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Latidos del corazón, ecos 4-D, pseudo-izquierda y nuevos horizontes para la humanidad…

Cada vida humana: una perla cósmica, la más alta expresión en donde el Cosmos se hace consciente de sí mismo.

Últimamente en España se ha producido un gran revuelo y una gran demagogia y manipulación en relación con todo lo que tiene que ver con el derecho a la vida del nasciturus (de los concebidos, pero aun no nacidos). Una pseudo-izquierda decrépita, humanamente trasnochada y decadente, ha entrado en pánico porque ve peligrar su coartada ideológica con la que pretende abducir a la gente. Todo porque un partido político ha propuesto una serie de medidas relacionadas con el apoyo a la mujer y el fomento de la maternidad, para que la mujer que se proponga abortar pueda escuchar libremente el latido del corazón del ser que lleva dentro y ver su imagen en una ecografía 4-D, además de atención psico-social a las embarazadas y para que se respete el derecho a la objeción de conciencia de los sanitarios. ¿Qué "derecho" de la mujer se inculca ofreciéndole voluntariamente más información sobre la vida que está gestando? Realmente la demagogia del PSOE llega a extremos impensables, paroxísticos, arrogantes, inaceptables. Pretenden patrimonializar políticamente una determinada forma de entender la protección de la mujer, el feminismo, imponiendo legalmente la forma en que ellos conciben la "libertad" de la mujer. Aquí se cuestionan las políticas de la izquierda, pero tampoco la derecha ni la sinceridad de la ultraizquierda en estas materias son de fiar.

Se ha escrito estos días que el invento del "derecho a abortar" sólo se sostiene falseando la realidad de la vida humana y anestesiando la conciencia. El "derecho" es a vivir, no a matar, no a cercenar vidas humanas. El aborto supone la institucionalización de la violencia más perversa, la más alta expresión de violencia y además contra un inocente, en el santuario mismo donde se gesta la Vida, en lo que debería constituir el refugio de paz, tranquilidad y armonía más seguro para nuestra especie. Implica un enfrentarse, alzarse, revelarse, contra el proceso y la dinámica natural a través de la cual se expresa la Vida misma, con la consiguiente contradicción biofílicamente traumática para la mujer misma: la vida que pugna por abrirse paso en el seno materno y la oposición y negativa de la madre al mismo. Dolor desgarrador, todo un drama. Y todo ello con el beneplácito del conjunto del cuerpo social. Y ante tan trágico drama en la que se encuentra inmersa la mujer gestante sabemos cuál es la opción y la receta del abortismo. Y a eso lo denominan «progreso». Se pone el énfasis en el derecho a decidir de la gestante, se obvia el derecho del ser naciente a existir. El "derecho" es aspirar a la auténtica "libertad" y no a plegarse al paupérrimo concepto de "libertad" que habitualmente se maneja y sucumbir así a las exigencias del modo de vida impuesta por un perverso «sistema», que primero crea los "males" y después corre a atajarlos pero precipitadamente y mal, un sistema que excluye y mata. Se enfatiza exclusivamente la maternidad deseada en detrimento de una maternidad simplemente aceptada, en armonía con los ritmos de la Naturaleza-Vida. Se focaliza y se ensalza la "libertad" de la mujer ante la maternidad, se obvian las mil esclavitudes y condicionantes que el «sistema» nos impone y que pueden llevar a la mujer, víctima a menudo inconsciente de esas presiones «sistémicas», a plantearse el aborto (habiéndole hecho creer previamente que obrar así es el sumum de la libertad personal)... La naturaleza de las cosas, sin embargo, no la cambia ni la «opinión» ni la «legislación». La realidad no deja de ser lo que es aunque se manipule su concepto o se le pretenda dar otro nombre. El aborto no deja de ser lo que es aunque se le revista con ropajes de modernidad y progresismo, como la mona que aunque se la vista de seda mona, mona, se queda.

