Apunts Jota'O

Material de suport de l'assignatura de filosofia per alumnes de primer i segon de batxillerat

 

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RICHARD SENNETT

Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo.


Nota del compilador:

La paraula moral (moralis, en llatí) deriva de la paraula mos., que significa “costum” en aquesta mateixa llengua. En cada poble, com en cada individu, existiesen multitud de costums (mores) que regulen la vida quotidiana. Per exemple, el deure de respectar els grans, la prohibició d’apropiar-se del que pertany als altres o l’obligació de complir les promeses. El conjunt d’aquestes “mores”, costums, constitueix la moral d’un poble o d’un subjecte.
Podríem definir el terme moral com el codi de normes que regulen l’acció individual i col•lectiva que es considera correcta.

És en l’actuar concret on es manifesta el caràcter moral de l’ésser humà. Cada acció concreta pot ser valorada com a moral o immoral segons si compleix o incompleix les normes. Tanmateix, en parlar de moral ens referim a una cosa que va més enllà de les accions aïllades i concretes que pot dur a terme un subjecte determinat. Quan parlem de moralitat o immoralitat ens referim, sobretot, als hàbits i al caràcter d’un subjecte moral.

- Els hàbits (o costums) són certes tendències a actuar d’un manera determinada davant de situacions similars

- El conjunt d’hàbits d’una persona constitueix el seu caràcter o manera de ser, és a dir, els trets que el distingeixen dels altres i que és possible d’observar en les seves accions concretes.

Encara que naixem amb unes predisposicions concretes, el nostre caràcter es forma per la repetició d’accions similars: el qui s’acostuma a “no deixar per a demà el pot fer avui” acaba adquirint un caràcter diligent. Per això, el caràcter no es pot considerar una cosa que ens vingui definitivament donada, sinó quelcom que anem construint lentament però de forma constant al llarg de la vida.
Un cop que el caràcter està format, influeix i condiciona fortament les nostres accions concretes.
D’aquesta manera, a una persona respectuosa li serà més fàcil de respectar les persones en les diverses situacions quotidianes que a qui no ho és. I és que, com més assimilat està el caràcter, més difícil és fer accions de signe contrari a les que estem acostumats. Per aquest motiu, es pot dir que el caràcter és la base de la nostra naturalesa moral, ja que un cop format condiciona les nostres acciones i, en conseqüència, la seva correcció o incorrecció.


10
Prólogo

El “capitalismo flexible” describe un sistema en el cual a los trabajadores se les pide un comportamiento ágil; se les pide también –con muy poca antelación- que estén abiertos al cambio, que asuman un riesgo tras otro, que dependan cada vez menos de los reglamentos y procedimientos formales.

Poner el acento en la flexibilidad cambia el significado mismo del trabajo.

El capitalismo flexible ha bloqueado el camino recto de la carrera, desviando a los empleados, repentinamente, de un tipo de trabajo a otro. En el inglés del siglo XIV, la palabra job (trabajo, empleo) designaba un pedazo o fragmento de algo que podía acarrearse. Hoy, la flexibilidad le devuelve ese sentido desconocido, pues a lo largo de su vida la gente hace fragmentos de trabajo.
Es totalmente natural que la flexibilidad cree ansiedad: la gente no sabe qué le reportarán los riesgos asumidos ni qué caminos seguir.

El término flexibilidad se usa para suavizar la opresión que ejerce el capitalismo. Al hacer hincapié en el riesgo se afirma que la flexibilidad da a la gente más libertad para moldear su vida. De hecho, más que abolir las reglas del pasado, el nuevo orden implanta nuevos controles, pero éstos tampoco son fáciles de comprender. El nuevo capitalismo es, con frecuencia, un régimen de poder ilegible.


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A la deriva
Comparación entre dos generaciones: Enrico (padre: toda su vida limpiando lavabos y suelos de un edificio de oficinas del centro de Boston. También portero) y Rico (hijo: universitario, ingeniero y consultor).

Lo que más me sorprendió de Enrico y su generación fue cuán lineal era el tiempo en su vida: año tras año en empleos que raramente presentaban cambios en lo cotidiano; en ese tiempo lineal, los logros eran acumulativos.

Medían su vida doméstica por las diversas mejoras y añadidos que hacían en su casa. Además, la época que vivían era predecible... Los sindicatos protegían sus puestos de trabajo.
El tiempo es el único recurso del cual pueden disponer gratuitamente los que viven en el escalón más bajo de la sociedad.

Enrico diseñó para sí mismo un relato perfectamente claro en el que la experiencia se acumulaba desde el punto de vista material y psíquico; su vida, por tanto, tenía sentido en cuanto narración lineal.... El portero sentía que se convertía en el autor de su vida, y, aunque ocupaba los últimos peldaños de la escala social, ese relato le proporcionaba una sensación de respeto por su propia persona

Se ganó el reconocimiento de persona única entre aquellos que lo conocían lo suficiente para comprender su historia; de sus nuevos vecinos, en cambio, se ganó un tipo de respeto más anónimo haciendo lo que todo el mundo hacía: mantener limpia la casa y bien cuidado el jardín y vivir sin incidentes. La espesa textura de la experiencia particular de Enrico residía en el hecho de que era reconocido de dos maneras según la comunidad en que se moviera, dos identidades que eran el producto del mismo y disciplinado manejo del tiempo.

Aunque Enrico sentía que había alcanzado cierto honor social, no toleraba la idea de que su hijo Rico repitiera su historia. El sueño americano de movilidad social ascendente era un poderoso motor
16 Rico y otros jóvenes que ascendieron en la escala social a veces sentían vergüenza de su procedencia... Estos niños privilegiados querían embarcarse en un viajo menos forzado.
Rico había realizado el deseo de su padre en la ascensión en la escala social, si bien en el fondo rechazó el camino de su padre. Rico se burla de los “esclavos del tiempo” y demás personas prisioneras en la armadura de la burocracia, y cree que hay que estar abierto al cambio y asumir riesgos. Y ha prosperado; mientras los ingresos de Enrico se situaban en la cola del escalafón, Rico ha ascendido hasta el 5% superior. Y, sin embargo, no en una historia totalmente feliz para él.
17 Rico empezó como asesor tecnológico en una empresa de capital de riesgo de la Costa Oeste, en los primeros y emocionantes días de la industria informático en Silicon Valley; luego se trasladó a Chicago, donde tampoco le fue mal. Sin embargo, la siguiente mudanza se hizo a favor de la carrera de su mujer, Jeannette.

Mientras Jeannette era ascendida, Rico se vio afectado por un recorte de plantilla, pues su empresa fue absorbida por otra mayor con sus propios analistas. Y por este motivo la pareja se mudó por cuarta vez y regresó al Oeste, para instalarse en un barrio residencial de las afueras de Nueva York. Jeannette dirige ahora un importante equipo de contables, y él ha montado una pequeña consultoría.

A pesar de ser una pareja próspera, la viva imagen de una pareja amoldable en la que ambos se apoyan mutuamente, tanto el marido como la mujer temer a menudo estar al borde de la pérdida del control de sus vidas, un miedo enraizado en sus respectivas historias laborales.

18 La falta de control de Jeannette es más sutil. El pequeño grupo de contables que ahora dirige se divide entre aquellos que trabajan en casa, los que suelen trabajar en el despacho y una falange de empleados administrativos de bajo nivel, a mil o dos mil kilómetros de distancia y conectados con ella por ordenador. En su actual empresa, unas reglas estrictas y la vigilancia de los teléfonos y el correo electrónico disciplinan la conducta de los que trabajan desde casa; para organizar el trabajo de los empleados conectados por ordenador, Jeannette no puede hacer juicios prácticos cara a cara y debe trabajar ajustándose a estrictas directrices escritas. En este trabajo aparentemente flexible, no siente que la burocracia sea menor; de hecho, sus propias decisiones cuentas menos que en los días en que supervisaba a trabajadores que estaban siempre juntos en la misma oficina.
Esta pareja, Rico y Jeannette, son la encarnación del sueño americano... Sin embargo, Rico teme que las medidas que necesita tomar y la manera como tiene que vivir para sobrevivir en la moderna economía hayan lanzado a la deriva su vida interior y emocional.

Rico y Jeannertte se habían hecho amigos de la mayoría de la gente con la que trabajaban, y que con los cambios de los últimos doce años perdieron la mayoría de esas amistades.
19 Rico busca en las comunicaciones electrónicas el sentido de comunidad que Enrico disfrutaba más cuando iba a las asambleas del sindicato de porteros, pero el hijo encuentra que las comunicaciones on line son breves y precipitadas.

El aspecto fugaz de la amistad y de la comunidad local constituyen el fondo de la más aguda de las preocupaciones íntimas de Rico: su familia. “Llegamos a casa a las siete, preparamos la cena, tratamos de que nos quede una hora para ayudar a los niños con los deberes, y luego nos dedicamos a nuestro papeleo”. Cuando las cosas se ponen duras en su consultoría durante meses enteros, “casi ya no sé quienes son mis hijos”. Le preocupa también la frecuente anarquía en la que se hunde su familia, y le preocupa no ocuparse lo suficiente de sus hijos, cuyas necesidades no pueden programarse para que se adapten a las exigencias de su trabajo.

20 De niño a Rico le había irritado la autoridad de su padre... Ahora que él es padre, lo obsesiona el miedo a perder la disciplina ética, en especial el temor a que sus hijos se vuelvan unas “ratas de centro comercial” que anden dando vueltas por las tardes sin nada que hacer por los aparcamientos de las grandes superficies mientras los padres permanecen inaccesible en sus despachos.
Pero su preocupación más honda es no poder ofrecer la sustancia de su vida profesional como ejemplo para que sus hijos vean cómo han de comportarse éticamente.

Los líderes de la economía y los periodistas especializados hacen hincapié en el mercado global y en el uso de las nuevas tecnologías, dos aspectos que ellos consideran el sello distintivo del capitalismo de nuestro tiempo. Si bien es bastante cierto, no contemplan otra dimensión del cambio: nuevas maneras de organizar el tiempo, y en especial el tiempo de trabajo.
El signo más tangible de ese cambio podría ser el lema “nada a largo plazo”.
Un ejecutivo de ATT señala que el lema “nada a largo plazo” está alterando el significado mismo del trabajo.

21 Las empresas también han subcontratado con pequeñas empresas e individuos empleados con contratos a corto plazo muchas de las tareas que antes se hacían siempre dentro.
El economista B. Harrison cree que la fuente de dicha avidez de cambio es el “capital impaciente”, el deseo de un rendimiento rápido.
El mercado cree que el rendimiento rápido se genera mejor si se instaura un rápido cambio institucional.

Hay que decir que el orden “a largo plazo” que el nuevo régimen quiere destruir fue en sí mismo efímero: las décadas de mediados del siglo XX. El capitalismo del siglo XIX fue tambaleándose de desastre en desastre en los mercados bursátiles, con una inversión empresarial irracional; los cambios bruscos del ciclo comercial proporcionaban poca seguridad. En la generación de Enrico, la generación posterior s la Segunda Guerra Mundial, este desorden se controló hasta cierto punto en la mayoría de las economías avanzadas; unos sindicatos fuertes, las garantías del Estado del bienestar y las empresas a gran escala se combinaron para producir una era de relativa estabilidad. Este período aproximado de treinta años define el “pasado estable” ahora amenazado por un nuevo régimen.

22 Las empresas han intentado eliminar capas enteras de burocracia para convertirse en organizaciones más horizontales y flexibles. En lugar de organizaciones con estructura piramidal, la dirección de empresas prefiere ahora concebir las organizaciones como redes. “Las estructuras de red se pueden desmontar o redefinir más rápidamente que los activos fijos de las jerarquías”. Esto significa que los ascensos y los despidos tienden a no estar estipulados en normas claras y fijas, como tampoco están rígidamente definidas las tareas: la red redefine constantemente su estructura.
Lo que Rico trataba de explicarme, y quizá también de explicarse a sí mismo, es que los cambios materiales incluidos en el lema “nada a largo plazo” también se han vuelto disfuncionales para él, pero en cuanto guías para el carácter, particularmente en relación con su vida familiar.
Tomemos, por ejemplo, la cuestión del compromiso y la lealtad “Nada a largo plazo” es el principio que corroe la confianza, la lealtad y el compromiso mutuos.
Las experiencias más profundas en materia de confianza son más informales... Estos vínculos sociales tardan en desarrollarse, y lentamente echan raíces en las grietas de las instituciones.

23 La organización a corto plazo de las instituciones modernas limita la posibilidad de que madure la confianza informal.
En las empresas que están empezando, a todo el mundo se le pide horas extras y un esfuerzo intensivo; cuando las empresas salen a bolsa, los fundadores están habilitados para vender y cobrar y dejan en la cuneta a los empleados de menor nivel. Si una organización, sea vieja o nueva, opera como una estructura de red flexible más que con una rígida estructura de mando en la cumbre, la red también puede debilitar los vínculos sociales.
Por el contrario, unos vínculos sólidos dependen de una asociación larga; en un plano más personal, dependen de una disposición a establecer compromisos con los demás.
La lealtad institucional es una trampa en una economía en la que los “conceptos comerciales, el diseño de los productos, el espionaje de los competidores, el equipo de capital y toda clase de conocimientos tienen unos periodos de vida verdaderos mucho más breves

24 Para hacer frente a las realidades actuales, el desapego y la cooperación superficial son una armadura mejor que el comportamiento basado en los valores de lealtad y servicio.
Trasladado al terreno de la familia, el lema “nada a largo plazo” significa moverse continuamente, no comprometerse y no sacrificarse.
Lo que Rico quiere decir es que los niños no ven que el compromiso se practique en la vida, o en la generación de sus padres.
Si se practica en casa, el trabajo en equipo es destructivo, y refleja una falta de autoridad y de orientación en la educación de los niños.

25 Para esta pareja moderna (Rico-Jeannette), el problema es precisamente el contrario: cómo proteger las relaciones familiares para que no sucumban a los comportamientos a corto plazo, el modo de pensar inmediato y, básicamente, el débil grado de lealtad y compromiso que caracterizan al moderno lugar de trabajo. En lugar de los valores cambiantes de la nueva economía, la familia debería valorar la obligación, la honradez, el compromiso y la finalidad.
Este conflicto entre familia y trabajo plantea algunas cuestiones... ¿Cómo pueden perseguirse objetivos a largo plazo en una sociedad a corto plazo? ¿Cómo sostener relaciones sociales duraderas? ¿Cómo puede un ser humano desarrollar un relato de su identidad e historia vital en una sociedad compuesta de episodios y fragmentos? Las condiciones de la nueva economía se alimentan de una experiencia que va a la deriva en el tiempo, de un lugar a otro lugar, de un empleo a otro.
El capitalismo del corto plazo amenaza con corroer su carácter, en especial aquellos aspectos del carácter que unen a los seres humanos entre sí y brindan a cada uno de ellos una sensación de un yo sostenible

27 Las formas de comportamiento flexible no le han servido a Rico en su papel de padre o de miembro de una comunidad; quiere mantener las relaciones sociales y ofrecer una orientación duradera. Es contra los vínculos rotos en el trabajo, contra la amnesia deliberada de sus vecinos y el fantasma de sus hijos convertidos en “ratas de centro comercial” que postula la idea de valores duraderos. Y por eso, Rico se encuentra atrapado en una trampa.

28 La flexibilidad lo ha empujado a afirmar que la auténtico fuerza de voluntad es la esencia de su ética

30 Las especiales características del tiempo en el neocapitalismo han creado un conflicto entre carácter y experiencia, la experiencia de un tiempo desarticulado que amenaza la capacidad de la gente de consolidar su carácter en narraciones duraderas.
A lo largo de la mayor parte de la historia humana, la gente ha aceptado que la vida cambia de repente por culpa de las guerras, las hambrunas y otras catástrofes, y también que, para sobrevivir, hay que improvisar. En 1940, nuestros padres y abuelos estaban desbordados por la angustia, tras haber resistido el desastre de la Gran Depresión y hacer frente a la sombría perspectiva de una guerra mundial.
Lo que hoy tiene de particular la incertidumbre es que existe sin la amenaza de un desastre histórico; y en cambio, está integrada en las prácticas cotidianas de un capitalismo vigoroso. La inestabilidad es algo normal... Es posible que la corrosión del carácter sea una consecuencia inevitable. La consigna “nada a largo plazo” desorienta la acción planificada, disuelve los vínculos de confianza y compromiso y separa la voluntad del comportamiento.

32 Rutina
La sociedad moderna se rebela contra la rutina, el tiempo burocrático que puede paralizar el trabajo, el gobierno u otras instituciones.
Sin embargo, en los albores del capitalismo industrial, no era tan evidente que la rutina fuera una lacra. A mediados del siglo XVIII parecía que el trabajo repetitivo podía conducir en dos direcciones diferentes: una positiva y fructífera, otra destructiva. El lado positivo de la rutina aparece descrito en la gran Enciclopedia de Diderot publicada entre 1751 y 1772; el lado negativo de la jornada de trabajo regular se describe con tintes radicalmente distintos en La riqueza de las naciones de Adam Smith, publicado en 1776. Diderot creía que la rutina en el trabajo podía ser como cualquier otra forma de memorización, un profesor necesario; Smith, por su parte, creía que la rutina embotaba la mente. Hoy, la sociedad está del lado de Smith.

33 En la época de Diderot: la casa estaba separada del lugar de trabajo. Hasta mediados del siglo XVIII, la casa era el centro físico de la economía. En el campo, la familia fabricaba la mayoría de las cosas que consumía; en ciudades como París o Londres, los oficios también tenían su sede en la vivienda familiar.
Diderot describe un nuevo orden de trabajo, separado del domus. La fábrica no daba alojamiento.... Veía esta separación como algo positivo: era su aspecto atractivo

34 El secreto de este orden industrial radica en sus exactas rutinas. En la fábrica que describe Diderot todo tiene un lugar fijo y en la que todo el mundo sabe lo que tiene que hacer. No obstante, para Diderot, esta clase de rutina no implicaba la simple e interminable repetición mecánica de una tarea. El maestro que le insiste a un alumno para que memorice cincuenta versos de un poema, lo que quiere es ver la poesía almacenada en el cerebro d3 su alumno, como dato siempre disponible y utilizable para juzgar otros poemas. En la paradoja del comediante, Diderot intentó explicar cómo actores y actrices dilucidan poco a poco los misterios de un personaje repitiendo la letra una vez tras otra. Y en el trabajo industrial esperaba encontrar las mismas virtudes de la repetición.
En gran parte, “ritmo” de trabajo significa que si repetimos una operación dada, descubrimos cómo acelerar o aminorar la marcha, aprendemos a hacer variaciones, jugar con los materiales, desarrollar nuevas prácticas, igual que un músico aprende a manejar el tiempo mientras interpreta una pieza. Gracias a la repetición y al ritmo, el trabajador puede alcanzar, según Diderot, “la unidad de la mente y la mano”.

