificante a nivel cósmico, aparecido en un pequeño planeta marginal en medio de la inmensidad cósmica, pero cualitativamente muy significativo. En el universo se está desarrollando un proyecto evolutivo de dimensiones cósmicas del que el ser humano forma parte. El universo tiene su propia dinámica evolutiva de la que nosotros formamos parte.
  2. Los seres humanos somos seres «conscientes», es decir, somos seres capaces de tomar conciencia de nosotros mismos y la realidad que nos rodea.
  3. Cerebro / Mente

  4. El cerebro humano es la estructura biológica más compleja conocida en el Universo, la estructura biológica más compleja que podemos contemplar en la naturaleza. Los humanos somos unos seres absolutamente singulares en el cosmos. Reflexionamos y tenemos consciencia sobre nosotros mismos y sobre cuánto nos rodea. La referencia central de nuestras experiencias y conductas es el cerebro. Pensamientos, afectos, pasiones, intuiciones, creencias, instintos, conductas, creaciones artísticas ... todo acaba referido al cerebro.
  5. Nuestro cerebro corresponde a una especie en evolución. Es este cerebro el que piensa, siente, coordina, trasciende, cuestiona ... pero sólo al nivel que le corresponde y con los recursos de los que dispone.
  6. La Mente. La «mente» es el nombre con el que expresamos la actividad del cerebro. La mente es resultado de la actividad del cerebro. Está constituida por un conjunto de atributos mentales, tales como deseos, conocimientos, afectos, anhelos, sentimientos... La mente no es más que una colección de funciones del cerebro, como sentir y percibir, tener motivaciones y emociones, dormir, aprender y recordar, o pensar y hablar... De esas funciones generales derivan otras más específicas, como ver y oír, sentir hambre, sed o deseo sexual, soñar, envidiar u odiar, amar, olvidar, crear, razonar e intuir, y otras muchas.
  7. Bajo el término «mente» o «mental» agrupamos de hecho un conjunto bastante heterogéneo de propiedades y estados: sensaciones, recuerdos, creencias, deseos, sentimientos, emociones, intenciones, decisiones, rasgos de carácter, disposiciones y habilidades diversas. La «mente» es una realidad que se despliega en paralelo con la complejidad de las estructuras cerebrales que la sustentan.
  8. La «mente» puede considerarse como la función del cerebro encargada de organizar la conducta y orientarlo hacia la consecución de objetivos determinados y sostiene una realidad subjetiva conocida como «yo» en torno a la cual se organiza la conducta.
  9. Las «actividades mentales» tienen como referencia básica las estructuras cerebrales. El psiquismo humano está íntimamente estructurado y conectado con la biología del cerebro, de la que depende, pero no es una propiedad biológica, no puede reducirse a lo biológico. La psique es el conjunto de pensamientos, emociones y procesos de la mente.
  10. El cerebro y la «vida mental» que éste genera son responsables de la enorme variedad y diversidad de la conducta humana. El cerebro controla y coordina el comportamiento y las funciones mentales (emociones, memoria, aprendizaje, cognición, percepción y atención…).  Es responsable del entendimiento, la capacidad de crear pensamientos, la creatividad, el aprendizaje, el raciocinio, la percepción, la emoción, la memoria, la imaginación y la voluntad, y otras habilidades cognitivas. También abarca funciones no estrictamente intelectuales como, por ejemplo, las funciones afectivas.
  11. Los procesos mentales son las actividades cognitivas que ocurren en la mente y nos permiten percibir, pensar, recordar y tomar decisiones. Se pueden clasificar en diferentes tipos:
    • Procesos cognitivos básicos: Incluyen la percepción, la atención y la memoria. Son fundamentales para procesar información y aprender del entorno.
    • Procesos cognitivos superiores: Comprenden el razonamiento, la resolución de problemas y el pensamiento crítico. Son esenciales para la toma de decisiones y la creatividad.
    • Procesos afectivos: Relacionados con las emociones y los sentimientos. Influyen en cómo reaccionamos ante situaciones y en nuestra motivación.
    • Procesos volitivos: Implican la voluntad y la toma de decisiones consciente. Son clave en la autodisciplina y el control de la conducta.
    • Procesos lingüísticos: Engloban la comprensión y producción del lenguaje, esenciales para la comunicación y el desarrollo intelectual.
    • (...)
    • Cada uno de estos procesos trabaja en conjunto para ayudarnos a interpretar el mundo y responder a él de manera eficiente.
  12. En la mente podemos distinguir tres tipos de procesos: conscientes, inconscientes y subconscientes... Cualquier proceso mental puede darse en ambos estados, consciente o inconsciente... La mayoría de estas actividades y competencias mentales escapan a la consciencia. Una gran parte de nuestra conducta cotidiana consiste precisamente en hábitos o automatismos que no requieren pensar en cómo llevarlos a cabo.
  13. De la consciencia a la Conciencia

