| BIOGRAFIA DE 
		DESCARTES 
		Richard Watson 
		Guió 
		INTRODUCCIÓN. La maldición del cartesianismo 
		Dudar de la autoridad 
		Dudar de los conocimientos sensoriales. 
		Dudar de la razón 
		Descartes matemático 
		Tradiciones biográficas 
		 
		BIOGRAFÍA DE RENÉ DESCARTES (1596-1650) 
		El estudiante en la mejor escuela de Francia,  
		Isaac Beekman,  
		 
		REINOS MÁGICOS, 
		Los rosacruces,  
		 
		EL REBELDE,  
		 
		FUGA, 
		Los geómetras, 
		 
		LA RINCESA ISABEL DE BOHEMIA 
		 
		LOS PREDICADORES 
		LA FRONDA 
		CONCLUSIÓN,  
		Dualismo cartesiano 
		 
		 
		 
		 
		 
		INTRODUCCIÓN. La maldición del cartesianismo 
		 
		René Descartes, el Padre de la Filosofía Moderna, uno de los mayores 
		genios matemáticos que han existido, puso los cimientos de la 
		preponderancia de la razón tanto en la ciencia como en los asuntos 
		humanos. Desacralizó la naturaleza y colocó al ser humano como individuo 
		por encima de la Iglesia y del Estado. Sin el individualismo cartesiano 
		no tendríamos democracia. Sin el método analítico cartesiano, que 
		descompone las cosas materiales en sus elementos primarios, nunca 
		habríamos desarrollado la bomba atómico. El ascenso de la ciencia 
		moderna en el siglo XVII, la Ilustración en el siglo XVIII, la 
		revolución industrial en el siglo XIX, el ordenador personal en el siglo 
		XX y el descifre del cerebro en el siglo XXI, todo ello son logros del 
		cartesianismo. El mundo moderno es cartesiano hasta la médula, pues la 
		razón deductiva no sólo guía y controla nuestra ciencia, tecnología y 
		acción práctica, sino también la mayoría de nuestras decisiones morales. 
		 
		La objetividad prevalece sobre la subjetividad, que cae en desuso. 
		Descartes triunfó precisamente porque su método (tratar todos los 
		objetos naturales como máquinas, cuerpos humanos incluidos) funciona. 
		Prometió que su método nos permitiría ser dueños y señores de la 
		naturaleza, y cumplió su promesa. 
		 
		Descartes se lanzó en pos de la certidumbre en el conocimiento e inició 
		esta búsqueda en sus Meditaciones metafísicas (1641), clasificando el 
		conocimiento en tres categorías, según tuviera su origen en la autoridad, 
		la experiencia sensorial o la razón. Más tarde, explicaría cómo dudar de 
		cada tipo de conocimiento. El principio general era que no debemos 
		confiar en ninguna fuente que nos haya engañado o desorientado siquiera 
		una sola vez. 
		 
		Dudar de la autoridad 
		 
		Ante todo, Descartes señalaba que podemos dudar de cualquier 
		conocimiento que se origine en la autoridad; puesto que los expertos 
		difieren en sus juicios, no existe manera cierta de optar entre ellos. 
		Un ejemplo ilustrativo de este problema lo hallamos en los inicios de la 
		Revolución protestante, cuando los católicos opinaban que era imposible 
		discernir si Lutero y Calvino estaban locos (como cabría sospechar de 
		alguien que cree estar en contacto con Dios). Por otra parte, los 
		católicos podían conocer la verdad, porque el papa era infalible. ... De 
		este modo, quedaba eliminada la autoridad... También nos muestra cómo 
		dudar de una clase de autoridad muy influyente en la cristiandad 
		occidental, esto es, la revelación. Quizá Dios reveló ciertas verdades a 
		los patriarcas bíblicos, como Moisés. Pero ¿cómo sabían que era Dios? Y 
		si era Dios, ¿ellos entendieron? Y si entendieron, ¿lo supieron 
		transmitir? Y si lo supieron transmitir, ¿cómo sabemos que nosotros 
		entendemos? Y así sucesivamente. 
		 
		Dudar de los conocimientos sensoriales. 
		Podemos equivocarnos, por ejemplo, en lo concerniente al color y al 
		tamaño de las cosas, a causa de una iluminación deficiente, de nuestra 
		pobre vista o de las ilusiones ópticas. O podemos ser presa de la 
		ebriedad, la alucinación, el sueño o la locura.  
		 
		Más aún, Descartes sostenía que todas nuestras sensaciones están dentro 
		de la mente y que no poseemos experiencia directa del mundo externo. La 
		gente cree ver, tocar, oír, saborear y oler cuerpos materiales de 
		primera mano, pero no es así. En cambio, el mundo actúa sobre órganos 
		sensoriales que envían mensajes al cerebro a través de los nervios. Por 
		lo tanto, ciertos estados cerebrales (activaciones neuronales, en el 
		lenguaje actual de la neurociencia) hacen que la mente tenga 
		experiencias sensoriales de vista, tacto, sonido, gusto y olor, y 
		conocemos el mundo por medio de estas representaciones sensoriales Así, 
		pues, nuestra experiencia sensorial se limita a un círculo de imágenes 
		mentales causadas por el mundo material. Creemos que éstas son 
		semejantes a los cuerpos materiales, pero nunca podemos saber si el 
		mundo material es como las experiencias sensibles que tenemos de él, 
		porque nos resulta del todo imposible comparar estas experiencias 
		mentales con el mundo en sí.  
		 
		He aquí un enigma cartesiano para saber si el mundo es semejante a las 
		sensaciones que tenemos de él, tendríamos que conocer el mundo en sí y 
		así comparar nuestras sensaciones con los cuerpos materiales, pero como 
		sólo podemos conocer el mundo de los cuerpos materiales por medio de las 
		sensaciones que tenemos de él es ingenuo –sostenía Descartes- pensar que 
		vemos las cosas del mundo externo tal como son; más aún, el mundo 
		material no se parece en nada a nuestras experiencias sensoriales. Esto 
		es evidente en el caso de las emociones, los sentimientos de dolor y 
		demás. Los cuerpos pueden hacer que sintamos calor, por ejemplo, pero 
		ellos no sienten calor en sí mismos, pues lo que ocurre es, tan sólo, 
		que sus átomos se desplazan a gran velocidad. ¿Y qué hay del tamaño y la 
		forma de los cuerpos? ¿No lo percibimos tal como son? He aquí algunos 
		ejercicios para convencernos de que ni siquiera vemos bien las formas y 
		tamaños. 
		 
		Cuando sentimos un pinchazo en el dedo, el mensaje tarda un tiempo en 
		llegar al cerebro a través de los nervios, y sólo entonces reparamos en 
		el dolor; una sensación que puesto que se produce después del pinchazo, 
		no puede ser semejante a éste. De hecho, lo que experimentamos es una 
		sensación mental, no el alfiler pinchándonos el dedo. Un dolor nunca es 
		similar a un pinchazo. 
		 
		 
		 
		Dudar de la razón 
		 
		La tercera fuente del conocimiento. NO es de fiar ni siquiera aunque 
		seamos normales y estemos bien despiertos. Pues todos hemos llegado a 
		conclusiones equivocadas mediante el razonamiento. 
		 
		En un espectacular desenlace dubitativo, Descartes imaginó que un 
		demonio falaz y todopoderoso llenaba nuestra mente con las sensaciones y 
		pensamientos que tenemos en la vida, aunque no existía nada salvo 
		nuestra mente, el demonio y las sensaciones e ideas que él inducía. 
		Nuestra experiencia nos indica que tenemos un cuerpo y que existe un 
		mundo repleto de personas y cosas. Pero, en realidad, según Descartes no 
		hay mundo material ni nadie más salvo el demonio y nuestro engañado 
		yo.... Y quizá el demonio sea Dios... (historia de Job, en el Antiguo 
		Testamento, sugiere que Dios es un embaucador)... 
		 
		Supongamos que no creemos en Dios. Supongamos que Dios no existe. 
		Entonces, quizá la única cosa en el mundo sea nuestra propia mente, que 
		causa el conjunto de experiencias que ahora tenemos. Esto se llama 
		solipsismo, una especie de excursión en solitario que, de hecho, nos 
		transformaría en Dios... 
		 
		A poco que reflexionemos, pues, caemos en la cuenta de que no sabemos 
		nada con certeza... Sin embargo, actuamos a partir de un conocimiento 
		incierto. Hemos de hacerlo. El propio Descartes lo reconocía: si para 
		hacer algo antes hubiéramos de estar del todo seguros de que es lo 
		correcto, nunca haríamos nada. Dado que no sabemos nada con certeza, la 
		acción práctica en este mundo exige que evaluemos las probabilidades. 
		Pero ¿qué hacer cuando las probabilidades son similares? Descartes 
		opinaba que debíamos escoger una al azar y atenernos a ella. A eso es a 
		lo que denominamos racionalismo cartesiano. 
		 
		Cabría pensar que podemos dudar de todo. Pero en lo más profundo de 
		nuestra escéptica desesperación, resulta que sí existe algo que podemos 
		saber con certeza...  
		 
		Descartes afirmó en su “Discurso del método” (1637): “Pienso, luego 
		existo.” Nadie que piense en ello puede poner en duda tal declaración. 
		Es válida para Dios (si piensa: “Soy el que soy”) y también para el 
		perro que piensa: “Ladro, luego existo” (si es que los perros piensan). 
		Es verdadera toda vez que reparamos en que estamos haciendo algo. Quien 
		camino o habla con conciencia de sí, o sólo piensa en caminar o hablar, 
		o sólo sueño con caminar o hablar, existe... Esta certidumbre se origina 
		en la experiencia directa, no en razones ni argumentos, así que en sus 
		“Meditaciones metafísicas” (1641) Descartes desechó el “luego” para 
		limitarse a aseverar: “Pienso, existo”. Es intuitiva y evidentemente 
		cierto que mientras sé que hago algo, aunque sólo sea pensar, existo. 
		Escribo estas palabras y, ¡abracadabra!, existo. Mi existencia queda 
		confirmada por el mero intento de ponerla en duda. 
		 
		Descartes señaló, además, que hay una segunda cosa que podemos saber con 
		certeza: Que Dios existe. Descartes dio varias pruebas de la existencia 
		de Dios. Una de las más elegantes reza así: Dios es perfecto; pero si 
		Dios no existiera, no sería perfecto; luego existe. Por desgracia, estas 
		pruebas carecen de validez, pues Descartes ya había demostrado que no 
		podemos confiar en que el razonamiento nos proporcione una verdad 
		cierta. El carácter dudoso del razonamiento, pues, conduce al insidioso 
		círculo cartesiano. Hay que razonar para probar la existencia de Dios. 
		Pero antes que podamos fiarnos de nuestra razón, tenemos que saber que 
		Dios existe y garantiza que nuestra razón no nos engañe. El círculo 
		fatal es que debemos confiar en nuestro razonamiento para probar que 
		Dios existe, pero debemos saber que Dios existe antes que podamos 
		confiar en nuestro razonamiento. Necesitamos “A” para probar “B”, pero 
		también precisamos “B” para probar “A”, de manera que no vamos a ninguna 
		parte y giramos sin cesar... 
		 
		Lo mismo vale para la afirmación cartesiana de que la existencia de Dios 
		no se conoce por la razón, sino por la intuición. Antes que podamos 
		fiarnos de nuestra intuición, debemos saber que Dios existe y garantiza 
		que nuestra intuición no nos engañe. En definitiva, sostenía Descartes, 
		la creencia en la existencia de Dios debe reposar en la fe, y él se 
		describía como un hombre de fe.... La cuestión de la certeza de la 
		existencia de Dios es muy importante si nos preocupa la salvación del 
		alma. En tal caso, es muy probable que queramos saber cuál de las miles 
		de religiones es la verdadera... 
		 
		Lo más irónico es que Descartes nunca tomó en serio el problema de la 
		certidumbre. Nunca creyó que pudiéramos tener un conocimiento cierto del 
		mundo circundante; es más, nunca se preocupó por ello. En cuanto a los 
		engaños de Dios, sostenía que la hipótesis del demonio es metafísica e 
		hiperbólica ... Para la existencia de Dios, tenemos la fe. Para los 
		asuntos prácticos, siempre nos las hemos apañado con un conocimiento 
		probable, y siempre lo haremos. 
		 
		Usamos el razonamiento común, para el cual Descartes nos brindó un 
		método que permite que cada individuo se las ingenie tanto como 
		cualquier otro. Sólo hemos de partir del mejor conocimiento que 
		poseemos, descomponer los problemas en partes y resolverlas en orden, 
		esto es, de lo simple a lo complejo (como sumar una columna de cifras 
		paso a paso). Luego, debemos revisar los pasos del razonamiento y 
		verificar los resultados. Éste es también el fundamento del 
		igualitarismo cartesiano. Usando este método, nuestra capacidad de 
		razonamiento es tan buena como la de cualquiera... El método cartesiano 
		de razonamiento analítico permite que la gente común sea dueña y señora 
		de la naturaleza. Descartes facilitó el control, paso a paso. 
		 
		Antes de Descartes, los filósofos escolásticos creían que todo tiene un 
		espíritu o alma que posee deseos y el poder de buscar su satisfacción. 
		Aristóteles aseguraba que todos los cuerpos sienten el impulso de 
		moverse hacia el centro de la Tierra. Ésta es una visión panpsíquica 
		según la cual todo tiene un alma que desea ser algo en alguna parte. 
		Para controlar una cosa, intentamos averiguar cuáles son sus deseos y, 
		luego, tratamos de manipularla mediante la frustración o la satisfacción 
		de sus aspiraciones. O le hablamos con dulzura.. 
		 
		Sostenía creía que ello era un desatino. La persuasión no funciona con 
		las cosas. Aunque sí, en cambio, con las personas.... Descartes concedía 
		que las personas (y sólo las personas) tienen espíritu, alma o mente. Y 
		sólo las personas con mente tienen deseos y pueden hacer cosas. Los 
		cuerpos carecen de deseos y de poderes. Se mueven sólo porque sus 
		engranajes interactúan, por así decirlo, cuando chocan unos con otros. 
		Para controlarlos, sólo hay que saber hacia dónde empujar. 
		 
		Esta nueva ciencia mecanicista de cuerpos desprovistos de alma que se 
		desplazan sólo cuando se hace fuerza contra ellos desacralizó por 
		completo a la naturaleza. Descartes desmitificó lo sobrenatural. Como 
		los cuerpos no tienen alma, no son conscientes de sí, no sienten y no 
		piensan. No hacen nada por sí mismos porque carecen de un yo. Sólo son 
		empujados. Aun los cuerpos vivientes son máquinas, materia inerte, y, si 
		no tuviésemos alma, nosotros mismos no seríamos personas, sino sólo 
		carne y huesos. No hay nada especial, espiritual ni sagrado en el 
		cuerpo. Con el cuerpo podemos hacer lo que queramos. 
		 
