RICHARD SENNETT
Las consecuencias
personales del trabajo en el nuevo capitalismo.
Nota del compilador:
La paraula moral (moralis, en llatí) deriva de la paraula mos.,
que significa “costum” en aquesta mateixa llengua. En cada poble, com en
cada individu, existiesen multitud de costums (mores) que regulen la
vida quotidiana. Per exemple, el deure de respectar els grans, la
prohibició d’apropiar-se del que pertany als altres o l’obligació de
complir les promeses. El conjunt d’aquestes “mores”, costums,
constitueix la moral d’un poble o d’un subjecte.
Podríem definir el terme moral com el codi de normes que regulen l’acció
individual i col•lectiva que es considera correcta.
És en l’actuar concret on es manifesta el caràcter moral de l’ésser
humà. Cada acció concreta pot ser valorada com a moral o immoral segons
si compleix o incompleix les normes. Tanmateix, en parlar de moral ens
referim a una cosa que va més enllà de les accions aïllades i concretes
que pot dur a terme un subjecte determinat. Quan parlem de moralitat o
immoralitat ens referim, sobretot, als hàbits i al caràcter d’un
subjecte moral.-
Els hàbits (o costums) són certes tendències a actuar d’un manera
determinada davant de situacions similars
- El conjunt d’hàbits
d’una persona constitueix el seu caràcter o manera de ser, és a dir, els
trets que el distingeixen dels altres i que és possible d’observar en
les seves accions concretes.
Encara que naixem amb unes predisposicions concretes, el nostre caràcter
es forma per la repetició d’accions similars: el qui s’acostuma a “no
deixar per a demà el pot fer avui” acaba adquirint un caràcter diligent.
Per això, el caràcter no es pot considerar una cosa que ens vingui
definitivament donada, sinó quelcom que anem construint lentament però
de forma constant al llarg de la vida.
Un cop que el caràcter està format, influeix i condiciona fortament les
nostres accions concretes.
D’aquesta manera, a una persona respectuosa li serà més fàcil de
respectar les persones en les diverses situacions quotidianes que a qui
no ho és. I és que, com més assimilat està el caràcter, més difícil és
fer accions de signe contrari a les que estem acostumats. Per aquest
motiu, es pot dir que el caràcter és la base de la nostra naturalesa
moral, ja que un cop format condiciona les nostres acciones i, en
conseqüència, la seva correcció o incorrecció.
10 Prólogo
El “capitalismo
flexible” describe un sistema en el cual a los trabajadores se les pide
un comportamiento ágil; se les pide también –con muy poca antelación-
que estén abiertos al cambio, que asuman un riesgo tras otro, que
dependan cada vez menos de los reglamentos y procedimientos formales.
Poner el acento en la
flexibilidad cambia el significado mismo del trabajo.
El capitalismo flexible
ha bloqueado el camino recto de la carrera, desviando a los empleados,
repentinamente, de un tipo de trabajo a otro. En el inglés del siglo XIV,
la palabra job (trabajo, empleo) designaba un pedazo o fragmento de algo
que podía acarrearse. Hoy, la flexibilidad le devuelve ese sentido
desconocido, pues a lo largo de su vida la gente hace fragmentos de
trabajo.
Es totalmente natural que la flexibilidad cree ansiedad: la gente no
sabe qué le reportarán los riesgos asumidos ni qué caminos seguir.
El término flexibilidad
se usa para suavizar la opresión que ejerce el capitalismo. Al hacer
hincapié en el riesgo se afirma que la flexibilidad da a la gente más
libertad para moldear su vida. De hecho, más que abolir las reglas del
pasado, el nuevo orden implanta nuevos controles, pero éstos tampoco son
fáciles de comprender. El nuevo capitalismo es, con frecuencia, un
régimen de poder ilegible.
15 A la deriva
Comparación entre dos generaciones: Enrico (padre: toda su vida
limpiando lavabos y suelos de un edificio de oficinas del centro de
Boston. También portero) y Rico (hijo: universitario, ingeniero y
consultor).
Lo que más me sorprendió
de Enrico y su generación fue cuán lineal era el tiempo en su vida: año
tras año en empleos que raramente presentaban cambios en lo cotidiano;
en ese tiempo lineal, los logros eran acumulativos.
Medían su vida doméstica
por las diversas mejoras y añadidos que hacían en su casa. Además, la
época que vivían era predecible... Los sindicatos protegían sus puestos
de trabajo.
El tiempo es el único recurso del cual pueden disponer gratuitamente los
que viven en el escalón más bajo de la sociedad.
Enrico diseñó para sí
mismo un relato perfectamente claro en el que la experiencia se
acumulaba desde el punto de vista material y psíquico; su vida, por
tanto, tenía sentido en cuanto narración lineal.... El portero sentía
que se convertía en el autor de su vida, y, aunque ocupaba los últimos
peldaños de la escala social, ese relato le proporcionaba una sensación
de respeto por su propia persona
Se ganó el
reconocimiento de persona única entre aquellos que lo conocían lo
suficiente para comprender su historia; de sus nuevos vecinos, en cambio,
se ganó un tipo de respeto más anónimo haciendo lo que todo el mundo
hacía: mantener limpia la casa y bien cuidado el jardín y vivir sin
incidentes. La espesa textura de la experiencia particular de Enrico
residía en el hecho de que era reconocido de dos maneras según la
comunidad en que se moviera, dos identidades que eran el producto del
mismo y disciplinado manejo del tiempo.
Aunque Enrico sentía que
había alcanzado cierto honor social, no toleraba la idea de que su hijo
Rico repitiera su historia. El sueño americano de movilidad social
ascendente era un poderoso motor
16 Rico y otros jóvenes que ascendieron en la escala social a veces
sentían vergüenza de su procedencia... Estos niños privilegiados querían
embarcarse en un viajo menos forzado.
Rico había realizado el deseo de su padre en la ascensión en la escala
social, si bien en el fondo rechazó el camino de su padre. Rico se burla
de los “esclavos del tiempo” y demás personas prisioneras en la armadura
de la burocracia, y cree que hay que estar abierto al cambio y asumir
riesgos. Y ha prosperado; mientras los ingresos de Enrico se situaban en
la cola del escalafón, Rico ha ascendido hasta el 5% superior. Y, sin
embargo, no en una historia totalmente feliz para él.
17 Rico empezó como asesor tecnológico en una empresa de capital de
riesgo de la Costa Oeste, en los primeros y emocionantes días de la
industria informático en Silicon Valley; luego se trasladó a Chicago,
donde tampoco le fue mal. Sin embargo, la siguiente mudanza se hizo a
favor de la carrera de su mujer, Jeannette.
Mientras Jeannette era
ascendida, Rico se vio afectado por un recorte de plantilla, pues su
empresa fue absorbida por otra mayor con sus propios analistas. Y por
este motivo la pareja se mudó por cuarta vez y regresó al Oeste, para
instalarse en un barrio residencial de las afueras de Nueva York.
Jeannette dirige ahora un importante equipo de contables, y él ha
montado una pequeña consultoría.
A pesar de ser una
pareja próspera, la viva imagen de una pareja amoldable en la que ambos
se apoyan mutuamente, tanto el marido como la mujer temer a menudo estar
al borde de la pérdida del control de sus vidas, un miedo enraizado en
sus respectivas historias laborales.
18 La falta de control
de Jeannette es más sutil. El pequeño grupo de contables que ahora
dirige se divide entre aquellos que trabajan en casa, los que suelen
trabajar en el despacho y una falange de empleados administrativos de
bajo nivel, a mil o dos mil kilómetros de distancia y conectados con
ella por ordenador. En su actual empresa, unas reglas estrictas y la
vigilancia de los teléfonos y el correo electrónico disciplinan la
conducta de los que trabajan desde casa; para organizar el trabajo de
los empleados conectados por ordenador, Jeannette no puede hacer juicios
prácticos cara a cara y debe trabajar ajustándose a estrictas
directrices escritas. En este trabajo aparentemente flexible, no siente
que la burocracia sea menor; de hecho, sus propias decisiones cuentas
menos que en los días en que supervisaba a trabajadores que estaban
siempre juntos en la misma oficina.
Esta pareja, Rico y Jeannette, son la encarnación del sueño americano...
Sin embargo, Rico teme que las medidas que necesita tomar y la manera
como tiene que vivir para sobrevivir en la moderna economía hayan
lanzado a la deriva su vida interior y emocional.
Rico y Jeannertte se
habían hecho amigos de la mayoría de la gente con la que trabajaban, y
que con los cambios de los últimos doce años perdieron la mayoría de
esas amistades.
19 Rico busca en las comunicaciones electrónicas el sentido de comunidad
que Enrico disfrutaba más cuando iba a las asambleas del sindicato de
porteros, pero el hijo encuentra que las comunicaciones on line son
breves y precipitadas.
El aspecto fugaz de la
amistad y de la comunidad local constituyen el fondo de la más aguda de
las preocupaciones íntimas de Rico: su familia. “Llegamos a casa a las
siete, preparamos la cena, tratamos de que nos quede una hora para
ayudar a los niños con los deberes, y luego nos dedicamos a nuestro
papeleo”. Cuando las cosas se ponen duras en su consultoría durante
meses enteros, “casi ya no sé quienes son mis hijos”. Le preocupa
también la frecuente anarquía en la que se hunde su familia, y le
preocupa no ocuparse lo suficiente de sus hijos, cuyas necesidades no
pueden programarse para que se adapten a las exigencias de su trabajo.
20 De niño a Rico le
había irritado la autoridad de su padre... Ahora que él es padre, lo
obsesiona el miedo a perder la disciplina ética, en especial el temor a
que sus hijos se vuelvan unas “ratas de centro comercial” que anden
dando vueltas por las tardes sin nada que hacer por los aparcamientos de
las grandes superficies mientras los padres permanecen inaccesible en
sus despachos.
Pero su preocupación más honda es no poder ofrecer la sustancia de su
vida profesional como ejemplo para que sus hijos vean cómo han de
comportarse éticamente.
Los líderes de la
economía y los periodistas especializados hacen hincapié en el mercado
global y en el uso de las nuevas tecnologías, dos aspectos que ellos
consideran el sello distintivo del capitalismo de nuestro tiempo. Si
bien es bastante cierto, no contemplan otra dimensión del cambio: nuevas
maneras de organizar el tiempo, y en especial el tiempo de trabajo.
El signo más tangible de ese cambio podría ser el lema “nada a largo
plazo”.
Un ejecutivo de ATT señala que el lema “nada a largo plazo” está
alterando el significado mismo del trabajo.
21 Las empresas también
han subcontratado con pequeñas empresas e individuos empleados con
contratos a corto plazo muchas de las tareas que antes se hacían siempre
dentro.
El economista B. Harrison cree que la fuente de dicha avidez de cambio
es el “capital impaciente”, el deseo de un rendimiento rápido.
El mercado cree que el rendimiento rápido se genera mejor si se instaura
un rápido cambio institucional.
Hay que decir que el
orden “a largo plazo” que el nuevo régimen quiere destruir fue en sí
mismo efímero: las décadas de mediados del siglo XX. El capitalismo del
siglo XIX fue tambaleándose de desastre en desastre en los mercados
bursátiles, con una inversión empresarial irracional; los cambios
bruscos del ciclo comercial proporcionaban poca seguridad. En la
generación de Enrico, la generación posterior s la Segunda Guerra
Mundial, este desorden se controló hasta cierto punto en la mayoría de
las economías avanzadas; unos sindicatos fuertes, las garantías del
Estado del bienestar y las empresas a gran escala se combinaron para
producir una era de relativa estabilidad. Este período aproximado de
treinta años define el “pasado estable” ahora amenazado por un nuevo
régimen.
22 Las empresas han
intentado eliminar capas enteras de burocracia para convertirse en
organizaciones más horizontales y flexibles. En lugar de organizaciones
con estructura piramidal, la dirección de empresas prefiere ahora
concebir las organizaciones como redes. “Las estructuras de red se
pueden desmontar o redefinir más rápidamente que los activos fijos de
las jerarquías”. Esto significa que los ascensos y los despidos tienden
a no estar estipulados en normas claras y fijas, como tampoco están
rígidamente definidas las tareas: la red redefine constantemente su
estructura.
Lo que Rico trataba de explicarme, y quizá también de explicarse a sí
mismo, es que los cambios materiales incluidos en el lema “nada a largo
plazo” también se han vuelto disfuncionales para él, pero en cuanto
guías para el carácter, particularmente en relación con su vida
familiar.
Tomemos, por ejemplo, la cuestión del compromiso y la lealtad “Nada a
largo plazo” es el principio que corroe la confianza, la lealtad y el
compromiso mutuos.
Las experiencias más profundas en materia de confianza son más
informales... Estos vínculos sociales tardan en desarrollarse, y
lentamente echan raíces en las grietas de las instituciones.
23 La organización a
corto plazo de las instituciones modernas limita la posibilidad de que
madure la confianza informal.
En las empresas que están empezando, a todo el mundo se le pide horas
extras y un esfuerzo intensivo; cuando las empresas salen a bolsa, los
fundadores están habilitados para vender y cobrar y dejan en la cuneta a
los empleados de menor nivel. Si una organización, sea vieja o nueva,
opera como una estructura de red flexible más que con una rígida
estructura de mando en la cumbre, la red también puede debilitar los
vínculos sociales.
Por el contrario, unos vínculos sólidos dependen de una asociación
larga; en un plano más personal, dependen de una disposición a
establecer compromisos con los demás.
La lealtad institucional es una trampa en una economía en la que los
“conceptos comerciales, el diseño de los productos, el espionaje de los
competidores, el equipo de capital y toda clase de conocimientos tienen
unos periodos de vida verdaderos mucho más breves
24 Para hacer frente a
las realidades actuales, el desapego y la cooperación superficial son
una armadura mejor que el comportamiento basado en los valores de
lealtad y servicio.
Trasladado al terreno de la familia, el lema “nada a largo plazo”
significa moverse continuamente, no comprometerse y no sacrificarse.
Lo que Rico quiere decir es que los niños no ven que el compromiso se
practique en la vida, o en la generación de sus padres.
Si se practica en casa, el trabajo en equipo es destructivo, y refleja
una falta de autoridad y de orientación en la educación de los niños.
25 Para esta pareja
moderna (Rico-Jeannette), el problema es precisamente el contrario: cómo
proteger las relaciones familiares para que no sucumban a los
comportamientos a corto plazo, el modo de pensar inmediato y,
básicamente, el débil grado de lealtad y compromiso que caracterizan al
moderno lugar de trabajo. En lugar de los valores cambiantes de la nueva
economía, la familia debería valorar la obligación, la honradez, el
compromiso y la finalidad.
Este conflicto entre familia y trabajo plantea algunas cuestiones...
¿Cómo pueden perseguirse objetivos a largo plazo en una sociedad a corto
plazo? ¿Cómo sostener relaciones sociales duraderas? ¿Cómo puede un ser
humano desarrollar un relato de su identidad e historia vital en una
sociedad compuesta de episodios y fragmentos? Las condiciones de la
nueva economía se alimentan de una experiencia que va a la deriva en el
tiempo, de un lugar a otro lugar, de un empleo a otro.
El capitalismo del corto plazo amenaza con corroer su carácter, en
especial aquellos aspectos del carácter que unen a los seres humanos
entre sí y brindan a cada uno de ellos una sensación de un yo sostenible
27 Las formas de
comportamiento flexible no le han servido a Rico en su papel de padre o
de miembro de una comunidad; quiere mantener las relaciones sociales y
ofrecer una orientación duradera. Es contra los vínculos rotos en el
trabajo, contra la amnesia deliberada de sus vecinos y el fantasma de
sus hijos convertidos en “ratas de centro comercial” que postula la idea
de valores duraderos. Y por eso, Rico se encuentra atrapado en una
trampa.
28 La flexibilidad lo ha
empujado a afirmar que la auténtico fuerza de voluntad es la esencia de
su ética
30 Las especiales
características del tiempo en el neocapitalismo han creado un conflicto
entre carácter y experiencia, la experiencia de un tiempo desarticulado
que amenaza la capacidad de la gente de consolidar su carácter en
narraciones duraderas.
A lo largo de la mayor parte de la historia humana, la gente ha aceptado
que la vida cambia de repente por culpa de las guerras, las hambrunas y
otras catástrofes, y también que, para sobrevivir, hay que improvisar.
En 1940, nuestros padres y abuelos estaban desbordados por la angustia,
tras haber resistido el desastre de la Gran Depresión y hacer frente a
la sombría perspectiva de una guerra mundial.
Lo que hoy tiene de particular la incertidumbre es que existe sin la
amenaza de un desastre histórico; y en cambio, está integrada en las
prácticas cotidianas de un capitalismo vigoroso. La inestabilidad es
algo normal... Es posible que la corrosión del carácter sea una
consecuencia inevitable. La consigna “nada a largo plazo” desorienta la
acción planificada, disuelve los vínculos de confianza y compromiso y
separa la voluntad del comportamiento.
32
Rutina
La sociedad moderna se rebela contra la rutina, el tiempo burocrático
que puede paralizar el trabajo, el gobierno u otras instituciones.
Sin embargo, en los albores del capitalismo industrial, no era tan
evidente que la rutina fuera una lacra. A mediados del siglo XVIII
parecía que el trabajo repetitivo podía conducir en dos direcciones
diferentes: una positiva y fructífera, otra destructiva. El lado
positivo de la rutina aparece descrito en la gran Enciclopedia de
Diderot publicada entre 1751 y 1772; el lado negativo de la jornada de
trabajo regular se describe con tintes radicalmente distintos en La
riqueza de las naciones de Adam Smith, publicado en 1776. Diderot creía
que la rutina en el trabajo podía ser como cualquier otra forma de
memorización, un profesor necesario; Smith, por su parte, creía que la
rutina embotaba la mente. Hoy, la sociedad está del lado de Smith.
33 En la época de
Diderot: la casa estaba separada del lugar de trabajo. Hasta mediados
del siglo XVIII, la casa era el centro físico de la economía. En el
campo, la familia fabricaba la mayoría de las cosas que consumía; en
ciudades como París o Londres, los oficios también tenían su sede en la
vivienda familiar.
Diderot describe un nuevo orden de trabajo, separado del domus. La
fábrica no daba alojamiento.... Veía esta separación como algo positivo:
era su aspecto atractivo
34 El secreto de este
orden industrial radica en sus exactas rutinas. En la fábrica que
describe Diderot todo tiene un lugar fijo y en la que todo el mundo sabe
lo que tiene que hacer. No obstante, para Diderot, esta clase de rutina
no implicaba la simple e interminable repetición mecánica de una tarea.
El maestro que le insiste a un alumno para que memorice cincuenta versos
de un poema, lo que quiere es ver la poesía almacenada en el cerebro d3
su alumno, como dato siempre disponible y utilizable para juzgar otros
poemas. En la paradoja del comediante, Diderot intentó explicar cómo
actores y actrices dilucidan poco a poco los misterios de un personaje
repitiendo la letra una vez tras otra. Y en el trabajo industrial
esperaba encontrar las mismas virtudes de la repetición.
