RICHARD SENNETT 
		 
		Las consecuencias 
		personales del trabajo en el nuevo capitalismo. 
		 
		 
		Nota del compilador: 
		 
		La paraula moral (moralis, en llatí) deriva de la paraula mos., 
		que significa “costum” en aquesta mateixa llengua. En cada poble, com en 
		cada individu, existiesen multitud de costums (mores) que regulen la 
		vida quotidiana. Per exemple, el deure de respectar els grans, la 
		prohibició d’apropiar-se del que pertany als altres o l’obligació de 
		complir les promeses. El conjunt d’aquestes “mores”, costums, 
		constitueix la moral d’un poble o d’un subjecte. 
		Podríem definir el terme moral com el codi de normes que regulen l’acció 
		individual i col•lectiva que es considera correcta. 
		 
		És en l’actuar concret on es manifesta el caràcter moral de l’ésser 
		humà. Cada acció concreta pot ser valorada com a moral o immoral segons 
		si compleix o incompleix les normes. Tanmateix, en parlar de moral ens 
		referim a una cosa que va més enllà de les accions aïllades i concretes 
		que pot dur a terme un subjecte determinat. Quan parlem de moralitat o 
		immoralitat ens referim, sobretot, als hàbits i al caràcter d’un 
		subjecte moral.- 
		Els hàbits (o costums) són certes tendències a actuar d’un manera 
		determinada davant de situacions similars 
		- El conjunt d’hàbits 
		d’una persona constitueix el seu caràcter o manera de ser, és a dir, els 
		trets que el distingeixen dels altres i que és possible d’observar en 
		les seves accions concretes. 
		 
		Encara que naixem amb unes predisposicions concretes, el nostre caràcter 
		es forma per la repetició d’accions similars: el qui s’acostuma a “no 
		deixar per a demà el pot fer avui” acaba adquirint un caràcter diligent. 
		Per això, el caràcter no es pot considerar una cosa que ens vingui 
		definitivament donada, sinó quelcom que anem construint lentament però 
		de forma constant al llarg de la vida. 
		Un cop que el caràcter està format, influeix i condiciona fortament les 
		nostres accions concretes.  
		D’aquesta manera, a una persona respectuosa li serà més fàcil de 
		respectar les persones en les diverses situacions quotidianes que a qui 
		no ho és. I és que, com més assimilat està el caràcter, més difícil és 
		fer accions de signe contrari a les que estem acostumats. Per aquest 
		motiu, es pot dir que el caràcter és la base de la nostra naturalesa 
		moral, ja que un cop format condiciona les nostres acciones i, en 
		conseqüència, la seva correcció o incorrecció. 
		 
		 
		10 Prólogo 
		El “capitalismo 
		flexible” describe un sistema en el cual a los trabajadores se les pide 
		un comportamiento ágil; se les pide también –con muy poca antelación- 
		que estén abiertos al cambio, que asuman un riesgo tras otro, que 
		dependan cada vez menos de los reglamentos y procedimientos formales. 
		Poner el acento en la 
		flexibilidad cambia el significado mismo del trabajo. 
		El capitalismo flexible 
		ha bloqueado el camino recto de la carrera, desviando a los empleados, 
		repentinamente, de un tipo de trabajo a otro. En el inglés del siglo XIV, 
		la palabra job (trabajo, empleo) designaba un pedazo o fragmento de algo 
		que podía acarrearse. Hoy, la flexibilidad le devuelve ese sentido 
		desconocido, pues a lo largo de su vida la gente hace fragmentos de 
		trabajo. 
		Es totalmente natural que la flexibilidad cree ansiedad: la gente no 
		sabe qué le reportarán los riesgos asumidos ni qué caminos seguir. 
		El término flexibilidad 
		se usa para suavizar la opresión que ejerce el capitalismo. Al hacer 
		hincapié en el riesgo se afirma que la flexibilidad da a la gente más 
		libertad para moldear su vida. De hecho, más que abolir las reglas del 
		pasado, el nuevo orden implanta nuevos controles, pero éstos tampoco son 
		fáciles de comprender. El nuevo capitalismo es, con frecuencia, un 
		régimen de poder ilegible. 
		 
		 
		15 A la deriva 
		Comparación entre dos generaciones: Enrico (padre: toda su vida 
		limpiando lavabos y suelos de un edificio de oficinas del centro de 
		Boston. También portero) y Rico (hijo: universitario, ingeniero y 
		consultor). 
		Lo que más me sorprendió 
		de Enrico y su generación fue cuán lineal era el tiempo en su vida: año 
		tras año en empleos que raramente presentaban cambios en lo cotidiano; 
		en ese tiempo lineal, los logros eran acumulativos. 
		Medían su vida doméstica 
		por las diversas mejoras y añadidos que hacían en su casa. Además, la 
		época que vivían era predecible... Los sindicatos protegían sus puestos 
		de trabajo. 
		El tiempo es el único recurso del cual pueden disponer gratuitamente los 
		que viven en el escalón más bajo de la sociedad. 
		Enrico diseñó para sí 
		mismo un relato perfectamente claro en el que la experiencia se 
		acumulaba desde el punto de vista material y psíquico; su vida, por 
		tanto, tenía sentido en cuanto narración lineal.... El portero sentía 
		que se convertía en el autor de su vida, y, aunque ocupaba los últimos 
		peldaños de la escala social, ese relato le proporcionaba una sensación 
		de respeto por su propia persona 
		Se ganó el 
		reconocimiento de persona única entre aquellos que lo conocían lo 
		suficiente para comprender su historia; de sus nuevos vecinos, en cambio, 
		se ganó un tipo de respeto más anónimo haciendo lo que todo el mundo 
		hacía: mantener limpia la casa y bien cuidado el jardín y vivir sin 
		incidentes. La espesa textura de la experiencia particular de Enrico 
		residía en el hecho de que era reconocido de dos maneras según la 
		comunidad en que se moviera, dos identidades que eran el producto del 
		mismo y disciplinado manejo del tiempo. 
		Aunque Enrico sentía que 
		había alcanzado cierto honor social, no toleraba la idea de que su hijo 
		Rico repitiera su historia. El sueño americano de movilidad social 
		ascendente era un poderoso motor 
		16 Rico y otros jóvenes que ascendieron en la escala social a veces 
		sentían vergüenza de su procedencia... Estos niños privilegiados querían 
		embarcarse en un viajo menos forzado. 
		Rico había realizado el deseo de su padre en la ascensión en la escala 
		social, si bien en el fondo rechazó el camino de su padre. Rico se burla 
		de los “esclavos del tiempo” y demás personas prisioneras en la armadura 
		de la burocracia, y cree que hay que estar abierto al cambio y asumir 
		riesgos. Y ha prosperado; mientras los ingresos de Enrico se situaban en 
		la cola del escalafón, Rico ha ascendido hasta el 5% superior. Y, sin 
		embargo, no en una historia totalmente feliz para él. 
		17 Rico empezó como asesor tecnológico en una empresa de capital de 
		riesgo de la Costa Oeste, en los primeros y emocionantes días de la 
		industria informático en Silicon Valley; luego se trasladó a Chicago, 
		donde tampoco le fue mal. Sin embargo, la siguiente mudanza se hizo a 
		favor de la carrera de su mujer, Jeannette. 
		Mientras Jeannette era 
		ascendida, Rico se vio afectado por un recorte de plantilla, pues su 
		empresa fue absorbida por otra mayor con sus propios analistas. Y por 
		este motivo la pareja se mudó por cuarta vez y regresó al Oeste, para 
		instalarse en un barrio residencial de las afueras de Nueva York. 
		Jeannette dirige ahora un importante equipo de contables, y él ha 
		montado una pequeña consultoría. 
		A pesar de ser una 
		pareja próspera, la viva imagen de una pareja amoldable en la que ambos 
		se apoyan mutuamente, tanto el marido como la mujer temer a menudo estar 
		al borde de la pérdida del control de sus vidas, un miedo enraizado en 
		sus respectivas historias laborales. 
		18 La falta de control 
		de Jeannette es más sutil. El pequeño grupo de contables que ahora 
		dirige se divide entre aquellos que trabajan en casa, los que suelen 
		trabajar en el despacho y una falange de empleados administrativos de 
		bajo nivel, a mil o dos mil kilómetros de distancia y conectados con 
		ella por ordenador. En su actual empresa, unas reglas estrictas y la 
		vigilancia de los teléfonos y el correo electrónico disciplinan la 
		conducta de los que trabajan desde casa; para organizar el trabajo de 
		los empleados conectados por ordenador, Jeannette no puede hacer juicios 
		prácticos cara a cara y debe trabajar ajustándose a estrictas 
		directrices escritas. En este trabajo aparentemente flexible, no siente 
		que la burocracia sea menor; de hecho, sus propias decisiones cuentas 
		menos que en los días en que supervisaba a trabajadores que estaban 
		siempre juntos en la misma oficina. 
		Esta pareja, Rico y Jeannette, son la encarnación del sueño americano... 
		Sin embargo, Rico teme que las medidas que necesita tomar y la manera 
		como tiene que vivir para sobrevivir en la moderna economía hayan 
		lanzado a la deriva su vida interior y emocional. 
		Rico y Jeannertte se 
		habían hecho amigos de la mayoría de la gente con la que trabajaban, y 
		que con los cambios de los últimos doce años perdieron la mayoría de 
		esas amistades. 
		19 Rico busca en las comunicaciones electrónicas el sentido de comunidad 
		que Enrico disfrutaba más cuando iba a las asambleas del sindicato de 
		porteros, pero el hijo encuentra que las comunicaciones on line son 
		breves y precipitadas. 
		El aspecto fugaz de la 
		amistad y de la comunidad local constituyen el fondo de la más aguda de 
		las preocupaciones íntimas de Rico: su familia. “Llegamos a casa a las 
		siete, preparamos la cena, tratamos de que nos quede una hora para 
		ayudar a los niños con los deberes, y luego nos dedicamos a nuestro 
		papeleo”. Cuando las cosas se ponen duras en su consultoría durante 
		meses enteros, “casi ya no sé quienes son mis hijos”. Le preocupa 
		también la frecuente anarquía en la que se hunde su familia, y le 
		preocupa no ocuparse lo suficiente de sus hijos, cuyas necesidades no 
		pueden programarse para que se adapten a las exigencias de su trabajo. 
		20 De niño a Rico le 
		había irritado la autoridad de su padre... Ahora que él es padre, lo 
		obsesiona el miedo a perder la disciplina ética, en especial el temor a 
		que sus hijos se vuelvan unas “ratas de centro comercial” que anden 
		dando vueltas por las tardes sin nada que hacer por los aparcamientos de 
		las grandes superficies mientras los padres permanecen inaccesible en 
		sus despachos. 
		Pero su preocupación más honda es no poder ofrecer la sustancia de su 
		vida profesional como ejemplo para que sus hijos vean cómo han de 
		comportarse éticamente. 
		Los líderes de la 
		economía y los periodistas especializados hacen hincapié en el mercado 
		global y en el uso de las nuevas tecnologías, dos aspectos que ellos 
		consideran el sello distintivo del capitalismo de nuestro tiempo. Si 
		bien es bastante cierto, no contemplan otra dimensión del cambio: nuevas 
		maneras de organizar el tiempo, y en especial el tiempo de trabajo. 
		El signo más tangible de ese cambio podría ser el lema “nada a largo 
		plazo”. 
		Un ejecutivo de ATT señala que el lema “nada a largo plazo” está 
		alterando el significado mismo del trabajo. 
		21 Las empresas también 
		han subcontratado con pequeñas empresas e individuos empleados con 
		contratos a corto plazo muchas de las tareas que antes se hacían siempre 
		dentro. 
		El economista B. Harrison cree que la fuente de dicha avidez de cambio 
		es el “capital impaciente”, el deseo de un rendimiento rápido. 
		El mercado cree que el rendimiento rápido se genera mejor si se instaura 
		un rápido cambio institucional. 
		Hay que decir que el 
		orden “a largo plazo” que el nuevo régimen quiere destruir fue en sí 
		mismo efímero: las décadas de mediados del siglo XX. El capitalismo del 
		siglo XIX fue tambaleándose de desastre en desastre en los mercados 
		bursátiles, con una inversión empresarial irracional; los cambios 
		bruscos del ciclo comercial proporcionaban poca seguridad. En la 
		generación de Enrico, la generación posterior s la Segunda Guerra 
		Mundial, este desorden se controló hasta cierto punto en la mayoría de 
		las economías avanzadas; unos sindicatos fuertes, las garantías del 
		Estado del bienestar y las empresas a gran escala se combinaron para 
		producir una era de relativa estabilidad. Este período aproximado de 
		treinta años define el “pasado estable” ahora amenazado por un nuevo 
		régimen. 
		22 Las empresas han 
		intentado eliminar capas enteras de burocracia para convertirse en 
		organizaciones más horizontales y flexibles. En lugar de organizaciones 
		con estructura piramidal, la dirección de empresas prefiere ahora 
		concebir las organizaciones como redes. “Las estructuras de red se 
		pueden desmontar o redefinir más rápidamente que los activos fijos de 
		las jerarquías”. Esto significa que los ascensos y los despidos tienden 
		a no estar estipulados en normas claras y fijas, como tampoco están 
		rígidamente definidas las tareas: la red redefine constantemente su 
		estructura. 
		Lo que Rico trataba de explicarme, y quizá también de explicarse a sí 
		mismo, es que los cambios materiales incluidos en el lema “nada a largo 
		plazo” también se han vuelto disfuncionales para él, pero en cuanto 
		guías para el carácter, particularmente en relación con su vida 
		familiar. 
		Tomemos, por ejemplo, la cuestión del compromiso y la lealtad “Nada a 
		largo plazo” es el principio que corroe la confianza, la lealtad y el 
		compromiso mutuos. 
		Las experiencias más profundas en materia de confianza son más 
		informales... Estos vínculos sociales tardan en desarrollarse, y 
		lentamente echan raíces en las grietas de las instituciones. 
		23 La organización a 
		corto plazo de las instituciones modernas limita la posibilidad de que 
		madure la confianza informal. 
		En las empresas que están empezando, a todo el mundo se le pide horas 
		extras y un esfuerzo intensivo; cuando las empresas salen a bolsa, los 
		fundadores están habilitados para vender y cobrar y dejan en la cuneta a 
		los empleados de menor nivel. Si una organización, sea vieja o nueva, 
		opera como una estructura de red flexible más que con una rígida 
		estructura de mando en la cumbre, la red también puede debilitar los 
		vínculos sociales. 
		Por el contrario, unos vínculos sólidos dependen de una asociación 
		larga; en un plano más personal, dependen de una disposición a 
		establecer compromisos con los demás. 
		La lealtad institucional es una trampa en una economía en la que los 
		“conceptos comerciales, el diseño de los productos, el espionaje de los 
		competidores, el equipo de capital y toda clase de conocimientos tienen 
		unos periodos de vida verdaderos mucho más breves 
		24 Para hacer frente a 
		las realidades actuales, el desapego y la cooperación superficial son 
		una armadura mejor que el comportamiento basado en los valores de 
		lealtad y servicio. 
		Trasladado al terreno de la familia, el lema “nada a largo plazo” 
		significa moverse continuamente, no comprometerse y no sacrificarse. 
		Lo que Rico quiere decir es que los niños no ven que el compromiso se 
		practique en la vida, o en la generación de sus padres. 
		Si se practica en casa, el trabajo en equipo es destructivo, y refleja 
		una falta de autoridad y de orientación en la educación de los niños. 
		25 Para esta pareja 
		moderna (Rico-Jeannette), el problema es precisamente el contrario: cómo 
		proteger las relaciones familiares para que no sucumban a los 
		comportamientos a corto plazo, el modo de pensar inmediato y, 
		básicamente, el débil grado de lealtad y compromiso que caracterizan al 
		moderno lugar de trabajo. En lugar de los valores cambiantes de la nueva 
		economía, la familia debería valorar la obligación, la honradez, el 
		compromiso y la finalidad. 
		Este conflicto entre familia y trabajo plantea algunas cuestiones... 
		¿Cómo pueden perseguirse objetivos a largo plazo en una sociedad a corto 
		plazo? ¿Cómo sostener relaciones sociales duraderas? ¿Cómo puede un ser 
		humano desarrollar un relato de su identidad e historia vital en una 
		sociedad compuesta de episodios y fragmentos? Las condiciones de la 
		nueva economía se alimentan de una experiencia que va a la deriva en el 
		tiempo, de un lugar a otro lugar, de un empleo a otro. 
		El capitalismo del corto plazo amenaza con corroer su carácter, en 
		especial aquellos aspectos del carácter que unen a los seres humanos 
		entre sí y brindan a cada uno de ellos una sensación de un yo sostenible 
		27 Las formas de 
		comportamiento flexible no le han servido a Rico en su papel de padre o 
		de miembro de una comunidad; quiere mantener las relaciones sociales y 
		ofrecer una orientación duradera. Es contra los vínculos rotos en el 
		trabajo, contra la amnesia deliberada de sus vecinos y el fantasma de 
		sus hijos convertidos en “ratas de centro comercial” que postula la idea 
		de valores duraderos. Y por eso, Rico se encuentra atrapado en una 
		trampa. 
		28 La flexibilidad lo ha 
		empujado a afirmar que la auténtico fuerza de voluntad es la esencia de 
		su ética 
		30 Las especiales 
		características del tiempo en el neocapitalismo han creado un conflicto 
		entre carácter y experiencia, la experiencia de un tiempo desarticulado 
		que amenaza la capacidad de la gente de consolidar su carácter en 
		narraciones duraderas. 
		A lo largo de la mayor parte de la historia humana, la gente ha aceptado 
		que la vida cambia de repente por culpa de las guerras, las hambrunas y 
		otras catástrofes, y también que, para sobrevivir, hay que improvisar. 
		En 1940, nuestros padres y abuelos estaban desbordados por la angustia, 
		tras haber resistido el desastre de la Gran Depresión y hacer frente a 
		la sombría perspectiva de una guerra mundial. 
		Lo que hoy tiene de particular la incertidumbre es que existe sin la 
		amenaza de un desastre histórico; y en cambio, está integrada en las 
		prácticas cotidianas de un capitalismo vigoroso. La inestabilidad es 
		algo normal... Es posible que la corrosión del carácter sea una 
		consecuencia inevitable. La consigna “nada a largo plazo” desorienta la 
		acción planificada, disuelve los vínculos de confianza y compromiso y 
		separa la voluntad del comportamiento. 
		32 
		Rutina 
		La sociedad moderna se rebela contra la rutina, el tiempo burocrático 
		que puede paralizar el trabajo, el gobierno u otras instituciones. 
		Sin embargo, en los albores del capitalismo industrial, no era tan 
		evidente que la rutina fuera una lacra. A mediados del siglo XVIII 
		parecía que el trabajo repetitivo podía conducir en dos direcciones 
		diferentes: una positiva y fructífera, otra destructiva. El lado 
		positivo de la rutina aparece descrito en la gran Enciclopedia de 
		Diderot publicada entre 1751 y 1772; el lado negativo de la jornada de 
		trabajo regular se describe con tintes radicalmente distintos en La 
		riqueza de las naciones de Adam Smith, publicado en 1776. Diderot creía 
		que la rutina en el trabajo podía ser como cualquier otra forma de 
		memorización, un profesor necesario; Smith, por su parte, creía que la 
		rutina embotaba la mente. Hoy, la sociedad está del lado de Smith. 
		33 En la época de 
		Diderot: la casa estaba separada del lugar de trabajo. Hasta mediados 
		del siglo XVIII, la casa era el centro físico de la economía. En el 
		campo, la familia fabricaba la mayoría de las cosas que consumía; en 
		ciudades como París o Londres, los oficios también tenían su sede en la 
		vivienda familiar. 
		Diderot describe un nuevo orden de trabajo, separado del domus. La 
		fábrica no daba alojamiento.... Veía esta separación como algo positivo: 
		era su aspecto atractivo 
		34 El secreto de este 
		orden industrial radica en sus exactas rutinas. En la fábrica que 
		describe Diderot todo tiene un lugar fijo y en la que todo el mundo sabe 
		lo que tiene que hacer. No obstante, para Diderot, esta clase de rutina 
		no implicaba la simple e interminable repetición mecánica de una tarea. 
		El maestro que le insiste a un alumno para que memorice cincuenta versos 
		de un poema, lo que quiere es ver la poesía almacenada en el cerebro d3 
		su alumno, como dato siempre disponible y utilizable para juzgar otros 
		poemas. En la paradoja del comediante, Diderot intentó explicar cómo 
		actores y actrices dilucidan poco a poco los misterios de un personaje 
		repitiendo la letra una vez tras otra. Y en el trabajo industrial 
		esperaba encontrar las mismas virtudes de la repetición. 
		En gran parte, “ritmo” de trabajo significa que si repetimos una 
		operación dada, descubrimos cómo acelerar o aminorar la marcha, 
		aprendemos a hacer variaciones, jugar con los materiales, desarrollar 
		nuevas prácticas, igual que un músico aprende a manejar el tiempo 
		mientras interpreta una pieza. Gracias a la repetición y al ritmo, el 
		trabajador puede alcanzar, según Diderot, “la unidad de la mente y la 
		mano”. 
		35 Naturalmente, esto es 
		sólo un ideal. Diderot nos ofrece una prueba visual muy sutil para hacer 
		que suene convincente 
		Aunque Diderot era más inclinado a teorizar, creía, como Voltaire, que 
		al dominar la rutina y sus ritmos la gente llegaba a dominar su trabajo 
		y se tranquilizaba a la vez. 
		Para Adam Smith, estas imágenes de evolución ordenada, de fraternidad y 
		serenidad, representan un sueño imposible. La rutina ahora el espíritu. 
		La rutina, al menos en la forma del capitalismo emergente que él 
		observó, parecía negar cualquier conexión entre el trabajo corriente y 
		el papel positivo de la repetición en el arte. 
		Smith es algo más que un 
		apóstol de la libertad económica, pues era plenamente consciente del 
		lado oscuro del mercado, una conciencia que desarrolló especialmente al 
		considerar la organización rutinaria del tiempo en el nuevo sistema 
		económico. 
		La riqueza de las 
		naciones se basa en un solo gran concepto: Smith creía que la libre 
		circulación de dinero, bienes y trabajo exigiría que la gente hiciera 
		trabajos cada vez más especializados. El crecimiento del mercado libre 
		va acompañado de una división del trabajo en la sociedad. 
		36 Las dimensiones numéricas del intercambio –sea el tamaño de la masa 
		monetaria o la cantidad de bienes en el mercado- son inseparables de la 
		especialización de la función productiva. 
		Al igual que el molino de papel de Diderot, la fábrica de Smith es un 
		lugar para trabajar, no para vivir. La separación de la casa y el 
		trabajo es, según Smith, la más importante de todas las divisiones 
		modernas del trabajo. Y, al igual que la de Diderot, la fábrica de Smith 
		funciona de manera ordenada gracias a una rutina en la que cada 
		trabajador desempeña una sola función. Para Smith, desde el punto de 
		vista humano, es desastroso organizar así la jornada de trabajo. 
		El mundo en el que vivió Smith estaba, por supuesto, familiarizado con 
		la rutina y la programación del tiempo. A partir del siglo VI, las 
		campanas de las iglesias habían dividido el día en sus unidades 
		religiosas; a comienzos de la Edad Media los benedictinos dieron un paso 
		importante al instituir el repique de campanas para distinguir las horas 
		de trabajo de las horas de comida, así como las horas para la oración. 
		Más próximos a los días de Smith, los relojes mecánicos reemplazaron las 
		campanas, y, a mediados del siglo SVIII, los relojes de bolsillo estaban 
		ya muy difundidos. La hora matemáticamente exacta podía saberse al 
		margen de l lugar en que se encontrara una persona.  
		37 En “La riqueza de las 
		naciones”, a medida que nos adentramos en el texto, el panorama se 
		ensombrece: la fábrica de clavos se convierte en un lugar más siniestro. 
		Smith reconoce que dividir las tareas en las partes integrantes de un 
		clavo condenaría a los individuos a un día mortalmente aburrido, en el 
		que se pasarían realizando una minúscula porción del trabajo hora tras 
		hora; en un momento dado, la rutina se vuelve autodestructiva, porque 
		los seres humanos pierden el control sobre sus propios esfuerzos; la 
		falta de control sobre el tiempo de trabajo significa la muerte mental 
		de las personas. 
		Smith creía que el 
		capitalismo de su época estaba cruzando esa gran línea divisoria; cuando 
		afirma que “los que trabajan más ganan menos”, piensa en términos 
		humanos más que en términos de salario. 
		 
