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Las relaciones interpersonales: importancia y evolución

Los momentos de felicidad que podemos experimentar son siempre la expresión de una relación lograda cualquiera que sea su nivel o tipo, en la que el otro y yo hemos llegado a situarnos en una “consideración” recíproca, en una especie de libre aceptación de nuestras “densidades” respectivas; en la que cada uno se siente más “uno mismo” por la propia relación con el otro, y de la que cada uno sale, en cierta manera, confirmado positivamente en la conciencia de ser, y de ser uno mismo. ( Marc ORAISON)

El ser humano se relaciona con su entorno. El ser humano es un ser de "relaciones". En el mundo existen objetos y personas. Las personas son los objetos preferentemente deseados desde el principio. La capacidad de interactuar con nuestros congéneres constituye un logro sobresaliente de nuestra especie. La urdimbre social en la que se fraguan esas relaciones es de capital importancia. El tipo de relaciones, su nivel de profundidad así como la calidad de las mismas está en función del tipo de "urdimbre" en la que nos desarrollamos y formamos. La interacción con las personas hace florecer con intensidad las relaciones afectivas y emocionales en todas sus formas: compañerismo, amistad y, más tarde, enamoramientos ligados a los deseos de placer sexual y de intimidad. El afecto interpersonal genera, probablemente, las situaciones interactivas más positivas que podemos mantener a lo largo del ciclo vital.

Aunque las personas se relacionan a diario con otras personas y con su entorno, no siempre se reflexiona y recapacita sobre su importancia, ni acerca de los problemas que se pueden originar si esas relaciones no se establecen de manera correcta.

Un mundo complejo sobre el que actuar

En el mundo existen objetos y personas. El ser humano se enfrenta en su día a día a ambos elementos. Durante todo el desarrollo, se tenga la edad que se tenga, nos enfrentamos a gran cantidad de objetos que logramos controlar, dominar, utilizar… o no. Las personas son los objetos preferentemente deseados desde el principio. El hombre es una especie gregaria, que vive en grupos. Filogenéticamente el vivir en grupo es una de las características que le han hecho exitoso como especie, permitiéndole subsistir y seguir desarrollándose. La cultura, las civilizaciones, el desarrollo del conocimiento y el desarrollo tecnológico no serían posibles si el hombre no viviera en grupos. La capacidad de interactuar con nuestros congéneres, así como que el cerebro procese las conductas de otros humanos, constituye un logro sobresaliente de nuestra especie.

Más allá de que el vivir en grupo sea una ventaja evolutiva, el hombre como individuo necesita desde el principio de las relaciones interpersonales. Con las personas no solo mantenemos relaciones afectivas, también nos proporcionan apoyo para que nos enfrentemos con más éxito al mundo. La mayoría de las alegrías y de las penas de los humanos provienen de sus relaciones interpersonales. Aún desde un punto de vista negativo, en que las relaciones no sean más que fuente de malestar y sufrimiento, la necesidad de relacionarse se ha demostrado como una de las necesidades básicas del hombre y las relaciones una vía importante de recobrar el bienestar. Por lo tanto, vivir en grupo y relacionarse con los semejantes no es solo ventajoso, sino que es necesario.

Las relaciones con las personas están presentes desde nuestro nacimiento hasta el fin de nuestros días, en cualquiera de los ámbitos en los que nos movemos. Interactuamos con la gente todos los días. Establecemos relaciones interpersonales de diferentes tipos, según el nivel de vinculación. Pueden situarse en un nivel básico con las personas con quienes compartimos la cola de supermercado, con el dependiente de la zapatería que nos atiende, o en un nivel mucho más profundo, los hijos, la pareja, los familiares, los amigos íntimos. En un nivel intermedio se encontrarían las relaciones con colegas, los profesores de nuestros hijos, con el director de la coral de la cual formamos parte, entre otros, etc.