En gran parte, “ritmo” de trabajo significa que si repetimos una
operación dada, descubrimos cómo acelerar o aminorar la marcha,
aprendemos a hacer variaciones, jugar con los materiales, desarrollar
nuevas prácticas, igual que un músico aprende a manejar el tiempo
mientras interpreta una pieza. Gracias a la repetición y al ritmo, el
trabajador puede alcanzar, según Diderot, “la unidad de la mente y la
mano”.
35 Naturalmente, esto es
sólo un ideal. Diderot nos ofrece una prueba visual muy sutil para hacer
que suene convincente
Aunque Diderot era más inclinado a teorizar, creía, como Voltaire, que
al dominar la rutina y sus ritmos la gente llegaba a dominar su trabajo
y se tranquilizaba a la vez.
Para Adam Smith, estas imágenes de evolución ordenada, de fraternidad y
serenidad, representan un sueño imposible. La rutina ahora el espíritu.
La rutina, al menos en la forma del capitalismo emergente que él
observó, parecía negar cualquier conexión entre el trabajo corriente y
el papel positivo de la repetición en el arte.
Smith es algo más que un
apóstol de la libertad económica, pues era plenamente consciente del
lado oscuro del mercado, una conciencia que desarrolló especialmente al
considerar la organización rutinaria del tiempo en el nuevo sistema
económico.
La riqueza de las
naciones se basa en un solo gran concepto: Smith creía que la libre
circulación de dinero, bienes y trabajo exigiría que la gente hiciera
trabajos cada vez más especializados. El crecimiento del mercado libre
va acompañado de una división del trabajo en la sociedad.
36 Las dimensiones numéricas del intercambio –sea el tamaño de la masa
monetaria o la cantidad de bienes en el mercado- son inseparables de la
especialización de la función productiva.
Al igual que el molino de papel de Diderot, la fábrica de Smith es un
lugar para trabajar, no para vivir. La separación de la casa y el
trabajo es, según Smith, la más importante de todas las divisiones
modernas del trabajo. Y, al igual que la de Diderot, la fábrica de Smith
funciona de manera ordenada gracias a una rutina en la que cada
trabajador desempeña una sola función. Para Smith, desde el punto de
vista humano, es desastroso organizar así la jornada de trabajo.
El mundo en el que vivió Smith estaba, por supuesto, familiarizado con
la rutina y la programación del tiempo. A partir del siglo VI, las
campanas de las iglesias habían dividido el día en sus unidades
religiosas; a comienzos de la Edad Media los benedictinos dieron un paso
importante al instituir el repique de campanas para distinguir las horas
de trabajo de las horas de comida, así como las horas para la oración.
Más próximos a los días de Smith, los relojes mecánicos reemplazaron las
campanas, y, a mediados del siglo SVIII, los relojes de bolsillo estaban
ya muy difundidos. La hora matemáticamente exacta podía saberse al
margen de l lugar en que se encontrara una persona.
37 En “La riqueza de las
naciones”, a medida que nos adentramos en el texto, el panorama se
ensombrece: la fábrica de clavos se convierte en un lugar más siniestro.
Smith reconoce que dividir las tareas en las partes integrantes de un
clavo condenaría a los individuos a un día mortalmente aburrido, en el
que se pasarían realizando una minúscula porción del trabajo hora tras
hora; en un momento dado, la rutina se vuelve autodestructiva, porque
los seres humanos pierden el control sobre sus propios esfuerzos; la
falta de control sobre el tiempo de trabajo significa la muerte mental
de las personas.
Smith creía que el
capitalismo de su época estaba cruzando esa gran línea divisoria; cuando
afirma que “los que trabajan más ganan menos”, piensa en términos
humanos más que en términos de salario.
El trabajador industrial no sabe nada de la presencia de ánimo y
expresividad del actor que ha memorizado mil versos; la comparación de
Diderot es, en consecuencia, falsa, porque el obrero no controla su
trabajo.
38 En la “Teoría de los
sentimientos morales”, un libro anterior a “La riqueza de las naciones”,
Smith había abogado por las virtudes de la solidaridad mutua y la
capacidad de identificarse con los sentimientos ajenos. La solidaridad,
decía, es un sentimiento moral espontáneo, estalla cuando un hombre o
una mujer comprenden de repente los sufrimientos o las tensiones de
otro. No obstante, la división del trabajo aplaca los estallidos
espontáneos; la rutina reprime la solidaridad. Sin duda alguna, Smith
identificaba el crecimiento de los mercados y la división del trabajo
con el progreso material de la sociedad, pero no con su progreso moral,
y las virtudes de la solidaridad revelan algo quizá más sutil sobre el
carácter individual.
Para Smith, la erupción
espontánea de solidaridad supera a la voluntad, arrastra a un hombre o a
una mujer a emociones que escapan a su control, como la súbita
identificación con los fracasos de la sociedad o la compasión por los
cobardes o los mentirosos habituales... No hay nada predecible ni
rutinario en la solidaridad.
Al hacer hincapié en la
importancia ética de tales estallidos emocionales, la voz de Smith se
distinguió de la de sus contemporáneos, muchos de los cuales
consideraban que el carácter humano, en su aspecto ético, tenía poco que
ver con los sentimientos espontáneos o con la voluntad.
Para muchos de estos contemporáneos, el carácter comienza a actuar
cuando hacemos nuestro deber
39 El carácter le parece
a Smith formado por la historia y sus giros impredecibles. Una vez
establecida, una rutina no permite muchas cosas en el sentido de
construcción de una historia personal; para desarrollar el carácter, es
necesario romper la rutina.
Smith celebraba el
carácter de los comerciantes, pues creía que actuaban de manera
responsable y solidaria con las exigencias cambiantes de cada momento;
del mismo modo se compadecía del estado del carácter de los obreros
industriales, uncidos al yugo de la rutina.
No debería sorprendernos
que Marx fuera un atento lector de Adam Smith, aunque de ningún modo
elogiara el comercio y a quienes lo practicaban. En su juventud, Marx
admiraba al menos la teoría general de la espontaneidad expuesta en la
“Teoría de los sentimientos morales”; ya más adulto y sereno, se centró
directamente en la descripción que hace Smith de los males de la rutina,
la división del trabajo sin el control de los trabajadores. Éstos son
los ingredientes básicos del análisis marxista del tiempo parcelizado. A
la descripción de Smith, Marx le añadió la comparación con prácticas más
antiguas del sistema alemán del Tagwerk, en el que los trabajadores
recibían la paga al final del día. En dicho sistema, el trabajador podía
adaptarse a las condiciones de su entorno haciendo distintos trabajos
según lloviera o hiciera un día despejado, u organizando las tareas de
acuerdo con las entregas de suministros. Ese trabajo tenía un ritmo,
porque era el trabajador quien lo controlaba.
Los temores que Adam
Smith albergaba hacia el tiempo rutinario pasaron a nuestro siglo en el
fenómeno conocido con el nombre de “fordismo”.
40 En los años
1910-1914, la Ford Motor Company de Higland Park se consideraba un
glorioso ejemplo de división tecnológica del trabajo. En cierto modo,
Henry Ford era un empleador humano; pagaba buenos sueldos según un
régimen de cinco dólares diarios, equivalentes a ciento veinte dólares
en 1997, e incluía a sus trabajadores en un plan de participación en los
beneficios. En la fábrica, las operaciones eran otro asunto. Henry Ford
pensaba que las preocupaciones por la calidad de la vida laboral eran
“puras pamplinas” y que cinco dólares al día eran una retribución
bastante atractiva por aburrirse.
Antes de que Ford creara
las fábricas modelo como Higland Park, la industria del automóvil era de
base artesanal, con trabajadores altamente cualificados dedicados a
muchos trabajos complicados en un motor o en la carrocería en el curso
de una jornada de trabajo. Estos trabajadores disfrutaban de una gran
autonomía, y la industria del automóvil era, en realidad, un grupo de
talleres descentralizados.
Cuando Ford
industrializó el proceso de producción, favoreció el empleo de los
llamados obreros especializados en detrimento de los artesanos
cualificados; el trabajo reservado a los especializados eran las
operaciones en miniatura que requerían poco esfuerzo de pensamiento o
juicio
41 El psicólogo industrial Frederick W. Taylor creía que la maquinaria y
el diseño industrial podían ser terriblemente complejos en una gran
empresa, pero que no era necesario que los trabajadores comprendieran
esa complejidad; en realidad, afirma Taylor, cuanto menos se
“distrajeran” tratando de comprender el diseño del conjunto, con mayor
eficiencia se pondrían a hacer cada cual su trabajo. Los infames
estudios de Taylor sobre la relación tiempo/movimiento se realizaron con
un cronómetro, midiendo en centésimas de segundo el tiempo que se
tardaba en colocar un faro o un guardabarros. La gestión del
tiempo/movimiento llevó la imagen de la fábrica de Smith a un extremo
sádico, pero Taylor no dudaba de que sus cobayas humanas aceptarían
pasivamente que se las midiera y manipulara.
“Los trabajadores
desplegaban un amplio repertorio de técnicas para sabotear los estudios
de tiempo/movimiento y, por supuesto, hacían caso omiso de los métodos y
especificaciones cuando se interponían en su camino o entraban en
conflicto con sus propios intereses”.
Por otra parte, la criatura “estúpida e ignorante” de Smith se deprimía
en el trabajo, lo cual reducía su productividad. Los experimentos
efectuados en la fábrica de Hawthron de General Electric demostraron que
la productividad mejoraba cuando se trataba a los trabajadores como
seres humanos sensibles. En consecuencia, los psicólogos industriales,
como Elton Mayo, instaron a los empresarios a que se preocuparan más por
sus empleados y que incorporaran consultas psiquiátricas en el lugar de
trabajo.
42 Los males de la
rutina tuvieron su culminación en la generación de Enrico. En un estudio
clásico de los años cincuenta, Daniel Bell intentó analizar esta
agudización del problema en otra fábrica de automóviles, la de General
Motors, Michigan.
Una organización tan
compleja sólo podía funcionar por medio de reglas estrictas, lo que Bell
llamaba una “racionalidad de ingeniería”. Operaba en tres principios:
“la lógica del tamaño, la lógica del “tiempo métrico” y la lógica de la
jerarquía”.
La lógica del tamaño era
sencilla: cuanto más grande, más eficaz. Concentrar todos los elementos
de producción en un solo lugar como la Genral Motors de Michigan servía
para ahorrar energía y transporte de los materiales, y combinaba la
fábrica con las oficinas de ventas y de administración.
Sin embargo, la lógica de la jerarquía no era tan simple.
La “superestructura que
organiza y dirige la producción ... aparta del taller todo posible
trabajo intelectual; todo se concentra en los departamentos de
planificación, programación y diseño”. Desde el punto de vista
arquitectónico, este modelo requiere que los técnicos y directores estén
lo más lejos posible de la ruidosa maquinaria de las fábricas. Los
generales del trabajo perdieron así contacto físico con la tropa. No
obstante, el resultado sólo reforzó los entumecedores males de la rutina
para el trabajador en la base
43 El tiempo se
calculaba minuciosamente en todas las secciones de la extensa fábrica,
para que los directivos supieran con exactitud lo que se suponía que
cada trabajador estaba haciendo en un momento dado.
Esta estricta
organización del tiempo de trabajo se aplicaba también a medidas del
tiempo más largas en a empresa. La antigüedad se ajustaba con precisión
al número total de horas trabajadas para General Motors
En la generación de
Enrico, la métrica del tiempo se había convertido en algo distinto de un
acto de represión... Intensas negociaciones sobre estos horarios
preocupaban tanto al sindicato como a la dirección de General Motors;
las bases del sindicato prestaban suma atención, a veces apasionada, a
los números en juego en esas negociaciones. El tiempo rutinario se había
convertido en una arena en la cual los trabajadores podían hacer valer
sus reivindicaciones, una arena para la adquisición de poder.
Adam Smith no anticipó
este resultado político.
Los trabajadores
intentaron rutinizar el tiempo colocando sus ahorros en mutualidades, o
por medio de hipotecas para viviendas obtenidas mediante sociedades
constructoras. Actualmente no estamos muy dispuestos a pensar en el
tiempo rutinario como en una conquista, pero, dadas las tensiones, los
períodos de auge y las depresiones del capitalismo industrial, a menudo
fue así.
44 Hemos visto de qué manea Enrico, a partir de esta atención obsesiva a
la programación del tiempo, construyó una narración positiva para su
vida. La rutina puede degradar, pero también puede proteger; puede
descomponer el trabajo, pero también componer una vida.
Daniel Bell había aprendido que las insatisfacciones del trabajo,
incluso aquellas tan profundas que vacían el trabajo de toda
satisfacción, no conducen a los trabajadores a la rebelión: la
resistencia a la rutina no provoca la revolución.
A Marx, los
microrrelatos de la vida de trabajadores como Enrico le habrían parecido
ininteligibles contrastados con la escala más amplia de la historia, o
meras adaptaciones a las circunstancias.
Por este motivo, el viejo debate entre Denis Didedot y Adam Smith sigue
vivo. Diderot no creía que la rutina fuera degradante; al contrario,
creía que la rutina fomentaba la aparición de una narrativa a medida que
las reglas y los ritmos del trabajo evolucionan gradualmente.
45 El mayor heredero
moderno de Diderot, el sociólogo Anthony Giddens, ha intentado mantener
viva la idea de aquél, señalando el valor fundamental de la costumbre en
las prácticas sociales y en la autocomprensión; probamos alternativas
sólo en relación con hábitos que ya hemos dominado. Imaginar una vida de
impulsos momentáneos, de acciones a corto plazo, desprovista de rutinas
sostenibles, una vida sin hábitos, es, en el fondo, imaginar una
existencia sin sentido.
Hoy, en la cuestión de
la rutina, nos encontramos en una línea divisoria. El nuevo lenguaje de
la flexibilidad implica que la rutina está desapareciendo en los
sectores dinámicos de la economía. Sin embargo, la mayor parte del
trabajo sigue inscrito en el círculo del fordismo.
Al menos dos tercios de
los empleos modernos son repetitivos en una forma que Adam Smith
reconocería como afín a las practicadas en su fábrica de tachuelas y
clavos. El uso de los ordenadores en el trabajo implica, para la
mayoría, tareas totalmente rutinarias, como la recogida de datos, por
ejemplo. Si, como Diderot y Giddens, creemos que es el trabajo no tiene
por qué ser intrínsecamente degradante, nos centraríamos entonces en las
condiciones de trabajo en las que se realiza, y esperaríamos que las
fábricas y las oficinas se parecieran más a una cooperativa, escenarios
que favorezcan el trabajo tal como aparece en la narración de Diderot.
Si, no obstante, nos
inclináramos a considerar la rutina como degradante en sí misma,
entonces atacaríamos la naturaleza misma del proceso de trabajo,
repudiaríamos la rutina y a su madre, la mano muerta de la burocracia.
46 En ese caso, la
cuestión sería: ¿la flexibilidad, con todos los riesgos e incertidumbres
que comporta, remediará el problema humano que se propone atacar? Aun
suponiendo que la rutina tiene un efecto apaciguador sobre el carácter,
¿cómo podrá la flexibilidad producir un ser humano más comprometido?
47
Flexible
Hoy la sociedad busca vías para acabar con los males de la rutina
creando instituciones más flexibles. No obstante, las prácticas de la
flexibilidad se centran principalmente en las fuerzas que doblegan a la
gente.
48 Los economistas del siglo XIX opusieron la flexibilidad del
empresario al aburrido y lento empeño de los obreros industriales.
Mientras que Adam Smith
era un moralista de la solidaridad, los economistas políticos que lo
siguieron se concentraron en un valor ético diferente. Para Mill, es el
comportamiento flexible lo que genera la libertad humana.
El ser humano es libre
porque es capaz de cambiar. No obstante, en nuestro tiempo, la nueva
economía política traiciona este deseo personal de libertad. La
repugnancia a la rutina burocrático y la búsqueda de la flexibilidad han
producido nuevas estructuras de poder y control en lugar de crear las
condiciones de liberación.
El sistema de poder que
acecha en las formas modernas de flexibilidad está compuesto de tres
elementos: reinvención discontinua de las instituciones, especialización
flexible de la producción y concentración sin centralización del poder.
49 En el ámbito del
trabajo, los ritmos que Diderot describió en el molino de papel, o los
hábitos descritos por Anthony Giddens, ilustran la primera sensación de
un tiempo que cambia dentro de un continuum. En comparación, el cambio
flexible pretende reinventar las instituciones de manera decisiva e
irrevocable, de modo que el presente se vuelve discontinuo del pasado.
La piedra angular de las modernas prácticas de dirección de empresas es
la creencia en que las redes flexibles son más abiertas que las
jerarquías piramidales –como las de la era fordista- a una reinvención
radial. En la red, la unión entre nódulos es más flexible; se puede
separar una parte –en teoría, al menos- sin destruir a las demás. El
sistema es fragmentario, y en ello reside la oportunidad de intervenir.
Los directores de
empresa recurren a programas de software que estandarizan los
procedimientos operativos (SIMS).
50 El término corriente
para esas prácticas es reengineering (“reingeniería, reinvención”), cuyo
resultado básico es la reducción de puestos de trabajo. Las estimaciones
de las cifras de trabajadores americanos afectados por una reducción de
plantilla desde 1980 a 1995 varían de un cálculo –a la baja- de 13
millones, a la espectacular cifra de 39 millones. Estas reducciones han
tenido una conexión directa con el aumento de la desigualdad, pues sólo
una minoría de los trabajadores de mediana edad despedidos han
encontrado otro trabajo con un salario igual o superior.
Reingeniería significa
hacer más con menos.
Sin embargo, exagerar la eficacia de la reingeniería puede conducir a
engaño. El cambio irreversible se produce precisamente porque la
reingeniería puede se un proceso sumamente caótico.
51 Los beneficios
esperados resultan efímeros, la organización pierde dirección. Los
cambios institucionales, en lugar de seguir la trayectoria de una flecha
guiada, apuntan en direcciones diferentes y a veces conflictivas.
El nuevo régimen ha
pretendido eliminar los males de la rutina en nombre de una mayor
productividad.
La moral y la motivación
de los trabajadores bajaron en picado con los diversos recortes. Los
trabajadores que sobrevivieron se quedaron, más que exultantes por una
victoria competitiva frente a los despedidos, esperando el nuevo golpe
de hacha.
Aunque las medidas de
productividad a gran escala son infinitamente complejas, al menos hay
buenos motivos para dudar de que la época actual sea más productiva que
el pasado reciente. Si tomamos el PIB, el crecimiento fue mayor en la
era de los dinosaurios burocráticos; las tasas de productividad han
disminuido en todas las grandes sociedades industriales.
52 Algunos economistas
han llegado a afirmar que si se suman todos los costes del trabajo
informatizado, la tecnología, en realidad, arroja un déficit de
productividad.
Ineficiencia o
desorganización no significan, sin embargo, que el cambio brusco y
perturbador sea una medida sin pies ni cabeza. Estas reorganizaciones
institucionales indican que el cambio es real, y , como sabemos
demasiado bien, el valor en Bolsa de las instituciones en curso de
reorganización suele subir, como si cualquier cambio fuera mejor que
seguir igual que antes. En la operación de los mercados modernos, el
trastorno de las organizaciones se ha vuelto rentable.