  14. Recordemos que el ser humano a grandes trechos básicamente está constituido por «cuerpo físico» y «Alma». El cuerpo físico, y concretamente el cerebro, contiene el «consciente» y la «consciencia» (consciencia "neuronal"), por su parte el «Alma» contiene la «conciencia» ("Supraconciencia"). Los seres humanos tenemos «consciencia» («consciencia neuronal o local») y «conciencia» «conciencia no-local», dos dimensiones que nos dotan de verdadera humanidad. Conviene distinguir entre «consciencia» de base neuronal y «conciencia» (Conciencia / alma / supraconciencia). En cada uno de nosotros existe una conciencia neuronal o local y una «conciencia no-local» o «supraconciencia».
  15. Un aspecto de la mente es la «consciencia» (consciencia neuronal o local). La consciencia es un estado de la mente que nos permite darnos cuenta de nuestra propia existencia, de la de los demás y de las cosas que pasan en nuestro mundo. Podemos definir la «consciencia» como una experiencia y un darse cuenta de lo interno y de lo externo. «Consciencia» indica un vivir con conocimiento. Conocimiento que el individuo tiene de sí mismo, de sus cambios, del medio que lo rodea y sus transformaciones. La «consciencia» es la llave para el autoconocimiento (la capacidad para ser conscientes de nosotros mismos y de cuanto ocurre en nosotros mismos). La consciencia es única, pues no tenemos muchas, sino una sola, un mundo interior extraordinariamente rico en el que se integran todas nuestras percepciones, sentimientos y pensamientos, contenidos que, además, pueden cambiar y variar en un instante.
  16. La «consciencia» no es solo el proceso mediante el cual nos vamos dando cuenta de las cosas, el proceso que entendemos como «tomar conciencia» o «hacernos conscientes» de algo, sino que puede llegar a ser mucho más que eso, esa «consciencia» puede llegar mucho más allá de todo eso … es lo que está detrás del proceso de hacernos conscientes, el testigo consciente de ese proceso mediante el que nos hacemos conscientes de algo, eso es la verdadera «conciencia». Los humanos no sólo pensamos, sino que, además, pensamos que pensamos, pues tenemos la capacidad de ser conscientes de nuestros propios pensamientos. Esto se llama autoconsciencia o «meta-consciencia».
  17. La consciencia, la experiencia subjetiva de un Yo interior. Lo más especial de la consciencia es que es un estado subjetivo, particular, exclusivo de cada individuo. Nadie puede penetrar en la consciencia de otra persona, en su imaginación y su subjetividad. Su emergencia plantea uno de los mayores retos de la neurociencia. Incluso un conocimiento detallado del funcionamiento del cerebro y de los correlatos neuronales de la consciencia resulta insuficiente para explicar cómo y por qué los seres humanos poseen mentes conscientes de sí mismas.
  18. Se puede suponer que la «Vida» acaba manifestándose en «procesos mentales» en una forma parecida a como la materia acaba manifestando la «vida», pero ni los átomos explican por su naturaleza la «vida», ni las neuronas la consciencia suprema que deviene en «conciencia» / «supraconciencia» ... En nuestro cerebro unas neuronas guardan recuerdos, algunas coordinan movimientos, otras perciben el mundo exterior, otras procesan e integran esas percepciones… pero es como si del conjunto emergiera algo más, una especie de entidad capaz de reconocerse a sí misma como una unidad individual que lo integrara todo.
  19. Podemos definir la «consciencia» como una experiencia subjetiva, un darse cuenta. Por ejemplo: tu conciencia está experimentando la lectura de estas palabras justo ahora. La conciencia es la sensación de ser tú y tu sensación de experimentar la vida. Cuando dices: «Yo estoy leyendo estas palabras», podrías considerar ese «yo» como una dimensión de nuestra conciencia.
  20. Todo individuo tiene sus propias experiencias conscientes. Las experiencias conscientes van desde las vividas sensaciones de colores hasta las experiencias de los más tenues aromas en el ambiente; desde agudos dolores a la huidiza experiencia de pensamientos en la punta de la lengua; desde sonidos y olores mundanos hasta la grandeza envolvente de la experiencia musical; desde la trivialidad de una fastidiosa comezón al peso de una profunda angustia existencial; desde la especificidad del sabor de la menta a la generalidad de la propia experiencia de uno mismo.
  21. La «consciencia/conciencia» constituye una capacidad espectacular en el cosmos, es decir, la capacidad que tenemos los seres humanos de percibirnos y crear una imagen de nosotros mismos y del mundo que nos rodea y dotarnos de una entidad que pueda unificar nuestras percepciones y «decisiones» en vista a la supervivencia. Una «capacidad mental» que nos ha permitido logros muy notables en cuanto al conocimiento de la realidad. De esta peculiaridad mental humana se deduce también la singularísima capacidad de interrogarse sobre el sentido de la existencia y sobre los orígenes o el destino de la propia realidad y de nosotros mismos.
  22. La «conciencia no-local o supraconciencia» está por encima de la conciencia neuronal o local. Cuando morimos desaparece la conciencia neuronal o local, pero persiste esta otra conciencia (llamada no-local o supraconciencia). La investigación de vanguardia en mecánica cuántica ofrece evidencias de que esa dimensión que denominamos «conciencia», «supraconciencia» o «alma» podría continuar después de que se detiene el corazón y el cerebro deja de funcionar. Esa «conciencia», «supraconciencia» o «alma» no es temporal, no necesita al cerebro, se expresa a través de él, lo utiliza como instrumento… Los nuevos modelos de la conciencia la retratan como una entidad capaz de traspasar los límites físicos de todo tipo. La conciencia es autoconsciente, es decir, se reconoce a sí misma, tiene múltiples dimensiones y, como recoge la literatura científica al respecto, es multiexistencial, es decir atraviesa por sucesivas existencias.