Recuperar la dignidad y el respeto a toda vida humana (independientemente de la fase de desarrollo en que ésta se encuentre). Salvar vidas inocentes, fomentar la maternidad, obligar al Estado a apoyarla de forma integral, reivindicar el respeto absoluto al primero de los derechos humanos: el derecho a la vida, el derecho a la existencia, reivindicar el respeto absoluto a cada vida humana no ya tan sólo por motivos religiosos sino, si se quiere, por una motivación estrictamente ecológica de respeto absoluto a la Vida (la perla cósmica, la más alta expresión en donde el Cosmos se hace consciente de sí mismo), contrarrestar la lógica humanamente perversa respecto a la actualmente dominante impuesta por fuerzas sociales (de derechas e izquierdas) serviles del «sistema», revertir la quiebra antropológica que las leyes de ingeniería social llevan implícita, aspirar a horizontes civilizatorios humanizantes más amplios, a «progresar» sí, pero en «humanidad»... Todo un amplio camino "revolucionario" a recorrer para el cual todas las manos serán pocas...

Todos somos víctimas de un «sistema» «perverso» y «criminal».

La banalización de la vida en gestación o cómo hemos llegado hasta aquí.

Una izquierda que entra en pánico ante el simple hecho de que una mujer pueda escuchar –voluntariamente– el palpitar del ser que está gestando antes de abortar.

Hemos llegado a un punto de degradación en que una gran parte de la sociedad, Gobierno incluido, considera que escuchar los latidos de un niño en el vientre materno es un ataque a la mujer y triturarlo es un derecho.

La aceptación social del aborto supone la narcotización de nuestras conciencias ante la sigilosa voz de la ley natural inscrita en el interior de la naturaleza humana.

Supone el triunfo de un determinado modelo de sociedad, de unos valores y formas de vida impuestos por un «sistema» perverso creado por nosotros mismos y que nos aboca a sacrificar vidas humanas en aras de nuestro egocéntrico e individualista bienestar personal.

Hay reglas del juego de nuestra economía que presionan en favor del aborto, hay situaciones de vivienda que presionan en favor del aborto... No podemos separar las cuestiones de la moral personal de las cuestiones de la llamada moral social (Luis Argüello)

En la batalla cultural que se está librando, el aborto es el conflicto axial de nuestra época, en él está en juego el modelo de sociedad que nos proponemos construir:
  • o sucumbinos y nos plegamos a las imposiciones del «sistema».
  • o nos orientamos hacia la liberación de tantas seductoras esclavitudes a las que ese «sistema» pretende conducirnos.

La realidad no deja de ser lo que es aunque se manipule su concepto o se le pretenda dar otro nombre

Pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino. Sin embargo, tú no te dejes manipular. ¿De qué tienen miedo? Desde los medios públicos, afines al gobierno, se intenta blanquear el aborto presentándolo como algo definitivamente establecido y como una realidad asumida ya por la mayoría de la sociedad, cuando se trata de UNA GRAVE LACRA SOCIAL A ERRADICAR de la faz del horizonte humano, progresivamente, paulatinamente pero una grave lacra a erradicar, una lacra muy negra y execrable en el haber de la humanidad que en general humanamente no es blanqueable, por mucho que se empeñen en ello los corifeos del abortismo ensalzando exclusivamente la voluntad individualista subjetiva de la gestante y negando cualquier tipo de derecho al ser humano que se está gestando (el tercero en liza, reconocido por el Tribunal constitucional español: el nasciturus) y que más pronto que tarde la evolución histórica, el devenir de los tiempos, el verdadero progreso de la humanidad pondrá en su sitio como ya ha ocurrido con otras ciertas tendencias históricas aparentemente inamovibles en su tiempo: los sacrificios humanos, la esclavitud o la segregación racial.