		El trabajador industrial no sabe nada de la presencia de ánimo y 
		expresividad del actor que ha memorizado mil versos; la comparación de 
		Diderot es, en consecuencia, falsa, porque el obrero no controla su 
		trabajo. 
		38 En la “Teoría de los 
		sentimientos morales”, un libro anterior a “La riqueza de las naciones”, 
		Smith había abogado por las virtudes de la solidaridad mutua y la 
		capacidad de identificarse con los sentimientos ajenos. La solidaridad, 
		decía, es un sentimiento moral espontáneo, estalla cuando un hombre o 
		una mujer comprenden de repente los sufrimientos o las tensiones de 
		otro. No obstante, la división del trabajo aplaca los estallidos 
		espontáneos; la rutina reprime la solidaridad. Sin duda alguna, Smith 
		identificaba el crecimiento de los mercados y la división del trabajo 
		con el progreso material de la sociedad, pero no con su progreso moral, 
		y las virtudes de la solidaridad revelan algo quizá más sutil sobre el 
		carácter individual. 
		Para Smith, la erupción 
		espontánea de solidaridad supera a la voluntad, arrastra a un hombre o a 
		una mujer a emociones que escapan a su control, como la súbita 
		identificación con los fracasos de la sociedad o la compasión por los 
		cobardes o los mentirosos habituales... No hay nada predecible ni 
		rutinario en la solidaridad. 
		Al hacer hincapié en la 
		importancia ética de tales estallidos emocionales, la voz de Smith se 
		distinguió de la de sus contemporáneos, muchos de los cuales 
		consideraban que el carácter humano, en su aspecto ético, tenía poco que 
		ver con los sentimientos espontáneos o con la voluntad. 
		Para muchos de estos contemporáneos, el carácter comienza a actuar 
		cuando hacemos nuestro deber 
		39 El carácter le parece 
		a Smith formado por la historia y sus giros impredecibles. Una vez 
		establecida, una rutina no permite muchas cosas en el sentido de 
		construcción de una historia personal; para desarrollar el carácter, es 
		necesario romper la rutina. 
		Smith celebraba el 
		carácter de los comerciantes, pues creía que actuaban de manera 
		responsable y solidaria con las exigencias cambiantes de cada momento; 
		del mismo modo se compadecía del estado del carácter de los obreros 
		industriales, uncidos al yugo de la rutina. 
		No debería sorprendernos 
		que Marx fuera un atento lector de Adam Smith, aunque de ningún modo 
		elogiara el comercio y a quienes lo practicaban. En su juventud, Marx 
		admiraba al menos la teoría general de la espontaneidad expuesta en la 
		“Teoría de los sentimientos morales”; ya más adulto y sereno, se centró 
		directamente en la descripción que hace Smith de los males de la rutina, 
		la división del trabajo sin el control de los trabajadores. Éstos son 
		los ingredientes básicos del análisis marxista del tiempo parcelizado. A 
		la descripción de Smith, Marx le añadió la comparación con prácticas más 
		antiguas del sistema alemán del Tagwerk, en el que los trabajadores 
		recibían la paga al final del día. En dicho sistema, el trabajador podía 
		adaptarse a las condiciones de su entorno haciendo distintos trabajos 
		según lloviera o hiciera un día despejado, u organizando las tareas de 
		acuerdo con las entregas de suministros. Ese trabajo tenía un ritmo, 
		porque era el trabajador quien lo controlaba. 
		Los temores que Adam 
		Smith albergaba hacia el tiempo rutinario pasaron a nuestro siglo en el 
		fenómeno conocido con el nombre de “fordismo”. 
		40 En los años 
		1910-1914, la Ford Motor Company de Higland Park se consideraba un 
		glorioso ejemplo de división tecnológica del trabajo. En cierto modo, 
		Henry Ford era un empleador humano; pagaba buenos sueldos según un 
		régimen de cinco dólares diarios, equivalentes a ciento veinte dólares 
		en 1997, e incluía a sus trabajadores en un plan de participación en los 
		beneficios. En la fábrica, las operaciones eran otro asunto. Henry Ford 
		pensaba que las preocupaciones por la calidad de la vida laboral eran 
		“puras pamplinas” y que cinco dólares al día eran una retribución 
		bastante atractiva por aburrirse. 
		Antes de que Ford creara 
		las fábricas modelo como Higland Park, la industria del automóvil era de 
		base artesanal, con trabajadores altamente cualificados dedicados a 
		muchos trabajos complicados en un motor o en la carrocería en el curso 
		de una jornada de trabajo. Estos trabajadores disfrutaban de una gran 
		autonomía, y la industria del automóvil era, en realidad, un grupo de 
		talleres descentralizados. 
		Cuando Ford 
		industrializó el proceso de producción, favoreció el empleo de los 
		llamados obreros especializados en detrimento de los artesanos 
		cualificados; el trabajo reservado a los especializados eran las 
		operaciones en miniatura que requerían poco esfuerzo de pensamiento o 
		juicio 
		41 El psicólogo industrial Frederick W. Taylor creía que la maquinaria y 
		el diseño industrial podían ser terriblemente complejos en una gran 
		empresa, pero que no era necesario que los trabajadores comprendieran 
		esa complejidad; en realidad, afirma Taylor, cuanto menos se 
		“distrajeran” tratando de comprender el diseño del conjunto, con mayor 
		eficiencia se pondrían a hacer cada cual su trabajo. Los infames 
		estudios de Taylor sobre la relación tiempo/movimiento se realizaron con 
		un cronómetro, midiendo en centésimas de segundo el tiempo que se 
		tardaba en colocar un faro o un guardabarros. La gestión del 
		tiempo/movimiento llevó la imagen de la fábrica de Smith a un extremo 
		sádico, pero Taylor no dudaba de que sus cobayas humanas aceptarían 
		pasivamente que se las midiera y manipulara. 
		“Los trabajadores 
		desplegaban un amplio repertorio de técnicas para sabotear los estudios 
		de tiempo/movimiento y, por supuesto, hacían caso omiso de los métodos y 
		especificaciones cuando se interponían en su camino o entraban en 
		conflicto con sus propios intereses”. 
		Por otra parte, la criatura “estúpida e ignorante” de Smith se deprimía 
		en el trabajo, lo cual reducía su productividad. Los experimentos 
		efectuados en la fábrica de Hawthron de General Electric demostraron que 
		la productividad mejoraba cuando se trataba a los trabajadores como 
		seres humanos sensibles. En consecuencia, los psicólogos industriales, 
		como Elton Mayo, instaron a los empresarios a que se preocuparan más por 
		sus empleados y que incorporaran consultas psiquiátricas en el lugar de 
		trabajo. 
		42 Los males de la 
		rutina tuvieron su culminación en la generación de Enrico. En un estudio 
		clásico de los años cincuenta, Daniel Bell intentó analizar esta 
		agudización del problema en otra fábrica de automóviles, la de General 
		Motors, Michigan. 
		Una organización tan 
		compleja sólo podía funcionar por medio de reglas estrictas, lo que Bell 
		llamaba una “racionalidad de ingeniería”. Operaba en tres principios: 
		“la lógica del tamaño, la lógica del “tiempo métrico” y la lógica de la 
		jerarquía”. 
		La lógica del tamaño era 
		sencilla: cuanto más grande, más eficaz. Concentrar todos los elementos 
		de producción en un solo lugar como la Genral Motors de Michigan servía 
		para ahorrar energía y transporte de los materiales, y combinaba la 
		fábrica con las oficinas de ventas y de administración. 
		Sin embargo, la lógica de la jerarquía no era tan simple. 
		La “superestructura que 
		organiza y dirige la producción ... aparta del taller todo posible 
		trabajo intelectual; todo se concentra en los departamentos de 
		planificación, programación y diseño”. Desde el punto de vista 
		arquitectónico, este modelo requiere que los técnicos y directores estén 
		lo más lejos posible de la ruidosa maquinaria de las fábricas. Los 
		generales del trabajo perdieron así contacto físico con la tropa. No 
		obstante, el resultado sólo reforzó los entumecedores males de la rutina 
		para el trabajador en la base 
		43 El tiempo se 
		calculaba minuciosamente en todas las secciones de la extensa fábrica, 
		para que los directivos supieran con exactitud lo que se suponía que 
		cada trabajador estaba haciendo en un momento dado. 
		Esta estricta 
		organización del tiempo de trabajo se aplicaba también a medidas del 
		tiempo más largas en a empresa. La antigüedad se ajustaba con precisión 
		al número total de horas trabajadas para General Motors 
		En la generación de 
		Enrico, la métrica del tiempo se había convertido en algo distinto de un 
		acto de represión... Intensas negociaciones sobre estos horarios 
		preocupaban tanto al sindicato como a la dirección de General Motors; 
		las bases del sindicato prestaban suma atención, a veces apasionada, a 
		los números en juego en esas negociaciones. El tiempo rutinario se había 
		convertido en una arena en la cual los trabajadores podían hacer valer 
		sus reivindicaciones, una arena para la adquisición de poder. 
		Adam Smith no anticipó 
		este resultado político. 
		Los trabajadores 
		intentaron rutinizar el tiempo colocando sus ahorros en mutualidades, o 
		por medio de hipotecas para viviendas obtenidas mediante sociedades 
		constructoras. Actualmente no estamos muy dispuestos a pensar en el 
		tiempo rutinario como en una conquista, pero, dadas las tensiones, los 
		períodos de auge y las depresiones del capitalismo industrial, a menudo 
		fue así. 
		44 Hemos visto de qué manea Enrico, a partir de esta atención obsesiva a 
		la programación del tiempo, construyó una narración positiva para su 
		vida. La rutina puede degradar, pero también puede proteger; puede 
		descomponer el trabajo, pero también componer una vida. 
		Daniel Bell había aprendido que las insatisfacciones del trabajo, 
		incluso aquellas tan profundas que vacían el trabajo de toda 
		satisfacción, no conducen a los trabajadores a la rebelión: la 
		resistencia a la rutina no provoca la revolución. 
		A Marx, los 
		microrrelatos de la vida de trabajadores como Enrico le habrían parecido 
		ininteligibles contrastados con la escala más amplia de la historia, o 
		meras adaptaciones a las circunstancias. 
		Por este motivo, el viejo debate entre Denis Didedot y Adam Smith sigue 
		vivo. Diderot no creía que la rutina fuera degradante; al contrario, 
		creía que la rutina fomentaba la aparición de una narrativa a medida que 
		las reglas y los ritmos del trabajo evolucionan gradualmente. 
		45 El mayor heredero 
		moderno de Diderot, el sociólogo Anthony Giddens, ha intentado mantener 
		viva la idea de aquél, señalando el valor fundamental de la costumbre en 
		las prácticas sociales y en la autocomprensión; probamos alternativas 
		sólo en relación con hábitos que ya hemos dominado. Imaginar una vida de 
		impulsos momentáneos, de acciones a corto plazo, desprovista de rutinas 
		sostenibles, una vida sin hábitos, es, en el fondo, imaginar una 
		existencia sin sentido. 
		Hoy, en la cuestión de 
		la rutina, nos encontramos en una línea divisoria. El nuevo lenguaje de 
		la flexibilidad implica que la rutina está desapareciendo en los 
		sectores dinámicos de la economía. Sin embargo, la mayor parte del 
		trabajo sigue inscrito en el círculo del fordismo. 
		Al menos dos tercios de 
		los empleos modernos son repetitivos en una forma que Adam Smith 
		reconocería como afín a las practicadas en su fábrica de tachuelas y 
		clavos. El uso de los ordenadores en el trabajo implica, para la 
		mayoría, tareas totalmente rutinarias, como la recogida de datos, por 
		ejemplo. Si, como Diderot y Giddens, creemos que es el trabajo no tiene 
		por qué ser intrínsecamente degradante, nos centraríamos entonces en las 
		condiciones de trabajo en las que se realiza, y esperaríamos que las 
		fábricas y las oficinas se parecieran más a una cooperativa, escenarios 
		que favorezcan el trabajo tal como aparece en la narración de Diderot. 
		Si, no obstante, nos 
		inclináramos a considerar la rutina como degradante en sí misma, 
		entonces atacaríamos la naturaleza misma del proceso de trabajo, 
		repudiaríamos la rutina y a su madre, la mano muerta de la burocracia. 
		46 En ese caso, la 
		cuestión sería: ¿la flexibilidad, con todos los riesgos e incertidumbres 
		que comporta, remediará el problema humano que se propone atacar? Aun 
		suponiendo que la rutina tiene un efecto apaciguador sobre el carácter, 
		¿cómo podrá la flexibilidad producir un ser humano más comprometido? 
		47 
		Flexible 
		Hoy la sociedad busca vías para acabar con los males de la rutina 
		creando instituciones más flexibles. No obstante, las prácticas de la 
		flexibilidad se centran principalmente en las fuerzas que doblegan a la 
		gente. 
		 