B. Diferentes grados de manifestación de la «consciencia» en los seres vivos

Esa entidad que denominamos «consciencia» está presente en todos los organismos vivos, aunque en cada uno de ellos aparece en diferentes grados. Existe una continuidad entre la mente animal i la mente humana, sin embargo, en nuestra especie da lugar a capacidades específicamente humanas como la capacidad de imaginación, la búsqueda de sentido, la abstracción, el simbolismo, el sentido de pertenencia, el altruismo, la empatía, la compasión, el amor… Siguiendo a G. RODRÍGUEZ-FRAILE vamos a describir los tres grandes niveles o grados de manifestación de la consciencia en el mundo animal y humano. La consciencia se manifiesta en tres niveles o estadios:

  • Consciencia simple.
  • Consciencia del yo.
  • Consciencia cósmica/unitiva/mística.

La consciencia simple es la que poseen los animales. Es sólo inmanente y no tiene acceso a la trascendencia. En esta consciencia uno no puede salir de sí mismo ni mirarse como testigo. Es sólo inmanente (aquello que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia, aunque racionalmente pueda distinguirse de ella. Lo que es inmanente no se puede separar de aquello con lo que está en relación pertinente o de aquello sobre lo que actúa). No tiene acceso a la trascendencia (aquello que está más allá de los límites de cualquier conocimiento posible. Lo trascendente está asociado a lo inmortal y a lo esencial. La búsqueda de la trascendencia suele relacionarse con un intento de acercamiento a Dios ).

La consciencia del yo es el nivel predominante en el ser humano en la actualidad. Con ella comienza el acceso a la trascendencia, porque esta consciencia es inmanente y trascendente a la vez. En este nivel, el individuo no sólo es consciente de su cuerpo o de los árboles que están “ahí afuera”, sino que puede reconocerse como una entidad independiente del resto del Universo y empezar a observar sus propios estados y procesos mentales como objetos en la consciencia, como se observa cualquier otra cosa.

