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Es uno de los cuatro grandes parques del Sur de
África, junto con el Kruger, Etosha
y Hwange. Dependiendo de las ganas de aventura
con las que hayas llegado a este punto de tu viaje, hay tres posibles itinerarios
para acceder al parque:
El menos osado, atravesando la frontera entre Zimbabwe y Botswana, ya que la carretera pasa por la populosa Victoria Falls y todo el camino es asfaltado y bien señalizado, aunque salpicado de animales tan usuales en cualquier carretera como elefantes, impalas… El más complicado es aquél que llega desde el sur, atravesando el desierto desde el parque Moremi, pero a la vez, es el mejor para tener conciencia de que África es otra cosa. La pista, por así llamarla, consiste en más de 300 km. de arena en la cual te quedarás hundido irremediablemente en una decena de ocasiones, no podrás sacar la reductora en prácticamente ningún tramo y si te encuentras algún vehículo en sentido contrario, te las verás difíciles para proseguir tu camino. Aunque suene a fin del mundo, lo cierto es que se acaba superando, eso sí, con un dolor de riñones considerable. Por contrapartida, en el camino podrás observar animales salvajes de todo tipo en un hábitat alejado de los parques nacionales, y esto realmente reconforta. Un último consejo para seguir este camino. Tu tanque de gasolina debe estar lleno. De lo contrario, no lo intentes. El parque en si, aunque enorme en su extensión, tiene la fauna concentrada a lo largo del río Chobe, y es extremadamente sencillo verse rodeado por cientos de elefantes, algunos de los cuales son los más grandes que jamás vi en África. Sin embargo, esta concentración hace que una gran cantidad de vehículos se encuentren en muy poco espacio, lo que le quita cierto grado de aventura. Por otra parte, hipopótamos y antílopes sable son igualmente fáciles de observar. En el interior, lejos del cauce del río, se pueden visitar unas pinturas rupestres y el camino está bordeado de enormes baobabs. |
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