Sin embargo, hay razones más fundamentales que impulsan al capitalismo a
buscar el cambio radical e irreversible, por más desorganizado e
improductivo que sea. Y la razón se relaciona con la inestabilidad de la
demanda del consumo.... Esta inestabilidad de la demanda da lugar a la
segunda característica de los regímenes flexibles, a saber, la
especialización flexible de la producción.
La especialización flexible trata de conseguir productos más variados
cada vez más rápido.
53 Las empresas cooperan
y compiten a la vez, buscando sectores del mercado que cada una de ellas
va ocupando con carácter temporal más que permanente y adaptándose a la
corta vida de productos como el vestido, los textiles o las piezas de
maquinaria.
La especialización
flexible es la antítesis del sistema de producción encarnado por el
fordismo. Hoy, en la fabricación de coches y camiones, la vieja y
kilométrica cadena de montaje que estudió Daniel Bell ha sido
reemplazada por islotes de producción especializada.
Además, esta forma de
producción requiere una rápida toma de decisiones, y por eso es
apropiado para el pequeño grupo de trabajo.
El ingrediente más
sabroso de ese nuevo proceso productivo es la disposición a dejar que
las demandas cambiantes del mundo exterior determinen la estructura
interna de las instituciones. Todos estos elementos de receptividad
contribuyen a la aceptación del cambio decisivo y brusco.
55 Los regímenes del
Rhin (capitalismo europeos: sociales) tienden a frenar el cambio cuando
perjudica a los ciudadanos con menos poder, mientras que el régimen
angloamericano se inclina más hacia los cambios en la organización y en
las prácticas laborales aunque los más débiles tengan que pagar un
precio por ello. El modelo renano no se lleva del todo mal con la
burocracia estatal, mientras que el angloamericano opera basándose en el
principio de que el gobierno es culpable hasta que no se demuestre su
inocencia.
“Neoliberalismo”
se aplica a menudo al modelo angloamericano. “Capitalismo de Estado” es
la fórmula con la que se clasifica al modelo renano.
Ambos regímenes tienen
defectos, pero diferentes. El angloamericano, con baja tasa de
desempleo, presenta una creciente desigualdad en los salarios. Nadie
puede negar que la realidad de la actual desigualdad de la riqueza en el
régimen angloamericano es asombrosa.
56 Mientras que en los
regímenes renanos la brecha en los salarios no ha aumentado tanto en la
última generación, el desempleo se ha vuelto una maldición.
El régimen
angloamericano tiene pleno empleo, pero pocas restricciones políticas a
la desigualdad de ingresos, mientras que los sistemas de los Estados del
bienestar del modelo renano, más sensibles a los problemas de los
trabajadores, son un obstáculo a la creación de empleo. El mal que
escogemos depende del bien que persigamos.
57
Concentración sin centralización.
Uno de los alegatos a favor de la nueva organización del trabajo es que
descentraliza el poder, es decir, que da a la gente de categoría
inferior más control sobre sus propias actividades. Obviamente se trata
de una afirmación falsa.
Los nuevos sistemas de
información proporcionan a los directivos un amplio cuatro de la
organización y dejan a los individuos, al margen de cuál sea su lugar en
la red, poco espacio para esconderse; SIMS, al tratar solamente con sus
superiores inmediatos, ocupa el lugar de las negociaciones que podrían
proteger a los individuos.
La sobrecarga de
dirección de los pequeños grupos de trabajo con muchas tareas diferentes
es una característica frecuente de la reorganización de empresa.
Realizar estos experimentos con decenas o con cientos de miles de
empleados requiere inmensos puestos de mando. A la economía de la
desigualdad se suman así nuevas formas de poder desigual y arbitrario
dentro de la organización.
El poder jerárquico
permanece firme en su lugar también en este tipo de producción; la
empresa grande mantiene bajo su control al cambiante “cuerpo de baile”
de las empresas que dependen de ella, les pasan los descensos en el
ciclo comercial o los productos que han fracasado a sus socios más
débiles, que están más apretados. Las islas de trabajo permanecen al
alcance de la península de poder.
58 El control puede
ejercerse fijando objetivos de producción o de beneficios para una
amplia variedad de grupos de la organización, y cada unidad tiene la
libertad de alcanzarlos como le parezca conveniente. Sin embargo, esta
libertad es engañosa. Es raro que las organizaciones flexibles se fijen
objetivos fáciles de alcanzar; por lo general, las unidades son
presionadas para que produzcan o ganen mucho más de lo que está dentro
de su capacidad inmediata.
El esfuerzo, a pesar de esas realidades, es empujar a esas unidades más
y más; la presión viene de la cumbre de la jerarquía institucional.
Desafiar el viejo orden
burocrático no ha traído consigo menos estructura institucional.
“Concentración sin centralización” es una manera de transmitir la
operación de mando en una estructura que ya no tiene la claridad de una
pirámide –la estructura institucional se ha vuelto más intrincada, no
más sencilla-. Ésta es la razón por la cual la palabra misma,
“desburocratización” , es confusa y a la vez torpe. En las
organizaciones modernas que practican la concentración sin
centralización, la dominación desde arriba es, a la vez, fuerte y
amorfa.
Una manera de comprender
la manera como encajan los tres elementos del régimen la encontramos en
la organización del tiempo en el lugar de trabajo. Actualmente, las
organizaciones flexibles están experimentando una organización distinta
de la jornada laboral, el llamado “horario flexible”. En lugar de turnos
fijos que no varían de un mes a otro, la jornada de trabajo es un
mosaico de gente con horarios diferentes y más personalizados,
59 Este mosaico de
horarios parece muy lejos de la monótona organización del trabajo en la
fábrica de Smith; en realidad, parece ser una liberación de los
horarios, una auténtica victoria de la organización moderna sobre la
rutina de toda la vida. Sin embargo, la realidad del horario flexible es
bien distinta.
El horario flexible
surgió con la nueva entrada de mujeres en el mercado de trabajo. El
número de mujeres pobres que trabajan siempre ha sido mayor que el de
mujeres de la burguesía. En la última generación, una importante
cantidad de mujeres de clase media han entrado en las filas del trabajo
en Estados Unidos, Europa y Japón y han seguido formando parte de la
fuerza de trabajo incluso después de tener hijos, sumándose a las
mujeres que ya trabajan en servicios de menor nivel y en el sector de
manufacturas.
La necesidad, así como
el deseo personal, ha impulsado el trabajo femenino; hoy, un estándar de
vida de clase media requiere por lo general dos asalariados adultos. No
obstante, estas mujeres trabajadoras necesitaban un horario de trabajo
más flexible; al margen de su clase social, muchas de ellas trabajan a
tiempo parcial y siguen siendo madres a tiempo completo.
La llegada de más
mujeres de clase media a la fuerza de trabajo contribuyó a una mayor
innovación en el horario flexible, sea a tiempo completo, sea a tiempo
parcial. Ahora estos cambios ya han traspasado las barreras de los sexos
y los hombres también tienen horarios más elásticos.
60 En los Estados Unidos, los hombres y las mujeres blancos de clase
media tienen hoy mayor acceso a los horarios flexibles que los operarios
de una fábrica o los trabajadores hispanos. El horario flexible es un
privilegio de la jornada de trabajo; el trabajo por las tarde so por la
nov aún recae en las clases menos privilegiadas.
El horario flexible no
se parece al calendario de vacaciones que permite a los trabajadores
saber exactamente qué esperar; tampoco es comparable al total de horas
de trabajo semanales que una empresa puede fijar para sus empleados de
nivel inferior. La programación flexible del horario es más un beneficio
otorgado a empleados privilegiados que un derecho de los trabajadores;
es un beneficio injustamente distribuido y estrictamente racionado.
Si el horario flexible
ha de considerarse una recompensa, también coloca al empleado bajo el
estricto control de la institución. Consideremos, por ejemplo, el más
flexible de los horarios flexibles, el trabajo en casa. Esta recompensa
les provoca una gran ansiedad a los empleadores, pues temen perder el
control de los trabajadores no presentes en la empresa y sospechan que
los que se quedan en casa abusarán de esa libertad. Como resultado, se
ha puesto en marcha un montón de controles:... controles Intranet para
vigilar al trabajador ausente; los supervisores suelen abrir el correo
electrónico, etc...
61 De esta manera, los
trabajadores cambian una forma de sumisión al poder –cara a cara- por
otra, que es electrónica.
La microgestión del
tiempo sigue realizándose a paso acelerado, aunque el tiempo parezca
desregulado en comparación con los males de la fábrica de Smith o del
fordismo.
El trabajo está descentralizado desde el punto de vista físico, pero el
poder ejercido sobre los trabajadores es más directo. El teletrabajo es
la última isla del nuevo régimen.
En la rebelión contra l rutina, la aparición de nueva libertad es
engañosa.
65 Los verdaderos vencedores no sufren por la fragmentación. Los
estimula, en cambio, el trabajo simultáneo en muchos frentes diferentes.
La capacidad de
desprenderse del pasado, la seguridad necesario para aceptar la
fragmentación; éstos son dos rasgos del carácter entre las personas que
de verdad se sienten cómodas en el nuevo capitalismo.
Estos mismos rasgos de
carácter que fomentan la espontaneidad se vuelven más autodestructivos
para los que trabajan en escalones más bajos del régimen flexible.
83 El Riesgo
La disposición a arriesgar ya no es el territorio exclusivo de los
capitalistas de riesgo o de individuos sumamente temerarios. El riesgo
tiende a volverse una necesidad diaria sostenida por las masas.
84 Algunos autores invocan la imagen del trabajo continuamente cambiado
de tiesto, como una planta en crecimiento, y con el trabajador como
jardinero. La inestabilidad misma de las organizaciones flexibles impone
a los trabajadores la necesidad de “cambiar de tiesto”, es decir, de
asumir riesgos en su trabajo. El manual de empresariales es típico en el
sentido de hacer de esa necesidad virtud. La teoría es que asumir
riesgos rejuvenece, y las energías se recargan sin cesar. Esta actividad
de cambiar la planta de un tiesto a otro es una imagen tranquilizadora
En lugar del drama estremecedor de las apuestas, el riesgo se vuelve
algo normal y corriente.
85 Según argumenta el
psicólogo Tversky, el foco emocional de la gente es la pérdida.... En la
vida cotidiana, la gente se preocupa más por las pérdidas que por las
ganancias cuando asumen riesgos en sus carreras o matrimonios: “la gente
es mucho más sensible a los estímulos negativos que a los positivos...
Hay pocas cosas que hacen que uno se sienta mejor, pero la cantidad de
cosas que nos hacen sentir peor es infinita”
86 La investigación de
Tversky y Kahneman sugiera que, al hablar sobre el riesgo, utilizamos la
expresión “exponerse al riesgo”, algo que en sí es más deprimente que
prometedor. Vivir en continuo estado de vulnerabilidad es la propuesta
que, tal vez sin querer, hacen los autores de los manuales de
empresariales cuando celebran el riesgo cotidiano de la empresa
flexible.
Al riesgo le falta matemáticamente el aspecto de una narración en la que
un suceso conduce al siguiente y lo condiciona.
88 En el capitalismo
flexible, la desorientación que implica moverse hacia la incertidumbre
se verifica de tres maneras concretas: “movimientos ambiguamente
laterales”, “pérdidas retrospectivas” e “ingresos impredecibles”.
- La gente que cambia de
trabajo experimenta con gran frecuencia lo que los sociólogos han
denominado “movimientos ambiguamente laterales”. Son movimientos en los
que una persona se mueve en realidad hacia un lado aun cuando cree que
se mueve hacia arriba en la red flexible.
- “Pérdidas
retrospectivas” en una red flexible. Puesto que la gente que se arriesga
a moverse en organizaciones flexibles suele tener poca información
fiable sobre lo que conlleva una nueva posición, sólo retrospectivamente
se da cuenta de que ha tomado decisiones equivocadas. Si lo hubieran
sabido, no se habrían arriesgado
- El cálculo más
realista que la gente quiere hacer cuando cambia de trabajo es saber si
ganará más dinero; las estadísticas sobre los ingresos del cambio en la
economía actual son desalentadoras. Hoy, la mayoría pierde cuando cambia
de trabajo.. Hace una generación, las cifras eran a la inversa; se
mejoraba un poco más pasándose a una nueva empresa que por medio de un
ascenso dentro de la antigua.
91 La cultura moderna
del riesgo se caracteriza porque no moverse es sinónimo de fracaso, y la
estabilidad parece casi una muerte en vida. Por lo tanto, el destino
importa menos que el acto de partir.
Quedarse quieto equivale a
quedar fuera de juego.
Por lo tanto, la decisión misma de marcharse se parece ya a llegar a
algún sitio; lo que importa es que uno ha decidido partir. Numerosos
estudios del riesgo señalan que el “subidón” estimulante viene cuando se
decide cambiar, marcharse.
Para la gente con
vínculos débiles o superficiales con el trabajo, hay muy pocas razones
para permanecer en tierra. Algunos indicadores materiales del viaje
serían laborales o salariales, pero los movimientos laterales, las
pérdidas retrospectivas y unas pautas salariales ilegibles borran estos
indicadores de los progresos realizados. Por eso se vuelve tan difícil
orientarse socialmente, más difícil que en el sistema de clases del
pasado.
No es que la desigualdad
y la diferencia social hayan desaparecido; nada más lejos que eso. Antes
bien, es como si ponerse en movimiento suspendiera de repente la
realidad personal: nadie es tan calculador ni escoge tan racionalmente,
pero espera que algo surja con el cambio.
93 La flexibilidad
acentúa la desigualdad a través de ese mercado en que el ganador se lo
lleva todo.
94 El imperativo
“arriesgarse” está más ampliamente divulgado en la cultura moderna. El
riesgo es una prueba de carácter: lo importante es hacer el esfuerzo,
aprovechar la oportunidad, aun cuando sepamos que estamos condenados a
fracasar, una actitud que se ve reforzada por un fenómeno psicológico
común.
96 En Estados Unidos, la
cantidad de hombres de 55-64 años que trabajan ha descendido de casi el
80% en 1970 al 65% en 1990. Las cifras del Reino Unido son virtualmente
las mismas; en Francia, el número de hombres que trabajan al final de la
llamada edad mediana ha bajado del 75% a casi un poco más del 40%; en
Alemania, de casi el 80% a muy poco más del 50%. Al comienzo de la vida
laboral se constata también una disminución, pero menor; la edad en que
la gente joven empieza a trabajar se retrasa unos cuantos años a causa
del énfasis creciente
Manuel Castells predice
que “el tiempo de trabajo real podría reducirse a 30 años” (de los 24 a
los 54 con un tiempo de vida real de 75-80 años). El período de vida
productiva se está reduciendo a la mitad de la vida biológica, y los
trabajadores de más edad abandonan la escena mucho antes de estar mental
o físicamente incapacitados.
Dar importancia a la
juventud es una consecuencia de la compresión de la vida laboral. En el
siglo XIX, preferir a la juventud sólo era cuestión de mano de obra
barata.
En el capitalismo
actual, esa relación entre salario bajo y juventud aún existe, muy
especialmente en fábricas y talleres de las zonas menos desarrolladas
del mundo, donde las condiciones de contratación e higiene son pésimas.
Sin embargo, son otros los atributos de la juventud que hoy parecen
hacerla atractiva en niveles más altos del mundo laboral, y estos
atributos pertenecen más al ámbito de los prejuicios sociales.
Los puntos a favor de la
juventud y los aspectos negativos de la edad en las organizaciones
flexibles :
-Se argumentaba que los trabajadores mayores tienen modos de pensar
inflexibles y son reacios al riesgo, y también carecen de la energía
física necesaria para hacer frente a las exigencias de la vida en un
trabajo flexible, convicciones que se expresan en imágenes como
“personal inútil”.
- La flexibilidad es sinónimo de juventud; la rigidez es sinónimo de
vejez.
97 Estos prejuicios
sirven a diversos propósitos. Por ejemplo, encasillar a los trabajadores
de más edad en un banco de candidatos fácilmente disponibles para el
despido cuando llega la hora de la reconversión empresarial. En los
regímenes angloamericanos, en los últimos veinte años la tasa de despido
se ha duplicado para los hombres entre los cuarenta y principios de los
cincuenta. La asociación edad-rigidez también explica gran parte de la
presión que las empresas ejercen hoy sobre sus ejecutivos para que se
retiren cuando se acercan a los sesenta, aunque mentalmente puedan estar
en su mejor momento.
Los trabajadores mayores
y con más experiencia tienden a ser más críticos con sus superiores que
los que están empezando. Su conocimiento acumulado los dota de algo que
el economista Albert Hirschman llama poderes de “voz”, lo cual significa
que es más probable que los empleados de mayor edad critiquen lo que a
su entender sea una mala decisión, aunque casi siempre lo hagan más por
lealtad a la institución que por criticar a un directivo en concreto. En
general los trabajadores más jóvenes son más tolerantes a la hora de
aceptar órdenes desacertadas. Si están descontentos, es muy probable que
se marchen antes de pelear dentro de la empresa y por la empresa.
Para los trabajadores
mayores, los prejuicios en contra de la edad envían un mensaje potente:
a medida que se acumula la experiencia de una persona, pierde valor. Lo
que un trabajador mayor ha aprendido en el curso de los años acerca de
una compañía o una profesión particular puede ser un obstáculo para los
nuevos cambios dictados por los superiores.
99 El desarrollo de
nuevos campos requiere un enfoque fresco desde el comienzo, una
aproximación que las caras nuevas realizan con mayor eficacia.
100 El nuevo orden no
tiene en cuenta que el mero paso del tiempo necesario para acumular
experiencia le da a una persona posición y derechos; valor en un sentido
material. El nuevo orden considera que estas reivindicaciones basadas en
el paso del tiempo representan otra cara del mal del viejo sistema
burocrático en el que los derechos de antigüedad paralizan las
instituciones. El régimen se centra en la capacidad inmediata.
101 De hecho,
históricamente, descartas gente con capacidades “anticuadas” es algo
que, por lo general, ha ocurrido lentamente. A finales del siglo XVIII
se necesitaban dos generaciones para desplazar una habilidad como tejer,
y los cambios en la fábrica de Ford en Highland Pard requerían casi
veinte años a principios del siglo XX. Hoy, tal vez de manera
sorprendente, en muchas actividades de manufacturas y administrativas,
el ritmo del cambio tecnológico es todavía relativamente lento; como han
observado muchos sociólogos industriales, las instituciones tardan mucho
en digerir las tecnologías que ingieren. El paso del tiempo también es
necesario para desarrollar nuevas capacidades; no se es carpintero sólo
con leer un libro de carpintería
La ansiedad personal sobre el tiempo está profundamente entrelazada con
el nuevo capitalismo
103
La ética del trabajo
La ética del trabajo, tal como la entendemos corrientemente, reafirma el
uso autodisciplinado del tiempo y el valor de la gratificación
postergada.