		 
		48 Los economistas del siglo XIX opusieron la flexibilidad del 
		empresario al aburrido y lento empeño de los obreros industriales. 
		Mientras que Adam Smith 
		era un moralista de la solidaridad, los economistas políticos que lo 
		siguieron se concentraron en un valor ético diferente. Para Mill, es el 
		comportamiento flexible lo que genera la libertad humana. 
		El ser humano es libre 
		porque es capaz de cambiar. No obstante, en nuestro tiempo, la nueva 
		economía política traiciona este deseo personal de libertad. La 
		repugnancia a la rutina burocrático y la búsqueda de la flexibilidad han 
		producido nuevas estructuras de poder y control en lugar de crear las 
		condiciones de liberación. 
		El sistema de poder que 
		acecha en las formas modernas de flexibilidad está compuesto de tres 
		elementos: reinvención discontinua de las instituciones, especialización 
		flexible de la producción y concentración sin centralización del poder. 
		49 En el ámbito del 
		trabajo, los ritmos que Diderot describió en el molino de papel, o los 
		hábitos descritos por Anthony Giddens, ilustran la primera sensación de 
		un tiempo que cambia dentro de un continuum. En comparación, el cambio 
		flexible pretende reinventar las instituciones de manera decisiva e 
		irrevocable, de modo que el presente se vuelve discontinuo del pasado. 
		La piedra angular de las modernas prácticas de dirección de empresas es 
		la creencia en que las redes flexibles son más abiertas que las 
		jerarquías piramidales –como las de la era fordista- a una reinvención 
		radial. En la red, la unión entre nódulos es más flexible; se puede 
		separar una parte –en teoría, al menos- sin destruir a las demás. El 
		sistema es fragmentario, y en ello reside la oportunidad de intervenir. 
		Los directores de 
		empresa recurren a programas de software que estandarizan los 
		procedimientos operativos (SIMS). 
		50 El término corriente 
		para esas prácticas es reengineering (“reingeniería, reinvención”), cuyo 
		resultado básico es la reducción de puestos de trabajo. Las estimaciones 
		de las cifras de trabajadores americanos afectados por una reducción de 
		plantilla desde 1980 a 1995 varían de un cálculo –a la baja- de 13 
		millones, a la espectacular cifra de 39 millones. Estas reducciones han 
		tenido una conexión directa con el aumento de la desigualdad, pues sólo 
		una minoría de los trabajadores de mediana edad despedidos han 
		encontrado otro trabajo con un salario igual o superior. 
		Reingeniería significa 
		hacer más con menos. 
		Sin embargo, exagerar la eficacia de la reingeniería puede conducir a 
		engaño. El cambio irreversible se produce precisamente porque la 
		reingeniería puede se un proceso sumamente caótico. 
		51 Los beneficios 
		esperados resultan efímeros, la organización pierde dirección. Los 
		cambios institucionales, en lugar de seguir la trayectoria de una flecha 
		guiada, apuntan en direcciones diferentes y a veces conflictivas. 
		El nuevo régimen ha 
		pretendido eliminar los males de la rutina en nombre de una mayor 
		productividad. 
		La moral y la motivación 
		de los trabajadores bajaron en picado con los diversos recortes. Los 
		trabajadores que sobrevivieron se quedaron, más que exultantes por una 
		victoria competitiva frente a los despedidos, esperando el nuevo golpe 
		de hacha. 
		Aunque las medidas de 
		productividad a gran escala son infinitamente complejas, al menos hay 
		buenos motivos para dudar de que la época actual sea más productiva que 
		el pasado reciente. Si tomamos el PIB, el crecimiento fue mayor en la 
		era de los dinosaurios burocráticos; las tasas de productividad han 
		disminuido en todas las grandes sociedades industriales. 
		52 Algunos economistas 
		han llegado a afirmar que si se suman todos los costes del trabajo 
		informatizado, la tecnología, en realidad, arroja un déficit de 
		productividad. 
		Ineficiencia o 
		desorganización no significan, sin embargo, que el cambio brusco y 
		perturbador sea una medida sin pies ni cabeza. Estas reorganizaciones 
		institucionales indican que el cambio es real, y , como sabemos 
		demasiado bien, el valor en Bolsa de las instituciones en curso de 
		reorganización suele subir, como si cualquier cambio fuera mejor que 
		seguir igual que antes. En la operación de los mercados modernos, el 
		trastorno de las organizaciones se ha vuelto rentable. 
		Sin embargo, hay razones más fundamentales que impulsan al capitalismo a 
		buscar el cambio radical e irreversible, por más desorganizado e 
		improductivo que sea. Y la razón se relaciona con la inestabilidad de la 
		demanda del consumo.... Esta inestabilidad de la demanda da lugar a la 
		segunda característica de los regímenes flexibles, a saber, la 
		especialización flexible de la producción. 
		La especialización flexible trata de conseguir productos más variados 
		cada vez más rápido. 
		53 Las empresas cooperan 
		y compiten a la vez, buscando sectores del mercado que cada una de ellas 
		va ocupando con carácter temporal más que permanente y adaptándose a la 
		corta vida de productos como el vestido, los textiles o las piezas de 
		maquinaria. 
		La especialización 
		flexible es la antítesis del sistema de producción encarnado por el 
		fordismo. Hoy, en la fabricación de coches y camiones, la vieja y 
		kilométrica cadena de montaje que estudió Daniel Bell ha sido 
		reemplazada por islotes de producción especializada. 
		Además, esta forma de 
		producción requiere una rápida toma de decisiones, y por eso es 
		apropiado para el pequeño grupo de trabajo. 
		El ingrediente más 
		sabroso de ese nuevo proceso productivo es la disposición a dejar que 
		las demandas cambiantes del mundo exterior determinen la estructura 
		interna de las instituciones. Todos estos elementos de receptividad 
		contribuyen a la aceptación del cambio decisivo y brusco. 
		55 Los regímenes del 
		Rhin (capitalismo europeos: sociales) tienden a frenar el cambio cuando 
		perjudica a los ciudadanos con menos poder, mientras que el régimen 
		angloamericano se inclina más hacia los cambios en la organización y en 
		las prácticas laborales aunque los más débiles tengan que pagar un 
		precio por ello. El modelo renano no se lleva del todo mal con la 
		burocracia estatal, mientras que el angloamericano opera basándose en el 
		principio de que el gobierno es culpable hasta que no se demuestre su 
		inocencia. 
		“Neoliberalismo” 
		se aplica a menudo al modelo angloamericano. “Capitalismo de Estado” es 
		la fórmula con la que se clasifica al modelo renano. 
		Ambos regímenes tienen 
		defectos, pero diferentes. El angloamericano, con baja tasa de 
		desempleo, presenta una creciente desigualdad en los salarios. Nadie 
		puede negar que la realidad de la actual desigualdad de la riqueza en el 
		régimen angloamericano es asombrosa. 
		56 Mientras que en los 
		regímenes renanos la brecha en los salarios no ha aumentado tanto en la 
		última generación, el desempleo se ha vuelto una maldición. 
		El régimen 
		angloamericano tiene pleno empleo, pero pocas restricciones políticas a 
		la desigualdad de ingresos, mientras que los sistemas de los Estados del 
		bienestar del modelo renano, más sensibles a los problemas de los 
		trabajadores, son un obstáculo a la creación de empleo. El mal que 
		escogemos depende del bien que persigamos. 
		57 
		Concentración sin centralización. 
		Uno de los alegatos a favor de la nueva organización del trabajo es que 
		descentraliza el poder, es decir, que da a la gente de categoría 
		inferior más control sobre sus propias actividades. Obviamente se trata 
		de una afirmación falsa. 
		Los nuevos sistemas de 
		información proporcionan a los directivos un amplio cuatro de la 
		organización y dejan a los individuos, al margen de cuál sea su lugar en 
		la red, poco espacio para esconderse; SIMS, al tratar solamente con sus 
		superiores inmediatos, ocupa el lugar de las negociaciones que podrían 
		proteger a los individuos. 
		La sobrecarga de 
		dirección de los pequeños grupos de trabajo con muchas tareas diferentes 
		es una característica frecuente de la reorganización de empresa. 
		Realizar estos experimentos con decenas o con cientos de miles de 
		empleados requiere inmensos puestos de mando. A la economía de la 
		desigualdad se suman así nuevas formas de poder desigual y arbitrario 
		dentro de la organización. 
		El poder jerárquico 
		permanece firme en su lugar también en este tipo de producción; la 
		empresa grande mantiene bajo su control al cambiante “cuerpo de baile” 
		de las empresas que dependen de ella, les pasan los descensos en el 
		ciclo comercial o los productos que han fracasado a sus socios más 
		débiles, que están más apretados. Las islas de trabajo permanecen al 
		alcance de la península de poder. 
		58 El control puede 
		ejercerse fijando objetivos de producción o de beneficios para una 
		amplia variedad de grupos de la organización, y cada unidad tiene la 
		libertad de alcanzarlos como le parezca conveniente. Sin embargo, esta 
		libertad es engañosa. Es raro que las organizaciones flexibles se fijen 
		objetivos fáciles de alcanzar; por lo general, las unidades son 
		presionadas para que produzcan o ganen mucho más de lo que está dentro 
		de su capacidad inmediata. 
		El esfuerzo, a pesar de esas realidades, es empujar a esas unidades más 
		y más; la presión viene de la cumbre de la jerarquía institucional. 
		Desafiar el viejo orden 
		burocrático no ha traído consigo menos estructura institucional. 
		“Concentración sin centralización” es una manera de transmitir la 
		operación de mando en una estructura que ya no tiene la claridad de una 
		pirámide –la estructura institucional se ha vuelto más intrincada, no 
		más sencilla-. Ésta es la razón por la cual la palabra misma, 
		“desburocratización” , es confusa y a la vez torpe. En las 
		organizaciones modernas que practican la concentración sin 
		centralización, la dominación desde arriba es, a la vez, fuerte y 
		amorfa. 
		Una manera de comprender 
		la manera como encajan los tres elementos del régimen la encontramos en 
		la organización del tiempo en el lugar de trabajo. Actualmente, las 
		organizaciones flexibles están experimentando una organización distinta 
		de la jornada laboral, el llamado “horario flexible”. En lugar de turnos 
		fijos que no varían de un mes a otro, la jornada de trabajo es un 
		mosaico de gente con horarios diferentes y más personalizados, 
		 
		59 Este mosaico de 
		horarios parece muy lejos de la monótona organización del trabajo en la 
		fábrica de Smith; en realidad, parece ser una liberación de los 
		horarios, una auténtica victoria de la organización moderna sobre la 
		rutina de toda la vida. Sin embargo, la realidad del horario flexible es 
		bien distinta.  
		El horario flexible 
		surgió con la nueva entrada de mujeres en el mercado de trabajo. El 
		número de mujeres pobres que trabajan siempre ha sido mayor que el de 
		mujeres de la burguesía. En la última generación, una importante 
		cantidad de mujeres de clase media han entrado en las filas del trabajo 
		en Estados Unidos, Europa y Japón y han seguido formando parte de la 
		fuerza de trabajo incluso después de tener hijos, sumándose a las 
		mujeres que ya trabajan en servicios de menor nivel y en el sector de 
		manufacturas. 
		La necesidad, así como 
		el deseo personal, ha impulsado el trabajo femenino; hoy, un estándar de 
		vida de clase media requiere por lo general dos asalariados adultos. No 
		obstante, estas mujeres trabajadoras necesitaban un horario de trabajo 
		más flexible; al margen de su clase social, muchas de ellas trabajan a 
		tiempo parcial y siguen siendo madres a tiempo completo. 
		La llegada de más 
		mujeres de clase media a la fuerza de trabajo contribuyó a una mayor 
		innovación en el horario flexible, sea a tiempo completo, sea a tiempo 
		parcial. Ahora estos cambios ya han traspasado las barreras de los sexos 
		y los hombres también tienen horarios más elásticos. 
		60 En los Estados Unidos, los hombres y las mujeres blancos de clase 
		media tienen hoy mayor acceso a los horarios flexibles que los operarios 
		de una fábrica o los trabajadores hispanos. El horario flexible es un 
		privilegio de la jornada de trabajo; el trabajo por las tarde so por la 
		nov aún recae en las clases menos privilegiadas. 
		El horario flexible no 
		se parece al calendario de vacaciones que permite a los trabajadores 
		saber exactamente qué esperar; tampoco es comparable al total de horas 
		de trabajo semanales que una empresa puede fijar para sus empleados de 
		nivel inferior. La programación flexible del horario es más un beneficio 
		otorgado a empleados privilegiados que un derecho de los trabajadores; 
		es un beneficio injustamente distribuido y estrictamente racionado. 
		Si el horario flexible 
		ha de considerarse una recompensa, también coloca al empleado bajo el 
		estricto control de la institución. Consideremos, por ejemplo, el más 
		flexible de los horarios flexibles, el trabajo en casa. Esta recompensa 
		les provoca una gran ansiedad a los empleadores, pues temen perder el 
		control de los trabajadores no presentes en la empresa y sospechan que 
		los que se quedan en casa abusarán de esa libertad. Como resultado, se 
		ha puesto en marcha un montón de controles:... controles Intranet para 
		vigilar al trabajador ausente; los supervisores suelen abrir el correo 
		electrónico, etc... 
		61 De esta manera, los 
		trabajadores cambian una forma de sumisión al poder –cara a cara- por 
		otra, que es electrónica. 
		La microgestión del 
		tiempo sigue realizándose a paso acelerado, aunque el tiempo parezca 
		desregulado en comparación con los males de la fábrica de Smith o del 
		fordismo. 
		El trabajo está descentralizado desde el punto de vista físico, pero el 
		poder ejercido sobre los trabajadores es más directo. El teletrabajo es 
		la última isla del nuevo régimen. 
		En la rebelión contra l rutina, la aparición de nueva libertad es 
		engañosa. 
		65 Los verdaderos vencedores no sufren por la fragmentación. Los 
		estimula, en cambio, el trabajo simultáneo en muchos frentes diferentes. 
		La capacidad de 
		desprenderse del pasado, la seguridad necesario para aceptar la 
		fragmentación; éstos son dos rasgos del carácter entre las personas que 
		de verdad se sienten cómodas en el nuevo capitalismo. 
		Estos mismos rasgos de 
		carácter que fomentan la espontaneidad se vuelven más autodestructivos 
		para los que trabajan en escalones más bajos del régimen flexible. 
		83 El Riesgo 
		La disposición a arriesgar ya no es el territorio exclusivo de los 
		capitalistas de riesgo o de individuos sumamente temerarios. El riesgo 
		tiende a volverse una necesidad diaria sostenida por las masas. 
		 
		84 Algunos autores invocan la imagen del trabajo continuamente cambiado 
		de tiesto, como una planta en crecimiento, y con el trabajador como 
		jardinero. La inestabilidad misma de las organizaciones flexibles impone 
		a los trabajadores la necesidad de “cambiar de tiesto”, es decir, de 
		asumir riesgos en su trabajo. El manual de empresariales es típico en el 
		sentido de hacer de esa necesidad virtud. La teoría es que asumir 
		riesgos rejuvenece, y las energías se recargan sin cesar. Esta actividad 
		de cambiar la planta de un tiesto a otro es una imagen tranquilizadora 
		En lugar del drama estremecedor de las apuestas, el riesgo se vuelve 
		algo normal y corriente. 
		85 Según argumenta el 
		psicólogo Tversky, el foco emocional de la gente es la pérdida.... En la 
		vida cotidiana, la gente se preocupa más por las pérdidas que por las 
		ganancias cuando asumen riesgos en sus carreras o matrimonios: “la gente 
		es mucho más sensible a los estímulos negativos que a los positivos... 
		Hay pocas cosas que hacen que uno se sienta mejor, pero la cantidad de 
		cosas que nos hacen sentir peor es infinita” 
		86 La investigación de 
		Tversky y Kahneman sugiera que, al hablar sobre el riesgo, utilizamos la 
		expresión “exponerse al riesgo”, algo que en sí es más deprimente que 
		prometedor. Vivir en continuo estado de vulnerabilidad es la propuesta 
		que, tal vez sin querer, hacen los autores de los manuales de 
		empresariales cuando celebran el riesgo cotidiano de la empresa 
		flexible. 
		Al riesgo le falta matemáticamente el aspecto de una narración en la que 
		un suceso conduce al siguiente y lo condiciona. 
		88 En el capitalismo 
		flexible, la desorientación que implica moverse hacia la incertidumbre 
		se verifica de tres maneras concretas: “movimientos ambiguamente 
		laterales”, “pérdidas retrospectivas” e “ingresos impredecibles”. 
		- La gente que cambia de 
		trabajo experimenta con gran frecuencia lo que los sociólogos han 
		denominado “movimientos ambiguamente laterales”. Son movimientos en los 
		que una persona se mueve en realidad hacia un lado aun cuando cree que 
		se mueve hacia arriba en la red flexible. 
		- “Pérdidas 
		retrospectivas” en una red flexible. Puesto que la gente que se arriesga 
		a moverse en organizaciones flexibles suele tener poca información 
		fiable sobre lo que conlleva una nueva posición, sólo retrospectivamente 
		se da cuenta de que ha tomado decisiones equivocadas. Si lo hubieran 
		sabido, no se habrían arriesgado 
		- El cálculo más 
		realista que la gente quiere hacer cuando cambia de trabajo es saber si 
		ganará más dinero; las estadísticas sobre los ingresos del cambio en la 
		economía actual son desalentadoras. Hoy, la mayoría pierde cuando cambia 
		de trabajo.. Hace una generación, las cifras eran a la inversa; se 
		mejoraba un poco más pasándose a una nueva empresa que por medio de un 
		ascenso dentro de la antigua. 
		91 La cultura moderna 
		del riesgo se caracteriza porque no moverse es sinónimo de fracaso, y la 
		estabilidad parece casi una muerte en vida. Por lo tanto, el destino 
		importa menos que el acto de partir. 
		Quedarse quieto equivale a 
		quedar fuera de juego. 
		Por lo tanto, la decisión misma de marcharse se parece ya a llegar a 
		algún sitio; lo que importa es que uno ha decidido partir. Numerosos 
		estudios del riesgo señalan que el “subidón” estimulante viene cuando se 
		decide cambiar, marcharse. 
		Para la gente con 
		vínculos débiles o superficiales con el trabajo, hay muy pocas razones 
		para permanecer en tierra. Algunos indicadores materiales del viaje 
		serían laborales o salariales, pero los movimientos laterales, las 
		pérdidas retrospectivas y unas pautas salariales ilegibles borran estos 
		indicadores de los progresos realizados. Por eso se vuelve tan difícil 
		orientarse socialmente, más difícil que en el sistema de clases del 
		pasado. 
		No es que la desigualdad 
		y la diferencia social hayan desaparecido; nada más lejos que eso. Antes 
		bien, es como si ponerse en movimiento suspendiera de repente la 
		realidad personal: nadie es tan calculador ni escoge tan racionalmente, 
		pero espera que algo surja con el cambio. 
		93 La flexibilidad 
		acentúa la desigualdad a través de ese mercado en que el ganador se lo 
		lleva todo. 
		94 El imperativo 
		“arriesgarse” está más ampliamente divulgado en la cultura moderna. El 
		riesgo es una prueba de carácter: lo importante es hacer el esfuerzo, 
		aprovechar la oportunidad, aun cuando sepamos que estamos condenados a 
		fracasar, una actitud que se ve reforzada por un fenómeno psicológico 
		común. 
		96 En Estados Unidos, la 
		cantidad de hombres de 55-64 años que trabajan ha descendido de casi el 
		80% en 1970 al 65% en 1990. Las cifras del Reino Unido son virtualmente 
		las mismas; en Francia, el número de hombres que trabajan al final de la 
		llamada edad mediana ha bajado del 75% a casi un poco más del 40%; en 
		Alemania, de casi el 80% a muy poco más del 50%. Al comienzo de la vida 
		laboral se constata también una disminución, pero menor; la edad en que 
		la gente joven empieza a trabajar se retrasa unos cuantos años a causa 
		del énfasis creciente 
		Manuel Castells predice 
		que “el tiempo de trabajo real podría reducirse a 30 años” (de los 24 a 
		los 54 con un tiempo de vida real de 75-80 años). El período de vida 
		productiva se está reduciendo a la mitad de la vida biológica, y los 
		trabajadores de más edad abandonan la escena mucho antes de estar mental 
		o físicamente incapacitados. 
		Dar importancia a la 
		juventud es una consecuencia de la compresión de la vida laboral. En el 
		siglo XIX, preferir a la juventud sólo era cuestión de mano de obra 
		barata. 
		En el capitalismo 
		actual, esa relación entre salario bajo y juventud aún existe, muy 
		especialmente en fábricas y talleres de las zonas menos desarrolladas 
		del mundo, donde las condiciones de contratación e higiene son pésimas. 
		Sin embargo, son otros los atributos de la juventud que hoy parecen 
		hacerla atractiva en niveles más altos del mundo laboral, y estos 
		atributos pertenecen más al ámbito de los prejuicios sociales. 
		Los puntos a favor de la 
		juventud y los aspectos negativos de la edad en las organizaciones 
		flexibles : 
		-Se argumentaba que los trabajadores mayores tienen modos de pensar 
		inflexibles y son reacios al riesgo, y también carecen de la energía 
		física necesaria para hacer frente a las exigencias de la vida en un 
		trabajo flexible, convicciones que se expresan en imágenes como 
		“personal inútil”. 
		- La flexibilidad es sinónimo de juventud; la rigidez es sinónimo de 
		vejez. 
		97 Estos prejuicios 
		sirven a diversos propósitos. Por ejemplo, encasillar a los trabajadores 
		de más edad en un banco de candidatos fácilmente disponibles para el 
		despido cuando llega la hora de la reconversión empresarial. En los 
		regímenes angloamericanos, en los últimos veinte años la tasa de despido 
		se ha duplicado para los hombres entre los cuarenta y principios de los 
		cincuenta. La asociación edad-rigidez también explica gran parte de la 
		presión que las empresas ejercen hoy sobre sus ejecutivos para que se 
		retiren cuando se acercan a los sesenta, aunque mentalmente puedan estar 
		en su mejor momento. 
		Los trabajadores mayores 
		y con más experiencia tienden a ser más críticos con sus superiores que 
		los que están empezando. Su conocimiento acumulado los dota de algo que 
		el economista Albert Hirschman llama poderes de “voz”, lo cual significa 
		que es más probable que los empleados de mayor edad critiquen lo que a 
		su entender sea una mala decisión, aunque casi siempre lo hagan más por 
		lealtad a la institución que por criticar a un directivo en concreto. En 
		general los trabajadores más jóvenes son más tolerantes a la hora de 
		aceptar órdenes desacertadas. Si están descontentos, es muy probable que 
		se marchen antes de pelear dentro de la empresa y por la empresa. 
		Para los trabajadores 
		mayores, los prejuicios en contra de la edad envían un mensaje potente: 
		a medida que se acumula la experiencia de una persona, pierde valor. Lo 
		que un trabajador mayor ha aprendido en el curso de los años acerca de 
		una compañía o una profesión particular puede ser un obstáculo para los 
		nuevos cambios dictados por los superiores. 
		99 El desarrollo de 
		nuevos campos requiere un enfoque fresco desde el comienzo, una 
		aproximación que las caras nuevas realizan con mayor eficacia. 
		100 El nuevo orden no 
		tiene en cuenta que el mero paso del tiempo necesario para acumular 
		experiencia le da a una persona posición y derechos; valor en un sentido 
		material. El nuevo orden considera que estas reivindicaciones basadas en 
		el paso del tiempo representan otra cara del mal del viejo sistema 
		burocrático en el que los derechos de antigüedad paralizan las 
		instituciones. El régimen se centra en la capacidad inmediata. 
		101 De hecho, 
		históricamente, descartas gente con capacidades “anticuadas” es algo 
		que, por lo general, ha ocurrido lentamente. A finales del siglo XVIII 
		se necesitaban dos generaciones para desplazar una habilidad como tejer, 
		y los cambios en la fábrica de Ford en Highland Pard requerían casi 
		veinte años a principios del siglo XX. Hoy, tal vez de manera 
		sorprendente, en muchas actividades de manufacturas y administrativas, 
		el ritmo del cambio tecnológico es todavía relativamente lento; como han 
		observado muchos sociólogos industriales, las instituciones tardan mucho 
		en digerir las tecnologías que ingieren. El paso del tiempo también es 
		necesario para desarrollar nuevas capacidades; no se es carpintero sólo 
		con leer un libro de carpintería 
		La ansiedad personal sobre el tiempo está profundamente entrelazada con 
		el nuevo capitalismo 
		103 
		La ética del trabajo 
		La ética del trabajo, tal como la entendemos corrientemente, reafirma el 
		uso autodisciplinado del tiempo y el valor de la gratificación 
		postergada. 
		104 Trabajar duro y 
		esperar, ésta fue la experiencia psicológica de la profundidad. Una 
		ética del trabajo como ésta depende en parte de unas instituciones lo 
		suficientemente estables para que una persona pueda practicar la 
		postergación. Sin embargo, la gratificación postergada pierde su valor 
		en un régimen con instituciones rápidamente cambiantes; se vuelve 
		absurdo trabajador largo y duro para un empleador que sólo piensa en 
		liquidar el negocio y mudarse. 
		El serio asunto de la 
		antigua ética del trabajo pone pesadas cargas al trabajo en sí. 
		La moderna ética del trabajo se centra en el trabajo de equipo. 
		Trabajo en equipo es la 
		ética del trabajo que conviene a una economía política flexible. 
		El trabajo en equipo es la práctica en grupo de la superficialidad 
		degradante. 
		La antigua ética se 
		fundaba en el uso autodisciplinado del propio tiempo, con el acento 
		puesto en una práctica autoimpuesta y voluntaria más que en una sumisión 
		meramente pasiva a los horarios y a la rutina. 
		106 Cuando la noción de 
		autodisciplina apareció por primera vez, contenía una fuerte dosis de 
		estoicismo, no filosófico, sino una especie de estoicismo práctico que 
		afirmaba la constante necesidad de combatir la anarquía interior sin 
		esperanzas de victoria. Al pasar a las creencias cristianas tempranas, 
		este estoicismo práctico dio forma a las primeras doctrinas de la 
		Iglesia sobre la pereza: la pereza menos como un estado de placer 
		sibarítico que como descomposición interna del ser. Durante casi mil 
		años, desde la descripción de la pereza que hace san Agustín en sus 
		“Confesiones” hasta el primer Renacimiento, este estoicismo práctico 
		mantuvo con fuerza su influencia ética. La programación del tiempo, como 
		el repique de campanas, podía ayudar a hombres y mujeres a organizar sus 
		días, pero no infundirles el deseo de autodisciplina: ese deseo sólo 
		podía generarlo una aprensión más honda al caos dominante interno y 
		externo. 
		A principios del Renacimiento algo le ocurrió a este estoicismo práctico 
		tan arraigado. No fue directamente desafiado como valor ético, pero sí 
		afectado, sin embargo, por una nueva apreciación de los seres humanos 
		como criaturas históricas, criaturas que no sólo duran año tras año, 
		sino que también evolucionan. El estoicismo inquebrantable del campesino 
		no era suficiente para el hombre histórico; las condiciones de la 
		disciplina tendrían que adaptarse a un yo en flujo constante. Pero 
		¿cómo? 
		107 Éste era el dilema 
		al que se enfrentó el filósofo florentino Pico della Mirándola en su 
		“Discurso sobre la dignidad del hombre”. Pico es la primera voz moderna 
		de “homo faber”, es decir, “el hombre como hacedor de sí mismo”. Pico 
		afirmó que el hombre es “un animal de naturaleza diversa, multiforme y 
		destructible”. En esta condición flexible, “es propio del (hombre) tener 
		aquello que escoge y ser lo que quiere”. Más que mantener el mundo como 
		lo ha heredado, tenemos que darle nueva forma; nuestra dignidad depende 
		de que así lo hagamos. Pico afirma que es “innoble... no dar nacimiento 
		a nada desde nosotros”. Nuestro trabajo en el mundo es crear, y la mayor 
		creación es nuestra propia historia. La virtud de imponer una forma a la 
		experiencia sigue siendo una manera fundamental de definir a alguien que 
		poseer un carácter fuerte. 
		Sin embargo, el homo 
		faber tropezó con el dogma tradicional cristiano. 
		Es una virtud someter el tiempo personal a una disciplina, pero pecado 
		de soberbia planificar la propia experiencia. 
		Pico ella Mirándola es 
		uno de los primeros filósofos renacentistas que celebran los riesgos 
		psíquicos a sabiendas de que el mar interior, como los océanos que 
		exploraban los navegantes de su época, es territorio desconocido. 
		108 Estad dos líneas 
		éticas contrarias, la autodisciplina y la creación de sí mismo, aparecen 
		juntas en el ensayo más célebre sobre la ética del trabajo: “La ética 
		protestante y el espíritu del capitalismo” de Max Weber. Weber quiso 
		mostrar su combinación, más que su contradicción, analizando los albores 
		del capitalismo moderno. 
		Lo que se debe posponer 
		es el deseo de gratificación y realización; tenemos que moldear la 
		biografía de modo que al final logremos algo; entonces, y sólo entonces, 
		en ese tiempo futuro, estaremos realizados. En el presente hay que 
		seguir actuando como el campesino de Virgilio, combatiendo la pereza y 
		las fuerzas del caos interior mediante un rígido y tenaz prorrateo del 
		tiempo. 
		Esta visión del tiempo 
		de trabajo sirve a Weber para criticar las modernas ideas sobre el 
		carácter, específicamente la creencia en el hombre como su propio 
		hacedor. La versión del ensayo de Weber que con mayor frecuencia se da 
		en las escuelas es más o menos la siguiente. El protestante del siglo 
		XVII intentaba demostrar su dignidad a ojos de Dios disciplinándose, 
		pero a diferencia del penitente católico que se recluye en un 
		monasterio, el protestante demostrará su dignidad anulándose en el 
		presente, acumulando pequeñas prendas de virtud mediante el sacrificio 
		diario. Esta abnegación se convertirá luego en el “ascetismo mundano” 
		del capitalismo del siglo SVIII, con el acento puesto en ahorrar más que 
		en gastar y su “ruitinación” de la actividad cotidiana, su miedo al 
		placer. Ese breve pasaje consigue vaciar el texto de Weber de su 
		grandeza trágica. 
		109 En opinión de Weber, 
		antes del advenimiento del protestantismo, el catolicismo había 
		intentado tranquilizar a la imperfecta humanidad aconsejándole que se 
		rindiera a las instituciones de la Iglesia, a sus rituales y a los 
		poderes mágicos de sus sacerdotes. El protestantismo buscó un remedio 
		más individual a esa duda. 
		Martín Lutero oponía a 
		los consuelos del ritual una experiencia más desnuda de la fe; la fe no 
		podía venir, según Lutero, por oler incienso o rezar ante estatuas. 
		Lutero se distinguió por sostener que el hombre o la mujer que 
		renunciaban a la idolatría tenían que hacer frente a las cuestiones de 
		la fe solos y sin ayuda, más que como miembros de una comunidad. La suya 
		es una teología del individuo. 
		El individuo protestante 
		tiene que modelar su historia de modo que dé como resultado un todo 
		valioso y con contenido. El individuo se vuelve éticamente responsable e 
		su tiempo vivido, particular. 
		Muy poco es lo que podemos controlar de lo que ocurre en la historia de 
		nuestra vida, pero Lutero insiste en que debemos asumir la 
		responsabilidad por su conjunto. 
		En la “Ética 
		protestante”, Weber se concentra en un aspecto de la doctrina 
		protestante que hacía imposible asumir la responsbilidad de la propia 
		historia personal. 
		El cristiano vive en la 
		duda total sobre si será capaz de justificar la historia de su vida. En 
		la eología protestante, esta duda absoluta se transmite por la doctrina 
		teológica de la predestinación, aparentemente misteriosa. Calvino afirma 
		en la “Institución” que sólo Dios sabe si una alma se salvará o será 
		condenada tras la muerte; no podemos abusar de la Divina Providencia. 
		Destrozado por el peso del pecado, el ser humano vive en un estado de 
		constante inseguridad... Ésta es la cruz de la humanidad protestante 
		110 Nunca podemos 
		presumir con confianza de ser buenos y ni siquiera de haber hecho lo que 
		es bueno... El Dios de Calvino responde “Esfuérzate más. Nada es 
		suficientemente bueno”. 
		Al protestante, en lugar de un balsámico ritual se le ofreció una 
		medicina más dura: el trabajo esforzado y constante orientado hacia el 
		futuro. Organizar la historia de la vida personal a través de un trabajo 
		así podría servir como una lucecita en la oscuridad, una señal de que 
		hemos sido elegidos y de que nos salvaremos del infierno. A diferencia 
		de las buenas obras de los católicos, el trabajo duro no podía servirle 
		al protestante para ganarse un favor mayor del Creador; el trabajo sólo 
		ofrece señales de intenciones dignas a un juez divino que ya ha decidido 
		cada caso de antemano. 
		En opinión de Weber, fue 
		así como pasó del protestantismo al capitalismo la disposición a ahorrar 
		más que a gastar como un acto de autodisciplina y sacrificio. Este mismo 
		paso dio lugar a un nuevo tipo caracteriológico: el hombre empeñado en 
		probar su valor moral por el trabajo. 
		111 Como historia 
		económica, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” está 
		plagada de errores. Como análisis económico, extrañamente omite toda 
		consideración del consumo como fuerza motriz del capitalismo. Sin 
		embargo, como crítica de cierto tipo de carácter, tanto su propósito 
		como su ejecución son coherentes. La ética del trabajo de este tipo de 
		hombre no le parece a Max Weber una fuente de felicidad humano, y 
		tampoco de fuerza psicológica. El hombre “exigido” está demasiado 
		cargado por la importancia que ha llegado a atribuirle al trabajo. 
		 