35 Naturalmente, esto es sólo un ideal. Diderot nos ofrece una prueba visual muy sutil para hacer que suene convincente
Aunque Diderot era más inclinado a teorizar, creía, como Voltaire, que al dominar la rutina y sus ritmos la gente llegaba a dominar su trabajo y se tranquilizaba a la vez.
Para Adam Smith, estas imágenes de evolución ordenada, de fraternidad y serenidad, representan un sueño imposible. La rutina ahora el espíritu. La rutina, al menos en la forma del capitalismo emergente que él observó, parecía negar cualquier conexión entre el trabajo corriente y el papel positivo de la repetición en el arte.

Smith es algo más que un apóstol de la libertad económica, pues era plenamente consciente del lado oscuro del mercado, una conciencia que desarrolló especialmente al considerar la organización rutinaria del tiempo en el nuevo sistema económico.

La riqueza de las naciones se basa en un solo gran concepto: Smith creía que la libre circulación de dinero, bienes y trabajo exigiría que la gente hiciera trabajos cada vez más especializados. El crecimiento del mercado libre va acompañado de una división del trabajo en la sociedad.
36 Las dimensiones numéricas del intercambio –sea el tamaño de la masa monetaria o la cantidad de bienes en el mercado- son inseparables de la especialización de la función productiva.
Al igual que el molino de papel de Diderot, la fábrica de Smith es un lugar para trabajar, no para vivir. La separación de la casa y el trabajo es, según Smith, la más importante de todas las divisiones modernas del trabajo. Y, al igual que la de Diderot, la fábrica de Smith funciona de manera ordenada gracias a una rutina en la que cada trabajador desempeña una sola función. Para Smith, desde el punto de vista humano, es desastroso organizar así la jornada de trabajo.
El mundo en el que vivió Smith estaba, por supuesto, familiarizado con la rutina y la programación del tiempo. A partir del siglo VI, las campanas de las iglesias habían dividido el día en sus unidades religiosas; a comienzos de la Edad Media los benedictinos dieron un paso importante al instituir el repique de campanas para distinguir las horas de trabajo de las horas de comida, así como las horas para la oración. Más próximos a los días de Smith, los relojes mecánicos reemplazaron las campanas, y, a mediados del siglo SVIII, los relojes de bolsillo estaban ya muy difundidos. La hora matemáticamente exacta podía saberse al margen de l lugar en que se encontrara una persona.

37 En “La riqueza de las naciones”, a medida que nos adentramos en el texto, el panorama se ensombrece: la fábrica de clavos se convierte en un lugar más siniestro. Smith reconoce que dividir las tareas en las partes integrantes de un clavo condenaría a los individuos a un día mortalmente aburrido, en el que se pasarían realizando una minúscula porción del trabajo hora tras hora; en un momento dado, la rutina se vuelve autodestructiva, porque los seres humanos pierden el control sobre sus propios esfuerzos; la falta de control sobre el tiempo de trabajo significa la muerte mental de las personas.

Smith creía que el capitalismo de su época estaba cruzando esa gran línea divisoria; cuando afirma que “los que trabajan más ganan menos”, piensa en términos humanos más que en términos de salario.

El trabajador industrial no sabe nada de la presencia de ánimo y expresividad del actor que ha memorizado mil versos; la comparación de Diderot es, en consecuencia, falsa, porque el obrero no controla su trabajo.

38 En la “Teoría de los sentimientos morales”, un libro anterior a “La riqueza de las naciones”, Smith había abogado por las virtudes de la solidaridad mutua y la capacidad de identificarse con los sentimientos ajenos. La solidaridad, decía, es un sentimiento moral espontáneo, estalla cuando un hombre o una mujer comprenden de repente los sufrimientos o las tensiones de otro. No obstante, la división del trabajo aplaca los estallidos espontáneos; la rutina reprime la solidaridad. Sin duda alguna, Smith identificaba el crecimiento de los mercados y la división del trabajo con el progreso material de la sociedad, pero no con su progreso moral, y las virtudes de la solidaridad revelan algo quizá más sutil sobre el carácter individual.

Para Smith, la erupción espontánea de solidaridad supera a la voluntad, arrastra a un hombre o a una mujer a emociones que escapan a su control, como la súbita identificación con los fracasos de la sociedad o la compasión por los cobardes o los mentirosos habituales... No hay nada predecible ni rutinario en la solidaridad.

Al hacer hincapié en la importancia ética de tales estallidos emocionales, la voz de Smith se distinguió de la de sus contemporáneos, muchos de los cuales consideraban que el carácter humano, en su aspecto ético, tenía poco que ver con los sentimientos espontáneos o con la voluntad.
Para muchos de estos contemporáneos, el carácter comienza a actuar cuando hacemos nuestro deber

39 El carácter le parece a Smith formado por la historia y sus giros impredecibles. Una vez establecida, una rutina no permite muchas cosas en el sentido de construcción de una historia personal; para desarrollar el carácter, es necesario romper la rutina.

Smith celebraba el carácter de los comerciantes, pues creía que actuaban de manera responsable y solidaria con las exigencias cambiantes de cada momento; del mismo modo se compadecía del estado del carácter de los obreros industriales, uncidos al yugo de la rutina.

No debería sorprendernos que Marx fuera un atento lector de Adam Smith, aunque de ningún modo elogiara el comercio y a quienes lo practicaban. En su juventud, Marx admiraba al menos la teoría general de la espontaneidad expuesta en la “Teoría de los sentimientos morales”; ya más adulto y sereno, se centró directamente en la descripción que hace Smith de los males de la rutina, la división del trabajo sin el control de los trabajadores. Éstos son los ingredientes básicos del análisis marxista del tiempo parcelizado. A la descripción de Smith, Marx le añadió la comparación con prácticas más antiguas del sistema alemán del Tagwerk, en el que los trabajadores recibían la paga al final del día. En dicho sistema, el trabajador podía adaptarse a las condiciones de su entorno haciendo distintos trabajos según lloviera o hiciera un día despejado, u organizando las tareas de acuerdo con las entregas de suministros. Ese trabajo tenía un ritmo, porque era el trabajador quien lo controlaba.

Los temores que Adam Smith albergaba hacia el tiempo rutinario pasaron a nuestro siglo en el fenómeno conocido con el nombre de “fordismo”.

40 En los años 1910-1914, la Ford Motor Company de Higland Park se consideraba un glorioso ejemplo de división tecnológica del trabajo. En cierto modo, Henry Ford era un empleador humano; pagaba buenos sueldos según un régimen de cinco dólares diarios, equivalentes a ciento veinte dólares en 1997, e incluía a sus trabajadores en un plan de participación en los beneficios. En la fábrica, las operaciones eran otro asunto. Henry Ford pensaba que las preocupaciones por la calidad de la vida laboral eran “puras pamplinas” y que cinco dólares al día eran una retribución bastante atractiva por aburrirse.

Antes de que Ford creara las fábricas modelo como Higland Park, la industria del automóvil era de base artesanal, con trabajadores altamente cualificados dedicados a muchos trabajos complicados en un motor o en la carrocería en el curso de una jornada de trabajo. Estos trabajadores disfrutaban de una gran autonomía, y la industria del automóvil era, en realidad, un grupo de talleres descentralizados.

Cuando Ford industrializó el proceso de producción, favoreció el empleo de los llamados obreros especializados en detrimento de los artesanos cualificados; el trabajo reservado a los especializados eran las operaciones en miniatura que requerían poco esfuerzo de pensamiento o juicio
41 El psicólogo industrial Frederick W. Taylor creía que la maquinaria y el diseño industrial podían ser terriblemente complejos en una gran empresa, pero que no era necesario que los trabajadores comprendieran esa complejidad; en realidad, afirma Taylor, cuanto menos se “distrajeran” tratando de comprender el diseño del conjunto, con mayor eficiencia se pondrían a hacer cada cual su trabajo. Los infames estudios de Taylor sobre la relación tiempo/movimiento se realizaron con un cronómetro, midiendo en centésimas de segundo el tiempo que se tardaba en colocar un faro o un guardabarros. La gestión del tiempo/movimiento llevó la imagen de la fábrica de Smith a un extremo sádico, pero Taylor no dudaba de que sus cobayas humanas aceptarían pasivamente que se las midiera y manipulara.

“Los trabajadores desplegaban un amplio repertorio de técnicas para sabotear los estudios de tiempo/movimiento y, por supuesto, hacían caso omiso de los métodos y especificaciones cuando se interponían en su camino o entraban en conflicto con sus propios intereses”.
Por otra parte, la criatura “estúpida e ignorante” de Smith se deprimía en el trabajo, lo cual reducía su productividad. Los experimentos efectuados en la fábrica de Hawthron de General Electric demostraron que la productividad mejoraba cuando se trataba a los trabajadores como seres humanos sensibles. En consecuencia, los psicólogos industriales, como Elton Mayo, instaron a los empresarios a que se preocuparan más por sus empleados y que incorporaran consultas psiquiátricas en el lugar de trabajo.

42 Los males de la rutina tuvieron su culminación en la generación de Enrico. En un estudio clásico de los años cincuenta, Daniel Bell intentó analizar esta agudización del problema en otra fábrica de automóviles, la de General Motors, Michigan.

Una organización tan compleja sólo podía funcionar por medio de reglas estrictas, lo que Bell llamaba una “racionalidad de ingeniería”. Operaba en tres principios: “la lógica del tamaño, la lógica del “tiempo métrico” y la lógica de la jerarquía”.

La lógica del tamaño era sencilla: cuanto más grande, más eficaz. Concentrar todos los elementos de producción en un solo lugar como la Genral Motors de Michigan servía para ahorrar energía y transporte de los materiales, y combinaba la fábrica con las oficinas de ventas y de administración.
Sin embargo, la lógica de la jerarquía no era tan simple.

La “superestructura que organiza y dirige la producción ... aparta del taller todo posible trabajo intelectual; todo se concentra en los departamentos de planificación, programación y diseño”. Desde el punto de vista arquitectónico, este modelo requiere que los técnicos y directores estén lo más lejos posible de la ruidosa maquinaria de las fábricas. Los generales del trabajo perdieron así contacto físico con la tropa. No obstante, el resultado sólo reforzó los entumecedores males de la rutina para el trabajador en la base

43 El tiempo se calculaba minuciosamente en todas las secciones de la extensa fábrica, para que los directivos supieran con exactitud lo que se suponía que cada trabajador estaba haciendo en un momento dado.

Esta estricta organización del tiempo de trabajo se aplicaba también a medidas del tiempo más largas en a empresa. La antigüedad se ajustaba con precisión al número total de horas trabajadas para General Motors

En la generación de Enrico, la métrica del tiempo se había convertido en algo distinto de un acto de represión... Intensas negociaciones sobre estos horarios preocupaban tanto al sindicato como a la dirección de General Motors; las bases del sindicato prestaban suma atención, a veces apasionada, a los números en juego en esas negociaciones. El tiempo rutinario se había convertido en una arena en la cual los trabajadores podían hacer valer sus reivindicaciones, una arena para la adquisición de poder.

Adam Smith no anticipó este resultado político.

Los trabajadores intentaron rutinizar el tiempo colocando sus ahorros en mutualidades, o por medio de hipotecas para viviendas obtenidas mediante sociedades constructoras. Actualmente no estamos muy dispuestos a pensar en el tiempo rutinario como en una conquista, pero, dadas las tensiones, los períodos de auge y las depresiones del capitalismo industrial, a menudo fue así.
44 Hemos visto de qué manea Enrico, a partir de esta atención obsesiva a la programación del tiempo, construyó una narración positiva para su vida. La rutina puede degradar, pero también puede proteger; puede descomponer el trabajo, pero también componer una vida.
Daniel Bell había aprendido que las insatisfacciones del trabajo, incluso aquellas tan profundas que vacían el trabajo de toda satisfacción, no conducen a los trabajadores a la rebelión: la resistencia a la rutina no provoca la revolución.

A Marx, los microrrelatos de la vida de trabajadores como Enrico le habrían parecido ininteligibles contrastados con la escala más amplia de la historia, o meras adaptaciones a las circunstancias.
Por este motivo, el viejo debate entre Denis Didedot y Adam Smith sigue vivo. Diderot no creía que la rutina fuera degradante; al contrario, creía que la rutina fomentaba la aparición de una narrativa a medida que las reglas y los ritmos del trabajo evolucionan gradualmente.

45 El mayor heredero moderno de Diderot, el sociólogo Anthony Giddens, ha intentado mantener viva la idea de aquél, señalando el valor fundamental de la costumbre en las prácticas sociales y en la autocomprensión; probamos alternativas sólo en relación con hábitos que ya hemos dominado. Imaginar una vida de impulsos momentáneos, de acciones a corto plazo, desprovista de rutinas sostenibles, una vida sin hábitos, es, en el fondo, imaginar una existencia sin sentido.

Hoy, en la cuestión de la rutina, nos encontramos en una línea divisoria. El nuevo lenguaje de la flexibilidad implica que la rutina está desapareciendo en los sectores dinámicos de la economía. Sin embargo, la mayor parte del trabajo sigue inscrito en el círculo del fordismo.

Al menos dos tercios de los empleos modernos son repetitivos en una forma que Adam Smith reconocería como afín a las practicadas en su fábrica de tachuelas y clavos. El uso de los ordenadores en el trabajo implica, para la mayoría, tareas totalmente rutinarias, como la recogida de datos, por ejemplo. Si, como Diderot y Giddens, creemos que es el trabajo no tiene por qué ser intrínsecamente degradante, nos centraríamos entonces en las condiciones de trabajo en las que se realiza, y esperaríamos que las fábricas y las oficinas se parecieran más a una cooperativa, escenarios que favorezcan el trabajo tal como aparece en la narración de Diderot.

Si, no obstante, nos inclináramos a considerar la rutina como degradante en sí misma, entonces atacaríamos la naturaleza misma del proceso de trabajo, repudiaríamos la rutina y a su madre, la mano muerta de la burocracia.

46 En ese caso, la cuestión sería: ¿la flexibilidad, con todos los riesgos e incertidumbres que comporta, remediará el problema humano que se propone atacar? Aun suponiendo que la rutina tiene un efecto apaciguador sobre el carácter, ¿cómo podrá la flexibilidad producir un ser humano más comprometido?

47 Flexible
Hoy la sociedad busca vías para acabar con los males de la rutina creando instituciones más flexibles. No obstante, las prácticas de la flexibilidad se centran principalmente en las fuerzas que doblegan a la gente.


48 Los economistas del siglo XIX opusieron la flexibilidad del empresario al aburrido y lento empeño de los obreros industriales.

Mientras que Adam Smith era un moralista de la solidaridad, los economistas políticos que lo siguieron se concentraron en un valor ético diferente. Para Mill, es el comportamiento flexible lo que genera la libertad humana.

El ser humano es libre porque es capaz de cambiar. No obstante, en nuestro tiempo, la nueva economía política traiciona este deseo personal de libertad. La repugnancia a la rutina burocrático y la búsqueda de la flexibilidad han producido nuevas estructuras de poder y control en lugar de crear las condiciones de liberación.

El sistema de poder que acecha en las formas modernas de flexibilidad está compuesto de tres elementos: reinvención discontinua de las instituciones, especialización flexible de la producción y concentración sin centralización del poder.

49 En el ámbito del trabajo, los ritmos que Diderot describió en el molino de papel, o los hábitos descritos por Anthony Giddens, ilustran la primera sensación de un tiempo que cambia dentro de un continuum. En comparación, el cambio flexible pretende reinventar las instituciones de manera decisiva e irrevocable, de modo que el presente se vuelve discontinuo del pasado.
La piedra angular de las modernas prácticas de dirección de empresas es la creencia en que las redes flexibles son más abiertas que las jerarquías piramidales –como las de la era fordista- a una reinvención radial. En la red, la unión entre nódulos es más flexible; se puede separar una parte –en teoría, al menos- sin destruir a las demás. El sistema es fragmentario, y en ello reside la oportunidad de intervenir.

Los directores de empresa recurren a programas de software que estandarizan los procedimientos operativos (SIMS).

50 El término corriente para esas prácticas es reengineering (“reingeniería, reinvención”), cuyo resultado básico es la reducción de puestos de trabajo. Las estimaciones de las cifras de trabajadores americanos afectados por una reducción de plantilla desde 1980 a 1995 varían de un cálculo –a la baja- de 13 millones, a la espectacular cifra de 39 millones. Estas reducciones han tenido una conexión directa con el aumento de la desigualdad, pues sólo una minoría de los trabajadores de mediana edad despedidos han encontrado otro trabajo con un salario igual o superior.

Reingeniería significa hacer más con menos.
Sin embargo, exagerar la eficacia de la reingeniería puede conducir a engaño. El cambio irreversible se produce precisamente porque la reingeniería puede se un proceso sumamente caótico.

51 Los beneficios esperados resultan efímeros, la organización pierde dirección. Los cambios institucionales, en lugar de seguir la trayectoria de una flecha guiada, apuntan en direcciones diferentes y a veces conflictivas.

El nuevo régimen ha pretendido eliminar los males de la rutina en nombre de una mayor productividad.

La moral y la motivación de los trabajadores bajaron en picado con los diversos recortes. Los trabajadores que sobrevivieron se quedaron, más que exultantes por una victoria competitiva frente a los despedidos, esperando el nuevo golpe de hacha.

Aunque las medidas de productividad a gran escala son infinitamente complejas, al menos hay buenos motivos para dudar de que la época actual sea más productiva que el pasado reciente. Si tomamos el PIB, el crecimiento fue mayor en la era de los dinosaurios burocráticos; las tasas de productividad han disminuido en todas las grandes sociedades industriales.

52 Algunos economistas han llegado a afirmar que si se suman todos los costes del trabajo informatizado, la tecnología, en realidad, arroja un déficit de productividad.

