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BÁRBAROS, LAICISMO EXCLUYENTE Y LIBERTAD DE CULTO

La guerra de las capillas: de la anécdota a la categoría

De entre la prensa española entresaco el siguiente comentario: La llamada guerra de las capillas no es nueva, sino más bien recurrente. La izquierda radical anticlerical nunca ha entendido la presencia de la Iglesia en la Universidad. La observan como un insulto, una “provocación nacionalcatólica”. Probablemente, no han terminado de entender la realidad aconfesional de nuestra Constitución. Y peor: no han comprendido la normalidad del hecho religioso en la vida social. Una normalidad que se palpa en la laicista Sorbona de París o en la británica Oxford. Pero España parece querer insistir en ser diferente. Y esta vez, la radicalidad se ha impuesto con absoluta impunidad.

En todo ello está en juego mucho más que la celebración de un acto litúrgico en una capilla: está en juego la garantía del ejercicio democrático de los derechos fundamentales y la libertad religiosa.

Un dato, un hecho, una realidad: la religiosidad en sus diversas formas y expresiones continúa jugando un papel clave en un 84% de los habitantes del planeta.

El espacio público es un espacio común, pertenece a todos, abierto a la pluralidad. Y puede ser utilizado por todos sin ninguna otra limitación que el respeto a las leyes, y por tanto nadie tiene derecho a vetar, excluir. expulsar, discriminar a otros.

La expresión de la religiosidad en el espacio público debe ser considerada como algo natural, como lo son otras muchas manifestaciones propias del ser humano.

¿Es que la expresión de las creencias religiosas en el espacio público va a ser menospreciada y va a ser discriminada en función de los prejuicios de ciertos grupos radicales en beneficio de otras presencias y expresiones como las pintadas, las “movidas”, “los botellones”, los bares, las salas de reuniones, las oficinas de bancos, etc., siempre que se mantengan dentro de los límites de la legalidad?

La Constitución española en su artículo 16.1 sentencia: Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley.

En todo ello parece existir una finalidad de fondo con oscuros intereses: excluir, expulsar, vetar cualquier tipo de expresión o manifestación de la dimensión trascendente del ser humano del espacio público.

Clima de creciente intolerancia

Ante el creciente clima de intolerancia el Centro Jurídico Tomás Moro se dirigía recientemente al Ministro de Justicia en los siguientes términos:

Por todos es sabido que España vive un momento sumamente delicado para los derechos civiles y las libertades públicas. A pesar de los esfuerzos de miles de españoles para seguir ampliando los espacios públicos de libertad y diálogo, sin embargo, el gobierno actual vive instalado en una peligrosa apatía de libertad.

En este sentido es necesario destacar las importantes restricciones que el actual gobierno ha impuesto al derecho a la vida (ley del aborto), a la libertad de expresión (modificación a la Ley Orgánica 5/1985 de Régimen Electoral General), a la negociación colectiva (reforma laboral), al derecho a libertad educativa (imposición de contenidos en la asignatura educación para la ciudadanía), a la libertad de los extranjeros (modificaciones a la Ley de Extranjería),  a la libertad de contratación (futura Ley de Igualdad de Trato), a la tutela judicial efectiva (reformas encaminadas a restringir los fallos judiciales objetos de recursos, la inversión de la carga de la prueba en multitud de ocasiones, el proyecto para eliminar la acusación particular), y las restricciones a la objeción de conciencia.

No obstante, a este Centro Jurídico, le preocupa igualmente la continua agresión que la libertad religiosa está sufriendo en España, y que nos coloca en el peligro de caer en la instauración de un estado totalitario sin el derecho al reconocimiento de la discrepancia.

Ahora bien, sin embargo el ataque más fuerte lo está sufriendo la Iglesia Católica por representar postulados de libertad poco compatibles con las políticas liberticidas del gobierno. Dicha persecución a lo católico y a los católicos se está convirtiendo en un acontecimiento tristemente cotidiano.