Y en esas relaciones nos comunicamos unos con otros. Comunicamos muchas cosas a lo largo de nuestras vidas.  El contenido de nuestras comunicaciones es variadísimo. Desde mensajes intrascendentes, superficiales y banales hasta quizás los anhelos más profundos de nuestro ser.  La comunicación es algo que todos hacemos todos los días. Y, si se hace bien, puede acercarnos más a nuestros semejantes y ayudarnos a forjar amistades y relaciones. Nos permiten sentirnos competentes en las más variadas situaciones y obtener una gratificación social que nos aporta equilibrio y felicidad. Necesitamos hacer nuevos amigos y mantener las amistades, compartir nuestras experiencias con los demás y empatizar con las que viven otros. Las relaciones interpersonales tienen una función adaptativa, puesto que se producen ganancias al poder colaborar en grupo y regular las acciones propias en función de lo que se espera de los demás y de lo que los demás esperan de nosotros. Sentirse solo y aislado ocasiona un sufrimiento psicológico muy difícil de manejar para cualquier persona.

Importancia de las relaciones humanas….

La vida de cada persona se desarrolla y alcanza su plenitud dentro de la comunidad de los seres humanos y por lo mismo está inmersa casi todo el tiempo en las relaciones interpersonales. En ellas el individuo encuentra la posibilidad de la satisfacción de sus necesidades, del logro de sus objetivos y del desarrollo de sus potencialidades. Las relaciones interpersonales llegan así a ser un aspecto vital y de primera importancia para la existencia. "Las personas nos necesitamos unos a otros sencillamente para ser humanos". "Toda vida real es un encuentro personal" (Buber). De ahí el porqué de la búsqueda de unas relaciones cada vez más auténticas y armoniosas: vivir realmente, con gusto y satisfacción, la vida.

En las publicaciones dedicadas al estudio del ser humano se usa frecuentemente el término "relaciones humanas" para referirse en forma general a todo lo que sucede entre los individuos que tienen algún tipo de interacción entre ellos. En el contexto de nuestro análisis preferimos hablar de "relaciones interpersonales" que, a pesar de ser su sinónimo, nos acerca más al ámbito de la persona y del encuentro entre las personas, es decir, donde las dos partes se perciben como tales y se relacionan en consecuencia.

La "persona" ha sido definida de muchas maneras por filósofos, artistas, teólogos y psicólogos... Citemos, por ejemplo, la definición que nos da William Stern: "La persona es un todo viviente, individual, único, que aspira a fines, se contiene a sí misma y, sin embargo, está abierta al mundo que le rodea; es capaz de tener vivencias". Desde el Enfoque Centrado en la Persona se subraya que este ser es valioso por sí mismo y su naturaleza es constructiva y digna de confianza siendo su motivación básica la autorrealización.

Primeras relaciones personales y desarrollo de la personalidad

Las relaciones interpersonales son una necesidad para los individuos, desarrollan un papel clave en el desarrollo de una persona: obtener refuerzos sociales en nuestro entorno, favorecer nuestra adaptación al mismo y aumentar la calidad de vida. Contribuyen al proceso de formación y estructuración de la personalidad en los individuos, constituyéndose como la vía fundamental de interacción con el medio y con los otros sujetos. Todos necesitamos desarrollarnos en un entorno estimulante, que nos permita ir creciendo día a día. Un entorno que nos arrope y con el que nos sintamos identificados, tanto en el ámbito familiar, como en el colegio o posteriormente en el lugar de trabajo, donde es necesario un clima que permita a cada persona beneficiarse del contacto con sus semejantes.

Hay una serie de factores que influyen en las relaciones interpersonales. Los más importantes son la personalidad, las funciones cognitivas, el deseo y el estado afectivo. La personalidad se crea en las relaciones y sólo puede ser modificada en el seno de las mismas. Se habla de estilos de relación, porque se ha constatado que hay diferencias en el estilo de relacionarse de las personas. El estilo de relación está muy relacionado con la personalidad y es un estilo aprendido.

Los primeros años nos relacionamos con nuestros padres. Generalmente, los padres no cambian mucho durante esos años. Por lo tanto, el ambiente familiar es bastante estable. La primera relación se establece con la madre o cuidador principal. En esa primera relación, la madre es el molde, ésta está conformada ya de una determinada manera, mientras que el niño está todavía sin conformar. La madre establecerá la relación como es habitual en ella y es fundamentalmente el niño el que se adecuará y adaptará a la madre. Además, el niño intentará responder a las expectativas de la madre.