104 Trabajar duro y
esperar, ésta fue la experiencia psicológica de la profundidad. Una
ética del trabajo como ésta depende en parte de unas instituciones lo
suficientemente estables para que una persona pueda practicar la
postergación. Sin embargo, la gratificación postergada pierde su valor
en un régimen con instituciones rápidamente cambiantes; se vuelve
absurdo trabajador largo y duro para un empleador que sólo piensa en
liquidar el negocio y mudarse.
El serio asunto de la
antigua ética del trabajo pone pesadas cargas al trabajo en sí.
La moderna ética del trabajo se centra en el trabajo de equipo.
Trabajo en equipo es la
ética del trabajo que conviene a una economía política flexible.
El trabajo en equipo es la práctica en grupo de la superficialidad
degradante.
La antigua ética se
fundaba en el uso autodisciplinado del propio tiempo, con el acento
puesto en una práctica autoimpuesta y voluntaria más que en una sumisión
meramente pasiva a los horarios y a la rutina.
106 Cuando la noción de
autodisciplina apareció por primera vez, contenía una fuerte dosis de
estoicismo, no filosófico, sino una especie de estoicismo práctico que
afirmaba la constante necesidad de combatir la anarquía interior sin
esperanzas de victoria. Al pasar a las creencias cristianas tempranas,
este estoicismo práctico dio forma a las primeras doctrinas de la
Iglesia sobre la pereza: la pereza menos como un estado de placer
sibarítico que como descomposición interna del ser. Durante casi mil
años, desde la descripción de la pereza que hace san Agustín en sus
“Confesiones” hasta el primer Renacimiento, este estoicismo práctico
mantuvo con fuerza su influencia ética. La programación del tiempo, como
el repique de campanas, podía ayudar a hombres y mujeres a organizar sus
días, pero no infundirles el deseo de autodisciplina: ese deseo sólo
podía generarlo una aprensión más honda al caos dominante interno y
externo.
A principios del Renacimiento algo le ocurrió a este estoicismo práctico
tan arraigado. No fue directamente desafiado como valor ético, pero sí
afectado, sin embargo, por una nueva apreciación de los seres humanos
como criaturas históricas, criaturas que no sólo duran año tras año,
sino que también evolucionan. El estoicismo inquebrantable del campesino
no era suficiente para el hombre histórico; las condiciones de la
disciplina tendrían que adaptarse a un yo en flujo constante. Pero
¿cómo?
107 Éste era el dilema
al que se enfrentó el filósofo florentino Pico della Mirándola en su
“Discurso sobre la dignidad del hombre”. Pico es la primera voz moderna
de “homo faber”, es decir, “el hombre como hacedor de sí mismo”. Pico
afirmó que el hombre es “un animal de naturaleza diversa, multiforme y
destructible”. En esta condición flexible, “es propio del (hombre) tener
aquello que escoge y ser lo que quiere”. Más que mantener el mundo como
lo ha heredado, tenemos que darle nueva forma; nuestra dignidad depende
de que así lo hagamos. Pico afirma que es “innoble... no dar nacimiento
a nada desde nosotros”. Nuestro trabajo en el mundo es crear, y la mayor
creación es nuestra propia historia. La virtud de imponer una forma a la
experiencia sigue siendo una manera fundamental de definir a alguien que
poseer un carácter fuerte.
Sin embargo, el homo
faber tropezó con el dogma tradicional cristiano.
Es una virtud someter el tiempo personal a una disciplina, pero pecado
de soberbia planificar la propia experiencia.
Pico ella Mirándola es
uno de los primeros filósofos renacentistas que celebran los riesgos
psíquicos a sabiendas de que el mar interior, como los océanos que
exploraban los navegantes de su época, es territorio desconocido.
108 Estad dos líneas
éticas contrarias, la autodisciplina y la creación de sí mismo, aparecen
juntas en el ensayo más célebre sobre la ética del trabajo: “La ética
protestante y el espíritu del capitalismo” de Max Weber. Weber quiso
mostrar su combinación, más que su contradicción, analizando los albores
del capitalismo moderno.
Lo que se debe posponer
es el deseo de gratificación y realización; tenemos que moldear la
biografía de modo que al final logremos algo; entonces, y sólo entonces,
en ese tiempo futuro, estaremos realizados. En el presente hay que
seguir actuando como el campesino de Virgilio, combatiendo la pereza y
las fuerzas del caos interior mediante un rígido y tenaz prorrateo del
tiempo.
Esta visión del tiempo
de trabajo sirve a Weber para criticar las modernas ideas sobre el
carácter, específicamente la creencia en el hombre como su propio
hacedor. La versión del ensayo de Weber que con mayor frecuencia se da
en las escuelas es más o menos la siguiente. El protestante del siglo
XVII intentaba demostrar su dignidad a ojos de Dios disciplinándose,
pero a diferencia del penitente católico que se recluye en un
monasterio, el protestante demostrará su dignidad anulándose en el
presente, acumulando pequeñas prendas de virtud mediante el sacrificio
diario. Esta abnegación se convertirá luego en el “ascetismo mundano”
del capitalismo del siglo SVIII, con el acento puesto en ahorrar más que
en gastar y su “ruitinación” de la actividad cotidiana, su miedo al
placer. Ese breve pasaje consigue vaciar el texto de Weber de su
grandeza trágica.
109 En opinión de Weber,
antes del advenimiento del protestantismo, el catolicismo había
intentado tranquilizar a la imperfecta humanidad aconsejándole que se
rindiera a las instituciones de la Iglesia, a sus rituales y a los
poderes mágicos de sus sacerdotes. El protestantismo buscó un remedio
más individual a esa duda.
Martín Lutero oponía a
los consuelos del ritual una experiencia más desnuda de la fe; la fe no
podía venir, según Lutero, por oler incienso o rezar ante estatuas.
Lutero se distinguió por sostener que el hombre o la mujer que
renunciaban a la idolatría tenían que hacer frente a las cuestiones de
la fe solos y sin ayuda, más que como miembros de una comunidad. La suya
es una teología del individuo.
El individuo protestante
tiene que modelar su historia de modo que dé como resultado un todo
valioso y con contenido. El individuo se vuelve éticamente responsable e
su tiempo vivido, particular.
Muy poco es lo que podemos controlar de lo que ocurre en la historia de
nuestra vida, pero Lutero insiste en que debemos asumir la
responsabilidad por su conjunto.
En la “Ética
protestante”, Weber se concentra en un aspecto de la doctrina
protestante que hacía imposible asumir la responsbilidad de la propia
historia personal.
El cristiano vive en la
duda total sobre si será capaz de justificar la historia de su vida. En
la eología protestante, esta duda absoluta se transmite por la doctrina
teológica de la predestinación, aparentemente misteriosa. Calvino afirma
en la “Institución” que sólo Dios sabe si una alma se salvará o será
condenada tras la muerte; no podemos abusar de la Divina Providencia.
Destrozado por el peso del pecado, el ser humano vive en un estado de
constante inseguridad... Ésta es la cruz de la humanidad protestante
110 Nunca podemos
presumir con confianza de ser buenos y ni siquiera de haber hecho lo que
es bueno... El Dios de Calvino responde “Esfuérzate más. Nada es
suficientemente bueno”.
Al protestante, en lugar de un balsámico ritual se le ofreció una
medicina más dura: el trabajo esforzado y constante orientado hacia el
futuro. Organizar la historia de la vida personal a través de un trabajo
así podría servir como una lucecita en la oscuridad, una señal de que
hemos sido elegidos y de que nos salvaremos del infierno. A diferencia
de las buenas obras de los católicos, el trabajo duro no podía servirle
al protestante para ganarse un favor mayor del Creador; el trabajo sólo
ofrece señales de intenciones dignas a un juez divino que ya ha decidido
cada caso de antemano.
En opinión de Weber, fue
así como pasó del protestantismo al capitalismo la disposición a ahorrar
más que a gastar como un acto de autodisciplina y sacrificio. Este mismo
paso dio lugar a un nuevo tipo caracteriológico: el hombre empeñado en
probar su valor moral por el trabajo.
111 Como historia
económica, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” está
plagada de errores. Como análisis económico, extrañamente omite toda
consideración del consumo como fuerza motriz del capitalismo. Sin
embargo, como crítica de cierto tipo de carácter, tanto su propósito
como su ejecución son coherentes. La ética del trabajo de este tipo de
hombre no le parece a Max Weber una fuente de felicidad humano, y
tampoco de fuerza psicológica. El hombre “exigido” está demasiado
cargado por la importancia que ha llegado a atribuirle al trabajo.
No hay duda de que queremos exorcizar a las furias que acosan al hombre
preso por sus exigencias.
No obstante, todo
depende de cómo se alivie el peso sobre el yo trabajador.
Las formas modernas de trabajo en equipo son, en muchos aspectos, el
polo opuesto de la ética del trabajo concebida por Max Weber. En cuanto
ética de grupo como opuesta al individuo, el trabajo en equipo hace
hincapié en la receptividad mutua más que en la validación personal. El
tiempo de los equipos es flexible y orientado hacia tareas específicas a
corto plazo más que al cálculo de décadas marcadas por la contención y
la espera.
Sin embargo, el trabajo
en equipo nos introduce en ese dominio de la superficialidad degradante
que se cierne sobre el moderno lugar de trabajo. De hecho, el trabajo en
equipo sale del territorio de la tragedia para representar las
relaciones humanas como una farsa
115 El trabajo en equipo
adquirió una especie de sanción oficial en las prácticas americanas de
gestión de empresas en un estudio encargado por la secretaria de Estado
de Trabajo Elizabeth Dole, La SCANS (Secretary’s Comisión on Achieving
Necessary Skills) presentó en 1991 su informe, en el que se analizaban
las capacidades que la gente necesita en una economía flexible
La imagen del equipo en el informe SCANS, es un grupo de gente reunida
para realizar una tarea concreta e inmediata más que para vivir juntos
como en un pueblo.
116 Los autores
argumentan que un trabajador tiene que poner en tareas a corto plazo una
capacidad instantánea de trabajar bien con un cambiante elenco de
personajes, lo cual significa que las capacidades sociales que la gente
trae al trabajo han de ser portátiles: escuchar bien y ayudar a los
demás, al moverse de equipo en equipo, a medida que cambia el personal
de los equipos –como moverse de una ventana a otra en una pantalla de
ordenador-. Al buen jugador de este equipo también se le pide distancia,
debería tener la capacidad de entablar relaciones estables y juzgar cómo
pueden cambiarse, imaginarse la tarea entre manos más que zambullirse en
largas historias de intrigas, traiciones pasadas y celos.
Se usan las confusas metáforas del deporte: los jugadores hacen las
reglas mientras juegan...
Y el deporte de la oficina difiere de los otros deportes porque en el
trabajo los jugadores no llevan los tantos de la misma manera. Sólo
importa el partido que se está jugando.
En cada “partido” se
empieza de cero, lo cual significa que en el moderno lugar de trabajo la
antigüedad cuenta cada vez menos.
Los modernos directivos
también saben que la competición individual “a vida o muerte” pueden
destrozar el rendimiento de un grupo. Así, en el moderno equipo de
trabajo surge la siguiente ficción: los empleados no compiten entre sí,
y, lo que es aún más importante: el jefe gestiona el proceso del grupo.
El o ella es un “guía”, un “coordinador”, la palabra más maliciosa del
moderno léxico de la gestión de empresas; un líder, más que gobernantes,
está de tu lado. El juego del poder se juega entre un equipo y otros
equipos de otras empresas.
118 En un mundo laboral
estilo torniquete, las máscaras de la cooperatividad están entre los
únicos objetos personales que los trabajadores llevan con ellos de una
tarea a otra, de una empresa a otra: ventanas de sociabilidad cuyo
“hipertexto” es una sonrisa ganadora. Si esta formación en capacidades
humanas es sólo un acto, es, también una cuestión de mera supervivencia.
La presión de otros colegas de su equipo de trabajo ocupaba el lugar del
jefe que azuzaba con el látigo
119 Lo que estas medidas
tienen en común es que no cambian la naturales fundamental del sistema
de producción ni amenazan la organización básica de la estructura de
poder de las empresas.
120 Las técnicas
modernas de dirección de empresas intentan escapar del aspecto
“autoritario” , pero en el proceso se las arreglan también para no
asumir la responsabilidad e sus actos
Pues nadie puede ser considerado responsable
En cambio, es la presión de los colegas la que ha de hacer el trabajo
del jefe
121 Esta falta de
autoridad libera a los que están al mando para que adapten, cambien,
reorganicen sin tener que justificarse ni justificar sus actos.
El cambio es el agente responsable; el cambio no es una persona
Además, el poder sin autoridad permite a los líderes de un equipo
dominar a los empleados negando la legitimidad de las necesidades y
deseos de éstos
El buen jugador de
equipo no se queja. Las ficciones del trabajo en equipo, a causa de su
misma superficialidad de contenido y atención puesta en el momento
inmediato y su manera de evitar la oposición y la confrontación, son
útiles en el ejercicio de la dominación.
El director ha dominado el arte de ejercer el poder sin tener que
presentarse como responsable.
122 Este juego del poder
sin autoridad hace surgir un nuevo tipo caracterológico. En lugar del
hombre llevado por las exigencias, aparece el hombre irónico.
Según Rorty, no hay sociedad que pueda cohesionarse por la ironía. La
ironía tampoco estimula a la gente a desafiar el poder.
El carácter irónico se vuelve autodestructivo en el mundo moderno; uno
pasa de creer que nada es fijo a “no soy totalmente real, mis
necesidades no tienen sustancia”.
123 Ni la antigua ni la
nueva ética del trabajo proporcionan una respuesta satisfactoria a la
pregunta de Pico della Mirándola: “¿Cómo debo modelar mi vida?”
El cambio múltiple e irreversible, la actividad fragmentada, pueden ser
cómodos para los nuevos amos del régimen, como la corte de Davos, pero
pueden desorientar a los sirvientes del régimen. Y el nuevo ethos
cooperativo del trabajo en equipo pone en el lugar de amos a los
“facilitadores” y “gestores de procesos” que soslayan el sincero
compromiso con sus subordinados.
124
El Fracaso
El fracaso es el gran tabú moderno. La literatura popular está llena de
recetas para triunfar, pero por lo general callan en lo que atañe a la
cuestión de manejar el fracaso.
Las reconversiones de empresas y las reducciones de plantilla imponen a
la clase media desastres repentinos que en el capitalismo anterior
estaban mucho más limitados a las clases trabajadoras.
125 El fracaso puede ser
de una especie más profunda: no poder estructurar una vida personal
coherente; no realizar algo precioso que llevamos dentro; no saber vivir
sino meramente existir.
126 ¿Qué debería guiar a
la gente lejos de la patria, la gente que ahora intenta crear una nueva
narrativa espiritual? Según Lippmann, la carrera. NO hacer una carrera
del trabajo, por modestos que fueran su contenido o su paga, era
entregarse a la sensación de errar sin rumbo que constituye la
experiencia más profunda de la ineptitud
Recorrer ese camino (la carrera como una ruta bien hecha) es el
antitodo, según Lippman, contra el fracaso personal.
¿Podemos practicar este remedio en un capitalismo flexible?
E.P. Thompson señala que en el siglo XIX incluso los trabajadores menos
favorecidos, mal pagados, desempleados o que iban buscando un empleo
tras otro, intentaban definirse a sí mismos como tejedores, obreros
metalúrgicos o campesinos El prestigio en el trabajo se consigue siendo
algo más que “un par de manos”; los trabajadores manuales y los
empleados domésticos de categoría superior en las familias victorianas
lo buscaban en las palabras, carrera, profesión y oficio, que mezclaban
indiscriminadamente más allá de lo que podría considerarse admisible.
Así, pues, el deseo de prestigio que brinda una profesión no es nada
nuevo.
127 La persona que se
dedica al ejercicio de una profesión se plantea propósitos a largo
plazo, criterios de comportamiento profesional y no profesional, y un
sentido de la responsabilidad para su conducta.
En el uso que de la
palabra hace Weber, Beruf, en alemán “profesión, carrera”, también
subraya la importancia del trabajo como narración, y afirma que el
desarrollo del carácter sólo es posible mediante un esfuerzo organizado
y a largo plazo
128 Hoy conocemos formas
de burocracia diferentes de las conocidas por Lippmann y Weber; el
capitalismo ahora actúa según principios de producción diferentes. Sin
embargo, dejar de extraer algún sentido de continuidad y finalidad de
estas condiciones equivaldría literalmente a nuestro propio fracaso.
RICHARD SENNETT,2003
Sobre la dignidad
del hombre en un mundo de desigualdad
Primera Parte
ESCASEZ DE RESPETO
1. Recuerdos de Cabrini
2. El significado del respeto
Segunda parte
UNA INDAGACIÓN SOBRE EL RESPETO
3. Desigualdad de talento
4. La vergüenza de depender
5. La compasión que hiere
Tercera parte
UNA DISCUSIÓN SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR
6. El respeto burocrático
7. La asistencia social liberada
Cuarta parte
CARÁCTER Y ESTRUCTURA SOCIAL
8. Lo mutuo en el respeto mutuo
9. El giro del carácter hacia fuera
10. La política del respeto
13 - 14 PREFACIO
La sociedad tiene una idea dominante: la de que tratándonos unos a otros
como iguales afirmamos el respeto mutuo... Para ganar respeto, no hay
que ser débil, no hay que padecer necesidad.
En general, cuando se insta a los beneficiarios de ayudas sociales a
“ganar” respeto por sí mismos, lo que se quiere decir es que se hagan
materialmente autosuficientes. Pero en el conjunto de la sociedad, el
respeto por uno mismo no sólo depende del nivel económico, sino también
de la manera en que se logra. El respeto por uno mismo no se “gana” de
la misma manera que el dinero. Una vez más se interpone la desigualdad;
hay quienes pueden alcanzar respeto por sí mismos en el escalón más bajo
del orden social, pero su conservación es frágil.
18
PRIMERA PARTE. Escasez de respeto
La falta de respeto, aunque menos agresiva que un insulto directo, puede
adoptar una forma igualmente hiriente. Con la falta de respeto no se
insulta a otra persona, pero tampoco se le concede reconocimiento. ...
Al igual que muchas
hambrunas, esta escasez es obra humana; a diferencia del alimento, el
respeto no cuesta nada. Entonces, ¿por qué habría de escasear?
19 – 20 - 21. Recuerdos
de Cabrini. Las viviendas
sociales.
A principios del siglo pasado, los negros pobres norteamericanos
comenzaron a escapar a la servidumbre del Sur rural y a trasladarse a
las ciudades del Norte. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, esta
marea migratoria se incrementó; tanto los negros como las negras
encontraban empleo en la industria de guerra, que ofreció a las mujeres
una alternativa al servicio doméstico. En Chicago, mi ciudad natal, los
blancos no tenían mejor disposición que en el Sur para con los negros;
la aparición de estos nuevos trabajadores industriales impulsó a
polacos, griegos e italianos a alejarse de los negros, a pesar de que
tenían que trabajar todos juntos.
Pero los planificadores
urbanos, en un intento por interrumpir la fuga de blancos de los barrios
en los que se establecían los negros, construyeron en el corazón de
Chicago nuevas viviendas, en las que se reservaba cierta cantidad de
plazas para blancos pobres. Cabrini Green fue uno de esos enclaves
racialmente mixtos y fue allí donde pasé parte de mi niñez.
