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La tradición pasó de los asirios a los persas, el Avesta habla también de árboles maravillosos uno de los cuales, el Hom, cura con su savia todos los males del cuerpo y del alma. Para los árabes, lo mismo que para los escultores románicos, el árbol se transforma en un tallo coronado de hojas que separa a dos animales en diversas actitudes. Los escultores románicos llegaron a colocar junto al árbol sagrado a toda clase de monstruos y animales extraños. Esta temática viene de Silos a través de la sala capitular del Burgo de Osma y los numerosos capiteles de las iglesias porticadas de la Ribera del Duero y vemos cómo se volverá a plasmar aquí, en Omeñaca, manteniendo una conexión en el gusto y en las formas con lo silense. Quiñones Costa establece una conexión más o menos directa entre la sala capitular del Burgo de Osma y el pórtico de Omeñaca, basándose en la aparición de dos sirenas-pájaro, una masculina y otra sin cabeza, en el primer capitel de la izquierda de dicha sala capitular en fecha avanzada, finales del XII o principios del XIII, y no en Silos. Ateniéndonos a esto, también podríamos relacionar el pórtico de Omeñaca con otras iglesias de la cuenca. del Duero donde se dan estos motivos, también en fecha tardía, como San Miguel de Andaluz; aunque una vez más debemos hacer hincapié en ta similitud de estas figuras con lo que se está haciendo en la capital en esta segunda mitad del s. XII.

Estos seres aparecen constantemente en la plástica románica, pero el hecho de presentar un rostro masculino barbado como vemos en Omeñaca, nos habla de una época avanzada. Estos seres suelen tener un carácter negativo y, normalmente, representan las tentaciones.

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1. PINEDA,R, El simbolismo de la escultura medieval española, Madrid, 1930, pág. 23.
2. Interpretación dada por PÉREZ DE URBEL tomada del estudio de QUIÑONES COSTA, ob. cit., pág. 211

La cara interior de este capitel presenta dos nuevos seres fantásticos afrontados con cabeza disforme, cuerpo de ave y cola de reptil, denominados trasgos. De procedencia silense, los vemos también en la sala capitular del Burgo de Osma, siendo el animal más repetido en las arquivoltas. Pasará a Soria y lo vemos en el rosetón y en los capiteles de la nave de la iglesia de St° Domingo y en las trompas de San Juan de Rabanera.

Se ha considerado a todos estos seres como malignos por su carácter demoníaco y simbolizan el vicio, el pecado y la tentación. Por otra lado, los tallos vegetales han sido considerados como símbolo de Dios, omnipotente y justiciero1. Así, vemos como se trasmite un mensaje de fácil comprensión para el hombre del Medievo2: "Dios con sus omnipotentes brazos impide que los seres malignos levanten el vuelo, protegiendo así a la Humanidad". En opinión de Sainz Magaña3, aun sabiendo que estos seres, que ella denomina "arpías" quizá de forma más correcta, tienen aquí una función decorativa, y fueron elegidos por ser los motivos más repetidos en el claustro de San Pedro, en un total de once veces y, quizá este escultor trabajase en alguna de las obras de la capital que venimos mencionando.

La cara restante, la del lado izquierdo, supone la única decoración historiada de la arquería y será repetida, como veremos, en el segundo capitel del lado derecho.

Hay dos escenas separadas por un elemento vegetal muy esquemático: En una se representa el pasaje de Sansón desquijando al león. Este tema es muy tratado en el Románico tanto por su belleza iconográfica, como por el simbolismo que encierra. La otra escena muestra a un caballero de largos y rizados cabellos, con larga vestidura, armado con una lanza y protegido por un escudo que lucha con un trasgo. Se trata de uno de los soldados de Cristo luchando contra el mal. El escudo adornado con una cruz, según Pineda, se encuentra en casi todos los guerreros, e indica que es el escudo de la fe.

El mensaje que el escultor ha querido plasmar en este capitel, se repite en las cuatro caras del mismo, es la Ayuda Divina la que ayuda al hombre a vencer en su lucha contra el mal: "el hombre, con la ayuda de Dios, puede adquirir las fuerzas necesarias para hacer frente y vencer al pecado"4.

