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Cine: El árbol de la vida (The Tree of Life)

Año de producción: 2011
País: EE.UU.
Dirección: Terrence Malick
Intérpretes: Brad Pitt, Sean Penn, Jessica Chastain, Fiona Shaw, Brayden Whisenhunt,
Cole Cockburn, Hunter McCracken, Laramie Eppler, Tye Sheridan
Guión: Terrence Malick
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Distribuye en Cine: Tri Pictures
Duración: 139 min.
Público apropiado: Jóvenes
Género: Drama

 

SINOPSIS          

Años 50. El film narra la evolución de Jack O'Brien, el mayor de tres hermanos, que vive con sus padres. Un niño que vive con su madre (Jessica Chastain), que encarna el amor y la bondad, mientras que su padre (Brad Pitt), que representa la severidad, es el encargado de enseñarle a enfrentarse a un mundo hostil. Sean Penn interpreta a Jack en la edad adulta. Por otro lado, se trata también la historia del Universo desde sus orígenes.

La historia se enmarcada audazmente en el cosmos bajo la mirada divina, de modo que se convierte en sinfonía de belleza extraordinaria. Su existencia discurre en el seno materno, en su infancia a las puertas de la adolescencia en el Texas de los años 50, y en la actualidad. La existencia cotidiana, con muchos momentos felices por crecer en plena naturaleza, jugando con sus hermanos y amigos, y abrazado por el cariño materno, se ensombrece en parte por ese sufrimiento que forma parte de la vida, y al que no es ajeno un padre severo de modos autoritarios, al que no puede evitar juzgar y condenar.

El árbol de la vida"Una película única, una bella creación que reflexiona sobre lo imponderable, hace preguntas que la religión y los hombres se han planteado desde hace milenios, y que provoca una expansiva reflexión filosófica junto a una intensa introspección personal. Una reflexión épica y sin modestia sobre el amor y la pérdida.

'The Tree of Life' reflexiona sobre las preguntas más duras y persistentes, que dejan a los adultos sin respuestas cuando los niños preguntan por ellas". ¿Quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos? El origen y el fin. La fuente de la existencia y las puertas de la muerte. "¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra? (...) ¿Quién fijó sus medidas? (...) ¿Quién tendió sobre ella la cuerda para medir? ¿Sobre qué fueron hundidos sus pilares o quién asentó su piedra angular?", pregunta Dios a Job en el capítulo 38 de su Libro. Unas palabras que resuenan como un martillo pilón en El árbol de la vida, el inspirador, casi inabordable, complejísimo, hermoso, trascendental poema en imágenes que ha compuesto Terrence Malick. ¿Puede una obra de arte englobar no un misterio, sino el Misterio? Quizá sí. El árbol de la vida. Malick se descuelga con un complejísimo poema visual acerca de relación del hombre consigo mismo y con Dios entre genial y pretencioso.

Alejándose completamente de la narrativa convencional, Malick ha pergeñado una película de sensaciones, de texturas, de sonidos, de colores, armada para ser degustada con la mente y el cuerpo, con las tripas, quizá con el alma; una película inmensa no por lo que pasa en ella, sino por lo que te hace sentir a través del lenguaje cinematográfico, de sus encuadres, del movimiento continuo de la steadycam, lentamente, a toda velocidad, nunca quieta, de la combinación de planos, de sus insertos, de sus grandes angulares para producir sensación de sueño, de pesadilla.

Con el empaque de un poema visual desplegado con la cadencia y la musicalidad de una sinfonía que indaga, nada menos, en el sinvivir del hombre en la infructuosa persecución de lo divino, de lo trascendente. En su última cinta habla sobre la vida y, sobre todo, sobre el miedo a la muerte, habla del perdón, de la redención a través del amor, de la libertad y de su opuesto, habla de jerarquías microcósmicas (la familia) que subvierten el orden y la armonía del macrocosmos.

El doble movimiento de la filosofía de Martin Heidegger (la exploración del ser en el tiempo y a su vez de los tiempos del ser) encuentra, en El Árbol de la Vida, un hermoso reflejo en su estructura bipolar, que tiende a igualar los flujos entre lo íntimo y lo cósmico.

El problema de El Árbol de la Vida es que cree que hay que viajar al tiempo sin tiempo para explicar lo frágiles que somos, cuando lo que está demostrando Malick, panteísta convencido, es que Dios existe más que nunca en la hierba y las hojas de los árboles, que contemplan cómo nos equivocamos una y otra vez.

Síntesis realizada a partir de diversas críticas aparecidas en la prensa y aportadas por S. Tudela.


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