		Descartes declaró que los animales son máquinas y que incluso el cuerpo 
		humano lo es. Los humanos serían autómatas –como los demás animales-, 
		ingenios vivientes que actúan de forma inconsciente por estímulo y 
		respuesta, de no ser porque cada cuerpo humano está unido a un alma. Y 
		sólo los animales humanos la tienen. Para Descartes, esta alma era la 
		mente humana y lo consciente. El yo humano, la persona era la mente, no 
		el cuerpo, puesto que la mente tiene libre albedrío, esto es, la 
		capacidad para lograr que el cuerpo humano actúe de formas diversas al 
		modo en que respondería sólo a los estímulos del entorno.... Según el 
		pensamiento de Descartes, lo que nos hace humano es que podemos dirigir 
		el movimiento de nuestro cuerpo, o al menos una parte, si prestamos 
		atención. Descartes no sabía cómo funciona; nadie lo sabe. Pero 
		funciona. 
		 
		El concepto cartesiano de los animales como máquinas es, desde luego, el 
		fundamento de la psicología conductista. Los animales no piensan, sólo 
		actúan o, lo que es lo mismo, los impulsan otros cuerpos y, así, es por 
		eso por lo que se desplazan. Podemos entenderlos y predecir sus 
		movimientos con sólo observar su conducta. La tesis de que los animales 
		son máquinas también dio gran impulso a la investigación anatómica y 
		fisiológica. Como los animales no humanos carecen de mente y alma, no 
		son conscientes. No se conocen a sí mismos porque no tienen yo y, por 
		ende, no sienten ni experimentan dolores o placeres. En consecuencia, 
		podemos abrir animales vivos para ver cómo funcionan sin preocuparnos 
		por su sufrimiento.... El concepto cartesiano de que los animales 
		carecen de sentimiento permitía que aun los timoratos llevasen a cabo la 
		vivisección. 
		 
		Aquí estamos, pues, en el mundo moderno, La física mecanicista de 
		Descartes –depurada por Isaac Newton y Albert Einstein- es la clave del 
		progreso en el mundo moderno. 
		 
		Pero si la materia se limita a recibir impulsos externos, ¿cómo llegó a 
		organizarse para formar el intrincado y complejo mundo actual? ¿Cómo se 
		puso en movimiento, ante todo? Según Descartes, Dios introdujo cierta 
		cantidad de movimiento en un mundo repleto de materia uniforme y luego 
		la agitó hasta que se desarrollaron los cuerpos, todo mediante 
		interacciones puramente mecanicistas. La cantidad de movimiento se 
		conservó y el mundo evolucionó. Tenía que ser así, pues la materia podía 
		combinarse de todas las maneras posibles y, con el tiempo, lo haría de 
		forma inevitable. Blaise Pascal, contemporáneo de Descartes, observó, no 
		sin cierta dosis de acritud, que el Dios de Descartes sólo era necesario 
		como el dedo que imprimía movimiento a la materia. Para Pascal esto era 
		prueba suficiente de que Descartes, a pesar de todo, era ateo. 
		 
		Aunque Descartes tenía un enfoque atinado de la ciencia, sólo algunas de 
		sus explicaciones acerca del funcionamiento de los cuerpos se aceptan en 
		la actualidad. Su física de la colisión de los cuerpos yerra por 
		completo el camino. Se equivocaba en cuanto a la conservación del 
		movimiento (Leibniz y Newton dieron en el clavo: conservación de la 
		energía, no del movimiento). Y su teoría de que todo el espacio está 
		repleto de materia no se sostiene: si todo está lleno, ¿cómo puede algo 
		moverse? Newton reemplazó el plenum cartesiano por cuerpos materiales 
		que se mueven en un vasto espacio vacío. 
		 
		Sin embargo, en anatomía y fisiología Descartes tuvo notables aciertos, 
		no sólo con sus magníficos hallazgos en lo concerniente a oposiciones 
		musculares y reflejos condicionados, sino con su triunfal método 
		analítico. Gracias a Descartes diseccionar –viviseccionar- por partes 
		anatómicas funcionales. Este método es uno de los pilares de la 
		investigación médica contemporánea. Incluso el genoma humano se 
		descompone en partes con miras a recomponerlo para mejorar el cuerpo 
		humano. Descartes colaboró en la disección de Cadáveres en Ámsterdam 
		hacia 1630, en un anfiteatro similar al que Rembrandt pintó en su famosa 
		“Lección de anatomía del doctor Tulp”, obra de 1632. 
		 
		Descartes matemático 
		 
		En sus tiempos, sin embargo, Descartes era más conocido como matemático. 
		Sus contemporáneos sabían que era uno de los tres o cuatro grandes 
		genios matemáticos de su época. Su invento más importante es la 
		geometría analítica, un modo de representar los problemas matemáticos 
		tanto geométrica como algebraicamente. Invento las coordenadas 
		cartesianas ... Usando esta técnica, podemos resolver problemas 
		geométricos mediante el álgebra y problemas algebraicos mediante la 
		geometría. Este método analítico llevó a Newton y a Leibniz al cálculo 
		infinitesimal que todos los científicos e ingenieros tienen que conocer, 
		porque constituye el fundamento tanto de la física matemática como de la 
		tecnología moderna.  
		 
		Éste es uno de los problemas básicos que se resuelven mediante el 
		cálculo: las dos paradojas que Zenón de Elea formuló acerca del 
		movimiento, basadas en la noción de que el espacio y el tiempo son 
		infinitamente divisibles...  
		 
		En la historia de la carrera entre Aquiles y la tortugas, si concedemos 
		ventaja a esta última, Aquiles nunca la alcanza. La razón es que el 
		héroe tiene que llegar al punto de partida de la tortuga antes de 
		rebasarla. Pero en el tiempo que Aquiles tarda en llegar al punto de 
		partida de la tortuga, ésta ya ha avanzado. Así que Aquiles debe 
		alcanzar el sitio donde la tortuga está, pero cuando llegue, el animal 
		habrá avanzado de nuevo. Y así ad infinitium. Por pequeña que sea la 
		distancia, la tortuga siempre avanza durante el tiempo que Aquiles tarda 
		en llegar a donde estaba la tortuga, así que Aquiles nunca puede darla 
		alcance y adelantarla. 
		 
		Hay otra paradoja que presenta el problema a la inversa. Supongamos que 
		disparamos una flecha contra una diana. Antes de hacer blanco, tiene que 
		superar la mitad del trayecto, lo cual demora cierta cantidad de tiempo. 
		Pero antes de llegar a la mitad del trayecto, ha de llegar a la cuarta 
		parte, lo cual también requiere cierto tiempo. Y antes, debe recorrer 
		una octava parte, y así ad infinitum. La cuestión es, pues, que esa 
		flecha no puede llegar a la diana. Ni siquiera puede iniciar su 
		recorrido. 
		 
		 
		Esto es absurdo, pues los hombres son capaces de vencer a las tortugas 
		en una carrera y las flechas hacen diana en infinidad de ocasiones. 
		Estas paradojas sólo muestran la imposibilidad de usar una matemática 
		basada en la divisibilidad infinita para representar la física de los 
		cuerpos móviles. Partiendo de la geometría analítica de Descartes, 
		Leibniz y Newton demostraron que sólo debemos introducir límites a la 
		divisibilidad: dividimos el tiempo y los movimientos en incrementos 
		pequeños y, entonces, tanto Aquiles como la flecha se ponen en 
		movimiento –clic, clic, clic- como el segundero del reloj... 
		 
		Descartes abordó la tarea de deducir el funcionamiento de las cosas: 
		cómo están ensambladas, qué sigue a qué, cómo desmontarlas y 
		recomponerlas. Y puesto que no hay nada espiritual ni sagrado en la 
		naturaleza, el valor del mundo natural reside en su utilidad para la 
		humanidad... 
		 
		Por último, a pesar de insistir en una distinción absoluta entre mente y 
		cuerpo, Descartes abordó también las pasiones humanas con criterio 
		mecanicista. En su último libro, “Las pasiones del alma” (1649), explicó 
		cómo controlar las pasiones enfrentándolas entre sí. El afán de gloria, 
		por ejemplo, se contrapone al temor a la muerte y, así, deriva en el 
		coraje para entrar en combate. 
		 
		Así era Descartes en el siglo XVII. ¿Las cosas han cambiado desde 
		entonces? En absoluto. La ciencia moderna todavía es mecanicista, aunque 
		en un sentido más amplio, que incluye la electricidad, la química y las 
		interacciones subatómicas. A principios del siglo XXI la palabra clave 
		sigue siendo la misma que en la primera mitad del XVII: control. Nuestro 
		objetivo es ser dueños y señores de la naturaleza. 
		 
		Alguien podrá objetar que ésta es, justo, la maldición del 
		cartesianismo. Descartes enalteció la razón metódica y el análisis 
		objetivo por encima del sentimiento subjetivo y de la sensibilidad 
		intuitiva. Nos ha maldecido con la creencia de que lo importante no son 
		las sensaciones y emociones subjetivas que residen en nuestro interior, 
		sino las cosas objetivas del mundo externo que las originan. ... Las 
		emociones son subjetivas, triviales, inservibles, insignificantes y 
		engañosas. No hay emociones en el mundo real, de modo que no debemos 
		permitir que interfieran con la seria y objetiva labor humana de 
		controlar la naturaleza. 
		 
		Más aún, el éxito del método analítico cartesiano, que descompone las 
		cosas en partes para ver cómo funcionan, desecha en la práctica la 
		visión del mundo y sus organismos como una totalidad indivisa. La 
		interpretación cartesiana y materialista de la naturaleza es la 
		antítesis de la noción antiindividualista hegeliana o budista, según la 
		cual el mundo posee un alma oceánica desde nuestras almas se fusionan 
		como gotas de agua. El método cartesiano se opone a la ideología de la 
		fuerza vital de los ecologistas profundos, los ambientalistas místicos y 
		los defensores de los derechos de la naturaleza... Descartes se oponía 
		al psiquismo, al panteísmo y al espiritualismo, esto es, a la idea de 
		que la mente o el espíritu impregnan toda la existencia. Descartes 
		criticaba sin ambages la escolástica aristotélica de su época, la noción 
		de que existen fuerzas ocultas o un poder de las esencias o las formas 
		que sean causa del desarrollo de las cosas materiales... 
		 
		 
		Su única hija murió de escarlatina a los cinco años y resultó ara él un 
		golpe devastador. Esa muerte fue quizá decisiva para que él consagrara 
		el resto de su vida a la investigación médica.... 
		Ya en sus tiempos, se acusó a Descartes de escepticismo y ateísmo, y 
		esta doble visión de un mundo sin certidumbre y sin Dios es aquello que 
		los críticos anticartesianos más deploran en la actualidad. Descartes 
		alegaba que no era justo que se le acusase de escepticismo, porque 
		refutaba a los escépticos, ni que se le tildase de ateo, porque 
		demostraba la existencia de Dios. Pero las acusaciones tienen fundamento 
		pues descartes, a pesar de sus intentos sinceros, en vez de refutar el 
		escepticismo demostró su fuerza irrefutable, y en lugar de probar la 
		existencia de Dios a lo que llegó fue a establecer que es imposible 
		demostrarla... 
		 
		Tradiciones biográficas 
		 
		Hay dos grandes tradiciones en las biografías de Descartes: 
		a) La tradición apolegética católica francesa: se trata de omitir 
		pasajes que contradicen la doctrina de la Iglesia e intercalando textos 
		de su propia cosecha que quieren hacer ver a Descartes como un piadoso 
		filósofo católico, como el Gran Metafísico. 
		b) Enfatiza el análisis de las obras de Descartes, para mostrarlo como 
		el Gran Científico que fundó no sólo la Filosofía Moderna sino también 
		la Ciencia Moderna. 
		 
		 
		BIOGRAFÍA DE RENÉ DESCARTES (1596-1650) 
		 
		A fines de diciembre de 1628, o principios de enero de 1629, René 
		Descartes llegó a Franeker, en Frisia. Tenía treinta y dos años, y sólo 
		unas semanas antes lo habían invitado a una entrevista privada con el 
		cardenal Bérulle –fundador de la Congregación del Oratorio en Francia, 
		rival e los jesuitas-, quien tenía profundos lazos con la Liga Católica 
		y la Compañía del Santo Sacramento, una sociedad secreta de laicos que 
		militaban por la causa católica y la desaparición del protestantismo en 
		Francia.. Había convencido al primer ministro Richelieu (otro cardenal) 
		de aplastar el último baluarte protestante en Francia, la Rochelle, que 
		cayó bajo el sitio y la hambruna a fines de octubre, con el cardenal 
		Bérulle en marcha triunfal entre los vencedores. 
		 
		Se desconoce qué fue lo que el cardenal Bérulle, embriagado por la 
		victoria, habló con Descartes –quien también profesaba la fe católica-, 
		pero, sea lo que fuere, lo cierto es que al cabo de unas semanas 
		Descartes estaba todo lo lejos del catolicismo militante que podía 
		estarse en la Europa del siglo XVII, en la escalinata de una universidad 
		protestante fundada en 1585, conocida por ser refugio para los 
		practicantes perseguidos de esta creencia religiosa de todo el 
		continente. Sólo regresó a Francia quince años después, cuando ya habían 
		fallecido ambos cardenales, Bérulle y Richelieu, y aquélla fue una breve 
		estancia. 
		 
		¿Por qué Descartes vino aquí? Él sostenía que prefería vivir en el 
		desierto, donde hay poca gente, donde el silencio y la soledad permiten 
		reflexionar. El ajetreo y el bullicio de París ahuyentaban sus 
		pensamientos. Sus amigos y parientes lo importunaban. En Frisia podía 
		huir de todo y todos.... 
		 
		Descartes pasó la mayor parte de su estancia en los Países Bajos en las 
		afueras de ciudades pequeñas, en casas aisladas. Cuidaba su jardín, 
		diseccionaba animales para su tratado de anatomía, permanecía en la cama 
		pensando y escribiendo. En su tiempo libre –un ocio que era su vida- 
		cabalgaba, cazaba, practicaba esgrima, escuchaba música y charlaba con 
		sus amigos. Contestaba cartas, resolvía problemas matemáticos y 
		respondía a las objeciones que otros habían a su filosofía.... Descartes 
		se disculpaba por su holandés, aunque lo escribía y lo hablaba con 
		fluidez.... 
		 
		Ya había ido a Holanda tiempo antes... Cuando tenía 22 años, había ido a 
		los Países Bajos, donde pasó más de un año estudiando matemática y 
		arquitectura militar en la escuela que dirigía Mauricio, príncipe de 
		Nassau, el estratega militar más brillante de su tiempo. El príncipe 
		amaba las matemáticas... En los nueve años siguientes, entre 1619 y 
		1628, Descartes viajó por Dinamarca, Alemania, Polonia, Hungría, 
		Austria, Moravia, Baviera, Bohemia, Venecia, Italia y Francia. Visitó 
		París en varias ocasiones durante los dos años previos a su entrevista 
		con el cardenal Bérulle, y había hablado de instalarse en la campiña., 
		donde la familia de Descartes poseía casas y granjas... Al parecer nunca 
		habló de mudarse a los Países Bajos. Pero poco después de ver al 
		cardenal Bérulle, hizo el equipaje y se marchó. ... Descartes dejó sus 
		asuntos económicos en manos de su más íntimo amigo de París, Claude 
		Picot, quien luego sería conocido como “el cura ateo”. 
		 