El ser que va a nacer

No es necesario apelar a ninguna creencia religiosa para defender que "toda vida humana en gestación es digna" y que la sociedad debería reconocer ese derecho natural e inherente de todo ser humano a existir y no ser víctimas pasivas y resignadas del «sistema» social y modo de vida que nosotros mismos hemos creado. Ni es necesario tampoco jalear a determinados partidos políticos que oportunistamente se reclaman únicos defensores de la vida en gestación, pero que en tantas otras cuestiones tienen unos planteamientos y unos enfoques políticos absolutamente censurables y de cuya sinceridad en la propuesta que aquí nos ocupa se plantean dudas razonables, porque ellos tienen en mente otros objetivos políticos "superiores" y este tipo de políticas sectoriales son tan sólo medios secundarios para captar votos y alcanzar su fin. Hemos llegado a un punto de degradación en que una gran parte de la sociedad, Gobierno incluido, considera que escuchar los latidos de un niño en el vientre materno es un ataque a la mujer y triturarlo es un derecho. Debería bastar un mínimo de sentido común, una mínima ética global compartida, superar un marco mental históricamente condicionado por perversos valores que prioriza el «sistema» más basados en el «tener» que en el «ser» y mantener una perspectiva ecológica mínimamente consecuente, en la actualidad más preocupados por proteger la vida de los animales que a nuestros propios congéneres en gestación. Y ser crítico con los perversos mantras y slogans tan ideologizados y acientíficos que intentan narcotizar nuestras conciencias, pretendiéndonos hacer comulgar con ruedas de molino. Y rechazar el "manipulando voy manipulando vengo" que se suele practicar... cuando pervirtiendo el lenguaje lo utilizan como otro de los mecanismos de manipulación de masas. La perversión o tergiversación del lenguaje forma parte de ese intento de manipulación: conceptos como «derecho», «libertad», «conquista», «progreso», «avances», «retrógrado», «cavernario», «machismo», lo que es o no es «violencia», etc. por ejemplo, ¿cómo son usados esos términos en aras de esa manipulación de las masas? Sin embargo, la naturaleza de las cosas no la cambia ni la «opinión» ni la «legislación». La realidad no deja de ser lo que es aunque se manipule su concepto o se le pretenda dar otro nombre.

¿De dónde venimos y dónde nos encontramos ahora?

Primero se prende fuego y luego tenemos que acudir de prisa y corriendo a apagarlo y no siempre con el material y las medidas adecuadas.

Primero crean los «males» y luego inventan remedios artificiosos y mecanismos para combatir esos «males» previamente creados.

¿Qué nos está pasando? ¿Cuál es la raíz de los males de nuestra época, del hombre de hoy? Sobre los males del hombre contemporáneo se ha hablado mucho. Pocas veces, sin embargo, se llega al punto esencial de esos problemas. Muy raramente se individualiza con claridad el fundamento último, la raíz de aquellos males. El funcionamiento habitual es el siguiente: primero se prende fuego y luego tenemos que acudir corriendo a apagarlo y no siempre con el material y las medidas adecuadas. Primero crean los «males» y luego inventan remedios y mecanismos artificiosos para combatir esos «males» previamente creados. Quien trata de curar sólo los efectos de los males y no sus causas obtiene resultados bastante limitados en el tiempo y de consistencia muy exigua.  Por lo que se refiere a la cuestión que aquí nos ocupa, recapitulemos sucintamente la secuencia histórica: el aborto se reintroduce masivamente como una consecuencia de las revoluciones comunistas. Su finalidad básica era disponer de un mayor volumen de mano de obra en el proyecto, tanto en la URSS como en China, de forzar la industrialización, y esto significaba incorporar a las mujeres jóvenes a la fábrica, pero para ello era necesario limitar la posibilidad de maternidad. Esto permite entender mejor que las facilidades para abortar en los regímenes comunistas han fluctuado de acuerdo con sus políticas de población. En el caso de Japón muestra otra utilidad del aborto: limitar en todo lo posible los nacimientos de hijos de japonesas y soldados americanos. En Suecia (1938) se autoriza el aborto para casos muy excepcionales. En la Alemania nazi en 1935. No fue hasta 1973, cuando el Tribunal Supremo de los EEUU dio luz verde al aborto con la sentencia «Roe vs Wade» con el argumento de que la mujer tiene derecho a su intimidad y que el aborto pertenece a este ámbito. El precedente de Estados Unidos condujo a una progresiva generalización en Europa: Francia, Austria y Suecia (1975), Alemania y Dinamarca (1976), Holanda (1981), Portugal (1984), España (1985), Grecia (1986) y Bélgica (1990). El aborto pasa a ser, pues, una cuestión ligada al modo de producción y al control de poblaciones en el modo de vida, que gira en torno a la sexualidad.