La consciencia cósmica/unitiva/mística supone una evolución sobre la consciencia del yo, como ésta lo es sobre la consciencia simple. Las dos anteriores siguen existiendo, pero la consciencia cósmica las incluye y las trasciende. La consciencia cósmica es una y unitiva —no fragmentada, como la del yo— y comprende la Vida y el orden del Universo. La consciencia cósmica está por encima de todo concepto mental. En este tipo de consciencia además de la intuición de unidad con el Todo, se da también una iluminación intelectual que por sí misma sitúa al individuo en un nuevo plano o, mejor dicho, en una nueva dimensión de existencia. Se podría argumentar que hace a los seres humanos que la poseen, ser como de una nueva especie. Verdaderamente, la clasificación tradicional de tres niveles —mundo vegetal, mundo animal y mundo humano— puede resultar ya insuficiente; es posible que una clasificación de cinco niveles sea más orientadora:

  • Mundo vegetal.
  • Mundo animal sin segunda capa del cerebro, es decir, sin capacidad emocional: insectos, algunas aves, anfibios, reptiles, etc.
  • Mundo animal con capacidad emocional: perros, caballos, delfines, etc.
  • Mundo humano con consciencia simple y consciencia del yo: centauros —es un ser mitad animal, mitad hombre, que se emplea para describir a los humanos menos evolucionados, que todavía usan mucho su parte animal, el instinto y las emociones, además de la racionalidad—
  • Mundo humano con consciencia cósmica.

C. Niveles de consciencia en el mundo humano

Losniveles de consciencia son niveles de evolución de la consciencia en el reino humano (en su expresión más avanzada evolución del "alma"). A diferencia del cociente intelectual, el nivel individual de consciencia puede crecer como consecuencia de factores favorables, tales como la influencia de maestros espirituales y el trabajo individual consciente.

El nivel de consciencia no se mide por las capacidades parapsicológicas que alguien pueda tener, ni se mide por la brillantez intelectual que uno pueda tener porque si no Einstein tendría más nivel de conciencia que Gandi o Teresa de Calcuta y no es el caso. El nivel de consciencia se mide por la pureza de intención, por el nivel de paz interior que tú has alcanzado. (G. RODRÍGUEZ-FRAILE).

Cada nivel de consciencia representa un campo de energía predominante como consecuencia de su concordante “campo de atracción”, que actúa de manera similar a los campos magnéticos o gravitacionales. Se trata de campos de fuerza progresiva, y aquéllos que representan un grado de energía por encima de un cierto nivel de consciencia —200 en el nivel de Hawkins, o nivel tercero medio en el modelo de Schmedling—, atraen aquello que es positivo (verdadero, amoroso y vital) y repelen lo negativo; mientras que los niveles por debajo de ese límite repelen lo positivo y atraen lo negativo, falso y destructivo. Estos campos de energía, no detectados previamente, dominan e influencian todas las decisiones humanas muy profundamente: el comportamiento, la percepción, la cultura, la religión y la capacidad de comprensión, así como el rango de capacidades emocionales y los tipos de “tentaciones” que experimentamos.

Es importante resaltar la gran limitación de comprensión que se da en los niveles inferiores de consciencia, equivalente a la dificultad de enseñar la física de la mecánica cuántica a niños pequeños o a personas con deficiencias educativas o intelectualmente limitadas. Por ejemplo, ser “agradable” parece normal para las personas por encima de cierto nivel, mientras que por debajo de él podría ser considerado como una debilidad, casi un insulto y, por tanto, no eficaz como sistema de comunicación.

Desde cada nivel de consciencia se tiene una visión diferente de lo que es real y lo que es de importancia prioritaria. Cada nivel tiene sus propios ideales y percepción de los valores. Los niveles de consciencia no guardan relación directa con el cociente intelectual sino, más bien, con la capacidad de distinguir “la esencia” de la “apariencia”.

Es importante tener en cuenta que el esfuerzo espiritual y la intención modifican la función cerebral y la fisiología del cuerpo; ambos contribuyen a que se establezca un área específica para la información espiritual, situada en la corteza prefrontal derecha del cerebro y en el “cerebro etéreo”. Se desprende de esta evidencia que la alineación con el propósito de la “Fuente Universal” aumenta la función del cerebro y la capacidad mental para discernir la verdadera esencia de la realidad.