		No hay duda de que queremos exorcizar a las furias que acosan al hombre 
		preso por sus exigencias. 
		No obstante, todo 
		depende de cómo se alivie el peso sobre el yo trabajador. 
		Las formas modernas de trabajo en equipo son, en muchos aspectos, el 
		polo opuesto de la ética del trabajo concebida por Max Weber. En cuanto 
		ética de grupo como opuesta al individuo, el trabajo en equipo hace 
		hincapié en la receptividad mutua más que en la validación personal. El 
		tiempo de los equipos es flexible y orientado hacia tareas específicas a 
		corto plazo más que al cálculo de décadas marcadas por la contención y 
		la espera. 
		Sin embargo, el trabajo 
		en equipo nos introduce en ese dominio de la superficialidad degradante 
		que se cierne sobre el moderno lugar de trabajo. De hecho, el trabajo en 
		equipo sale del territorio de la tragedia para representar las 
		relaciones humanas como una farsa 
		115 El trabajo en equipo 
		adquirió una especie de sanción oficial en las prácticas americanas de 
		gestión de empresas en un estudio encargado por la secretaria de Estado 
		de Trabajo Elizabeth Dole, La SCANS (Secretary’s Comisión on Achieving 
		Necessary Skills) presentó en 1991 su informe, en el que se analizaban 
		las capacidades que la gente necesita en una economía flexible 
		La imagen del equipo en el informe SCANS, es un grupo de gente reunida 
		para realizar una tarea concreta e inmediata más que para vivir juntos 
		como en un pueblo. 
		116 Los autores 
		argumentan que un trabajador tiene que poner en tareas a corto plazo una 
		capacidad instantánea de trabajar bien con un cambiante elenco de 
		personajes, lo cual significa que las capacidades sociales que la gente 
		trae al trabajo han de ser portátiles: escuchar bien y ayudar a los 
		demás, al moverse de equipo en equipo, a medida que cambia el personal 
		de los equipos –como moverse de una ventana a otra en una pantalla de 
		ordenador-. Al buen jugador de este equipo también se le pide distancia, 
		debería tener la capacidad de entablar relaciones estables y juzgar cómo 
		pueden cambiarse, imaginarse la tarea entre manos más que zambullirse en 
		largas historias de intrigas, traiciones pasadas y celos. 
		 
		Se usan las confusas metáforas del deporte: los jugadores hacen las 
		reglas mientras juegan... 
		Y el deporte de la oficina difiere de los otros deportes porque en el 
		trabajo los jugadores no llevan los tantos de la misma manera. Sólo 
		importa el partido que se está jugando. 
		En cada “partido” se 
		empieza de cero, lo cual significa que en el moderno lugar de trabajo la 
		antigüedad cuenta cada vez menos. 
		Los modernos directivos 
		también saben que la competición individual “a vida o muerte” pueden 
		destrozar el rendimiento de un grupo. Así, en el moderno equipo de 
		trabajo surge la siguiente ficción: los empleados no compiten entre sí, 
		y, lo que es aún más importante: el jefe gestiona el proceso del grupo. 
		El o ella es un “guía”, un “coordinador”, la palabra más maliciosa del 
		moderno léxico de la gestión de empresas; un líder, más que gobernantes, 
		está de tu lado. El juego del poder se juega entre un equipo y otros 
		equipos de otras empresas. 
		118 En un mundo laboral 
		estilo torniquete, las máscaras de la cooperatividad están entre los 
		únicos objetos personales que los trabajadores llevan con ellos de una 
		tarea a otra, de una empresa a otra: ventanas de sociabilidad cuyo 
		“hipertexto” es una sonrisa ganadora. Si esta formación en capacidades 
		humanas es sólo un acto, es, también una cuestión de mera supervivencia. 
		La presión de otros colegas de su equipo de trabajo ocupaba el lugar del 
		jefe que azuzaba con el látigo 
		119 Lo que estas medidas 
		tienen en común es que no cambian la naturales fundamental del sistema 
		de producción ni amenazan la organización básica de la estructura de 
		poder de las empresas. 
		120 Las técnicas 
		modernas de dirección de empresas intentan escapar del aspecto 
		“autoritario” , pero en el proceso se las arreglan también para no 
		asumir la responsabilidad e sus actos 
		Pues nadie puede ser considerado responsable 
		En cambio, es la presión de los colegas la que ha de hacer el trabajo 
		del jefe 
		121 Esta falta de 
		autoridad libera a los que están al mando para que adapten, cambien, 
		reorganicen sin tener que justificarse ni justificar sus actos. 
		El cambio es el agente responsable; el cambio no es una persona 
		Además, el poder sin autoridad permite a los líderes de un equipo 
		dominar a los empleados negando la legitimidad de las necesidades y 
		deseos de éstos 
		El buen jugador de 
		equipo no se queja. Las ficciones del trabajo en equipo, a causa de su 
		misma superficialidad de contenido y atención puesta en el momento 
		inmediato y su manera de evitar la oposición y la confrontación, son 
		útiles en el ejercicio de la dominación. 
		El director ha dominado el arte de ejercer el poder sin tener que 
		presentarse como responsable. 
		122 Este juego del poder 
		sin autoridad hace surgir un nuevo tipo caracterológico. En lugar del 
		hombre llevado por las exigencias, aparece el hombre irónico. 
		Según Rorty, no hay sociedad que pueda cohesionarse por la ironía. La 
		ironía tampoco estimula a la gente a desafiar el poder. 
		El carácter irónico se vuelve autodestructivo en el mundo moderno; uno 
		pasa de creer que nada es fijo a “no soy totalmente real, mis 
		necesidades no tienen sustancia”. 
		123 Ni la antigua ni la 
		nueva ética del trabajo proporcionan una respuesta satisfactoria a la 
		pregunta de Pico della Mirándola: “¿Cómo debo modelar mi vida?” 
		El cambio múltiple e irreversible, la actividad fragmentada, pueden ser 
		cómodos para los nuevos amos del régimen, como la corte de Davos, pero 
		pueden desorientar a los sirvientes del régimen. Y el nuevo ethos 
		cooperativo del trabajo en equipo pone en el lugar de amos a los 
		“facilitadores” y “gestores de procesos” que soslayan el sincero 
		compromiso con sus subordinados. 
		124 
		El Fracaso 
		El fracaso es el gran tabú moderno. La literatura popular está llena de 
		recetas para triunfar, pero por lo general callan en lo que atañe a la 
		cuestión de manejar el fracaso. 
		Las reconversiones de empresas y las reducciones de plantilla imponen a 
		la clase media desastres repentinos que en el capitalismo anterior 
		estaban mucho más limitados a las clases trabajadoras. 
		125 El fracaso puede ser 
		de una especie más profunda: no poder estructurar una vida personal 
		coherente; no realizar algo precioso que llevamos dentro; no saber vivir 
		sino meramente existir. 
		126 ¿Qué debería guiar a 
		la gente lejos de la patria, la gente que ahora intenta crear una nueva 
		narrativa espiritual? Según Lippmann, la carrera. NO hacer una carrera 
		del trabajo, por modestos que fueran su contenido o su paga, era 
		entregarse a la sensación de errar sin rumbo que constituye la 
		experiencia más profunda de la ineptitud 
		Recorrer ese camino (la carrera como una ruta bien hecha) es el 
		antitodo, según Lippman, contra el fracaso personal. 
		¿Podemos practicar este remedio en un capitalismo flexible? 
		E.P. Thompson señala que en el siglo XIX incluso los trabajadores menos 
		favorecidos, mal pagados, desempleados o que iban buscando un empleo 
		tras otro, intentaban definirse a sí mismos como tejedores, obreros 
		metalúrgicos o campesinos El prestigio en el trabajo se consigue siendo 
		algo más que “un par de manos”; los trabajadores manuales y los 
		empleados domésticos de categoría superior en las familias victorianas 
		lo buscaban en las palabras, carrera, profesión y oficio, que mezclaban 
		indiscriminadamente más allá de lo que podría considerarse admisible. 
		Así, pues, el deseo de prestigio que brinda una profesión no es nada 
		nuevo. 
		127 La persona que se 
		dedica al ejercicio de una profesión se plantea propósitos a largo 
		plazo, criterios de comportamiento profesional y no profesional, y un 
		sentido de la responsabilidad para su conducta. 
		En el uso que de la 
		palabra hace Weber, Beruf, en alemán “profesión, carrera”, también 
		subraya la importancia del trabajo como narración, y afirma que el 
		desarrollo del carácter sólo es posible mediante un esfuerzo organizado 
		y a largo plazo 
		128 Hoy conocemos formas 
		de burocracia diferentes de las conocidas por Lippmann y Weber; el 
		capitalismo ahora actúa según principios de producción diferentes. Sin 
		embargo, dejar de extraer algún sentido de continuidad y finalidad de 
		estas condiciones equivaldría literalmente a nuestro propio fracaso. 
  
		RICHARD SENNETT,2003 
		Sobre la dignidad 
		del hombre en un mundo de desigualdad 
		 
		 
		Primera Parte 
		ESCASEZ DE RESPETO 
		1. Recuerdos de Cabrini 
		2. El significado del respeto 
		 
		Segunda parte 
		UNA INDAGACIÓN SOBRE EL RESPETO 
		3. Desigualdad de talento 
		4. La vergüenza de depender 
		5. La compasión que hiere 
		 
		Tercera parte 
		UNA DISCUSIÓN SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR 
		6. El respeto burocrático 
		7. La asistencia social liberada 
		 
		Cuarta parte 
		CARÁCTER Y ESTRUCTURA SOCIAL 
		8. Lo mutuo en el respeto mutuo 
		9. El giro del carácter hacia fuera 
		10. La política del respeto 
		 
		 
		13 - 14 PREFACIO 
		La sociedad tiene una idea dominante: la de que tratándonos unos a otros 
		como iguales afirmamos el respeto mutuo... Para ganar respeto, no hay 
		que ser débil, no hay que padecer necesidad. 
		En general, cuando se insta a los beneficiarios de ayudas sociales a 
		“ganar” respeto por sí mismos, lo que se quiere decir es que se hagan 
		materialmente autosuficientes. Pero en el conjunto de la sociedad, el 
		respeto por uno mismo no sólo depende del nivel económico, sino también 
		de la manera en que se logra. El respeto por uno mismo no se “gana” de 
		la misma manera que el dinero. Una vez más se interpone la desigualdad; 
		hay quienes pueden alcanzar respeto por sí mismos en el escalón más bajo 
		del orden social, pero su conservación es frágil. 
		18 
		PRIMERA PARTE. Escasez de respeto 
		La falta de respeto, aunque menos agresiva que un insulto directo, puede 
		adoptar una forma igualmente hiriente. Con la falta de respeto no se 
		insulta a otra persona, pero tampoco se le concede reconocimiento. ... 
		Al igual que muchas 
		hambrunas, esta escasez es obra humana; a diferencia del alimento, el 
		respeto no cuesta nada. Entonces, ¿por qué habría de escasear? 
		19 – 20 - 21. Recuerdos 
		de Cabrini. Las viviendas 
		sociales. 
		A principios del siglo pasado, los negros pobres norteamericanos 
		comenzaron a escapar a la servidumbre del Sur rural y a trasladarse a 
		las ciudades del Norte. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, esta 
		marea migratoria se incrementó; tanto los negros como las negras 
		encontraban empleo en la industria de guerra, que ofreció a las mujeres 
		una alternativa al servicio doméstico. En Chicago, mi ciudad natal, los 
		blancos no tenían mejor disposición que en el Sur para con los negros; 
		la aparición de estos nuevos trabajadores industriales impulsó a 
		polacos, griegos e italianos a alejarse de los negros, a pesar de que 
		tenían que trabajar todos juntos. 
		Pero los planificadores 
		urbanos, en un intento por interrumpir la fuga de blancos de los barrios 
		en los que se establecían los negros, construyeron en el corazón de 
		Chicago nuevas viviendas, en las que se reservaba cierta cantidad de 
		plazas para blancos pobres. Cabrini Green fue uno de esos enclaves 
		racialmente mixtos y fue allí donde pasé parte de mi niñez. 
		Años después, Cabrini se 
		convirtió en emblema de todo lo peor que podía haber en materia de 
		vivienda pública: abundancia de drogas y pistolas y parterres cubiertos 
		de cristales rotos y excrementos de perro. Pero a finales de los años 
		cuarenta, un espectador foráneo no habría visto en este polígono de 
		viviendas otra cosa que una arquitectura sencilla de largas y simples 
		cajas bajas y sin adornos que suavizaran sus líneas. Pero las 
		instalaciones sanitarias funcionaban, los parterres eran verdes, había 
		buenas escuelas en la cercanía. En verdad, para los negros que llegaban 
		a Chicago, “el futuro parecía brillante”, dijo más tarde un observador 
		de un complejo de viviendas sociales como el nuestro; estas casas de 
		ladrillos de ceniza sustituían las chabolas de papel alquitranado en las 
		que tantos habían vivido en el Sur, pues estas casas les enviaban una 
		señal de que finalmente la sociedad en su conjunto les reconocía su 
		penuria histórica. ... 
		Sin embargo, otra era la 
		señal que la vivienda pública enviaba a los blancos pobres de Cabrini. 
		La lucha racial tenía en Chicago una larga historia; en el momento de la 
		Segunda Guerra Mundial, las autoridades sabían que tenían que abordarla 
		de alguna manera. Cuando se inauguraron estas viviendas, en 1942, las 
		autoridades propusieron a los blancos pobres: si vivís entre negros, nos 
		haremos cargo de vuestros alquileres. La guerra había producido escasez 
		de vivienda en la ciudad, sobre todo de viviendas baratas. De la misma 
		manera que los planificadores gubernamentales anteriores y posteriores, 
		los proyectistas de Cabrini Green trataron de poner remedio a un gran 
		mal social mediante la satisfacción de esta necesidad práctica del 
		sistema del bienestar, pues utilizaba la vivienda coo “instrumento” para 
		combatir la segregación racial. No era un instrumento que emplearan de 
		manera directa; ninguno de los creadores de Cabrini Green vivió 
		efectivamente entre nosotros. Ni tampoco la pequeña burguesía negra de 
		la ciudad. No sé si nuestros vecinos eran más o menos racistas que otros 
		blancos, pero, con independencia de sus opiniones, estaban al servicio 
		de la integración racial tal como la imaginaba una clase superior. 
		De acuerdo con el 
		proyecto original, Cabrini sería blanco en un setenta y cinco por ciento 
		y negro en el veinticinco por ciento. Pero cuando abrió sus puertas, los 
		porcentajes se habían invertido. 
		 
