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TIEMPO DE EDUCAR

L'oferta en el mercat formatiu és rica i variada. Aquesta oferta però pot quedar-se , segons l'entenguin el seus intèrprets, en el mer pla del consum o consumisme cultural seguint modes dominants a la societat actual o entendre-la com una ocasió privilegiada per a una veritable interacció educativa i formativa, ajudant les persones a descobrir i desvetllar el sentit més pregon de la realitat i com aquestes activitats contribueixen al nostre enriquiment educatiu i formatiu.

Educació, Formació, Instrucció, Ensenyament, Aprenentatge, estudis i currículums, cursos i cursets, conferències, xerrades, debats, tertúlies, educació formal i informal, formació continua, autoformació, activitats formatives, lúdiques, recreatives, sortides, visites, viatges culturals, ... I TOT AIXÒ, PER A QUÈ?

A continuació presentem el següent document, tal com va ser redactat pels seus autors, pel seu valor com a reflexió de fons sobre el sentit de l'Educació. Més enllà de qualsevol referència a la conjuntura política, cadascú sabrà quedar-se amb el que de reflexió té sobre el paper i el sentit profund de l'Educació al sí d'una societat i més en concret al sí de la societat actual.

1. La principal responsabilidad que tiene que asumir la sociedad es la de educar, ya que la educación es la base fundamental sobre la que construir el futuro. Nos encontramos en un mundo en constante transformación, lleno de posibilidades y de incertidumbres. Nuestra sociedad vive hoy muchas tensiones y contradicciones que afectan al futuro de nuestros hijos. Para afrontarlas no bastan los buenos sentimientos, sino que debemos preguntarnos con qué recursos contamos. Pensamos que el instrumento más eficaz para la construcción de lo humano, con toda su grandeza y profundidad, es la educación. ¿Cómo nos estamos educando? ¿Cómo estamos educando a nuestros hijos?

2. La educación es la clave en la construcción de una auténtica cultura, y la cultura es la base de una civilización, de ahí la urgencia de plantearse seriamente qué es educar. Educar significa introducir a la persona en la realidad, profundizar en el sentido que tienen las cosas, descubriendo su valor. Implica por tanto despertar preguntas decisivas para la vida: ¿yo, qué soy?, las cosas, ¿por qué me sorprenden?, ¿para qué sirve todo lo que hay en el mundo?, ¿qué significa este deseo de felicidad tan grande que tengo? La educación no es solamente instrucción, no debe renunciar a transmitir el significado de la realidad que se estudia. Sólo entonces se genera auténtica cultura, porque no hay cultura sin significado. Todos los aspectos de la realidad tienen un significado (tanto una poesía como un teorema, un fenómeno químico, un hecho histórico o un fragmento musical) y vale la pena implicarse hasta el fondo para descubrirlo. Esta es la cuestión decisiva en la vida de toda persona, a cualquier edad.

3. La educación no se dirige simplemente a instruir nuestra capacidad intelectual sino que busca también promover nuestra libertad. Al educar nos dirigimos, ante todo, a la libertad del que tenemos delante. La educación no es un operación que tiene como fin convencer al otro de lo que creemos, sino que es la libertad de una persona que se dirige a la libertad de otra. La libertad se mueve gracias a la atracción de la realidad, porque el corazón del hombre es sed de verdad, es decir, de algo que corresponda exhaustivamente a las exigencias originales (bien, belleza, verdad, justicia, …) que se despiertan dentro de todo lo que nos sucede. La educación es la invitación a descubrir la verdad de lo que existe porque si no, nuestro afecto por las cosas acaba decayendo. Hasta el afecto por las cosas más cercanas. Sólo lo verdadero tiene la fuerza para permanecer. La libertad no es pura arbitrariedad. Uno es libre cuando reconoce el sentido de las cosas, sin el cual no habría una verdadera razón para estar en el mundo. Por eso la educación es una gran apuesta por el corazón del hombre y hace posible la afirmación de la persona y su libertad.

