titulo de la web

Parlamento y vida humana

Por Álvaro REDONDO, Fiscal del Tribunal Supremo

El Legislador está llamado a asegurar que la ley penal esté basada en el respeto de la dignidad, sobre la que descansan los derechos fundamentales.

Una polémica doctrinal de actualidad nos hace reflexionar sobre el ámbito de la potestad legislativa en relación con la protección del derecho a la vida. Una sencilla observación nos permite comprobar que el Parlamento está llamado a asegurar que la ley penal se ocupe de los conflictos sociales desde el respeto a la norma como base de la convivencia, una convivencia que debe permitir una vida cada vez más segura, más solidaria y más libre para todos los hombres, todas las mujeres y todos los niños, hayan o no hayan llegado a nacer.

A dicho efecto, el Legislador procura que la ley penal atienda especialmente a las minorías, a los hombres y mujeres que pertenecen a grupos sociales menos favorecidos, y que esté dispuesta a velar por los menores de edad, por los niños que aún tienen que nacer, por todos los colectivos humanos que tienen menos posibilidades de defenderse. La ley penal debe ser igual para todos, pero debe amparar especialmente a quienes por sus especiales circunstancias más necesitan de su protección. Como afirma el Tribunal Supremo en su Sentencia de 24-7-00, la ley penal está para asegurar la consolidación de las convicciones éticas generales, entre las que la defensa de los más desprotegidos es una de las más importantes.

Por ello, el Legislador está llamado a asegurar que la ley penal esté basada en el respeto de la dignidad, valor sobre el que descansa todo el andamiaje de los derechos fundamentales. Una dignidad que pertenece a todos los seres humanos, nacidos o no nacidos, con independencia de su edad y circunstancias. Como afirma el Tribunal Supremo en su Sentencia de 3-10-01, la dignidad es un atributo de toda persona por el solo hecho de ser persona.

El Legislador está llamado a asegurar, por lo tanto, que la ley penal esté orientada hacia la defensa de la vida, valor superior de todo ordenamiento, protegido por la Constitución y por los Convenios Internacionales, valor referido especialmente a la vida no nacida. Una ley penal a la que se refiere la Convención Internacional de Derechos del Niño cuando sostiene que «…el niño necesita protección legal tanto antes como después del nacimiento…», una Convención que también dice que «…todo niño tiene derecho intrínseco a la vida…», y que «…se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años...».

El Legislador está llamado a asegurar que la ley penal garantice la igualdad de todos los hombres, de todas las mujeres y de todos los niños, igualdad que no significa considerar a todos del mismo modo, con independencia de sus actos y motivos, sino que pretende dar a cada uno lo que es suyo, y por tanto a los más débiles la mayor protección. El Legislador está llamado a asegurar la existencia de una ley penal para la paz, una paz sin razas ni fronteras, una paz para siempre, en la que reine la solidaridad y no haya víctimas, ya nunca más haya víctimas, porque una ley penal que, indulgente con el infractor, deja sin protección a sus víctimas, no es una buena ley. Una ley penal que permite que alguien pueda fijar los límites de la vida no es una buena ley. Una ley penal que autoriza que alguien decida quién tiene derecho a vivir no es una buena ley.

Sostiene Ferrajoli que hay determinadas cuestiones que no pueden ser decididas por una mayoría parlamentaria, y por ello la legislación está obligada, so riesgo de invalidez, al respeto de los derechos fundamentales. Una norma no es legítima por el solo hecho de que sea adoptada por una mayoría parlamentaria. La vida humana está fuera de lo que el gran jurista llama el «ámbito de lo decidible», y pertenece al «ámbito de lo no decidible». El Legislador no está llamado a limitar el alcance jurídico de los derechos fundamentales, sino a determinar la mejor manera en que deben ser protegidos.

Podemos por tanto afirmar que ninguna mayoría parlamentaria, ni siquiera por unanimidad, puede decidir la limitación del derecho a la vida de un ser humano. La vida humana se encuentra en lo que Garzón Valdés llama el «coto vedado» y Norberto Bobbio llama el «territorio inviolable». El derecho a la vida de cualquier ser humano no puede ser sacrificado a ningún interés público, aunque éste sea bien intencionado. Si la mayoría no puede imponer la pena de muerte, tampoco la mayoría puede acordar la desprotección penal del derecho a la vida.

Fuente: LA RAZON, 13 Marzo 2010 -


Aborto: ¿a qué juega el PP?

José Luis REQUERO, magistrado

Enrolladas las pancartas, algunas descansarán en el paragüero hasta la próxima manifestación. Para muchos la del pasado día 7 no ha sido la primera vez que salían a la calle en favor de la vida. A base de convocatorias se va creando conciencia por la vida: la gente, la sociedad, responden pero ¿y los políticos? Tras esa manifestación hubo declaraciones de líderes del PP sobre  la nueva Ley del Aborto. Unos están por derogarla (Mayor Oreja y Esperanza Aguirre); otros por modificarla (Ruíz Gallardón y Ana Botella).Y Rajoy. No está ni por derogarla ni modificarla porque cuando el PP gobierne –asegura–  ya la habrá anulado el Tribunal Constitucional. Viendo los tiempos de ese Tribunal parece que no aspira a gobernar en muchos años.