		26 Cincuenta años después, con todas las distorsiones y cierta sabiduría 
		inherentes a la mirada retrospectiva, me parece que Cabrini planteaba 
		dos problemas que podían desafiar el sentido del valor que los 
		residentes se reconocían. Uno era la dependencia de los adultos, 
		condición que los norteamericanos adultos tienden a temer como 
		degradante, “dependencia de la asistencia social” es sinónimo de 
		humillación. En Cabrini, la raza definía esa humillante dependencia; la 
		necesidad de vivienda de nuestros vecinos blancos los forzaba a mantener 
		relaciones raciales que los blancos los forzaba a mantener relaciones 
		raciales que los blancos en mejores condiciones económicas evitaban. 
		El otro problema 
		estribaba en que la gente se viera privada del control de su propia 
		vida. En efecto, se la convertía en espectadora de sus necesidades, en 
		meros consumidores del cuidado que se les dispensaba. Allí fue donde la 
		gente experimentó esa particular falta de respeto que consiste en no ser 
		vista, en no ser tenida en cuenta como auténticos seres humanos. 
		30 Sólo una vez, en 
		1959, mi madre y yo volvimos juntos a Cabrini. No se veía blancos por 
		ningún sitio. Pero lo que nos impresionó fue la ruina física del barrio; 
		la obsesiva limpieza de los pisos tanto de blancos como de negros de 
		diez años antes había quedado definitivamente en el pasado. Del orgullo 
		de “las flores del frente y de los huertos y la hierba del fondo”, había 
		desaparecido. 
		31 En Chicago, lo mismo que en todas las ciudades del norte de Estados 
		Unidos, hacía mucho tiempo que imperaba una segregación de hecho, aunque 
		no de derecho. El espacio de la ciudad estaba dividido por razas; y lo 
		mismo ocurría con el tiempo. Durante el día, las razas podían mezclarse, 
		sobre todo en los grandes almacenes del Loop, en el centro de la ciudad; 
		por la noche, las razas casi nunca se encontraban. 
		Los negros en ascenso 
		social, habían alentado al menos la esperanza de que era posible superar 
		los peores efectos de la segregación racial, como el acceso a la 
		atención médica de que disponían los blancos, o el acceso a las 
		universidades blancas. El movimiento por los derechos civiles intentó 
		trasponer esta línea divisoria en las ciudades del Norte, pero al mismo 
		tiempo los negros de clase media también “perdieron toda ilusión” de que 
		el ascenso económico bastara por sí solo para lograr aceptación 
		 
		33 La jerga del trabajo 
		social puede ser degradante, pues puede tratar a los pobres como bienes 
		deteriorados, o regodearse en un argot psicológico.... 
		Tanto mi madre 
		(asistenta social) como su hija profesional eran personas de una clase 
		más alta, con poder para violentar a los pobres, como escribió mi madre; 
		si habían dedicado su vida a los pobres, la caridad misma tiene poder 
		para herir; la piedad puede engendrar menosprecio; la compasión puede 
		estar íntimamente ligada a la desigualdad. Para que la compasión sea 
		operativa, tal vez haya que atenuar el sentimiento, tratar a los otros 
		con frialdad. El hecho de cruzar la frontera de la desigualdad tal vez 
		requiera reserva de parte de la persona más fuerte que traspone la 
		frontera; la reserva reconocería la dificultad, la distancia podría ser 
		una señal de respeto, aunque de un respeto particular 
		35 Para que 
		profesionales con educación superior y trabajadores no cualificados 
		puedan hablarse libremente se necesita mucho tiempo y una gran dosis de 
		confianza; no es fácil que el bello y el feo hablan entre sí de sus 
		cuerpos; la gente de vida afortunada tiene dificultades en 
		“relacionarse” con la experiencia de gente forzada a permanecer en la 
		estrechez de las rutinas. 
		La desigualdad puede crear malestar y el malestar alimenta un deseo de 
		conectar, aunque la conexión sea tácita, silenciosa, circunspecta. Esta 
		cadena emocional de acontecimientos complica el precepto de “mostrar 
		respeto” por alguien que ocupe un lugar más bajo en la escala social o 
		económica. Se puede temer que la estima parezca condescendencia y, por 
		tanto, retraerse. Además, la conciencia de los privilegios propios puede 
		provocar malestar; en la sociedad moderna la gente no habla con 
		comodidad de su situación de superioridad en la vida como lo hacía en el 
		Ancíen Régime, sin ninguna vergüenza. Paradójicamente, la angustia del 
		privilegio puede agudizar la conciencia de quienes tienen menos; es una 
		angustia que difícilmente se declara. 
		Por estas razones, el hecho de sentir respeto puede no conducir al de 
		mostrarlo. 
		57 - 58 Para los 
		europeos, Estados Unidos parece más una sociedad de masas que una 
		sociedad de clases, pero esa apariencia sólo se debe a que en este país 
		la clase se oculta tras una brillante superficie de cultura comercial. 
		En los años sesenta, esa brillante superficie se rompió cuando las 
		clases trabajadoras blancas se volvieron contra las clases 
		profesionales, la élite liberal y los hijos radicales y contraculturales 
		de ésta durante la guerra de Vietnam. También se volvieron por debajo 
		contra los negros pobres, a los que consideraban parásitos y estafadores 
		del sistema del bienestar. Los políticos de derechas movilizaron el 
		resentimiento y el odio de clase de esta “mayoría silenciosa”, aunque 
		parecía cualquier cosa menos silenciosa. 
		El punto de partida de 
		nuestras entrevistas era que en el origen de este descontento de clase 
		había algo más que un prejuicio de derechas. Cogimos unas cien familias 
		y entrevistamos a sus miembros individualmente y en grupos, con el 
		objetivo de descubrir si tenían una conciencia distintiva e clase y cómo 
		operaba. 
		Cuando entrevistábamos a 
		trabajadores blancos a solas, hablaban equilibrada y abiertamente acerca 
		de sí mismos en relación con los otros en la ciudad. Eran realistas en 
		lo concerniente a los malos tiempos por los que pasaban los negros 
		pobres que tenían por debajo; y por otro lado, las pretensiones de los 
		profesionales, lejos de producirles animadversión para con la élite, les 
		resultaban divertidas. Anclados en trabajos de bajo estatus, solían 
		tener la sensación de que habían fracasado en la tarea de hacer algo de 
		sí mismos a través del trabajo. Pero no carecían de respeto por sí 
		mismos, lo cual les venía del hecho de mantener a su familia. Pero la 
		gente de clase media no se daba mucha cuenta de ese esfuerzo y para 
		nuestros entrevistados esa indiferencia era un insulto. 
		Cuando les entrevistábamos en grupo, dejaban de lado esta evaluación 
		equilibrada de los otros y esta compleja consideración de sí mismos. Se 
		sentían libres para permitirse groseras difamaciones y chistes, se 
		estimulaban unos a otros, se lanzaban contra la élite liberal y los 
		medios de comunicación, se convertían en hombres y mujeres iracundos 
		manipulados por los políticos. Nuestras entrevistas con grupos estaban 
		marcadas por un juego de respeto de suma cero, juego en el que se negaba 
		el respeto a los negros con el fin de afirmar su propio valor. 
		Hace treinta años me 
		obsesionaba por la manera de evitar ese hostil juego de suma cero, y 
		todavía me sigue obsesionando. La desigualdad se había traducido en duda 
		de sí mismo; esa duda podía aliviarse en parte atacando la integridad de 
		otros, aunque no creo que los taques a los negros o a los liberales 
		sirvieran en realidad para que la gente se sintiera bien consigo misma. 
		Sin embargo, la condición de “no ser vito” había producido un deseo de 
		venganza. Por tanto, había allí un triste resultado de la escasez de 
		respeto. 
		59 Mi infancia en 
		Cabrini y la vida de estos trabajadores blancos son ambos extremos del 
		mismo problema, el de que las desigualdades de clase y de raza son sin 
		ninguna duda un obstáculo al respeto recíproco entre los individuos. 
		Entre uno y otro extremo están las experiencias más difíciles de leer: 
		la necesidad de contenerse por respeto a alguien, la división entre 
		respeto a sí mismo y respeto grupal, la fuerza del yo que degrada a los 
		otros, la mala adaptación entre la confianza en uno mismo y la 
		consideración de los demás, el vínculo con los otros que deriva del 
		“error” de imaginar que uno es como ellos. Podría parecer que todas 
		estas cosas fueran cuestiones más subjetivas que la vida en un complejo 
		de viviendas sociales o el odio de clase, pero las fuerzas sociales dan 
		forma a esas experiencias personales exactamente de la misma manera en 
		que dan forma a condiciones más “objetivas”. 
		60 
		EL SIGNIFICADO DEL RESPETO 
		Las naciones van a la guerra por honor, las negociaciones laborales se 
		encallan porque los sindicatos no se consideran tratados con dignidad 
		por la patronal, los cortesanos de Luis XIV peleaban por quién tenía 
		suficiente prestigio para sentarse en un taburete en presencia del 
		sobrino del rey. Se profesa admiración por un soldado que ha luchado con 
		valor, los bomberos se sienten orgullosos de trabajar juntos para apagar 
		un incendio, un estudioso que h esclarecido un hecho difícil de entender 
		siente satisfacción pro el trabajo realizado. El respeto parece tan 
		fundamental a nuestra experiencia de las relaciones sociales y del yo, 
		que tenemos que definir más claramente en qué consiste. 
		La sociología dispone en 
		realidad de muchos sinónimos para nombrar diferentes aspectos del 
		“respeto”. Entre ellos encontramos “estatus”, “prestigio”, 
		“reconocimiento”, “honor” y “dignidad”. 
		62 “Tomar 
		en serio las necesidades de los otros” 
		El escritor Michael Ignatieff ha dicho que, en la sociedad, los otros 
		son en su mayoría extraños. A muy pocos individuos podemos conocer 
		personalmente; en las sociedades complejas, la escena está poblada de 
		una gran variedad de tipos sociales cuyas vidas no comprendemos de forma 
		inmediata. ¿Qué hay por tanto en nosotros para ser sensibles a esos 
		individuos a los que no conocemos personalmente? 
		64 – 65 - 66 El 
		concierto proporciona un ejemplo positivo del carácter: tratar con 
		respeto la necesidad percibida en el otro cuando se actúa con él. 
		Concebido en sentido más general, el carácter se dirige al conjunto de 
		las manchas de tinta de la sociedad; el carácter de una persona la lleva 
		a una vida expresiva en las relaciones humanas. La visión amplia del 
		carácter proporciona una vara crítica con la cual medir otras palabras 
		del vocabulario del “respeto” 
		La primera de esas 
		palabras es “estatus”. En general, el estatus se refiere al lugar que 
		una persona ocupa en una jerarquía social. En la sala de concierto, lo 
		único que requiere el establecimiento de estatus es que la mención del 
		cantante en el programa se haga en letras de mayor tamaño que las del 
		acompañante y con harta frecuencia la impresión es una guía segura de lo 
		que allí se habrá de escuchar. La sociedad otorga estatus de la misma 
		manera y en general con la misma consecuencia; es el superior quien 
		requiere ser tenido en cuenta y quien obtiene reconocimiento. 
		El “prestigio” se 
		refiere a las emociones que el estatus despierta en los otros, pero la 
		relación entre estatus y prestigio es compleja. No siempre un estatus 
		superior otorga mayor prestigio. Un aristócrata corrupto o inepto puede 
		perder prestigio a los ojos de los otros y retener su estatus legal de 
		privilegio; entonces decimos que la persona ha degradado su posición. El 
		prestigio también puede distinguirse de la pura jerarquía. La 
		investigación en prestigio ocupacional muestra, por ejemplo, que las 
		personas que tienen un oficio útil e independiente, como los ebanistas, 
		gozan de más prestigio que la élite de ejecutivos de empresa, inmersos 
		en la política corporativa y que no tienen pleno control de su trabajo. 
		Por último, es posible transferir el prestigio de personas a objetos: un 
		Porsche es un elemento de prestigio con independencia de quien lo posea. 
		Entonces, ¿es “prestigio” un sinónimo suficiente de “respeto”? No del 
		todo ...  
		Lo que falta en estos términos es algo que conlleve reciprocidad, que es 
		precisamente lo que implica la palabra “reconocimiento”. 
		La palabra 
		“reconocimiento” no tiene todavía la amplitud suficiente para abarcar la 
		conciencia de la necesidad mutua. Éste es un elemento posterior, y más 
		oscuro, que consiste en el honor social. La palabra “honor” tiene un 
		halo anticuado y cuasi victoriano, pero en dos sentidos es una categoría 
		mucho más fundamental de la vida social. 
		El honor propone, en 
		primer lugar, códigos de conducta; un individuo de la tribu beduina al 
		que la costumbre obliga a servir de guardián de los hijos de su hermano 
		muerto, obedece un código de honor. En segundo lugar, el honor señala 
		una suerte de supresión de fronteras y de distancias sociales. En 
		palabras del sociólogo Pierre Bourdieu, el honor supone “un individuo 
		que se ve a sí mismo siempre a través de los ojos e los otros, que tiene 
		necesidad de los otros para su existencia, porque la imagen que tiene de 
		sí mismo es indistinguible de la que le presentan los demás”. Tanto la 
		fuerza como la perversidad del honor social han de fundarse en este tipo 
		de reciprocidad. 
		... Como en el juego de suma cero que practican los trabajadores de 
		Boston: para afirmar el honor de nuestro grupo, tenemos que denigrar el 
		honor del vuestro. 
		Los aspectos positivos del reconocimiento y los negativos del honor 
		social definen los polos de la reciprocidad. 
		67 El acto de respetar 
		el dolor ajeno es lo que confiere a los seres humanos una dignidad 
		secular cuyo peso específico es afín al respeto de lo divino en las 
		sociedades más tradicionales. La otra trayectoria de la sociedad secular 
		moderna ha sido enfatizar la dignidad del trabajo. 
		69 Los igualitarios radicales han sostenido a veces que si se pudiera 
		igualar las condiciones materiales, la conducta de respeto recíproco 
		brotaría “natural” y espontáneamente. Esta expectativa es 
		psicológicamente ingenua. Aun cuando se eliminaran de la sociedad todas 
		las desigualdades injustas, seguiría presente el problema de cómo dar 
		forma a nuestros peores y a nuestros mejores impulsos. No sugiero que 
		haya que aceptar la desigualdad o acomodarse a ella; por el contrario, 
		lo que sostengo es que en la vida social, lo mismo que en el arte, la 
		reciprocidad requiere trabajo expresivo. Es menester hacerla realidad, 
		ejecutarla. (símil musical) 
		73 - 74 (Segunda parte)
		UNA INDAGACIÓN SOBRE EL 
		RESPETO  
		De tres maneras modela la sociedad el carácter, y de acuerdo con ellas 
		se gana el respeto de los demás o no se consigue inspirarlo. 
		La primera manera es la 
		que tiene lugar a través del propio desarrollo, en particular a través 
		del desarrollo de capacidades y de habilidades. La persona muy 
		inteligente que derrocha talento no concita respeto; en cambio, sí lo 
		hace una persona menos dotada pero que trabaja al límite de su 
		capacidad. El desarrollo de uno mismo se convierte en fuente de estima 
		social precisamente a causa de que la sociedad condena el derroche y, 
		por el contrario, premia el uso eficiente de los recursos, ya se trate 
		de experiencia personal, ya de economía. 
		La segunda manera reside 
		en elucidado de uno mismo. En el mundo antiguo, cuidar de sí mismo 
		significaba aprender a regular los placeres y los dolores corporales... 
		El cuidado de sí mismo puede significar además no convertirse en una 
		carga para otros, de modo que el adulto necesitado se ve cubierto de 
		vergüenza, mientras que la persona autosuficiente es respetada. Esta 
		manera de ganar respeto deriva del odio de la sociedad moderna al 
		parasitismo; si la sociedad teme el derroche, aún más teme –ya racional, 
		ya irracionalmente- verse agostada por demandas injustificadas. 
		La tercera manera de ganar respeto es retribuir a los otros (...) El 
		principio social que anima el carácter de quien retribuye a la comunidad 
		es el intercambio. 
		 
