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El siglo XXI ¿Será femenino?

El movimiento feminista es plural. No es uniforme. El feminismo es un necesario proyecto de igualdad entre hombres y mujeres, pero hoy ese loable proyecto se ha convertido en campo abonado de disputa política y se ha transformado en una batalla ideológica a través de la cual se intenta imponer una determinada concepción y orientación del mismo. En el mundo existen muchos feminismos y no tan sólo el griterío del feminismo "radical". El feminismo es un movimiento de "liberación" de la mujer pero como tal pretende ser instrumentalizado o, quizás mejor, modelado por distintas ideologías: conservadora, progresista, liberal, cristiana… cada una de las cuales parte de cosmovisiones y concepciones antropológicas distintas, dando a ese movimiento orientaciones y contenidos diversos. Los nuevos postulados de algunos feminismos "radicales" responden a un modelo de mujer y modelo de sociedad que sólo algunos comparten, y que se están imponiendo en una batalla cultural, allí donde no existen otras alternativas. Hay mujeres que se rebelan contra un feminismo de confrontación, impositivo y excluyente. Por encima de ciertos planteamientos feministas "radicales", hay quienes apuestan por reivindicar no la confrontación entre hombres y mujeres sino la complementariedad de unos con otros, no renunciando a la esencialidad de cada uno de ellos. Los hombres y las mujeres necesitan redescubrir y afirmar su identidad y complementariedad. La mujer aporta una contribución singular a la estabilidad de la familia, el mundo laboral, la sociedad y el bien común. La auténtica emancipación femenina consiste en la libertad de ser realmente una misma, en ser mujer en términos de mujer.

A este respecto nos puede ser útil la visión que nos ofrece Ethel Turcios: Jesús y las minorías: Lo femenino en Jesús, dentro de la obra encabezada por Mario SABÁN, Jesús y la Cábala. "La percepción de la realidad en la que vivimos es distorsionada. Los valores verdaderos no son tomados en cuenta y no valoramos lo que en realidad trasciende o importa. Si ya nuestra apreciación de la realidad es tergiversada, cuando hablamos del aspecto femenino en el mundo su enredo es exponencial, y solo su mención ya despierta sospecha en algunos. Tendemos a pensar que lo que tiene que ver con femenino es sinónimo de débil, frágil, de poco valor, absurdo, e incluso las mujeres tendemos a menospreciar estos aspectos viéndolos como inseguridad, defecto, cobardía, etc. Y, en muchos casos, preferimos exaltar solo los valores masculinos y ponerlos por encima de los femeninos. El problema de esta visión es que terminamos anulando los aspectos femeninos en el mundo, lo cual nos lleva a un caos. A veces, son las fuerzas femeninas las que se tratan de imponer sobre lo masculino, generando también caos. Ambas corrientes de pensamiento, en las que una fuerza anula a la otra, son muy destructoras. Tanto las fuerzas masculinas como las femeninas son necesarias. Hasta que no logremos que estas energías trabajen en sincronía, nuestro mundo estará en un desequilibrio permanente de anarquía, pues necesitamos tanto de lo femenino como de lo masculino en su máximo esplendor para poder rectificar nuestro mundo y redimirlo." Recuperamos un artículo de fondo escrito hace ya algunos años pero que no piede actualidad.

La mujer se siente atraída antes por la persona que por la conquista del mundo material que le rodea.

El siglo XXI será femenino y necesitamos que lo sea, para vivir un tiempo más humano, donde prive la búsqueda del bien objetivo del hombre.

Hay muchos ámbitos que humanizar, hay mucho trabajo que hacer. Esta es la misión de la mujer actual y de toda mujer, desplegar su genio femenino en todos los ámbitos de la vida, para humanizar nuestro mundo.


Por Nieves García

Todavía seguimos investigando las causas que provocaron los complejos procesos históricos de finales de siglo pasado: el constante conflicto entre Israel y Palestina, la caída del muro de Berlín, el resurgimiento de los fundamentalismos, el despertar económico de China, la globalización que se nos impone. Tampoco los acontecimientos de este inicio del siglo XXI marcan una pauta clara para prever un futuro de armonía: la caída de las Torres Gemelas, la guerra en Irak, los constantes y sangrientos conflictos de África... En el campo de la investigación y la técnica, quienes llevan las riendas del progreso, y el pensamiento filosófico parece que se esconde detrás del gigante de la ciencia positiva, temeroso de que su verdad, venga a tierra con algún genial descubrimiento. Y en este puzzle ininteligible, la revolución de la mujer iniciada en el siglo pasado, sigue adelante, impregnando todas las esferas de la sociedad. Una muestra significativa de este avance: sólo en España el 60% del cuerpo judicial está configurado por mujeres que sacaron sus oposiciones a judicatura, sin mayor problema. La medicina, el mundo de la abogacía, el profesorado de las universidades, el ambiente de la investigación, el ámbito de la política... todos los campos se han visto enriquecidos con la presencia femenina. Y la revolución sigue adelante. Entonces el siglo XXI ¿será femenino?