Es cierto que la sociedad actual, a pesar de encontrarse en un momento histórico tan avanzado en tantos aspectos, no anda demasiado sobrada de lucidez y de salud ética y moral, de auténtico progreso en humanidad, puesto que va aceptando como natural sacrificar vidas humanas y sus derechos naturales inherentes, consecuencia perversa del modelo de sociedad y del «sistema» de vida que nosotros mismos hemos creado. Que no te permitan ni siquiera escuchar el latido de los bebés en el vientre materno y que eso además lo consideren como una limitación y coacción a la libertad de la mujer es un claro ejemplo de que occidente está en plena decadencia. El plan que se propone desde la Junta de Castilla y León a favor de la maternidad y de fomento de la natalidad y contra de la lacra del aborto contiene una serie de  medidas “provida” como, por ejemplo, un refuerzo de la atención psicológica a las madres embarazadas, un protocolo que permita a los padres la escucha del latido fetal, ofrecer una ecografía 4D que complemente las tres convencionales contempladas actualmente y proteger la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios, ha levantado ampollas en la izquierda española. Una medida por la que el Gobierno presidido por Pedro Sánchez ha presentado un requerimiento a la Consejería de Sanidad de Castilla y León para que se abstenga de aprobar o aplicar alguna medida que vulnere la actual normativa con respecto a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Es una sobreactuación política de cara a su parroquia y una medida de presión al Gobierno hacia Castilla y León para meter miedo. Sin embargo, la implantación de una medida tan simple podría revolucionar el panorama del abortismo y podría ayudar a salvar vidas. Se trata de ofrecer información, no de forzar a nadie.

La izquierda ante el anuncio de tales medidas ha puesto el grito al cielo y el gobierno se ha movilizando profusamente sobre todo para contentar y no desencantar a su parroquia y no perder su apoyo. Cegado por su ideología les importan más los votos de su parroquia que reconocer la verdad natural y objetiva de lo que se está gestando en el vientre materno. Y esta es la cuestión: una izquierda antropológicamente trasnochada y decadente tiene miedo, no quiere que las mujeres embarazadas sepan la verdad y conozcan con más realismo la realidad de la vida que están gestando. No quieren que conozcan con más realismo al ser que están gestando en su interior. Pretenden mantenerlas en la ilusión/ignorancia de lo que humanamente y civilizatoriamente implica tan letal práctica humana. La verdad podría disuadir a la mujer predispuesta a abortar y si esta actitud se generalizara podría arruinar el gran negocio del aborto y el tinglado económico montado a su alrededor, prefieren mantenerlas en la ignorancia... Hay estudios que indican que alrededor del 40% de mujeres que tienen un conocimiento más realista del ser que están gestando y reciben el apoyo necesario desisten de su intención de abortar. Se autodenominan progresistas, y convierten en derecho interrumpir el progreso de una vida humana en el seno materno: nunca puede existir el derecho, no a interrumpir, sino a matar a otro ser humano. Dicen defender la autonomía sin chantajes emocionales, y evitan la información científica y la reflexión. Un autodenominado progresismo (aunque decante y trasnochado) no quiere que las mujeres sean libres (que sean más auténticamente libres). Desde el poder no se quiere que las mujeres sepan más, tengan un mayor conocimiento, sean realmente libres. Quieren mantenerlas en la ilusión construida a partir de un discurso perversamente ideologizado. Sin aceptar que cuanto más se conoce más libre se es. No quieren que conozcan, porque cuanto más se conoce, más capacidad se tiene para decidir y para elegir.