		Los comentaristas católicos han asegurado que Descartes habría estado a 
		salvo viviendo y publicando en Francia. Pero en 1624 el Parlamento de 
		París aprobó un decreto que prohibía los ataques contra Aristóteles so 
		pena de muerte. Descartes se burlaba de la lógica aristotélica y 
		sostenía que la física de Aristóteles era falsa. En 1619 habían quemado 
		vivo a Vanini por dar explicaciones naturales de los milagros y más de 
		una docena de herejes perecieron en la hoguera en Francia mientras 
		Descartes vivió. Más aún, Descartes se mofaba de la astrología en una 
		época en que el cardenal Richelieu solicitaba y consultaba horóscopos 
		para tomar decisiones de Estado... 
		 
		En 1623 hubo una campaña contra la orden de los rosacruces en París. 
		Aparecieron carteles que exponían que los miembros de esa hermandad se 
		desplazaban invisibles en medio de la población Se acusó a Descartes de 
		ser uno de ellos, y se comenta que se defendió con socarrona 
		indignación, destacando que, como podía verse, él no era invisible. 
		Rechazaba las creencias mágicas y místicas de los rosacruces, pero 
		adoptó su lema: Quien vive bien oculto vive bien. Como ellos, practicaba 
		la medicina gratuita, intentaba aumentar la longevidad humana, era 
		optimista en cuanto a la utilidad de la ciencia para mejorar la suerte 
		de los hombres, era soltero y cambiaba a menudo de residencia. Durante 
		los veintiún años que permaneció en los Países Bajos, habitó al menos en dieciocho localidades. 
		 
		El período más feliz de Descartes en los Países Bajos fue cuando vivió 
		con Helena Jans, de 1634 y 1640. En esos años preparó sus mayores obras 
		para la publicación. Él y Helena tuvieron una hija, Francine, que 
		falleció de escarlatina a los cinco años. 
		 
		Habían invitado a Descartes a la corte de la reina Cristina de Suecia. 
		En 1648 el país disfrutaba de su victoria en la Guerra de los Treinta 
		Años, así que la reina Cristina era una de las monarcas más poderosas e 
		importantes d Europa. Congregaba a grandes eruditos y escritores. ¿Por 
		qué no añadir a Descartes a su colección? Descartes ya había rechazado 
		la generosa pensión que le había ofrecido un noble francés. Alegaba que 
		no quería ser sirviente de nadie y que no necesitaba el dinero. Pero lo 
		halagaba la idea de ser filósofo de una reina. .. Descartes tenía 53 
		años y Cristina 22. La reina conocía muy bien la reputación de Descartes 
		de permanecer en la cama durante la mañana, así que demostró cierta 
		perversión al obligar al gran filósofo a levantarse a horas 
		intempestivas para vestirse y atravesar la ciudad en carruaje y así 
		darle clases de filosofía a las cinco de la madrugada. También le pidió 
		que redactara los estatutos para una Academia Sueca de las Artes y las 
		Ciencias. ... Mientras entregaba estos estatutos, a las cinco de la 
		mañana del 1 de febrero de 1650, Descartes se enfrió y falleció diez 
		días después ... Descartes esperaba vivir hasta los cien años. 
		 
		Descartes era una especie de maniático de la salud ... Descartes, 
		frustrado por su falta de progreso en el hallazgo de un modo de 
		prolongar la vida humana, declaró que había encontrado una solución 
		mejor: no temer la muerte. 
		 
		LA INFANCIA 
		 
		René descartes nació el 31 de marzo de 1596. En 1637, a los 41 años, 
		formuló el problema de cómo se relaciona la mente humana con el cuerpo, 
		un rompecabezas que ha desconcertado a la filosofía y la ciencia 
		occidentales desde entonces ... Su madre había fallecido pocos días 
		después de su nacimiento, aunque en realidad lo hizo trece meses más 
		tarde, el 13 de mayo de 1597, a los 6 días de dar a luz otro hijo que 
		sólo le sobrevivió tres. ... Probablemente Descartes pensaba que su 
		infancia no era digna de ser recordada o, a lo sumo, puede que la 
		considerase un período cuyas influencias –falsas opiniones e impresiones 
		distorsionadas- merecían ser superadas. 
		 
		Pierre Descartes, abuelo de René. El suegro de Pierre Descartes trataba 
		a su yerno como escudero, el rango más bajo de la nobleza, y escribía su 
		apellido Desquartes, y luego en su forma latina, Descartes. Los 
		bisnietos de Pierre Descartes pretendían descender de Giles Descartes, 
		un noble del siglo XV que se distinguió en sus servicios militares para 
		la monarquía francesa. ... El padre, Pierre Descartes era doctor en 
		medicina, y el 30 de octubre de 1543 contrajo matrimonio con Claude 
		Ferrand, hija de Jean Ferrand I, padre de nueve hijos y ex facultativo 
		de la reina Leonor de Austria, esposa de Francisco I. 
		 
		Sumamos diecinueve parientes inmediatos (conocidos) de René Descartes 
		que prestaban servicios al gobierno en puestos jurídicos, policiales o 
		económicos. En vida de René, su padre, su hermano Pierre, Joaquim hijo 
		de Pierre, ... fueron letrados en el Parlamento de Bretaña. ... El 
		bisabuelo de René Descartes y tío abuelo eran médicos. ... Así, pues, la 
		familia de René Descartes estaba cuajada de pensadores, universitarios, 
		abogados, médicos, cirujanos, letrados y jueces. Podemos afirmar que 
		René Descartes aprendió la argumentación desde la cuna. Provenía de una 
		poderosa tradición familiar en derecho y medicina. 
		 
		Descartes sin duda tuvo nodriza. En la realeza, en la burguesía a la que 
		pertenecían los Descartes e incluso entre los relativamente pobres, era 
		costumbre casi universal entregar los bebés a una nodriza justo después 
		del nacimiento, por un período de dieciocho a veincuatro mesEs al menos, 
		esto es, hasta que se destetaba el niño. La nodriza pasaba a formar 
		parte de la familia entre los más pudientes, pero la mayoría de casos 
		eran los bebés los que se iban a vivir con la nodriza. Muchas de ellas 
		eran pobres y estaban mal alimentadas y agobiadas por sus propios hijos, 
		o por los hijos de otros. En definitiva, sucedía a menudo que, como para 
		producir leche se requiere tener un hijo, el propio sufría hambre y 
		descuido, y a veces fallecía cuando su mal nutrida madre se ofrecía como 
		nodriza. A fines del siglo XVI, cuando nació René Descartes, no sólo se 
		aceptaba de forma tácita el infanticidio, sino que incluso era común. La 
		mortalidad infantil oscilaba entre el veinticinco y el cincuenta por 
		ciento, según el grado de pobreza, enfermedad, carestía y otras 
		calamidades. Es más que probable que se produjese al menos un deceso por 
		cada nodriza. 
		 
		Con frecuencia el niño muerto era el hijo de sus clientes, pues no 
		siempre las nodrizas eran cuidadosas y de fiar. Si una familia quería 
		deshacerse de una hija no deseada –las estadísticas, que muestran que la 
		supervivencia de los varones era más elevada que la de las niñas, más 
		allá de la norma biológica, sugieren la realidad del infanticidio 
		femenino-, entregaba a la chiquilla a una nodriza conocida por su 
		ineptitud para mantener a los niños con vida. 
		 
		Aunque la propia madre amamantara a sus hijos, contrataba a un ama de 
		cría si quedaba encinta al poco tiempo. La madre de Descartes se quedó 
		embarazada cuatro meses después del nacimiento de René, y falleció trece 
		meses más tarde. El hecho de que Descartes sobrevivieses en tales 
		circunstancias nos garantiza que tuvo una nodriza, que, por lo que 
		sabemos, lo destetó de golpe al cabo de un par de años. Se untaban los 
		senos con mostaza para desalentar la succión, pero además los niños de 
		esa edad ya tenían edad suficiente para hablar y entender razones. 
		 
		Descartes escribió que era enfermizo. ... Probablemente recibiera 
		purgas, supositorios y enemas casi todos los días de su niñez. Estos 
		métodos eran comunes para purgar a los niños –se pensaba que la comida 
		se pudría dentro de ellos. ... Otra teoría popular sostenía que la 
		infancia era una enfermedad. Así, los niños siempre estaban enfermos 
		porque sus humores se encontraban desequilibrados. Según Hipócrates y 
		Galeno, había cuatro humores o fluidos en el cuerpo, relacionados con 
		los cuatro elementos: atrabilis-tierra, sangre-aire, bilis-fuego, y 
		flegma-agua. Cuando estos cuatro fluidos estaban en equilibrio, las 
		personas gozaban de buena salud; de lo contrario, no. ... Se aconsejaba 
		no sobrealimentar a los niños e, incluso, se consideraba sano que 
		pasasen un poco de hambre para aumentar su resistencia. 
		 
		Se pensaba que los niños eran animalillos que ejercían poco control 
		sobre sus funciones corporales y sus deseos instintivos, pues siempre 
		buscaban la satisfacción instantánea a expensas de todo lo demás. No 
		eran humanos de verdad hasta alcanzar la edad de la razón, que Pascal 
		situaba a los veinte años. ... La conducta animal que más irritaba a la 
		gente era que los chiquillos, si estaban sueltos, correteaban a cuatro 
		patas como perros y cerdos. Para impedírselo, los ponían en andadores 
		mucho antes de que fueron capaces de sostenerse, para que, de este modo, 
		estuvieran en posición erguida y con sólo dos pies en el suelo, como 
		seres humanos. Tanto la alimentación deficiente como el andar prematuro 
		provocaban una atrofia del crecimiento y piernas zambas. 
		 
		Descartes se crió en La Haye. En 1587 La Haye fue arrasado por el 
		ejército protestante de Enrique de Navarra, quien se convirtió al 
		catolicismo y en 1589 ascendió al trono de Francia como Enrique IV. El 
		23 de marzo de 1589 quedó –La Haye- en libertad de practicar el culto 
		protestante. La iglesia de Notre Dame de La Haye, en la parroquia donde 
		nació Descartes, se cedió a los protestantes. ... El rey de Descartes 
		era un protestante que se había convertido por oportunismo. En cuanto a 
		la nodriza de Descartes es muy probable que en 1596 profesara la fe 
		protestante. Dado que Descartes nació y pasó su infancia en ciudades 
		protestantes libres, y la mayor parte de su vida en ejércitos, comarcas 
		y cortes protestantes, cabe preguntarse si él lo era, o si, al menos, 
		simpatizaba con esta creencia religiosa. Muchos de los mejores amigos de 
		Descartes eran protestantes y es obvio que él profesaba marcada simpatía 
		por los protestantes. Sus amigos católicos de Francia no compartían esta 
		actitud. 
		 
		Escenario histórico 
		René Descartes nació en 1596. En 1597, Jacobo I de Inglaterra publicó su 
		“Demonología”, en la cual aboga por quemar a todas las brujas en la 
		hoguera, y el rey creía que eran muchas. En 1598, se firmó el Edicto de 
		Nantes, que brindaba libertad y protección a los protestantes en 
		Francia. 1598: la reforma en matemática ese mismo año, con la cual se 
		introdujeron los números arábigos con sistema decimal para reemplazar el 
		engorroso sistema de números romanos. Este sencillo cambio de notación 
		allanó el camino para una explosión en innovaciones matemáticas. 
		1599. Feuillant publicó su síntesis de filosofía escolástica, que 
		Descartes luego estudió. 
		1600. Giordano Bruno muere en la hoguera, en Roma, por profesar un 
		panteísmo naturalista y respaldar la herética tesis copernicana de que 
		la Tierra gira alrededor del Sol. 
		1601. Fallece el gran astrónomo Tycho Brahe. 
		1602. Se constituye la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, en 
		la cual quizás invirtieron Descartes o sus banqueros. 
		1603. Enrique IV llama a los jesuitas, a quienes había expulsado en 1594 
		cuando uno de sus estudiantes atentó contra su vida, y les cede el 
		castillo de La Flèche, donde sus progenitores lo habían concebido (a 
		Descartes). 
		1604. Los jesuitas fundan en Colegio Real de La Flèche, la escuela en la 
		que estudiaría René Descartes. 
		1605. Francis Bacon publica “El avance del saber” y Cervantes publica 
		“Don Quijote de la Mancha”, donde parodia la novela favorita de 
		Descartes, “Amadis de Gaula”. 
		1606. Descartes ingresa en el Colegio Real de la Flèche. Para él este 
		año marca el fin de su infancia. 
		 
		
		 
		EL ESTUDIANTE EN LA MEJOR ESCUELA DE FRANCIA. 
		La Flèche estaba a más de cien kilómetros de su hogar. Sería la mejor 
		escuela del reino. Al año de su inauguración, la escuela contaba con mil 
		doscientos alumnos. Los estudiantes sólo tenían una semana de vacaciones 
		por año, pero más de cincuenta festividades religiosas. El colegio 
		ocupaba casas enteras; los niños formaban grupos y jóvenes sacerdotes 
		vivían con ellos para mantener el orden. 
		 
		Venían de todo el Reino. A fines de 1604 había 500 hijos de barones, 
		condes, marqueses, duques, lores y caballeros, y otros 700 alumnos que 
		eran hijos de humildes escuderos como Joachim Descartes, e incluso de 
		campesinos, pues la educación era gratuita y se admitía a todo aquel que 
		pudiera aprobar los exámenes. Los jesuitas ofrecían trabajo en la cocina 
		a los estudiantes pobres, les daban comida e incluso dinero. ... La 
		política educativa jesuita consistía en tratar a todos los estudiantes 
		por igual, al margen de su origen familiar. 
		 
		Fuera de la escuela, los estudiantes jugaban al tric-trac (backgammon), 
		a las damas, al ajedrez o a los bolos, y se ejercitaron con las barras 
		paralelas y el tenis. Practicaban esgrima y equitación y realizaban 
		excursiones de hasta cuatro horas por la campiña. Por ley, sin embargo, 
		no se permitían prostitutas en un radio de quince kilómetros de la 
		Flèche. 
		 
		El gran acontecimiento durante la estancia de los hermanos Descartes en 
		La Flèche fue la sepultura del corazón de Enrique Iv en la capilla de la 
		escuela en 1610. A Enrique IV lo asesinó un fanático religiosa católico 
		llamado Ravaillac, quien se oponía a su plan de invadir Alemania para 
		ayudar a los protestantes contra los católicos del Sacro Imperio Romano 
		Germánico. Ravaillac saltó al carruaje del rey y le clavó un puñal en el 
		mismo corazón que, en 1610, se entregaría con todo boato a la iglesia 
		del colegio. 
		 
		Así los jesuitas y la Liga Católica (que nunca olvidaron que Enrique IV 
		había sido el rey protestante de Navarra) se deshicieron del monarca, 
		quien quería ir a la guerra contra la sacrosanta España. La idea de que 
		los jesuitas y la Liga católica instigaron el atentado, sin embargo, no 
		es muy popular entre los historiadores católicos. Lo que sucedió es que 
		un estudiante del colegio jesuita de Clermont, en París, intentó matar a 
		Enrique IV en 1596, y falló. Luego Ravaillac, otro estudiante católico, 
		despachó al monarca. 
		 