Ineficiencia o desorganización no significan, sin embargo, que el cambio brusco y perturbador sea una medida sin pies ni cabeza. Estas reorganizaciones institucionales indican que el cambio es real, y , como sabemos demasiado bien, el valor en Bolsa de las instituciones en curso de reorganización suele subir, como si cualquier cambio fuera mejor que seguir igual que antes. En la operación de los mercados modernos, el trastorno de las organizaciones se ha vuelto rentable.
Sin embargo, hay razones más fundamentales que impulsan al capitalismo a buscar el cambio radical e irreversible, por más desorganizado e improductivo que sea. Y la razón se relaciona con la inestabilidad de la demanda del consumo.... Esta inestabilidad de la demanda da lugar a la segunda característica de los regímenes flexibles, a saber, la especialización flexible de la producción.
La especialización flexible trata de conseguir productos más variados cada vez más rápido.

53 Las empresas cooperan y compiten a la vez, buscando sectores del mercado que cada una de ellas va ocupando con carácter temporal más que permanente y adaptándose a la corta vida de productos como el vestido, los textiles o las piezas de maquinaria.

La especialización flexible es la antítesis del sistema de producción encarnado por el fordismo. Hoy, en la fabricación de coches y camiones, la vieja y kilométrica cadena de montaje que estudió Daniel Bell ha sido reemplazada por islotes de producción especializada.

Además, esta forma de producción requiere una rápida toma de decisiones, y por eso es apropiado para el pequeño grupo de trabajo.

El ingrediente más sabroso de ese nuevo proceso productivo es la disposición a dejar que las demandas cambiantes del mundo exterior determinen la estructura interna de las instituciones. Todos estos elementos de receptividad contribuyen a la aceptación del cambio decisivo y brusco.

55 Los regímenes del Rhin (capitalismo europeos: sociales) tienden a frenar el cambio cuando perjudica a los ciudadanos con menos poder, mientras que el régimen angloamericano se inclina más hacia los cambios en la organización y en las prácticas laborales aunque los más débiles tengan que pagar un precio por ello. El modelo renano no se lleva del todo mal con la burocracia estatal, mientras que el angloamericano opera basándose en el principio de que el gobierno es culpable hasta que no se demuestre su inocencia.

Neoliberalismo” se aplica a menudo al modelo angloamericano. “Capitalismo de Estado” es la fórmula con la que se clasifica al modelo renano.

Ambos regímenes tienen defectos, pero diferentes. El angloamericano, con baja tasa de desempleo, presenta una creciente desigualdad en los salarios. Nadie puede negar que la realidad de la actual desigualdad de la riqueza en el régimen angloamericano es asombrosa.

56 Mientras que en los regímenes renanos la brecha en los salarios no ha aumentado tanto en la última generación, el desempleo se ha vuelto una maldición.

El régimen angloamericano tiene pleno empleo, pero pocas restricciones políticas a la desigualdad de ingresos, mientras que los sistemas de los Estados del bienestar del modelo renano, más sensibles a los problemas de los trabajadores, son un obstáculo a la creación de empleo. El mal que escogemos depende del bien que persigamos.

57 Concentración sin centralización.
Uno de los alegatos a favor de la nueva organización del trabajo es que descentraliza el poder, es decir, que da a la gente de categoría inferior más control sobre sus propias actividades. Obviamente se trata de una afirmación falsa.

Los nuevos sistemas de información proporcionan a los directivos un amplio cuatro de la organización y dejan a los individuos, al margen de cuál sea su lugar en la red, poco espacio para esconderse; SIMS, al tratar solamente con sus superiores inmediatos, ocupa el lugar de las negociaciones que podrían proteger a los individuos.

La sobrecarga de dirección de los pequeños grupos de trabajo con muchas tareas diferentes es una característica frecuente de la reorganización de empresa.
Realizar estos experimentos con decenas o con cientos de miles de empleados requiere inmensos puestos de mando. A la economía de la desigualdad se suman así nuevas formas de poder desigual y arbitrario dentro de la organización.

El poder jerárquico permanece firme en su lugar también en este tipo de producción; la empresa grande mantiene bajo su control al cambiante “cuerpo de baile” de las empresas que dependen de ella, les pasan los descensos en el ciclo comercial o los productos que han fracasado a sus socios más débiles, que están más apretados. Las islas de trabajo permanecen al alcance de la península de poder.

58 El control puede ejercerse fijando objetivos de producción o de beneficios para una amplia variedad de grupos de la organización, y cada unidad tiene la libertad de alcanzarlos como le parezca conveniente. Sin embargo, esta libertad es engañosa. Es raro que las organizaciones flexibles se fijen objetivos fáciles de alcanzar; por lo general, las unidades son presionadas para que produzcan o ganen mucho más de lo que está dentro de su capacidad inmediata.
El esfuerzo, a pesar de esas realidades, es empujar a esas unidades más y más; la presión viene de la cumbre de la jerarquía institucional.

Desafiar el viejo orden burocrático no ha traído consigo menos estructura institucional.
“Concentración sin centralización” es una manera de transmitir la operación de mando en una estructura que ya no tiene la claridad de una pirámide –la estructura institucional se ha vuelto más intrincada, no más sencilla-. Ésta es la razón por la cual la palabra misma, “desburocratización” , es confusa y a la vez torpe. En las organizaciones modernas que practican la concentración sin centralización, la dominación desde arriba es, a la vez, fuerte y amorfa.

Una manera de comprender la manera como encajan los tres elementos del régimen la encontramos en la organización del tiempo en el lugar de trabajo. Actualmente, las organizaciones flexibles están experimentando una organización distinta de la jornada laboral, el llamado “horario flexible”. En lugar de turnos fijos que no varían de un mes a otro, la jornada de trabajo es un mosaico de gente con horarios diferentes y más personalizados,

59 Este mosaico de horarios parece muy lejos de la monótona organización del trabajo en la fábrica de Smith; en realidad, parece ser una liberación de los horarios, una auténtica victoria de la organización moderna sobre la rutina de toda la vida. Sin embargo, la realidad del horario flexible es bien distinta.

El horario flexible surgió con la nueva entrada de mujeres en el mercado de trabajo. El número de mujeres pobres que trabajan siempre ha sido mayor que el de mujeres de la burguesía. En la última generación, una importante cantidad de mujeres de clase media han entrado en las filas del trabajo en Estados Unidos, Europa y Japón y han seguido formando parte de la fuerza de trabajo incluso después de tener hijos, sumándose a las mujeres que ya trabajan en servicios de menor nivel y en el sector de manufacturas.

La necesidad, así como el deseo personal, ha impulsado el trabajo femenino; hoy, un estándar de vida de clase media requiere por lo general dos asalariados adultos. No obstante, estas mujeres trabajadoras necesitaban un horario de trabajo más flexible; al margen de su clase social, muchas de ellas trabajan a tiempo parcial y siguen siendo madres a tiempo completo.

La llegada de más mujeres de clase media a la fuerza de trabajo contribuyó a una mayor innovación en el horario flexible, sea a tiempo completo, sea a tiempo parcial. Ahora estos cambios ya han traspasado las barreras de los sexos y los hombres también tienen horarios más elásticos.
60 En los Estados Unidos, los hombres y las mujeres blancos de clase media tienen hoy mayor acceso a los horarios flexibles que los operarios de una fábrica o los trabajadores hispanos. El horario flexible es un privilegio de la jornada de trabajo; el trabajo por las tarde so por la nov aún recae en las clases menos privilegiadas.

El horario flexible no se parece al calendario de vacaciones que permite a los trabajadores saber exactamente qué esperar; tampoco es comparable al total de horas de trabajo semanales que una empresa puede fijar para sus empleados de nivel inferior. La programación flexible del horario es más un beneficio otorgado a empleados privilegiados que un derecho de los trabajadores; es un beneficio injustamente distribuido y estrictamente racionado.

Si el horario flexible ha de considerarse una recompensa, también coloca al empleado bajo el estricto control de la institución. Consideremos, por ejemplo, el más flexible de los horarios flexibles, el trabajo en casa. Esta recompensa les provoca una gran ansiedad a los empleadores, pues temen perder el control de los trabajadores no presentes en la empresa y sospechan que los que se quedan en casa abusarán de esa libertad. Como resultado, se ha puesto en marcha un montón de controles:... controles Intranet para vigilar al trabajador ausente; los supervisores suelen abrir el correo electrónico, etc...

61 De esta manera, los trabajadores cambian una forma de sumisión al poder –cara a cara- por otra, que es electrónica.

La microgestión del tiempo sigue realizándose a paso acelerado, aunque el tiempo parezca desregulado en comparación con los males de la fábrica de Smith o del fordismo.
El trabajo está descentralizado desde el punto de vista físico, pero el poder ejercido sobre los trabajadores es más directo. El teletrabajo es la última isla del nuevo régimen.
En la rebelión contra l rutina, la aparición de nueva libertad es engañosa.
65 Los verdaderos vencedores no sufren por la fragmentación. Los estimula, en cambio, el trabajo simultáneo en muchos frentes diferentes.

La capacidad de desprenderse del pasado, la seguridad necesario para aceptar la fragmentación; éstos son dos rasgos del carácter entre las personas que de verdad se sienten cómodas en el nuevo capitalismo.

Estos mismos rasgos de carácter que fomentan la espontaneidad se vuelven más autodestructivos para los que trabajan en escalones más bajos del régimen flexible.

83 El Riesgo
La disposición a arriesgar ya no es el territorio exclusivo de los capitalistas de riesgo o de individuos sumamente temerarios. El riesgo tiende a volverse una necesidad diaria sostenida por las masas.

84 Algunos autores invocan la imagen del trabajo continuamente cambiado de tiesto, como una planta en crecimiento, y con el trabajador como jardinero. La inestabilidad misma de las organizaciones flexibles impone a los trabajadores la necesidad de “cambiar de tiesto”, es decir, de asumir riesgos en su trabajo. El manual de empresariales es típico en el sentido de hacer de esa necesidad virtud. La teoría es que asumir riesgos rejuvenece, y las energías se recargan sin cesar. Esta actividad de cambiar la planta de un tiesto a otro es una imagen tranquilizadora
En lugar del drama estremecedor de las apuestas, el riesgo se vuelve algo normal y corriente.

85 Según argumenta el psicólogo Tversky, el foco emocional de la gente es la pérdida.... En la vida cotidiana, la gente se preocupa más por las pérdidas que por las ganancias cuando asumen riesgos en sus carreras o matrimonios: “la gente es mucho más sensible a los estímulos negativos que a los positivos... Hay pocas cosas que hacen que uno se sienta mejor, pero la cantidad de cosas que nos hacen sentir peor es infinita”

86 La investigación de Tversky y Kahneman sugiera que, al hablar sobre el riesgo, utilizamos la expresión “exponerse al riesgo”, algo que en sí es más deprimente que prometedor. Vivir en continuo estado de vulnerabilidad es la propuesta que, tal vez sin querer, hacen los autores de los manuales de empresariales cuando celebran el riesgo cotidiano de la empresa flexible.
Al riesgo le falta matemáticamente el aspecto de una narración en la que un suceso conduce al siguiente y lo condiciona.

88 En el capitalismo flexible, la desorientación que implica moverse hacia la incertidumbre se verifica de tres maneras concretas: “movimientos ambiguamente laterales”, “pérdidas retrospectivas” e “ingresos impredecibles”.

- La gente que cambia de trabajo experimenta con gran frecuencia lo que los sociólogos han denominado “movimientos ambiguamente laterales”. Son movimientos en los que una persona se mueve en realidad hacia un lado aun cuando cree que se mueve hacia arriba en la red flexible.

- “Pérdidas retrospectivas” en una red flexible. Puesto que la gente que se arriesga a moverse en organizaciones flexibles suele tener poca información fiable sobre lo que conlleva una nueva posición, sólo retrospectivamente se da cuenta de que ha tomado decisiones equivocadas. Si lo hubieran sabido, no se habrían arriesgado

- El cálculo más realista que la gente quiere hacer cuando cambia de trabajo es saber si ganará más dinero; las estadísticas sobre los ingresos del cambio en la economía actual son desalentadoras. Hoy, la mayoría pierde cuando cambia de trabajo.. Hace una generación, las cifras eran a la inversa; se mejoraba un poco más pasándose a una nueva empresa que por medio de un ascenso dentro de la antigua.

91 La cultura moderna del riesgo se caracteriza porque no moverse es sinónimo de fracaso, y la estabilidad parece casi una muerte en vida. Por lo tanto, el destino importa menos que el acto de partir.

Quedarse quieto equivale a quedar fuera de juego.
Por lo tanto, la decisión misma de marcharse se parece ya a llegar a algún sitio; lo que importa es que uno ha decidido partir. Numerosos estudios del riesgo señalan que el “subidón” estimulante viene cuando se decide cambiar, marcharse.

Para la gente con vínculos débiles o superficiales con el trabajo, hay muy pocas razones para permanecer en tierra. Algunos indicadores materiales del viaje serían laborales o salariales, pero los movimientos laterales, las pérdidas retrospectivas y unas pautas salariales ilegibles borran estos indicadores de los progresos realizados. Por eso se vuelve tan difícil orientarse socialmente, más difícil que en el sistema de clases del pasado.

No es que la desigualdad y la diferencia social hayan desaparecido; nada más lejos que eso. Antes bien, es como si ponerse en movimiento suspendiera de repente la realidad personal: nadie es tan calculador ni escoge tan racionalmente, pero espera que algo surja con el cambio.

93 La flexibilidad acentúa la desigualdad a través de ese mercado en que el ganador se lo lleva todo.

94 El imperativo “arriesgarse” está más ampliamente divulgado en la cultura moderna. El riesgo es una prueba de carácter: lo importante es hacer el esfuerzo, aprovechar la oportunidad, aun cuando sepamos que estamos condenados a fracasar, una actitud que se ve reforzada por un fenómeno psicológico común.

96 En Estados Unidos, la cantidad de hombres de 55-64 años que trabajan ha descendido de casi el 80% en 1970 al 65% en 1990. Las cifras del Reino Unido son virtualmente las mismas; en Francia, el número de hombres que trabajan al final de la llamada edad mediana ha bajado del 75% a casi un poco más del 40%; en Alemania, de casi el 80% a muy poco más del 50%. Al comienzo de la vida laboral se constata también una disminución, pero menor; la edad en que la gente joven empieza a trabajar se retrasa unos cuantos años a causa del énfasis creciente

Manuel Castells predice que “el tiempo de trabajo real podría reducirse a 30 años” (de los 24 a los 54 con un tiempo de vida real de 75-80 años). El período de vida productiva se está reduciendo a la mitad de la vida biológica, y los trabajadores de más edad abandonan la escena mucho antes de estar mental o físicamente incapacitados.

Dar importancia a la juventud es una consecuencia de la compresión de la vida laboral. En el siglo XIX, preferir a la juventud sólo era cuestión de mano de obra barata.

En el capitalismo actual, esa relación entre salario bajo y juventud aún existe, muy especialmente en fábricas y talleres de las zonas menos desarrolladas del mundo, donde las condiciones de contratación e higiene son pésimas. Sin embargo, son otros los atributos de la juventud que hoy parecen hacerla atractiva en niveles más altos del mundo laboral, y estos atributos pertenecen más al ámbito de los prejuicios sociales.

Los puntos a favor de la juventud y los aspectos negativos de la edad en las organizaciones flexibles :
-Se argumentaba que los trabajadores mayores tienen modos de pensar inflexibles y son reacios al riesgo, y también carecen de la energía física necesaria para hacer frente a las exigencias de la vida en un trabajo flexible, convicciones que se expresan en imágenes como “personal inútil”.
- La flexibilidad es sinónimo de juventud; la rigidez es sinónimo de vejez.

97 Estos prejuicios sirven a diversos propósitos. Por ejemplo, encasillar a los trabajadores de más edad en un banco de candidatos fácilmente disponibles para el despido cuando llega la hora de la reconversión empresarial. En los regímenes angloamericanos, en los últimos veinte años la tasa de despido se ha duplicado para los hombres entre los cuarenta y principios de los cincuenta. La asociación edad-rigidez también explica gran parte de la presión que las empresas ejercen hoy sobre sus ejecutivos para que se retiren cuando se acercan a los sesenta, aunque mentalmente puedan estar en su mejor momento.

Los trabajadores mayores y con más experiencia tienden a ser más críticos con sus superiores que los que están empezando. Su conocimiento acumulado los dota de algo que el economista Albert Hirschman llama poderes de “voz”, lo cual significa que es más probable que los empleados de mayor edad critiquen lo que a su entender sea una mala decisión, aunque casi siempre lo hagan más por lealtad a la institución que por criticar a un directivo en concreto. En general los trabajadores más jóvenes son más tolerantes a la hora de aceptar órdenes desacertadas. Si están descontentos, es muy probable que se marchen antes de pelear dentro de la empresa y por la empresa.

Para los trabajadores mayores, los prejuicios en contra de la edad envían un mensaje potente: a medida que se acumula la experiencia de una persona, pierde valor. Lo que un trabajador mayor ha aprendido en el curso de los años acerca de una compañía o una profesión particular puede ser un obstáculo para los nuevos cambios dictados por los superiores.

99 El desarrollo de nuevos campos requiere un enfoque fresco desde el comienzo, una aproximación que las caras nuevas realizan con mayor eficacia.

100 El nuevo orden no tiene en cuenta que el mero paso del tiempo necesario para acumular experiencia le da a una persona posición y derechos; valor en un sentido material. El nuevo orden considera que estas reivindicaciones basadas en el paso del tiempo representan otra cara del mal del viejo sistema burocrático en el que los derechos de antigüedad paralizan las instituciones. El régimen se centra en la capacidad inmediata.

101 De hecho, históricamente, descartas gente con capacidades “anticuadas” es algo que, por lo general, ha ocurrido lentamente. A finales del siglo XVIII se necesitaban dos generaciones para desplazar una habilidad como tejer, y los cambios en la fábrica de Ford en Highland Pard requerían casi veinte años a principios del siglo XX. Hoy, tal vez de manera sorprendente, en muchas actividades de manufacturas y administrativas, el ritmo del cambio tecnológico es todavía relativamente lento; como han observado muchos sociólogos industriales, las instituciones tardan mucho en digerir las tecnologías que ingieren. El paso del tiempo también es necesario para desarrollar nuevas capacidades; no se es carpintero sólo con leer un libro de carpintería
La ansiedad personal sobre el tiempo está profundamente entrelazada con el nuevo capitalismo

103 La ética del trabajo
La ética del trabajo, tal como la entendemos corrientemente, reafirma el uso autodisciplinado del tiempo y el valor de la gratificación postergada.