4. El objetivo de la educación es el desarrollo y crecimiento de la persona, entendida como un sujeto único, irrepetible y libre. En un momento en que nuestro sistema educativo tiene el reto de integrar a un alumnado muy heterogéneo y se halla ante el noble intento de abolir los retrasos y diferencias para posibilitar la igualdad de oportunidades, el olvido de este objetivo lleva a una confusión entre igualdad y uniformidad con graves consecuencias. Detrás de esta confusión se encuentra una concepción de la igualdad como la inexistencia de diferencias, lo que implicaría la necesaria adecuación de todos a un modelo de hombre, que en última instancia dicta el poder y depende de la ideología vigente en cada momento. La única alternativa a este uniformismo es concebir a cada ser humano como único (como fácilmente reconocemos en nuestros hijos), con valor en sí mismo por el mero hecho de existir, libre y con una dignidad que no puede estar en función de sus capacidades y mucho menos de su éxito social. Es necesaria una educación que mire a las personas según las necesidades y capacidades que tienen y que posibilite una formación adecuada para ellas. La educación debe amar la diversidad porque es una gran riqueza. Por eso la igualdad entendida como uniformidad elimina la singularidad personal, y no puede constituir el valor civil de una nación.

5. El nivel de desarrollo de una sociedad se mide por la calidad de su sistema educativo, porque la educación de los jóvenes es la premisa indispensable para garantizar el futuro, el bienestar y la calidad de vida de una sociedad. Por ello, el problema educativo no afecta sólo a padres y profesores sino que afecta a todos los que pretenden construir algo en la realidad. Ayudar a nuestros hijos a hacerse adultos es responder a su exigencia de felicidad e implica sostenerlos en su camino hacia la madurez. Quiere decir ayudarlos a construir, lograr que fructifique en ellos la tradición cultural de la que venimos, como punto de partida para comprender la diversidad de otras culturas y como fuerza que nos permite afrontar el futuro y contribuir de forma original al bien común.

6. La escuela nació para ofrecer la propia tradición cultural a los más jóvenes. Eran las mismas comunidades las que se organizaban para ofrecer este servicio. Por eso, si una sociedad renuncia a educar es porque ha perdido el gusto por su propia tradición, por su propia cultura, y no sabe ya ofrecerlas como una hipótesis de significado para los jóvenes. Las comunidades humanas, para responder a las exigencias originales del corazón del hombre y a las necesidades de la vida, normalmente tienden a asociarse practicando de manera inmediata la solidaridad, en todos los ámbitos, desde la vivienda a la sanidad o la educación. Esta solidaridad trata siempre de dotarse de instrumentos de respuesta que el poder público debe garantizar. Un ejemplo muy claro es el del derecho que tienen los padres de que la escuela garantice el tipo de educación que quieren dar a sus hijos. Un Estado democrático y laico debe favorecer que sea la sociedad la que se responsabilice en primera instancia del tipo de educación que quiere para sus hijos. El Estado está llamado a servir, es decir, a sostener, valorar y equilibrar en su caso la realidad viva de la sociedad. Es lo que se denomina principio de subsidiariedad. El Estado debe tener como ideal el pluralismo, es decir, garantizar la existencia y el desarrollo de cualquier forma de expresión que comparta la común condición humana. La verdadera democracia nace de la colaboración entre diferentes realidades humanas que estiman sus identidades y se respetan por el reconocimiento común de la dignidad inalienable de la persona. Por eso la Constitución Española defiende la participación de los ciudadanos en la creación y gestión de los centros escolares, y vincula al Estado para que asegure la libertad efectiva en la escuela estatal y favorezca la creación de centros de iniciativa social. La libertad de educación y la educación en libertad son un test del grado de confianza que un Estado tiene en su sociedad. Limitar la libertad del sistema educativo, tanto en los centros estatales como en los de iniciativa social, es una forma de atacar la democracia y el pluralismo. Los que temen este elemental ejercicio de la libertad tienen sólo una intención: controlar la sociedad.

7. Por todas estas razones, nuestro objetivo es que la educación pueda ser punto de encuentro y de debate público para toda la comunidad educativa (padres, profesores, asociaciones, sindicatos, administraciones educativas) y para toda la sociedad. TIEMPO DE EDUCAR quiere contribuir a incrementar la responsabilidad y la pasión por la educación, tarea permanente de la vida a la que toda persona está llamada.

Plataforma Cívica Pro-Educación
 
 
 

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