		Parece lógico: los jesuitas habían pregonado durante años la perfidia de 
		Enrique IV y algún sacerdote comentaría a sus estudiantes que la muerte 
		de Enrique IV sería beneficiosa para Francia. ¿Nadie los iba a librar de 
		aquel hombre? Como ha sucedido más de una vez en tales circunstancias, 
		algún joven entusiasta decidió cometer ese acto en nombre de Dios. Actuó 
		por su cuenta. ... Los jesuitas en 1597 y la Liga Católica en 1610 se 
		oponían de forma férrea a Enrique Iv. Por tanto, no sorprende que uno de 
		sus miembros o simpatizantes empuñara un puñal. 
		 
		En La Flèche, Descartes siguió el curso convencional de ocho años. 
		Durante los tres primeros años, estudió gramática y humanidades, los 
		otros dos retórica. Todos los cursos se dictaban en latín y las tareas 
		de los estudiantes, tanto orales como escritas, se hacían en esta 
		lengua. Pero también se enseñaba griego y francés. Leyó a los poetas 
		latinos como Ovidio y al dramaturgo Séneca, a quien luego citó, y 
		conocía el Corpus poetarum, la compilación de poesía latina publicada en 
		1603 y 1611. Leyó a Virgilio, Horacio, Cicerón y Ausonio. ... Pero los 
		jesuitas ofrecían mucho más que una educación libresca. El joven 
		recibiría clases de dicción, teatro, música, danza, esgrima y 
		equitación. Quizás aprendió mecánica, agrimensura, relojería y óptica. 
		Había cursos de meteorología, hidrografía y geografía. Muchos alumnos 
		estaban destinados a ser ingenieros militares, de modo que aprendían 
		arquitectura militar y emplazamiento de fortificaciones. Se les 
		enseñaban buenos modales y savoir faire, cómo saludar, ponerse de pie, 
		conversar, mover los ojos, despedirse, pronunciar discursos para ganar 
		amigos e influir sobre la gente o insultar con galanura. Cómo respetar a 
		los superiores sin perder la dignidad y cómo tratar a los inferiores sin 
		mostrarse paternalistas. En síntesis, se les enseñaba a ser caballeros. 
		Y, en particular, a conducir debates, que constituía el modo principal 
		de aprobar los cursos. Todo se reducía a reglas, práctica, memoria y 
		repetición. ... El objetivo de la pedagogía jesuítica era la formación 
		de la voluntad. 
		 
		Los jesuitas no resaltaban la teología. Pregonaban una fe sencilla y una 
		obediencia estricta, acordes con su estructura militar. La cúspide del 
		sistema pedagógico jesuita era el debate. Un estudiante defendía una 
		proposición, otro la atacaba, y había una discusión general que incluía 
		a los profesores. A veces se transformaba en una batalla campal. 
		 
		René Descartes inició al escuela en abril de 1606, a los diez años, y 
		permaneció en La Flèche por lo menos hasta abril de 1614. Así, en 1616 
		fue a estudiar derecho a Poitiers, donde aprobó sus exámenes y obtuvo su 
		título de bachiller (con distinción) en derecho canónico y civil en 
		noviembre de 1616. 
		 
		ISAAC BEECKMAN 
		Después de diplomarse en Derecho en 1616, Descartes se dirigió a Rennes 
		para discutir con su padre lo que haría en la vida. Su título de abogado 
		era un paso, como él mismo señalaría, en el camino hacia la fortuna, la 
		distinción y el poder. Sin embargo, la edad mínima para ingresar en el 
		Parlamento era de 27 años. Si Descartes tenía ambiciones en ese sentido, 
		tendría que esperar siete años. Sin embargo, podía ingresar en el 
		tribunal como jurista, como había hecho su hermano Pierre, antes de la 
		mayoría de edad, y como hicieron muchos de sus tíos y primos. Prefirió 
		no hacerlo. Se quedó en casa por un tiempo. 
		 
		El padre de René, Joachim Descartes, poseía un cargo de jurista en el 
		Parlamento de Bretaña, además del título de señor de Chavagne que había 
		adquirido por matrimonio, y, puesto que el primogénito heredaba tanto el 
		título como el cargo de su padre, si es que era hereditario o pertenecía 
		a la familia –como es el caso-, en 1616, Pierre –hermano de René-, a los 
		veintisiete años, heredó el puesto del padre. Por ley, dos hermanos no 
		podían estar en el mismo parlamento, aunque siempre cabía la 
		negociación. De hecho, después de entregar su puesto a Pierre, Joachim 
		Descartes pronto buscó otro puesto a su propio nombre, y no destinado a 
		René, sino a su hijo Joachim II, primogénito de su segundo matrimonio. 
		Un segundo primogénito. René Descartes era segundogénito por partida 
		doble. Los segundogénitos, por tradición, estaban destinados a ocupar 
		cargos eclesiásticos o al ejército. René optó por el ejército. Y era un 
		ejército romántico, uno de los legendarios regimientos franceses al 
		servicio de Mauricio de Nassau, príncipe de Orange, comandante en jefe 
		de esa diminuta república protestante, Las Provincias Unidas, que había 
		obtenido su libertad luchando contra los españoles del Imperio Católico. 
		 
		La capital comercial de las Provincias Unidas era Ámsterdam, donde 
		Oldenbarnevelt, “padre de la patria”, ocupaba el poder. El príncipe 
		Mauricio, que no era religioso, esperaba que los calvinistas ortodoxos 
		lo nombraron rey, así que –con cinismo- dio la orden de ejecutar a 
		Oldernbarnevelt, a quien se decapitó el 13 de mayo de 1619. Al príncipe 
		Mauricio no lo coronaron rey. Dos semanas después de la ejecución, 
		Descartes se fue de Holanda. No hay pruebas de que la partida de 
		Descartes se relacione con el intento del príncipe Mauricio de subvertir 
		la república. ... En todo caso, Descartes, sólo regresó a las Provincias 
		Unidas diez años después, cuando el príncipe Mauricio había muerto y su 
		liberal hermano, el príncipe Federico Enrique, permitió que los 
		calvinistas liberales volvieran a opinar con libertad. 
		 
		A los 22 años, Descartes aún pensaba como un estudiante, pues el 
		campamento de Mauricio en Breda era conocido como un campo de 
		entrenamiento donde matemáticos e ingenieros enseñaban rudimentos de 
		arquitectura militar, fortificaciones e ingeniería. Además de estos 
		temas, Descartes señaló que también estudiaba pintura y holandés. Años 
		más tarde, aunque se disculpara por su poco nivel, lo hablaría y 
		escribiría con gran fluidez. 
		 
		Por 1617, Descartes se diplomó en Derecho en Poitiers, estaba en medio 
		de las revueltas protestantes. Pero en febrero de 1618, en vez de tomar 
		partido en las guerras religiosas francesas, Descartes fue a las 
		Provincias Unidas. Aunque constituían una república protestante, eran 
		aliadas de la Francia católica contra la España católica y el Sacro 
		Imperio Romano Germánico. El cardenal Richelieu guiaba a Francia hacia 
		la separación entre la Iglesia (al menos la imperial Iglesia de Roma) y 
		el Estado, para forjar una nación independiente. De este modo, luchar a 
		favor de las Provincias Unidas era luchar a favor de Francia. Más aún, 
		durante la primera mitad del siglo XVII, las Provincias Unidas eran el 
		lugar ideal para los jóvenes franceses errantes y amantes de la 
		libertad. No sólo porque aquél fuese el estado más liberal de Europa 
		(donde un joven podía escapar de las restricciones eclesiásticas y 
		familiares), sino porque también era el más próspero en cuestiones 
		comerciales, y superaba por momentos a España por sus riquezas (parte de 
		las cuales llegaban como botín, cuando los buques holandeses capturaban 
		naves de la flota mercante española). 
		 
		Descartes debía de recibir una asignación de su padre. Sólo después 
		vendería la propiedad que él, su hermano Pierre y su hermana Jeanne 
		heredaron de su madre, su abuela materna y una tía materna ... El joven 
		René Descartes, ahora señor del Perron, tenía suficiente dinero (y 
		orgullo) como para no alistarse como un soldado auténtico, que tendría 
		que recibir órdenes o entrar en combate. Esto quedaba descartado de 
		todos modos, porque las Provincias Unidas estaban en el noveno año de la 
		tregua de doce que se había firmado en 1609 con España ... Es probable 
		que Descartes pudiera entablar estudios y discusiones con ingenieros y 
		matemáticos en Breda. También es probable que además persiguiera 
		mujeres, bebiera, fumara, peleara, jugara, cabalgara, practicara esgrima 
		y quizás, incluso, insultara a otro oficial lo suficiente para 
		justificar el gran alboroto de un duelo. El duelo era un juego 
		peligroso. Los reyes y generales lo detestaban porque así perdían a 
		muchos de sus mejores hombres. En Francia, Luis XIII proscribió los 
		duelos definitivamente en 1627. 
		 
		En cuanto a las apuestas, el juego preferido de aquellos días eran los 
		naipes, con los que se podía perder o ganar mucho dinero. Los nobles 
		jóvenes y ricos llegaban a disipar así toda su herencia. Descartes no 
		era rico, pero parece indudable que era jugador. 
		 
		El hecho crucial en la vida de Descartes fue su reunión con Isaac 
		Beeckman. Vio el futuro y lo hizo suyo. Fue un golpe fulminante. Se 
		encontraron en una calle de Breda, mirando el cartel en el que un joven 
		matemático dispuesto a ganar dinero desafiaba a los aficionados a 
		resolver el problema que él planteaba. Era un deporte popular entre los 
		jóvenes nobles. El interesado anotaba su nombre en el cartel y, si 
		resolvía el problema, el retador le pagaba una suma fija. En caso 
		contrario, había que pagarle a él. Pero sólo una vez que él había 
		demostrado que era capaz de resolverlo. En aquellos días había 
		matemáticos comparables a tahúres. 
		 
		Se supone que Descartes le pidió a un hombre que estaba allí que 
		tradujera el problema. El hombre era Isaac Beeckman, quien accedió de 
		buen humor y pidió con socarronería al joven soldado que le mostrara el 
		resultado si lo resolvía. Horas después, Descartes fue a ver a Beeckman 
		y le mostró la prueba. Beeckman se quedó de una pieza, reconoció el 
		genio de Descartes, lo adoptó como discípulo y demás. Eso puede ser una 
		anécdota distorsionada. ... 
		 
		Cuando se lee la correspondencia entre Descartes y Beeckman de enero a 
		mayo de 1619, la explicación es clara: Descartes se enamoró de Beeckman. 
		Quizá lo amara como la figura paterna que para él era (y como, quizá, no 
		lo amaba su propio padre). Beeckman era ocho años mayor que Descartes. 
		Tenía una profesión, la física matemática, y poseía unos cuadernos con 
		refinados problemas y maravillosos dibujos. Descartes, que hasta 
		entonces había demostrado talento pero carecía de rumbo, ansiaba ser 
		como Beeckman. Pronto comprendió que se podía lograr algo grandioso 
		mediante la aplicación de la matemática a los problemas mecánicos. Esta 
		idea no era nueva en el mundo, pero algo cuajó cuando Descartes vio el 
		trabajo de Beeckman, pues comprendió que los fragmentos de análisis 
		matemáticos que ya usaba para resolver problemas geométricos podían 
		aplicarse a problemas prácticos en física. 
		 
		REINOS MÁGICOS 
		 
		En los tres años siguientes –de 1618 a 1620- Descartes cayó en un 
		agujero negro, esto es, en la zona de guerra del norte d Europa central. 
		... En 1623 cumplió 25 años, alcanzando la mayoría de edad legal. 
		También su padre, Joachim Descartes, en 1623, llegó a decano de la 
		cámara alta del Parlamento de Bretaña, lo que le hacía delegado del rey. 
		... 
		 
		La madurez de Descartes coincide con la Guerra de los Treinta Años, una 
		guerra religiosa en la que los protestantes aliados con la Francia 
		católica se enfrentaron con la España católica y el Sacro Imperio Romano 
		Germánico. El conflicto se desencadenó el 23 de mayo de 1618 cuando 
		algunos nobles protestantes arrojaron a varios representantes del 
		católico rey Fernando por la ventana de un castillo de Praga. La Guerra 
		de los Treinta Años comenzó con esta famosa defenestración y finalizó el 
		24 de octubre de 1648 con el Tratado de Westfalia. Francia entró en la 
		guerra (del lado protestante, contra la España católica) en 1635. El 
		tratado de 1648 puso fin a ochenta años de conflicto entre España y las 
		Provincias Unidas, cuyos representantes, al pactar una paz por separado 
		y obtener la independencia definitiva en 1648, dejaron que Francia 
		combatiera a solas contra España (Francia, al fin, triunfó en 1659). 
		 
		Descartes disponía de varios ejércitos para elegir. Podía sumarse a las 
		fuerzas católicas que Fernando, en apoyo de España, o a las fuerzas 
		protestantes respaldadas por Francia. Protestantes y católicos se 
		enfrentaban en la Europa septentrional al menos desde 1582. La misión 
		militar francesa en las Provincias Unidas tenía como fin, precisamente, 
		ayudar al primer ministro, el cardenal Richelieu, a afianzar la 
		independencia de Francia frente al Sacro Imperio encabezado por España. 
		No importaba que Francia también fuera católica. Era hora de emanciparse 
		del sacro Imperio Romano Germánico, de consolidar un poder estatal 
		exento de todo control religioso y de aliarse con las Provincias Unidas 
		y Suecia, cuyo poder e independencia también soportaban la amenaza de 
		España. El hecho de que fueran protestantes era secundario. Richelieu lo 
		entendía, pero Felipe II, de España, no. Así, a fines del siglo XVII, 
		mientras Francia era el estado más fuerte de Europa, España era un país 
		relegado. Richelieu comprendía que el poder comercial, industrial y 
		mercantil es más importante que la religión en el mundo moderno. El 
		Sacro Imperio gastó su fortuna (todo aquel oro del Nuevo Mundo, que hizo 
		de España el país más rico del planeta en el siglo XVI) en su empeño por 
		liberar Europa de protestantes y judíos, para hacerla, así, católica. 
		Pero los estadistas de Francia, Suecia y las Provincias Unidas, apelando 
		a lo que se llamaba razón de Estado, redujeron la religión a un recurso 
		que se usaría sólo según la ventaja táctica que brindara en sus 
		relaciones con el extranjero. En decisiones de política exterior, el 
		hecho de que Richelieu fuera cardenal era irrelevante en el siglo XVII. 
		 