104 Trabajar duro y esperar, ésta fue la experiencia psicológica de la profundidad. Una ética del trabajo como ésta depende en parte de unas instituciones lo suficientemente estables para que una persona pueda practicar la postergación. Sin embargo, la gratificación postergada pierde su valor en un régimen con instituciones rápidamente cambiantes; se vuelve absurdo trabajador largo y duro para un empleador que sólo piensa en liquidar el negocio y mudarse.

El serio asunto de la antigua ética del trabajo pone pesadas cargas al trabajo en sí.
La moderna ética del trabajo se centra en el trabajo de equipo.

Trabajo en equipo es la ética del trabajo que conviene a una economía política flexible.
El trabajo en equipo es la práctica en grupo de la superficialidad degradante.

La antigua ética se fundaba en el uso autodisciplinado del propio tiempo, con el acento puesto en una práctica autoimpuesta y voluntaria más que en una sumisión meramente pasiva a los horarios y a la rutina.

106 Cuando la noción de autodisciplina apareció por primera vez, contenía una fuerte dosis de estoicismo, no filosófico, sino una especie de estoicismo práctico que afirmaba la constante necesidad de combatir la anarquía interior sin esperanzas de victoria. Al pasar a las creencias cristianas tempranas, este estoicismo práctico dio forma a las primeras doctrinas de la Iglesia sobre la pereza: la pereza menos como un estado de placer sibarítico que como descomposición interna del ser. Durante casi mil años, desde la descripción de la pereza que hace san Agustín en sus “Confesiones” hasta el primer Renacimiento, este estoicismo práctico mantuvo con fuerza su influencia ética. La programación del tiempo, como el repique de campanas, podía ayudar a hombres y mujeres a organizar sus días, pero no infundirles el deseo de autodisciplina: ese deseo sólo podía generarlo una aprensión más honda al caos dominante interno y externo.
A principios del Renacimiento algo le ocurrió a este estoicismo práctico tan arraigado. No fue directamente desafiado como valor ético, pero sí afectado, sin embargo, por una nueva apreciación de los seres humanos como criaturas históricas, criaturas que no sólo duran año tras año, sino que también evolucionan. El estoicismo inquebrantable del campesino no era suficiente para el hombre histórico; las condiciones de la disciplina tendrían que adaptarse a un yo en flujo constante. Pero ¿cómo?

107 Éste era el dilema al que se enfrentó el filósofo florentino Pico della Mirándola en su “Discurso sobre la dignidad del hombre”. Pico es la primera voz moderna de “homo faber”, es decir, “el hombre como hacedor de sí mismo”. Pico afirmó que el hombre es “un animal de naturaleza diversa, multiforme y destructible”. En esta condición flexible, “es propio del (hombre) tener aquello que escoge y ser lo que quiere”. Más que mantener el mundo como lo ha heredado, tenemos que darle nueva forma; nuestra dignidad depende de que así lo hagamos. Pico afirma que es “innoble... no dar nacimiento a nada desde nosotros”. Nuestro trabajo en el mundo es crear, y la mayor creación es nuestra propia historia. La virtud de imponer una forma a la experiencia sigue siendo una manera fundamental de definir a alguien que poseer un carácter fuerte.

Sin embargo, el homo faber tropezó con el dogma tradicional cristiano.
Es una virtud someter el tiempo personal a una disciplina, pero pecado de soberbia planificar la propia experiencia.

Pico ella Mirándola es uno de los primeros filósofos renacentistas que celebran los riesgos psíquicos a sabiendas de que el mar interior, como los océanos que exploraban los navegantes de su época, es territorio desconocido.

108 Estad dos líneas éticas contrarias, la autodisciplina y la creación de sí mismo, aparecen juntas en el ensayo más célebre sobre la ética del trabajo: “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” de Max Weber. Weber quiso mostrar su combinación, más que su contradicción, analizando los albores del capitalismo moderno.

Lo que se debe posponer es el deseo de gratificación y realización; tenemos que moldear la biografía de modo que al final logremos algo; entonces, y sólo entonces, en ese tiempo futuro, estaremos realizados. En el presente hay que seguir actuando como el campesino de Virgilio, combatiendo la pereza y las fuerzas del caos interior mediante un rígido y tenaz prorrateo del tiempo.

Esta visión del tiempo de trabajo sirve a Weber para criticar las modernas ideas sobre el carácter, específicamente la creencia en el hombre como su propio hacedor. La versión del ensayo de Weber que con mayor frecuencia se da en las escuelas es más o menos la siguiente. El protestante del siglo XVII intentaba demostrar su dignidad a ojos de Dios disciplinándose, pero a diferencia del penitente católico que se recluye en un monasterio, el protestante demostrará su dignidad anulándose en el presente, acumulando pequeñas prendas de virtud mediante el sacrificio diario. Esta abnegación se convertirá luego en el “ascetismo mundano” del capitalismo del siglo SVIII, con el acento puesto en ahorrar más que en gastar y su “ruitinación” de la actividad cotidiana, su miedo al placer. Ese breve pasaje consigue vaciar el texto de Weber de su grandeza trágica.

109 En opinión de Weber, antes del advenimiento del protestantismo, el catolicismo había intentado tranquilizar a la imperfecta humanidad aconsejándole que se rindiera a las instituciones de la Iglesia, a sus rituales y a los poderes mágicos de sus sacerdotes. El protestantismo buscó un remedio más individual a esa duda.

Martín Lutero oponía a los consuelos del ritual una experiencia más desnuda de la fe; la fe no podía venir, según Lutero, por oler incienso o rezar ante estatuas. Lutero se distinguió por sostener que el hombre o la mujer que renunciaban a la idolatría tenían que hacer frente a las cuestiones de la fe solos y sin ayuda, más que como miembros de una comunidad. La suya es una teología del individuo.

El individuo protestante tiene que modelar su historia de modo que dé como resultado un todo valioso y con contenido. El individuo se vuelve éticamente responsable e su tiempo vivido, particular.
Muy poco es lo que podemos controlar de lo que ocurre en la historia de nuestra vida, pero Lutero insiste en que debemos asumir la responsabilidad por su conjunto.

En la “Ética protestante”, Weber se concentra en un aspecto de la doctrina protestante que hacía imposible asumir la responsbilidad de la propia historia personal.

El cristiano vive en la duda total sobre si será capaz de justificar la historia de su vida. En la eología protestante, esta duda absoluta se transmite por la doctrina teológica de la predestinación, aparentemente misteriosa. Calvino afirma en la “Institución” que sólo Dios sabe si una alma se salvará o será condenada tras la muerte; no podemos abusar de la Divina Providencia. Destrozado por el peso del pecado, el ser humano vive en un estado de constante inseguridad... Ésta es la cruz de la humanidad protestante

110 Nunca podemos presumir con confianza de ser buenos y ni siquiera de haber hecho lo que es bueno... El Dios de Calvino responde “Esfuérzate más. Nada es suficientemente bueno”.
Al protestante, en lugar de un balsámico ritual se le ofreció una medicina más dura: el trabajo esforzado y constante orientado hacia el futuro. Organizar la historia de la vida personal a través de un trabajo así podría servir como una lucecita en la oscuridad, una señal de que hemos sido elegidos y de que nos salvaremos del infierno. A diferencia de las buenas obras de los católicos, el trabajo duro no podía servirle al protestante para ganarse un favor mayor del Creador; el trabajo sólo ofrece señales de intenciones dignas a un juez divino que ya ha decidido cada caso de antemano.

En opinión de Weber, fue así como pasó del protestantismo al capitalismo la disposición a ahorrar más que a gastar como un acto de autodisciplina y sacrificio. Este mismo paso dio lugar a un nuevo tipo caracteriológico: el hombre empeñado en probar su valor moral por el trabajo.

111 Como historia económica, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” está plagada de errores. Como análisis económico, extrañamente omite toda consideración del consumo como fuerza motriz del capitalismo. Sin embargo, como crítica de cierto tipo de carácter, tanto su propósito como su ejecución son coherentes. La ética del trabajo de este tipo de hombre no le parece a Max Weber una fuente de felicidad humano, y tampoco de fuerza psicológica. El hombre “exigido” está demasiado cargado por la importancia que ha llegado a atribuirle al trabajo.

No hay duda de que queremos exorcizar a las furias que acosan al hombre preso por sus exigencias.

No obstante, todo depende de cómo se alivie el peso sobre el yo trabajador.
Las formas modernas de trabajo en equipo son, en muchos aspectos, el polo opuesto de la ética del trabajo concebida por Max Weber. En cuanto ética de grupo como opuesta al individuo, el trabajo en equipo hace hincapié en la receptividad mutua más que en la validación personal. El tiempo de los equipos es flexible y orientado hacia tareas específicas a corto plazo más que al cálculo de décadas marcadas por la contención y la espera.

Sin embargo, el trabajo en equipo nos introduce en ese dominio de la superficialidad degradante que se cierne sobre el moderno lugar de trabajo. De hecho, el trabajo en equipo sale del territorio de la tragedia para representar las relaciones humanas como una farsa

115 El trabajo en equipo adquirió una especie de sanción oficial en las prácticas americanas de gestión de empresas en un estudio encargado por la secretaria de Estado de Trabajo Elizabeth Dole, La SCANS (Secretary’s Comisión on Achieving Necessary Skills) presentó en 1991 su informe, en el que se analizaban las capacidades que la gente necesita en una economía flexible
La imagen del equipo en el informe SCANS, es un grupo de gente reunida para realizar una tarea concreta e inmediata más que para vivir juntos como en un pueblo.

116 Los autores argumentan que un trabajador tiene que poner en tareas a corto plazo una capacidad instantánea de trabajar bien con un cambiante elenco de personajes, lo cual significa que las capacidades sociales que la gente trae al trabajo han de ser portátiles: escuchar bien y ayudar a los demás, al moverse de equipo en equipo, a medida que cambia el personal de los equipos –como moverse de una ventana a otra en una pantalla de ordenador-. Al buen jugador de este equipo también se le pide distancia, debería tener la capacidad de entablar relaciones estables y juzgar cómo pueden cambiarse, imaginarse la tarea entre manos más que zambullirse en largas historias de intrigas, traiciones pasadas y celos.

Se usan las confusas metáforas del deporte: los jugadores hacen las reglas mientras juegan...
Y el deporte de la oficina difiere de los otros deportes porque en el trabajo los jugadores no llevan los tantos de la misma manera. Sólo importa el partido que se está jugando.

En cada “partido” se empieza de cero, lo cual significa que en el moderno lugar de trabajo la antigüedad cuenta cada vez menos.

Los modernos directivos también saben que la competición individual “a vida o muerte” pueden destrozar el rendimiento de un grupo. Así, en el moderno equipo de trabajo surge la siguiente ficción: los empleados no compiten entre sí, y, lo que es aún más importante: el jefe gestiona el proceso del grupo. El o ella es un “guía”, un “coordinador”, la palabra más maliciosa del moderno léxico de la gestión de empresas; un líder, más que gobernantes, está de tu lado. El juego del poder se juega entre un equipo y otros equipos de otras empresas.

118 En un mundo laboral estilo torniquete, las máscaras de la cooperatividad están entre los únicos objetos personales que los trabajadores llevan con ellos de una tarea a otra, de una empresa a otra: ventanas de sociabilidad cuyo “hipertexto” es una sonrisa ganadora. Si esta formación en capacidades humanas es sólo un acto, es, también una cuestión de mera supervivencia.
La presión de otros colegas de su equipo de trabajo ocupaba el lugar del jefe que azuzaba con el látigo

119 Lo que estas medidas tienen en común es que no cambian la naturales fundamental del sistema de producción ni amenazan la organización básica de la estructura de poder de las empresas.

120 Las técnicas modernas de dirección de empresas intentan escapar del aspecto “autoritario” , pero en el proceso se las arreglan también para no asumir la responsabilidad e sus actos
Pues nadie puede ser considerado responsable
En cambio, es la presión de los colegas la que ha de hacer el trabajo del jefe

121 Esta falta de autoridad libera a los que están al mando para que adapten, cambien, reorganicen sin tener que justificarse ni justificar sus actos.
El cambio es el agente responsable; el cambio no es una persona
Además, el poder sin autoridad permite a los líderes de un equipo dominar a los empleados negando la legitimidad de las necesidades y deseos de éstos

El buen jugador de equipo no se queja. Las ficciones del trabajo en equipo, a causa de su misma superficialidad de contenido y atención puesta en el momento inmediato y su manera de evitar la oposición y la confrontación, son útiles en el ejercicio de la dominación.
El director ha dominado el arte de ejercer el poder sin tener que presentarse como responsable.

122 Este juego del poder sin autoridad hace surgir un nuevo tipo caracterológico. En lugar del hombre llevado por las exigencias, aparece el hombre irónico.
Según Rorty, no hay sociedad que pueda cohesionarse por la ironía. La ironía tampoco estimula a la gente a desafiar el poder.
El carácter irónico se vuelve autodestructivo en el mundo moderno; uno pasa de creer que nada es fijo a “no soy totalmente real, mis necesidades no tienen sustancia”.

123 Ni la antigua ni la nueva ética del trabajo proporcionan una respuesta satisfactoria a la pregunta de Pico della Mirándola: “¿Cómo debo modelar mi vida?”
El cambio múltiple e irreversible, la actividad fragmentada, pueden ser cómodos para los nuevos amos del régimen, como la corte de Davos, pero pueden desorientar a los sirvientes del régimen. Y el nuevo ethos cooperativo del trabajo en equipo pone en el lugar de amos a los “facilitadores” y “gestores de procesos” que soslayan el sincero compromiso con sus subordinados.

124 El Fracaso
El fracaso es el gran tabú moderno. La literatura popular está llena de recetas para triunfar, pero por lo general callan en lo que atañe a la cuestión de manejar el fracaso.
Las reconversiones de empresas y las reducciones de plantilla imponen a la clase media desastres repentinos que en el capitalismo anterior estaban mucho más limitados a las clases trabajadoras.

125 El fracaso puede ser de una especie más profunda: no poder estructurar una vida personal coherente; no realizar algo precioso que llevamos dentro; no saber vivir sino meramente existir.

126 ¿Qué debería guiar a la gente lejos de la patria, la gente que ahora intenta crear una nueva narrativa espiritual? Según Lippmann, la carrera. NO hacer una carrera del trabajo, por modestos que fueran su contenido o su paga, era entregarse a la sensación de errar sin rumbo que constituye la experiencia más profunda de la ineptitud
Recorrer ese camino (la carrera como una ruta bien hecha) es el antitodo, según Lippman, contra el fracaso personal.
¿Podemos practicar este remedio en un capitalismo flexible?
E.P. Thompson señala que en el siglo XIX incluso los trabajadores menos favorecidos, mal pagados, desempleados o que iban buscando un empleo tras otro, intentaban definirse a sí mismos como tejedores, obreros metalúrgicos o campesinos El prestigio en el trabajo se consigue siendo algo más que “un par de manos”; los trabajadores manuales y los empleados domésticos de categoría superior en las familias victorianas lo buscaban en las palabras, carrera, profesión y oficio, que mezclaban indiscriminadamente más allá de lo que podría considerarse admisible.
Así, pues, el deseo de prestigio que brinda una profesión no es nada nuevo.

127 La persona que se dedica al ejercicio de una profesión se plantea propósitos a largo plazo, criterios de comportamiento profesional y no profesional, y un sentido de la responsabilidad para su conducta.

En el uso que de la palabra hace Weber, Beruf, en alemán “profesión, carrera”, también subraya la importancia del trabajo como narración, y afirma que el desarrollo del carácter sólo es posible mediante un esfuerzo organizado y a largo plazo

128 Hoy conocemos formas de burocracia diferentes de las conocidas por Lippmann y Weber; el capitalismo ahora actúa según principios de producción diferentes. Sin embargo, dejar de extraer algún sentido de continuidad y finalidad de estas condiciones equivaldría literalmente a nuestro propio fracaso.
 

RICHARD SENNETT,2003
Sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad


Primera Parte
ESCASEZ DE RESPETO
1. Recuerdos de Cabrini
2. El significado del respeto

Segunda parte
UNA INDAGACIÓN SOBRE EL RESPETO
3. Desigualdad de talento
4. La vergüenza de depender
5. La compasión que hiere

Tercera parte
UNA DISCUSIÓN SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR
6. El respeto burocrático
7. La asistencia social liberada

Cuarta parte
CARÁCTER Y ESTRUCTURA SOCIAL
8. Lo mutuo en el respeto mutuo
9. El giro del carácter hacia fuera
10. La política del respeto



13 - 14
PREFACIO
La sociedad tiene una idea dominante: la de que tratándonos unos a otros como iguales afirmamos el respeto mutuo... Para ganar respeto, no hay que ser débil, no hay que padecer necesidad.
En general, cuando se insta a los beneficiarios de ayudas sociales a “ganar” respeto por sí mismos, lo que se quiere decir es que se hagan materialmente autosuficientes. Pero en el conjunto de la sociedad, el respeto por uno mismo no sólo depende del nivel económico, sino también de la manera en que se logra. El respeto por uno mismo no se “gana” de la misma manera que el dinero. Una vez más se interpone la desigualdad; hay quienes pueden alcanzar respeto por sí mismos en el escalón más bajo del orden social, pero su conservación es frágil.

18 PRIMERA PARTE. Escasez de respeto
La falta de respeto, aunque menos agresiva que un insulto directo, puede adoptar una forma igualmente hiriente. Con la falta de respeto no se insulta a otra persona, pero tampoco se le concede reconocimiento. ...

Al igual que muchas hambrunas, esta escasez es obra humana; a diferencia del alimento, el respeto no cuesta nada. Entonces, ¿por qué habría de escasear?

19 – 20 - 21. Recuerdos de Cabrini. Las viviendas sociales.
A principios del siglo pasado, los negros pobres norteamericanos comenzaron a escapar a la servidumbre del Sur rural y a trasladarse a las ciudades del Norte. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, esta marea migratoria se incrementó; tanto los negros como las negras encontraban empleo en la industria de guerra, que ofreció a las mujeres una alternativa al servicio doméstico. En Chicago, mi ciudad natal, los blancos no tenían mejor disposición que en el Sur para con los negros; la aparición de estos nuevos trabajadores industriales impulsó a polacos, griegos e italianos a alejarse de los negros, a pesar de que tenían que trabajar todos juntos.

