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Un nuevo «equipaje» / o la  «peste» que nos acecha

En nuestros días en la sociedad occidental, como consecuencia de la hegemonía de ideologías que han impuesto una concepción estrecha, reduccionista y miope de la existencia humana, estamos dominados por la cultura del materialismo y del dinero.

Se puede considerar que la raíz de nuestra situación actual obedece a una ideología de una sola idea, la del dinero.

La exhibición del dinero ha pasado a ser uno de los principales reclamos mediáticos y sociales, la principal forma "de ser alguien"….pero nuevos horizontes, nuevas formas de vivir, asentadas en un nuevo “equipaje” alumbran un futuro esperanzador para el auténtico progreso de la humanidad.

Hace algunos años, en un aeropuerto extranjero, me topé con una inmensa pared en la que solo había un diminuto anuncio publicitario. Se veía la imagen de una tarjeta de crédito y debajo se leía: "Todo lo demás es exceso de equipaje". ( J. Muixí, periodista)

Esta ideología se basa en la convicción de que todos somos rehenes de la cultura del dinero. La cultura del tener desprecia los valores del ser. La Extrema derecha Económica (EDE) se encarga de recordar a quien fomente cualquier otro valor que no sea el del dinero (esfuerzo, responsabilidad, honestidad, cultura) que eso de los valores éticos (solidaridad, generosidad, sensibilidad, empatía) es cosa de ingenuos. ¿Esa es la sociedad que queremos?

A. Machado nos exhortaba a través de su poesía a ir por la vida “ligeros de equipaje”. El “equipaje” del que nuestro poeta nos invitaba a desprendernos es justamente el mismo tipo de “equipaje” que se critica en el artículo que a continuación presentamos… Se trata de revisar el contenido de nuestras actuales alforjas y sustituirlo por aquél que de verdad importa  para transitar “dignamente” por la vida.

Qué pasa... que solamente importa la tarjeta de crédito? Todo lo demás es exceso de equipaje? Qué pasa... que hemos de ir por el mundo solo con la tarjeta de crédito…es decir, convertir el dinero en nuestro ídolo? Con dinero… todo lo demás sobra?  Y la voluntad de ayudar a los otros o valores como la familia, la relación con los demás, la reivindicación de una sociedad más justa, de los sentimientos… si es que de todo, lo que más nos importa es la tarjeta de crédito... quizás sí que nos hallemos ante la peste… si es así quizás estemos ante una auténtica peste…

Estamos dispuestos a aceptar resignadamente las consecuencias deshumanizadoras de una enfermedad que nos destruye como personas y como sociedad y que no somos capaces ni de reconocer? Si esa Extrema Derecha Económica consigue que nuestro exceso de equipaje sean los sentimientos, la relación con los demás, la exigencia de dar un sentido a nuestras vidas y reivindicar una sociedad más justa para nuestros hijos, es posible que efectivamente la peste esté cerca.

 

La extrema derecha económica

Jordi Muixí periodista.

Esta ideología se basa en la convicción de que todos somos rehenes de la cultura del dinero

De lo mucho que se ha hablado hasta ahora de la crisis económica hay dos aspectos que resultan sorprendentes: el tratamiento de la economía como una ciencia pura que no admite discrepancias y su carácter aséptico, desvinculado de cualquier ideología.

Parece como si todo lo que nos está pasando sea irremediable, que nadie sea responsable de nada, que nadie sea dueño de su vida y que todos aceptamos resignadamente las consecuencias deshumanizadoras de una enfermedad que nos destruye como personas y como sociedad y que no somos capaces ni de reconocer.

Se intentan obviar las raíces ideológicas de todo lo que nos sucede, cuando no parece absurdo situar el origen de la crisis actual en los mandatos de Reagan y Thatcher y su acentuación tras la caída del muro de Berlín. Mucha gente celebró el colapso del comunismo, incluyendo buena parte de sus partidarios, decepcionados por la deriva totalitaria del sistema.

Entonces hubo un cierto consenso en la creencia de que el único sistema económico mundial viable era la economía de mercado que, mediante unas reglas establecidas, debía conciliar libertad individual y justicia social, libre competencia e igualdad de oportunidades.