		Descartes sabía que la filiación religiosa cedía terreno frente a la 
		importancia del comercio y de los asuntos de Estado. Las Provincias 
		Unidas, un oasis de tolerancia intelectual y religiosa, eran 
		independientes y comercialmente prósperas. En Breda, Descartes era un 
		ciudadano católico francés alistado en un regimiento de Francia que 
		pertenecía a un ejército holandés opuesto a España. Su rey lo aprobaba. 
		... Cuando los biógrafos han encuadrado a Descartes en un ejército 
		alemán, lo han unido a las fuerzas católicas del emperador Fernando II, 
		respaldadas por España, quizá porque estaba en Francfort durante la 
		coronación del emperador. Pero en caso de unirse a un ejército, a buen 
		seguro Descartes habría escogido el de los protestantes respaldados por 
		Francia. Por otra parte, si no se proponía lucha, lo cual parece más que 
		probable, quizá no le importase demasiado en qué ejercito estaba. Se ha 
		sugerido que su pertenencia a un ejército sólo equivalía a un pasaporte, 
		un salvoconducto, para conservar los derechos y la protección de un 
		oficial, y para obtener albergue en las guarniciones. 
		 
		Descartes debió de haber visto, al menos, el resultado del conflicto. 
		Durante la Guerra de los Treinta Años, la población de Europa 
		septentrional se redujo de veinte millones de personas a siete. Trece 
		millones de muertos. La Europa septentrional no recuperó la cifra de 
		población que tenía en 1600 hasta 1750. La pérdida de 13 millones de 
		personas (además de las pérdidas anteriores) no se debía sólo a la 
		guerra, pues los soldados perecían en batalla, pero los civiles sufrían 
		hambre porque las cosechas quedaban arrasadas; además la peste y otras 
		enfermedades eran endémicas en toda Europa. 
		 
		Más aún, a mediados del siglo XVII se alcanzó la cima de la “mini era 
		glacial” o Pequeña Edad de Hielo, el Mínimo de Mander, por usar el 
		término geológico. El mínimo estaba en las manchas solares, pues casi no 
		había ninguna, lo cual reduce el calor que el sol irradiaba. La 
		temperatura media anual de Europa llegó a descender tres grados 
		centígrados y hubo años sin verano. De haber bajado seis grados, podría 
		haberse hablado de plena glaciación. De aquella época son esos cuadros 
		que recogen escenas en las que pintorescos ciudadanos holandeses con 
		bombachos patinan sobre el hielo de los canales, una época en que los 
		glaciares avanzaban sobre las aldeas alpinas. Una época de pésimas 
		cosechas, hambruna y muerte. ... Cualquiera podía morir. No sólo 
		soldados y ciudadanos, sino viajeros, turistas, peregrinos, mercaderes, 
		mensajeros, estadistas. Un alud en los Alpes, la peste, los salteadores: 
		había muchas maneras de convertirse en un cadáver perdido o anónimo. 
		 
		 
		 
		LOS ROSACRUCES 
		Descartes sentía curiosidad por las afirmaciones de los astrólogos, 
		alquimistas y magos, y por los rumores que corrían en Alemania acerca de 
		la nueva orden protestante de los rosacruces. Se suponía que los 
		miembros de esta fraternidad poseían ciertos poderes mágicos y que una 
		de sus metas era la mejora de las ciencias naturales para el progreso 
		práctico de la humanidad. Ante todo, les interesaba la investigación 
		médica para contrarrestar los estragos de la vejez y prolongar la 
		longevidad. Como más tarde éste sería también el objetivo de Descartes, 
		algunos han sospechado que Descartes fue rosacruz cuando estaba en 
		Alemania. Casi todos los especialistas sostienen que no pudo haberlo 
		sido porque en el siglo XVII no existía una fraternidad formal de la 
		Rosacruz, pero ... 
		 
		Descartes debió de haber leído la literatura rosacruz; además, el 
		paralelismo entre los objetivos y normas vitales de Descartes y los que 
		expresan los textos rosacruces es tan marcado que parece muy probable 
		que Descartes sufriera su influencia. 
		 
		La excitación rosacruz comenzó con la publicación de dos manifiestos en 
		Cassel, un principado protestante de Alemania: “La fama de la Orden de 
		la Rosacruz” (1614, en alemán), y “La confesión de la Orden de Rosacruz” 
		(1615, en latín). El autor es anónimo. En “La fama...” se afirmaba que 
		los miembros de la Orden de Rosacruz poseían una vasta enciclopedia que 
		contenía gran sabiduría. Su objetivo era alabar a Dios y alcanzar un 
		“perfecto conocimiento de Su Hijo Jesucristo y de la naturaleza” para 
		beneficio de la humanidad. Para lograrlo, aplicaban la matemática a la 
		naturaleza y desarrollaban instrumentos científicos. Con esta finalidad, 
		los hermanos se atenían a seis reglas: 
		1. Su única profesión debía consistir en curar de forma gratuita a los 
		enfermos. 
		2. No debían usar ropas distintivas, sino la vestimenta propia o común 
		del país donde habitasen. 
		3. Cada año, en determinado día, debían reunirse, y quienes no pudieran 
		asistir estaban obligados a enviar una esquela que explicase la causa de 
		su ausencia. 
		4. Cada hermano había de buscar una persona digna que la sucediera a su 
		muerte. 
		5. Las siglas “C.R.” debían ser su sello, marca y carácter. 
		6. La hermandad había de permanecer secreta cien años. 
		 
		La primera y segunda reglas son muy cartesianas. En “La confesión”, los 
		hermanos condenaban tanto al papa como a Mahoma, invocaban la sabiduría 
		de Dios y la ayuda de los ángeles, y proponían un nuevo lenguaje con el 
		que expresar la naturaleza de todas las cosas. Se afirmaba en él que la 
		verdad de la filosofía natural era sencilla, fácil y evidente, siempre 
		que se buscase. El libro concluía con la promesa implícita de hallar una 
		medicina para curar todas las enfermedades, lo cual habría de enriquecer 
		el mundo, beneficiar a todos y complacer a Dios. 
		En 1616 se publicó en Estrasburgo el tercer libro de la serie, “Las 
		bodas químicas de Christian Rosencreutz” de Johan Valentin Andreae (en 
		alemán). Se trata de “un romance acerca de un esposo y su esposa, que 
		moran en un fantástico castillo repleto de maravillas e imágenes de 
		leones, pero también es una alegoría de los procesos alquímicos 
		interpretados de forma simbólica como una experiencia de las nupcias 
		místicas del alma”. La rosa es un símbolo alquímico de la Virgen María, 
		y forma parte del emblema de Lutero. ... La rosa es la carne y es el 
		poder creativo de la naturaleza que abraza la cruz, la cual, a su vez, 
		representa la muerte y la resurrección. 
		 
		“Las bodas químicas...” están claramente inspiradas en Federico V del 
		Palatinado y su esposa Isabel Estuardo, hija de Carlos I de Inglaterra 
		(y madre de la princesa Isabel, que sería amiga de Descartes). En su 
		castillo y jardín de Heidelberg había infinidad de órganos de agua y 
		estatuas mecánicas móviles que hablaban a través de tubos parlantes como 
		los que aparecen en el relato.... El mensaje de “Las bodas químicas” es 
		que aguardaba a la humanidad un futuro glorioso y que todos los 
		buscadores de la verdad y la sabiduría, de la religión y la ciencia, 
		deberían congregarse bajo el estandarte de la Rosa Cruz. 
		 
		También era propaganda protestante que promovía a Federico V como 
		candidato para el cargo electivo de rey de Bohemia y para el trono del 
		Sacro Imperio. ... En 1620, en la famosa Batalla de la Montaña Blanca, 
		los católicos arrasaron a los protestantes. Federico V e Isabel huyeron. 
		Praga sufrió el saqueo y la devastación, se exterminó a muchos 
		ciudadanos y ejecutó a no pocos funcionarios, y la que había de ser una 
		de las guerras más cruentas de la historia comenzó a diezmar la 
		población de Europa central. 
		 
		En aquel preciso instante, sostienen Yates, el movimiento rosacruz se 
		vino abajo. Empezaron a salir tratados con títulos tales como 
		“Advertencia contra las alimañas rosacruces”, publicado en Heidelberg en 
		1621. La propaganda católica presentaba a los rosacruces como 
		practicantes de la magia negra, y tuvo tanto éxito que en 1623 provocó 
		gran conmoción en París, presentando a la hermandad como una “sociedad 
		diabólica, mágica y secreta”. Sin embargo, el movimiento rosacruz no 
		desapareció por completo, sino que persistió como una fuerza positiva en 
		el Báltico. 
		 
		Descartes no pudo haber evitado tener noticias de los rosacruces. 
		Durante su estancia en las Provincias Unidas, uno de los mejores amigos 
		de Descartes, Cornelius van Hogeland, era rosacruz. ... Descartes estaba 
		en Bohemia en 1620 en busca de rosacruces. Los biógrafos han consignado 
		que encontró sólo uno, el matemático Faulhaber. En la correspondencia de 
		Faulhaber, no hace mucho se ha hallado la mención de una reunión con un 
		joven francés llamado “Polybius”, el nombre que Descartes usó en una 
		nota de su diario hacia 1619, como autor de un libro de matemática que 
		dedicaría a los hermanos rosacruces. ... Los especialistas niegan que 
		Faulhaber fuera rosacruz, pues la hermandad era un aparato de propaganda 
		político-religiosa. Pero quienes se identificaban como rosacruces lo 
		hacían en aras del progreso de la ciencia y la medicina, unos objetivos 
		que no eran ajenos a Descartes. 
		 
		El aristotelismo estaba estancado, moribundo. La escolástica no conducía 
		al conocimiento. El gran fermento de los alquimistas, astrólogos y magos 
		entusiasmaba a los jóvenes como Descartes, que deseaban penetrar los 
		misterios del mundo natural. Quizás hubiera secretos escondidos por los 
		antiguos. Descartes recibió la influencia de Bacon y de los rosacruces, 
		y afuera de modo directo, ya porque el virus de la nueva ciencia flotaba 
		en el aire intelectual que él respiraba. El contagio era, en cualquier 
		caso, inevitable. 
		 
		Y en Alemania o Bohemia, parece que Descartes se consideró rosacruz 
		durante un tiempo o que, cuando menos, jugaba con la idea. Más adelante, 
		cuando se fijó sus propias metas y sus normas de vida, éstas contenían 
		sólidos que parecen inspirados en tratados rosacruces. ... La prueba más 
		directa del contacto de Descartes con los escritos rosacruces es el 
		título de un libro futuro que anotó en su diario, quizás en 1619: 
		“Diccionario matemático de Polibio el Cosmpolita, dedicado a los sabios 
		del mundo, especialmente a la famosa H(ermandad) de la R(osa) C(ruz) de 
		A(lemania)”. El nombre Polibio sugiere el objetivo cartesiano y rosacruz 
		de establecer la unidad de las ciencias. Pero no hay manera de saber si 
		éste es el título de un libro que Descartes pensaba escribir o si lo 
		inventó en broma. 
		 
		En esta época Descartes adoptó un lema tomado de Ovidio: “Quien vive 
		bien oculto vive bien”. Los rosacruces también se atenían a él. En 
		cuanto a las reglas rosacruces establecidos en “La Fama”, Descartes 
		debió de haber notado que las iniciales que han de emplearse como 
		emblema según la quinta norma (“C.R.”, escrito con mayor frecuenta 
		“R.C.”) coinciden con las iniciales de René Descartes (Renatus 
		Cartesius). Las usó en toda su correspondencia. ... Y más adelante 
		Descartes obedecería la primera regla, esto es, ejercer la medicina sin 
		fines de lucro, sobre todo en colaboración con su amigo Cornelius van 
		Hogeland, quien se consideraba rosacruz y preparaba toda suerte de 
		pociones químicas y las administraba sin cobrar, no sólo en aras de la 
		caridad, sino de la experimentación. Al parecer Descartes también 
		conocía a Jacques de Wassenaer, quien publicó una colección de escritos 
		relacionados con los rosacruces entre 1624 y 1625. Además, tanto 
		Descartes como los rosacruces se proponían aumentar la longevidad humana 
		mediante la investigación médica de las causas del envejecimiento. 
		 
		Los rosacruces hacían votos de celibato. 
		 
		EL REBELDE 
		 
		Descartes Conoció a Beeckman el 10 de noviembre de 1618 y se inspiró en 
		él para aplicar la matemática a los problemas de la ciencia natural. El 
		10 de noviembre de 1619, Descartes señaló en su propio cuaderno que ese 
		día estaba lleno de entusiasmo y había descubierto los cimientos de una 
		ciencia nueva y maravillosa. Esa noche tuvo los tres sueños que todos 
		sus biógrafos han presentado como cruciales para determinar el rumbo que 
		Descartes seguiría en la vida. La mayoría de los comentaristas piensan 
		que en noviembre de 1620 Descartes había avanzado bastante en el método 
		de análisis matemático que, en parte, conocemos como geometría 
		analítica. Su utilidad consistía en exponer y resolver problemas en las 
		cuatro ciencias matemáticas tradicionales conocidas como cuadrivio 
		–geometría, aritmética, astronomía y música-, así como en óptica, 
		mecánica e, incluso, en fisiología y medicina. 
		 
		Este método de análisis matemático brindaba el fundamento para la 
		ciencia unificada que Descartes buscaba, impulsado por Beeckman. En vez 
		de clasificar las ciencias según su objeto (la física para los cuerpos 
		no vivientes, la biología para los cuerpos vivos, etc.), como había 
		hecho Aristóteles, Descartes trataba todos los cuerpos de la misma 
		manera, ya que en la naturaleza todo era un cuerpo en movimiento que 
		podía describirse y mensurarse. La ciencia cartesiana, pues, es una 
		mecánica universal donde es posible formular representaciones 
		matemáticas de cómo todo funciona y se relaciona con todo lo demás. Un 
		resultado incidental de esta labor es que Descartes, que ya era un genio 
		para resolver problemas geométricos, ahora podía resolver casi de manera 
		automática los problemas más arduos. Sin duda ganó apuestas y 
		competiciones de este modo, y se le puede imaginar como una especie de 
		tahúr que no perdía la oportunidad de vaciar bolsillos ajenos. Al menos 
		en 1628, Descartes tenía fama de ser invencible. ... Sin embargo, no 
		publicó su método analítico hasta 1637, en “La geometría”. 
		 
		La oveja negra de la familia 
		La mayoría de los hombres de la edad, la educación y la condición social 
		de Descartes tenían puestos u oficios que generaban un ingreso. 
		Descartes era una excepción, lo cual sin duda irritaba a su hermano. 
		Descartes vendía propiedades familiares, gastaba las rentas para vivir, 
		no compraba un puesto lucrativo en el gobierno, no se casaba con una 
		mujer rica: René Descartes era un zángano, un parásito de la familia. 
		 
		Viajó primero a París. Su llegada a París se produjo en febrero de 1623, 
		durante la gran histeria provocada por la “amenaza” rosacruz. Incluso 
		había canciones satíricas y entremeses sobre los rosacruces. Parece 
		probable que, después, Descartes estuviera en Roma para la inauguración 
		del año del jubileo, 1625. Y Descartes debió e visitar a Galileo. ... En 
		París conoció al padre Marin Mersenne, el sacerdote mínimo que manejaría 
		la correspondencia de Descartes cuando el filósofo viviera en las 
		Provincias Unidas. Los mínimos eran vegetarianos. No consumían ningún 
		producto animal, sólo frutas y verduras. San Francisco de Paula, que 
		fundó la orden de los mínimos en 1435, los llamó así para que fueran aún 
		más humildes que los franciscanos, que se denominaban “menores”. No 
		obstante, Mersenne tenía dinero suficiente para pagar una inmensa 
		correspondencia, libros y experimentos científicos. 
		 