Una izquierda antropológicamente decrépita y decadente

Está claro que su fuerte no está puesto en el progreso antropológico, en humanidad, en la mejora de una verdadera, y no sometida al «sistema», calidad humana. Dentro de esa izquierda habrá tendencias, pequeños círculos, grupúsculos reducidos, entidades, que ejerzan como la levadura en la masa, seguro.., pero eso no es lo que se trasmite y llega a la opinión pública por parte de sus más destacados dirigentes. Tratan de paliar a cañonazos los problemas que trae consigo el tipo de "progreso" en el que pretenden embarcarnos. Su campo y el horizonte mental en el que operan es el propio de un materialismo burdo, un campo que pretenden explotar, estrujar, manipular sin límite, para conseguir sus fines. Estamos viviendo y situados en diferentes planos: el de aquéllos que no levantan la cabeza y permanecen pegados, mirando al suelo, pero un suelo hecho de materialismo, nihilismo, consumismo, hedonismo, liberticidio, violencia antropológica... y que en su oferta progresista a poco más aspiran y poco más tienen que ofrecernos en la senda de un auténtico progreso que sea verdaderamente humano. Y el de aquéllos otros que, situándose en la senda de un más auténtico y verdadero progreso, consideran que éste debe darse sobre todo en un plano de humanidad, de mejora de la calidad humana, de mayor madurez como especie civilizada, de más alta humanización de nuestra especie, de un más alto grado de civilización y no al revés, en el de una mayor animalización y regresión civilizatoria; aquéllos que aspiran a vivir en respeto y armonía con las leyes naturales inscritas también en el interior de la naturaleza humana y que sigilosamente nos susurran en la conciencia... Sabemos, sabemos del poder de la ciencia y las posibilidades que nos ofrece la tecnología... pero no siempre empleamos esa tecnología con fines éticos y en favor del verdadero progreso humano: la historia nos ha dado sobradas muestras de ello.

Está claro que el modelo de sociedad que propugna la izquierda en estos aspectos no es ni el más constructivo, ni humanamente el más progresista, su modelo antropológico es de cortos vuelos: se cercena la vida y se fomenta el genocidio de nuestros congéneres concebidos, pero no nacidos. Su horizonte existencial está focalizado básicamente en mejorar la calidad de vida de la población, el bienestar material de la ciudadanía, es decir, una invitación a vivir a ras de suelo, a no despegar, incapaces de mirar más allá de los horizontes meramente materialistas, de levantar vuelo, a no elevar la mirada en busca de horizontes humanamente más amplios… aunque para ello tengamos que someter nuestra "libertad" a la estrechez de los márgenes que nos impone el modo de vida que otros han diseñado, que tengamos que sucumbir y plegarnos a los dictados del estilo de vida que nos impone el «sistema», aunque ello implique tener que sacrificar vidas inocentes, violentar y quebrantar la Naturaleza de las cosas, revelarse contra la ley natural… Otros aspiramos a un «progreso» verdaderamente humano, a un mayor horizonte de libertad, no plegarnos a los dictados del «sistema», liberarnos del corsé que supone el tipo de vida que se nos dicta, desarrollar un tipo de vida acorde y en respeto y armonía con la Naturaleza de las cosas, con la ley natural inscrita en el interior de la propia naturaleza humana.