		83 - 84 El respeto debido 
		al talento. 
		En el Ansíen Régime, la mayoría de los puestos del gobierno, el ejército 
		o la Iglesia eran heredados. ... El mero talento contaba poco a la hora 
		de detentar privilegios; la capacidad tenía poco que ver con la 
		jerarquía. 
		La ceguera al talento 
		campeaba sobre todo en las habilidades de tipo económico. Antes del 
		siglo XVII, las habilidades para los negocios se asociaban 
		mayoritariamente a los judíos marginados, cuyo supuesto talento para 
		hacer dinero producía desprecio. ... 
		Samuel Pepys, autor de 
		un diario en el siglo XVII, representa un gran cambio en las relaciones 
		de los individuos con el orden social; su carrera pone de relieve la 
		reivindicación de que a los individuos se les debe respeto 
		exclusivamente por sus talentos, reivindicación que lo eleva por encima 
		de los caballeros económicamente incompetentes. 
		Pepys era un funcionario 
		del gobierno de gran talento que trabajaba sobre todo en el 
		Almirantazgo. 
		La fórmula “carreras abiertas al talento” empezó a ser común en la 
		generación de Pepys, a mediados del siglo XVII, y sobre todo entre 
		individuos de la posición social de Pepys. Desde el punto de vista 
		político, eran partidarios de un Estado bien administrado en el que 
		hubiera espacio para “hombres nuevos” de origen burgués, sobre todo en 
		la administración financiera; el dinero era demasiado importante para 
		dejarlo en manos de aristócratas. ... 
		En la época de Pepys, la 
		habilidad jurídica requería una memoria prodigiosa para citar los 
		precedentes. La habilidad para los números parecía inherente al 
		individuo como don personal distintivo, la capacidad para calcular por 
		sí mismo con independencia de los cálculos de los demás; en 1664, Pepys 
		no aceptará la autoridad de las cuentas oficiales para los faroles de 
		popa precisamente porque son de índole jurídica. Por “carreras abiertas 
		al talento” (también símil musical en los concursos) se entendía el 
		derecho del individuo talentoso a mostrar qué era capaz de hacer por sí 
		mismo; en 1665, Pepys muestra a sus superiores lo que ellos no habían 
		entendido, aun cuando eran sus superiores .Un siglo después, los 
		fisiócratas –grupo de contables y financieros británicos y franceses- 
		afirmarían que las cuentas oficiales que llevan los Estados no eran más 
		que sospechosos registros que debían someterse a la inspección de una 
		élite de matemáticos notables. 
		La doctrina de las “carreras abiertas al talento” se había extendido del 
		dominio exclusivo de los cargos del Estado para dar lugar a un principio 
		sociológicamente más amplio: el de la “aristocracia natural”... De la 
		misma manera que los fisiócratas franceses, Jefferson aspiraba con ello 
		a lograr un cambio general en las instituciones. ... 
		El despido repentino y 
		arbitrario fue durante mucho tiempo la regla de la mayoría de los 
		regímenes monárquicos. En el siglo XVII, Enrique VIII mantenía a sus 
		servidores más talentosos en estado de terror, pues repentinamente y sin 
		razón aparente enviaba uno tras otro a la Torre o al tajo del verdugo. 
		Los reformadores razonaban que los premios por capacidad no podían 
		otorgarse sin los actos correspondientes de definición y castigo de la 
		incompetencia. ... 
		Los príncipes del 
		Renacimiento honraban a los artistas de talento. La diferencia moderna 
		es el surgimiento de una burocracia más generalizada del talento, la 
		extensión de esta burocracia a campos en los que en épocas anteriores se 
		esperaba que rigiera el privilegio heredado . ... 
		Una consecuencia de la creación de este marco institucional moderno fue 
		la posibilidad cada vez mayor de exhibir formal, públicamente el 
		“talento” ... 
		El talento burocrático 
		no vino a colocarse muy lejos de otros tipos de habilidad para la 
		actuación.... (virtuosismo) ... Esto, que en las artes era motivo de 
		asombro, en la vida profesional se convirtió en fuente de dominación ... 
		Más que una mayor 
		capacidad en las habilidades comprensibles de la vida cotidiana, el 
		maestro tenía otro tipo de habilidad, insondable, no diferencia de 
		grado, sino de cualidad. En esa diferencia se originó una desigualdad 
		cada vez mayor. Puesto que sus habilidades eran incomprensibles, 
		aquellos sobre quienes mantenían su dominio sólo podían ser sus 
		espectadores, sus súbditos... 
		Esto quiere decir que si sólo pensamos en el talento especializado en 
		términos de técnica, dejamos de lado un elemento importante de su 
		sociología (...) Las carreras abiertas al talento se fueron haciendo 
		cada vez más burocráticas, racionalizadas, y la capacidad misma cada vez 
		más un enigma público. 
		 
		En la sociedad contemporánea, el enigma del talento ha experimentado un 
		segundo giro, aparentemente en sentido opuesto al de la habilidad 
		especializada ... ¿Qué clase de habilidad es aquella todavía no 
		realizada y que las fórmulas de competición de la sociedad ponen en 
		peligro? 
		84 
		La habilidad potencial 
		Los exámenes de ingreso a las academias militares francesas de 1782 
		planteaban problemas de geometría enormemente sofisticados para la 
		mirada moderna. Procuraban, podríamos decir, eliminar el “prejuicio 
		cultural2 para descubrir a los individuos potencialmente dotados entre 
		una masa de personas no favorecidas por ventajas sociales ... 
		 
		85 Los partidarios 
		modernos de la discriminación positiva en educación o en el empleo 
		adoptan otra táctica ... Uno de los términos que se usan para nombrar la 
		capacidad potencial es la horrible palabra “aptitud”, pero esta palabra 
		es también un invento revelador. Pasa por alto, a favor de la “actitud”, 
		el hecho de ser bueno o “apto” para algo. 
		86 McClelland sostenía 
		que todos los seres humanos poseen “motivación para el logro”, necesidad 
		de hacer algo bien. ... McClelland sugiere que si la gente fracasa en el 
		aprendizaje es porque le falta voluntad motivacional o deseo ... Si el 
		sujeto no aprende, la dificultad para aliviar la acusación a sí mismo 
		resulta cuasi perversa: “Algo malo tiene que haber en mí”. Pero ese 
		“algo” es difícil de definir. ... La acentuación del vínculo entre 
		capacidad potencial y motivación puede tener un efecto igualmente 
		depresivo en el lugar de trabajo ... Las organizaciones modernas juzgan 
		al “hombre en su totalidad”, y en especial lo que ese hombre total 
		podría llegar a ser 
		87 – 88 - 89 Lo malo del 
		acecho de la aptitud es el concepto mismo de potencialidad, que realiza 
		una promesa con la condición de que el individuo tenga un deseo, pero no 
		especifica en qué consiste esa promesa. 
		En los niveles 
		superiores del mundo empresarial, antes del último siglo eran pocos los 
		directivos o los propietarios que justificaban sus posiciones en 
		términos de inteligencia superior ... “Aptitud” significaba simplemente 
		gusto por la lucha competitiva. 
		El economista R. Reich 
		señala el surgimiento de una sociedad de dos niveles en Estados Unidos, 
		Europa Occidental y Japón, basada en el control del conocimiento y la 
		ampliación de la brecha en el ingreso y la riqueza entre las clases 
		medias y la alta. 
		La capacidad para 
		aprender cosas nuevas resulta, pues, más valiosa que la capacidad para 
		seguir profudizando en un problema o un cuerpo de datos existente. Y, 
		puesto que semejante habilidad es más valiosa que la solidez del 
		conocimiento adquirido, el potencial de aprendizaje es más útil que las 
		adquisiciones del pasado. Es el premio económico a la “capacidad 
		potencial” 
		90 Respecto a los tests de inteligencia. 
		El contexto familiar, la 
		clase, la motivación personal y la pura suerte son en conjunto factores 
		más important4es en la forma que adoptará el futuro. 
		Lo peor es que la 
		evaluación de las posibilidades que más adelante se abrirán a los 
		adultos se va desplazando a etapas cada vez más precoces del ciclo 
		vital. 
		Las evaluaciones de 
		aptitud hacen de la niñez, y cada vez más, la escena primitiva de las 
		desigualdades sociales, que llega a su extremo en Gran Bretaña y Estados 
		Unidos con la preocupación de los padres por enviar a las guarderías 
		adecuadas a niños que todavía están aprendiendo a caminar. 
		100 No sólo Rousseau, 
		sino también muchos de sus contemporáneos, pensaban que las seducciones 
		de la desigualdad eran el lado oscuro de la doctrina de las carreras 
		abiertas al talento. 
		103 
		La Baja autoestima. 
		Los reformadores de la Ilustración que suscribieron la doctrina de la 
		aristocracia natural supieron que tenían un problema: cómo impedir que 
		la gente se desalentara o abrigara resentimiento ante la desigualdad de 
		talento. Éste es el problema de la comparación denigrante. ... 
		Las políticas sociales modernas, como la orientación personal o la 
		discriminación positiva, tratan de contrarrestar las comparaciones 
		denigrantes que lastiman el yo. ... 
		Algunos escritores creen que la diversidad debiera importar más que la 
		desigualdad 
		104 Estos argumentos que hacen hincapié en la diversidad antes que en la 
		desigualdad son admirables, pero no harán desaparecer el problema de la 
		baja autoestima. 
		105 
		Meritocracia. 
		Las carreras abiertas al talento pasaron por una suerte de alquimia 
		social durante la Ilustración, de tal modo que el mérito y el talento 
		llegaron a ser sinónimos. La alquimia produjo el término moderno “meritocracia”. 
		La meritocracia habita la misma zona lingüística que la aptitud, pues 
		fusiona motivación, deseo y actitud con valentía y habilidad. 
		106 El sociólogo 
		británico Paul Willis mostraba cómo los adolescentes de clase obrera 
		mantenían su retraso escolar por temor a destacarse, “ponerse por encima 
		de sí mismos”, perder los vínculos con sus amigos si iban demasiado 
		lejos y perder el contacto con su comunidad. La habilidad personal es un 
		arma de doble filo; puede satisfacer algo en la naturaleza del 
		individuo, pero al precio de cortar sus lazos con el mundo en el que 
		tiene su lugar. Sin embargo, esos lazos pueden debilitar la sensación de 
		haber hecho lo debido consigo mismo. 
		En todas esas prácticas 
		de la vida cotidiana, la “meritocracia”, representa una amenaza a la 
		solidaridad, amenaza que sienten tanto los ganadores como los 
		perdedores. La movilidad social trae consigo costos sociales. 
		Los partidarios de la 
		diversidad introdujeron un refinamiento que, en principio, consistía en 
		que los distintos talentos de una sociedad debían contribuir al 
		bienestar común. La propuesta original de este punto de vista se debe, 
		naturalmente, a Karl Marx, y se ejemplifica en su eslogan “de cada uno 
		según su capacidad, a cada uno según su necesidad”. 
		 
		107 Los partidarios de la diversidad se enfrentan a este enigma: la 
		desigualdad es un hecho tan elemental de la experiencia humana, que la 
		gente trata constantemente de darle sentido. 
		Lo mejor que soy capaz de imaginar para proteger los males de la 
		comparación denigrante es la experiencia de la habilidad que he llamado 
		artesanía, y la razón de ello es sencilla. Las comparaciones, las 
		clasificaciones jerárquicas y los exámenes se trasladan de las otras 
		personas al yo; los patrones críticos se interiorizan. El oficio, es 
		cierto, no elimina la comparación denigrante con el trabajo ajeno; pero 
		vuelve a centrar las energías de una persona en la realización de un 
		acto bueno en sí mismo, por sí mismo. El artesano puede sostener el 
		respeto por sí mismo en un mundo desigual. 
		109 
		La vergüenza de depender 
		En la vida privada, la dependencia une a los individuos... Sin embargo, 
		en el ámbito público, la dependencia se muestra como vergüenza.... El 
		Partido Laborista defiende la “compasión severa”. La severidad humana 
		que evita el estado de necesidad y pone el acento en la autosuficiencia 
		produce respeto a los ojos de los demás y alienta el respeto por uno 
		mismo. 
		110 Actualmente, el 
		impulso a sacar a la gente de la dependencia lleva a la reforma del 
		sistema de asistencia social a una esfera mucho más amplia: seguro de 
		desempleo, atención médica, escolarización y protección a los ancianos. 
		El viejo Estado de bienestar gobernaba para los necesitados, pero los 
		reformadores aspiran a liberar a éstos del Estado, es decir, a que no 
		vivan de la ayuda social períodos demasiado largos, que paguen su seguro 
		médico, que elijan escuela para sus hijos, que administren ellos mismos 
		sus pensiones. Esta ampliación del campo de la reforma sólo sirve para 
		profundizar la desconcertante división entre el aspecto privado y el 
		aspecto público de la dependencia.. 
		La necesidad de los otros, tan compulsiva en el amor, la amistad y la 
		paternidad, queda reprimida por la convicción de que la dependencia es 
		una condición vergonzosa. 
		111 
		La “tesis” de la infantilización. 
		Esto es convertir la niñez y la edad adulta, la inmadurez y la madurez, 
		en categorías políticas; lo que las distingue es el fenómeno de la 
		dependencia. 
		113 La “tesis de la infantilización” modeló profundamente las creencias 
		modernas en torno al respeto mutuo”... La concepción liberal de la 
		madurez es en realidad “severa”, pues pone el acento en la dura lucha 
		por el autocontrol. 
		115 
		Dependencia y ética del trabajo. 
		El artesano independiente, orgulloso de su trabajo y que sólo depende de 
		su habilidad, sirvió como reproche viviente a un sistema que trataba a 
		los trabajadores industriales como bestias de carga. Es posible que la 
		dignidad del oficio se convirtiera en un tema sentimental, como ocurre 
		en los escritos y proyectos de John Ruskin, quien inventó un pasado 
		medieval lleno de artesanos plenamente realizados para oponerlo a la 
		humillación de los trabajadores del sistema industrial... También los 
		esfuerzos de William Morris por reorganizar las tecnologías y las 
		prácticas industriales con el fin de que los trabajadores tuvieran mayor 
		control de su trabajo. Los empapelados que diseñó Morris son tan 
		innovadores en su producción como bellos de aspecto, producidos en masa, 
		pero no por autómatas; los trabajadores de los talleres de Morris 
		controlaban el ritmo de su trabajo y tenían su juicio acerca de la 
		calidad de los papeles y los pigmentos. 
		116 Weber y la ética 
		protestante. ... La ética protestante del trabajo es ella misma una 
		suerte de perversión de los valores liberales; la ética del trabajo 
		indujo a la gente a demostrar su valor, a mostrar que era independiente, 
		decidida y tenía un fin determinado, pero a demostrarlo negándose 
		placeres; sin embargo, ninguna prueba le parecerá suficiente. El hombre 
		dirigido de Weber luchaba constantemente por proporcionar nuevas pruebas 
		de su valor. 
		Lo que en la primera 
		época del capitalismo industrial unía a capitalistas y trabajadores, y a 
		socialistas como Morris y fabricantes más rígidos, fue la creencia en 
		que el trabajo por sí mismo era la fuente más importante del respeto 
		mutuo y del respeto por uno mismo. La pereza es sin duda un pecado que 
		se registra en los textos bíblicos más antiguos; la mayoría de los 
		pobres no tenían otra opción que evitarla si es que querían comer. Pero, 
		como nos recuerda el historiador Johann Huizinga, el valor moral 
		absoluto que se otorga al trabajo, la supremacía del trabajo respeto al 
		ocio, el temor a perder el tiempo, a no ser productivo, esto es un valor 
		que sólo en el siglo XIX se apodera de toda la sociedad, tanto de los 
		ricos como de los pobres. El adulto que gozaba del respeto del 
		liberalismo trabajaba. 
		117 Este valor se abrió 
		paso en el naciente Estado del bienestar. Desde comienzos del siglo XIX, 
		los reformadores sociales habían distinguido entre los indigentes, que 
		vivían del socorro a los pobres, y los trabajadores pobres que no lo 
		hacían. A los primeros no se les consideraba “simplemente pobres, sino 
		degradados, con el carácter corrupto y la voluntad minada por la 
		dependencia de la caridad”. 
		Sin embargo, la 
		dignificación del trabajo significaba que quien no producía, inspiraba 
		escasa piedad. Cuando la persona que vive de la caridad dice: “No 
		puedo”, su protector puede pensar: “No quieres”. De ahí derivaba la 
		índole particularmente punitiva de los asilos y los correccionales en 
		Gran Bretaña y en Estados Unidos (en su denominación inglesa, workhouses: 
		casas de trabajo). 
		118- 119 La aversión a 
		los indigentes, la equiparación entre vida improductiva y carácter 
		enfermizo, dominó en el siglo XIX tanto entre los revolucionarios y los 
		radicales como entre los asistentes sociales de la caridad burguesa o 
		los reformadores educacionales. El desprecio de Marx por el lumpen 
		proletariat derivaba directamente de la visión que sus enemigos tenían 
		de los indigentes, a saber, la corrupción del carácter del lumpen 
		proletariat debida al servilismo y la necesidad ciega. Para Marx, estas 
		almas desdichadas sólo se afirmaban en arranques de violencia 
		desorganizada e irreflexiva.; la acción militante efectiva requería un 
		autocontrol del que el lumpen proletariat carecía; el revolucionario 
		está más cerca del espíritu del hombre dirigido de Max Weber. Fura de 
		los confines a menudo puritanos de los escritos de Marx, otros 
		socialistas se centraron en la falta de trabajo, la insuficiencia de la 
		caridad como modo de vida, porque la falta de trabajo degrada algo en el 
		alma de una persona 
		120 – 121 - 122 Los 
		padres del liberalismo aspiraban a establecer la dignidad de los 
		ciudadanos como adultos. Pero fueron malos psicólogos. 
		- 
		La dependencia, separada de la vergüenza 
		La psicología moderna entiende la maduración de manera muy distinta que 
		el liberalismo político. Los padres del liberalismo trazaron un agudo 
		contraste entre la infancia y l edad adulta para mostrar el paso de la 
		definición privada a la definición pública de dependencia. Ese marcado 
		contraste suponía que la maduración humana en el ámbito público adulto 
		se asemeja al proceso por el que una mariposa emerge de una crisálida. 
		Este punto de vista se materializa en ley cuando se establece una edad 
		de consentimiento para las relaciones sexuales, o una edad en la que el 
		adulto racional recibe la súbita autorización para votar. 
		Lo que los psicólogos 
		modernos, freudianos u otros, discuten de la imagen de la crisálida es 
		la sugerencia de un momento de transformación en el cual el pasado queda 
		–o debiera quedar- completamente atrás. La mayoría de los psicólogos 
		evolutivos afirma que entre la infancia y la experiencia adulta hay un 
		constante ir y venir. Es precisamente el trabajo de la memoria; más que 
		recuperar simplemente hechos del pasado, lo que hace la memoria es ir y 
		venir entre pasado y presente, reelaborar y reinterpretar. La 
		“regresión” a un estado inmaduro consiste más en recuperar edades que 
		uno ha vivido que en volver a ser niño; al adulto que conecta 
		conscientemente con el niño que una vez fue, tiene una comprensión más 
		profunda del presente. Por esta razón, la regresión a la infancia tiene 
		un significado mucho más rico y más positivo para Freud que para Locke; 
		la regresión forma parte de la psicodinámica del razonamiento. 
		Por supuesto, a los políticos liberales no se los elige por sus 
		opiniones sobre la regresión. Tal vez deseen auténticamente rescatar a 
		la gente de una dependencia humillante, así como ahorrar dinero al 
		gobierno. Pero el emparejamiento de vergüenza y dependencia es 
		específico de una cultura, y vale la pena no perder de vista hasta qué 
		extremo lo es. ... En la cultura japonesa, por ejemplo, la gente se 
		abandona a otros adultos, a la espera de que la cuide como por derecho. 
		... 
		Así, pues, la convicción liberal demuestra no ser una verdad universal. 
		Pero en nuestra cultura, los psicólogos han separado dependencia y 
		vergüenza mediante otra distinción, la que existe entre vergüenza y 
		culpa. 
		123 El complejo de 
		inferioridad, de origen externo o interno, de producción objetiva o 
		subjetiva, implica una comparación denigrante de tal manera que sea uno 
		lo que sea y tenga lo que tenga, siempre parecerá insuficiente. 
		124 La investigación 
		psicológica propone un segundo aspecto igualmente importante de la 
		vergüenza, que distingue entre este sentimiento y la experiencia de 
		dependencia. Se refiere al “rubor” o a la “desnudez de la vergüenza”, 
		metáforas que encierran una experiencia subjetiva particular. Una vez 
		más, Freud es el punto de partida, pero el final de la historia. Freud 
		une explícitamente la vergüenza al cuerpo desnudo: tanto en los hombres 
		como en las mujeres, la vergüenza (scham) designa la zona genital 
		Después de Freud, el 
		componente sexual perdió relevancia, y en cambio ganaron importancia las 
		condiciones sociales de la exposición. Erikson, por ejemplo, propone que 
		la vergüenza se produce cuando se hace a alguien “visible y –éste- aún 
		no está preparado para serlo”, 
		125 La “desnudez 
		de la vergüenza” 
		se refiere, pues, a la pérdida del control sobre lo que se desvela ... 
		En el conjunto de viviendas de Cabrini (Chicago) la invasión de 
		asistentes sociales dejó a la vista pública la conducta de sus hijos 
		antes de estar ellos preparados para exponerla. 
		Por tanto, el juicio “necesito ayuda” recae en otra categoría; no hay en 
		él nada intrínsecamente vergonzoso mientras la persona que lo pronuncia 
		pueda administrarlo. 
		125 - 126 El liberalismo 
		lockeano hace hincapié en la transparencia de las relaciones políticas 
		por temor a que los poderes secretos del Estado se hurten al análisis de 
		los ciudadanos. Las ideas de Locke son una fuente importante, por 
		ejemplo, para las modernas exigencias de libertad de información. Pero 
		su legado tiene un aspecto más paradójico en el deseo de que las 
		relaciones sociales sean tan transparentes como las políticas. Al querer 
		saber quiénes son “realmente” las personas, se corre el riesgo de 
		avergonzarlas. No se les deja espacio donde ocultarse. 
		Una de las consecuencias culturales de esta tradición es que la gente se 
		sienta humillada si tiene que pedir ayuda o exponer su debilidad. 
		127 - 128 
		Autonomía. 
		Psicólogo Winnicott. 
		En general concebimos la “autonomía” como la capacidad de separarse de 
		los otros. Winnicott describe la autonomía como una fuerza del carácter 
		que se basa en las percepciones de los demás; esto quiere decir que se 
		trata de una diferencia que, antes que aislar, establece una relación 
		entre personas, pues el niño que desarrollo autonomía puede ver y 
		comprometerse fuera de sí mismo. 
		 