Estos hechos se vienen repitiendo últimamente más de lo adecuado, lo que sin duda está creando una cada vez más preocupante alarma social. Baste hacer un somero repaso a los casos más difundidos de los últimos años para ver la proliferación de los ataques a los católicos y a la Iglesia. Así, por ejemplo, “Me c. en Dios”, en el teatro Alfil (Madrid 2004) subvencionado por el Gobierno para ser representado en Portugal (Lisboa, julio de 2006).  “Cómo cocinar un Cristo para dos personas”, del grupo PRISA (diciembre-2005). La representación en diversas ciudades españolas de “La Revelación”, en la que Leo Bassi insulta a la Palabra de Dios (La p. Biblia); disfrazado de Papa, se ríe del enfermo Juan Pablo II y  «consagra» un cáliz lleno de condones. En la Feria de Arco de Madrid (febrero-2006),  se expuso un Cristo con un misil en la mano aleccionando a las tropas alemanas. En una página «cultural» del diario El Mundo, Fernando Arrabal se ríe de las Apariciones de la Virgen (15 de octubre); o más recientemente (2010) la realización de la Santa Misa con escolta por el acoso laicista en la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona (UB);  la prohibición de celebrar la Santa Misa en la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, teniendo que realizarlas en pleno campo a temperaturas cercanas a los 0º centígrados; o la imposibilidad del Cardenal Rouco Valera, el pasado 1 de diciembre, de impartir en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) la conferencia “el Dios desconocido para los españoles del siglo XXI”, debido a las amenazas de grupos antisistema; las cada vez mayores trabas para manifestar externamente, mediante crucifijos, belenes o villancicos, los sentimientos cristianos, tan profundamente arraigados en el sentir popular, las tradiciones, la cultura y el sentir de la mayoría de la población; o una de las últimas campañas de las Juventudes Socialistas de Andalucía con el escarnio de la Sagrada Comunión al representar la transformación de una Hostia Consagrada en un condón; y para concluir la más reciente agresión a la capillas de la Universidad Complutense de Madrid, minimizada por el Rector Universitario.

El caso Somosaguas

Dentro de este contexto de creciente intolerancia en las últimas semanas se ha desatado un nuevo episodio con notable repercusión en círculos universitarios que ha arrancado titulares como: “Asaltan la capilla de la UCM y se desnudan en el altar”. “Los zarpazos anticlericales en la España de Zapatero", “La libertad religiosa en tela de juicio”. “Unos 70 energúmenos asaltan la capilla de la Complutense y se desnudan en el altar”. “El acoso a los cristianos en las universidades españoles no hace más que aumentar. Setenta radicales han actuado ahora en la Complutense”.

Los hechos

Desde hace meses los radicales de izquierda y anticlericales que campan a sus anchas en las universidades españoles tienen como uno de sus principales objetivos acabar con cualquier resquicio de lo católico. Y por ello las capillas han sido víctimas de sus actuaciones.

Tras los incidentes en la capilla de la Universidad de Barcelona, las autoridades académicas procedieron a cerrarla temporalmente e incluso se llegó a poner miembros de seguridad para proteger a los alumnos que querían acudir a misa. Estos energúmenos intentan ahora hacer lo mismo en la Universidad Complutense de Madrid.

En los últimos días España está viviendo episodios esperpénticos relacionados con el respeto a las prácticas religiosas. El más comentado es el del asalto por parte de grupos radicales de izquierda a la capilla que la Universidad Complutense de Madrid tiene en el campus de Somosaguas. En una clara muestra de autoritarismo, los extremistas se desnudaron ante el altar mofándose de las creencias religiosas de muchos españoles. Por el bien de las libertades individuales en nuestro país, esperemos que este caso acabe garantizando el derecho de toda persona a profesar libremente el credo religioso que considere oportuno.

Los incidentes laicistas protagonizados el pasado 10 de marzo por un grupo de jóvenes en la capilla del campus de Somosaguas, se han propagado como una onda expansiva hasta ciudades como Valencia, donde un grupo de colectivos autodenominados feministas han convocado una concentración en apoyo a los estudiantes detenidos en la capital.