Pero los planificadores urbanos, en un intento por interrumpir la fuga de blancos de los barrios en los que se establecían los negros, construyeron en el corazón de Chicago nuevas viviendas, en las que se reservaba cierta cantidad de plazas para blancos pobres. Cabrini Green fue uno de esos enclaves racialmente mixtos y fue allí donde pasé parte de mi niñez.

Años después, Cabrini se convirtió en emblema de todo lo peor que podía haber en materia de vivienda pública: abundancia de drogas y pistolas y parterres cubiertos de cristales rotos y excrementos de perro. Pero a finales de los años cuarenta, un espectador foráneo no habría visto en este polígono de viviendas otra cosa que una arquitectura sencilla de largas y simples cajas bajas y sin adornos que suavizaran sus líneas. Pero las instalaciones sanitarias funcionaban, los parterres eran verdes, había buenas escuelas en la cercanía. En verdad, para los negros que llegaban a Chicago, “el futuro parecía brillante”, dijo más tarde un observador de un complejo de viviendas sociales como el nuestro; estas casas de ladrillos de ceniza sustituían las chabolas de papel alquitranado en las que tantos habían vivido en el Sur, pues estas casas les enviaban una señal de que finalmente la sociedad en su conjunto les reconocía su penuria histórica. ...

Sin embargo, otra era la señal que la vivienda pública enviaba a los blancos pobres de Cabrini.
La lucha racial tenía en Chicago una larga historia; en el momento de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades sabían que tenían que abordarla de alguna manera. Cuando se inauguraron estas viviendas, en 1942, las autoridades propusieron a los blancos pobres: si vivís entre negros, nos haremos cargo de vuestros alquileres. La guerra había producido escasez de vivienda en la ciudad, sobre todo de viviendas baratas. De la misma manera que los planificadores gubernamentales anteriores y posteriores, los proyectistas de Cabrini Green trataron de poner remedio a un gran mal social mediante la satisfacción de esta necesidad práctica del sistema del bienestar, pues utilizaba la vivienda coo “instrumento” para combatir la segregación racial. No era un instrumento que emplearan de manera directa; ninguno de los creadores de Cabrini Green vivió efectivamente entre nosotros. Ni tampoco la pequeña burguesía negra de la ciudad. No sé si nuestros vecinos eran más o menos racistas que otros blancos, pero, con independencia de sus opiniones, estaban al servicio de la integración racial tal como la imaginaba una clase superior.

De acuerdo con el proyecto original, Cabrini sería blanco en un setenta y cinco por ciento y negro en el veinticinco por ciento. Pero cuando abrió sus puertas, los porcentajes se habían invertido.

26 Cincuenta años después, con todas las distorsiones y cierta sabiduría inherentes a la mirada retrospectiva, me parece que Cabrini planteaba dos problemas que podían desafiar el sentido del valor que los residentes se reconocían. Uno era la dependencia de los adultos, condición que los norteamericanos adultos tienden a temer como degradante, “dependencia de la asistencia social” es sinónimo de humillación. En Cabrini, la raza definía esa humillante dependencia; la necesidad de vivienda de nuestros vecinos blancos los forzaba a mantener relaciones raciales que los blancos los forzaba a mantener relaciones raciales que los blancos en mejores condiciones económicas evitaban.

El otro problema estribaba en que la gente se viera privada del control de su propia vida. En efecto, se la convertía en espectadora de sus necesidades, en meros consumidores del cuidado que se les dispensaba. Allí fue donde la gente experimentó esa particular falta de respeto que consiste en no ser vista, en no ser tenida en cuenta como auténticos seres humanos.

30 Sólo una vez, en 1959, mi madre y yo volvimos juntos a Cabrini. No se veía blancos por ningún sitio. Pero lo que nos impresionó fue la ruina física del barrio; la obsesiva limpieza de los pisos tanto de blancos como de negros de diez años antes había quedado definitivamente en el pasado. Del orgullo de “las flores del frente y de los huertos y la hierba del fondo”, había desaparecido.
31 En Chicago, lo mismo que en todas las ciudades del norte de Estados Unidos, hacía mucho tiempo que imperaba una segregación de hecho, aunque no de derecho. El espacio de la ciudad estaba dividido por razas; y lo mismo ocurría con el tiempo. Durante el día, las razas podían mezclarse, sobre todo en los grandes almacenes del Loop, en el centro de la ciudad; por la noche, las razas casi nunca se encontraban.

Los negros en ascenso social, habían alentado al menos la esperanza de que era posible superar los peores efectos de la segregación racial, como el acceso a la atención médica de que disponían los blancos, o el acceso a las universidades blancas. El movimiento por los derechos civiles intentó trasponer esta línea divisoria en las ciudades del Norte, pero al mismo tiempo los negros de clase media también “perdieron toda ilusión” de que el ascenso económico bastara por sí solo para lograr aceptación

33 La jerga del trabajo social puede ser degradante, pues puede tratar a los pobres como bienes deteriorados, o regodearse en un argot psicológico....

Tanto mi madre (asistenta social) como su hija profesional eran personas de una clase más alta, con poder para violentar a los pobres, como escribió mi madre; si habían dedicado su vida a los pobres, la caridad misma tiene poder para herir; la piedad puede engendrar menosprecio; la compasión puede estar íntimamente ligada a la desigualdad. Para que la compasión sea operativa, tal vez haya que atenuar el sentimiento, tratar a los otros con frialdad. El hecho de cruzar la frontera de la desigualdad tal vez requiera reserva de parte de la persona más fuerte que traspone la frontera; la reserva reconocería la dificultad, la distancia podría ser una señal de respeto, aunque de un respeto particular

35 Para que profesionales con educación superior y trabajadores no cualificados puedan hablarse libremente se necesita mucho tiempo y una gran dosis de confianza; no es fácil que el bello y el feo hablan entre sí de sus cuerpos; la gente de vida afortunada tiene dificultades en “relacionarse” con la experiencia de gente forzada a permanecer en la estrechez de las rutinas.
La desigualdad puede crear malestar y el malestar alimenta un deseo de conectar, aunque la conexión sea tácita, silenciosa, circunspecta. Esta cadena emocional de acontecimientos complica el precepto de “mostrar respeto” por alguien que ocupe un lugar más bajo en la escala social o económica. Se puede temer que la estima parezca condescendencia y, por tanto, retraerse. Además, la conciencia de los privilegios propios puede provocar malestar; en la sociedad moderna la gente no habla con comodidad de su situación de superioridad en la vida como lo hacía en el Ancíen Régime, sin ninguna vergüenza. Paradójicamente, la angustia del privilegio puede agudizar la conciencia de quienes tienen menos; es una angustia que difícilmente se declara.
Por estas razones, el hecho de sentir respeto puede no conducir al de mostrarlo.

57 - 58 Para los europeos, Estados Unidos parece más una sociedad de masas que una sociedad de clases, pero esa apariencia sólo se debe a que en este país la clase se oculta tras una brillante superficie de cultura comercial. En los años sesenta, esa brillante superficie se rompió cuando las clases trabajadoras blancas se volvieron contra las clases profesionales, la élite liberal y los hijos radicales y contraculturales de ésta durante la guerra de Vietnam. También se volvieron por debajo contra los negros pobres, a los que consideraban parásitos y estafadores del sistema del bienestar. Los políticos de derechas movilizaron el resentimiento y el odio de clase de esta “mayoría silenciosa”, aunque parecía cualquier cosa menos silenciosa.

El punto de partida de nuestras entrevistas era que en el origen de este descontento de clase había algo más que un prejuicio de derechas. Cogimos unas cien familias y entrevistamos a sus miembros individualmente y en grupos, con el objetivo de descubrir si tenían una conciencia distintiva e clase y cómo operaba.

Cuando entrevistábamos a trabajadores blancos a solas, hablaban equilibrada y abiertamente acerca de sí mismos en relación con los otros en la ciudad. Eran realistas en lo concerniente a los malos tiempos por los que pasaban los negros pobres que tenían por debajo; y por otro lado, las pretensiones de los profesionales, lejos de producirles animadversión para con la élite, les resultaban divertidas. Anclados en trabajos de bajo estatus, solían tener la sensación de que habían fracasado en la tarea de hacer algo de sí mismos a través del trabajo. Pero no carecían de respeto por sí mismos, lo cual les venía del hecho de mantener a su familia. Pero la gente de clase media no se daba mucha cuenta de ese esfuerzo y para nuestros entrevistados esa indiferencia era un insulto.
Cuando les entrevistábamos en grupo, dejaban de lado esta evaluación equilibrada de los otros y esta compleja consideración de sí mismos. Se sentían libres para permitirse groseras difamaciones y chistes, se estimulaban unos a otros, se lanzaban contra la élite liberal y los medios de comunicación, se convertían en hombres y mujeres iracundos manipulados por los políticos. Nuestras entrevistas con grupos estaban marcadas por un juego de respeto de suma cero, juego en el que se negaba el respeto a los negros con el fin de afirmar su propio valor.

Hace treinta años me obsesionaba por la manera de evitar ese hostil juego de suma cero, y todavía me sigue obsesionando. La desigualdad se había traducido en duda de sí mismo; esa duda podía aliviarse en parte atacando la integridad de otros, aunque no creo que los taques a los negros o a los liberales sirvieran en realidad para que la gente se sintiera bien consigo misma. Sin embargo, la condición de “no ser vito” había producido un deseo de venganza. Por tanto, había allí un triste resultado de la escasez de respeto.

59 Mi infancia en Cabrini y la vida de estos trabajadores blancos son ambos extremos del mismo problema, el de que las desigualdades de clase y de raza son sin ninguna duda un obstáculo al respeto recíproco entre los individuos. Entre uno y otro extremo están las experiencias más difíciles de leer: la necesidad de contenerse por respeto a alguien, la división entre respeto a sí mismo y respeto grupal, la fuerza del yo que degrada a los otros, la mala adaptación entre la confianza en uno mismo y la consideración de los demás, el vínculo con los otros que deriva del “error” de imaginar que uno es como ellos. Podría parecer que todas estas cosas fueran cuestiones más subjetivas que la vida en un complejo de viviendas sociales o el odio de clase, pero las fuerzas sociales dan forma a esas experiencias personales exactamente de la misma manera en que dan forma a condiciones más “objetivas”.

60 EL SIGNIFICADO DEL RESPETO
Las naciones van a la guerra por honor, las negociaciones laborales se encallan porque los sindicatos no se consideran tratados con dignidad por la patronal, los cortesanos de Luis XIV peleaban por quién tenía suficiente prestigio para sentarse en un taburete en presencia del sobrino del rey. Se profesa admiración por un soldado que ha luchado con valor, los bomberos se sienten orgullosos de trabajar juntos para apagar un incendio, un estudioso que h esclarecido un hecho difícil de entender siente satisfacción pro el trabajo realizado. El respeto parece tan fundamental a nuestra experiencia de las relaciones sociales y del yo, que tenemos que definir más claramente en qué consiste.

La sociología dispone en realidad de muchos sinónimos para nombrar diferentes aspectos del “respeto”. Entre ellos encontramos “estatus”, “prestigio”, “reconocimiento”, “honor” y “dignidad”.

62 “Tomar en serio las necesidades de los otros”
El escritor Michael Ignatieff ha dicho que, en la sociedad, los otros son en su mayoría extraños. A muy pocos individuos podemos conocer personalmente; en las sociedades complejas, la escena está poblada de una gran variedad de tipos sociales cuyas vidas no comprendemos de forma inmediata. ¿Qué hay por tanto en nosotros para ser sensibles a esos individuos a los que no conocemos personalmente?

64 – 65 - 66 El concierto proporciona un ejemplo positivo del carácter: tratar con respeto la necesidad percibida en el otro cuando se actúa con él. Concebido en sentido más general, el carácter se dirige al conjunto de las manchas de tinta de la sociedad; el carácter de una persona la lleva a una vida expresiva en las relaciones humanas. La visión amplia del carácter proporciona una vara crítica con la cual medir otras palabras del vocabulario del “respeto”

La primera de esas palabras es “estatus”. En general, el estatus se refiere al lugar que una persona ocupa en una jerarquía social. En la sala de concierto, lo único que requiere el establecimiento de estatus es que la mención del cantante en el programa se haga en letras de mayor tamaño que las del acompañante y con harta frecuencia la impresión es una guía segura de lo que allí se habrá de escuchar. La sociedad otorga estatus de la misma manera y en general con la misma consecuencia; es el superior quien requiere ser tenido en cuenta y quien obtiene reconocimiento.

El “prestigio” se refiere a las emociones que el estatus despierta en los otros, pero la relación entre estatus y prestigio es compleja. No siempre un estatus superior otorga mayor prestigio. Un aristócrata corrupto o inepto puede perder prestigio a los ojos de los otros y retener su estatus legal de privilegio; entonces decimos que la persona ha degradado su posición. El prestigio también puede distinguirse de la pura jerarquía. La investigación en prestigio ocupacional muestra, por ejemplo, que las personas que tienen un oficio útil e independiente, como los ebanistas, gozan de más prestigio que la élite de ejecutivos de empresa, inmersos en la política corporativa y que no tienen pleno control de su trabajo. Por último, es posible transferir el prestigio de personas a objetos: un Porsche es un elemento de prestigio con independencia de quien lo posea.
Entonces, ¿es “prestigio” un sinónimo suficiente de “respeto”? No del todo ...
Lo que falta en estos términos es algo que conlleve reciprocidad, que es precisamente lo que implica la palabra “reconocimiento”.

La palabra “reconocimiento” no tiene todavía la amplitud suficiente para abarcar la conciencia de la necesidad mutua. Éste es un elemento posterior, y más oscuro, que consiste en el honor social. La palabra “honor” tiene un halo anticuado y cuasi victoriano, pero en dos sentidos es una categoría mucho más fundamental de la vida social.

El honor propone, en primer lugar, códigos de conducta; un individuo de la tribu beduina al que la costumbre obliga a servir de guardián de los hijos de su hermano muerto, obedece un código de honor. En segundo lugar, el honor señala una suerte de supresión de fronteras y de distancias sociales. En palabras del sociólogo Pierre Bourdieu, el honor supone “un individuo que se ve a sí mismo siempre a través de los ojos e los otros, que tiene necesidad de los otros para su existencia, porque la imagen que tiene de sí mismo es indistinguible de la que le presentan los demás”. Tanto la fuerza como la perversidad del honor social han de fundarse en este tipo de reciprocidad.
... Como en el juego de suma cero que practican los trabajadores de Boston: para afirmar el honor de nuestro grupo, tenemos que denigrar el honor del vuestro.
Los aspectos positivos del reconocimiento y los negativos del honor social definen los polos de la reciprocidad.

67 El acto de respetar el dolor ajeno es lo que confiere a los seres humanos una dignidad secular cuyo peso específico es afín al respeto de lo divino en las sociedades más tradicionales. La otra trayectoria de la sociedad secular moderna ha sido enfatizar la dignidad del trabajo.
69 Los igualitarios radicales han sostenido a veces que si se pudiera igualar las condiciones materiales, la conducta de respeto recíproco brotaría “natural” y espontáneamente. Esta expectativa es psicológicamente ingenua. Aun cuando se eliminaran de la sociedad todas las desigualdades injustas, seguiría presente el problema de cómo dar forma a nuestros peores y a nuestros mejores impulsos. No sugiero que haya que aceptar la desigualdad o acomodarse a ella; por el contrario, lo que sostengo es que en la vida social, lo mismo que en el arte, la reciprocidad requiere trabajo expresivo. Es menester hacerla realidad, ejecutarla. (símil musical)

73 - 74 (Segunda parte) UNA INDAGACIÓN SOBRE EL RESPETO
De tres maneras modela la sociedad el carácter, y de acuerdo con ellas se gana el respeto de los demás o no se consigue inspirarlo.

La primera manera es la que tiene lugar a través del propio desarrollo, en particular a través del desarrollo de capacidades y de habilidades. La persona muy inteligente que derrocha talento no concita respeto; en cambio, sí lo hace una persona menos dotada pero que trabaja al límite de su capacidad. El desarrollo de uno mismo se convierte en fuente de estima social precisamente a causa de que la sociedad condena el derroche y, por el contrario, premia el uso eficiente de los recursos, ya se trate de experiencia personal, ya de economía.

La segunda manera reside en elucidado de uno mismo. En el mundo antiguo, cuidar de sí mismo significaba aprender a regular los placeres y los dolores corporales... El cuidado de sí mismo puede significar además no convertirse en una carga para otros, de modo que el adulto necesitado se ve cubierto de vergüenza, mientras que la persona autosuficiente es respetada. Esta manera de ganar respeto deriva del odio de la sociedad moderna al parasitismo; si la sociedad teme el derroche, aún más teme –ya racional, ya irracionalmente- verse agostada por demandas injustificadas.
La tercera manera de ganar respeto es retribuir a los otros (...) El principio social que anima el carácter de quien retribuye a la comunidad es el intercambio.

83 - 84
El respeto debido al talento.
En el Ansíen Régime, la mayoría de los puestos del gobierno, el ejército o la Iglesia eran heredados. ... El mero talento contaba poco a la hora de detentar privilegios; la capacidad tenía poco que ver con la jerarquía.

La ceguera al talento campeaba sobre todo en las habilidades de tipo económico. Antes del siglo XVII, las habilidades para los negocios se asociaban mayoritariamente a los judíos marginados, cuyo supuesto talento para hacer dinero producía desprecio. ...

Samuel Pepys, autor de un diario en el siglo XVII, representa un gran cambio en las relaciones de los individuos con el orden social; su carrera pone de relieve la reivindicación de que a los individuos se les debe respeto exclusivamente por sus talentos, reivindicación que lo eleva por encima de los caballeros económicamente incompetentes.

Pepys era un funcionario del gobierno de gran talento que trabajaba sobre todo en el Almirantazgo.
La fórmula “carreras abiertas al talento” empezó a ser común en la generación de Pepys, a mediados del siglo XVII, y sobre todo entre individuos de la posición social de Pepys. Desde el punto de vista político, eran partidarios de un Estado bien administrado en el que hubiera espacio para “hombres nuevos” de origen burgués, sobre todo en la administración financiera; el dinero era demasiado importante para dejarlo en manos de aristócratas. ...