Pero pronto alguien se aventuró a anunciar que se había acabado la Historia y se extendió la idea de que también se habían acabado las ideologías. Progresivamente, el espacio hegemónico que hasta entonces habían ocupado las ideologías lo ocupó el dinero, nunca reconocido como ideología. La exhibición del dinero pasó a ser uno de los principales reclamos mediáticos y sociales, la principal forma "de ser alguien". "Los mercados" han ido dejando por el camino a millones de personas sin trabajo

Llegados a este punto se puede considerar que la raíz de nuestra situación actual obedece a una ideología de una sola idea, la del dinero. No es el capitalismo regulado, sino la forma más salvaje de capitalismo despojado de cualquier aspiración moral que solo responde a los intereses de lo que podríamos denominar como la EDE, la Extrema Derecha Económica. Extrema, por su darwinismo social. Derecha, porque su referente es el dinero. Económica, porque se estructura en base a un mundo solo económico donde impera la anomia social y donde no importan la degradación humana y ecológica.

A diferencia de la exuberante Extrema Derecha Política que conocimos en el siglo pasado, la EDE del siglo XXI tiene un eje determinante: la opacidad. Desde el anonimato, a través de un sujeto colectivo impersonal —los mercados— ha ido marginando la economía productiva en beneficio de la economía especulativa, dejando a millones de personas sin trabajo por el camino y tentando a empresas responsables a buscar salidas irregulares.

El circuito de esa EDE parece especialmente perverso: eliminación de regulaciones sociales, disminución de impuestos a la gente con mayores recursos, bendición de los paraísos fiscales, la corrupción y el fraude fiscal, rechazo de todo espacio público y desprestigio de la política. Desde Reagan a Clinton, desde Schröder a Merkel, desde Blair a Cameron o desde Aznar a Zapatero, todos parecen haberse arrodillado ante las exigencias de los mercados. En nombre del crecimiento ilimitado, dieron su apoyo incondicional a la economía especulativa desprestigiando la propia política y olvidando qué tipo de sociedad y qué tipo de progreso estaban potenciando.

Y aquí estamos, en un mundo narcotizado por el imperio de la codicia. Recordando a Erich Fromm, la cultura del tener desprecia los valores del ser. Así la EDE se encarga de recordar a quien fomente cualquier otro valor que no sea el del dinero (esfuerzo, responsabilidad, honestidad, cultura) que eso de los valores éticos (solidaridad, generosidad, sensibilidad, empatía) es cosa de ingenuos. ¿Esa es la sociedad que queremos?

La gran fuerza de esa EDE estriba en su convicción de que todos somos rehenes (con síndrome de Estocolmo) de la cultura hegemónica del dinero a la que hemos ayudado a contribuir con nuestras acciones o silencios. La EDE es consciente que con la adoración a la cultura del dinero abríamos la puerta al individualismo más feroz y al consumismo más voraz. Detrás de esa puerta se escondían impagos, frustraciones, depresiones, insolidaridad, vacío personal y, sobre todo, mucho miedo (hipotecas, desempleo, inseguridad). Y el miedo provoca parálisis personal y desmovilización social.

Estamos ante una encrucijada esencial. Ahora más que nunca hemos de tener coraje para mirarnos al espejo y ver qué estamos dispuestos a hacer, como sociedad y como personas. Nos necesitamos todos y necesitamos lo mejor de la política. Si reconocemos el origen ideológico de la crisis,  podremos analizar ideológicamente las salidas y debatirlas políticamente. ¿Acaso no fue ideológico permitir al mundo financiero la brutal irresponsabilidad de las hipotecas basura que ha originado esta crisis mundial? ¿Y las soluciones posteriores a Lehman Brothers? ¿No actúan ideológicamente las agencias de calificación y los tecnócratas?

Albert Camus nos alertó de que la peste se propaga a través de lo más oscuro del ser humano. Hace algunos años, en un aeropuerto extranjero, me topé con una inmensa pared en la que solo había un diminuto anuncio publicitario. Se veía la imagen de una tarjeta de crédito y debajo se leía: "Todo lo demás es exceso de equipaje".

Si esa Extrema Derecha Económica consigue que nuestro exceso de equipaje sean los sentimientos, la relación con los demás, la exigencia de dar un sentido a nuestras vidas y reivindicar una sociedad más justa para nuestros hijos, es posible que la peste esté cerca. Entonces cabría preguntarnos por el motivo del propio viaje y hacia dónde nos dirigimos realmente.


Diario EL PAIS, Jordi Muixí Rosset 14 MAR 2012 - 00:08 CET


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