Años después, Cabrini se
convirtió en emblema de todo lo peor que podía haber en materia de
vivienda pública: abundancia de drogas y pistolas y parterres cubiertos
de cristales rotos y excrementos de perro. Pero a finales de los años
cuarenta, un espectador foráneo no habría visto en este polígono de
viviendas otra cosa que una arquitectura sencilla de largas y simples
cajas bajas y sin adornos que suavizaran sus líneas. Pero las
instalaciones sanitarias funcionaban, los parterres eran verdes, había
buenas escuelas en la cercanía. En verdad, para los negros que llegaban
a Chicago, “el futuro parecía brillante”, dijo más tarde un observador
de un complejo de viviendas sociales como el nuestro; estas casas de
ladrillos de ceniza sustituían las chabolas de papel alquitranado en las
que tantos habían vivido en el Sur, pues estas casas les enviaban una
señal de que finalmente la sociedad en su conjunto les reconocía su
penuria histórica. ...
Sin embargo, otra era la
señal que la vivienda pública enviaba a los blancos pobres de Cabrini.
La lucha racial tenía en Chicago una larga historia; en el momento de la
Segunda Guerra Mundial, las autoridades sabían que tenían que abordarla
de alguna manera. Cuando se inauguraron estas viviendas, en 1942, las
autoridades propusieron a los blancos pobres: si vivís entre negros, nos
haremos cargo de vuestros alquileres. La guerra había producido escasez
de vivienda en la ciudad, sobre todo de viviendas baratas. De la misma
manera que los planificadores gubernamentales anteriores y posteriores,
los proyectistas de Cabrini Green trataron de poner remedio a un gran
mal social mediante la satisfacción de esta necesidad práctica del
sistema del bienestar, pues utilizaba la vivienda coo “instrumento” para
combatir la segregación racial. No era un instrumento que emplearan de
manera directa; ninguno de los creadores de Cabrini Green vivió
efectivamente entre nosotros. Ni tampoco la pequeña burguesía negra de
la ciudad. No sé si nuestros vecinos eran más o menos racistas que otros
blancos, pero, con independencia de sus opiniones, estaban al servicio
de la integración racial tal como la imaginaba una clase superior.
De acuerdo con el
proyecto original, Cabrini sería blanco en un setenta y cinco por ciento
y negro en el veinticinco por ciento. Pero cuando abrió sus puertas, los
porcentajes se habían invertido.
26 Cincuenta años después, con todas las distorsiones y cierta sabiduría
inherentes a la mirada retrospectiva, me parece que Cabrini planteaba
dos problemas que podían desafiar el sentido del valor que los
residentes se reconocían. Uno era la dependencia de los adultos,
condición que los norteamericanos adultos tienden a temer como
degradante, “dependencia de la asistencia social” es sinónimo de
humillación. En Cabrini, la raza definía esa humillante dependencia; la
necesidad de vivienda de nuestros vecinos blancos los forzaba a mantener
relaciones raciales que los blancos los forzaba a mantener relaciones
raciales que los blancos en mejores condiciones económicas evitaban.
El otro problema
estribaba en que la gente se viera privada del control de su propia
vida. En efecto, se la convertía en espectadora de sus necesidades, en
meros consumidores del cuidado que se les dispensaba. Allí fue donde la
gente experimentó esa particular falta de respeto que consiste en no ser
vista, en no ser tenida en cuenta como auténticos seres humanos.
30 Sólo una vez, en
1959, mi madre y yo volvimos juntos a Cabrini. No se veía blancos por
ningún sitio. Pero lo que nos impresionó fue la ruina física del barrio;
la obsesiva limpieza de los pisos tanto de blancos como de negros de
diez años antes había quedado definitivamente en el pasado. Del orgullo
de “las flores del frente y de los huertos y la hierba del fondo”, había
desaparecido.
31 En Chicago, lo mismo que en todas las ciudades del norte de Estados
Unidos, hacía mucho tiempo que imperaba una segregación de hecho, aunque
no de derecho. El espacio de la ciudad estaba dividido por razas; y lo
mismo ocurría con el tiempo. Durante el día, las razas podían mezclarse,
sobre todo en los grandes almacenes del Loop, en el centro de la ciudad;
por la noche, las razas casi nunca se encontraban.
Los negros en ascenso
social, habían alentado al menos la esperanza de que era posible superar
los peores efectos de la segregación racial, como el acceso a la
atención médica de que disponían los blancos, o el acceso a las
universidades blancas. El movimiento por los derechos civiles intentó
trasponer esta línea divisoria en las ciudades del Norte, pero al mismo
tiempo los negros de clase media también “perdieron toda ilusión” de que
el ascenso económico bastara por sí solo para lograr aceptación
33 La jerga del trabajo
social puede ser degradante, pues puede tratar a los pobres como bienes
deteriorados, o regodearse en un argot psicológico....
Tanto mi madre
(asistenta social) como su hija profesional eran personas de una clase
más alta, con poder para violentar a los pobres, como escribió mi madre;
si habían dedicado su vida a los pobres, la caridad misma tiene poder
para herir; la piedad puede engendrar menosprecio; la compasión puede
estar íntimamente ligada a la desigualdad. Para que la compasión sea
operativa, tal vez haya que atenuar el sentimiento, tratar a los otros
con frialdad. El hecho de cruzar la frontera de la desigualdad tal vez
requiera reserva de parte de la persona más fuerte que traspone la
frontera; la reserva reconocería la dificultad, la distancia podría ser
una señal de respeto, aunque de un respeto particular
35 Para que
profesionales con educación superior y trabajadores no cualificados
puedan hablarse libremente se necesita mucho tiempo y una gran dosis de
confianza; no es fácil que el bello y el feo hablan entre sí de sus
cuerpos; la gente de vida afortunada tiene dificultades en
“relacionarse” con la experiencia de gente forzada a permanecer en la
estrechez de las rutinas.
La desigualdad puede crear malestar y el malestar alimenta un deseo de
conectar, aunque la conexión sea tácita, silenciosa, circunspecta. Esta
cadena emocional de acontecimientos complica el precepto de “mostrar
respeto” por alguien que ocupe un lugar más bajo en la escala social o
económica. Se puede temer que la estima parezca condescendencia y, por
tanto, retraerse. Además, la conciencia de los privilegios propios puede
provocar malestar; en la sociedad moderna la gente no habla con
comodidad de su situación de superioridad en la vida como lo hacía en el
Ancíen Régime, sin ninguna vergüenza. Paradójicamente, la angustia del
privilegio puede agudizar la conciencia de quienes tienen menos; es una
angustia que difícilmente se declara.
Por estas razones, el hecho de sentir respeto puede no conducir al de
mostrarlo.
57 - 58 Para los
europeos, Estados Unidos parece más una sociedad de masas que una
sociedad de clases, pero esa apariencia sólo se debe a que en este país
la clase se oculta tras una brillante superficie de cultura comercial.
En los años sesenta, esa brillante superficie se rompió cuando las
clases trabajadoras blancas se volvieron contra las clases
profesionales, la élite liberal y los hijos radicales y contraculturales
de ésta durante la guerra de Vietnam. También se volvieron por debajo
contra los negros pobres, a los que consideraban parásitos y estafadores
del sistema del bienestar. Los políticos de derechas movilizaron el
resentimiento y el odio de clase de esta “mayoría silenciosa”, aunque
parecía cualquier cosa menos silenciosa.
El punto de partida de
nuestras entrevistas era que en el origen de este descontento de clase
había algo más que un prejuicio de derechas. Cogimos unas cien familias
y entrevistamos a sus miembros individualmente y en grupos, con el
objetivo de descubrir si tenían una conciencia distintiva e clase y cómo
operaba.
Cuando entrevistábamos a
trabajadores blancos a solas, hablaban equilibrada y abiertamente acerca
de sí mismos en relación con los otros en la ciudad. Eran realistas en
lo concerniente a los malos tiempos por los que pasaban los negros
pobres que tenían por debajo; y por otro lado, las pretensiones de los
profesionales, lejos de producirles animadversión para con la élite, les
resultaban divertidas. Anclados en trabajos de bajo estatus, solían
tener la sensación de que habían fracasado en la tarea de hacer algo de
sí mismos a través del trabajo. Pero no carecían de respeto por sí
mismos, lo cual les venía del hecho de mantener a su familia. Pero la
gente de clase media no se daba mucha cuenta de ese esfuerzo y para
nuestros entrevistados esa indiferencia era un insulto.
Cuando les entrevistábamos en grupo, dejaban de lado esta evaluación
equilibrada de los otros y esta compleja consideración de sí mismos. Se
sentían libres para permitirse groseras difamaciones y chistes, se
estimulaban unos a otros, se lanzaban contra la élite liberal y los
medios de comunicación, se convertían en hombres y mujeres iracundos
manipulados por los políticos. Nuestras entrevistas con grupos estaban
marcadas por un juego de respeto de suma cero, juego en el que se negaba
el respeto a los negros con el fin de afirmar su propio valor.
Hace treinta años me
obsesionaba por la manera de evitar ese hostil juego de suma cero, y
todavía me sigue obsesionando. La desigualdad se había traducido en duda
de sí mismo; esa duda podía aliviarse en parte atacando la integridad de
otros, aunque no creo que los taques a los negros o a los liberales
sirvieran en realidad para que la gente se sintiera bien consigo misma.
Sin embargo, la condición de “no ser vito” había producido un deseo de
venganza. Por tanto, había allí un triste resultado de la escasez de
respeto.
59 Mi infancia en
Cabrini y la vida de estos trabajadores blancos son ambos extremos del
mismo problema, el de que las desigualdades de clase y de raza son sin
ninguna duda un obstáculo al respeto recíproco entre los individuos.
Entre uno y otro extremo están las experiencias más difíciles de leer:
la necesidad de contenerse por respeto a alguien, la división entre
respeto a sí mismo y respeto grupal, la fuerza del yo que degrada a los
otros, la mala adaptación entre la confianza en uno mismo y la
consideración de los demás, el vínculo con los otros que deriva del
“error” de imaginar que uno es como ellos. Podría parecer que todas
estas cosas fueran cuestiones más subjetivas que la vida en un complejo
de viviendas sociales o el odio de clase, pero las fuerzas sociales dan
forma a esas experiencias personales exactamente de la misma manera en
que dan forma a condiciones más “objetivas”.
60
EL SIGNIFICADO DEL RESPETO
Las naciones van a la guerra por honor, las negociaciones laborales se
encallan porque los sindicatos no se consideran tratados con dignidad
por la patronal, los cortesanos de Luis XIV peleaban por quién tenía
suficiente prestigio para sentarse en un taburete en presencia del
sobrino del rey. Se profesa admiración por un soldado que ha luchado con
valor, los bomberos se sienten orgullosos de trabajar juntos para apagar
un incendio, un estudioso que h esclarecido un hecho difícil de entender
siente satisfacción pro el trabajo realizado. El respeto parece tan
fundamental a nuestra experiencia de las relaciones sociales y del yo,
que tenemos que definir más claramente en qué consiste.
La sociología dispone en
realidad de muchos sinónimos para nombrar diferentes aspectos del
“respeto”. Entre ellos encontramos “estatus”, “prestigio”,
“reconocimiento”, “honor” y “dignidad”.
62 “Tomar
en serio las necesidades de los otros”
El escritor Michael Ignatieff ha dicho que, en la sociedad, los otros
son en su mayoría extraños. A muy pocos individuos podemos conocer
personalmente; en las sociedades complejas, la escena está poblada de
una gran variedad de tipos sociales cuyas vidas no comprendemos de forma
inmediata. ¿Qué hay por tanto en nosotros para ser sensibles a esos
individuos a los que no conocemos personalmente?
64 – 65 - 66 El
concierto proporciona un ejemplo positivo del carácter: tratar con
respeto la necesidad percibida en el otro cuando se actúa con él.
Concebido en sentido más general, el carácter se dirige al conjunto de
las manchas de tinta de la sociedad; el carácter de una persona la lleva
a una vida expresiva en las relaciones humanas. La visión amplia del
carácter proporciona una vara crítica con la cual medir otras palabras
del vocabulario del “respeto”
La primera de esas
palabras es “estatus”. En general, el estatus se refiere al lugar que
una persona ocupa en una jerarquía social. En la sala de concierto, lo
único que requiere el establecimiento de estatus es que la mención del
cantante en el programa se haga en letras de mayor tamaño que las del
acompañante y con harta frecuencia la impresión es una guía segura de lo
que allí se habrá de escuchar. La sociedad otorga estatus de la misma
manera y en general con la misma consecuencia; es el superior quien
requiere ser tenido en cuenta y quien obtiene reconocimiento.
El “prestigio” se
refiere a las emociones que el estatus despierta en los otros, pero la
relación entre estatus y prestigio es compleja. No siempre un estatus
superior otorga mayor prestigio. Un aristócrata corrupto o inepto puede
perder prestigio a los ojos de los otros y retener su estatus legal de
privilegio; entonces decimos que la persona ha degradado su posición. El
prestigio también puede distinguirse de la pura jerarquía. La
investigación en prestigio ocupacional muestra, por ejemplo, que las
personas que tienen un oficio útil e independiente, como los ebanistas,
gozan de más prestigio que la élite de ejecutivos de empresa, inmersos
en la política corporativa y que no tienen pleno control de su trabajo.
Por último, es posible transferir el prestigio de personas a objetos: un
Porsche es un elemento de prestigio con independencia de quien lo posea.
Entonces, ¿es “prestigio” un sinónimo suficiente de “respeto”? No del
todo ...
Lo que falta en estos términos es algo que conlleve reciprocidad, que es
precisamente lo que implica la palabra “reconocimiento”.
La palabra
“reconocimiento” no tiene todavía la amplitud suficiente para abarcar la
conciencia de la necesidad mutua. Éste es un elemento posterior, y más
oscuro, que consiste en el honor social. La palabra “honor” tiene un
halo anticuado y cuasi victoriano, pero en dos sentidos es una categoría
mucho más fundamental de la vida social.
El honor propone, en
primer lugar, códigos de conducta; un individuo de la tribu beduina al
que la costumbre obliga a servir de guardián de los hijos de su hermano
muerto, obedece un código de honor. En segundo lugar, el honor señala
una suerte de supresión de fronteras y de distancias sociales. En
palabras del sociólogo Pierre Bourdieu, el honor supone “un individuo
que se ve a sí mismo siempre a través de los ojos e los otros, que tiene
necesidad de los otros para su existencia, porque la imagen que tiene de
sí mismo es indistinguible de la que le presentan los demás”. Tanto la
fuerza como la perversidad del honor social han de fundarse en este tipo
de reciprocidad.
... Como en el juego de suma cero que practican los trabajadores de
Boston: para afirmar el honor de nuestro grupo, tenemos que denigrar el
honor del vuestro.
Los aspectos positivos del reconocimiento y los negativos del honor
social definen los polos de la reciprocidad.
67 El acto de respetar
el dolor ajeno es lo que confiere a los seres humanos una dignidad
secular cuyo peso específico es afín al respeto de lo divino en las
sociedades más tradicionales. La otra trayectoria de la sociedad secular
moderna ha sido enfatizar la dignidad del trabajo.
69 Los igualitarios radicales han sostenido a veces que si se pudiera
igualar las condiciones materiales, la conducta de respeto recíproco
brotaría “natural” y espontáneamente. Esta expectativa es
psicológicamente ingenua. Aun cuando se eliminaran de la sociedad todas
las desigualdades injustas, seguiría presente el problema de cómo dar
forma a nuestros peores y a nuestros mejores impulsos. No sugiero que
haya que aceptar la desigualdad o acomodarse a ella; por el contrario,
lo que sostengo es que en la vida social, lo mismo que en el arte, la
reciprocidad requiere trabajo expresivo. Es menester hacerla realidad,
ejecutarla. (símil musical)
73 - 74 (Segunda parte)
UNA INDAGACIÓN SOBRE EL
RESPETO
De tres maneras modela la sociedad el carácter, y de acuerdo con ellas
se gana el respeto de los demás o no se consigue inspirarlo.
La primera manera es la
que tiene lugar a través del propio desarrollo, en particular a través
del desarrollo de capacidades y de habilidades. La persona muy
inteligente que derrocha talento no concita respeto; en cambio, sí lo
hace una persona menos dotada pero que trabaja al límite de su
capacidad. El desarrollo de uno mismo se convierte en fuente de estima
social precisamente a causa de que la sociedad condena el derroche y,
por el contrario, premia el uso eficiente de los recursos, ya se trate
de experiencia personal, ya de economía.
La segunda manera reside
en elucidado de uno mismo. En el mundo antiguo, cuidar de sí mismo
significaba aprender a regular los placeres y los dolores corporales...
El cuidado de sí mismo puede significar además no convertirse en una
carga para otros, de modo que el adulto necesitado se ve cubierto de
vergüenza, mientras que la persona autosuficiente es respetada. Esta
manera de ganar respeto deriva del odio de la sociedad moderna al
parasitismo; si la sociedad teme el derroche, aún más teme –ya racional,
ya irracionalmente- verse agostada por demandas injustificadas.
La tercera manera de ganar respeto es retribuir a los otros (...) El
principio social que anima el carácter de quien retribuye a la comunidad
es el intercambio.
83 - 84 El respeto debido
al talento.
En el Ansíen Régime, la mayoría de los puestos del gobierno, el ejército
o la Iglesia eran heredados. ... El mero talento contaba poco a la hora
de detentar privilegios; la capacidad tenía poco que ver con la
jerarquía.
La ceguera al talento
campeaba sobre todo en las habilidades de tipo económico. Antes del
siglo XVII, las habilidades para los negocios se asociaban
mayoritariamente a los judíos marginados, cuyo supuesto talento para
hacer dinero producía desprecio. ...
Samuel Pepys, autor de
un diario en el siglo XVII, representa un gran cambio en las relaciones
de los individuos con el orden social; su carrera pone de relieve la
reivindicación de que a los individuos se les debe respeto
exclusivamente por sus talentos, reivindicación que lo eleva por encima
de los caballeros económicamente incompetentes.
Pepys era un funcionario
del gobierno de gran talento que trabajaba sobre todo en el
Almirantazgo.
La fórmula “carreras abiertas al talento” empezó a ser común en la
generación de Pepys, a mediados del siglo XVII, y sobre todo entre
individuos de la posición social de Pepys. Desde el punto de vista
político, eran partidarios de un Estado bien administrado en el que
hubiera espacio para “hombres nuevos” de origen burgués, sobre todo en
la administración financiera; el dinero era demasiado importante para
dejarlo en manos de aristócratas. ...