Según el comunicado distribuido por los colectivos impulsores de esta acción la protesta está dirigida a reclamar «la retirada de la Iglesia de las universidades públicas» y contra la «criminalización política y mediática de la acción feminista pacífica» de Somosaguas. «Queremos expresar nuestro más profundo rechazo a que en un Estado aconfesional sigan existiendo capillas y centros de culto en las universidades públicas

Los protagonistas:

Pero, ¿quién está detrás del asalto a la capilla y sus actos denigrantes contra los católicos? Tras los incidentes, el diario El País afirmaba que tras estos altercados se encontraba una asociación universitaria de extrema izquierda. Llamados Contrapoder. La asociación Contrapoder, presentada en el año 2006, es una organización de izquierdas formada por alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas, Sociología y Trabajo Social de carácter antiautoritaria y anticapitalista, según se definen ellos mismos en su página web.

Este grupo creado en 2006 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología tiene más acciones a sus espaldas. Su trayectoria desde su fundación ha sido muy activa, con distintos actos informativos y de protesta. Miembros de Contrapoder formaron parte de las protestas en 2009 contra el exministro Josep Piqué, al que recibieron vestidos de presos de Guantánamo. Uno de los más graves fue el boicot y los insultos a Rosa Díez en una conferencia que tenía que dar en octubre de 2010.

En su argumentario sí tiene cabida la violencia. Echando un vistazo a su "definición política" en su web afirman que "la violencia ha sido en muchas ocasiones un arma necesaria de las esperanzas de liberación. Como herramienta la consideramos: sin olvidar nuestro compromiso con una vida sin sufrimiento ni humillación, los métodos de la resistencia y de la rebeldía, así como los posteriores de la subversión y contrapoder, deben responder a las necesidades históricas concretas del enfrentamiento". Del mismo modo, se definen como "antiautoritarios porque aspiramos a ‘mandar obedeciendo’" así como anticapitalistas. Dicen beber del anarquismo y el comunismo al proceder del movimiento obrero.

'Nosotros defendemos el derechos individual de cada uno a tener la creencia que considere oportuno, pero nos parece mal la presencia de una institución religiosa, sea cual sea, en una universidad pública', han comentado. De esta forma se desvinculan de las pinturas y de que su protesta sea contra el culto católico, ya que se dirigen contra la institución eclesiástica y su presencia en la Complutense. 'La Iglesia ha sido una aliada con la dictadura nacional-católica fascista', argumentan, por lo que consideran 'intolerable' su presencia.

Qué reivindican

Como en otras ocasiones se concitan un popurrí de reivindicaciones, mezcla de un laicismo excluyente, feminismo radical, odio visceral contra la iglesia… En el fondo subyace la voluntad de erradicar la expresión de las creencias reñigiosas del espacio público y recluirlas al ámbito privado.  Como un "mantra" se repiten los ya conocidos viejos tópicos de ataque a la Iglesia. Veamos qué dicen algunas de ellas. En un comunicado de colectivos feministas se afirma:

Nuestro hartazgo e indignación ante las intervenciones públicas expresadas por la iglesia católica y sectores afines, ante cualquier manifestación que cuestione la situación de privilegio que poseen. Sobre todo cuando lo que se reivindica son los derechos de las mujeres.

Así mismo, queremos expresar nuestro más profundo rechazo a que en un Estado “aconfesional” sigan existiendo capillas y centros de culto católicos en las Universidades públicas. Esto es un privilegio que el Estado otorga a la iglesia católica, a raíz de los Acuerdos firmados entre el estado español y el Vaticano en 1979 y que debe ser abolido de forma inmediata.