		Un acontecimiento de gran importancia ocurrió a Descartes entre el 24 y 
		25 de agosto de 1624 en París. Tres hombres –pensadores- habían pegado 
		letreros que anunciaban dos días de debates en oposición a Aristóteles. 
		Ya había casi mil personas reunidas cuando el primer presidente del 
		Parlamento envió la orden de evacuar. El Parlamento condenó al exilio a 
		los tres sospechosos y prohibió enseñar contra los autores antiguos so 
		pena de muerte. Se presume que durante este alboroto Descartes estaba en 
		Italia, pero se habría enterado de los detalles a su regreso. 
		 
		FUGA 
		La fe religiosa de Descartes siempre ha sido objeto de controversia.. Ha 
		sido acusado de presentar sus pruebas metafísicas de la existencia de 
		Dios tan sólo para aplacar a la Iglesia o para ocultar su ateísmo. ... 
		En el siglo XVII existían ya auténticos escépticos. Y eran eminentes. El 
		príncipe Mauricio de Nassau era uno de ellos y Théophile de Viau, otro. 
		Uno de los mejores amigos de Descartes, Claude Picot, era conocido como 
		“el cura ateo”. Los versos sacrílegos y la prosa libertina eran 
		populares. Descartes se codeaba tanto con creyentes como con escépticos. 
		Pudo haber sido cualquiera de ambas cosas, al margen de lo que escribió. 
		... Sin embargo, hay pocos motivos para pensar que no era un verdadero 
		creyente, aunque lo fuese a su manera, de un modo cosmopolita ... En las 
		Provincias Unidas, Descartes casi siempre vivió cerca de enclaves 
		católicos donde se celebraba misa y, al parecer, procuraba asistir a los 
		oficios religiosos para exhibir su catolicismo, aunque las únicas 
		ceremonias sobre las cuales comentó haber asistido fueron protestantes. 
		Y era muy receloso con estos asuntos. 
		 
		Descartes ofreció pruebas de la existencia de Dios, pero también comentó 
		a Mersenne que su metafísica, donde aparecían estas evidencias, era ante 
		todo el fundamento de su física. Un Dios de fiar había de mantener 
		uniformes las leyes de la naturaleza. Descartes también estaba 
		convencido de que el alma humana era una sustancia inmaterial de 
		existencia independiente capaz de sobrevivir a la muerte y al deterioro 
		del cuerpo, lo cual constituía un argumento a favor de la inmortalidad 
		el alma, aunque, desde luego, Dios tenía el poder para extinguirla 
		cuando lo desease. 
		 
		La cuestión de las creencias religiosas de Descartes es crucial para 
		comprender el segundo gran punto de inflexión de su vida. El primer giro 
		que transformó a Descartes en Descartes lo había impulsado su encuentro 
		con Beeckman, el 10 de noviembre de 1618, que alcanzó su culminación 
		justo un año después, cuando Descartes realizó su gran descubrimiento. 
		Después de una noche de zozobra, supo qué rumbo quería seguir en la 
		vida. Sería un filósofo natural y su meta, buscar la verdad en las 
		ciencias. Con esta finalidad, desarrolló su método analítico en 
		matemática, escribió sobre mecánico e inició sus “Reglas para la 
		dirección del espíritu”. Pero su decisión no estaba confirmada del todo. 
		Su padre y su familia aún esperaban que se dedicara al Derecho ... 
		Descartes escapó por un tiempo a Italia, pero cuando regresó a Francia 
		se encontró envuelto en una confabulación familiar destinada a nombrarlo 
		comisionado generan en Châtellerault. Tras escapar de ello en 1625, fue 
		a París, quizá con viajes periódicos al hogar de su padre en Rennes. 
		 
		Entabló amistad con el sacerdote mínimo, Marin Mersenne, autor de 
		“Preguntas y comentarios sobre el Génesis” (1623), “La impiedad de los 
		deístas, ateos y libertinos” (1624) y “La verdad de las ciencias contra 
		los escépticos o pirrónicos” (1625). Mersenne sostenía aquí que había 
		cincuenta mil ateos en París (es decir, uno de cada cinco habitantes 
		debía de serlo). A pesar de su ataque contra el ateísmo, Mersenne era un 
		nuevo científico mecanicista que se oponía al aristotelismo. Se escribía 
		con cientos de personas de toda Europa. Era una suerte de revista de un 
		solo autor que versaba sobre literatura, filosofía, matemáticas y 
		ciencias. Informaba a todo el mundo acerca de lo que hacía todo el 
		mundo, difundía problemas y sugerencias, trataba a los oponentes en 
		disputas al comunicar a cada cual lo que el otro había dicho y 
		administraba la correspondencia de Descartes. 
		 
		Si Descartes era religioso, lo era con un criterio cosmopolita y 
		pragmático. Nunca ocultó su catolicismo y en ocasiones se ufanó de él. 
		Pero no soportaba a la mayoría de los sacerdotes (hubo excepciones 
		notables) y consideraba que la mayoría de los predicadores protestantes 
		eran imbéciles. La pugnacidad religiosa estaba en primer plano en 
		Francia. En las Provincias Unidas, al menos por un tiempo, Descartes 
		podía olvidarse de las cuestiones religiosas ... Descartes parecía 
		sentirse amenazada. Más de una vez pidió a Mersenne que no revelara su 
		domicilio a nadie. Más aún, le pedía que mintiera a la gente acerca de 
		su paradero. 
		 
		Descartes aseguró que necesitaba marcharse para pensar. En París, el 
		alboroto y las obligaciones sociales con amistades y parientes le 
		robaban tiempo. Y lo acuciarían para que se casara y comprara un puesto. 
		... Algunos han afirmado que Descartes estaba preocupado porque se 
		proponía atacar la filosofía escolástica y el aristotelismo. En 1624 se 
		había emitido esa orden judicial que condenaba los ataques contra 
		Aristóteles con la pena de muerte. Pero Gassendi había publicado un 
		devastador ataque contra Aristóteles en 1623, “Ejercicios paradójicos en 
		oposición a Aristóteles”. Y “La verdad de las ciencias contra los 
		escépticos o pirrónicos” (1625) de Mersenne era mecanicista y 
		antiaristotélica. Nadie les tocó un pelo. Claro que Gassendi y Mersenne 
		eran sacerdotes, protegidos por sus órdenes. Y Descartes era un laico. 
		Aun así, la gran familia Ferrand-Brochard-Descartes incluía muchos 
		respetables burócratas que estaban al servicio del rey. Descartes no 
		habría tenido problemas. El panteísta Lucillio Vanini, sin embargo, 
		murió en la hoguera en Toulouse en 1619, y el deísta Jean Fontanier, en 
		París en 1621. Por ser ateos. 
		 
		En 1628, con la derrota de La Rochelle, quedó aplastada la última 
		resistencia protestante en Francia. El convenio del Edicto de Nantes, 
		por el cual los protestantes podían disponer de ciudades fortificadas, 
		quedó revocado. Ya no existía una facción protestante en Francia, ni 
		ejércitos protestantes, ni guerras religiosas internas. Miles de 
		protestantes emigraron a las Provincias Unidas. En la libérrima corte 
		del príncipe Federico Enrique, en La Haya, se hallaban todos aquellos 
		desterrados de Francia. En Francia se condenó a los dirigentes 
		protestantes. Richelieu se hallaba sometiendo no sólo a los protestantes 
		sino a toda la nobleza. Se estaba constituyendo el estado absolutista, 
		en oposición a la vieja jerarquía católica. Del lado del papa, España y 
		la Inquisición estaban el cardenal Bérulle, la Liga Católica y los 
		miembros de la nobleza que intentaban mantener el poder del Antiguo 
		Régimen.  
		 
		Descartes huyó de todo esto. No sólo escapaba de la responsabilidad 
		familiar y social. Su migración a las Provincias Unidas era un acto 
		político revolucionario. Su migración a fines de 1625 fue un acto de 
		solidaridad con el protestantismo republicano francés contra la opresión 
		totalitaria católica y realista, y del cristianismo liberal contra la 
		Inquisición española. Él no se oponía a la religión católica sino al 
		estado católico. Recelaba de la naturaleza y los actos opresivos de un 
		catolicismo que era la religión estatal de Francia. Escogió la libertad, 
		aunque ello significara abandonar Francia. Cogió el dinero que la 
		familia había destinado a la adquisición de una posición en Francia y 
		huyó. “No reveléis mi domicilio a nadie. A nadie.” 
		 
		Cuando Descartes se mudó a las Provincias Unidas se quitó la máscara, 
		aunque aún mantenía algún secreto y, con frecuencia, pedía a Mersenne 
		que no revelase su domicilio. Llegó a conocer a todos los notables 
		holandeses. En 1630 había conocido a quien llegó a ser su mejor amigo en 
		las Provincias Unidas, Consantjin Huygens, primer secretario y asesor de 
		dos sucesivos staadhouders (comandantes en jefe). Huygens tenía la misma 
		edad que descartes, y se convirtió en el mayor promotor y protector de 
		Descartes en las Provincias Unidas. Fue, asimismo amigo y mecenas de 
		Rembrandt y leía, comprendía y defendía la filosofía de Descartes. Con 
		amigos como Huygens, Descartes no necesitaba preocuparse demasiado por 
		sus enemigos. 
		 
		Descartes pronto olvidó el problema que lo había impulsado a ocultarse. 
		Al cabo de tres o cuatro años, era uno de los filósofos más visibles y 
		mejor conectados de las Provincias Unidas. Más tarde, cuando realizó 
		tres visitas a Francia, y cuando viajó a Suecia, sus amigos de Ámsterdam 
		y La Haya constituyeron una especie de club de admiradores en la Cámara 
		de Comercio, con el afán de retenerlo en las Provincias Unidas. Sus 
		visitas a altos responsables políticos y pensadores tenía un objetivo, 
		Descartes tenía un plan: En 1628 ya hablaba de reemplazar la filosofía y 
		la ciencia aristotélica por la suya. Para ello tendría que convencer a 
		los jerarcas de la Iglesia católica de abandonar la filosofía y los 
		libros de texto escolásticos, que se habían usado durante siglos, para 
		sustituirlos por la filosofía cartesiana y un libro de texto que él se 
		proponía escribir. 
		 
		Descartes aspiraba a unificar las ciencias con un método basado en la 
		matemática, y había escrito el borrador de algunas reglas para la 
		dirección de la mente. También había desarrollado algunas teorías en 
		óptica. Era descabellado que este hombre se fuera a las Provincias 
		Unidas para iniciar una campaña con miras a reemplazar las enseñanzas de 
		Aristóteles por su propia filosofía. Pero Descartes tenía que iniciar su 
		revolución en alguna parte. En contraste con las viejas y tradicionales 
		universidades francesas, las universidades holandesas eran flamantes. 
		... Cuantas más personas importantes conociera, más aceptación hallaría 
		su filosofía. 
		 
		Su metafísica contenía el cimiento sólido que aseguraba la certeza de su 
		física. Una vez que se demostraba la existencia de Dios y se revelaba 
		que el mundo sólo consistía en materia en movimiento que seguía las 
		leyes naturales garantizadas por Dios, todo lo que Dios necesitaba para 
		poner el mundo en movimiento era darle un empujón. Para eludir la 
		objeción de que se alejaba de los descrito en el Génesis, calificó su 
		historia de fábula. Pero una fábula muy útil, porque una vez que sabemos 
		que la materia se mueve en conformidad con las leyes eternas de la 
		naturaleza, podemos controlar estos movimientos para el bien de la 
		humanidad. 
		 
		Descartes pasó de los cuerpos celestes a los fenómenos atmosféricos, 
		tales como el arco iris, y de ahí a las explicaciones acerca de los 
		cuerpos vivientes. La culminación de la fábula sería la descripción de 
		cómo podía formarse un cuerpo humano en forma mecanicista. Luego, todo 
		lo que ese cuerpo necesitaba para ser humano era su unión con un alma 
		humana. Descartes daba por sentado que cada ser humano constituía dicha 
		unión. Pero los demás animales eran máquinas, autómatas que se movían 
		por estímulos y respuestas, incapaces de expresar pensamientos o 
		sentimientos, y de experimentar placer o dolor. No tenían alma. (reflejo 
		condicionado en un perro) 
		 
		En 1633 se enteró de que en Roma la corte del papa Urbano VIII había 
		condenado un trabajo de Galileo, el “Diálogo sobre los dos máximos 
		sistemas del mundo ptolemaico y copernicano” (1632), por contener la 
		tesis de que la Tierra giraba alrededor del Sol. Presa del pánico y la 
		desesperación, escribió a Mersenne que también los fundamentos de su 
		filosofía eran falsos y que no publicaría nada que contuviera una sola 
		palabra que fuera reprobada por la Iglesia. ... Descartes seguía 
		buscando un modo de sortear la prohibición... No obstante, nunca publicó 
		“El mundo”. 
		Dada su aspiración de que “El mundo” reemplazara los textos 
		aristotélicos de ciencias naturales en las escuelas católicas, el pánico 
		de Descartes y su afán de no irritar a la Iglesia son del todo 
		comprensibles, pues ningún colegio jesuita adoptaría jamás un libro 
		condenado. 
		 
		 
		Descartes pronto se repuso de la conmoción de la condena de Galileo. 
		Durante los tres años siguientes, Descartes echó mano de todo lo que 
		había escrito en “El mundo”. Sintetizó su trabajo sobre las lentes en un 
		ensayo que tituló “la dióptrica”. El trabajo sobre los fenómenos 
		atmosféricos desembocó en “Los meteoros”. Lo que había esbozado sobre 
		las reglas para la dirección de la mente lo incorporó al “Discurso del 
		método”, así como una condensación de su trabajo sobre metafísica. 
		 
		En 1637 esta gran efervescencia creativa derivó en la publicación del 
		“Discurso del método”. Decidió también presentar su filosofía en 
		francés, en parte, alegó, para que las mujeres pudieran leerla. Su hija 
		se llamaba Francine. Su filosofía hablaba francés. ... Si uno quería 
		llamar la atención de los euritos y catedráticos, escribía en latín. 
		Quizá Descartes pensó que si los católicos condenaban a Galileo, más le 
		convenía evitar que su filosofía se adoptara en las escuelas católicas. 
		(“porque creo que quieres sólo usan su razón natural pura juzgarán mejor 
		mis opiniones que quienes sólo creen en libros antiguos”.) 
		 
		Helena, su compañera-criada-esposa murió de fiebre, junto con Francine. 
		Después de esto vivió el resto de su vida solo (sin compañía femenina), 
		aunque sí con criado o con ayuda de cámara). 
		 