En la época de Pepys, la
habilidad jurídica requería una memoria prodigiosa para citar los
precedentes. La habilidad para los números parecía inherente al
individuo como don personal distintivo, la capacidad para calcular por
sí mismo con independencia de los cálculos de los demás; en 1664, Pepys
no aceptará la autoridad de las cuentas oficiales para los faroles de
popa precisamente porque son de índole jurídica. Por “carreras abiertas
al talento” (también símil musical en los concursos) se entendía el
derecho del individuo talentoso a mostrar qué era capaz de hacer por sí
mismo; en 1665, Pepys muestra a sus superiores lo que ellos no habían
entendido, aun cuando eran sus superiores .Un siglo después, los
fisiócratas –grupo de contables y financieros británicos y franceses-
afirmarían que las cuentas oficiales que llevan los Estados no eran más
que sospechosos registros que debían someterse a la inspección de una
élite de matemáticos notables.
La doctrina de las “carreras abiertas al talento” se había extendido del
dominio exclusivo de los cargos del Estado para dar lugar a un principio
sociológicamente más amplio: el de la “aristocracia natural”... De la
misma manera que los fisiócratas franceses, Jefferson aspiraba con ello
a lograr un cambio general en las instituciones. ...
El despido repentino y
arbitrario fue durante mucho tiempo la regla de la mayoría de los
regímenes monárquicos. En el siglo XVII, Enrique VIII mantenía a sus
servidores más talentosos en estado de terror, pues repentinamente y sin
razón aparente enviaba uno tras otro a la Torre o al tajo del verdugo.
Los reformadores razonaban que los premios por capacidad no podían
otorgarse sin los actos correspondientes de definición y castigo de la
incompetencia. ...
Los príncipes del
Renacimiento honraban a los artistas de talento. La diferencia moderna
es el surgimiento de una burocracia más generalizada del talento, la
extensión de esta burocracia a campos en los que en épocas anteriores se
esperaba que rigiera el privilegio heredado . ...
Una consecuencia de la creación de este marco institucional moderno fue
la posibilidad cada vez mayor de exhibir formal, públicamente el
“talento” ...
El talento burocrático
no vino a colocarse muy lejos de otros tipos de habilidad para la
actuación.... (virtuosismo) ... Esto, que en las artes era motivo de
asombro, en la vida profesional se convirtió en fuente de dominación ...
Más que una mayor
capacidad en las habilidades comprensibles de la vida cotidiana, el
maestro tenía otro tipo de habilidad, insondable, no diferencia de
grado, sino de cualidad. En esa diferencia se originó una desigualdad
cada vez mayor. Puesto que sus habilidades eran incomprensibles,
aquellos sobre quienes mantenían su dominio sólo podían ser sus
espectadores, sus súbditos...
Esto quiere decir que si sólo pensamos en el talento especializado en
términos de técnica, dejamos de lado un elemento importante de su
sociología (...) Las carreras abiertas al talento se fueron haciendo
cada vez más burocráticas, racionalizadas, y la capacidad misma cada vez
más un enigma público.
En la sociedad contemporánea, el enigma del talento ha experimentado un
segundo giro, aparentemente en sentido opuesto al de la habilidad
especializada ... ¿Qué clase de habilidad es aquella todavía no
realizada y que las fórmulas de competición de la sociedad ponen en
peligro?
84
La habilidad potencial
Los exámenes de ingreso a las academias militares francesas de 1782
planteaban problemas de geometría enormemente sofisticados para la
mirada moderna. Procuraban, podríamos decir, eliminar el “prejuicio
cultural2 para descubrir a los individuos potencialmente dotados entre
una masa de personas no favorecidas por ventajas sociales ...
85 Los partidarios
modernos de la discriminación positiva en educación o en el empleo
adoptan otra táctica ... Uno de los términos que se usan para nombrar la
capacidad potencial es la horrible palabra “aptitud”, pero esta palabra
es también un invento revelador. Pasa por alto, a favor de la “actitud”,
el hecho de ser bueno o “apto” para algo.
86 McClelland sostenía
que todos los seres humanos poseen “motivación para el logro”, necesidad
de hacer algo bien. ... McClelland sugiere que si la gente fracasa en el
aprendizaje es porque le falta voluntad motivacional o deseo ... Si el
sujeto no aprende, la dificultad para aliviar la acusación a sí mismo
resulta cuasi perversa: “Algo malo tiene que haber en mí”. Pero ese
“algo” es difícil de definir. ... La acentuación del vínculo entre
capacidad potencial y motivación puede tener un efecto igualmente
depresivo en el lugar de trabajo ... Las organizaciones modernas juzgan
al “hombre en su totalidad”, y en especial lo que ese hombre total
podría llegar a ser
87 – 88 - 89 Lo malo del
acecho de la aptitud es el concepto mismo de potencialidad, que realiza
una promesa con la condición de que el individuo tenga un deseo, pero no
especifica en qué consiste esa promesa.
En los niveles
superiores del mundo empresarial, antes del último siglo eran pocos los
directivos o los propietarios que justificaban sus posiciones en
términos de inteligencia superior ... “Aptitud” significaba simplemente
gusto por la lucha competitiva.
El economista R. Reich
señala el surgimiento de una sociedad de dos niveles en Estados Unidos,
Europa Occidental y Japón, basada en el control del conocimiento y la
ampliación de la brecha en el ingreso y la riqueza entre las clases
medias y la alta.
La capacidad para
aprender cosas nuevas resulta, pues, más valiosa que la capacidad para
seguir profudizando en un problema o un cuerpo de datos existente. Y,
puesto que semejante habilidad es más valiosa que la solidez del
conocimiento adquirido, el potencial de aprendizaje es más útil que las
adquisiciones del pasado. Es el premio económico a la “capacidad
potencial”
90 Respecto a los tests de inteligencia.
El contexto familiar, la
clase, la motivación personal y la pura suerte son en conjunto factores
más important4es en la forma que adoptará el futuro.
Lo peor es que la
evaluación de las posibilidades que más adelante se abrirán a los
adultos se va desplazando a etapas cada vez más precoces del ciclo
vital.
Las evaluaciones de
aptitud hacen de la niñez, y cada vez más, la escena primitiva de las
desigualdades sociales, que llega a su extremo en Gran Bretaña y Estados
Unidos con la preocupación de los padres por enviar a las guarderías
adecuadas a niños que todavía están aprendiendo a caminar.
100 No sólo Rousseau,
sino también muchos de sus contemporáneos, pensaban que las seducciones
de la desigualdad eran el lado oscuro de la doctrina de las carreras
abiertas al talento.
103
La Baja autoestima.
Los reformadores de la Ilustración que suscribieron la doctrina de la
aristocracia natural supieron que tenían un problema: cómo impedir que
la gente se desalentara o abrigara resentimiento ante la desigualdad de
talento. Éste es el problema de la comparación denigrante. ...
Las políticas sociales modernas, como la orientación personal o la
discriminación positiva, tratan de contrarrestar las comparaciones
denigrantes que lastiman el yo. ...
Algunos escritores creen que la diversidad debiera importar más que la
desigualdad
104 Estos argumentos que hacen hincapié en la diversidad antes que en la
desigualdad son admirables, pero no harán desaparecer el problema de la
baja autoestima.
105
Meritocracia.
Las carreras abiertas al talento pasaron por una suerte de alquimia
social durante la Ilustración, de tal modo que el mérito y el talento
llegaron a ser sinónimos. La alquimia produjo el término moderno “meritocracia”.
La meritocracia habita la misma zona lingüística que la aptitud, pues
fusiona motivación, deseo y actitud con valentía y habilidad.
106 El sociólogo
británico Paul Willis mostraba cómo los adolescentes de clase obrera
mantenían su retraso escolar por temor a destacarse, “ponerse por encima
de sí mismos”, perder los vínculos con sus amigos si iban demasiado
lejos y perder el contacto con su comunidad. La habilidad personal es un
arma de doble filo; puede satisfacer algo en la naturaleza del
individuo, pero al precio de cortar sus lazos con el mundo en el que
tiene su lugar. Sin embargo, esos lazos pueden debilitar la sensación de
haber hecho lo debido consigo mismo.
En todas esas prácticas
de la vida cotidiana, la “meritocracia”, representa una amenaza a la
solidaridad, amenaza que sienten tanto los ganadores como los
perdedores. La movilidad social trae consigo costos sociales.
Los partidarios de la
diversidad introdujeron un refinamiento que, en principio, consistía en
que los distintos talentos de una sociedad debían contribuir al
bienestar común. La propuesta original de este punto de vista se debe,
naturalmente, a Karl Marx, y se ejemplifica en su eslogan “de cada uno
según su capacidad, a cada uno según su necesidad”.
107 Los partidarios de la diversidad se enfrentan a este enigma: la
desigualdad es un hecho tan elemental de la experiencia humana, que la
gente trata constantemente de darle sentido.
Lo mejor que soy capaz de imaginar para proteger los males de la
comparación denigrante es la experiencia de la habilidad que he llamado
artesanía, y la razón de ello es sencilla. Las comparaciones, las
clasificaciones jerárquicas y los exámenes se trasladan de las otras
personas al yo; los patrones críticos se interiorizan. El oficio, es
cierto, no elimina la comparación denigrante con el trabajo ajeno; pero
vuelve a centrar las energías de una persona en la realización de un
acto bueno en sí mismo, por sí mismo. El artesano puede sostener el
respeto por sí mismo en un mundo desigual.
109
La vergüenza de depender
En la vida privada, la dependencia une a los individuos... Sin embargo,
en el ámbito público, la dependencia se muestra como vergüenza.... El
Partido Laborista defiende la “compasión severa”. La severidad humana
que evita el estado de necesidad y pone el acento en la autosuficiencia
produce respeto a los ojos de los demás y alienta el respeto por uno
mismo.
110 Actualmente, el
impulso a sacar a la gente de la dependencia lleva a la reforma del
sistema de asistencia social a una esfera mucho más amplia: seguro de
desempleo, atención médica, escolarización y protección a los ancianos.
El viejo Estado de bienestar gobernaba para los necesitados, pero los
reformadores aspiran a liberar a éstos del Estado, es decir, a que no
vivan de la ayuda social períodos demasiado largos, que paguen su seguro
médico, que elijan escuela para sus hijos, que administren ellos mismos
sus pensiones. Esta ampliación del campo de la reforma sólo sirve para
profundizar la desconcertante división entre el aspecto privado y el
aspecto público de la dependencia..
La necesidad de los otros, tan compulsiva en el amor, la amistad y la
paternidad, queda reprimida por la convicción de que la dependencia es
una condición vergonzosa.
111
La “tesis” de la infantilización.
Esto es convertir la niñez y la edad adulta, la inmadurez y la madurez,
en categorías políticas; lo que las distingue es el fenómeno de la
dependencia.
113 La “tesis de la infantilización” modeló profundamente las creencias
modernas en torno al respeto mutuo”... La concepción liberal de la
madurez es en realidad “severa”, pues pone el acento en la dura lucha
por el autocontrol.
115
Dependencia y ética del trabajo.
El artesano independiente, orgulloso de su trabajo y que sólo depende de
su habilidad, sirvió como reproche viviente a un sistema que trataba a
los trabajadores industriales como bestias de carga. Es posible que la
dignidad del oficio se convirtiera en un tema sentimental, como ocurre
en los escritos y proyectos de John Ruskin, quien inventó un pasado
medieval lleno de artesanos plenamente realizados para oponerlo a la
humillación de los trabajadores del sistema industrial... También los
esfuerzos de William Morris por reorganizar las tecnologías y las
prácticas industriales con el fin de que los trabajadores tuvieran mayor
control de su trabajo. Los empapelados que diseñó Morris son tan
innovadores en su producción como bellos de aspecto, producidos en masa,
pero no por autómatas; los trabajadores de los talleres de Morris
controlaban el ritmo de su trabajo y tenían su juicio acerca de la
calidad de los papeles y los pigmentos.
116 Weber y la ética
protestante. ... La ética protestante del trabajo es ella misma una
suerte de perversión de los valores liberales; la ética del trabajo
indujo a la gente a demostrar su valor, a mostrar que era independiente,
decidida y tenía un fin determinado, pero a demostrarlo negándose
placeres; sin embargo, ninguna prueba le parecerá suficiente. El hombre
dirigido de Weber luchaba constantemente por proporcionar nuevas pruebas
de su valor.
Lo que en la primera
época del capitalismo industrial unía a capitalistas y trabajadores, y a
socialistas como Morris y fabricantes más rígidos, fue la creencia en
que el trabajo por sí mismo era la fuente más importante del respeto
mutuo y del respeto por uno mismo. La pereza es sin duda un pecado que
se registra en los textos bíblicos más antiguos; la mayoría de los
pobres no tenían otra opción que evitarla si es que querían comer. Pero,
como nos recuerda el historiador Johann Huizinga, el valor moral
absoluto que se otorga al trabajo, la supremacía del trabajo respeto al
ocio, el temor a perder el tiempo, a no ser productivo, esto es un valor
que sólo en el siglo XIX se apodera de toda la sociedad, tanto de los
ricos como de los pobres. El adulto que gozaba del respeto del
liberalismo trabajaba.
117 Este valor se abrió
paso en el naciente Estado del bienestar. Desde comienzos del siglo XIX,
los reformadores sociales habían distinguido entre los indigentes, que
vivían del socorro a los pobres, y los trabajadores pobres que no lo
hacían. A los primeros no se les consideraba “simplemente pobres, sino
degradados, con el carácter corrupto y la voluntad minada por la
dependencia de la caridad”.
Sin embargo, la
dignificación del trabajo significaba que quien no producía, inspiraba
escasa piedad. Cuando la persona que vive de la caridad dice: “No
puedo”, su protector puede pensar: “No quieres”. De ahí derivaba la
índole particularmente punitiva de los asilos y los correccionales en
Gran Bretaña y en Estados Unidos (en su denominación inglesa, workhouses:
casas de trabajo).
118- 119 La aversión a
los indigentes, la equiparación entre vida improductiva y carácter
enfermizo, dominó en el siglo XIX tanto entre los revolucionarios y los
radicales como entre los asistentes sociales de la caridad burguesa o
los reformadores educacionales. El desprecio de Marx por el lumpen
proletariat derivaba directamente de la visión que sus enemigos tenían
de los indigentes, a saber, la corrupción del carácter del lumpen
proletariat debida al servilismo y la necesidad ciega. Para Marx, estas
almas desdichadas sólo se afirmaban en arranques de violencia
desorganizada e irreflexiva.; la acción militante efectiva requería un
autocontrol del que el lumpen proletariat carecía; el revolucionario
está más cerca del espíritu del hombre dirigido de Max Weber. Fura de
los confines a menudo puritanos de los escritos de Marx, otros
socialistas se centraron en la falta de trabajo, la insuficiencia de la
caridad como modo de vida, porque la falta de trabajo degrada algo en el
alma de una persona
120 – 121 - 122 Los
padres del liberalismo aspiraban a establecer la dignidad de los
ciudadanos como adultos. Pero fueron malos psicólogos.
-
La dependencia, separada de la vergüenza
La psicología moderna entiende la maduración de manera muy distinta que
el liberalismo político. Los padres del liberalismo trazaron un agudo
contraste entre la infancia y l edad adulta para mostrar el paso de la
definición privada a la definición pública de dependencia. Ese marcado
contraste suponía que la maduración humana en el ámbito público adulto
se asemeja al proceso por el que una mariposa emerge de una crisálida.
Este punto de vista se materializa en ley cuando se establece una edad
de consentimiento para las relaciones sexuales, o una edad en la que el
adulto racional recibe la súbita autorización para votar.
Lo que los psicólogos
modernos, freudianos u otros, discuten de la imagen de la crisálida es
la sugerencia de un momento de transformación en el cual el pasado queda
–o debiera quedar- completamente atrás. La mayoría de los psicólogos
evolutivos afirma que entre la infancia y la experiencia adulta hay un
constante ir y venir. Es precisamente el trabajo de la memoria; más que
recuperar simplemente hechos del pasado, lo que hace la memoria es ir y
venir entre pasado y presente, reelaborar y reinterpretar. La
“regresión” a un estado inmaduro consiste más en recuperar edades que
uno ha vivido que en volver a ser niño; al adulto que conecta
conscientemente con el niño que una vez fue, tiene una comprensión más
profunda del presente. Por esta razón, la regresión a la infancia tiene
un significado mucho más rico y más positivo para Freud que para Locke;
la regresión forma parte de la psicodinámica del razonamiento.
Por supuesto, a los políticos liberales no se los elige por sus
opiniones sobre la regresión. Tal vez deseen auténticamente rescatar a
la gente de una dependencia humillante, así como ahorrar dinero al
gobierno. Pero el emparejamiento de vergüenza y dependencia es
específico de una cultura, y vale la pena no perder de vista hasta qué
extremo lo es. ... En la cultura japonesa, por ejemplo, la gente se
abandona a otros adultos, a la espera de que la cuide como por derecho.
...
Así, pues, la convicción liberal demuestra no ser una verdad universal.
Pero en nuestra cultura, los psicólogos han separado dependencia y
vergüenza mediante otra distinción, la que existe entre vergüenza y
culpa.
123 El complejo de
inferioridad, de origen externo o interno, de producción objetiva o
subjetiva, implica una comparación denigrante de tal manera que sea uno
lo que sea y tenga lo que tenga, siempre parecerá insuficiente.
124 La investigación
psicológica propone un segundo aspecto igualmente importante de la
vergüenza, que distingue entre este sentimiento y la experiencia de
dependencia. Se refiere al “rubor” o a la “desnudez de la vergüenza”,
metáforas que encierran una experiencia subjetiva particular. Una vez
más, Freud es el punto de partida, pero el final de la historia. Freud
une explícitamente la vergüenza al cuerpo desnudo: tanto en los hombres
como en las mujeres, la vergüenza (scham) designa la zona genital
Después de Freud, el
componente sexual perdió relevancia, y en cambio ganaron importancia las
condiciones sociales de la exposición. Erikson, por ejemplo, propone que
la vergüenza se produce cuando se hace a alguien “visible y –éste- aún
no está preparado para serlo”,
125 La “desnudez
de la vergüenza”
se refiere, pues, a la pérdida del control sobre lo que se desvela ...
En el conjunto de viviendas de Cabrini (Chicago) la invasión de
asistentes sociales dejó a la vista pública la conducta de sus hijos
antes de estar ellos preparados para exponerla.
Por tanto, el juicio “necesito ayuda” recae en otra categoría; no hay en
él nada intrínsecamente vergonzoso mientras la persona que lo pronuncia
pueda administrarlo.
125 - 126 El liberalismo
lockeano hace hincapié en la transparencia de las relaciones políticas
por temor a que los poderes secretos del Estado se hurten al análisis de
los ciudadanos. Las ideas de Locke son una fuente importante, por
ejemplo, para las modernas exigencias de libertad de información. Pero
su legado tiene un aspecto más paradójico en el deseo de que las
relaciones sociales sean tan transparentes como las políticas. Al querer
saber quiénes son “realmente” las personas, se corre el riesgo de
avergonzarlas. No se les deja espacio donde ocultarse.
Una de las consecuencias culturales de esta tradición es que la gente se
sienta humillada si tiene que pedir ayuda o exponer su debilidad.
127 - 128
Autonomía.
Psicólogo Winnicott.
En general concebimos la “autonomía” como la capacidad de separarse de
los otros. Winnicott describe la autonomía como una fuerza del carácter
que se basa en las percepciones de los demás; esto quiere decir que se
trata de una diferencia que, antes que aislar, establece una relación
entre personas, pues el niño que desarrollo autonomía puede ver y
comprometerse fuera de sí mismo.