		129 Concebida de esta manera, la autonomía es una poderosa vía de acceso 
		a la igualdad. Más que como igualdad de entendimiento, que es una 
		igualdad transparente, la autonomía significa aceptar en el otro la que 
		no entendemos, que es una igualdad opaca. Al hacerlo, tratamos el hecho 
		de su autonomía como igual a la nuestra. Pero para evitar el dominio del 
		virtuoso, la concesión debe ser mutua. 
		Es bastante sorprendente 
		que Locke acepte esto. La gente tiene que comprender racionalmente y 
		prestar consentimiento a las leyes a las que obedece; en ese sentido 
		Locke quiere que el poder sea totalmente transparente. Pero una vez dado 
		el consentimiento, las cosas cambian. 
		130 La ausencia de mutua 
		comprensión invita al abuso de poder. Sin embargo, si el ciudadano no 
		otorga autonomía al gobernante, el Estado, como la familia, se hunde. 
		132 La dependencia se ha 
		mostrado como una moneda de dos caras: una, privada; la otra, pública; 
		de un lado, la necesidad de los otros se presenta dignificada; del otro 
		lado, vergonzosa. Al liberalismo, la dignidad de la dependencia nunca le 
		pareció un proyecto político valioso. 
		134 
		LA COMPASIÓN QUE HIERE 
		La monja y la socialista. 
		- “La benevolencia es hermana gemela del orgullo” 
		136 Addams (asistente 
		social, y creadora de una “colonia” de viviendas en Chicago) sabía que 
		lo primero que debía hacer era evitar que los actos de compasión se 
		pusiera al servicio moral del actor. 
		El papel de los asistentes sociales en estos esfuerzos era el de 
		consejeros prácticos. En ningún caso aspiraban a prevalecer sobre las 
		decisiones democráticas de los resistentes. 
		137 Una membrana tan 
		porosa entre el cuidado y el control se disuelve al mínimo contacto 
		Por esas razones, en las colonias que creó, Addams insistió en que el 
		trabajador social debía permanecer fuera del escenario y no adelantarse 
		al primer plano, actuar más al modo de un moderno consultor de empresas. 
		140 Tal vez la monja (Cabrini) 
		y la socialista nunca pudieron entenderse. A la madre Cabrini, la 
		frialdad de Addams le parecía tan sólo una suerte de arrogancia de clase 
		media, así como su colonia le parecía un instrumento de subversión 
		socialista. A Addams, inmersa en el crudo capitalismo del Chicago 
		industrial, los elementos católicos de compasión –piedad, humildad y 
		pecado- le parecían casi obscenos: sólo llevarían a más resignación y 
		más pasividad del mismo estilo que la pasividad que afligía a los 
		campesinos italianos en su país de origen. 
		141 En Chicago, la 
		relación problemática entre la compasión y la solidaridad precedió 
		históricamente a las tensiones en el seno de los movimientos por los 
		derechos civiles y suministró un marco a las perturbadas relaciones 
		entre blancos y negros. 
		Debido a la experiencia 
		de que es más fácil cuidar de los otros en las organizaciones 
		jerárquicas que en las democráticas, los conservadores son proclives a 
		sostener que cuando ese cuidado adopta formas jerárquicas es superior en 
		contenido, porque las reglas, los deberes y la conducta de todos son más 
		claros. Esto equivale a decir que lo mejor es lo más fácil. Las 
		modalidades más informales de cuidado de los demás son en verdad una 
		lucha, precisamente porque en la sociedad moderna la igualdad misma ha 
		demostrado ser una fuerza desorganizadora. A partir de la Revolución 
		Francesa, los dogmas igualitaristas de solidaridad demostraron ser una 
		de las principales piedras de toque de la represión social. ... Los que 
		trataron de traducir en actos de compasión una ideología de la igualdad 
		han experimentado el máximo desafío de los peligros políticos de la 
		igualdad; se han visto forzados a afrontar el daño que podrían inferir a 
		personas económica o socialmente no iguales a ellos. 
		142 - 
		Prodigalidad y “caritas” 
		Dar a los otros puede ser una manera de manipularlos o puede servir a la 
		necesidad más personal de afirmar algo en nosotros mismos. En la 
		historia de la caridad occidental, el dar como forma de manipulación cae 
		en la categoría de prodigalidad; la forma más personal y reflexiva de 
		dar entra en la categoría cristiana de caritas. 
		144 Caritas significa 
		hacerse buena persona mediante la donación: el acto de dar contrarresta 
		la disposición al pecado. No importa el valor de lo que se da e incluso, 
		según ciertas versiones, tampoco importa que sea bueno para los otros. 
		Este estado de ensimismamiento suele ser desconcertante para los que no 
		son cristianos. 
		Entre los no cristianos 
		modernos desconcertados por la caritas se destacó la filósofa política 
		Hannah Arendt. Arendt escribió por primera vez sobre la caridad en 1929, 
		en un ensayo de juventud sobre San Agustín. Difícilmente se lo podría 
		clasificar como trabajo de neutralidad académica. Como Jane Damas, 
		Arendt pensaba que la ética cristiana era un obstáculo en el camino de 
		la reforma social. Hay un estrecho paralelismo entre ambas mujeres. 
		Arendt también fue asistente social durante varios años, empleada por 
		organizaciones sionistas para tratar los problemas de los refugiados que 
		huían del régimen de Hitler en los años treinta. Addams criticó la 
		jerarquía social inherente a la caridad católica; a Arendt le 
		preocupaban los principios básicos del propio cristianismo. Ella 
		abordaba el trabajo social con reservas mentales que se debían en parte 
		a la idea que se había hecho de San Agustín. 
		Para San Agustín, el 
		amor por el prójimo era algo muy distinto al hecho de albergar cálidos 
		sentimientos por un prójimo en particular... El prójimo es alguien a 
		quien sólo debemos ver en relación con Dios, no como una persona 
		particular ... Para Arendt, “El cristiano puede amar a todo el mundo 
		porque cada persona es sólo una ocasión (...) son meras ocasiones de 
		amor. No es realmente al prójimo a quien se ama en este amor al prójimo, 
		sino al amor mismo” La frase elocuente es aquí que los otros resultan 
		“meras ocasiones”. La caritas implica más el conocimiento del amor que 
		el del prójimo  
		Hay que decir que en la 
		exposición de Arendt brilla por su ausencia la modestia, tan importante 
		para la ética cristiana. 
		 
		146 Es clara la dirección práctica que adopta Arendt: ningún Estado del 
		bienestar moderno debería operar sobre la base de principios cristianos 
		de este tipo. La finalidad de la protección social es hacer el bien al 
		receptor; los sentimientos del donante debieran quedar fuera de 
		cuestión. Es una razón por la que Arendt habló con tanta amargura de su 
		antigua profesión; pensaba que los asistentes sociales eran una tribu 
		obsesionada por su terapia personal e incapaces, dejando de lado esa 
		autoimplicación, de responder a la pregunta: “¿Por qué me ayudas?” El 
		mejor sistema de protección social, imaginaba Arendt, sería una 
		transacción contable que no implicara relaciones subjetivas. 
		146 - 147 Cuidar de los 
		demás al margen de la compasión. – Renta básica - 
		Hoy, la posición de Arendt ha sido adoptada por un vigoroso y variado 
		conjunto de reformadores del sistema del bienestar que suscriben 
		diversas versiones de la “política de renta básica”. Todos responden a 
		la creencia de que el Estado debe dar a la gente el dinero que necesita 
		para vivir y luego dejarla que haga de su vida lo que le parezca 
		adecuado. 
		Van Pariij, reformador 
		holandés del sistema de protección social, y Claus Offe, sociólogo 
		alemán, sostienen que el Estado debería proveer a todos los ciudadanos 
		de un ingreso suficiente como para que puedan comprar educación y 
		atención médica si así lo desean; el ingreso básico continúa durante 
		toda la vida de una persona, con lo que sustituye a las pensiones del 
		Estado. En la versión más radical de todas, cada persona recibe una 
		subvención básica, a modo de ingreso, lo necesite o no; desparece “la 
		comprobación de medios económicos”. 
		A diferencia de la 
		reforma liberal del bienestar social, estas propuestas prevén una gran 
		dependencia del Estado en materia de asistencia financiera Pero de la 
		misma manera que la reforma liberal del sistema del bienestar, imaginan 
		poner con ello fin a toda asistencia emocional al minimizar los aspectos 
		subjetivos de la dependencia en el sistema de asistencia social, pues la 
		“asistencia” deja de ser una interacción humana cara a cara. El don deja 
		de ser un regalo personal 
		¿Qué significado social tendría que la compasión quedara al margen de 
		las prestaciones? Las propuestas estas no prevén la igualdad absoluta, 
		sino la eliminación de la necesidad material.. Creen que esta garantía 
		haría a todas las personas más iguales desde el punto de vista social, y 
		de esa manera fortalecería la posibilidad de auténtico respeto mutuo. 
		Las analogías del mundo real que más se aproximan a estas propuestas son 
		las sociedades escandinavas de mediados del siglo XX, cuando sus 
		respectivos Estados del bienestar estaban intactos. 
		... ------ Quisiera 
		creer en ellas, pero mi experiencia de la lesión de la mano no me lo 
		permite. En la época en que sufrí la intervención quirúrgica, mi deseo 
		era que algún ser humano asumiera la responsabilidad... Y cuando la 
		operación salió mal, deseaba que al médico le importara.... 
		148 La prestación impersonal de cuidados es una visión muy pesimista de 
		la condición humana; supone la probabilidad de que, en la prestación 
		personal de servicios de atención, unas personas hagan daño a otras, de 
		tal manera que es preciso eliminar los elementos humanos de juicio y de 
		respuesta a la necesidad. 
		149 La crítica de Arendt 
		es ciega a la presencia de María en el pensamiento de Agustín. En la 
		Edad Media, los cultos marianos estimularon los cuidados durante las 
		pestes cuando el interés egoísta sólo habría dictado alejarse de los 
		demás. Las pestes eran fenómenos principalmente urbanos y la gente, 
		incluso en aquella era precientífica, sabía que, para ponerse a salvo, 
		debía huir de las ciudades; los cultos marianos se celebraban en las 
		calles, atendiendo a los enfermos, retirando los cadáveres, esparciendo 
		manojos de supuestas hierbas saludables en el exterior de los edificios, 
		actos de compasión con los que sólo conseguían aumentar el tributo que 
		se cobraba la muerte. 
		150 Los movimientos populares de la Edad Media fundados en la “imitación 
		de Cristo” tomaron forma sobre la base del dolor de María, y suponían 
		que la gente ordinaria podía empatizar con los sufrimientos físicos de 
		Cristo, con lo que los individuos se acercarían a Él y, por extensión, 
		unos a otros. El resultado es que el cristianismo llegó a “tener todas 
		las apariencias de ser una religión del pueblo” que daba cohesión a la 
		comunidad. 
		152 - 
		Fatiga de la compasión 
		– 
		La “fatiga de la compasión” representa el agotamiento de nuestras 
		simpatías ante realidades persistentemente dolorosas ... Como el fuego, 
		la compasión se extingue. 
		La fatiga de la compasión es citada también a menudo por los críticos 
		del Estado terapéutico del bienestar como motivo para buscar 
		ordenamientos más impersonales. 
		Con el paso del tiempo, los voluntarios terminan extenuados por tanta 
		tensión, por el exceso de demandas a sus emociones. 
		155 Sociológicamente, 
		los regímenes jerárquicos protegen de este peligro a la expresión de la 
		compasión mediante la eliminación del elemento de libre descubrimiento e 
		interpretación. Sólo cuando las reglas, las órdenes y las obligaciones 
		son reprimidas en nombre de la libertad, la compasión corre el riesgo de 
		volverse inmanejable. Por esta razón los programas de socorro a las 
		víctimas en situaciones de desastre que se basan en el voluntariado 
		suelen atascarse una vez pasado el primer impulso a ayudar; los 
		trabajadores que han de llevar alivio se ven abrumados por sus propias 
		reacciones. ... 
		La prodigalidad complica 
		cualquier respuesta, porque demuestra el poder manipulador del regalo. 
		Incluso el don entregado sin contraprestación puede herir el respeto por 
		sí misma de la persona que lo recibe, pues “la caridad hiere”; deja una 
		carga pesada de gratitud en el receptor, quien puede no tener nada para 
		devolver, salvo la sumisión. Cuando la compasión adopta la forma de 
		piedad, también puede humillar al receptor. “La compasión puede venir a 
		sustituir la justicia”, dice Arendt, pues la piedad “siempre significa 
		desigualdad”. Éste es el argumento contra la prodigalidad. 
		... Por estas razones, hay estrategas de la reforma del sistema de ayuda 
		social que trataron de imaginar las prestaciones sociales completamente 
		divorciadas del sentimiento de compasión. No quieren que aquéllas 
		sucumban cuando la compasión se agote. Es posible en verdad que hay algo 
		no natural –apto sólo para santos- en la respuesta gratuita al dolor por 
		encima de lo que la vida cotidiana obliga. Éste es el argumento contra 
		la caritas. 
		159 Tercera parte.
		UNA DISCUSIÓN SOBRE EL 
		ESTADO DEL BIENESTAR 
		Los reformadores del Estado del bienestar tienen poco de sociólogos. 
		Creen que el trabajo es mejor fuente de respeto por uno mismo que un 
		cheque del gobierno; creen que, siempre que fuera posible, se debería 
		sustituir las instituciones y los profesionales por comunidades y 
		voluntarios. Lo que está detrás de estas aspiraciones sociales es la 
		creencia de que el estado del bienestar debería funcionar de un modo 
		parecido a una empresa con fines de lucro. 
		Este tipo de reforma es 
		sociología ingenua. Su ingenuidad consiste en que no es posible borrar 
		las complicaciones del talento, la dependencia y el cuidado de los demás 
		mediante la privatización o el cuidado comunitario; además, la visión 
		que los reformistas tienen de las instituciones sociales no es correcta. 
		Actuar en función de este conocimiento defectuoso sólo exagera las 
		desigualdades del respeto al separar del resto de la sociedad a los 
		receptores de asistencia social. 
		170 - 
		El respeto burocrático – 
		En su rigidez interna, la pirámide burocrática puede aplastar también la 
		iniciativa y la inteligencia individuales, de lo que son famosas las 
		embrutecedoras rutinas de Ford Motor Works. Sin embargo, no por ello la 
		pirámide burocrática es una máquina sin alma; define un tipo particular 
		de relaciones sociales. 
		172 Las jaulas de hierro 
		de la burocracia, ya capitalistas, ya comunistas, no hubieran podido 
		construirse simplemente como prisiones; tenían que ofrecer además algo 
		atractivo a quienes estaban dentro: satisfizo una necesidad básica de 
		organizar la historia de vida personal; el servicio a la institución 
		podía obtener la consideración de los otros. 
		Hacia la década de 1950, 
		los investigadores que estudiaban la apoteosis de la burocracia rígida 
		descubrieron que los empleados se involucraban intensamente en el teatro 
		e la vida de la corporación como actores y no como espectadores. Las 
		instituciones podían hacer desgraciada a la gente, pero el hecho de que 
		la jaula de hierro comprometiera a sus internos ayuda a explicar la 
		aplicación de este modelo burocrático al Estado del bienestar. ... 
		Los creadores del Estado 
		del bienestar nunca dudaron de que para reparar la máquina capitalista 
		hacían falta instrumentos burocráticos generales. 
		173 El Estado del 
		bienestar representa versiones muy diferentes del Estado. El sociólogo 
		Gösta Esping-Anderson divide estos Estados en tres clases: el régimen 
		liberal de protección social, que con cicatería reparte sus prestaciones 
		a los individuos; el régimen socialdemócrata, que pone el acento en los 
		derechos universales a la ayuda estatal; y los regímenes conservadores 
		de protección social, que tratan de canalizar la ayuda estatal más a las 
		familias y las entidades locales que a los individuos. El desarrollo del 
		sistema de protección social norteamericano después de la Segunda Guerra 
		Mundial representa el primer régimen; el sistema escandinavo, el 
		segundo; el italiano, el tercero. 
		174 El paralelismo más 
		profundo entre las pirámides del ejército, la empresa y la protección 
		social estriba en la manera en que la gente se siente socialmente 
		integrada. En el ejército y en la vida de la empresa, la estima en el 
		seno de la jaula de hierro deriva del servicio a la institución. 
		177 - 178 En el Cabrini 
		de mi generación, cuando la pirámide burocrática era firme, había 
		regulaciones estrictas que gobernaban el uso que podía hacerse de los 
		edificios y la conducta apropiada en las calles; un régimen de 
		vigilancia llevaba a intervenir en las cuestiones de familia (...) Tanto 
		en el barrio de viviendas sociales como en la corporación, la 
		institución hace respetable la dependencia, pero no rinde honor a la 
		autonomía dentro de esta relación. La posibilidad psicológica de 
		combinar dependencia y autonomía que imaginaban Erikson y Winnicott no 
		encuentra expresión organizativa en tales prácticas.  
		182 – 183 - 184 Los 
		trabajadores sociales de colonias, como Jane Addams, sabían desde hacía 
		tiempo que los pobres deben participar en las circunstancias de su 
		necesidad. Pero la respuesta de Addams –la práctica de la reserva 
		personal como invitación a los protegidos a involucrarse- no prestaba 
		ningún servicio a Keynes y otros en su intento de crear instituciones 
		estables, duraderas y generales. 
		El gran dilema 
		burocrático que afrontaron los creadores socialdemócratas del Estado del 
		bienestar fue el de dar autonomía en el marco de la dependencia. 
		- Los adolescentes sin 
		techo son un caso extremo de individuos que se resisten a convertirse en 
		espectadores de sus propias necesidades. Como individuos sin techo, 
		necesitan una ayuda que no pueden procurarse por sí mismos. Como 
		adolescentes, son rebeldes a la autoridad y los controles que imponen 
		los adultos; lo mismo que todos los adolescentes, son desconfiados y 
		cínicos en relación con la orientación que necesitan. Ya sea que se 
		hubieran fugado de su casa, ya que su familia los rechazara o los 
		abandonara, lo que necesitan para seguir viviendo es dar estructura a su 
		vida. ¿Qué clase de institución podría permitirles participar en las 
		condiciones de su propia dependencia? ¿Cómo pueden sentirse sostenidos y 
		a la vez con autonomía? 
		- Es un enigma para mí 
		difícil de resolver, pero a mi juicio hay un elemento importante que ha 
		quedado fuera. La autonomía no es simplemente una acción; también 
		requiere una relación en la que un aparte acepte que no puede comprender 
		algo de la otra. La aceptación de que hay cosas del otro que uno no 
		puede comprender da al mismo tiempo permanencia e igualdad en la 
		relación. La autonomía supone conexión y a la vez alteridad, intimidad y 
		anonimato. 
		- La historia de la 
		burocracia de la asistencia social es una historia de la que está 
		excluido precisamente este elemento de autonomía. A los fundadores del 
		Estado del bienestar les pareció que para proveer a los menesterosos se 
		requería una institución que definiera qué necesitaban los destinatarios 
		del servicio. Les habría parecido irracional proporcionar recursos sin 
		enunciar claramente sus usos, pero el resultado fue que la burocracia no 
		aprendió a admitir la autonomía de aquellos a los que servía. 
		- También en las 
		cuestiones relativas al sistema del bienestar la pirámide burocrática 
		había empezada como “búsqueda de orden” en la sociedad capitalista 
		- Y lo mismo que en 
		economía, también en las cuestiones relativas al sistema del bienestar 
		las instituciones de orden tenían poder para penetrar muy dentro de las 
		personas dependientes, para influir en su lealtad, en sus historias de 
		vida y, sobre todo, en su sentido de dignidad personal (...) Cometieron 
		el grave y flagrante error de negar que los beneficiarios tuvieran 
		competencia para participar en los términos de su propia dependencia. 
		185 - 
		La asistencia social liberada – 
		El marco burocrático que originariamente se instaló para alentar las 
		“carreras abiertas al talento” fue perdiendo iniciativa a medida que 
		incluía más y más gente. 
		186 Hace una generación, 
		gran cantidad de personas salió, o fue expulsada, de la jaula de hierro 
		del sistema de protección social. Las instituciones que reemplazaron la 
		burocracia rígida planteaban menos exigencias sociales a quienes 
		trabajaban en ellas; estas mismas instituciones más ligeras 
		transformaron las prestaciones. Tanto los que salieron como los 
		expulsados, fueran cuales fuesen sus libertades, tenían la sensación de 
		haber perdido algo en ese mundo transformado; habían perdido una manera 
		de estructurar el respeto mutuo. 
		186 - El disco como 
		sustituto de la pirámide. La globalización y el “tiempo real global”. 
		Último tercio del siglo XX. Un cambio en el poder: los accionistas 
		empezaron a exigir la rentabilidad a corto plazo de las inversiones, 
		desafiando a los burócratas de la gestión, quienes se conformaban con ir 
		tirando, como lo habían hecho hasta entonces. 
		187 ¿Qué clase de 
		organización podía satisfacer estas exigencias? 
		A partir de los años setenta, los productores japoneses de automóviles 
		desafiaron la lógica militar del fordismo; rediseñaron el proceso 
		productivo de modo que equipos de obreros se desplazaban de una tarea a 
		otra, de un producto a otro, a medida que la demanda fluctuaba y el 
		objetivo cambiaba. Los nuevos directivos de Subaru insistieron en que 
		los trabajadores no tenían lugar fijo en sus plantas ... Efectuaban en 
		el plazo exacto la entrega de los componentes con el fin de mantener 
		bajo el nivel de existencias ... El fabricante moderno utiliza el 
		“diseño de plataforma”, de modo que la misma máquina básica puede 
		personalizarse fácil y rápidamente en muchas versiones diferentes de un 
		coche ... 
		Dos principios 
		institucionales subyacen a estos cambios: la organización es más plana 
		que la pirámide burocrática en su forma y más corta en su horizonte 
		temporal. 
		“Aplanar” significa eliminar las capas intermedias de burocracia en una 
		organización piramidal En IBM en 1965 había 23 eslabones; en el 2000 
		sólo quedaban oficialmente 7 grados.... El adelgazamiento tiene también 
		la finalidad de contener la expansión en la base. Dos maneras de 
		lograrlo son la externalización y la subcontratación. En la 
		externalización no hay nada nuevo, pues ya se practicaba en el mejor 
		momento de Ford Motor Works. Lo que cambia es la escala de esta 
		práctica, que ahora es toda una red de subcontratistas y 
		subsubcontratistas diseminados en todo el mundo. 
		188 “Acortar” significa 
		sustituir las funciones fijas de una organización por tareas más 
		temporales ... El nuevo estillo de trabajo hace hincapié en los equipos 
		que se unen para realizar tareas y luego se separan, con el fin de 
		formar nuevos grupos. Sin embargo, para que una empresa flexible 
		responda rápidamente a nuevas oportunidades del mercado exterior, estos 
		equipos pueden tener que competir entre sí, tratando de alcanzar eficaz 
		y rápidamente las metas fijadas por la dirección. ... El resultado es un 
		cambio de significado de la eficiencia: hay una deliberada duplicación 
		del esfuerzo con el fin de estimular la innovación. 
		“Acortar” se refiere 
		también a la rentabilidad a corto plazo en el mercado con preferencia al 
		beneficio a largo plazo. En 1965,. Las acciones estuvieron en poder de 
		inversores institucionales un promedio de 46 meses; en 2000, sólo 8 
		meses. En consecuencia, la evolución del valor trimestral de las 
		acciones se ha vuelto mucho más importante que en la generación 
		anterior. Los directivos que pueden incrementar los resultados 
		trimestrales tienen éxito: los que apuntan al largo plazo tienen que 
		defenderse. 
		La globalización ha 
		tenido como consecuencia que los accionistas de todo el mundo, muy 
		alejados de los puestos de dirección, puedan emitir juicios sobre la 
		organización (control sobre los burócratas) 
		189 Cuando las empresas 
		empezaron a rebelarse contra la arquitectura de la pirámide dieron con 
		la imagen de la “red” para describir esta nueva construcción plana y 
		corta, forma organizativa suelta y fácil de recombinar. Además ciertos 
		gurús de la gestión empresarial sostuvieron que la organización en red 
		es más democrática que militarista, precisamente porque la red tiene 
		menos eslabones en su cadena de mando. Pero esta afirmación es un tanto 
		engañosa; la imagen de “red” no deja ver cómo opera en realidad el poder 
		en esas organizaciones cortas y planas. Lo cierto es que los dos tipos 
		de arquitectura empresarial tienden a diferentes tipos de desigualdad: 
		... pone a la élite de la empresa a gran distancia del conjunto que 
		queda por debajo (“el ganador arrambla con todo”... Esta creciente 
		desigualdad no es sólo producto de la codicia de los directivos. Esta 
		desigualdad funcional deriva del hecho de que las organizaciones 
		laborales modernas funcionan en cierto modo como el interior de un 
		lector de discos láser. (se puede explorar varias versiones de una 
		canción en un disco y seleccionar la que quiere hacer oír o el orden de 
		los materiales) 
		De la misma manera, una 
		burocracia plana y corta contiene una unidad central de procesamiento. 
		Un puñado de directivos puede dirigir tomando decisiones, etc... ; los 
		elementos del disco pueden ser rápidamente reordenados y reprogramados; 
		la revolución de la información ha permitido a la unidad central de 
		procesamiento realizar lecturas instantáneas de la organización en su 
		totalidad 
		190 De esta manera, la flexibilidad permite un particular ejercicio de 
		desigualdad. Como en las corporaciones piramidales, la dirección puede 
		tomar decisiones rápidas en cuestiones de inversiones o de estrategias 
		sin necesidad de someterlas a votación de las bases de la organización. 
		Pero, a diferencia de la pirámide, la ejecución de estas decisiones 
		puede ser a la vez más rápida y más precisa. En una pirámide, las 
		órdenes tienden a modular el contenido a medida que descienden por la 
		cadena de mando, alterándose un poco en cada eslabón. A la inversa, 
		cuando la cima depende de gruesas capas de la burocracia que tiene 
		debajo, la información cambia a medida que asciende; a menudo las malas 
		noticias no llegan al nivel máximo. 
		Si se eliminan eslabones 
		de la cadena de mando, esta modulación interpretativa se reduce. En 
		cambio, es posible incrementar la vigilancia y los poderes de mando... 
		La tecnología moderna, gracias a la informatización, el liderazgo del 
		nivel máximo puede medir cada día, incluso cada hora, la eficiencia del 
		personal y el comportamiento de los mercados. 
		En lugar de 
		desigualdades detalladamente graduadas, la organización flexible permite 
		una distinción más tajante entre élite y masa. Dado que su poder 
		efectivo de mando está en el nivel más alto, la organización flexible 
		puede funcionar como “institución total” mejor que la pirámide 
		burocrática tradicional. 
		Durante el boom de las 
		últimas décadas del siglo XX, a la hora de aprovechar oportunidades, las 
		organizaciones planas y cortas demostraron ser más eficientes que las 
		comunidades en las que las personas dedicaban más atención a las otras 
		personas que al trabajo 
		191 La pirámide burocrática de antiguo estilo sigue funcionando bien 
		para otros tipos de empresas, las que tienen fuentes de demandas muy 
		estables o las que aspiran a beneficios a largo plazo. La pirámide tiene 
		también fuerte implantación en las firmas de propiedad familiar, o en 
		aquellas que no cotizan en bolsa. 
		Cuando el boom de los 
		años noventa tocó a su fin, el experimento con organizaciones planas y 
		cortas parecía en peligro. Las empresas con problemas necesitaban 
		relaciones estables con sus proveedores, inversores pacientes y 
		empleados dedicados y comprometidos a sostener los negocios en tiempos 
		difíciles; el estallido de la burbuja especulativa de internet produjo 
		escepticismo en relación con las instituciones de la “nueva economía”. 
		Pero las instituciones planas y cortas se han atrincherado; ningún 
		negocio global se puede hacer sin contar con ellas, ni se creará ninguna 
		empresa nueva sobre el principio del empleo de por vida. Lo más 
		preocupante es que la empresa flexible se ha convertido en modelo para 
		el sistema de protección social. 
		191 - 
		La protección social a modo de disco –
		 