Defendemos un Estado laico, donde las creencias religiosas formen parte del ámbito privado y no sean impuestas al resto de la sociedad. La situación de privilegio que en este país se sigue otorgando a la Iglesia católica, organización privada que no distingue entre ciudadanía y feligresía, atenta contra derechos de las mujeres. La iglesia católica intenta de manera obsesiva reglamentar lo que las mujeres debemos hacer o dejar de hacer, controlar nuestros cuerpos restringiendo la sexualidad femenina a la procreación, condenando el aborto, el divorcio, cualquier relación o conducta sexual al margen del matrimonio heterosexual, negando la diversidad sexual, es decir, defendiendo el modelo patriarcal basado en la dominación masculina.

Otro grupo sentencia: FotogrAcción se solidariza y apoya sin reservas a las activistas, así como cualquier iniciativa que se lleve a cabo para denunciar la homofobia y la heteronormatividad impuesta por la Iglesia Católica. Más aún cuando se reapropian, para sus propios cultos religiosos privados, de un espacio público de carácter laico como es una Universidad. SI NOSOTRXS NO VAMOS A PENSAR A VUESTRAS IGLESIAS  VOSOTRXS NO VENGAÍS A REZAR A NUESTRAS UNIVERSIDADES

Manifiestos

En un Manifiesto de profesores a favor del colectivo se denuncia: la "presencia de capillas y otros símbolos de 'poder' religioso en las instituciones educativas públicas no responde a la satisfacción del derecho a la libertad de culto, sino a un privilegio de la Iglesia Católica que va siendo hora de superar en las universidades públicas". Por otra parte, los profesores creen que "el convenio entre el ex Rector (Gustavo) Villapalos y el Arzobispado de Madrid que otorga a este último la gestión exclusiva de las capillas de la UCM debe ser revocado en defensa del principio de aconfesionalidad del Estado recogido en la Constitución".

Y un contramanifiesto denominado “Declaración de la comunidad universitaria ante lo sucedido en la capilla del campus de Somosaguas”
Los abajo firmantes, miembros de la Comunidad Universitaria: profesores, personal de administración y servicios, personal contratado y estudiantes MANIFESTAMOS:
PRIMERO: Nuestra más firme condena de los hechos reprobables que sucedieron en la Capilla Universitaria del Campus de Somosaguas el jueves 10 de marzo de 2011.
SEGUNDO: Nuestro deseo de que la Universidad sea un espacio de libertad y concordia donde se respeten todos los derechos legítimos que reconoce nuestra Constitución. Y por ello SOLICITAMOS:
PRIMERO: Que las autoridades académicas de la Universidad Complutense adopten las medidas disciplinarias oportunas para que no quede impune lo sucedido ni sea manchado, con ese tipo de comportamientos, el buen nombre y trabajo de esta comunidad universitaria.
SEGUNDO: Que las autoridades públicas competentes adopten las medidas judiciales oportunas ante lo que constituye un atentado contra la libertad de culto que reconoce nuestra Constitución y que protege nuestro Código Penal.

Algunas opiniones:

Fernando Delgado, periodista y escritor, en páginas del diario EL País, cuestiona la existencia de la capilla asaltada, pero no el local público del que disponen los asaltantes en la Facultad de Ciencias Políticas. Por desgracia no es nuevo que la progresía muestre más rechazo hacia el pacífico ejercicio de la libertad religiosa y de culto que hacia la violencia de grupos extremistas de izquierda.

Entre otras opiniones nos encontramos con la de Rafael Navarro Valls, catedrático de Derecho Eclesiástico. ¿La presencia de las capillas en los centros universitarios es una anomalía? ¿Qué respaldo jurídico tienen dentro de la actual legislación que regula la libertad religiosa?

Aparte del artículo 16 de la Constitución, que establece un mandato constitucional "de cooperación entre el Estado (y sus organismos) y la Iglesia Católica y demás confesiones religiosas", la cobertura jurídica de esos lugares de culto es clara. Así, el art. V del Acuerdo internacional entre Estado e Iglesia sobre Enseñanza y Asuntos Culturales establece que "el Estado garantiza que la Iglesia católica puede organizar cursos voluntarios de enseñanza y OTRAS ACTIVIDADES RELIGIOSAS en los centros universitarios públicos, utilizando los locales y medios de los mismos", añadiendo que esas actividades se articularán a través de acuerdos o convenios. Así ha ocurrido con la UCM, que el 20 de diciembre de 1993 firmó con el Cardenal Arzobispo de Madrid un Convenio donde se contempla la existencia de esos lugares de culto. Además, la LOLR (art.2.1b) reconoce "el deber de los poderes públicos de adoptar las medidas necesarias para facilitar la asistencia religiosa en los centros públicos".