Por lo tanto, la respuesta a la pregunta ¿Cuál es el propósito de la vida en este mundo? depende principalmente del nivel de consciencia y de la fisiología del cerebro. En general, se observa que cuanto mayor es el nivel de consciencia, mayor es la capacidad de discernir la verdad, la esencia y la realidad, de la ilusión y las percepciones erróneas.

En resumen, el mundo subjetivo de la experiencia es consecuencia del nivel de consciencia que surge del interior de las personas, y es independiente de los acontecimientos externos. Por lo tanto, es imposible determinar con exactitud la verdadera realidad del mundo, porque sólo se experimenta tal como es percibido. Cuando se ve desde el nivel más alto de consciencia, el mundo es perfecto tal como es, ya que ofrece todas las oportunidades y posibilidades para el crecimiento evolutivo. Así, desde este punto de vista, todo lo que sucede es “perfecto y necesario” para este propósito, y la única opción válida es la alineación con él.

La comprensión es una consecuencia del contexto, y el nivel de consciencia en sí mismo ofrece el contexto definitivo por el cual lo aparentemente oscuro se convierte en obvio. Esta estratificación de campos atractores, de acuerdo con los correspondientes niveles de consciencia, proporciona un nuevo paradigma para recontextualizar la experiencia humana a través de todos los tiempos. Se han obtenido escalas y niveles de consciencia desde los campos de la psicología, la filosofía, la física cuántica, la “cadena clásica” del ser (Lovejoy) y de la Sabiduría perenne (Huxley, Wilber, Hawkins, Schmedling, Marquier, Aurobindo, etc.). A continuación se examina la escala de consciencia de Schmedling. Este autor comienza mostrando cómo cualquier cosa puede ser dividida y subdividida tanto como se desee (por ejemplo, 1 metro = 100 cm = 1.000 mm). Por lo tanto, toda clasificación es mejorable o ampliable. Para simplificar las cosas, sugiere que hay tres grandes niveles de consciencia representados en la población humana en la actualidad.

Escala de Hawking
Escala de Schmedling

Según Schmedling, el nivel 2 es el de la violencia física, el crimen, el terrorismo, las pandillas, la violencia doméstica, la disfunción, el tráfico de drogas, etc. Aunque sólo el 25% de la Humanidad opera en este nivel, esos pocos hacen mucho ruido, causan la mayor parte de los problemas y siempre protagonizan las noticias. Es el nivel de la ley del más fuerte y de la ley del talión —”ojo por ojo, diente por diente—, de las guerras y la lucha por el poder. En este nivel, los conflictos se resuelven mediante la violencia física —como Al Capone, que no pone una demanda sino que encarga un asesinato—. Los gobiernos son dictatoriales y no se genera mucha tecnología, aunque se compre y se use la existente. El trabajo siempre está ligado a la violencia física. Aquí se encuentran los que se dedican al tráfico de drogas o de personas, los terroristas, los criminales violentos, etc. El sexo siempre va ligado a la violencia física. Es el mundo de las violaciones, la pederastia, etc. Si no hay violencia en el sexo mismo, la hay a su alrededor, y entonces se habla de violencia doméstica en todas sus manifestaciones.

El nivel 3 es aquél en el que la mayoría de la Humanidad se sitúa en este momento. Si se mirara desde el espacio, la Tierra se consideraría un planeta de nivel 3. En el mismo, las personas todavía operan con el aliciente de un beneficio personal —dinero, sexo, relaciones, poder, juguetes, entretenimiento, placer de los sentidos, etc.—; los individuos creen en la rivalidad y el éxito, y dedican su vida principalmente a la consecución de estos objetivos. Las normas y leyes de los humanos están codificadas y se hacen cumplir por la fuerza bajo el imperio del dinero, el individualismo y la lucha dentro de la libre competencia. Las características de este nivel son la reflexión, la discusión de opiniones diferentes y la democracia para resolverlas. Ya se ha trascendido la violencia física, y los conflictos se resuelven con acuerdos, o en los juzgados cuando el acuerdo no es posible. Los sistemas de gobierno son democráticos, pero siguen siendo violentos porque son el gobierno de la mayoría frente a la minoría. Se intenta elegir la sabiduría porque todavía no se reconoce fácilmente y las mentes no distinguen con claridad la esencia. Por último, se genera mucha tecnología; no es lo mismo ir a Nueva York o Tokio que a Somalia, por poner un ejemplo de los diferentes niveles democráticos y tecnológicos de unos y otro lugares. En este nivel se encuentran muchos profesionales de todos los ámbitos que no son destructivos para la sociedad —como lo son las personas del nivel 2—, pero que todavía no han hecho de su forma prevalente de vida el cambio de consciencia hacia dominios no lineales, y no tienen el servicio como intención predominante.