En la época de Pepys, la habilidad jurídica requería una memoria prodigiosa para citar los precedentes. La habilidad para los números parecía inherente al individuo como don personal distintivo, la capacidad para calcular por sí mismo con independencia de los cálculos de los demás; en 1664, Pepys no aceptará la autoridad de las cuentas oficiales para los faroles de popa precisamente porque son de índole jurídica. Por “carreras abiertas al talento” (también símil musical en los concursos) se entendía el derecho del individuo talentoso a mostrar qué era capaz de hacer por sí mismo; en 1665, Pepys muestra a sus superiores lo que ellos no habían entendido, aun cuando eran sus superiores .Un siglo después, los fisiócratas –grupo de contables y financieros británicos y franceses- afirmarían que las cuentas oficiales que llevan los Estados no eran más que sospechosos registros que debían someterse a la inspección de una élite de matemáticos notables.
La doctrina de las “carreras abiertas al talento” se había extendido del dominio exclusivo de los cargos del Estado para dar lugar a un principio sociológicamente más amplio: el de la “aristocracia natural”... De la misma manera que los fisiócratas franceses, Jefferson aspiraba con ello a lograr un cambio general en las instituciones. ...

El despido repentino y arbitrario fue durante mucho tiempo la regla de la mayoría de los regímenes monárquicos. En el siglo XVII, Enrique VIII mantenía a sus servidores más talentosos en estado de terror, pues repentinamente y sin razón aparente enviaba uno tras otro a la Torre o al tajo del verdugo. Los reformadores razonaban que los premios por capacidad no podían otorgarse sin los actos correspondientes de definición y castigo de la incompetencia. ...

Los príncipes del Renacimiento honraban a los artistas de talento. La diferencia moderna es el surgimiento de una burocracia más generalizada del talento, la extensión de esta burocracia a campos en los que en épocas anteriores se esperaba que rigiera el privilegio heredado . ...
Una consecuencia de la creación de este marco institucional moderno fue la posibilidad cada vez mayor de exhibir formal, públicamente el “talento” ...

El talento burocrático no vino a colocarse muy lejos de otros tipos de habilidad para la actuación.... (virtuosismo) ... Esto, que en las artes era motivo de asombro, en la vida profesional se convirtió en fuente de dominación ...

Más que una mayor capacidad en las habilidades comprensibles de la vida cotidiana, el maestro tenía otro tipo de habilidad, insondable, no diferencia de grado, sino de cualidad. En esa diferencia se originó una desigualdad cada vez mayor. Puesto que sus habilidades eran incomprensibles, aquellos sobre quienes mantenían su dominio sólo podían ser sus espectadores, sus súbditos...
Esto quiere decir que si sólo pensamos en el talento especializado en términos de técnica, dejamos de lado un elemento importante de su sociología (...) Las carreras abiertas al talento se fueron haciendo cada vez más burocráticas, racionalizadas, y la capacidad misma cada vez más un enigma público.

En la sociedad contemporánea, el enigma del talento ha experimentado un segundo giro, aparentemente en sentido opuesto al de la habilidad especializada ... ¿Qué clase de habilidad es aquella todavía no realizada y que las fórmulas de competición de la sociedad ponen en peligro?

84 La habilidad potencial
Los exámenes de ingreso a las academias militares francesas de 1782 planteaban problemas de geometría enormemente sofisticados para la mirada moderna. Procuraban, podríamos decir, eliminar el “prejuicio cultural2 para descubrir a los individuos potencialmente dotados entre una masa de personas no favorecidas por ventajas sociales ...

85 Los partidarios modernos de la discriminación positiva en educación o en el empleo adoptan otra táctica ... Uno de los términos que se usan para nombrar la capacidad potencial es la horrible palabra “aptitud”, pero esta palabra es también un invento revelador. Pasa por alto, a favor de la “actitud”, el hecho de ser bueno o “apto” para algo.

86 McClelland sostenía que todos los seres humanos poseen “motivación para el logro”, necesidad de hacer algo bien. ... McClelland sugiere que si la gente fracasa en el aprendizaje es porque le falta voluntad motivacional o deseo ... Si el sujeto no aprende, la dificultad para aliviar la acusación a sí mismo resulta cuasi perversa: “Algo malo tiene que haber en mí”. Pero ese “algo” es difícil de definir. ... La acentuación del vínculo entre capacidad potencial y motivación puede tener un efecto igualmente depresivo en el lugar de trabajo ... Las organizaciones modernas juzgan al “hombre en su totalidad”, y en especial lo que ese hombre total podría llegar a ser

87 – 88 - 89 Lo malo del acecho de la aptitud es el concepto mismo de potencialidad, que realiza una promesa con la condición de que el individuo tenga un deseo, pero no especifica en qué consiste esa promesa.

En los niveles superiores del mundo empresarial, antes del último siglo eran pocos los directivos o los propietarios que justificaban sus posiciones en términos de inteligencia superior ... “Aptitud” significaba simplemente gusto por la lucha competitiva.

El economista R. Reich señala el surgimiento de una sociedad de dos niveles en Estados Unidos, Europa Occidental y Japón, basada en el control del conocimiento y la ampliación de la brecha en el ingreso y la riqueza entre las clases medias y la alta.

La capacidad para aprender cosas nuevas resulta, pues, más valiosa que la capacidad para seguir profudizando en un problema o un cuerpo de datos existente. Y, puesto que semejante habilidad es más valiosa que la solidez del conocimiento adquirido, el potencial de aprendizaje es más útil que las adquisiciones del pasado. Es el premio económico a la “capacidad potencial”
90 Respecto a los tests de inteligencia.

El contexto familiar, la clase, la motivación personal y la pura suerte son en conjunto factores más important4es en la forma que adoptará el futuro.

Lo peor es que la evaluación de las posibilidades que más adelante se abrirán a los adultos se va desplazando a etapas cada vez más precoces del ciclo vital.

Las evaluaciones de aptitud hacen de la niñez, y cada vez más, la escena primitiva de las desigualdades sociales, que llega a su extremo en Gran Bretaña y Estados Unidos con la preocupación de los padres por enviar a las guarderías adecuadas a niños que todavía están aprendiendo a caminar.

100 No sólo Rousseau, sino también muchos de sus contemporáneos, pensaban que las seducciones de la desigualdad eran el lado oscuro de la doctrina de las carreras abiertas al talento.

103 La Baja autoestima.
Los reformadores de la Ilustración que suscribieron la doctrina de la aristocracia natural supieron que tenían un problema: cómo impedir que la gente se desalentara o abrigara resentimiento ante la desigualdad de talento. Éste es el problema de la comparación denigrante. ...
Las políticas sociales modernas, como la orientación personal o la discriminación positiva, tratan de contrarrestar las comparaciones denigrantes que lastiman el yo. ...
Algunos escritores creen que la diversidad debiera importar más que la desigualdad
104 Estos argumentos que hacen hincapié en la diversidad antes que en la desigualdad son admirables, pero no harán desaparecer el problema de la baja autoestima.

105 Meritocracia.
Las carreras abiertas al talento pasaron por una suerte de alquimia social durante la Ilustración, de tal modo que el mérito y el talento llegaron a ser sinónimos. La alquimia produjo el término moderno “meritocracia”. La meritocracia habita la misma zona lingüística que la aptitud, pues fusiona motivación, deseo y actitud con valentía y habilidad.

106 El sociólogo británico Paul Willis mostraba cómo los adolescentes de clase obrera mantenían su retraso escolar por temor a destacarse, “ponerse por encima de sí mismos”, perder los vínculos con sus amigos si iban demasiado lejos y perder el contacto con su comunidad. La habilidad personal es un arma de doble filo; puede satisfacer algo en la naturaleza del individuo, pero al precio de cortar sus lazos con el mundo en el que tiene su lugar. Sin embargo, esos lazos pueden debilitar la sensación de haber hecho lo debido consigo mismo.

En todas esas prácticas de la vida cotidiana, la “meritocracia”, representa una amenaza a la solidaridad, amenaza que sienten tanto los ganadores como los perdedores. La movilidad social trae consigo costos sociales.

Los partidarios de la diversidad introdujeron un refinamiento que, en principio, consistía en que los distintos talentos de una sociedad debían contribuir al bienestar común. La propuesta original de este punto de vista se debe, naturalmente, a Karl Marx, y se ejemplifica en su eslogan “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad”.

107 Los partidarios de la diversidad se enfrentan a este enigma: la desigualdad es un hecho tan elemental de la experiencia humana, que la gente trata constantemente de darle sentido.
Lo mejor que soy capaz de imaginar para proteger los males de la comparación denigrante es la experiencia de la habilidad que he llamado artesanía, y la razón de ello es sencilla. Las comparaciones, las clasificaciones jerárquicas y los exámenes se trasladan de las otras personas al yo; los patrones críticos se interiorizan. El oficio, es cierto, no elimina la comparación denigrante con el trabajo ajeno; pero vuelve a centrar las energías de una persona en la realización de un acto bueno en sí mismo, por sí mismo. El artesano puede sostener el respeto por sí mismo en un mundo desigual.

109 La vergüenza de depender
En la vida privada, la dependencia une a los individuos... Sin embargo, en el ámbito público, la dependencia se muestra como vergüenza.... El Partido Laborista defiende la “compasión severa”. La severidad humana que evita el estado de necesidad y pone el acento en la autosuficiencia produce respeto a los ojos de los demás y alienta el respeto por uno mismo.

110 Actualmente, el impulso a sacar a la gente de la dependencia lleva a la reforma del sistema de asistencia social a una esfera mucho más amplia: seguro de desempleo, atención médica, escolarización y protección a los ancianos. El viejo Estado de bienestar gobernaba para los necesitados, pero los reformadores aspiran a liberar a éstos del Estado, es decir, a que no vivan de la ayuda social períodos demasiado largos, que paguen su seguro médico, que elijan escuela para sus hijos, que administren ellos mismos sus pensiones. Esta ampliación del campo de la reforma sólo sirve para profundizar la desconcertante división entre el aspecto privado y el aspecto público de la dependencia..
La necesidad de los otros, tan compulsiva en el amor, la amistad y la paternidad, queda reprimida por la convicción de que la dependencia es una condición vergonzosa.

111 La “tesis” de la infantilización.
Esto es convertir la niñez y la edad adulta, la inmadurez y la madurez, en categorías políticas; lo que las distingue es el fenómeno de la dependencia.
113 La “tesis de la infantilización” modeló profundamente las creencias modernas en torno al respeto mutuo”... La concepción liberal de la madurez es en realidad “severa”, pues pone el acento en la dura lucha por el autocontrol.

115 Dependencia y ética del trabajo.
El artesano independiente, orgulloso de su trabajo y que sólo depende de su habilidad, sirvió como reproche viviente a un sistema que trataba a los trabajadores industriales como bestias de carga. Es posible que la dignidad del oficio se convirtiera en un tema sentimental, como ocurre en los escritos y proyectos de John Ruskin, quien inventó un pasado medieval lleno de artesanos plenamente realizados para oponerlo a la humillación de los trabajadores del sistema industrial... También los esfuerzos de William Morris por reorganizar las tecnologías y las prácticas industriales con el fin de que los trabajadores tuvieran mayor control de su trabajo. Los empapelados que diseñó Morris son tan innovadores en su producción como bellos de aspecto, producidos en masa, pero no por autómatas; los trabajadores de los talleres de Morris controlaban el ritmo de su trabajo y tenían su juicio acerca de la calidad de los papeles y los pigmentos.

116 Weber y la ética protestante. ... La ética protestante del trabajo es ella misma una suerte de perversión de los valores liberales; la ética del trabajo indujo a la gente a demostrar su valor, a mostrar que era independiente, decidida y tenía un fin determinado, pero a demostrarlo negándose placeres; sin embargo, ninguna prueba le parecerá suficiente. El hombre dirigido de Weber luchaba constantemente por proporcionar nuevas pruebas de su valor.

Lo que en la primera época del capitalismo industrial unía a capitalistas y trabajadores, y a socialistas como Morris y fabricantes más rígidos, fue la creencia en que el trabajo por sí mismo era la fuente más importante del respeto mutuo y del respeto por uno mismo. La pereza es sin duda un pecado que se registra en los textos bíblicos más antiguos; la mayoría de los pobres no tenían otra opción que evitarla si es que querían comer. Pero, como nos recuerda el historiador Johann Huizinga, el valor moral absoluto que se otorga al trabajo, la supremacía del trabajo respeto al ocio, el temor a perder el tiempo, a no ser productivo, esto es un valor que sólo en el siglo XIX se apodera de toda la sociedad, tanto de los ricos como de los pobres. El adulto que gozaba del respeto del liberalismo trabajaba.

117 Este valor se abrió paso en el naciente Estado del bienestar. Desde comienzos del siglo XIX, los reformadores sociales habían distinguido entre los indigentes, que vivían del socorro a los pobres, y los trabajadores pobres que no lo hacían. A los primeros no se les consideraba “simplemente pobres, sino degradados, con el carácter corrupto y la voluntad minada por la dependencia de la caridad”.

Sin embargo, la dignificación del trabajo significaba que quien no producía, inspiraba escasa piedad. Cuando la persona que vive de la caridad dice: “No puedo”, su protector puede pensar: “No quieres”. De ahí derivaba la índole particularmente punitiva de los asilos y los correccionales en Gran Bretaña y en Estados Unidos (en su denominación inglesa, workhouses: casas de trabajo).

118- 119 La aversión a los indigentes, la equiparación entre vida improductiva y carácter enfermizo, dominó en el siglo XIX tanto entre los revolucionarios y los radicales como entre los asistentes sociales de la caridad burguesa o los reformadores educacionales. El desprecio de Marx por el lumpen proletariat derivaba directamente de la visión que sus enemigos tenían de los indigentes, a saber, la corrupción del carácter del lumpen proletariat debida al servilismo y la necesidad ciega. Para Marx, estas almas desdichadas sólo se afirmaban en arranques de violencia desorganizada e irreflexiva.; la acción militante efectiva requería un autocontrol del que el lumpen proletariat carecía; el revolucionario está más cerca del espíritu del hombre dirigido de Max Weber. Fura de los confines a menudo puritanos de los escritos de Marx, otros socialistas se centraron en la falta de trabajo, la insuficiencia de la caridad como modo de vida, porque la falta de trabajo degrada algo en el alma de una persona

120 – 121 - 122 Los padres del liberalismo aspiraban a establecer la dignidad de los ciudadanos como adultos. Pero fueron malos psicólogos.

- La dependencia, separada de la vergüenza
La psicología moderna entiende la maduración de manera muy distinta que el liberalismo político. Los padres del liberalismo trazaron un agudo contraste entre la infancia y l edad adulta para mostrar el paso de la definición privada a la definición pública de dependencia. Ese marcado contraste suponía que la maduración humana en el ámbito público adulto se asemeja al proceso por el que una mariposa emerge de una crisálida. Este punto de vista se materializa en ley cuando se establece una edad de consentimiento para las relaciones sexuales, o una edad en la que el adulto racional recibe la súbita autorización para votar.

Lo que los psicólogos modernos, freudianos u otros, discuten de la imagen de la crisálida es la sugerencia de un momento de transformación en el cual el pasado queda –o debiera quedar- completamente atrás. La mayoría de los psicólogos evolutivos afirma que entre la infancia y la experiencia adulta hay un constante ir y venir. Es precisamente el trabajo de la memoria; más que recuperar simplemente hechos del pasado, lo que hace la memoria es ir y venir entre pasado y presente, reelaborar y reinterpretar. La “regresión” a un estado inmaduro consiste más en recuperar edades que uno ha vivido que en volver a ser niño; al adulto que conecta conscientemente con el niño que una vez fue, tiene una comprensión más profunda del presente. Por esta razón, la regresión a la infancia tiene un significado mucho más rico y más positivo para Freud que para Locke; la regresión forma parte de la psicodinámica del razonamiento.
Por supuesto, a los políticos liberales no se los elige por sus opiniones sobre la regresión. Tal vez deseen auténticamente rescatar a la gente de una dependencia humillante, así como ahorrar dinero al gobierno. Pero el emparejamiento de vergüenza y dependencia es específico de una cultura, y vale la pena no perder de vista hasta qué extremo lo es. ... En la cultura japonesa, por ejemplo, la gente se abandona a otros adultos, a la espera de que la cuide como por derecho. ...
Así, pues, la convicción liberal demuestra no ser una verdad universal. Pero en nuestra cultura, los psicólogos han separado dependencia y vergüenza mediante otra distinción, la que existe entre vergüenza y culpa.

123 El complejo de inferioridad, de origen externo o interno, de producción objetiva o subjetiva, implica una comparación denigrante de tal manera que sea uno lo que sea y tenga lo que tenga, siempre parecerá insuficiente.

124 La investigación psicológica propone un segundo aspecto igualmente importante de la vergüenza, que distingue entre este sentimiento y la experiencia de dependencia. Se refiere al “rubor” o a la “desnudez de la vergüenza”, metáforas que encierran una experiencia subjetiva particular. Una vez más, Freud es el punto de partida, pero el final de la historia. Freud une explícitamente la vergüenza al cuerpo desnudo: tanto en los hombres como en las mujeres, la vergüenza (scham) designa la zona genital

Después de Freud, el componente sexual perdió relevancia, y en cambio ganaron importancia las condiciones sociales de la exposición. Erikson, por ejemplo, propone que la vergüenza se produce cuando se hace a alguien “visible y –éste- aún no está preparado para serlo”,

125 La “desnudez de la vergüenza” se refiere, pues, a la pérdida del control sobre lo que se desvela ... En el conjunto de viviendas de Cabrini (Chicago) la invasión de asistentes sociales dejó a la vista pública la conducta de sus hijos antes de estar ellos preparados para exponerla.
Por tanto, el juicio “necesito ayuda” recae en otra categoría; no hay en él nada intrínsecamente vergonzoso mientras la persona que lo pronuncia pueda administrarlo.

125 - 126 El liberalismo lockeano hace hincapié en la transparencia de las relaciones políticas por temor a que los poderes secretos del Estado se hurten al análisis de los ciudadanos. Las ideas de Locke son una fuente importante, por ejemplo, para las modernas exigencias de libertad de información. Pero su legado tiene un aspecto más paradójico en el deseo de que las relaciones sociales sean tan transparentes como las políticas. Al querer saber quiénes son “realmente” las personas, se corre el riesgo de avergonzarlas. No se les deja espacio donde ocultarse.
Una de las consecuencias culturales de esta tradición es que la gente se sienta humillada si tiene que pedir ayuda o exponer su debilidad.

127 - 128 Autonomía. Psicólogo Winnicott.
En general concebimos la “autonomía” como la capacidad de separarse de los otros. Winnicott describe la autonomía como una fuerza del carácter que se basa en las percepciones de los demás; esto quiere decir que se trata de una diferencia que, antes que aislar, establece una relación entre personas, pues el niño que desarrollo autonomía puede ver y comprometerse fuera de sí mismo.