		Se ha producido un “vaciamiento” de sus administraciones mediante la 
		reducción de las capas burocráticas y de la cantidad de trabajadores y 
		supervisores del sistema. El “vaciamiento” de las filas de médicos, 
		maestros o asistentes sociales no reducirá, por supuesto, la cantidad de 
		enfermos, de estudiantes o de pobres. De modo que la reforma de la 
		burocracia del sistema del bienestar ha pedido también a los 
		consumidores del sistema que reflexionen acerca de las prestaciones que 
		habrán de recibir: más breves y de contenido más laxo. 
		192 Mientras que el 
		objetivo final de los mercados comerciales es el precio, en educación o 
		en salud el mero coste no es medida de calidad. Pero hay una dificultad 
		más. Para los pobres o pera las personas de escasa educación es 
		particularmente difícil “escoger” escuela, porque no tienen la 
		experiencia personal de un modo al que referir lo que quieren para sus 
		hijos. Parecida dificultad afecta a todos los pacientes a la hora de 
		escoger médicos u hospitales. Los consumidores de asistencia social 
		necesitan un consejo desinteresado; pero, en un mercado, ningún vendedor 
		es desinteresado. 
		En la reforma del 
		sistema de protección social, el “acortamiento” es la operación por la 
		que un Estado reduce sus responsabilidades mediante la limitación de las 
		garantías fijas o permanentes y las sustituye por actos de ayuda más 
		temporales. 
		193 El sistema corto de 
		protección social que disminuye la responsabilidad del gobierno devuelve 
		al individuo la gestión de su destino. 
		Lo mismo que en las 
		corporaciones planas y cortas, el resultado es la creación de 
		desigualdades (la división que la reforma produce entre los dependientes 
		pasivos y los consumidores más independientes del sistema de protección 
		social) 
		Existe entre los 
		reformadores una tendencia a ofrecer peor calidad de servicio a los 
		dependientes pasivos que a los que toman decisiones por sí mismos ... 
		Este resultado tiene cierta semejanza con los mercados del sector 
		privado en los que el ganador arrambla con todo. 
		Por último, lo mismo que 
		en la burocracia laboral, también en el sistema de protección social la 
		estructura plana y corta puede concentrar poder. ... En los presuntos 
		sistemas de protección social “transferidos”, el gobierno central 
		determina cuánto pueden gastar las administraciones locales, no cuánto 
		necesita cada ciudadano. El vaciamiento de la burocracia del sistema de 
		protección social, lo mismo que en la empresa, reduce la comunicación 
		interpretativa entre capas, característica de la pirámide burocrática. 
		La “necesidad”, lejos de ser una relación humana negociable, se 
		convierte en una abstracción, un número, un dato evaluado 
		instantáneamente desde arriba. 
		195 El problema social 
		más grave al que se enfrenta la mayoría de los nuevos trabajadores 
		reside en las organizaciones en las que ingresan, organizaciones cuyas 
		formas de trabajo, tanto para las clases medias como para los pobres, no 
		implican demasiada cohesión. 
		En las pirámides, se 
		suponía que la gente que servía con lealtad a la institución debía ser 
		compensada por su lealtad 
		Se espera que la gente 
		trate el trabajo como una actividad episódica, una serie de tareas que 
		realizar mientras se pasa de un sitio a otro. 
		Las formas de trabajo planas y cortas tienden a producir débiles 
		vínculos de fraternidad entre los trabajadores 
		196 Además, el mundo del 
		trabajo flexible tiende a alimentar la pasividad en sus escalones 
		inferiores ... La gente no tiene reivindicaciones viables ... Se tiende 
		a mantener la cabeza baja con tal de sobrevivir (“indiferencia emocional 
		como estrategia de supervivencia”) 
		Estas deficiencias de las organizaciones planas y cortas se aplican en 
		particular a los trabajadores nuevos y necesitados de los niveles más 
		bajos. Sin intervención exterior, los trabajadores nuevos tienen 
		dificultades para constituir redes de apoyo en sus lugares de trabajo; 
		el clima de indiferencia, desconfianza institucional y pasividad no 
		favorecen el aprendizaje en el trabajo. Sus problemas se ven agudizados 
		porque los contratados en último término y en los niveles más bajos son 
		los primeros en ser despedidos. Sin una costosa asistencia al empleo, 
		estos primeros trabajos pueden resultar particularmente desmoralizadores 
		para los trabajadores que antes habían dependido de la ayuda social. 
		197 Raramente el estrés 
		laboral crea un auténtico vínculo social; tampoco lo crean la 
		afabilidad, la cooperatividad aparente ni el control de la agresividad 
		bruta que se cultivan bajo la denominación de “habilidades sociales” en 
		el trabajo. 
		¿La comunidad servirá como compensación al trabajo? 
		¿Qué clase de remedio es éste? 
		199 - 
		El remedio de la comunidad – 
		En la calle, apostar por una ayuda que evite la burocracia formal 
		equivale a ayudar poco. La atención en serio trasciende el marco 
		temporal de la flexibilidad. 
		En el judaísmo y en el islam tradicionales, la ayuda social en la 
		comunidad exigía a los individuos el cumplimiento de obligaciones 
		respecto de los demás en obediencia a la ley divina. El catolicismo 
		también concebía la compasión como deber. 
		Sin embargo, el 
		protestantismo puso el acento en el carácter espontáneo y voluntario de 
		la ayuda a los demás. Lutero escribió que la caridad no puede ordenarse; 
		para Calvino, la compasión era un “don gratuito del yo” 
		203 Mientras que tanto 
		en Estados Unidos como en Europa, aumentan las donaciones brutas al 
		sector sin fines de lucro, disminuyen las aportaciones por individuos; 
		la minoría rica es la que hace crecer los fondos. A finales del gran 
		boom económico de los años noventa, los norteamericanos donaban menos 
		por cabeza que en 1940, al final de la Gran Depresión. 
		205 La comunidad es 
		vigorosa cuando la interacción no es necesaria, y débil cuando la 
		donaciones personalizada. 
		206 El voluntariado es 
		un pobre remedio para unir extraños o para gestionar situaciones 
		sociales complejas. Falta lo que podría denominarse una arquitectura de 
		la simpatía, esto es, un movimiento progresivo que ascienda de la 
		identificación con los individuos que uno conoce a los individuos que 
		uno no conoce. También falta el prerrequisito de la autonomía: la 
		voluntad de permanecer extraños unos a otro en una relación social. 
		208 Las tasas de relevo 
		en los empleos de trabajo social en Estados Unidos se han incrementado 
		en la última generación. Las prácticas cada vez más planas y cortas del 
		cuidado sanitario están expulsando de los servicios públicos de salud a 
		los médicos de ambos países. (G. Bretaña) 
		No cabe duda de que a los trabajadores del servicio público les importa 
		el servicio a los otros, pero el aspecto artesanal de la utilidad ayuda 
		a la gente a perseverar en unas condiciones en que tan a menudo se pone 
		su honor en tela de juicio. El trabajo mismo proporciona claves 
		objetivas para sentirse uno mismo valioso. El hecho de centrarse en el 
		carácter artesanal del trabajo útil marca la diferencia entre este tipo 
		de cuidado y la compasión. No mueve a la piedad por los que sufren 
		necesidades. Las dimensiones artesanales del trabajo útil sirven para 
		precaverse del error de creer que hacer el bien entraña autosacrificio. 
		209 Las burocracias 
		piramidales podían asignar a todos los individuos un lugar y una función 
		apropiada, verlos como seres humanos totales, pero al precio de negarles 
		participación. 
		Las innovaciones institucionales de nuestro tiempo encarnadas en la 
		burocracia a modo de disco no dan a los individuos una posición estable 
		ni los ven como seres integrales.  
		214 Cuarta parte. 
		CARÁCTER Y ESTRUCTURA SOCIAL. 
		- carácter: como ese aspecto del yo capaz de conmover a los otros. 
		218 Los rituales de la 
		vida social son actos igualmente complicados de entretejido de personas, 
		con la gran diferencia de que el “texto social” no es una partitura 
		musical escrita, sino que emerge por ensayo y error y luego se graba en 
		la memoria en forma de tradición. 
		219 Los rituales de 
		igualdad y fraternidad de las primeras fases de la Revolución francesa 
		trataron simplemente de sustituir la desigualdad por la igualdad como su 
		legítimo tema. ... Pero estos rituales de igualdad languidecieron 
		pronto. Sus convenciones no eran convincentes 
		Precisamente deshaciendo el poder del ritual, su hechizo unificador, fue 
		como la sociedad moderna intentó desarraigar la influencia de la 
		desigualdad sobre la manera en que los individuos se sienten a sí 
		mismos: tratar la desigualdad como un hecho en bruto, no como una 
		representación. ... La sociedad paga un precio cuando trata de hacer tal 
		cosa; debilita el sentido mismo de honor social. 
		222 - La interpretación 
		de la desigualdad. La vía socialista. 
		- Mauss: El principio del intercambio asimétrico. 
		Sobrino de Émile Durkheim. 
		Lo que Mauss persigue es mostrar qué sucede en un intercambio 
		capitalista ordinario: yo te vendo caviar y tú me pagas en dinero, 
		guantes o espinos de erizo de valor equivalente. Si ambos lados se 
		equilibran, el mercado cuadra. Pero este intercambio, dice Mauss, no 
		crea vínculo emocional.. 
		Cuando empezó a desarrollar el principio del intercambio asimétrico, 
		Mauss tenía en vista un objetivo amplio: lo “social” del socialismo. En 
		sus últimos años de vida trató de dar sentido antropológico a la frase 
		de Marx: “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus 
		necesidades”. Creía que los trobriandeses presentaban un ejemplo de 
		ritual de desigualdad radicalmente diferente del que mantenía la 
		cohesión del A cien Régime. En las islas Trobriand, los recursos de la 
		población eran desiguales; más aún, sus intercambios eran asimétricos. 
		Al dar, se creaba un desequilibrio entre los individuos y los grupos. 
		Mauss sostenía que precisamente el desequilibrio era lo que creaba un 
		vínculo expresivo entre ellos, y que en esa asimetría hay una lección 
		para el socialismo. 
		223 Sus escritos sobre 
		este tema son más bien exploraciones que ideas acabadas. Pero llegó 
		bastante lejos como para comprender que tal vez hubiera descubierto un 
		principio básico acerca de la conducta adecuada a un Estado del 
		bienestar (libro “El don”, 1950)... Mauss dice que el Estado del 
		bienestar debe al individuo algo más que una simple devolución monetaria 
		sobre la base de las contribuciones. ¿Por qué? 
		Una vida entera de duro 
		trabajo no tiene equivalente monetario; en consecuencia, un sistema de 
		protección social no debería basarse en el dinero con el que la gente ha 
		contribuido al mismo. Los trabajadores deben contribuir a sus pensiones, 
		pero no sufrir recortes cuando las contribuciones tocan a su fin. La 
		asimetría entre el trabajo y las prestaciones sociales es el fundamento 
		de la rama maussiana del socialismo. 
		Mauss observó que muchas 
		sociedades tradicionales practicaban el sistema asimétrico de ayuda 
		social; discutió que la sociedad moderna fuera demasiado pobre para 
		permitírselo... Y, sin embargo, Mauss creía que aquellos que se 
		benefician deben devolver algo, aun cuando no devuelvan, ni puedan, en 
		términos de equivalencia. Tienen que hacerlo para lograr respeto a los 
		ojos de los demás y ante sí mismos. 
		224 Si no pedimos nada a 
		cambio, no reconocemos la relación mutua entre nosotros y la persona a 
		la que ofrecemos nuestro don.... En términos sencillos, la reciprocidad 
		es el fundamento del respeto mutuo. 
		El o la donante 
		devuelven algo a la sociedad. El trabajador del servicio público que 
		realiza un trabajo útil hará mentalmente la misma operación. Aunque un 
		contable nunca sea capaz de calcular qué “debe” a la sociedad un donante 
		de sangre, el donante inventará la deuda y hará la donación. 
		Todos los símbolos adquieren poder emocional precisamente porque no 
		podemos traducirlos en valores equivalentes. 
		En la vida cotidiana 
		estamos constantemente dando y recibiendo significados que somos 
		incapaces de medir. 
		Lo que deseaba Mauss en 
		la práctica era que, al devolver prestaciones a los individuos, el 
		Estado del bienestar pasara por encima de diferencias de clase y de 
		riqueza. Mauss deseaba romper el ethos capitalista de devolver a cada 
		uno exactamente lo que “merece” 
		225 Cuando el ritual une 
		a las personas lo hace permitiéndoles “mutar” un hecho material en gesto 
		expresivo compartible y, además, sostenido. Un intercambio económico es 
		una transacción breve; las nuevas formas institucionales de capitalismo 
		son sobre todo a corto plazo. Por el contrario, un intercambio ritual, 
		en particular de tipo asimétrico, crea una relación más prolongada; los 
		actos recíprocos del habla se convierten en hilos que se entretejen 
		formando una trama. 
		226 En el mundo de las 
		transacciones, en el capitalismo verdaderamente flexible, lo que domina 
		son los finales rápidos y tajantes. (...) ¿Por qué el capitalismo 
		moderno no los produce?: insistencia del capitalismo en la simetría del 
		intercambio. 
		 
   |