En el nivel 3, en su franja inferior, cuando se trabaja se busca el beneficio propio, y la regla de conducta es hacer todo lo posible para progresar sin ser descubierto. Caben la estafa, el engaño y la manipulación, pero no se llega a la violencia física para resolver los conflictos. No surge todavía en el individuo un sistema ético personal e interno que regule la conducta, sino más bien un “todo vale si no me pillan”. En este nivel se ignora que aunque no lo descubran a uno aquí, el Universo sí conoce el comportamiento de cada cual, por lo que las consecuencias correspondientes serán inevitables. En este nivel abundan los políticos y profesionales corruptos; las personas no son todavía confiables y se establecen relaciones interesadas para conseguir los objetivos de ambos. En este nivel se abandona la violencia corporal —por ejemplo, los parlamentarios en los países civilizados ya no se pegan cuando discrepan— pero se mantiene la violencia verbal y mental, que va disminuyendo conforme se asciende hacia la franja alta de este nivel. En el nivel 3, franja baja, el sexo se vive de forma genital. Corresponde al mundo de la prostitución —ya sin violencia física —, del “aquí te pillo, aquí te mato”, de las múltiples parejas efímeras, etc. Es un sexo sin compromiso que no busca más que el placer genital.

En el nivel 3, en su franja superior, cuando se trabaja, además del beneficio propio, que perdura como intención, se busca también el beneficio de los demás —estrategia win-win— y el individuo se conduce a sí mismo mediante unos criterios éticos personales. La conducta no se regula sólo para evitar el castigo, sino desde lo que a cada uno le parece correcto. En este nivel, la intención de obtener se mezcla con la de servir, que es la puerta de entrada en el siguiente nivel. Es común ver aquí a muchas personas que a la vez que trabajan con la intención predominante de progresar ellos, dedican una parte relativamente pequeña de su tiempo o sus recursos a ayudar a otros, contribuyendo con lo que les sobra a fundaciones, buenas obras, etc. El nivel tercero alto es el primero en el que se pueden encontrar personas confiables, al menos en alguna medida.

En el nivel 3, franja alta, el sexo todavía es necesario para estar en equilibrio energético —ya que posee, como una de sus funciones, la recuperación energética— y si falta se nota. Este sexo ya no es tan genital, y las personas buscan otras cosas adicionales cuando lo practican —crecimiento mutuo, unión espiritual, compromiso, fundar una familia, etc.— Suele ser un sexo con compromiso y dentro de una pareja estable. En cierto modo se parece a la nutrición porque, al igual que ella, no conduce a la espiritualidad por sí mismo, pero contribuye a que el cuerpo esté más sano y eso ayuda a los procesos de crecimiento, en ese sentido en el que la sexualidad facilita el desarrollo espiritual.

El nivel 4lo constituyen una minoría, aquéllos que han alcanzado un mayor grado de consciencia, aquéllos que nos pueden servir de "referente", nuestros hermanos mayores (sabios, iluminados, grandes pensadores, místicos...) En el nivel 4 se da el cambio más importante en la intención-motivación y comienza a aparecer la comprensión del orden del Universo. La intención-motivación cambia desde el “obtener” hacia el “servir”, porque en este nivel se está más “lleno” y hay menos deseo o necesidad de “obtener” algo en el mundo externo. Es el primer nivel donde se da un cambio de polaridad y el individuo comprende que en vez de luchar contra el mundo, debe trabajar en sí mismo. En este nivel no existen los conflictos, y las situaciones se deciden por el punto de Ley —que está por encima del acuerdo—. ¿Qué conflicto podría tener Teresa de Calcuta con Gandhi? ¿Cómo se resolvería? Los sistemas de gobierno en este nivel son de consenso, o de Consejo de Sabios, no elegidos sino reconocidos.

