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La sofía o el interés por lo esencial

Etimológicamente "sophía" procede del griego y significa "saber, conocimiento, ciencia". De ahí deriva: Antroposofía: conocimiento de la naturaleza humana. Filosofía: amor por la sabiduría. Logosofía: conocimiento profundo sobre uno mismo. Teosofía: sabiduría espiritual o religiosa.  Muchos tan solo oír la palabra «filosofía» se espantan, se asustan. Debido a la mala transmisión que se ha hecho de ella, la imagen que les ha quedado les recuerda algo oscuro, hermético, complicado, arduo. Ante ella su reacción espontánea inmediata es salir corriendo. A muchos el término «filosofía» les suena a elucubraciones, especulaciones, teoría, reflexión estéril, pretender buscar tres pies al gato, algo no apto para la gente común... aunque durante mucho tiempo fue considerada el camino por excelencia hacia la plenitud y una fuente inagotable de inspiración en el complejo camino del vivir, una sabiduría en el arte de vivir.

¿Podemos vivir sin filosofía? Ciertamente. Aunque todos tenemos más o menos inconscientemente una filosofía... sin embargo, hace falta un cierto grado de reflexión sobre uno mismo para tomar conciencia de ello. Cada uno vive con más o menos consciencia y conoce cómo enfoca su vida. Hay quien simplemente vive medio vegetando, otros, sin embargo, viven con un nivel de consciencia más alto porque han comprendido y comprobado que reflexionar sobre las cosas ayuda a vivir más plenamente. También el animal puede sobrevivir simplemente vegetando. La «aventura humana» no puede quedar reducida a pasar por la vida sin intentar ni siquiera preguntarse sobre su sentido y sobre sus condicionantes. Muchas personas, absortas en sus quehaceres, ocupadas en sus tareas cotidianas o sumidas en sus preocupaciones diarias, tienden a ignorar - o a percibir como ajenos – valores, cuestiones y temas de capital importancia. La filosofía, entendida como esa capacidad de reflexionar sobre las cuestiones de fondo que impregnan la vida humana constituye biológicamente una actividad de lujo, no estrictamente necesaria para la propia supervivencia de uno mismo, aunque sí es una actividad humana fundamental orientada a vivir de una manera más consciente y plena.

En cierta forma todos en el fondo somos «filósofos», practicamos la filosofía, es más cada uno de nosotros tiene su propia filosofía de la vida y de acuerdo con ella vive. «Filósofo» es en realidad aquél que anhela saber, que aspira al conocimiento verdadero, «aquél que busca conseguir sabiduría». Lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es la capacidad de asombro... Quien no es capaz de asombrarse, no reconoce su propia ignorancia ni la indigencia del saber humano, que siempre será pobre con relación a una comprensión total del universo y de nuestra propia existencia. El asombro es el reconocimiento de esa indigencia, y hacemos filosofía para superar esa pobreza esencial del saber humano. Otras veces en la vida nos encontramos con situaciones límites que nos llevan a pensar en el sentido de nuestra existencia, en nuestro destino o en el origen del universo. Esas situaciones límites son como callejones sin salida que nos obligan a hacer un alto en el camino para reflexionar acerca de nuestra existencia.  

Muchas personas, sin embargo, suelen dejarse arrastrar por la indiferencia:  la superficialidad, si no la banalidad, el ajetreo diario, el dejarse llevar por la corriente, el consumismo... son su más visibles señas de identidad. La vida pierde su sentido y a partir de ese momento se puede decir que para ellos "todo está permitido". La sabiduría se convierte entonces para ellas en algo etéreo, alejado de la realidad, cinismo, o verborrea vacua. La palabra «filosofía» significa amor al saber, deseo de conocimiento. Se deriva de los términos griegos «filos» que significa amor y el término «sofía» que significa «sabiduría».

¿Quién eres? ¿Qué es un ser humano?, ¿Por qué existimos? Constatamos que somos seres finitos… ¿Habrá vida más allá de la muerte? ¿Cómo se ha originado el mundo?... ¿Quién había arrancado a Sofía, la protagonista de la novela, de lo cotidiano para de repente ponerla ante los grandes enigmas de la vida humana? A continuación, presentamos uno de los capítulo de la obra de Jostein Gaarder, El mundo de Sofía. Novela sobre la historia de la filosofía.

¿Qué es la filosofía?

... lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es la capacidad de asombro...