Quiñones Costa atribuye que el hecho de que en un solo capitel se plasmen temas tan variados y diversos a dos circunstancias hipotéticas: la primera sería huir de la reiteración del tema fabulístico y la segunda, el intento de querer dejar constancia de un mensaje moralizante al campesino. El mensaje sería que el mal se presenta en diferentes maneras y todas ellas son superadas por la fuerza de Dios.

Por otro lado, si nos fijamos en la temática y la técnica empleadas en el capitel que estamos analizando, vemos que su autor muestra una gran maestría en el manejo del cincel consiguiendo gran detallismo y perfección, muy similar a la técnica silense aunque se trate de un artista de segunda categoría, sin embargo, es más clara la influencia oxomense, siendo Omeñaca el último eslabón de la larga cadena de influencia que emana Silos. A pesar de todo, es difícil establecer la procedencia del maestro de este capitel. Por un lado, los dos temas historiadas que aparecen en Omeñaca son frecuentes en la escultura románica burgalesa, y la técnica empleada delata un conocimiento aceptable de lo silense. Sin embargo, creemos que es más clara una conexión del artista de Omeñaca con la escultura >>>>>>>>>

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1 PINEDA, R, ob. cit. Pág. 23.
2 Interpretación dada por tomada de QUIÑONES COSTA, ob. cit., pág. 213.
3 SAINZ MAGAÑA, M E., ob. cit., pág. 394.
4 Interpretación dada por QUIÑONES COSTA, ob. cit., pág. 21 S. i3

de la Cuenca del Duero por los temas historiados, y delata un gran conocimiento de lo que se estaba realizando en la villa de Soria años antes de la construcción de esta galería porticada, prueba de ello es la forma en que este artista trata el tema de las sirenas y los trasgos.

El siguiente capitel figurado, el tercero del lado izquierdo, repite el tema de arpías y trasgos afrontados y separados por un tallo vegetal que los estrangula en todas sus caras, plasmados en el capitel anterior y tan frecuente en el arte románico de la capital soriana.

Los tallos marcan un eje de simetría en la composición recordando alguno de los capiteles del claustro de San Pedro de Soria, tan relacionado como podemos comprobar con el pórtico de Omeñaca, y vemos en la realización de estos relieves un claro propósito de imitar los temas del anterior capitel, además el artífice de esta obra parece conocer la escultura de la capital.

En este capitel la técnica empleada está lejos del detallismo y la perfección del anterior. Parece ser que el maestro de esta obra trata de imitar al autor anterior sin llegar no obstante, a alcanzar la calidad de éste. Se trataría pues, de un discípulo del maestro del capitel historiado. La temática elegida para este capitel se hizo probablemente por puro decorativismo o por imitación del anterior.

El último capitel figurado de este lado del pórtico es, sin duda, el de peor calidad, está decorado por tres arpías que si destacan por algo es por la torpeza de su talla, no guardando ninguna relación con los anteriores, y aislado de toda influencia silense tanto técnica como estilísticamente. Tampoco parece que su autor conozca este tema tan repetido en San Pedro de Soria de primera mano, además es incapaz de realizar una copia teniendo como modelos los otros capiteles. Su mala técnica puede apreciarse en la desproporción que presentan los seres esculpidos o en las simples incisiones a modo de espiga que representa el plumaje y en la rudeza con la que ejecuta el cabello y el rostro de las arpías. Coincidimos con la opinión de Quiñones Costa1 quien supone que este mal hacer se deba única y exclusivamente al origen eminentemente local del autor del capitel que analizamos. Por otra parte, es interesante ver como en este capitel a pesar de su mala conservación se representa una figura de sirena que separa sus extremidades inferiores para mostrar su vulva al espectador, y es que este tema se repite con un tratamiento similar en uno de los canecillos esculpidos de la iglesia de la vecina población de Tozalmoro, así como las arpías de este rudo capitel de Omeñaca se repiten de forma no menos torpe en otros dos de los canecillos de Tozalmoro, con lo que no sería de extrañar que el escultor de Tozalmoro trabajase también en algún capitel de Omeñaca, o al menos formasen parte de un mismo taller. Además, las marcas de cantero que se dan en Omeñaca, vuelven a aparecer en Tozalmoro.

En la restauración de 1984, al despejarse los arcos de la derecha que permanecían cegados vio la luz un nueve capitel figurado que se encuentra en perfectas condiciones de conservación. Este capitel no ha sido, por tanto, estudiado nunca por los investigadores precedentes.