¿Cree que esas capillas desempeñan un papel positivo en la vida universitaria?

Creo que sí. Por un lado es un servicio demandado por la propia comunidad universitaria (profesores, alumnos y PAS). Hay que tener en cuenta que en la UCM (con más de 80.000 alumnos) la procedencia geográfica -especialmente de los alumnos- es muy variada, no pudiendo siempre ser atendidos en condiciones normales (parroquias) por la dispersión de los centros universitarios, y el intenso horario de las carreras y de los nuevos planes de estudio. Además, por lo general, los capellanes fomentan el voluntariado y la solidaridad en el mundo universitario: personas discapacitadas, enfermos, disminuidos físicos y psíquicos etc. También el número de fallecimientos de familiares de profesores, PAS y alumnos muchas veces exige la celebración de actos de culto, funerales, preparación de sacramentos etc. Me parece que atender la demanda universitaria de atención religiosa constituye un servicio más, como otros tradicionales conectados con deportes, comedores etc.

Denuncia

El sindicato Manos Limpias ha presentado una denuncia contra los responsables de la denominada “ASOCIACION CONTRA PODER”, con sede en la facultad de Políticas y Sociología de la Universidad Complutense, por delito contra la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos. Según la denuncia los hechos, inciden en: ILICITO PENAL A tenor de lo preceptuado en los Artículos 524 y 525 del Código Penal.

El fondo de la cuestión: excluir la expresión de las creencias religiosas del espacio público

En el campus de Somosaguas

Por Ernesto Juliá

¿Por qué? Podrían haber dado un espectáculo semejante en cualquier otro lugar. Ciertamente, la gente habría reaccionado de otra manera. En ningún otro sitio les habrían dejado actuar más de 30 segundos, si acaso. En un autobús, las bajarían sin más contemplaciones en la primera parada. En unos grandes almacenes, no excluyo que les hubieran llovido más de un golpe de manos de mujeres; y una buena retahíla de insultos, de boca de hombres.

¿Qué han querido manifestar con un gesto semejante? Unos universitarios y universitarias que se desnudan en una iglesia y se suben al altar, ¿qué pretenden con una obscenidad ridícula y más digna de lástima que de incitación al pecado?

Y no vale la pena ni siquiera considerar qué habría sucedido si en lugar de una iglesia católica estos hechos hubieran ocurrido en el templo de otra religión. No vale la pena, porque ni se le pasa por la cabeza a quien les “anima”.

No han faltado –sería difícil que no hubiera ocurrido– comentarios sacando a relucir que en las universidades no debería haber lugar para una capilla o para actos religiosos. Y yo me pregunto: ¿Por qué? ¿Porque el Estado es laico? Y ¿qué tiene que ver la laicidad del Estado, que es lógica y adecuada, con la práctica religiosa de los ciudadanos?

La universidad no es propiedad del Estado; y mucho menos propiedad de ningún gobierno. La universidad es pública, en todo caso, porque es de la sociedad y para la sociedad. Y la sociedad son los estudiantes de todo tipo que frecuentan sus aulas y comparten sus terrenos. Terrenos públicos, sociales. El Estado, y mucho más un gobierno, no tiene, obviamente, que predicar ni anunciar ninguna religión, y no tiene, además, ningún derecho a hacerlo.

¿Qué derecho puede tener, entonces, para negar un lugar a unos universitarios para que se reúnan a rezar, a compartir creencias, a cambiar impresiones? ¿Va a eliminar los campos de deportes, los bares, las salas de reuniones, las oficinas de los bancos, las “movidas”, “los botellones”, etc., dentro de los límites de las universidades? ¿O es el campus de la universidad el único territorio nacional en el que no se pueden celebrar actos religiosos? ¿No estamos ante un claro ejemplo de pura y simple discriminación?