En el nivel 4, en su franja inferior, ya no se trabaja para “ganar dinero” o para el progreso personal, sino para ayudar a los demás según como cada uno entienda ese servicio. En este nivel están algunos misioneros, algunos miembros de ONGs, algunos sacerdotes, etc. Los recursos se utilizan para aumentar el servicio —sirva de ejemplo en qué empleó el dinero Teresa de Calcuta cuando ganó el Premio Nobel—. La energía, la constancia y la perseverancia de estos individuos es admirada por los de niveles más bajos, que no son capaces de lo mismo debido a los conflictos internos y externos presentes en sus vidas, los cuales consumen mucha energía. En este nivel ya no se emplea la violencia física ni la verbal para resolver conflictos, sino que se busca el consenso y la flexibilidad. Éste es el nivel donde deja de estar presente incluso la violencia mental, que es la última en desaparecer. Esto se logra a través de la comprensión, la compasión y la utilización del discernimiento en lugar del juicio. Además, las dos intenciones predominantes son el crecimiento personal y el servicio a los demás. En general, alguien está en el cuarto nivel cuando su mente comprende, por encima de los conceptos, la enseñanza de que el fin no justifica los medios, y comienza a renunciar a violar principios espirituales a cambio de aparentes ventajas a corto plazo. En el nivel 4, franja baja, el sexo se puede practicar o no, porque ya no se ve como necesario y no hay que recuperar energía porque no se pierde en primer lugar. El conflicto interno o externo supone el mayor gasto de energía, y en este nivel el conflicto ya casi no existe. Si se practica el sexo, es por decisión libre, y siempre dentro del marco de una pareja más estable todavía, con la que, o hay una gran unión espiritual, o no hay sexo. El deseo puramente sexual disminuye enormemente en estos individuos, y se valora mucho internamente la libertad que esto otorga.

En el nivel 4, franja alta, la motivación de crecer da paso a la de ser, y el servicio se amplía a toda la Humanidad. La violencia mental desaparece y el juzgar se sustituye por el discernir. Discernir no implica una carga emocional propia, como ocurre al juzgar. Discernir es el camino correcto; al discernir, se ve y se evalúa, pero no hay movimiento energético emocional o mental. El nivel 4 alto representa la instalación del individuo en la consciencia cósmica. En el nivel 4 alto, el sexo ya no aparece como una opción a considerar, porque nadie en su sano juicio se “baja” de una experiencia mística para practicar el sexo.

En todas las escalas de niveles de consciencia hay una direccionalidad. En general, la evolución avanza siempre hacia niveles más poderosos. Así, aunque puede ocurrir que la personalidad retroceda, no lo hace el archivo de consciencia que es incorruptible, asegurando así la dirección ascendente en la evolución del alma.

Todas las almas, también la tuya y la mía, van a progresar a través de estos niveles, que en sí mismos son impersonales y existían mucho antes que los seres humanos. Es a través de la intención-motivación y la voluntad como las personas pueden incrementar la velocidad con la que se producirá esa evolución, con la cooperación de la energía cósmica o Gracia.

¿En qué nivel de consciencia nos encontramos cada uno de nosotros? Y en nuestro entorno, en nuestros barrios y ciudades, ¿cuál es el nivel de consciencia colectivo que reina? ¿Y en nuestras sociedades, países o regímenes políticos?

Seguramente el camino, el trecho a recorrer, para alcanzar un alto grado de consciencia será todavía largo... pero nunca es tarde para progresar en tan laboriosa pero noble tarea evolutiva en el proceso de «maduración» del individuo y orientada hacia una más plena y verdadera «humanización»!!!!

Fuente: G. RODRÍGUEZ-FRAILE: ¿Un nuevo paradigma de la realidad? + otros


Ver también:

Está emergiendo un profundo cambio de conciencia

Emergència del «jo» i la «consciència»

La conciencia, dimensión sublime del ser humano

Sección: DE LA CONSCIÈNCIA A LA «CONCIÈNCIA»




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