(...) En el instituto le resultaba difícil concentrarse en lo que decía el profesor; le parecía que sólo hablaba de cosas sin importancia. ¿Porqué no hablaba de lo que es el ser humano, o de lo que es el mundo y de cual fue su origen? Tuvo una sensación que jamás había tenido antes: en el instituto y en todas partes la gente se interesaba solo por cosas más o menos fortuitas. Pero también había algunas cuestiones grandes y difíciles cuyo estudio era mucho más importante que las asignaturas corrientes del colegio. ¿Conocía alguien las respuestas a preguntas de ese tipo? A Sofía, al menos, le parecía más importante pensar en ellas que estudiarse de memoria los verbos irregulares.
Cuando sonó la campana al terminar la ultima clase, salió tan deprisa del patio que Jorunn tuvo que correr para alcanzarla.
Al cabo de un rato Jorunn dijo:
—¿Vamos a jugar a las cartas esta tarde?
Sofía se encogió de hombros.
—Creo que ya no me interesa mucho jugar a las cartas.
Jorunn puso una cara como si se hubiese caído la luna.
—¿Ah, no? ¿Quieres que juguemos al bádminton?
Sofía mira fijamente al asfalto y luego a su amiga.
—Creo que tampoco me interesa mucho el bádminton.
—¡Pues vale!
Sofía detectó una sombra de amargura en la voz de Jorunn.
—¿Me podrías decir entonces qué es lo que tan de repente es mucho más importante?
Sofía negó con la cabeza.
—Es... es un secreto.
—¡Bah! ¡Seguro que te has enamorado!
Anduvieron un buen rato sin decir nada. Cuando llegaron al campo de fútbol, Jorunn dijo:
—Cruzo por el campo.
«Por el campo.» Ese era el camino más rápido para Jorunn, el que tomaba sólo cuando tenía que irse rápidamente a casa para llegar a alguna reunión o al dentista. Sofía se sentía triste por haber herido a su amiga. ¿Pero qué podría haberle contestado? ¿Qué de repente le interesaba tanto quién era y de donde surge el mundo que no tenía tiempo de jugar al bádminton? ¿Lo habría entendido su amiga? ¿Por qué tenía que ser tan difícil interesarse por las cuestiones más importantes y, de alguna manera, más corrientes de todas?

Al abrir el buzón notó que el corazón le latía más deprisa. Al principio, solo encontró una carta del banco y unos grandes sobres amarillos para su madre. ¡Qué pena! Sofía había esperado ansiosa una nueva carta del remitente desconocido. Al cerrar la puerta de la verja, descubrió su nombre en uno de los sobres grandes. Al dorso, por donde se abría, ponía: Curso de filosofía. Trátese con mucho cuidado. (...) En el sobre había tres hojas grandes escritas a maquina y unidas con un clip. Sofía empezó a leer.

¿Qué es la filosofía?

Querida Sofía. Muchas personas tienen distintos hobbies. Unas coleccionan monedas antiguas o sellos, a otras les gustan las labores, y otras emplean la mayor parte de su tiempo libre en la práctica de algún deporte.

A muchas les gusta también la lectura. Pero lo que leemos es muy variado. Unos leen sólo periódicos o cómics, a algunos les gustan las novelas, y otros prefieren libros sobre distintos temas, tales como la astronomía, la fauna o los inventos tecnológicos. Aunque a mí me interesen los caballos o las piedras preciosas, no puedo exigir que todos los demás tengan los mismos intereses que yo. Si sigo con gran interés todas las emisiones deportivas en la televisión, tengo que tolerar que otros opinen que el deporte es aburrido.++

¿Hay, no obstante, algo que debería interesar a todo el mundo? ¿Existe algo que concierna a todos los seres humanos, independientemente de quiénes sean o de en qué parte del mundo vivan? Sí, querida Sofía, hay algunas cuestiones que deberían interesar a todo el mundo. Sobre esas cuestiones trata este curso.

¿Qué es lo más importante en la vida? Si preguntamos a una persona que se encuentra en el límite del hambre, la respuesta será comida. Si dirigimos la misma pregunta a alguien que tiene frío, la respuesta será calor. Y si preguntamos a una persona que se siente sola, la respuesta seguramente será estar con otras personas. Pero con todas esas necesidades cubiertas, ¿hay todavía algo que todo el mundo necesite? Los filósofos opinan que sí. Opinan que el ser humano no vive sólo de pan.

Es evidente que todo el mundo necesita comer. Todo el mundo necesita también amor y cuidados. Pero aún hay algo más que todo el mundo necesita. Necesitamos encontrar una respuesta a quién somos y por qué vivimos.