En la universidad, el Estado tiene la misión de garantizar el orden, para que la formación intelectual de los universitarios trascurra de la forma más pacífica y normal posible. Garantizar un mínimo de convivencia para que profesores y alumnos puedan transmitir y recibir conocimientos, experiencias, dentro de un ambiente libre y respetuoso con las ideas y actitudes de cada uno, que no provoquen violencia contra los demás.

La capilla del campo universitario de Somosaguas estaba prácticamente vacía cuando esos “valientes” universitarios y universitarias se lanzaron a la aventura. Había pocos riesgos de fracasar en su intento blasfemo. El diablo, además de mentiroso, es cobarde.

Fuente: Analisis Ditital

La universidad española es de todos, también de los católicos

Pedro María Reyes Vizcaíno, Editor de Iuscanonicum.org

(…) A consecuencia de estos hechos violentos se ha levantado un debate sobre la presencia de los católicos en las universidades. Pero se debe tener en cuenta que la universidad pública es de todos. No se entiende que Juventudes Socialistas tenga un local en muchas facultades y los católicos no puedan tener una capilla. O que Ecologistas en Acción pronuncie conferencias en los auditorios de las universidades, y el Arzobispo de Madrid no pueda hacer lo mismo. O –en un insultante agravio comparativo– que el cómico Leo Bassi organice un espectáculo hiriente contra los sentimientos cristianos en el Paraninfo de una universidad pública, y se niegue a los católicos la posibilidad de celebrar Misas. Si todas estas instituciones y personas pueden usar los recursos públicos, ¿por qué se niega este derecho a los católicos?

Los laicistas radicales argumentan que la universidad es un espacio público y laico. Naturalmente lo que pretenden es apropiarse de la universidad, intentando que en ella no tenga cabida ninguna expresión contraria a sus presupuestos ideológicos. Pero les faltan argumentos: la Constitución Española –después de afirmar que ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal– indica que “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones” (art. 16.3).

Sin embargo, a los laicistas radicales la Constitución no parece importarles demasiado. Por eso su actual estrategia incluye el uso de la violencia empleando medios que, dicho sea de paso, recuerda a los que se usaban en la Alemania de los años 30.

Ante estos desmanes la justicia y los demás poderes públicos deberían actuar con rapidez.
No se puede permitir que unos pocos se apoderen a través de la violencia de universidades que son de todos.

Está en juego mucho más que la celebración de una Misa: está en juego la garantía del ejercicio democrático de los derechos fundamentales y la libertad religiosa.

Concluyendo

La realidad antropológica, muy a pesar de los laicistas radicales, como bien pone de relieve la última encuesta Gallup es otra, la cual  ofrece datos sobre el papel clave que la religiosidad continúa jugando en la vida cotidiana de la población mundial en un 84% de los habitantes del planeta.

Sin ningún privilegio para la Iglesia por encima de lo legalmente establecido, pero tampoco sin renunciar a ninguno de sus derechos. La Constitución española en su artículo 16.1 es clara al respecto: Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley.

Mientras en nuestro país se producen hechos lamentables de intolerancia, en Francia demuestran racionalidad, sentido común y amplitud de miras apostando por la laicidad positiva.

En definitiva, la fantochada realizada por esos grupos radicales demuestra poca consideración a la realidad, y muy poco respeto a la multidimensionalidad del ser humano. ¿Su “Performance” no será más bien expresión de una incapacidad para aceptar la realidad y expresión de un cierto fracaso educativo de fondo, a pesar de haber llegado a la universidad, que impide a esos jóvenes comprender no ya el aporte positivo de la religiosidad bien constituida, sino en qué consiste eso de la tolerancia, la libertad de expresión en el espacio público y la laicidad positiva?

Elaboración a partir de fuentes diversas de la prensa española

Ver también: Laicidad y pluralismo religioso en una sociedad democrática


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