La izquierda en este tipo de cuestiones siempre suele optar por las soluciones más facilonas, poco imaginativas y menos creativas (abortismo, eutanasia, cultura de la muerte...). Ese no puede ser el horizonte hacia el que caminar. Ese no puede ser el horizonte hacia el que encaminarmos como humanidad. El protagonista de esta tropelía contra la más elemental humanidad es una Izquierda humanamente decadente y trasnochada que ha ido degenerando con el tiempo y que en materia de progreso verdaderamente humano se ha echado al monte, consecuente con la raíz ideológica materialista, nihilista y paupérrima en humanismo, en la que históricamente bebió y se gestó. Ante un embarazo no previsto y quizás no deseado todos sabemos qué es lo más fácil, la vía más corta, pero una vía que nos atasca, nos paraliza en el progreso civilizatorio, que no nos ayuda a avanzar y progresar humanamente, sino que supone una gran regresión civilizatoria (¡cómo es posible que nos pretendan vender sin sonrojarse que cercenar vidas humanas inocentes es signo de "modernidad" y de "progreso"!). El déficit de humanismo en su ideología es evidente. Una izquierda (y también una derecha) que no toma conciencia de que ella misma y algunas de sus posiciones ideológicas, en especial las relacionadas con las cuestiones de las que aquí tratamos, son también víctimas de un «sistema», que pretende cambiar "la verdad por la opinión, el bien por el interés, la belleza por la apariencia",  y en el que hoy en algunos casos importa más una opinión subjetiva o mayoritaria que la verdad objetiva y el respeto a la Naturaleza de las cosas.

¿Una izquierda humanamente «moderna» y «progresista» o decantada hacia el «nihilismo»? Actualmente en las cuestiones de las que aquí nos ocupamos practica un progresismo humanamente regresivo, está instalada en una lógica abortista, tanática, aunque pretenda enmascararlo y suavizarlo a través del lenguaje, presentándolo y vendiéndolo como un avance y un progreso social, pero que en realidad humanamente supone una grave regresión humana y civilizatoria. Es patético contemplar cómo en materia de humanismo esa izquierda ha ido involucionando, degenerando, hasta adoptar actualmente una posición decrépita y decadente, propalando entre las masas unos mantras en pleno siglo XXI humanamente insostenibles, llegándose a afirmar desde la vicepresidencia del parlamento europeo que “Si les enseñan fotos del feto y tienen que oír el sonido del latido del corazón del feto, pues entonces esa mujer, no es libre”. Hasta aquí estamos llegando por parte de nuestros representantes políticos ¡Realmente el mundo al revés!. Pretender limitar la información que debería recibir una mujer que acude a practicarse un aborto, para evitar que pudiera replantearse su decisión, es atentar contra su autonomía, su capacidad de decisión libre y, en última instancia, su dignidad y sus derechos.

Veamos someramente su evolución histórica: antaño, el progresismo respondía a un esquema simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia, defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil eran los desheredados e indefensos... Había que tomar partido por ellos. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar la calidad de los más débiles. Con el tiempo se olvidó de ello y orilló una realidad evidente, que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero, quizá porque el embrión carecía de voz y voto y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Actualmente, el foco de interés de la izquierda posmodema se ha desplazado de las cuestiones socioeconómicas a las de tipo morales-culturales en base a un estrecho y miope concepto de «libertad». Ser de izquierda tiene hoy más que ver con propugnar el aborto libre, la ideología de género, los "nuevos modelos de familia", defender un ecologismo light o la eutanasia que posicionarse claramente en favor de la defensa de la vida naciente y la protección del más débil e indefenso. El pseudoprogresismo con sus leyes al uso desprotege un derecho inviolable esencial:  el derecho a la vida. Con ellas pone en juego derechos naturales como el derecho natural a la vida y la dignidad esencial de todo ser humano en su estadio de gestación. Tanto que se cacarea, no sin razón, contra una intolerable "violencia de género", sin embargo, paralelalmente esa misma izquierda permite, tolera, defiende con sus leyes, la institucionalización de una violencia antropológica estructural, inhumana y cruel, desde el propio Estado en el seno materno, contra la raíz misma en la que se gesta la Vida. Se predica en nuestra sociedad la armonía ecológica con la Naturaleza y sus dinámicas, excepto en el caso de la mujer embarazada. Se interrumpe por la fuerza, con una violencia extrema, insuperable, lo que era la dinámica natural del embarazo. No debemos talar árboles, ni roturar el bosque, ni cazar animales, pero abortar eso sí es positivo. Esta es la nueva religión a acatar impelidos por un zafio abortismo.