Interesarse por el por qué vivimos no es, por lo tanto, un interés tan fortuito o tan casual como, por ejemplo, coleccionar sellos. Quien se interesa por cuestiones de ese tipo está preocupado por algo que ha interesado a los seres humanos desde que viven en este planeta. El cómo ha nacido el universo, el planeta y la vida aquí, son preguntas más grandes y más importantes que quién ganó más medallas de oro en los últimos juegos olímpicos de invierno.

La mejor manera de aproximarse a la filosofía es plantear algunas preguntas filosóficas: ¿Cómo se creó el mundo? ¿Existe alguna voluntad o intención detrás de lo que sucede? ¿Hay otra vida después de la muerte? ¿Cómo podemos solucionar problemas de ese tipo? Y, ante todo: ¿cómo debemos vivir?

En todas las épocas, los seres humanos se han hecho preguntas de este tipo. No se conoce ninguna cultura que no se haya preocupado por saber quiénes son los seres humanos y de dónde procede el mundo.

En realidad, no son tantas las preguntas filosóficas que podemos hacernos. Ya hemos formulado algunas de las más importantes. No obstante, la historia nos muestra muchas respuestas diferentes a cada una de las preguntas que nos hemos hecho. Vemos, pues, que resulta más fácil hacerse preguntas filosóficas que contestarlas.

También hoy en día cada uno tiene que buscar sus propias respuestas a esas mismas preguntas. No se puede consultar una enciclopedia para ver si existe Dios o si hay otra vida después de la muerte. La enciclopedia tampoco nos proporciona una respuesta a cómo debemos vivir. No obstante, a la hora de formar nuestra propia opinión sobre la vida, puede resultar de gran ayuda leer lo que otros han pensado.

La búsqueda de la verdad que emprenden los filósofos podría compararse, quizás, con una historia policiaca. Unos opinan que Andersen es el asesino, otros creen que es Nielsen o Jepsen. Cuando se trata de un verdadero misterio policiaco, puede que la policía llegue a descubrirlo algún día. Por otra parte, también puede ocurrir que nunca lleguen a desvelar el misterio. No obstante, el misterio sí tiene una solución. Aunque una pregunta resulte difícil de contestar puede, sin embargo, pensarse que tiene una, y sólo una respuesta correcta. O existe una especie de vida después de la muerte, o no existe.

A través de los tiempos, la ciencia ha solucionado muchos antiguos enigmas. Hace mucho era un gran misterio saber cómo era la otra cara de la luna. Cuestiones como ésas eran difícilmente discutibles; la respuesta dependía de la imaginación de cada uno. Pero, hoy en día, sabemos con exactitud cómo es la otra cara de la luna. Ya no se puede «creer» que hay un hombre en la luna, o que la luna es un queso.

Uno de los viejos filósofos griegos que vivió hace más de dos mil años pensaba que la filosofía surgió debido al asombro de los seres humanos. Al ser humano le parece tan extraño existir que las preguntas filosóficas surgen por sí solas, opinaba él.

Es como cuando contemplamos juegos de magia: no entendemos cómo puede haber ocurrido lo que hemos visto. Y entonces nos preguntamos justamente eso: ¿cómo ha podido convertir el prestidigitador un par de pañuelos de seda blanca en un conejo vivo? A muchas personas, el mundo les resulta tan inconcebible como cuando el prestidigitador saca un conejo de ese sombrero de copa que hace un momento estaba completamente vacío.

En cuanto al conejo, entendemos que el prestidigitador tiene que habernos engañado. Lo que nos gustaría desvelar es cómo ha conseguido engañarnos. Tratándose del mundo, todo es un poco diferente. Sabemos que el mundo no es trampa ni engaño, pues nosotros mismos andamos por la Tierra formando una parte del mismo. En realidad, nosotros somos el conejo blanco que se saca del sombrero de copa. La diferencia entre nosotros y el conejo blanco es simplemente que el conejo no tiene sensación de participar en un juego de magia. Nosotros somos distintos. Pensamos que participamos en algo misterioso y nos gustaría desvelar ese misterio.

P. D. En cuanto al conejo blanco, quizás convenga compararlo con el universo entero. Los que vivimos aquí somos unos bichos minúsculos que vivimos muy dentro de la piel del conejo. Pero los filósofos intentan subirse por encima de uno de esos fines pelillos para mirar a los ojos al gran prestidigitador. ¿Me sigues, Sofía? Continúa. Sofía estaba agotada. ¿Si le seguía? No recordaba haber respirado durante toda la lectura.

Fuente: Jostein Gaarder, El mundo de Sofía. Novela sobre la historia de la filosofía

Ver también:

«Filosofar»: una práctica útil y no sólo para ociosos

FILOSOFIES PER A LA VIDA


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