		Al principio Descartes pretendía publicar sólo algunos ejemplares de sus 
		ensayos sobre geometría, dióptrica y meteorología, y en forma anónima, 
		de modo que pudiera sentarse detrás de un biombo (como debió de hacer 
		Anna María van Schurman para asistir a clases en la Universidad de 
		Utrecht) a fin de oír lo que decía la gente. Pero todos conocían al 
		autor. Así que en 1637 decidió publicar una tirada grande. 
		 
		Los tres ensayos tuvieron gran éxito y no tardaron en traducirse al 
		latín. La reputación de Descartes estaba asegurada en geometría 
		(solución del problema de Pappus y exposición del método analítico), 
		dióptrica (ley de refracción) y meteorología (explicación de los falsos 
		soles y el arco iris). El “Discurso del método” que oficiaba de 
		introducción fue muy influyente, sobre todo entre algunos profesores 
		jóvenes –en general en las Provincias Unidas- que veían en él una base 
		metodológica para avanzar en las ciencias naturales. Pero Descartes no 
		estaba satisfecho del todo, porque los fundamentos metafísicos de la 
		certidumbre, que él brindaba con sus pruebas de la existencia de Dios, 
		fueron muy criticados y-peor aún, a su juicio- ignorados como 
		irrelevantes por su mejor discípulo de las Provincias Unidas, Henry 
		Regius de la Universidad de Utrecht. 
		 
		A partir del éxito del “Discurso” y de los “Ensayos”, Descartes inició 
		la preparación de sus “Meditaciones metafísicas”, con miras a brindar un 
		sólido fundamento metafísico de su física, según explicó a Mersenne. Y 
		una vez más quiso una tirada de pocos ejemplares a fin de obtener 
		comentarios que pudieran servirle de cara a una revisión previa a la 
		edición para el público. 
		 
		Mersenne siguió con este plan. Compiló dos remesas de objeciones y 
		algunas de Thomas Hobbes, el materialista inglés que había escrito sobre 
		el Estado; de Antoine Arnauld, un teólogo jansenista (antijesuita) de 
		Port-Royal, y de Pierre Gassendi, un atomista epicúreo. Mersenne reunió 
		todas estas objeciones y las publicó junto con las réplicas de Descartes 
		en las “Meditaciones”, en un solo volumen. En 1642 apareció una segunda 
		edición con un séptimo conjunto de objeciones de Pierre Bourdin, un 
		sacerdote jesuita, y una “Carta a Dinet” de Descartes, en la que 
		deploraba las objeciones de Bourdin y también de Voetius, el sacerdote 
		calvinista ortodoxo de Utrecht que atacaba a Descartes y el 
		cartesianismo. Descartes imploraba obsequiosamente a Diner –quien, a la 
		sazón, era provincial de los jesuitas en Francia y confesor de Luis 
		SIV-, que aclarase que Bourdin no hablaba en nombre de todos los 
		jesuitas. 
		 
		Descartes era un hombrecillo orgulloso, irascible y egocéntrico. Su 
		ingenio era acre, se mostraba dogmático en cuanto a sus propios puntos 
		de vista y acusaba a quienes disentían de interpretarlo mal o de ser 
		imbéciles. Era suspicaz, rápido para ofenderse y encolerizarse, lento 
		para aplacarse. Proclamaba que no lo afectaban los ataques personales, 
		pero jamás olvidaba un insulto, un desaire o una injuria 
		 
		LOS GEÓMETRAS 
		La tecnología computacional avanzó muy despacio en los siglos XVII, 
		XVIII y XIX. En tiempos de Descartes, un campesino o un don nadie que 
		fuera hábil en matemática podía ganarse la vida con sumas y restas. Pero 
		era una tarea desagradable y tediosa. En la lista de matemáticos, 
		Descartes figuraba en primer lugar, en segundo lugar Pierre de Fermat y 
		Roberval el tercero. Toda la gente importante sabía que Descartes era el 
		más grande. Ya en 1630 se quejaba de la gente que le enviaba problemas 
		para resolver. Y en otra misiva de 1638 rogaba a Mersenne que no le 
		enviara más problemas matemáticos.... Descartes estaba interesado en una 
		forma más fructífera de la matemática que en meros ejercicios mentales. 
		 
		Descartes consideraba útil algo que Beeckman le había mostrado en Breda 
		en noviembre de 1618, esto es, una forma de física matemática que 
		consistía en la construcción de modelos geométricos de los fenómenos 
		naturales, tales como la presión del agua. Beeckman pidió a Descartes 
		que elaborase la ley de los cuerpos en caída y un estudio de las 
		vibraciones armónicas de las cuerdas, que Descartes expuso en Su 
		“Compendio de música”, el 31 de diciembre de 1618. ... Descartes 
		atribuía a Beeckman el mérito de haberle mostrado la posibilidad de 
		aplicar las matemáticas –en concreto, la geometría-, a todos los 
		fenómenos físicos, incluidas la anatomía y la fisiología. 
		 
		Entonces llegó la noche de los sueño s , el 10 de noviembre de 1619. En 
		su diario, Descartes escribió que había descubierto “la base de una 
		ciencia maravillosa”. Un año después escribió que había comenzado a 
		concebir “la base de una invención admirable. Esa ciencia maravillosa 
		era la noción de una ciencia unificada, de modo tal que todos los 
		fenómenos naturales podían estudiarse y comprenderse con un solo método, 
		que era una generalización del procedimiento analítico que utilizaba 
		para resolver problemas matemáticos y que incluyó en el “Discurso del 
		método”, esbozado en cuatro pasos: 
		1. Nunca asumir como verdadero aquello que no conozca evidentemente por 
		tal. 
		2. Dividir cada dificultad que examino en tantas partes como sea posible 
		y como se requiera para una mejor resolución. 
		3. Dirigir mis pensamientos en orden, empezando por los objetos más 
		simples, y después de conocerlos de forma adecuada, ascender lenta y 
		gradualmente al conocimiento de lo más complicado, y asumir un orden 
		entre aquellos que no se preceden entre sí de un modo natural. 
		4. Efectuar enumeraciones tan completas, y reseñas tan generales, que 
		esté seguro de no haber omitido nada. 
		 
		La invención admirable era su método más específico de geometría 
		analítica, a saber, representar cantidades mediante líneas y líneas 
		mediante símbolos algebraicos. Con este método los problemas geométricos 
		podían representarse y resolverse algebraicamente, y los problemas 
		algebraicos, mediante la geometría. La combinación de todo ello permitió 
		a Descartes ver la física y la fisiología como la mera matemática de los 
		cuerpos móviles. Descartes realizó estos descubrimientos a los 23 y 24 
		años. A los 24 años ya había llevado su gran descubrimiento tan lejos 
		como podía (Leibniz y Newton lo aplicaron al cálculo infinitesimal en la 
		generación siguiente). La vida de Descartes como matemático creativo 
		había concluido. No se le ocurrió explorar más. Pero durante otros 
		veinte años impresionó a la gente con su habilidad para resolver 
		problemas matemáticos. No le interesaba aplicar su método matemático a 
		la resolución de problemas de óptica y mecánica. 
		 
		Descartes explicó el fenómeno de la refracción (la proporción entre los 
		senos de los ángulos de incidencia y refracción para dos medios dados 
		cualesquiera es una constante), conocida como la Ley de Snell, y elaboró 
		la matemática de las cinco máquinas simples: palanca, tornillo, plano 
		inclinado, cuña y torno. Dio la descripción matemática correcta de la 
		formación del arco iris mediante la refracción en las gotas de agua. 
		Pero nunca elaboró una física matemática dinámica, como Newton. Al igual 
		que Beeckman, Descartes señaló la dirección correcta al fomentar la 
		aplicación de la matemática a la física, pero él se consagró a estudios 
		no matemáticos de anatomía y fisiología, aunque las abordaba como una 
		clase de mecánica. Descartes creía descubrir las relaciones y pruebas 
		matemáticas. Dios las creó y son eternamente verdaderas porque Él las 
		hizo así. ...  
		 
		La geometría con regla y compás era la reina de las ciencias matemáticas 
		en la primera mitad del siglo XVII, y muchos miembros de la nobleza la 
		practicaban como pasatiempo, como pasión e, incluso, como juego 
		obsesivo. La mayoría de los amigos geómetras de Descartes, pues, eran 
		ricos y nobles. Había otros juegos matemáticos que apasionaban: los 
		juegos de naipes. Descartes hizo varias referencias a su amor por el 
		juego. 
		 
		El método cartesiano no era del todo nuevo. Había un antiguo método de 
		análisis matemático atribuido a Apolonio de Perga, que Descartes pulió. 
		Y, además, estaba el mayor matemático de la generación anterior, 
		François Viète, que inventó el sistema moderno de representación de 
		cuadrados, cubos, etc., con números volados (“a2”, “a3”, etc.). 
		Descartes partió del viejo análisis y pulió el uso de los números 
		volados, pero negó haber leído a Viète. Luego, alguien le ofreció el 
		libro y objetó que no quería verlo. 
		 
		Descartes elaboró la idea de representar cantidades y proporciones a 
		través de líneas y mediante el trazado de una figura geométrica sobre lo 
		que llamamos coordenadas cartesianas, de modo que un triángulo, por 
		ejemplo, puede expresarse tanto geométrica como algebraicamente. 
		Descartes dio un paso fundamental en el desarrollo de la matemática 
		moderna, y lo sabía. El hombre tenía una exasperante conciencia de su 
		absoluta superioridad en matemática. 
		
		 
		LA PRINCESA ISABEL DE BOHEMIA 
		A principios de octubre de 1642, Alphonse de Pollot, amigo de Descartes 
		en la corte de La Haya, le escribió acerca de la princesa Isabel de 
		Bohemia, de 23 años. Isabel había leído el Discurso, los Ensayos y las 
		Meditaciones y quería conocer al filósofo. Isabel hablaba inglés, 
		alemán, francés, holandés e italiano, y conocía latín. Era muy buena en 
		matemáticas y sus críticas a la metafísica son perspicaces. Descartes 
		respondió a la princesa, aunque evadía e insultaba a muchos otros 
		críticos. 
		 
		Descartes sostenía que sólo hay dos sustancias en el mundo, a saber: 
		mentes y cuerpos. Cada cual era capaz de existir a solas, con 
		independencia de la otra (y, así, la mente o alma podía ser inmortal). 
		La esencia del cuerpo era la extensión irreflexiva y pasiva. Las dos 
		sustancias devenían opuestas por completo. Ahora bien, continuaba 
		Descartes, un ser humano era la unión de mente y cuerpo, de tal modo que 
		los cuerpos finitos actuaban sobre los órganos del hombre para generar 
		imágenes sensoriales en su mente. Y ésta podía causar que el cuerpo se 
		moviera, caminase y hablase. 
		 
		He aquí la objeción de Isabel: ¿cómo podían interactuar? Los cuerpos se 
		movían chocando y recibiendo empujones. Pero las mentes no podían 
		conducirse así. Así, pues, Isabel preguntaba cómo era posible la 
		interactuación de la mente y el cuerpo humanos. Descartes no podía 
		resolver el problema y tuvo que explicar a Isabel que sabía que era 
		posible porque los seres humanos así lo experimentaban y Dios lo hacía 
		posible. Esta respuesta no satisfizo a la princesa. 
		 
		Es indudable que Isabel y Descartes simpatizaban. Lo más increíble de la 
		relación de Descartes con Isabel es que él le dedicara sus Principios. 
		La dedicatoria a Isabel debió de suponer una auténtica bofetada en la 
		cara para los católicos. Para colmo, la princesa era, además de 
		protestante, mujer. 
		 
		Durante los últimos siete años de la vida de Descartes, rara vez 
		disfrutó de la serenidad que –según confesaba a Isabel y a todo el 
		mundo- era la única razón que lo había movido a mudarse a las Provincias 
		Unidas. Pero su fortuna avanzó. La busca de paz y serenidad fue un tema 
		recurrente en los escritos de Descartes. Pero sus publicaciones lo 
		comprometían en continuas polémicas y no había manera de que este hombre 
		se quedara tranquilo. 
		 
		No obstante, la vida de Descartes fue, ante todo, una vida de escritor. 
		Durante largos períodos de tiempo permanecía sentado en su habitación, 
		escribiendo. ... Descartes no dejó manuscritos de sus borradores. Pero 
		es evidente que trabajaba como un matemático, revisando sus ideas 
		mentalmente una y otra vez. 
		 
		LOS PREDICADORES 
		 
		Un buen modo de buscarse problemas en las Provincias Unidas era discutir 
		sobre religión o publicar –como hizo Descartes- algunas opiniones 
		metafísicas que estuvieran en conflicto o con el calvinismo ortodoxo. 
		Cuando estaba en Breda en 1618, los teólogos holandeses batallaban por 
		el tema de la predestinación. Los calvinistas ortodoxos sostenían que la 
		elección divina de los predestinados que habían de ir al cielo era 
		arbitraria por completo desde el punto de vista humano. La fe, las 
		buenas obras, nada de lo que el ser humano pudiera hacer habría de 
		garantizarle un lugar. Por otra parte, los calvinistas remonstrantes 
		–del latín, remonstrans, protesta- creían, que Dios predestinó a los 
		elegidos a partir de su precognición de cómo habrían de portarse en 
		libertad las personas, de modo que tanto la fe como las buenas obras 
		pesarían en la elección divina. Cabía la posibilidad, pues, de que todos 
		llegaran a salvarse. Los remonstrantes o arminianos pensaban que los 
		caminos de Dios tenían que parecer razonables a los seres humanos, 
		mientras que los ortodoxos sostenían que las vías del Señor trascienden 
		la comprensión humana. 
		 
		Las dos facciones también se enfrentaban en el aspecto político. Ambos 
		grupos opinaban que el Estado debe combinarse con la religión para 
		mantener el orden, pero los ortodoxos –conservadores y teocráticos- 
		pensaban que los gobernantes debían subordinarse a la Iglesia, mientras 
		que los remonstrantes –liberales y republicanos- sostenían que era la 
		Iglesia la que tenía que subordinarse al Estado. 
		 
		El príncipe Mauricio era un ateo que respaldaba a los ortodoxos por 
		oportunismo, pues pensaba que lo coronarían rey o lo tratarían como tal. 
		Los ortodoxos, por su parte, también respaldaban al príncipe Mauricio 
		por mero interés, pues pensaban que aplastaría a los remonstrantes, que 
		contaban con el apoyo de ricos y liberales empresarios de Amsterdam.  
		 
		Al analizar la filosofía de Descartes, Voetius entendió que su énfasis 
		en el poder de la razón humana respaldaba peligrosamente la perspectiva 
		liberal remonstrante. Descartes sostenía que cualquiera que tuviese fe 
		podía ir al cielo, como si la gracia se concediera a cualquiera que la 
		desease. Y su visión optimista de la bondad humana se oponía por 
		completo a la doctrina de la Caída del Hombre y la visión calvinista 
		ortodoxa de una predestinación arbitraria. 
		 
		Descartes pensaba en la teología católica de los jesuitas, no en los 
		calvinistas. Con su elevado objetivo de dar explicaciones cartesianas 
		del dogma católico (existencia de Dios, inmortalidad, 
		transustanciación), Descartes tropezó con el avispero calvinista que, 
		hasta entonces, había ignorado o desdeñado. 
		 