129 Concebida de esta manera, la autonomía es una poderosa vía de acceso
a la igualdad. Más que como igualdad de entendimiento, que es una
igualdad transparente, la autonomía significa aceptar en el otro la que
no entendemos, que es una igualdad opaca. Al hacerlo, tratamos el hecho
de su autonomía como igual a la nuestra. Pero para evitar el dominio del
virtuoso, la concesión debe ser mutua.
Es bastante sorprendente
que Locke acepte esto. La gente tiene que comprender racionalmente y
prestar consentimiento a las leyes a las que obedece; en ese sentido
Locke quiere que el poder sea totalmente transparente. Pero una vez dado
el consentimiento, las cosas cambian.
130 La ausencia de mutua
comprensión invita al abuso de poder. Sin embargo, si el ciudadano no
otorga autonomía al gobernante, el Estado, como la familia, se hunde.
132 La dependencia se ha
mostrado como una moneda de dos caras: una, privada; la otra, pública;
de un lado, la necesidad de los otros se presenta dignificada; del otro
lado, vergonzosa. Al liberalismo, la dignidad de la dependencia nunca le
pareció un proyecto político valioso.
134
LA COMPASIÓN QUE HIERE
La monja y la socialista.
- “La benevolencia es hermana gemela del orgullo”
136 Addams (asistente
social, y creadora de una “colonia” de viviendas en Chicago) sabía que
lo primero que debía hacer era evitar que los actos de compasión se
pusiera al servicio moral del actor.
El papel de los asistentes sociales en estos esfuerzos era el de
consejeros prácticos. En ningún caso aspiraban a prevalecer sobre las
decisiones democráticas de los resistentes.
137 Una membrana tan
porosa entre el cuidado y el control se disuelve al mínimo contacto
Por esas razones, en las colonias que creó, Addams insistió en que el
trabajador social debía permanecer fuera del escenario y no adelantarse
al primer plano, actuar más al modo de un moderno consultor de empresas.
140 Tal vez la monja (Cabrini)
y la socialista nunca pudieron entenderse. A la madre Cabrini, la
frialdad de Addams le parecía tan sólo una suerte de arrogancia de clase
media, así como su colonia le parecía un instrumento de subversión
socialista. A Addams, inmersa en el crudo capitalismo del Chicago
industrial, los elementos católicos de compasión –piedad, humildad y
pecado- le parecían casi obscenos: sólo llevarían a más resignación y
más pasividad del mismo estilo que la pasividad que afligía a los
campesinos italianos en su país de origen.
141 En Chicago, la
relación problemática entre la compasión y la solidaridad precedió
históricamente a las tensiones en el seno de los movimientos por los
derechos civiles y suministró un marco a las perturbadas relaciones
entre blancos y negros.
Debido a la experiencia
de que es más fácil cuidar de los otros en las organizaciones
jerárquicas que en las democráticas, los conservadores son proclives a
sostener que cuando ese cuidado adopta formas jerárquicas es superior en
contenido, porque las reglas, los deberes y la conducta de todos son más
claros. Esto equivale a decir que lo mejor es lo más fácil. Las
modalidades más informales de cuidado de los demás son en verdad una
lucha, precisamente porque en la sociedad moderna la igualdad misma ha
demostrado ser una fuerza desorganizadora. A partir de la Revolución
Francesa, los dogmas igualitaristas de solidaridad demostraron ser una
de las principales piedras de toque de la represión social. ... Los que
trataron de traducir en actos de compasión una ideología de la igualdad
han experimentado el máximo desafío de los peligros políticos de la
igualdad; se han visto forzados a afrontar el daño que podrían inferir a
personas económica o socialmente no iguales a ellos.
142 -
Prodigalidad y “caritas”
Dar a los otros puede ser una manera de manipularlos o puede servir a la
necesidad más personal de afirmar algo en nosotros mismos. En la
historia de la caridad occidental, el dar como forma de manipulación cae
en la categoría de prodigalidad; la forma más personal y reflexiva de
dar entra en la categoría cristiana de caritas.
144 Caritas significa
hacerse buena persona mediante la donación: el acto de dar contrarresta
la disposición al pecado. No importa el valor de lo que se da e incluso,
según ciertas versiones, tampoco importa que sea bueno para los otros.
Este estado de ensimismamiento suele ser desconcertante para los que no
son cristianos.
Entre los no cristianos
modernos desconcertados por la caritas se destacó la filósofa política
Hannah Arendt. Arendt escribió por primera vez sobre la caridad en 1929,
en un ensayo de juventud sobre San Agustín. Difícilmente se lo podría
clasificar como trabajo de neutralidad académica. Como Jane Damas,
Arendt pensaba que la ética cristiana era un obstáculo en el camino de
la reforma social. Hay un estrecho paralelismo entre ambas mujeres.
Arendt también fue asistente social durante varios años, empleada por
organizaciones sionistas para tratar los problemas de los refugiados que
huían del régimen de Hitler en los años treinta. Addams criticó la
jerarquía social inherente a la caridad católica; a Arendt le
preocupaban los principios básicos del propio cristianismo. Ella
abordaba el trabajo social con reservas mentales que se debían en parte
a la idea que se había hecho de San Agustín.
Para San Agustín, el
amor por el prójimo era algo muy distinto al hecho de albergar cálidos
sentimientos por un prójimo en particular... El prójimo es alguien a
quien sólo debemos ver en relación con Dios, no como una persona
particular ... Para Arendt, “El cristiano puede amar a todo el mundo
porque cada persona es sólo una ocasión (...) son meras ocasiones de
amor. No es realmente al prójimo a quien se ama en este amor al prójimo,
sino al amor mismo” La frase elocuente es aquí que los otros resultan
“meras ocasiones”. La caritas implica más el conocimiento del amor que
el del prójimo
Hay que decir que en la
exposición de Arendt brilla por su ausencia la modestia, tan importante
para la ética cristiana.
146 Es clara la dirección práctica que adopta Arendt: ningún Estado del
bienestar moderno debería operar sobre la base de principios cristianos
de este tipo. La finalidad de la protección social es hacer el bien al
receptor; los sentimientos del donante debieran quedar fuera de
cuestión. Es una razón por la que Arendt habló con tanta amargura de su
antigua profesión; pensaba que los asistentes sociales eran una tribu
obsesionada por su terapia personal e incapaces, dejando de lado esa
autoimplicación, de responder a la pregunta: “¿Por qué me ayudas?” El
mejor sistema de protección social, imaginaba Arendt, sería una
transacción contable que no implicara relaciones subjetivas.
146 - 147 Cuidar de los
demás al margen de la compasión. – Renta básica -
Hoy, la posición de Arendt ha sido adoptada por un vigoroso y variado
conjunto de reformadores del sistema del bienestar que suscriben
diversas versiones de la “política de renta básica”. Todos responden a
la creencia de que el Estado debe dar a la gente el dinero que necesita
para vivir y luego dejarla que haga de su vida lo que le parezca
adecuado.
Van Pariij, reformador
holandés del sistema de protección social, y Claus Offe, sociólogo
alemán, sostienen que el Estado debería proveer a todos los ciudadanos
de un ingreso suficiente como para que puedan comprar educación y
atención médica si así lo desean; el ingreso básico continúa durante
toda la vida de una persona, con lo que sustituye a las pensiones del
Estado. En la versión más radical de todas, cada persona recibe una
subvención básica, a modo de ingreso, lo necesite o no; desparece “la
comprobación de medios económicos”.
A diferencia de la
reforma liberal del bienestar social, estas propuestas prevén una gran
dependencia del Estado en materia de asistencia financiera Pero de la
misma manera que la reforma liberal del sistema del bienestar, imaginan
poner con ello fin a toda asistencia emocional al minimizar los aspectos
subjetivos de la dependencia en el sistema de asistencia social, pues la
“asistencia” deja de ser una interacción humana cara a cara. El don deja
de ser un regalo personal
¿Qué significado social tendría que la compasión quedara al margen de
las prestaciones? Las propuestas estas no prevén la igualdad absoluta,
sino la eliminación de la necesidad material.. Creen que esta garantía
haría a todas las personas más iguales desde el punto de vista social, y
de esa manera fortalecería la posibilidad de auténtico respeto mutuo.
Las analogías del mundo real que más se aproximan a estas propuestas son
las sociedades escandinavas de mediados del siglo XX, cuando sus
respectivos Estados del bienestar estaban intactos.
... ------ Quisiera
creer en ellas, pero mi experiencia de la lesión de la mano no me lo
permite. En la época en que sufrí la intervención quirúrgica, mi deseo
era que algún ser humano asumiera la responsabilidad... Y cuando la
operación salió mal, deseaba que al médico le importara....
148 La prestación impersonal de cuidados es una visión muy pesimista de
la condición humana; supone la probabilidad de que, en la prestación
personal de servicios de atención, unas personas hagan daño a otras, de
tal manera que es preciso eliminar los elementos humanos de juicio y de
respuesta a la necesidad.
149 La crítica de Arendt
es ciega a la presencia de María en el pensamiento de Agustín. En la
Edad Media, los cultos marianos estimularon los cuidados durante las
pestes cuando el interés egoísta sólo habría dictado alejarse de los
demás. Las pestes eran fenómenos principalmente urbanos y la gente,
incluso en aquella era precientífica, sabía que, para ponerse a salvo,
debía huir de las ciudades; los cultos marianos se celebraban en las
calles, atendiendo a los enfermos, retirando los cadáveres, esparciendo
manojos de supuestas hierbas saludables en el exterior de los edificios,
actos de compasión con los que sólo conseguían aumentar el tributo que
se cobraba la muerte.
150 Los movimientos populares de la Edad Media fundados en la “imitación
de Cristo” tomaron forma sobre la base del dolor de María, y suponían
que la gente ordinaria podía empatizar con los sufrimientos físicos de
Cristo, con lo que los individuos se acercarían a Él y, por extensión,
unos a otros. El resultado es que el cristianismo llegó a “tener todas
las apariencias de ser una religión del pueblo” que daba cohesión a la
comunidad.
152 -
Fatiga de la compasión
–
La “fatiga de la compasión” representa el agotamiento de nuestras
simpatías ante realidades persistentemente dolorosas ... Como el fuego,
la compasión se extingue.
La fatiga de la compasión es citada también a menudo por los críticos
del Estado terapéutico del bienestar como motivo para buscar
ordenamientos más impersonales.
Con el paso del tiempo, los voluntarios terminan extenuados por tanta
tensión, por el exceso de demandas a sus emociones.
155 Sociológicamente,
los regímenes jerárquicos protegen de este peligro a la expresión de la
compasión mediante la eliminación del elemento de libre descubrimiento e
interpretación. Sólo cuando las reglas, las órdenes y las obligaciones
son reprimidas en nombre de la libertad, la compasión corre el riesgo de
volverse inmanejable. Por esta razón los programas de socorro a las
víctimas en situaciones de desastre que se basan en el voluntariado
suelen atascarse una vez pasado el primer impulso a ayudar; los
trabajadores que han de llevar alivio se ven abrumados por sus propias
reacciones. ...
La prodigalidad complica
cualquier respuesta, porque demuestra el poder manipulador del regalo.
Incluso el don entregado sin contraprestación puede herir el respeto por
sí misma de la persona que lo recibe, pues “la caridad hiere”; deja una
carga pesada de gratitud en el receptor, quien puede no tener nada para
devolver, salvo la sumisión. Cuando la compasión adopta la forma de
piedad, también puede humillar al receptor. “La compasión puede venir a
sustituir la justicia”, dice Arendt, pues la piedad “siempre significa
desigualdad”. Éste es el argumento contra la prodigalidad.
... Por estas razones, hay estrategas de la reforma del sistema de ayuda
social que trataron de imaginar las prestaciones sociales completamente
divorciadas del sentimiento de compasión. No quieren que aquéllas
sucumban cuando la compasión se agote. Es posible en verdad que hay algo
no natural –apto sólo para santos- en la respuesta gratuita al dolor por
encima de lo que la vida cotidiana obliga. Éste es el argumento contra
la caritas.
159 Tercera parte.
UNA DISCUSIÓN SOBRE EL
ESTADO DEL BIENESTAR
Los reformadores del Estado del bienestar tienen poco de sociólogos.
Creen que el trabajo es mejor fuente de respeto por uno mismo que un
cheque del gobierno; creen que, siempre que fuera posible, se debería
sustituir las instituciones y los profesionales por comunidades y
voluntarios. Lo que está detrás de estas aspiraciones sociales es la
creencia de que el estado del bienestar debería funcionar de un modo
parecido a una empresa con fines de lucro.
Este tipo de reforma es
sociología ingenua. Su ingenuidad consiste en que no es posible borrar
las complicaciones del talento, la dependencia y el cuidado de los demás
mediante la privatización o el cuidado comunitario; además, la visión
que los reformistas tienen de las instituciones sociales no es correcta.
Actuar en función de este conocimiento defectuoso sólo exagera las
desigualdades del respeto al separar del resto de la sociedad a los
receptores de asistencia social.
170 -
El respeto burocrático –
En su rigidez interna, la pirámide burocrática puede aplastar también la
iniciativa y la inteligencia individuales, de lo que son famosas las
embrutecedoras rutinas de Ford Motor Works. Sin embargo, no por ello la
pirámide burocrática es una máquina sin alma; define un tipo particular
de relaciones sociales.
172 Las jaulas de hierro
de la burocracia, ya capitalistas, ya comunistas, no hubieran podido
construirse simplemente como prisiones; tenían que ofrecer además algo
atractivo a quienes estaban dentro: satisfizo una necesidad básica de
organizar la historia de vida personal; el servicio a la institución
podía obtener la consideración de los otros.
Hacia la década de 1950,
los investigadores que estudiaban la apoteosis de la burocracia rígida
descubrieron que los empleados se involucraban intensamente en el teatro
e la vida de la corporación como actores y no como espectadores. Las
instituciones podían hacer desgraciada a la gente, pero el hecho de que
la jaula de hierro comprometiera a sus internos ayuda a explicar la
aplicación de este modelo burocrático al Estado del bienestar. ...
Los creadores del Estado
del bienestar nunca dudaron de que para reparar la máquina capitalista
hacían falta instrumentos burocráticos generales.
173 El Estado del
bienestar representa versiones muy diferentes del Estado. El sociólogo
Gösta Esping-Anderson divide estos Estados en tres clases: el régimen
liberal de protección social, que con cicatería reparte sus prestaciones
a los individuos; el régimen socialdemócrata, que pone el acento en los
derechos universales a la ayuda estatal; y los regímenes conservadores
de protección social, que tratan de canalizar la ayuda estatal más a las
familias y las entidades locales que a los individuos. El desarrollo del
sistema de protección social norteamericano después de la Segunda Guerra
Mundial representa el primer régimen; el sistema escandinavo, el
segundo; el italiano, el tercero.
174 El paralelismo más
profundo entre las pirámides del ejército, la empresa y la protección
social estriba en la manera en que la gente se siente socialmente
integrada. En el ejército y en la vida de la empresa, la estima en el
seno de la jaula de hierro deriva del servicio a la institución.
177 - 178 En el Cabrini
de mi generación, cuando la pirámide burocrática era firme, había
regulaciones estrictas que gobernaban el uso que podía hacerse de los
edificios y la conducta apropiada en las calles; un régimen de
vigilancia llevaba a intervenir en las cuestiones de familia (...) Tanto
en el barrio de viviendas sociales como en la corporación, la
institución hace respetable la dependencia, pero no rinde honor a la
autonomía dentro de esta relación. La posibilidad psicológica de
combinar dependencia y autonomía que imaginaban Erikson y Winnicott no
encuentra expresión organizativa en tales prácticas.
182 – 183 - 184 Los
trabajadores sociales de colonias, como Jane Addams, sabían desde hacía
tiempo que los pobres deben participar en las circunstancias de su
necesidad. Pero la respuesta de Addams –la práctica de la reserva
personal como invitación a los protegidos a involucrarse- no prestaba
ningún servicio a Keynes y otros en su intento de crear instituciones
estables, duraderas y generales.
El gran dilema
burocrático que afrontaron los creadores socialdemócratas del Estado del
bienestar fue el de dar autonomía en el marco de la dependencia.
- Los adolescentes sin
techo son un caso extremo de individuos que se resisten a convertirse en
espectadores de sus propias necesidades. Como individuos sin techo,
necesitan una ayuda que no pueden procurarse por sí mismos. Como
adolescentes, son rebeldes a la autoridad y los controles que imponen
los adultos; lo mismo que todos los adolescentes, son desconfiados y
cínicos en relación con la orientación que necesitan. Ya sea que se
hubieran fugado de su casa, ya que su familia los rechazara o los
abandonara, lo que necesitan para seguir viviendo es dar estructura a su
vida. ¿Qué clase de institución podría permitirles participar en las
condiciones de su propia dependencia? ¿Cómo pueden sentirse sostenidos y
a la vez con autonomía?
- Es un enigma para mí
difícil de resolver, pero a mi juicio hay un elemento importante que ha
quedado fuera. La autonomía no es simplemente una acción; también
requiere una relación en la que un aparte acepte que no puede comprender
algo de la otra. La aceptación de que hay cosas del otro que uno no
puede comprender da al mismo tiempo permanencia e igualdad en la
relación. La autonomía supone conexión y a la vez alteridad, intimidad y
anonimato.
- La historia de la
burocracia de la asistencia social es una historia de la que está
excluido precisamente este elemento de autonomía. A los fundadores del
Estado del bienestar les pareció que para proveer a los menesterosos se
requería una institución que definiera qué necesitaban los destinatarios
del servicio. Les habría parecido irracional proporcionar recursos sin
enunciar claramente sus usos, pero el resultado fue que la burocracia no
aprendió a admitir la autonomía de aquellos a los que servía.
- También en las
cuestiones relativas al sistema del bienestar la pirámide burocrática
había empezada como “búsqueda de orden” en la sociedad capitalista
- Y lo mismo que en
economía, también en las cuestiones relativas al sistema del bienestar
las instituciones de orden tenían poder para penetrar muy dentro de las
personas dependientes, para influir en su lealtad, en sus historias de
vida y, sobre todo, en su sentido de dignidad personal (...) Cometieron
el grave y flagrante error de negar que los beneficiarios tuvieran
competencia para participar en los términos de su propia dependencia.
185 -
La asistencia social liberada –
El marco burocrático que originariamente se instaló para alentar las
“carreras abiertas al talento” fue perdiendo iniciativa a medida que
incluía más y más gente.
186 Hace una generación,
gran cantidad de personas salió, o fue expulsada, de la jaula de hierro
del sistema de protección social. Las instituciones que reemplazaron la
burocracia rígida planteaban menos exigencias sociales a quienes
trabajaban en ellas; estas mismas instituciones más ligeras
transformaron las prestaciones. Tanto los que salieron como los
expulsados, fueran cuales fuesen sus libertades, tenían la sensación de
haber perdido algo en ese mundo transformado; habían perdido una manera
de estructurar el respeto mutuo.