129 Concebida de esta manera, la autonomía es una poderosa vía de acceso a la igualdad. Más que como igualdad de entendimiento, que es una igualdad transparente, la autonomía significa aceptar en el otro la que no entendemos, que es una igualdad opaca. Al hacerlo, tratamos el hecho de su autonomía como igual a la nuestra. Pero para evitar el dominio del virtuoso, la concesión debe ser mutua.

Es bastante sorprendente que Locke acepte esto. La gente tiene que comprender racionalmente y prestar consentimiento a las leyes a las que obedece; en ese sentido Locke quiere que el poder sea totalmente transparente. Pero una vez dado el consentimiento, las cosas cambian.

130 La ausencia de mutua comprensión invita al abuso de poder. Sin embargo, si el ciudadano no otorga autonomía al gobernante, el Estado, como la familia, se hunde.

132 La dependencia se ha mostrado como una moneda de dos caras: una, privada; la otra, pública; de un lado, la necesidad de los otros se presenta dignificada; del otro lado, vergonzosa. Al liberalismo, la dignidad de la dependencia nunca le pareció un proyecto político valioso.

134 LA COMPASIÓN QUE HIERE
La monja y la socialista.
- “La benevolencia es hermana gemela del orgullo”

136 Addams (asistente social, y creadora de una “colonia” de viviendas en Chicago) sabía que lo primero que debía hacer era evitar que los actos de compasión se pusiera al servicio moral del actor.
El papel de los asistentes sociales en estos esfuerzos era el de consejeros prácticos. En ningún caso aspiraban a prevalecer sobre las decisiones democráticas de los resistentes.

137 Una membrana tan porosa entre el cuidado y el control se disuelve al mínimo contacto
Por esas razones, en las colonias que creó, Addams insistió en que el trabajador social debía permanecer fuera del escenario y no adelantarse al primer plano, actuar más al modo de un moderno consultor de empresas.

140 Tal vez la monja (Cabrini) y la socialista nunca pudieron entenderse. A la madre Cabrini, la frialdad de Addams le parecía tan sólo una suerte de arrogancia de clase media, así como su colonia le parecía un instrumento de subversión socialista. A Addams, inmersa en el crudo capitalismo del Chicago industrial, los elementos católicos de compasión –piedad, humildad y pecado- le parecían casi obscenos: sólo llevarían a más resignación y más pasividad del mismo estilo que la pasividad que afligía a los campesinos italianos en su país de origen.

141 En Chicago, la relación problemática entre la compasión y la solidaridad precedió históricamente a las tensiones en el seno de los movimientos por los derechos civiles y suministró un marco a las perturbadas relaciones entre blancos y negros.

Debido a la experiencia de que es más fácil cuidar de los otros en las organizaciones jerárquicas que en las democráticas, los conservadores son proclives a sostener que cuando ese cuidado adopta formas jerárquicas es superior en contenido, porque las reglas, los deberes y la conducta de todos son más claros. Esto equivale a decir que lo mejor es lo más fácil. Las modalidades más informales de cuidado de los demás son en verdad una lucha, precisamente porque en la sociedad moderna la igualdad misma ha demostrado ser una fuerza desorganizadora. A partir de la Revolución Francesa, los dogmas igualitaristas de solidaridad demostraron ser una de las principales piedras de toque de la represión social. ... Los que trataron de traducir en actos de compasión una ideología de la igualdad han experimentado el máximo desafío de los peligros políticos de la igualdad; se han visto forzados a afrontar el daño que podrían inferir a personas económica o socialmente no iguales a ellos.

142 - Prodigalidad y “caritas”
Dar a los otros puede ser una manera de manipularlos o puede servir a la necesidad más personal de afirmar algo en nosotros mismos. En la historia de la caridad occidental, el dar como forma de manipulación cae en la categoría de prodigalidad; la forma más personal y reflexiva de dar entra en la categoría cristiana de caritas.

144 Caritas significa hacerse buena persona mediante la donación: el acto de dar contrarresta la disposición al pecado. No importa el valor de lo que se da e incluso, según ciertas versiones, tampoco importa que sea bueno para los otros. Este estado de ensimismamiento suele ser desconcertante para los que no son cristianos.

Entre los no cristianos modernos desconcertados por la caritas se destacó la filósofa política Hannah Arendt. Arendt escribió por primera vez sobre la caridad en 1929, en un ensayo de juventud sobre San Agustín. Difícilmente se lo podría clasificar como trabajo de neutralidad académica. Como Jane Damas, Arendt pensaba que la ética cristiana era un obstáculo en el camino de la reforma social. Hay un estrecho paralelismo entre ambas mujeres. Arendt también fue asistente social durante varios años, empleada por organizaciones sionistas para tratar los problemas de los refugiados que huían del régimen de Hitler en los años treinta. Addams criticó la jerarquía social inherente a la caridad católica; a Arendt le preocupaban los principios básicos del propio cristianismo. Ella abordaba el trabajo social con reservas mentales que se debían en parte a la idea que se había hecho de San Agustín.

Para San Agustín, el amor por el prójimo era algo muy distinto al hecho de albergar cálidos sentimientos por un prójimo en particular... El prójimo es alguien a quien sólo debemos ver en relación con Dios, no como una persona particular ... Para Arendt, “El cristiano puede amar a todo el mundo porque cada persona es sólo una ocasión (...) son meras ocasiones de amor. No es realmente al prójimo a quien se ama en este amor al prójimo, sino al amor mismo” La frase elocuente es aquí que los otros resultan “meras ocasiones”. La caritas implica más el conocimiento del amor que el del prójimo

Hay que decir que en la exposición de Arendt brilla por su ausencia la modestia, tan importante para la ética cristiana.

146 Es clara la dirección práctica que adopta Arendt: ningún Estado del bienestar moderno debería operar sobre la base de principios cristianos de este tipo. La finalidad de la protección social es hacer el bien al receptor; los sentimientos del donante debieran quedar fuera de cuestión. Es una razón por la que Arendt habló con tanta amargura de su antigua profesión; pensaba que los asistentes sociales eran una tribu obsesionada por su terapia personal e incapaces, dejando de lado esa autoimplicación, de responder a la pregunta: “¿Por qué me ayudas?” El mejor sistema de protección social, imaginaba Arendt, sería una transacción contable que no implicara relaciones subjetivas.

146 - 147 Cuidar de los demás al margen de la compasión. – Renta básica -
Hoy, la posición de Arendt ha sido adoptada por un vigoroso y variado conjunto de reformadores del sistema del bienestar que suscriben diversas versiones de la “política de renta básica”. Todos responden a la creencia de que el Estado debe dar a la gente el dinero que necesita para vivir y luego dejarla que haga de su vida lo que le parezca adecuado.

Van Pariij, reformador holandés del sistema de protección social, y Claus Offe, sociólogo alemán, sostienen que el Estado debería proveer a todos los ciudadanos de un ingreso suficiente como para que puedan comprar educación y atención médica si así lo desean; el ingreso básico continúa durante toda la vida de una persona, con lo que sustituye a las pensiones del Estado. En la versión más radical de todas, cada persona recibe una subvención básica, a modo de ingreso, lo necesite o no; desparece “la comprobación de medios económicos”.

A diferencia de la reforma liberal del bienestar social, estas propuestas prevén una gran dependencia del Estado en materia de asistencia financiera Pero de la misma manera que la reforma liberal del sistema del bienestar, imaginan poner con ello fin a toda asistencia emocional al minimizar los aspectos subjetivos de la dependencia en el sistema de asistencia social, pues la “asistencia” deja de ser una interacción humana cara a cara. El don deja de ser un regalo personal
¿Qué significado social tendría que la compasión quedara al margen de las prestaciones? Las propuestas estas no prevén la igualdad absoluta, sino la eliminación de la necesidad material.. Creen que esta garantía haría a todas las personas más iguales desde el punto de vista social, y de esa manera fortalecería la posibilidad de auténtico respeto mutuo. Las analogías del mundo real que más se aproximan a estas propuestas son las sociedades escandinavas de mediados del siglo XX, cuando sus respectivos Estados del bienestar estaban intactos.

... ------ Quisiera creer en ellas, pero mi experiencia de la lesión de la mano no me lo permite. En la época en que sufrí la intervención quirúrgica, mi deseo era que algún ser humano asumiera la responsabilidad... Y cuando la operación salió mal, deseaba que al médico le importara....
148 La prestación impersonal de cuidados es una visión muy pesimista de la condición humana; supone la probabilidad de que, en la prestación personal de servicios de atención, unas personas hagan daño a otras, de tal manera que es preciso eliminar los elementos humanos de juicio y de respuesta a la necesidad.

149 La crítica de Arendt es ciega a la presencia de María en el pensamiento de Agustín. En la Edad Media, los cultos marianos estimularon los cuidados durante las pestes cuando el interés egoísta sólo habría dictado alejarse de los demás. Las pestes eran fenómenos principalmente urbanos y la gente, incluso en aquella era precientífica, sabía que, para ponerse a salvo, debía huir de las ciudades; los cultos marianos se celebraban en las calles, atendiendo a los enfermos, retirando los cadáveres, esparciendo manojos de supuestas hierbas saludables en el exterior de los edificios, actos de compasión con los que sólo conseguían aumentar el tributo que se cobraba la muerte.
150 Los movimientos populares de la Edad Media fundados en la “imitación de Cristo” tomaron forma sobre la base del dolor de María, y suponían que la gente ordinaria podía empatizar con los sufrimientos físicos de Cristo, con lo que los individuos se acercarían a Él y, por extensión, unos a otros. El resultado es que el cristianismo llegó a “tener todas las apariencias de ser una religión del pueblo” que daba cohesión a la comunidad.

152 - Fatiga de la compasión
La “fatiga de la compasión” representa el agotamiento de nuestras simpatías ante realidades persistentemente dolorosas ... Como el fuego, la compasión se extingue.
La fatiga de la compasión es citada también a menudo por los críticos del Estado terapéutico del bienestar como motivo para buscar ordenamientos más impersonales.
Con el paso del tiempo, los voluntarios terminan extenuados por tanta tensión, por el exceso de demandas a sus emociones.

155 Sociológicamente, los regímenes jerárquicos protegen de este peligro a la expresión de la compasión mediante la eliminación del elemento de libre descubrimiento e interpretación. Sólo cuando las reglas, las órdenes y las obligaciones son reprimidas en nombre de la libertad, la compasión corre el riesgo de volverse inmanejable. Por esta razón los programas de socorro a las víctimas en situaciones de desastre que se basan en el voluntariado suelen atascarse una vez pasado el primer impulso a ayudar; los trabajadores que han de llevar alivio se ven abrumados por sus propias reacciones. ...

La prodigalidad complica cualquier respuesta, porque demuestra el poder manipulador del regalo. Incluso el don entregado sin contraprestación puede herir el respeto por sí misma de la persona que lo recibe, pues “la caridad hiere”; deja una carga pesada de gratitud en el receptor, quien puede no tener nada para devolver, salvo la sumisión. Cuando la compasión adopta la forma de piedad, también puede humillar al receptor. “La compasión puede venir a sustituir la justicia”, dice Arendt, pues la piedad “siempre significa desigualdad”. Éste es el argumento contra la prodigalidad.
... Por estas razones, hay estrategas de la reforma del sistema de ayuda social que trataron de imaginar las prestaciones sociales completamente divorciadas del sentimiento de compasión. No quieren que aquéllas sucumban cuando la compasión se agote. Es posible en verdad que hay algo no natural –apto sólo para santos- en la respuesta gratuita al dolor por encima de lo que la vida cotidiana obliga. Éste es el argumento contra la caritas.

159 Tercera parte. UNA DISCUSIÓN SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR
Los reformadores del Estado del bienestar tienen poco de sociólogos. Creen que el trabajo es mejor fuente de respeto por uno mismo que un cheque del gobierno; creen que, siempre que fuera posible, se debería sustituir las instituciones y los profesionales por comunidades y voluntarios. Lo que está detrás de estas aspiraciones sociales es la creencia de que el estado del bienestar debería funcionar de un modo parecido a una empresa con fines de lucro.

Este tipo de reforma es sociología ingenua. Su ingenuidad consiste en que no es posible borrar las complicaciones del talento, la dependencia y el cuidado de los demás mediante la privatización o el cuidado comunitario; además, la visión que los reformistas tienen de las instituciones sociales no es correcta. Actuar en función de este conocimiento defectuoso sólo exagera las desigualdades del respeto al separar del resto de la sociedad a los receptores de asistencia social.

170 - El respeto burocrático –
En su rigidez interna, la pirámide burocrática puede aplastar también la iniciativa y la inteligencia individuales, de lo que son famosas las embrutecedoras rutinas de Ford Motor Works. Sin embargo, no por ello la pirámide burocrática es una máquina sin alma; define un tipo particular de relaciones sociales.

172 Las jaulas de hierro de la burocracia, ya capitalistas, ya comunistas, no hubieran podido construirse simplemente como prisiones; tenían que ofrecer además algo atractivo a quienes estaban dentro: satisfizo una necesidad básica de organizar la historia de vida personal; el servicio a la institución podía obtener la consideración de los otros.

Hacia la década de 1950, los investigadores que estudiaban la apoteosis de la burocracia rígida descubrieron que los empleados se involucraban intensamente en el teatro e la vida de la corporación como actores y no como espectadores. Las instituciones podían hacer desgraciada a la gente, pero el hecho de que la jaula de hierro comprometiera a sus internos ayuda a explicar la aplicación de este modelo burocrático al Estado del bienestar. ...

Los creadores del Estado del bienestar nunca dudaron de que para reparar la máquina capitalista hacían falta instrumentos burocráticos generales.

173 El Estado del bienestar representa versiones muy diferentes del Estado. El sociólogo Gösta Esping-Anderson divide estos Estados en tres clases: el régimen liberal de protección social, que con cicatería reparte sus prestaciones a los individuos; el régimen socialdemócrata, que pone el acento en los derechos universales a la ayuda estatal; y los regímenes conservadores de protección social, que tratan de canalizar la ayuda estatal más a las familias y las entidades locales que a los individuos. El desarrollo del sistema de protección social norteamericano después de la Segunda Guerra Mundial representa el primer régimen; el sistema escandinavo, el segundo; el italiano, el tercero.

174 El paralelismo más profundo entre las pirámides del ejército, la empresa y la protección social estriba en la manera en que la gente se siente socialmente integrada. En el ejército y en la vida de la empresa, la estima en el seno de la jaula de hierro deriva del servicio a la institución.

177 - 178 En el Cabrini de mi generación, cuando la pirámide burocrática era firme, había regulaciones estrictas que gobernaban el uso que podía hacerse de los edificios y la conducta apropiada en las calles; un régimen de vigilancia llevaba a intervenir en las cuestiones de familia (...) Tanto en el barrio de viviendas sociales como en la corporación, la institución hace respetable la dependencia, pero no rinde honor a la autonomía dentro de esta relación. La posibilidad psicológica de combinar dependencia y autonomía que imaginaban Erikson y Winnicott no encuentra expresión organizativa en tales prácticas.

182 – 183 - 184 Los trabajadores sociales de colonias, como Jane Addams, sabían desde hacía tiempo que los pobres deben participar en las circunstancias de su necesidad. Pero la respuesta de Addams –la práctica de la reserva personal como invitación a los protegidos a involucrarse- no prestaba ningún servicio a Keynes y otros en su intento de crear instituciones estables, duraderas y generales.

El gran dilema burocrático que afrontaron los creadores socialdemócratas del Estado del bienestar fue el de dar autonomía en el marco de la dependencia.

- Los adolescentes sin techo son un caso extremo de individuos que se resisten a convertirse en espectadores de sus propias necesidades. Como individuos sin techo, necesitan una ayuda que no pueden procurarse por sí mismos. Como adolescentes, son rebeldes a la autoridad y los controles que imponen los adultos; lo mismo que todos los adolescentes, son desconfiados y cínicos en relación con la orientación que necesitan. Ya sea que se hubieran fugado de su casa, ya que su familia los rechazara o los abandonara, lo que necesitan para seguir viviendo es dar estructura a su vida. ¿Qué clase de institución podría permitirles participar en las condiciones de su propia dependencia? ¿Cómo pueden sentirse sostenidos y a la vez con autonomía?

- Es un enigma para mí difícil de resolver, pero a mi juicio hay un elemento importante que ha quedado fuera. La autonomía no es simplemente una acción; también requiere una relación en la que un aparte acepte que no puede comprender algo de la otra. La aceptación de que hay cosas del otro que uno no puede comprender da al mismo tiempo permanencia e igualdad en la relación. La autonomía supone conexión y a la vez alteridad, intimidad y anonimato.

- La historia de la burocracia de la asistencia social es una historia de la que está excluido precisamente este elemento de autonomía. A los fundadores del Estado del bienestar les pareció que para proveer a los menesterosos se requería una institución que definiera qué necesitaban los destinatarios del servicio. Les habría parecido irracional proporcionar recursos sin enunciar claramente sus usos, pero el resultado fue que la burocracia no aprendió a admitir la autonomía de aquellos a los que servía.

- También en las cuestiones relativas al sistema del bienestar la pirámide burocrática había empezada como “búsqueda de orden” en la sociedad capitalista

- Y lo mismo que en economía, también en las cuestiones relativas al sistema del bienestar las instituciones de orden tenían poder para penetrar muy dentro de las personas dependientes, para influir en su lealtad, en sus historias de vida y, sobre todo, en su sentido de dignidad personal (...) Cometieron el grave y flagrante error de negar que los beneficiarios tuvieran competencia para participar en los términos de su propia dependencia.

185 - La asistencia social liberada –
El marco burocrático que originariamente se instaló para alentar las “carreras abiertas al talento” fue perdiendo iniciativa a medida que incluía más y más gente.

186 Hace una generación, gran cantidad de personas salió, o fue expulsada, de la jaula de hierro del sistema de protección social. Las instituciones que reemplazaron la burocracia rígida planteaban menos exigencias sociales a quienes trabajaban en ellas; estas mismas instituciones más ligeras transformaron las prestaciones. Tanto los que salieron como los expulsados, fueran cuales fuesen sus libertades, tenían la sensación de haber perdido algo en ese mundo transformado; habían perdido una manera de estructurar el respeto mutuo.