		Regius fue el primer discípulo de Descartes, aunque se mostró díscolo 
		casi desde el principio. Regius deseaba publicar un libro sobre física y 
		Descartes le objetaba que no seguía su visión con exactitud. Regius 
		publicó su física en1646. Sostenía que la unión del alma humana con el 
		cuerpo humano era accidental, no sustancial como afirmaban Descartes y 
		la Iglesia católica. A principios de 1648, Descartes renegó de su 
		discípulo Regius cuando publico “Notas dirigidas contra un cierto 
		programa”. 
		 
		En 1641 Regius organizó una serie de disertaciones sobre física. Todo 
		fue bien hasta que Regius arguyó que el alma y el cuerpo del hombre no 
		los había unido Dios como un solo ser, sino que su unión era accidental. 
		Esta afirmación ya era bastante grave de por sí, pero lo que convenció a 
		Voetius de que Regius era enemigo de la religión ortodoxa fue su abierto 
		apoyo a la teoría heliocéntrica. 
		 
		El meollo del argumento era el siguiente: si el alma y el cuerpo estaban 
		unidos como un solo ser, la resurrección del cuerpo era necesaria para 
		vivir en el Paraíso. Pero si la unión era accidental, sólo el alma 
		necesitaba morar en el Paraíso y no se requería, por tanto, la 
		resurrección del cuerpo. 
		 
		Voetius organizó debates para atacar las opiniones de Regius. Descartes, 
		a pesar de que no se sentía demasiado feliz con la situación, aconsejó a 
		Regius que respondiera, pues de lo contrario la gente pensaría que 
		Voetius lo había derrotado. Descartes también dio a Regius el mal 
		consejo de argumentar que la perspectiva aristotélica de Voetius 
		conducía al concepto de que el alma era material, lo cual no era sino 
		ateísmo. 
		 
		En marzode 1641, se prohibió que Regius opinara sobre física y se 
		proscribió la enseñanza de la nueva filosofía en Utrecht. (Las 
		provincias unidas sólo estaban unidas para los asuntos exteriores y la 
		defensa nacional. Un proceso legal iniciado en Utrecht en teoría no 
		podía tocar a Descartes, quien era residente en Holanda) ... Descartes, 
		no obstante, fue presa del pánico. ... Intervino el embajador francés i 
		la cosa no fue a más... También el stadhouder intervino: por motivos 
		relacionados con el equilibro entre Iglesia y Estado, quería restringir 
		el poder de los predicadores. 
		 
		Descartes dio pruebas de la existencia de Dios, pero Regius replicó que 
		no se precisaban pruebas si uno tenía fe. Descartes también argumentó la 
		inmortalidad del alma y, una vez más, Regius replicó que holgaban 
		razones, pues la promesa divina de la inmortalidad era suficiente. Había 
		que atenerse a la física. ... A Descartes le causó gran desconcierto la 
		acusación de que él era ateo y su filosofía conducía al ateísmo. Varias 
		veces declaró que la gente lo tachaba de escéptico porque había refutado 
		el escepticismo y de ateo porque había demostrado la existencia de Dios. 
		Sostenía que lo interpretan mal. O que distorsionaban sus ideas para 
		atacarlo. ... 
		 
		Lo cierto es que Descartes negaba la doctrina del pecado original al 
		enfatizar la bondad natural del hombre. También parecía negar el 
		infierno. 
		 
		LA FRONDA 
		 
		La familia de Descartes no conocía su domicilio en Holanda. En cuanto a 
		los asuntos familiares, los únicos que preocupaban a Descartes se 
		relacionaban con el dinero. Vivía de los intereses devengados por la 
		venta de las propiedades. 
		 
		Descartes nunca fue profesor. Quería formula una nueva filosofía de la 
		naturaleza –física y fisiología- para que los profesores la enseñaran. 
		 
		Parece ser que Descartes viajó a París en marzo de 1646 pues se le 
		ofrecía una pensión del rey, pero en vista de la guerra civil que se 
		cernía sobre París en agosto, Descartes decidió huir de la capital. Este 
		episodio de 1648 se conoce en la historia francesa como la Fronda. Una 
		fronde es una honda para arrojar piedras. En París, pandillas de jóvenes 
		luchaban con hondas en las calles. Se lo consideraba ante todo un juego, 
		pero uno podía perder un ojo e incluso la vida. Un día después de la 
		marcha de Descartes de París se desmantelaron las barricadas y el 
		Parlamento obtuvo un triunfo momentáneo. Con el tiempo, el Gran Condé 
		apoyaría con todo su poder a Mazarino y la reina ana, quienes salieron 
		victoriosos en 1652. 
		 
		He aquí la cuestión en pocas palabras: Descartes estaba decidido a ser 
		cortesano; se alejaría de la pintoresca campiña holandesa, renunciaría a 
		la soledad (empezaba a causarle hastío) y escaparía de los teólogos 
		protestantes (que chillaban como marranos). ... Descartes cambiaría de 
		vida... para ir a Suecia. 
		 
		Descartes no había sido instructor de Luis XIV, pero la princesa Isabel 
		había estudiado sus obras. Ahora, la reina Cristina, por derecho de 
		conquista una de las monarcas más fuertes de Europa, con ejércitos tan 
		poderosos como Francia (y con finanzas igualmente caóticas), lo llamaba 
		a su corte. Y no sólo como espécimen zoológico, sino como profesor 
		particular de filosofía, algo que, desde un planteamiento objetivo, era 
		la gloria para un filósofo. Y una compensación por los ataques sufridos. 
		En una época, además, en que él admitía que su trabajo en medicina no 
		andaba tan bien como habría querido. Descartes debía de estar eufórico. 
		... 
		 
		Sin embargo no estaba Descartes tan complacido con la invitación de 
		Estocolmo. Tenía 52 años que lo agobiaban con el auténtico peso de la 
		vejez. Estaba cansado. Y con buenos motivos. Dos viajes a París en dos 
		años consecutivos, en busca de una pensión que había derivado en menos 
		que nada. Sus perspectivas se habían desmoronado. Su último acto en la 
		escena parisina había sido de cobardía, y lo habían puesto en ridículo. 
		También estaba un poco magullado en la zona de la autoestima... 
		 
		CONCLUSIÓN 
		 
		Dualismo cartesiano 
		Uno de los temas principales del dualismo cartesiano está resumido en un 
		dicho de su época: Si es inmaterial, es inmortal. Como el alma no es 
		ilimitada y no tiene partes, no puede desintegrarse. Cuando nuestro 
		cuerpo muere y se descompone, nuestra alma se libera ya que no puede 
		pudrirse como el cuerpo. Si es inmaterial, es inmortal. Éste es el 
		principio en que se sustenta la noción cartesiana –la noción occidental- 
		de que el alma está separada por completo del cuerpo, y de que el alma 
		no se ve afectada en modo alguno cuando el cuerpo muere. 
		El dualismo cartesiano, con el alma separada del cuerpo, respalda la 
		creencia cristiana en la vida después de la muerte y en la inmortalidad 
		del alma humana... 
		
		 
		Descartes era un viviseccionista. ... Fue el primer fisiólogo que 
		elaboró en detalle la teoría del arco reflejo de estímulo y respuesta. 
		Es un paso esencial para comprender los mecanismos cibernéticos de 
		estado continuo y la evolución: según Descartes, cada impacto en un 
		órgano sensorial produce un tirón de características únicas en las 
		fibras de los nervios, que son huecos. Por ejemplo, las fibras de los 
		nervios oculares sufren un tirón diferente por cada longitud de onda de 
		luz que incide en el ojo. ... El cuerpo recibe estímulos y responde como 
		una máquina... Y se anticipó a Pavlov en lo concerniente a los reflejos 
		condicionados. ... En términos generales, Descartes tenía razón en 
		cuanto al funcionamiento de la máquina animal. La biología, pues, ha 
		sido cartesiana desde entonces. 
		 
		La teoría cartesiana del estímulo y la respuesta es la misma que se 
		enseña hoy en las facultades de Medicina y en los departamentos de 
		Biología y Psicología. Los detalles son diferentes, pero los principios 
		son los mismos. Por cada estímulo sobre los órganos sensoriales, los 
		nervios transportan esa energía hasta el cerebro, donde se registra como 
		un estado cerebral o una configuración de red neuronal propia de ese 
		estímulo. 
		 
		Este modelo mecanicista del cuerpo y del cerebro es una explicación de 
		cómo funciona la máquina animal de acuerdo con las leyes físicas. Así 
		puede usarse para predecir y controlar el movimiento de los cuerpos 
		animales. El método cartesiano constituye un inmenso avance sobre la 
		noción aristotélica y escolástica de que todo se comporta tal como lo 
		hace porque está en la naturaleza de cada cosa hacerlo de ese modo. La 
		crítica clásica a estas explicaciones animistas, que apelan a los deseos 
		de una cosa o de la naturaleza, la realizó Moliere. En su obra el 
		enfermo imaginario, el médico explica que el opio nos duerme porque 
		tiene poder dormitivo. Es decir, el opio nos duerme porque el opio tiene 
		poder para dormirnos. Fin de la explicación. Pero al usar los modelos 
		mecanicistas cartesianos, podemos demostrar que el opio desactiva 
		interruptores cerebrales para poner el cuerpo en ese estado inactivo que 
		llamamos sueño. 
		
		 
		Al entender el cuerpo como una máquina, podemos controlarlo sin haber de 
		valernos de la noción de espíritu, alma o naturaleza. La explicación 
		mecanicista sólo recurre al modo de interacción entre las partes de las 
		cosas. En este sentido, es por completo conductista. 
		 
		El modelo clásico de la percepción sensorial humana es como un 
		cinematógrafo, con un hombrecillo dentro de la cabeza que ve en una 
		pantalla lo que sucede en el exterior. Ese hombrecillo es el alma 
		humana, el fantasma en la máquina. Está conectado con la glándula pineal 
		(o, en términos actuales, con todo el cerebro). Pero veamos con 
		atención: la pantalla no está en el cerebro, sino que se halla en el 
		alma o la mente. Está en el hombrecillo mismo y éste tiene la capacidad 
		–libre albedrío- para cancelar las respuestas naturales del cuerpo y 
		obligarlo a hacer lo que él desee. 
		 
		Los movimientos de la glándula pineal o las activaciones de la red 
		neuronal del cerebro causan la proyección en la pantalla de la mente, 
		que no es otra cosa que la representación o imagen de lo que acontece en 
		el mundo externo. Esta representación está en todo modelo sensorial: 
		pasional, cinético, visual, táctil, auditivo, olfativo y gustativo. Y 
		sólo el alma humana del animal humano tiene esta proyección de pasiones, 
		placeres y dolores, orientación corporal, imágenes coloreadas, 
		sentimientos táctiles, sonidos, olores y sabores. Sólo el alma humana es 
		consciente. Allí está, alerta en el cerebro, como el capitán de un barco 
		o el piloto en la cabina de su avión, mirando la pantalla y apoyando 
		manos fantasmales en los controles para impartir órdenes al cuerpo. En 
		rigor, Descartes no afirmó de hecho que el alma estuviese en el cuerpo 
		como un capitán en un barco, sino que estaba en unión con el cuerpo. 
		Pero su descripción del sentido de esta unión evoca el modo en que un 
		conductor percibe los movimientos del automóvil que dirige. Así que 
		Descartes se queda con el fantasma en la máquina, a pesar de todo. Y 
		entonces aparece el revesado problema mente-cuerpo ... Además, el 
		problema tiene dos partes: causación y conciencia. 
		 
		Si el alma es ilimitada ¿cómo puede actuar sobre un cuerpo limitado? Ni 
		las almas pueden mover cuerpos, ni los cuerpos pueden hacer que las 
		almas sientan nada. La interacción causal entre lamente y el cuerpo es, 
		por tanto, imposible. Pero supongamos que existe una interacción causal 
		y, como Descartes arguyó, concluyamos que, puesto que es obvio que 
		tenemos cuerpo y alma, y también lo es que éstos interactúan, entonces, 
		está claro que Dios tiene poder suficiente para lograr que esto ocurra. 
		 
		El modelo cartesiano del cerebro suscita un gran problema para los 
		mentalistas como el propio Descartes. Él demostró que la mente-alma (el 
		fantasma en la máquina) sabe lo que sucede en el exterior sólo al 
		observar el espectáculo sensorial en el cine de la mente. Estas 
		proyecciones interiores las originan acontecimientos cerebrales que 
		dejan huellas en el cerebro. Así, cuando la mente-alma quiere recordar 
		algo, revisa las huellas trazadas en el cerebro por acontecimientos 
		pasados. Louis de la Forge, un discípulo de Descartes, destacaba la 
		perturbadora implicación de que al morir el cuerpo y desintegrarse el 
		cerebro, la mente-alma sobreviviente ya no tiene acceso a las huellas de 
		memoria dejadas en el cerebro. Así, tras la muerte, el alma no puede 
		acordarse de su vida terrenal. Un alma incorpórea es incapaz de recordar 
		la persona que era cuando estaba unida a un cuerpo. 
		 
		Siempre que el cuerpo se mueve siguiendo órdenes de la ente, ocurre un 
		milagro. Malebranche, el religioso cartesiano famoso por dar patadas a 
		una perra, incluso aceptaba que esto era verdad. La mente y el cuerpo no 
		interactúan, opinaba. Sólo aparentan hacerlo. Cuando deseamos levantar 
		el brazo, por ejemplo, Dios lo hace de forma milagrosa. La mayoría de 
		los mentalistas modernos no resuelven el problema de la causación con 
		esta solución ocasionalista. Pero todavía invocan a Dios para explicar 
		la interacción. 
		 
		He aquí el cuadro general. La batalla por el alma humana se generó a 
		partir de dos doctrinas centrales de la filosofía de Descartes. La 
		primera de ellas, que nuestro yo real, nuestra persona, es una 
		mente-alma que tiene una existencia independiente del cuerpo, y que esta 
		mente-alma ordena y controla el cuerpo como un fantasma en una máquina. 
		 
		La segunda doctrina crucial de Descartes es que todos los animales 
		–incluidos los humanos- son máquinas que se comportan de un modo u otro 
		porque responden a estímulos externos del ámbito material, en estricto 
		acuerdo con las leyes de la física y la neurofisiología. 
		 
		Estas dos doctrinas cartesianas se contradicen mutuamente. Si nuestro 
		cuerpo lo rigen estas leyes naturales, entonces ninguna mente-alma 
		independiente puede actuar sobre él para causar que se comporte de modos 
		contrarios a aquéllas. Si mi cuerpo es una máquina, parece que no soy 
		libre de seguir escribiendo o dejar de escribir. Hago lo que mi cuerpo 
		debe hacer. Pero si soy mi cuerpo, hago lo que quiero hacer. 
		 
		Parece un acertijo. Spinoza fue uno de los discípulos de Descartes 
		famosos por argumentar que todos nuestros actos son absoluta y 
		totalmente determinados, y que eso nos hace libres. Cuanto más 
		ejercitemos la voluntad para hacer lo que de todos modos debemos hacer, 
		más libres seremos. 
		 
		 
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