No se trata del sometimiento pasivo a la naturaleza, sino acompañarla constructivamente desde el mundo humano en su proceso creativo y generativo de "Vida"… ¿Y si empezásemos a poner el foco en las perversidades del «sistema» que nosotros mismos hemos creado y que nos llevan a aceptar socialmente lacras tan graves y dejáramos de tirar balones fuera? ¿Y si nos revelásemos y no viviéramos sometidos al imperativo individualista al que pretende conducirnos el «sistema»? ¿Y si fuéramos críticos militantes contra el mismo y contra la mentalidad y las formas de vida derivados del mismo? ¿Y si intentásemos revertir con nuestro esfuerzo diario la dictadura a la que nos somete ese «sistema» perverso y opresor de nuestra más esencial humanidad, que con sus disfunciones, opresiones y desigualdades tantas vidas se cobra de mil formas diversas…? ¿Y si empezáramos cambiando el chip dominante y empezáramos a considerar que toda vida importa, que toda vida humana debería ser objeto de consideración y respeto absolutos por parte de todo el planeta (Derecho humano absoluto)?, ¿ y si empezáramos a ver y considerar la maternidad no sólo como una carga pesada a la que nos somete la Naturaleza sino como un regalo, una alegría, una gracia, como un bien considerado y apoyado por el conjunto del cuerpo social y con las correspondientes políticas de apoyo a la misma por parte del Estado?¿Y si considerásemos el desarrollo de cada vida humana como responsabilidad de todos en acogerla, protegerla y amarla por parte del conjunto de la "tribu humana" a lo largo de todo su ciclo vital y no solo pensando en su rentabilidad "productiva"…? ¿Y si dejáramos el espantajo del "maltusianismo" de lado... ya que éste no es el foco principal del problema sino la explotación de unos sobre otros, el desigual reparto de la riqueza, las desigualdades estructurales planetarias...?

¿El pseudoprogresismo qué tipo de políticas públicas pone en práctica en relación con la protección de la vida y en apoyo a la maternidad y la mujer necesitada? Por lo que respecta a la materia que nos ocupa, el pseudoprogresismo pone el foco en solucionar de raíz las consecuencias (a cañonazos) (embarazos no previstos) pero no en las causas que llevan a esa situación. Implementa políticas que pretenden dar respuesta a las consecuencias (embarazo no deseado) con una solución para ellos “estelar”: mujer, ahí tienes el "aborto", el aborto como mejor solución a tu problemática y además gratuito, amparado por el Estado... te lo facilitaremos todo para que puedas acabar con la vida del ser humano que estás gestanto (pero mover un pelo, dice el Estado, para apoyar a la madre y hacer posible que esa vida salga adelante... de eso, nada de nada, en eso ¡ahí te las compongas tú sola!=insolidaridad exponencial)... No se cuestiona cuáles son las causas (para atajarlas) y reducir el número de abortos y sobre cómo y porqué se llega a esa situación. Del aborto admitido en circunstancias excepcionales al aborto como método anticonceptivo generalizado de última generación, esa es la tendencia de fondo a la que nos abocará con el tiempo tan arrogante izquierda. Qué tipo de políticas públicas pone en práctica?¿Reivindica la dignidad de TODA vida humana, incluso en su estadio de gestación? Su respuesta, la insolidaridad: ¡A no…!  en ese estadio de la vida en gestación, que cada uno se las arregle...! En un proceso de invierno demográfico como el que nos encontramos: ¿hace todo lo posible para apoyar la maternidad con todos los medios de que dispone que cuando está en el poder son muchos? No, no es tanto falta de medios, sino cuestión de orientación en lo que realmente implica el verdadero "progreso" y de voluntad política. Acusa a los demás de atacar las libertades esenciales de las mujeres. El progresismo hace bandera de la libertad. Veamos: ¡pero de qué libertad nos están hablando si a la mujer necesitada la única alternativa que se le ofrece es el aborto... abandonándola en tan duro trance y ofreciéndole como única alternativa esa salida...! La libertad nos hará verdaderos, dijo aquél... pero más bien será la "verdad" la que nos hará más auténticamente libres y verdaderos… Sin embargo, nosotros decimos: TODA vida humana es «digna», también en su estadio de gestación. Apoyo total (integral) a toda mujer necesitada. Atajar las causas y no tan sólo las consecuencias (embarazos involuntarios) producto de esas causas.

