La experiencia de la madurez
Madurez: estímulo a responder, norte hacia el que mirar, destino a perseguir, meta hacia la que caminar, camino a recorrer a lo largo de nuestra trayectoria vital.
Por E. ROJAS, médico español. Catedrático de Psiquiatría
EL término madurez ofrece de entrada unos ciertos equívocos y se presta a una serie de confusiones por su ambigüedad. Es anfibio, indeterminado, equívoco, poliédrico, poco preciso. Se emplea en muchos terrenos y lo encontramos en todas las lenguas (muturity, maturité, madureza, Reife). Está muy extendido y yo me resisto muchas veces a emplearlo por el abuso que se hace de él en el lenguaje de la calle.
¿Qué es la madurez en el campo psicológico, qué significa en el ámbito de la vida afectiva? Madurez es aquel estado de conocimiento, buen juicio, prudencia y saber que se ha ido alcanzando y que lleva a gestionar de la manera más positiva la trayectoria sentimental.
En una palabra, dirigir y gobernar los sentimientos de tal manera que produzcan los frutos adecuados. El sol madura las uvas. El tiempo nos abre los ojos y nos va enseñando lo que es la vida. La vida es la gran maestra, sus lecciones proceden de la experiencia de haber vivido y haberle tomado el pulso a tantas cosas y circunstancias como han ido circulando dentro de nosotros y a nuestro alrededor. Madurez es plenitud para reflexionar sobre la afectividad y capacidad para trazar un proyecto amoroso común, que sea atractivo, coherente, positivo y duradero. Madurez es una mezcla de conocimiento acertado, juicio ecuánime, sensatez, prudencia y criterios bien formados.
La madurez no puede ser entendida nunca como un destino definitivo al que uno llega y se instala en él de por vida y puede decir que de ahí uno ya no se mueve.
Hay que verlo de un modo distinto. Por eso debemos hablar de grados de madurez. Grados de discernimiento y lucidez sobre lo que es vivir, entendiendo sus etapas y avatares. Madurez es crecimiento, desarrollo, proceso escalonado de organización de los grandes argumentos afectivos, que tienen como finalidad la estabilidad de los sentimientos, según las distintas edades y circunstancias.
Ver también la SECCIÓN: FORMACIÓ PERMANENT I ETAPES DE LA VIDA