186 - El disco como
sustituto de la pirámide. La globalización y el “tiempo real global”.
Último tercio del siglo XX. Un cambio en el poder: los accionistas
empezaron a exigir la rentabilidad a corto plazo de las inversiones,
desafiando a los burócratas de la gestión, quienes se conformaban con ir
tirando, como lo habían hecho hasta entonces.
187 ¿Qué clase de
organización podía satisfacer estas exigencias?
A partir de los años setenta, los productores japoneses de automóviles
desafiaron la lógica militar del fordismo; rediseñaron el proceso
productivo de modo que equipos de obreros se desplazaban de una tarea a
otra, de un producto a otro, a medida que la demanda fluctuaba y el
objetivo cambiaba. Los nuevos directivos de Subaru insistieron en que
los trabajadores no tenían lugar fijo en sus plantas ... Efectuaban en
el plazo exacto la entrega de los componentes con el fin de mantener
bajo el nivel de existencias ... El fabricante moderno utiliza el
“diseño de plataforma”, de modo que la misma máquina básica puede
personalizarse fácil y rápidamente en muchas versiones diferentes de un
coche ...
Dos principios
institucionales subyacen a estos cambios: la organización es más plana
que la pirámide burocrática en su forma y más corta en su horizonte
temporal.
“Aplanar” significa eliminar las capas intermedias de burocracia en una
organización piramidal En IBM en 1965 había 23 eslabones; en el 2000
sólo quedaban oficialmente 7 grados.... El adelgazamiento tiene también
la finalidad de contener la expansión en la base. Dos maneras de
lograrlo son la externalización y la subcontratación. En la
externalización no hay nada nuevo, pues ya se practicaba en el mejor
momento de Ford Motor Works. Lo que cambia es la escala de esta
práctica, que ahora es toda una red de subcontratistas y
subsubcontratistas diseminados en todo el mundo.
188 “Acortar” significa
sustituir las funciones fijas de una organización por tareas más
temporales ... El nuevo estillo de trabajo hace hincapié en los equipos
que se unen para realizar tareas y luego se separan, con el fin de
formar nuevos grupos. Sin embargo, para que una empresa flexible
responda rápidamente a nuevas oportunidades del mercado exterior, estos
equipos pueden tener que competir entre sí, tratando de alcanzar eficaz
y rápidamente las metas fijadas por la dirección. ... El resultado es un
cambio de significado de la eficiencia: hay una deliberada duplicación
del esfuerzo con el fin de estimular la innovación.
“Acortar” se refiere
también a la rentabilidad a corto plazo en el mercado con preferencia al
beneficio a largo plazo. En 1965,. Las acciones estuvieron en poder de
inversores institucionales un promedio de 46 meses; en 2000, sólo 8
meses. En consecuencia, la evolución del valor trimestral de las
acciones se ha vuelto mucho más importante que en la generación
anterior. Los directivos que pueden incrementar los resultados
trimestrales tienen éxito: los que apuntan al largo plazo tienen que
defenderse.
La globalización ha
tenido como consecuencia que los accionistas de todo el mundo, muy
alejados de los puestos de dirección, puedan emitir juicios sobre la
organización (control sobre los burócratas)
189 Cuando las empresas
empezaron a rebelarse contra la arquitectura de la pirámide dieron con
la imagen de la “red” para describir esta nueva construcción plana y
corta, forma organizativa suelta y fácil de recombinar. Además ciertos
gurús de la gestión empresarial sostuvieron que la organización en red
es más democrática que militarista, precisamente porque la red tiene
menos eslabones en su cadena de mando. Pero esta afirmación es un tanto
engañosa; la imagen de “red” no deja ver cómo opera en realidad el poder
en esas organizaciones cortas y planas. Lo cierto es que los dos tipos
de arquitectura empresarial tienden a diferentes tipos de desigualdad:
... pone a la élite de la empresa a gran distancia del conjunto que
queda por debajo (“el ganador arrambla con todo”... Esta creciente
desigualdad no es sólo producto de la codicia de los directivos. Esta
desigualdad funcional deriva del hecho de que las organizaciones
laborales modernas funcionan en cierto modo como el interior de un
lector de discos láser. (se puede explorar varias versiones de una
canción en un disco y seleccionar la que quiere hacer oír o el orden de
los materiales)
De la misma manera, una
burocracia plana y corta contiene una unidad central de procesamiento.
Un puñado de directivos puede dirigir tomando decisiones, etc... ; los
elementos del disco pueden ser rápidamente reordenados y reprogramados;
la revolución de la información ha permitido a la unidad central de
procesamiento realizar lecturas instantáneas de la organización en su
totalidad
190 De esta manera, la flexibilidad permite un particular ejercicio de
desigualdad. Como en las corporaciones piramidales, la dirección puede
tomar decisiones rápidas en cuestiones de inversiones o de estrategias
sin necesidad de someterlas a votación de las bases de la organización.
Pero, a diferencia de la pirámide, la ejecución de estas decisiones
puede ser a la vez más rápida y más precisa. En una pirámide, las
órdenes tienden a modular el contenido a medida que descienden por la
cadena de mando, alterándose un poco en cada eslabón. A la inversa,
cuando la cima depende de gruesas capas de la burocracia que tiene
debajo, la información cambia a medida que asciende; a menudo las malas
noticias no llegan al nivel máximo.
Si se eliminan eslabones
de la cadena de mando, esta modulación interpretativa se reduce. En
cambio, es posible incrementar la vigilancia y los poderes de mando...
La tecnología moderna, gracias a la informatización, el liderazgo del
nivel máximo puede medir cada día, incluso cada hora, la eficiencia del
personal y el comportamiento de los mercados.
En lugar de
desigualdades detalladamente graduadas, la organización flexible permite
una distinción más tajante entre élite y masa. Dado que su poder
efectivo de mando está en el nivel más alto, la organización flexible
puede funcionar como “institución total” mejor que la pirámide
burocrática tradicional.
Durante el boom de las
últimas décadas del siglo XX, a la hora de aprovechar oportunidades, las
organizaciones planas y cortas demostraron ser más eficientes que las
comunidades en las que las personas dedicaban más atención a las otras
personas que al trabajo
191 La pirámide burocrática de antiguo estilo sigue funcionando bien
para otros tipos de empresas, las que tienen fuentes de demandas muy
estables o las que aspiran a beneficios a largo plazo. La pirámide tiene
también fuerte implantación en las firmas de propiedad familiar, o en
aquellas que no cotizan en bolsa.
Cuando el boom de los
años noventa tocó a su fin, el experimento con organizaciones planas y
cortas parecía en peligro. Las empresas con problemas necesitaban
relaciones estables con sus proveedores, inversores pacientes y
empleados dedicados y comprometidos a sostener los negocios en tiempos
difíciles; el estallido de la burbuja especulativa de internet produjo
escepticismo en relación con las instituciones de la “nueva economía”.
Pero las instituciones planas y cortas se han atrincherado; ningún
negocio global se puede hacer sin contar con ellas, ni se creará ninguna
empresa nueva sobre el principio del empleo de por vida. Lo más
preocupante es que la empresa flexible se ha convertido en modelo para
el sistema de protección social.
191 -
La protección social a modo de disco –
Se ha producido un “vaciamiento” de sus administraciones mediante la
reducción de las capas burocráticas y de la cantidad de trabajadores y
supervisores del sistema. El “vaciamiento” de las filas de médicos,
maestros o asistentes sociales no reducirá, por supuesto, la cantidad de
enfermos, de estudiantes o de pobres. De modo que la reforma de la
burocracia del sistema del bienestar ha pedido también a los
consumidores del sistema que reflexionen acerca de las prestaciones que
habrán de recibir: más breves y de contenido más laxo.
192 Mientras que el
objetivo final de los mercados comerciales es el precio, en educación o
en salud el mero coste no es medida de calidad. Pero hay una dificultad
más. Para los pobres o pera las personas de escasa educación es
particularmente difícil “escoger” escuela, porque no tienen la
experiencia personal de un modo al que referir lo que quieren para sus
hijos. Parecida dificultad afecta a todos los pacientes a la hora de
escoger médicos u hospitales. Los consumidores de asistencia social
necesitan un consejo desinteresado; pero, en un mercado, ningún vendedor
es desinteresado.
En la reforma del
sistema de protección social, el “acortamiento” es la operación por la
que un Estado reduce sus responsabilidades mediante la limitación de las
garantías fijas o permanentes y las sustituye por actos de ayuda más
temporales.
193 El sistema corto de
protección social que disminuye la responsabilidad del gobierno devuelve
al individuo la gestión de su destino.
Lo mismo que en las
corporaciones planas y cortas, el resultado es la creación de
desigualdades (la división que la reforma produce entre los dependientes
pasivos y los consumidores más independientes del sistema de protección
social)
Existe entre los
reformadores una tendencia a ofrecer peor calidad de servicio a los
dependientes pasivos que a los que toman decisiones por sí mismos ...
Este resultado tiene cierta semejanza con los mercados del sector
privado en los que el ganador arrambla con todo.
Por último, lo mismo que
en la burocracia laboral, también en el sistema de protección social la
estructura plana y corta puede concentrar poder. ... En los presuntos
sistemas de protección social “transferidos”, el gobierno central
determina cuánto pueden gastar las administraciones locales, no cuánto
necesita cada ciudadano. El vaciamiento de la burocracia del sistema de
protección social, lo mismo que en la empresa, reduce la comunicación
interpretativa entre capas, característica de la pirámide burocrática.
La “necesidad”, lejos de ser una relación humana negociable, se
convierte en una abstracción, un número, un dato evaluado
instantáneamente desde arriba.
195 El problema social
más grave al que se enfrenta la mayoría de los nuevos trabajadores
reside en las organizaciones en las que ingresan, organizaciones cuyas
formas de trabajo, tanto para las clases medias como para los pobres, no
implican demasiada cohesión.
En las pirámides, se
suponía que la gente que servía con lealtad a la institución debía ser
compensada por su lealtad
Se espera que la gente
trate el trabajo como una actividad episódica, una serie de tareas que
realizar mientras se pasa de un sitio a otro.
Las formas de trabajo planas y cortas tienden a producir débiles
vínculos de fraternidad entre los trabajadores
196 Además, el mundo del
trabajo flexible tiende a alimentar la pasividad en sus escalones
inferiores ... La gente no tiene reivindicaciones viables ... Se tiende
a mantener la cabeza baja con tal de sobrevivir (“indiferencia emocional
como estrategia de supervivencia”)
Estas deficiencias de las organizaciones planas y cortas se aplican en
particular a los trabajadores nuevos y necesitados de los niveles más
bajos. Sin intervención exterior, los trabajadores nuevos tienen
dificultades para constituir redes de apoyo en sus lugares de trabajo;
el clima de indiferencia, desconfianza institucional y pasividad no
favorecen el aprendizaje en el trabajo. Sus problemas se ven agudizados
porque los contratados en último término y en los niveles más bajos son
los primeros en ser despedidos. Sin una costosa asistencia al empleo,
estos primeros trabajos pueden resultar particularmente desmoralizadores
para los trabajadores que antes habían dependido de la ayuda social.
197 Raramente el estrés
laboral crea un auténtico vínculo social; tampoco lo crean la
afabilidad, la cooperatividad aparente ni el control de la agresividad
bruta que se cultivan bajo la denominación de “habilidades sociales” en
el trabajo.
¿La comunidad servirá como compensación al trabajo?
¿Qué clase de remedio es éste?
199 -
El remedio de la comunidad –
En la calle, apostar por una ayuda que evite la burocracia formal
equivale a ayudar poco. La atención en serio trasciende el marco
temporal de la flexibilidad.
En el judaísmo y en el islam tradicionales, la ayuda social en la
comunidad exigía a los individuos el cumplimiento de obligaciones
respecto de los demás en obediencia a la ley divina. El catolicismo
también concebía la compasión como deber.
Sin embargo, el
protestantismo puso el acento en el carácter espontáneo y voluntario de
la ayuda a los demás. Lutero escribió que la caridad no puede ordenarse;
para Calvino, la compasión era un “don gratuito del yo”
203 Mientras que tanto
en Estados Unidos como en Europa, aumentan las donaciones brutas al
sector sin fines de lucro, disminuyen las aportaciones por individuos;
la minoría rica es la que hace crecer los fondos. A finales del gran
boom económico de los años noventa, los norteamericanos donaban menos
por cabeza que en 1940, al final de la Gran Depresión.
205 La comunidad es
vigorosa cuando la interacción no es necesaria, y débil cuando la
donaciones personalizada.
206 El voluntariado es
un pobre remedio para unir extraños o para gestionar situaciones
sociales complejas. Falta lo que podría denominarse una arquitectura de
la simpatía, esto es, un movimiento progresivo que ascienda de la
identificación con los individuos que uno conoce a los individuos que
uno no conoce. También falta el prerrequisito de la autonomía: la
voluntad de permanecer extraños unos a otro en una relación social.
208 Las tasas de relevo
en los empleos de trabajo social en Estados Unidos se han incrementado
en la última generación. Las prácticas cada vez más planas y cortas del
cuidado sanitario están expulsando de los servicios públicos de salud a
los médicos de ambos países. (G. Bretaña)
No cabe duda de que a los trabajadores del servicio público les importa
el servicio a los otros, pero el aspecto artesanal de la utilidad ayuda
a la gente a perseverar en unas condiciones en que tan a menudo se pone
su honor en tela de juicio. El trabajo mismo proporciona claves
objetivas para sentirse uno mismo valioso. El hecho de centrarse en el
carácter artesanal del trabajo útil marca la diferencia entre este tipo
de cuidado y la compasión. No mueve a la piedad por los que sufren
necesidades. Las dimensiones artesanales del trabajo útil sirven para
precaverse del error de creer que hacer el bien entraña autosacrificio.
209 Las burocracias
piramidales podían asignar a todos los individuos un lugar y una función
apropiada, verlos como seres humanos totales, pero al precio de negarles
participación.
Las innovaciones institucionales de nuestro tiempo encarnadas en la
burocracia a modo de disco no dan a los individuos una posición estable
ni los ven como seres integrales.
214 Cuarta parte.
CARÁCTER Y ESTRUCTURA SOCIAL.
- carácter: como ese aspecto del yo capaz de conmover a los otros.
218 Los rituales de la
vida social son actos igualmente complicados de entretejido de personas,
con la gran diferencia de que el “texto social” no es una partitura
musical escrita, sino que emerge por ensayo y error y luego se graba en
la memoria en forma de tradición.
219 Los rituales de
igualdad y fraternidad de las primeras fases de la Revolución francesa
trataron simplemente de sustituir la desigualdad por la igualdad como su
legítimo tema. ... Pero estos rituales de igualdad languidecieron
pronto. Sus convenciones no eran convincentes
Precisamente deshaciendo el poder del ritual, su hechizo unificador, fue
como la sociedad moderna intentó desarraigar la influencia de la
desigualdad sobre la manera en que los individuos se sienten a sí
mismos: tratar la desigualdad como un hecho en bruto, no como una
representación. ... La sociedad paga un precio cuando trata de hacer tal
cosa; debilita el sentido mismo de honor social.
222 - La interpretación
de la desigualdad. La vía socialista.
- Mauss: El principio del intercambio asimétrico.
Sobrino de Émile Durkheim.
Lo que Mauss persigue es mostrar qué sucede en un intercambio
capitalista ordinario: yo te vendo caviar y tú me pagas en dinero,
guantes o espinos de erizo de valor equivalente. Si ambos lados se
equilibran, el mercado cuadra. Pero este intercambio, dice Mauss, no
crea vínculo emocional..
Cuando empezó a desarrollar el principio del intercambio asimétrico,
Mauss tenía en vista un objetivo amplio: lo “social” del socialismo. En
sus últimos años de vida trató de dar sentido antropológico a la frase
de Marx: “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus
necesidades”. Creía que los trobriandeses presentaban un ejemplo de
ritual de desigualdad radicalmente diferente del que mantenía la
cohesión del A cien Régime. En las islas Trobriand, los recursos de la
población eran desiguales; más aún, sus intercambios eran asimétricos.
Al dar, se creaba un desequilibrio entre los individuos y los grupos.
Mauss sostenía que precisamente el desequilibrio era lo que creaba un
vínculo expresivo entre ellos, y que en esa asimetría hay una lección
para el socialismo.
223 Sus escritos sobre
este tema son más bien exploraciones que ideas acabadas. Pero llegó
bastante lejos como para comprender que tal vez hubiera descubierto un
principio básico acerca de la conducta adecuada a un Estado del
bienestar (libro “El don”, 1950)... Mauss dice que el Estado del
bienestar debe al individuo algo más que una simple devolución monetaria
sobre la base de las contribuciones. ¿Por qué?
Una vida entera de duro
trabajo no tiene equivalente monetario; en consecuencia, un sistema de
protección social no debería basarse en el dinero con el que la gente ha
contribuido al mismo. Los trabajadores deben contribuir a sus pensiones,
pero no sufrir recortes cuando las contribuciones tocan a su fin. La
asimetría entre el trabajo y las prestaciones sociales es el fundamento
de la rama maussiana del socialismo.
Mauss observó que muchas
sociedades tradicionales practicaban el sistema asimétrico de ayuda
social; discutió que la sociedad moderna fuera demasiado pobre para
permitírselo... Y, sin embargo, Mauss creía que aquellos que se
benefician deben devolver algo, aun cuando no devuelvan, ni puedan, en
términos de equivalencia. Tienen que hacerlo para lograr respeto a los
ojos de los demás y ante sí mismos.
224 Si no pedimos nada a
cambio, no reconocemos la relación mutua entre nosotros y la persona a
la que ofrecemos nuestro don.... En términos sencillos, la reciprocidad
es el fundamento del respeto mutuo.
El o la donante
devuelven algo a la sociedad. El trabajador del servicio público que
realiza un trabajo útil hará mentalmente la misma operación. Aunque un
contable nunca sea capaz de calcular qué “debe” a la sociedad un donante
de sangre, el donante inventará la deuda y hará la donación.
Todos los símbolos adquieren poder emocional precisamente porque no
podemos traducirlos en valores equivalentes.
En la vida cotidiana
estamos constantemente dando y recibiendo significados que somos
incapaces de medir.
Lo que deseaba Mauss en
la práctica era que, al devolver prestaciones a los individuos, el
Estado del bienestar pasara por encima de diferencias de clase y de
riqueza. Mauss deseaba romper el ethos capitalista de devolver a cada
uno exactamente lo que “merece”
225 Cuando el ritual une
a las personas lo hace permitiéndoles “mutar” un hecho material en gesto
expresivo compartible y, además, sostenido. Un intercambio económico es
una transacción breve; las nuevas formas institucionales de capitalismo
son sobre todo a corto plazo. Por el contrario, un intercambio ritual,
en particular de tipo asimétrico, crea una relación más prolongada; los
actos recíprocos del habla se convierten en hilos que se entretejen
formando una trama.
226 En el mundo de las
transacciones, en el capitalismo verdaderamente flexible, lo que domina
son los finales rápidos y tajantes. (...) ¿Por qué el capitalismo
moderno no los produce?: insistencia del capitalismo en la simetría del
intercambio.
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