Quienes respondan a esta pregunta pensando que la mujer nunca llegará a cambiar el mundo, darán la impresión de conocer poco la realidad y menos a la mujer. No merece la pena continuar por aquí el diálogo, porque hay pocos puntos en común. El machismo no es descalificado por sus ideas, sino por la ausencia de éstas.

Otros responderán inmediatamente a la pregunta, con un sí convencido, confiados en que la lucha del feminismo militante, que anhela poseer, a como dé lugar, espacios de poder para la mujer, es muy activo. Para ello se exige cuotas de paridad en todas las empresas y puestos públicos, autoridad en la familia, conquista de profesiones fuera del hogar. Quienes defienden la bandera del poder para la mujer presentan la maternidad y la familia, como los grandes obstáculos. La solución que los derriba se llama: “Derechos sexuales y reproductivos”, porque la sexualidad humana, para ellos, no tiene que desembocar en la vida, y, aunque no lo dicen, cuantos menos hijos, más posibilidades, más liberación. Ellos contestarían que el siglo XXI acabará siendo femenino, o mejor dicho dirán que será, feminista. Estos sí tienen ideas acerca de la mujer, pero muy impregnadas de ideología, y por ello poco creíbles. Las ideas que definen a la mujer no se pueden “inventar” delante de una computadora; se descubren, no se inventan, en la experiencia real de la vida cotidiana, en el trato con mujeres, en la escucha sin prejuicios, en el conocimiento personal...

Y hay quienes creemos que lo femenino se desarrolla en el orden del ser, por el crecimiento interior de la persona, en el marco de la libertad libre, en el ejercicio del amor. Para ellos la respuesta se presenta como una esperanza. ¡Ojalá el siglo XXI sea femenino!. ¿Por qué se desea?

Nuestro mundo occidental ha conquistado muchas metas pero está perdiendo la carrera esencial de la vida; se está deshumanizando. El ser humano se cosifica y se convierte en objeto de consumo; se le manipula sin ningún respeto y encima se le hace creer que es más libre, solo porque acepta “el consenso de la mayoría”. Humanizar es ayudar al hombre a mirar al hombre como lo que es: un ser valioso en sí mismo, porque es el único que posee el don de la libertad que le permitirá actuar por el amor y para amar. Ningún otro elemento de la naturaleza lo posee, ni animales, ni plantas, ni astros.

La mujer, de forma natural y en toda cultura, se siente atraída antes por la persona que por la conquista del mundo material que le rodea. Sin querer, su actuar responde más a la pregunta del para quién, que al cuestionamiento sobre el por qué o el qué. A esta inclinación la adjetivamos como lo femenino. Y en ella se esconde la debilidad y la fortaleza de la mujer. Debilidad porque esta tendencia condicionará su pensar, su obrar, su quehacer, habitualmente hacia el otro, que puede muy bien usarlo para su provecho. Como anécdota real citamos el comentario de un eminente abogado, dueño de una importante firma comercial en México, que decía “Cuando un caso me interesa extraordinariamente, busco rodearme de un par de mujeres como socias. Busco que sean inteligentes y si logro que conozcan al cliente y la necesidad que este tiene de ser ayudado, ya sé que por su responsabilidad no dejarán de pensar en el caso ni de noche ni de día,”. Pero también esta inclinación es la fortaleza de la mujer porque el ser humano no puede resistir ser amado, sin desarmarse. El ser humano que se siente amado con desinterés tiende a responder con la misma moneda, tarde o temprano. aunque tarde. Es como la aguja atraída por el imán, no puede evitarlo.

El siglo XXI será femenino y necesitamos que lo sea, para vivir un tiempo más humano, donde prive la búsqueda del bien objetivo del hombre, por encima de cualquier interés económico o egoísta.

Hay muchos ámbitos que humanizar, hay mucho trabajo que hacer si la mujer deja de negarse a sí misma, y sigue abriéndose campo en el mundo, llevando bien alta la bandera de su dignidad. La que es abogado que lo sea pero litigando como mujer, la que ejerce la medicina, preocupándose por el enfermo antes que por la enfermedad, la que enseña, formando personas y no sólo mentes...

Esta es la misión de la mujer actual y de toda mujer, su genio femenino en todos los ámbitos de la vida, para humanizar nuestro mundo.


Ver también:

Emancipación de la mujer: pluralismo feminista

Sección: LA CONDICIÓ FEMENINA


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