De la nueva conciencia planetaria a favor de la vida… a la libertad real de las mujeres

En España no hay un modelo de sociedad alternativo, no hay medios de comunicación y no existen políticos que crean en un modelo de sociedad diferente, en un modelo de sociedad que no apueste por promover que las mujeres tengan cada vez más posibilidades de acabar con sus embarazos, sino que apuestan por un modelo de sociedad en el que la mujer es realmente respetada como es respetado el derecho a la vida del que lleva dentro. Ese modelo de sociedad que respeta y promueve todo aquello que hace que las mujeres tengan mejor información, estén mejor formadas, tengan más posibilidades de llevar adelante sus embarazos no es el que quiere la izquierda, pero tampoco es el que promueve ya la derecha, ni aceptable en su conjunto el modelo de la extrema derecha.

Ante la problemática de los embarazos no deseados o no planificados, está emergiendo una nueva conciencia planetaria, un alegato positivo, alegre, festivo, biófilo, bien armado argumentalmente, a favor de la vida, del reconocimiento de la dignidad humana y de la condición de humanos de quienes no son sino nuestros congéneres en su estadio naciente, y de su derecho natural a vivir. Todo sería muy diferente si en medio de todo ello no nos encontráramos con el sacrificio de seres humanos aun no nacidos, no se obviara esa realidad, esa lacra tan inhumana y cruel que embarga nuestro tiempo, se recobrara el sentido común y se reconociera por parte del conjunto del cuerpo social el derecho intrínseco más elemental, natural y básico de todo ser humano a existir. Porque en el fondo de todo ello lo que está también en juego es la capacidad o incapacidad del conjunto del cuerpo social para progresar o no en el reconocimiento social y jurídico de la dignidad humana y el derecho a vivir de cada uno de nuestros congéneres concebidos, pero aún no nacidos. Es necesario un modelo social alternativo a la tanática "cultura de la muerte" que propone tan decadente autodenominada izquierda, pero que en el fondo no es consciente de que en este aspecto es víctima y cómplice servil de un «sistema» que en sus soflamas revolucionarias afirma combatir. Hay alternativas, pero hace falta voluntad política.

Avancemos socialmente en la defensa de TODA vida humana en gestación! La libertad real de las mujeres se garantiza mejor ofreciéndoles todas las alternativas posibles al aborto y no abandonándolas a su suerte y abocándolas a él. Y para ello, junto a las reformas necesarias en favor de una vida digna para TODOS (también para los aún no nacidos) deben revertirse radicalmente las políticas sociales orientándolas al fomento y apoyo integral a la maternidad y en general a la mujer necesitada. Transformación de la acción política, transformación de la legalidad antropológicamente regresiva, pero sobre todo cambio de mentalidad individual y colectiva sin el cual nada de lo anterior tendrá consistencia permanente. Es responsabilidad de todos remar en tal dirección.

Elaboración propia a partir de materiales diversos

Ver también:

Los males de nuestro tiempo: un diagnóstico de las raíces de los males de nuestro tiempo

El nihilismo: otra de las “fuentes” de inspiración de una izquierda decadente

En defensa del derecho a la vida del no nacido

En defensa de la vida y en contra de la cultura de la muerte

Sección: LA CULTURA DE LA VIDA


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