A partir de ahí, las relaciones que establecerá en el hogar serán del tipo que habitualmente se establecen en esa familia, con todas sus características con sus fortalezas y también flaquezas. El niño Intentará responder a las expectativas de sus padres. Hasta cierto punto, hará lo que se espera de él. Las relaciones que establezca con sus familiares harán que su personalidad y carácter se vayan conformando de determinada manera. Establecerá un determinado tipo de relaciones, y estas influirán en su personalidad.

La personalidad que se establece en la infancia, tiende a mantenerse y perpetuarse porque acostumbra a repetirse una y otra vez. Desde el punto de vista psicoanalítico la personalidad se mantiene porque a la hora de relacionarnos, seguramente inconscientemente, hemos construido un determinado patrón relacional y suele haber una compulsión a la repetición de ese patrón. A medida que vamos creciendo y ampliamos nuestras relaciones fuera de casa, nos solemos decantar por aquellas relaciones que mantienen nuestra forma de ser (porque son con las que nos sentimos más cómodos). No es casualidad que la mayoría de las relaciones que tenemos sean parecidas. Hemos aprendido a relacionarnos de una determinada manera. Al establecer nuevas relaciones, lo hacemos como lo hemos aprendido. Si nos encontramos cómodos, se refuerza nuestra forma habitual de relacionarnos y por tanto ese patrón relacional se mantiene. Si nos encontramos incómodos en la nueva relación, entonces pueden suceder dos cosas: o cambiamos o acabamos con esa relación. Generalmente se acaba con esa relación. Por eso tenemos la tendencia a seguir como siempre. Tendemos a seguir como conocemos, porque entre otras cosas, tememos lo desconocido. Por eso es difícil el cambio en la personalidad. Para cambiar, tendremos que establecer un tipo de relaciones que contribuyan a expandir nuestra personalidad. Entonces, esas nuevas relaciones, podrán contribuir a un cambio en nuestra personalidad.

Comunicación y relaciones interpersonales

La comunicación es una de las mayores riquezas que tienen las relaciones humanas. El ser humano es un ser comunicativo por naturaleza y su evolución en el mundo va a depender de la buena interacción con su entorno a través de una buena comunicación interpersonal, una comunicación interpersonal de calidad. Las conductas comunicativas contribuyen a mantener una relación interpersonal gratificante. Las conductas comunicativas están dirigidas a facilitar el crecimiento de la relación. La comunicación interpersonal implica predicciones, intentos de influir y sentirse placenteros, cómodos al compartir la humanidad.

La comunicación interpersonal comienza casi siempre con un aspecto superficial y se hace cada vez más complejo en la medida que los individuos se ayuden mutuamente a satisfacer sus necesidades y ascienden las expectativas sobre la posibilidad de la relación en función de que pasen más tiempo juntos. La comunicación interpersonal se hace más penetrante en proporción y ascenso, en la medida que pasa por las fases de conocimiento, amistad e intimidad. Una relación interpersonal satisfactoria depende de si nosotros y nuestros interlocutores estamos psicológicamente cómodos con el grado en el que nos ayudamos a satisfacer nuestras necesidades y con el nivel de interacción que significa nuestra relación. Podemos tener una relación satisfactoria y gratificante en cualquier punto de este continuum desde el conocimiento a la intimidad. Uno debe ser sensible a las necesidades y sentimientos de las personas con las que se comunica. La comunicación interpersonal implica para ser gratificante y efectiva dos compromisos: consigo mismo y con los otros, ya que expresa la sensibilidad a lo que sienten y experimentan.

En conclusión, todos reconocemos la importancia de las relaciones y dentro de ellas de la complejidad de las relaciones interpersonales. Es imposible imaginarse a un ser humano fuera de sus relaciones con la naturaleza, consigo mismo y con otros seres humanos, con el mundo de ideas y valores en los que deseamos sumergirnos o con aquellos aspectos de la existencia que hoy reciben el nombre de “transpersonales” puesto que van más allá de lo que es la experiencia del sí mismo personal e implican apertura a la relación con la trascendencia y que pueden conducirnos a superiores formas de relación: experiencias místicas o estados de conciencia expandida.

Elaboración a partir de materiales diversos

Ver también: Urdimbre afectiva y desarrollo psicológico


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