Vamos a hacer un brevísimo balance –en términos de construcción  social–  del  significado de algunas de las leyes aprobadas  desde 2004. Los principios del feminismo radical o de género –motor de la Ley del Aborto–  entraron  en el BOE con la Ley de Violencia sobre la Mujer. El matrimonio, como base de la familia, base a su vez de la sociedad, quedó adulterado de la mano de la ley de «matrimonios» homosexuales: ya no hay familia sino familias, tampoco hombres o mujeres, sino opciones sexuales. El «divorcio exprés» redujo el matrimonio a contrato basura, como se ha dicho en frase afortunada; la ley de Investigación Biomédica permite la clonación y generar embriones humanos y destinarlos a la experimentación. Y la Educación para la Ciudadanía es el potente procesador que instalará estos avances en la mente de la actual generación y de las venideras.

¿Qué añade la Ley del Aborto? Bajo el envoltorio de la salud reproductiva y sexual –nueva marca del aborto– erige en derecho acabar con el no nacido; es un método rápido y seguro de eliminar la secuela de una noche loca (léase la concepción de un ser humano). Cosifica a la mujer, impide todo asesoramiento  para salvar al no nacido e impone a las Universidades que enseñen su práctica y a los colegios que lo enseñen como ajeno a la vida, algo cotidiano en una sociedad madura, luego ni colegios ni padres podrán impedir esa dictadura ideológica.

Es una bomba ideológica, de perversión de conciencias, de adoctrinamiento, de expropiación del derecho de los padres a educar a los hijos, de construcción de una nueva sociedad, de empleo del sistema educativo como arma coactiva y de garantía para el muy lucrativo negocio abortista.

Pero es un buen pellizco para salir del sopor y captar que algunos están en el Poder para algo más que para gestionar o repartir cargos: quieren cambiar mentes, sentido común, moralidad. Están para transformar la sociedad y esto son palabras mayores.

La Ley del Aborto no es modificable ni consensuable, por eso es ridículo sugerir su reforma y un sarcasmo dejarlo todo en manos del Tribunal Constitucional. Veamos. Este Tribunal hace mucho tiempo que dejó de ser lo que al principio fue; ahora no es un órgano del Derecho, sino una tercera cámara en la que la lucha política sigue con otros actores y otro lenguaje. Allí se ha mudado la razón jurídica por el peso del número de miembros que coloque un Partido. Es el relativismo llevado a lo jurídico. Luego el resultado es más que previsible. Tanto la Ley del Aborto como la del «matrimonio» homosexual son inconstitucionales. Razonarlo no es difícil, pero artistas tiene el relativismo jurídico y ejercen con tal pericia sus habilidades reinterpretativas, que pueden llegar a decir que lo inconstitucional es que el matrimonio sea heterosexual o que deba respetarse la vida humana.

Es esta una buena ocasión para que el PP se aclare y se sincere con su electorado. Si me refiero a él es porque, por ahora, es la única alternativa y es tal la responsabilidad que tiene que no hay espacio para hacer doble juego a un electorado expectante pero cada vez menos confiado, que ha tomado nota del desmarque del PP de su compromiso de suprimir la Educación para la Ciudadanía. Y haría doble juego si relega todo a esa hipotética sentencia favorable, a sabiendas –y ojala me equivoque– de que no lo será y menos aun si se empeña en propiciar una renovación de ese Tribunal que le dejará en minoría. Confiarlo todo a una sentencia favorable pecaría de candidez, malicia o frivolidad.

Ya no caben medias tintas ni ambigüedades. Hablamos de miles de vidas humanas en juego, de libertades básicas en peligro; hablamos de una ley que forjará una nueva mentalidad, una nueva cultura; hablamos de no defraudar a tanta gente.

En algunas autonomías el PP ha tenido la valentía de presentar iniciativas en defensa del no nacido, pero en el ámbito nacional todo se desvanece. Hace unas semanas me refería a la proposición de ley de protección y fomento de la maternidad que ha presentado en el Congreso. Lo que era un proyecto prometedor, que buscaba una protección eficaz del no nacido y así frenar la sangría de abortos, se ha desvanecido. Alguien ha eliminado todo lo relativo al no nacido. De verdad ¿a qué juega?

La Razón, 16 Marzo 2010


Per a «construir» junts...
Són temps per a «construir» junts...
Tu també tens la teva tasca...
Les teves mans també són necessàries...

Si comparteixes els valors que aquí defenem...
Difon aquest lloc !!!
Contribuiràs a divulgar-los...
Para «construir» juntos...
Son tiempos para «construir» juntos...
Tú también tienes tu tarea...
Tus manos también son necesarias...

Si compartes los valores que aquí defendemos...
Difunde este sitio !!!
Contribuirás a divulgarlos...