186 - El disco como sustituto de la pirámide. La globalización y el “tiempo real global”.
Último tercio del siglo XX. Un cambio en el poder: los accionistas empezaron a exigir la rentabilidad a corto plazo de las inversiones, desafiando a los burócratas de la gestión, quienes se conformaban con ir tirando, como lo habían hecho hasta entonces.

187 ¿Qué clase de organización podía satisfacer estas exigencias?
A partir de los años setenta, los productores japoneses de automóviles desafiaron la lógica militar del fordismo; rediseñaron el proceso productivo de modo que equipos de obreros se desplazaban de una tarea a otra, de un producto a otro, a medida que la demanda fluctuaba y el objetivo cambiaba. Los nuevos directivos de Subaru insistieron en que los trabajadores no tenían lugar fijo en sus plantas ... Efectuaban en el plazo exacto la entrega de los componentes con el fin de mantener bajo el nivel de existencias ... El fabricante moderno utiliza el “diseño de plataforma”, de modo que la misma máquina básica puede personalizarse fácil y rápidamente en muchas versiones diferentes de un coche ...

Dos principios institucionales subyacen a estos cambios: la organización es más plana que la pirámide burocrática en su forma y más corta en su horizonte temporal.
“Aplanar” significa eliminar las capas intermedias de burocracia en una organización piramidal En IBM en 1965 había 23 eslabones; en el 2000 sólo quedaban oficialmente 7 grados.... El adelgazamiento tiene también la finalidad de contener la expansión en la base. Dos maneras de lograrlo son la externalización y la subcontratación. En la externalización no hay nada nuevo, pues ya se practicaba en el mejor momento de Ford Motor Works. Lo que cambia es la escala de esta práctica, que ahora es toda una red de subcontratistas y subsubcontratistas diseminados en todo el mundo.

188 “Acortar” significa sustituir las funciones fijas de una organización por tareas más temporales ... El nuevo estillo de trabajo hace hincapié en los equipos que se unen para realizar tareas y luego se separan, con el fin de formar nuevos grupos. Sin embargo, para que una empresa flexible responda rápidamente a nuevas oportunidades del mercado exterior, estos equipos pueden tener que competir entre sí, tratando de alcanzar eficaz y rápidamente las metas fijadas por la dirección. ... El resultado es un cambio de significado de la eficiencia: hay una deliberada duplicación del esfuerzo con el fin de estimular la innovación.

“Acortar” se refiere también a la rentabilidad a corto plazo en el mercado con preferencia al beneficio a largo plazo. En 1965,. Las acciones estuvieron en poder de inversores institucionales un promedio de 46 meses; en 2000, sólo 8 meses. En consecuencia, la evolución del valor trimestral de las acciones se ha vuelto mucho más importante que en la generación anterior. Los directivos que pueden incrementar los resultados trimestrales tienen éxito: los que apuntan al largo plazo tienen que defenderse.

La globalización ha tenido como consecuencia que los accionistas de todo el mundo, muy alejados de los puestos de dirección, puedan emitir juicios sobre la organización (control sobre los burócratas)

189 Cuando las empresas empezaron a rebelarse contra la arquitectura de la pirámide dieron con la imagen de la “red” para describir esta nueva construcción plana y corta, forma organizativa suelta y fácil de recombinar. Además ciertos gurús de la gestión empresarial sostuvieron que la organización en red es más democrática que militarista, precisamente porque la red tiene menos eslabones en su cadena de mando. Pero esta afirmación es un tanto engañosa; la imagen de “red” no deja ver cómo opera en realidad el poder en esas organizaciones cortas y planas. Lo cierto es que los dos tipos de arquitectura empresarial tienden a diferentes tipos de desigualdad: ... pone a la élite de la empresa a gran distancia del conjunto que queda por debajo (“el ganador arrambla con todo”... Esta creciente desigualdad no es sólo producto de la codicia de los directivos. Esta desigualdad funcional deriva del hecho de que las organizaciones laborales modernas funcionan en cierto modo como el interior de un lector de discos láser. (se puede explorar varias versiones de una canción en un disco y seleccionar la que quiere hacer oír o el orden de los materiales)

De la misma manera, una burocracia plana y corta contiene una unidad central de procesamiento. Un puñado de directivos puede dirigir tomando decisiones, etc... ; los elementos del disco pueden ser rápidamente reordenados y reprogramados; la revolución de la información ha permitido a la unidad central de procesamiento realizar lecturas instantáneas de la organización en su totalidad
190 De esta manera, la flexibilidad permite un particular ejercicio de desigualdad. Como en las corporaciones piramidales, la dirección puede tomar decisiones rápidas en cuestiones de inversiones o de estrategias sin necesidad de someterlas a votación de las bases de la organización. Pero, a diferencia de la pirámide, la ejecución de estas decisiones puede ser a la vez más rápida y más precisa. En una pirámide, las órdenes tienden a modular el contenido a medida que descienden por la cadena de mando, alterándose un poco en cada eslabón. A la inversa, cuando la cima depende de gruesas capas de la burocracia que tiene debajo, la información cambia a medida que asciende; a menudo las malas noticias no llegan al nivel máximo.

Si se eliminan eslabones de la cadena de mando, esta modulación interpretativa se reduce. En cambio, es posible incrementar la vigilancia y los poderes de mando... La tecnología moderna, gracias a la informatización, el liderazgo del nivel máximo puede medir cada día, incluso cada hora, la eficiencia del personal y el comportamiento de los mercados.

En lugar de desigualdades detalladamente graduadas, la organización flexible permite una distinción más tajante entre élite y masa. Dado que su poder efectivo de mando está en el nivel más alto, la organización flexible puede funcionar como “institución total” mejor que la pirámide burocrática tradicional.

Durante el boom de las últimas décadas del siglo XX, a la hora de aprovechar oportunidades, las organizaciones planas y cortas demostraron ser más eficientes que las comunidades en las que las personas dedicaban más atención a las otras personas que al trabajo
191 La pirámide burocrática de antiguo estilo sigue funcionando bien para otros tipos de empresas, las que tienen fuentes de demandas muy estables o las que aspiran a beneficios a largo plazo. La pirámide tiene también fuerte implantación en las firmas de propiedad familiar, o en aquellas que no cotizan en bolsa.

Cuando el boom de los años noventa tocó a su fin, el experimento con organizaciones planas y cortas parecía en peligro. Las empresas con problemas necesitaban relaciones estables con sus proveedores, inversores pacientes y empleados dedicados y comprometidos a sostener los negocios en tiempos difíciles; el estallido de la burbuja especulativa de internet produjo escepticismo en relación con las instituciones de la “nueva economía”. Pero las instituciones planas y cortas se han atrincherado; ningún negocio global se puede hacer sin contar con ellas, ni se creará ninguna empresa nueva sobre el principio del empleo de por vida. Lo más preocupante es que la empresa flexible se ha convertido en modelo para el sistema de protección social.

191 - La protección social a modo de disco –
Se ha producido un “vaciamiento” de sus administraciones mediante la reducción de las capas burocráticas y de la cantidad de trabajadores y supervisores del sistema. El “vaciamiento” de las filas de médicos, maestros o asistentes sociales no reducirá, por supuesto, la cantidad de enfermos, de estudiantes o de pobres. De modo que la reforma de la burocracia del sistema del bienestar ha pedido también a los consumidores del sistema que reflexionen acerca de las prestaciones que habrán de recibir: más breves y de contenido más laxo.

192 Mientras que el objetivo final de los mercados comerciales es el precio, en educación o en salud el mero coste no es medida de calidad. Pero hay una dificultad más. Para los pobres o pera las personas de escasa educación es particularmente difícil “escoger” escuela, porque no tienen la experiencia personal de un modo al que referir lo que quieren para sus hijos. Parecida dificultad afecta a todos los pacientes a la hora de escoger médicos u hospitales. Los consumidores de asistencia social necesitan un consejo desinteresado; pero, en un mercado, ningún vendedor es desinteresado.

En la reforma del sistema de protección social, el “acortamiento” es la operación por la que un Estado reduce sus responsabilidades mediante la limitación de las garantías fijas o permanentes y las sustituye por actos de ayuda más temporales.

193 El sistema corto de protección social que disminuye la responsabilidad del gobierno devuelve al individuo la gestión de su destino.

Lo mismo que en las corporaciones planas y cortas, el resultado es la creación de desigualdades (la división que la reforma produce entre los dependientes pasivos y los consumidores más independientes del sistema de protección social)

Existe entre los reformadores una tendencia a ofrecer peor calidad de servicio a los dependientes pasivos que a los que toman decisiones por sí mismos ... Este resultado tiene cierta semejanza con los mercados del sector privado en los que el ganador arrambla con todo.

Por último, lo mismo que en la burocracia laboral, también en el sistema de protección social la estructura plana y corta puede concentrar poder. ... En los presuntos sistemas de protección social “transferidos”, el gobierno central determina cuánto pueden gastar las administraciones locales, no cuánto necesita cada ciudadano. El vaciamiento de la burocracia del sistema de protección social, lo mismo que en la empresa, reduce la comunicación interpretativa entre capas, característica de la pirámide burocrática. La “necesidad”, lejos de ser una relación humana negociable, se convierte en una abstracción, un número, un dato evaluado instantáneamente desde arriba.

195 El problema social más grave al que se enfrenta la mayoría de los nuevos trabajadores reside en las organizaciones en las que ingresan, organizaciones cuyas formas de trabajo, tanto para las clases medias como para los pobres, no implican demasiada cohesión.

En las pirámides, se suponía que la gente que servía con lealtad a la institución debía ser compensada por su lealtad

Se espera que la gente trate el trabajo como una actividad episódica, una serie de tareas que realizar mientras se pasa de un sitio a otro.
Las formas de trabajo planas y cortas tienden a producir débiles vínculos de fraternidad entre los trabajadores

196 Además, el mundo del trabajo flexible tiende a alimentar la pasividad en sus escalones inferiores ... La gente no tiene reivindicaciones viables ... Se tiende a mantener la cabeza baja con tal de sobrevivir (“indiferencia emocional como estrategia de supervivencia”)
Estas deficiencias de las organizaciones planas y cortas se aplican en particular a los trabajadores nuevos y necesitados de los niveles más bajos. Sin intervención exterior, los trabajadores nuevos tienen dificultades para constituir redes de apoyo en sus lugares de trabajo; el clima de indiferencia, desconfianza institucional y pasividad no favorecen el aprendizaje en el trabajo. Sus problemas se ven agudizados porque los contratados en último término y en los niveles más bajos son los primeros en ser despedidos. Sin una costosa asistencia al empleo, estos primeros trabajos pueden resultar particularmente desmoralizadores para los trabajadores que antes habían dependido de la ayuda social.

197 Raramente el estrés laboral crea un auténtico vínculo social; tampoco lo crean la afabilidad, la cooperatividad aparente ni el control de la agresividad bruta que se cultivan bajo la denominación de “habilidades sociales” en el trabajo.
¿La comunidad servirá como compensación al trabajo?
¿Qué clase de remedio es éste?

199 - El remedio de la comunidad –
En la calle, apostar por una ayuda que evite la burocracia formal equivale a ayudar poco. La atención en serio trasciende el marco temporal de la flexibilidad.
En el judaísmo y en el islam tradicionales, la ayuda social en la comunidad exigía a los individuos el cumplimiento de obligaciones respecto de los demás en obediencia a la ley divina. El catolicismo también concebía la compasión como deber.

Sin embargo, el protestantismo puso el acento en el carácter espontáneo y voluntario de la ayuda a los demás. Lutero escribió que la caridad no puede ordenarse; para Calvino, la compasión era un “don gratuito del yo”

203 Mientras que tanto en Estados Unidos como en Europa, aumentan las donaciones brutas al sector sin fines de lucro, disminuyen las aportaciones por individuos; la minoría rica es la que hace crecer los fondos. A finales del gran boom económico de los años noventa, los norteamericanos donaban menos por cabeza que en 1940, al final de la Gran Depresión.

205 La comunidad es vigorosa cuando la interacción no es necesaria, y débil cuando la donaciones personalizada.

206 El voluntariado es un pobre remedio para unir extraños o para gestionar situaciones sociales complejas. Falta lo que podría denominarse una arquitectura de la simpatía, esto es, un movimiento progresivo que ascienda de la identificación con los individuos que uno conoce a los individuos que uno no conoce. También falta el prerrequisito de la autonomía: la voluntad de permanecer extraños unos a otro en una relación social.

208 Las tasas de relevo en los empleos de trabajo social en Estados Unidos se han incrementado en la última generación. Las prácticas cada vez más planas y cortas del cuidado sanitario están expulsando de los servicios públicos de salud a los médicos de ambos países. (G. Bretaña)
No cabe duda de que a los trabajadores del servicio público les importa el servicio a los otros, pero el aspecto artesanal de la utilidad ayuda a la gente a perseverar en unas condiciones en que tan a menudo se pone su honor en tela de juicio. El trabajo mismo proporciona claves objetivas para sentirse uno mismo valioso. El hecho de centrarse en el carácter artesanal del trabajo útil marca la diferencia entre este tipo de cuidado y la compasión. No mueve a la piedad por los que sufren necesidades. Las dimensiones artesanales del trabajo útil sirven para precaverse del error de creer que hacer el bien entraña autosacrificio.

209 Las burocracias piramidales podían asignar a todos los individuos un lugar y una función apropiada, verlos como seres humanos totales, pero al precio de negarles participación.
Las innovaciones institucionales de nuestro tiempo encarnadas en la burocracia a modo de disco no dan a los individuos una posición estable ni los ven como seres integrales.

214 Cuarta parte. CARÁCTER Y ESTRUCTURA SOCIAL.
- carácter: como ese aspecto del yo capaz de conmover a los otros.

218 Los rituales de la vida social son actos igualmente complicados de entretejido de personas, con la gran diferencia de que el “texto social” no es una partitura musical escrita, sino que emerge por ensayo y error y luego se graba en la memoria en forma de tradición.

219 Los rituales de igualdad y fraternidad de las primeras fases de la Revolución francesa trataron simplemente de sustituir la desigualdad por la igualdad como su legítimo tema. ... Pero estos rituales de igualdad languidecieron pronto. Sus convenciones no eran convincentes
Precisamente deshaciendo el poder del ritual, su hechizo unificador, fue como la sociedad moderna intentó desarraigar la influencia de la desigualdad sobre la manera en que los individuos se sienten a sí mismos: tratar la desigualdad como un hecho en bruto, no como una representación. ... La sociedad paga un precio cuando trata de hacer tal cosa; debilita el sentido mismo de honor social.

222 - La interpretación de la desigualdad. La vía socialista.
- Mauss: El principio del intercambio asimétrico.
Sobrino de Émile Durkheim.
Lo que Mauss persigue es mostrar qué sucede en un intercambio capitalista ordinario: yo te vendo caviar y tú me pagas en dinero, guantes o espinos de erizo de valor equivalente. Si ambos lados se equilibran, el mercado cuadra. Pero este intercambio, dice Mauss, no crea vínculo emocional..
Cuando empezó a desarrollar el principio del intercambio asimétrico, Mauss tenía en vista un objetivo amplio: lo “social” del socialismo. En sus últimos años de vida trató de dar sentido antropológico a la frase de Marx: “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. Creía que los trobriandeses presentaban un ejemplo de ritual de desigualdad radicalmente diferente del que mantenía la cohesión del A cien Régime. En las islas Trobriand, los recursos de la población eran desiguales; más aún, sus intercambios eran asimétricos. Al dar, se creaba un desequilibrio entre los individuos y los grupos. Mauss sostenía que precisamente el desequilibrio era lo que creaba un vínculo expresivo entre ellos, y que en esa asimetría hay una lección para el socialismo.

223 Sus escritos sobre este tema son más bien exploraciones que ideas acabadas. Pero llegó bastante lejos como para comprender que tal vez hubiera descubierto un principio básico acerca de la conducta adecuada a un Estado del bienestar (libro “El don”, 1950)... Mauss dice que el Estado del bienestar debe al individuo algo más que una simple devolución monetaria sobre la base de las contribuciones. ¿Por qué?

Una vida entera de duro trabajo no tiene equivalente monetario; en consecuencia, un sistema de protección social no debería basarse en el dinero con el que la gente ha contribuido al mismo. Los trabajadores deben contribuir a sus pensiones, pero no sufrir recortes cuando las contribuciones tocan a su fin. La asimetría entre el trabajo y las prestaciones sociales es el fundamento de la rama maussiana del socialismo.

Mauss observó que muchas sociedades tradicionales practicaban el sistema asimétrico de ayuda social; discutió que la sociedad moderna fuera demasiado pobre para permitírselo... Y, sin embargo, Mauss creía que aquellos que se benefician deben devolver algo, aun cuando no devuelvan, ni puedan, en términos de equivalencia. Tienen que hacerlo para lograr respeto a los ojos de los demás y ante sí mismos.

224 Si no pedimos nada a cambio, no reconocemos la relación mutua entre nosotros y la persona a la que ofrecemos nuestro don.... En términos sencillos, la reciprocidad es el fundamento del respeto mutuo.

El o la donante devuelven algo a la sociedad. El trabajador del servicio público que realiza un trabajo útil hará mentalmente la misma operación. Aunque un contable nunca sea capaz de calcular qué “debe” a la sociedad un donante de sangre, el donante inventará la deuda y hará la donación.
Todos los símbolos adquieren poder emocional precisamente porque no podemos traducirlos en valores equivalentes.

En la vida cotidiana estamos constantemente dando y recibiendo significados que somos incapaces de medir.

Lo que deseaba Mauss en la práctica era que, al devolver prestaciones a los individuos, el Estado del bienestar pasara por encima de diferencias de clase y de riqueza. Mauss deseaba romper el ethos capitalista de devolver a cada uno exactamente lo que “merece”

225 Cuando el ritual une a las personas lo hace permitiéndoles “mutar” un hecho material en gesto expresivo compartible y, además, sostenido. Un intercambio económico es una transacción breve; las nuevas formas institucionales de capitalismo son sobre todo a corto plazo. Por el contrario, un intercambio ritual, en particular de tipo asimétrico, crea una relación más prolongada; los actos recíprocos del habla se convierten en hilos que se entretejen formando una trama.

226 En el mundo de las transacciones, en el capitalismo verdaderamente flexible, lo que domina son los finales rápidos y tajantes. (...) ¿Por qué el capitalismo moderno no los produce?: insistencia del capitalismo en la simetría del intercambio.

 

 

 

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